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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Ranko seguramente podría escuchar desde la distancia el ruido del agua, caer en el fregadero de su cuarto de baño, y posteriormente un agudo quejido por parte de Lyndis de que el agua estaba muy fría, pese a que era justo lo que estaba buscando. Tras haber mojado su rostro y nuca, ahora se sentía algo más espabilada; además el agua tenía buen sabor cuando esta mojó un poco su boca, por lo que bebería con ambas manos algo del grifo. Desde luego necesitaba rehidratarse después de aquella noche.

Ahora, algo más despierta, se dirigió de nuevo a la habitación y esperaría a que Ranko se despertara, pues era demasiado violento para ella andar por la casa sin compañía. Y más si alguien las había escuchado aquella noche. Por suerte no tuvo que esperar, y pudo ver como se encorvaba hacia delante sobre la cama.

Sabía que los conejos mordían, pero no esperaba que arañaran. Y mucho menos tanto — dijo posandose en el marco de la puerta de brazos cruzados con una sonrisa y mirada algo juguetona.
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#47
El sonido del agua le calmaría. Luego le vio, en todo su esplendor, posar en el umbral del baño. Ranko se sonrojó, y lo hizo el doble de intenso cuando le habló.

¡Waai-chan! ¡N-no digas c-cosas así! ¡P-podrían escucharte y...! ¡Y...! —ella misma se mordió la lengua. ¿Habrían...? ¿Habría alguien escuchado...?

No. Tenía que decirse que no.

¿Cómo...? Ahm... ¿Cómo... Dormiste? —se tapaba con las sábanas con nervios, aunque su sonrisa era temblorosa de emoción.
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#48
¡Waai-chan! ¡N-no digas c-cosas así! ¡P-podrían escucharte y...! ¡Y...!

Ara ara~ ¿y eso sería un problema? — respondió sin cambiar su expresión, en todo caso la haría más pícara.

¿Cómo...? Ahm... ¿Cómo... Dormiste?

Mejor de lo que esperaba — dijo estirando uno de sus brazos mientras utilizaba el otro para agarrarlo a la vez que arqueaba su espalda. — La cama era más blanda de lo que esperaba, aunque como duermo en un futon sobre el suelo, supongo que cualquier otra cosa me parecerá blando

Añadió riendo un poco, para que después una tercera voz interrumpiera la escena. O más bien, el estómago de una de las dos. La barriga de Lyndis rugió, y con razón, había quemado de sobra todo el alimento de la noche anterior y ahora bramaba por más.

Bueno, ¿me darás algo de desayunar antes de irme a casa, no? Que será un camino muy laaaaaaaargo y tedioso
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#49
¿Problema? S-sólo sería incómodo... Creo.

Ranko soltó una risita cuando escuchó el estómago de Lyndis.

Por supuesto —se sentía de bastante buen humor —. Pero no podemos bajar a desayunar así.

Con mucha timidez, Ranko salió de la cama, y fue rápidamente a su armario para buscar algo de ropa.

Creo... ¡Creo que este te quedará muy bonito, Waai-chan!

Le enseñó un vestido corto estilo qipao, amarillo con diseños florales rojos. Al mismo tiempo, ella tomaba uno similar, verde con patrón de plumas blancas. La sonrisa de Ranko aquella mañana no tenía igual.
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#50
Por supuesto. Pero no podemos bajar a desayunar así.

Bueno, tampoco hace falta ir a ningún lado, yo ya se que es lo que quiero desayunar... — respondió.

Tras ello, la siguió cuando esta se levantó directa a su armario. Quería jugar un rato más con ella, pero no le dió tiempo a hacer nada cuando le propuso un vestido sin más vacilación. Lyndis lo tomó de los hombros, mirándolo de arriba abajo mientras lo posaba sobre su cuerpo. Realmente era de su agrado, aunque no sabía como le quedaría hasta usarlo. Sin mucha más duda, lo abrió dispuesta a ponérselo, y tras ello zarandearía un poco los brazos para posteriormente mirar y pasar las manos por su propia cintura y cadera.

Me está un poco ajustado... ¡Pero me encanta! — respondió con una sincera sonrisa, y los ojos bien abiertos mientras seguía observándolo un poco más en algún espejo o mirándolo directamente.
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#51
Oh, ¿y qué quieres desayunar, Waai-chan? —le preguntó inocentemente mientras se vestían.

Y la verdad el vestido le quedaba bastante bien, Ranko no podía dejar de verla de pies a cabeza, admirando el atlético cuerpo de su novia envuelto en aquella preciosa y ajustada prenda.

Se le acercó y acarició su espalda son suma ternura. Se sonrojó al recordar arañazos.

Cualquier cosa que desees comer amor. —se congeló por un momento al darse cuenta de que le había llamado así, pero no dijo nada al respecto. ¿Tal vez esperaba que Lyndis lo dejara pasar sin más?
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#52
Cualquier cosa que desees comer amor.

¿Hooo?~ — respondio sonriente, con los ojos entrecerrados mirandola de arriba abajo en el reflejo de uno de los espejos para posteriormente buscar y entrelazar sus manos. — Si es por mí, me basta con algo de nata montada, chocolate fundido y puede que algún sirope más.

Después torció la cabeza, para poder besarla entre risas, esperando a que ella tomara la iniciativa de salir de la habitación, y posteriormente guiarla hasta el salón en el que cenaron. La casa era enorme, estaba oscura y su cabeza estaba en otro lado como para poder haber recordado el camino de vuelta. Tal vez podría haberse guiado hasta allí mediante los aromas de la comida, o en su defecto caminando de un lado a otro hasta encontrar a alguien que la guiara.
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#53
Adoró la reacción de Lyndis. Era una combatiente fiera y temible, pero era bastante cariñosa en su interior. Le devolvió los besos con el mismo amor. Quería quedarse con ella por horas y horas, y días y meses allí. Pero tenían que bajar. Suspiró

Vamos, Waai-chan.

Con los dedos entrelazados, la guió de la mano hasta la cocina, pasando por los enormes y costosos pasillos. Parecía que no faltaba mucho para el almuerzo, de hecho. Las sirvientas se sorprendieron de que Ranko se hubiese despertado tan tarde, y la chica de la trenza les dio apenada instrucción de cocinarle a Lyndis lo que deseara de comer, y que le hicieran de lo mismo a ella.

Luego la llevaría al comedor a esperar, entre risas y sonrisas de niña enamorada.
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#54
Para cuando las risas cesaron, ambas se quedaron una sonrisa en los labios y el silencio de la sala. No era uno incómodo o molesto, sino uno extrañamente cálido y suave, como el breve beso que compartieron. Después, la mano de Ranko termino de desplazarse de su hombro sin soltarla, para seguirla sin soltarla hasta que pasara un buen rato y lo hicieran de forma inconsciente. Ranko se adelantó un par de pasos al saber por donde desplazarse, y Lyndis lo aprovechó para mirarla una vez más como si fuera la última.

Estaba radiante, era preciosa y deseaba mantener esa imagen en la retina de sus ojos por siempre. Tal vez, solo había nacido para poder conocerla, pensó. Esbozó una tonta sonrisa ante aquel fugaz pensamiento.

Fuera cual fuera su cometido en esta vida, lucharía en esa guerra hasta su último aliento si a cambio podía protegerla.
¡Gracias a Ranko por el avatar!
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