Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
23/09/2019, 22:41 (Última modificación: 23/09/2019, 22:44 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
No se sorprendió en absoluto de lo que le contaba aquel chico, desde luego era totalmente el perfil que parecía ser. Un shinobi al que habían obligado a abandonar su aldea por algún error de la justicia o alguna desafortunada pelea. Desde siempre había pensado que la justicia era totalmente imperfecta y que lo que de verdad había que valorar era las buenas acciones que beneficiaran a una mayoría, y no solo a un grupo de superiores que casualmente tuvieran el poder. Seguramente si su padre le escuchara decir eso le daría una soberana paliza, por eso no solía compartir esos pensamientos con él.
-Descuida, no me importa que seas un exiliado. La justicia siempre ha sido hecha en beneficio del que escribe las normas, así que por mi parte olvídate de eso, no voy a judgarte -Dijo con gesto frío y asintiendo ante lo que Karasu le comentaba con voz sincera. Esta vez no quiso dudar de lo que le estaba diciendo ya que sonaba bastante convincente y tampoco tenía interés en saber más de la cuenta de aquel hombre -Con eso me sirve, solo quería asegurarme de que sabías donde nos estábamos metiendo al ir a buscar a este tipo -Añadió con calma.
Parece que sabía algo sobre ese tal Gūzen al que perseguían y que, por mucho que preguntara no se lo iba a decir, así que resolvió tirar la conversación por otra parte e intentar resolver lo que les interesaba en aquel momento. Necesitaban un sitio por el que empezar a buscar. si no, estarían perdiendo el tiempo dando vueltas sin rumbo y con grandes posibilidades de alejarse del objetivo real. Antes de capturarle, y puede que esto pusiera en riesgo lo que intentaban hacer, necesitaba saber si aquel hombre era realmente una buena persona que luchaba por el interés de la mayoría de sus compañeros, o que simplemente estaba haciendo eso porque creía que era lo mejor pero era una misión suicida para todo el que le acompañara. Kisame tenía muy claro que las buenas acciones siempre estaban bien y además justificadas, pero si ello implicaba poner en riesgo la vida de gente a la que no viene a cuento era malvado. Y si ponía en riesgo la de uno mismo en vano para no conseguir nada, era de ser un auténtico imbécil. La valentía y la bondad acababan donde comienza la estupidez.
-Entonces sabrás donde empezar a buscarle, no? En realidad, eso es todo lo que necesito saber. Con cualquier otra información podría intentar deducir algo más, pero supòngo que algo es algo -Comentó poniéndose totalmente erguido, levantando sus manos de la mesa.
La respuesta de Kisame no pudo estar más lejos de lo que Akame habría esperado, tanto que incluso empezaba a acercarse a una posición con la que el joven Uchiha podía estar bastante de acuerdo. «¿¡Pero esto qué es!? ¿Un ninja que se cuestiona la naturaleza de su realidad?» Verdaderamente chicos como Kisame eran una excepción en el mundo shinobi, o al menos eso le decía su experiencia. El propio Akame, en otros tiempos, había sido un soldado leal a su Kage y siempre apegado a las normas; incapaz de ver más allá. No parecía ser el caso con Kisame, y eso agradaba al Uchiha. «Hmpf, tú y yo nos vamos a llevar bien...»
—Todo bien entonces —zanjó Akame, con una sonrisa tranquila en el rostro—. ¿Por dónde empezar?
El renegado se cruzó de brazos, sin dejar de mirar a su aliado. Parecía estar debatiéndose profundamente sobre algo, una cuestión que no llegaba a trascender a Kisame a través de las palabras. Después de unos momentos que pudieron parecer eternos, Akame terminó por sacudir la cabeza y soltar un resoplido de resignación.
—Está bien, está bien —dijo finalmente—. No eres como otros shinobi que he conocido, tú pareces un tipo legal. Te lo contaré.
Akame se metió la mano en el bolsillo del yukata y se sacó un cigarrillo liado y una caja de fósforos. Tras ponerse el tabaco en los labios, encendió una cerilla, la arrimó a la cabeza del cigarro y aspiró para prenderlo. Fumó un par de hondas caladas con toda la tranquilidad del mundo, como si tuvieran toda la vida para coger a Guuzen. Sólo después de expulsar el humo lentamente por la nariz, el exiliado habló.
—Hace un par de noches le saqué un chivatazo a unos mineros borrachos cerca de la frontera con el País de los Bosques. Hablaban de un ninja muy poderoso que había estado frecuentando la zona durante las últimas estaciones, yendo de acá para allá sin que nadie supiera muy bien a qué se dedicaba —confesó, aunque Kisame podría dudar de sus palabras—. Después de invitarles a una botella de sake del bueno, me contaron más, ¿y adivina? La descripción de ese shinobi coincide con la de nuestro querido Guuzen. Según decían, la última vez que lo vieron se dirigía a la Ribera del Norte.
Con un encogimiento de hombros, el Uchiha fumó otra pitada.
Parecía que el amejin le había tocado alguna fibra que había conseguido que confiara en él. Francamente, podía imaginarse de que se trataba, dado que Kisame era un ninja atípico totalmente y la gente se sorprendía al verle actuar. Algunos le habían definido como excéntrico, otros como raro, incluso algunos mas estirados como lamentable. Una vez más, lo que pensaba se había confirmado con las palabras de Karasu. Parecía que, después de todo, tenía más información de la que decía poseer, pero aún había varias cosas que podría estar ocultando. No le dio mas vueltas dado que era un criminal, seguramente no quisiera decirle a nadie nada que le pudiera comprometer de alguna forma, era comprensible y no quería tirarle mas de la lengua, sin embargo, pondría en tela de juicio cualquier cosa que le dijera y no bajaría la guardia en todo el viaje ni cuando llegaran al sitio en cuestión.
En cuanto se prendió el cigarrillo, Kisame se alejó unos metros mientras movía su huesuda mano delante de su cara, no parecía agradarle el humo del tabaco en absoluto. A pesar de que estaba a la orden del día entre la gente, al igual que el alcohol, no quería nada que redujera, aunque fuera en baja proporción, sus escasas capacidades físicas.
-Bien, entonces ya sabemos donde partir y empezar a buscar, no es cierto? -Dijo mientras le miraba a los ojos fijamente -Deberíamos ponernos manos a la obra, cuanto antes partamos, antes llegaremos -Comentó mientras miraba hacia la puerta y a su compañero alternativamente -Sé que hay muchas cosas que no me has contado, pero supongo que todo es cuestión de tiempo, quizás temas que te delate o que te traicione, es normal, eso demuestra que eres un buen ninja.
Dicho esto, se acercó lentamente hacia la puerta para irse, mientras tenía la mirada totalmente fija en el pomo, aún sin girarlo, esperando a que su compañero fuera tras él, ya no tenían nada más que resolver allí, por el momento.
Akame dejó escapar el humo de la última calada por la nariz mientras observaba al muchacho. Sus ojos, insondables, eran dos trozos de obsidiana que escrutaban la expresión de Kisame; tal vez buscando alguna fisura, alguna grieta que le dijera que en realidad el amejin se estaba guardando algo. Que pensaba traicionarle. Akame era bueno viendo aquella clase de segundas intenciones... Pero en aquel chico no advirtió ninguna. Así pues, asintió y apuró su cigarro para luego arrojar la colilla al suelo. Con total indiferencia por la pulcritud del lugar —o ausencia de la misma, más bien— aplastó la cabeza encendida del tabaco y salió de la habitación tras Kisame.
—Nos vemos dentro de una hora, en el callejón junto a La Mina —le dijo en susurros, aludiendo a la tasca donde se habían conocido—. Nos espera una larga noche, así que aprovisiónate bien. Luego será un día de camino hasta la Ribera del Norte.
Con aquellas palabras, el llamado Karasu abandonó aquel local de mala muerte tras Kisame. Luego desaparecería entre la tormenta y las sombras de la noche, que ya habían engullido Notsuba por completo. ¿Acudiría el amejin a su cita?
25/09/2019, 19:08 (Última modificación: 25/09/2019, 19:10 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Asintió con la cabeza y salio de aquel lugar de mala pinta. Ya estaba todo hablado. Se habían citado tras la taberna en una hora. Una vez cruzó el umbral de la puerta, se separó de su compañero en cuestión de segundos, perdiéndose ambos en la lluvia que caía con ferocidad. No tenía demasiado claro si acudiría a la quedada, pero lo que si sabía era que el si lo haría. Miró en su portaobjetos a ver si le quedaban raciones secas de cuando salio de la aldea y, efectivamente, aún tenía raciones como para un día completo, así que supuso que incluso podría estirarlas a dia y medio.
No tenía ninguna intención de entrar a aquella taberna de nuevo, por lo que buscó un pequeño soportal en el que resguardarse, mientras se apoyaba en la pared a esperar que el tiempo pasara. Como tenía la taberna a la vista, podía ver cuando alguien se acercaba a la entrada, entraba o salía de la misma. Aunque no pudiera controlar la parte de atrás, desde allí sería cosa de unos segundos llegar a un paso ligero para no empaparse demasiado.
Nunca había sido alguien de mucho comer por lo que las raciones le importaban mas bien poco. Lo que realmente le preocupaba era que ese chico no fuera o estuviera preparándole algo extraño. No le había dado razones para desconfiar, pero seguramente necesitara más de una semana para dejar de dudar de casi todo lo que dijera.
Pasada una hora, decidió presentarse en el lugar donde habían quedado con unos minutos de antelación. No quería ser descortés o maleducado, simplemente quería llegar primero. Tampoco quería que esperaran por él, era algo que siempre había detestado. Allí estaba, el genin de ame esperando por la persona que acababa de conocer hacía escasas tres horas.
25/09/2019, 20:31 (Última modificación: 25/09/2019, 20:32 por Uchiha Akame.)
—Vaya, has venido. Eso sí que es una buena noticia.
Kisame escucharía la voz del joven Uchiha a su espalda, alzándose audible por encima del tronar de la tormenta y el sonido de la lluvia. Si se daba la vuelta, vería que Akame estaba ahora embozado en su vieja capa de viaje marrón, con aquel kasa de paja firmemente sobre su cabeza y atado con un cordel por debajo de la barbilla. A su espalda, un bulto de tamaño medio; probablemente su petate, a resguardo bajo la capa.
—¿Tienes todo lo que necesitas? Entonces vamos. Va a ser una noche larga, y con esta tormenta... Tendremos suerte si encontramos algún lugar seguro en el que resguardarnos.
Ni corto ni perezoso, y sin esperar confirmación por parte del amejin —Akame se tomaba su presencia en el lugar y hora acordados como prueba más que suficiente de que quería acompañarle en su aventura—, el renegado echó a andar calle abajo hacia el sendero que salía de Notsuba dirección Noreste, a la Ribera del Norte. El Uchiha caminaba a paso ni muy rápido ni muy lento, pero con seguridad y firmeza. Si Kisame se colocaba a su par en la andadura, Akame le iría adelantando más detalles sobre la ruta que iban a tomar. Los justos y necesarios.
—Seguiremos por el sendero que atraviesa las montañas hacia la frontera con Mori no Kuni, y pararemos cuando quede poco para el amanecer. Más nos vale que esta tormenta haya escampado para entonces, o que encontremos algún refugio seguro. De lo contrario... —calló—. Vamos, aligeremos el paso ahora que todavía estamos frescos.
La pareja saldría de Notsuba al amparo de la noche, tal y como estaba planeado. Kisame no tardaría en comprobar que el sendero en cuestión era bastante transitable y seguro en los tramos más cercanos a la capital del País de la Tierra, pero conforme uno se iba adentrando en las cordilleras montañosas que abrigaban la ciudad, el paso se volvía más escabroso y tracionero. No pocas veces los muchachos resbalarían con alguna roca suelta, o se quejarían por el barro acumulado en el camino. Tampoco parecía que la tormenta fuese a escampar, sino que, para mayor desgracia de los viajeros, arreció con todavía más fuerza. Como auspiciando mala fortuna en su travesía. En un momento dado, mientras atravesaban un escarpado desfiladero, azotados por la lluvia y el viento, Akame se daría la vuelta para dirigirse a su compañero.
—¡La tormenta es demasiado fuerte! —gritaría para tratar de hacerse oír por encima del viento ensordecedor—. ¡Tenemos que buscar un refugio, ya! ¡Alguna cueva o gruta tendrá que servir!
El paisaje alrededor de los dos muchachos era el típico de un lugar montañoso; escarpadas paredes de roca y una senda pobremente trazada a través del desfiladero. Sin embargo, entre las grietas de las montañas que les flanqueaban, tal vez podrían encontrar algún hueco en el que refugiarse.
Tira tantos dados de 10 caras (d10) como la Percepción de tu personaje /10 (redondeando hacia arriba). Es de noche y la tormenta arrecia, así que la dificultad de esta tirada para encontrar un refugio asequible es de 9. Si sacas 9 o 10 en alguna de tus tiradas, Kisame habrá tenido éxito.
25/09/2019, 22:26 (Última modificación: 26/09/2019, 02:40 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Cuando menos se lo esperaba, escuchó una voz a su espalda. Apenas tenía dudas de que sería Karasu, aun así, se volteó para verle ataviado con su kasa de paja y su capa de viaje. Francamente iba mejor preparado que él, pero formaba parte del aprendizaje. Ahora sabía que cuando se fuera de casa debería llevar algo que le protegiera un poco de la lluvia. En su tierra no le importaba ya que a lo sumo serían unas horas, pero en aquella situación podrían llegar a ser días completos.
Asintió ante la pregunta, sin decir nada más y se apresuró a caminar pareado a él para escuchar los planes de ruta que tenían. Le seguía el ritmo sin mayor dificultad, dando pasos ligeros para no salpicar demasiado en el barro. Estaba acostumbrado a aquel clima y no le suponía ninguna dificultad caminar con un temporal así. Estaba totalmente de acuerdo con lo que decía. La noche era el mejor momento para moverse siempre, o al menos era más tranquila y menos transitada. Kisame se encontraba tranquilo por la lluvia. En su tierra, la ausencia de ella era augurio de mala suerte, por lo que lo único que pensaba mientras caminaba con poca dificultad entre el barro y las piedras sueltas, era que la suerte les estaba sonriendo.
Pasado un tiempo, llegaron a un desfiladero. La tormenta arreciaba cada vez más y ahora sí que resultaba complicado moverse por aquel temporal. Quizás lo mejor sería resguardarse y esperar a que amainase un poco para continuar la marcha. Justo cuando estaba pensando eso, su compañero le hizo saber en voz alta exactamente lo mismo, por lo que, asintiendo ante sus palabras se dispuso a escudriñar los alrededores a ver si encontraba algo medianamente decente.
Mientras oteaba las cercanías, se le metió una gota bastante voluminosa en el ojo, haciéndole cerrarlo de golpe y restregárselo con fuerza moderada. Ante la penosa situación y para no quedar como un completo inútil, el pelinegro abrió sus piernas a la altura de sus hombros y comenzó a hacer sellos de forma aceptablemente diestra. Al finalizar, y tras morderse el pulgar izquierdo para hacerse sangre, dejó caer los hombros hacia adelante y puso la palma izquierda hacia abajo y la mano derecha sujetando el mismo antebrazo.
-Kuchiyose no Jutsu! -Dijo con decisión mirando hacia abajo. Una nube de polvo blanco inundó el lugar donde apuntaba con su palma. Tras ella había un mapache bastante grande y con tupido pelaje de color pardo con pintas blancas. Una voluminosa cola y dos grandes círculos negros alrededor de sus ojos -Ayúdame a buscar un sitio donde resguardarnos, por favor -Imperó con decisión.
El mapache se dispuso a correr desfiladero adelante con una velocidad poco común para un miembro de su especie. No tardó, sino un par de minutos en volver y dar un par de vueltas sobre si mismo. Señal inequívoca de que había encontrado algo.
-Vamos Karasu, tenemos un techo -Dijo con firmeza y decisión, que denotaba una confianza casi ciega en aquella criatura que había invocado.
¤ Kuchiyose no Jutsu - Requisitos: Ninjutsu 40
Permite al usuario utilizar técnicas de invocación. Como técnica no sirve de nada, pero da el derecho a aprender y ejecutar invocaciones propiamente dichas, por evolutivas o por pacto animal. Para realizar la invocación correctamente se necesita realizar la serie de sellos correspondiente: Jabalí, perro, pájaro, mono, carnero; y después efectuar el sacrificio de sangre necesario.
¤ Kuchiyose: Futsū no Dōbutsu ¤ Invocación: Animal Ordinario - Tipo: Criatura - Requisitos: Senjutsu - Gastos: 20 CK - Daños: 10 PV por golpe con las garras (Taijutsu animal) y 8PV por mordisco. - Resistencia: 20 PV (rompe el contrato), 40 PV (vitalidad total) - Chakra disponible: 40 CK - Duración del contrato: 10 días on-rol (máximo 3 al mismo tiempo) - Máximo número de usos: 3 por día (dormir unas horas on-rol se considera como descanso válido). - Dimensiones: Las de un animal común de su especie, o más pequeño, dentro de lo razonable
El usuario obtiene la habilidad de invocar animales shinobi comunes, que poseen las características típicas de un animal de su especie, pero que son capaces de hablar, empuñar y lanzar armas y objetos. Resultan extremadamente útiles para recopilar y transportar información, puesto que el tiempo de contrato de estos animales es muy largo y les permite viajar durante días. Un usuario que disponga de animales cuyas dimensiones son muy grandes debido a su especie, puede invocar crías o adultos jóvenes de menor tamaño, siempre dentro de lo que es razonable. Asimismo, los animales pequeños podrían llegar a tener versiones de treinta centímetros, o incluso cincuenta. La descripción de estos animales es libre, y el usuario lo interpretará como desee cada vez que los invoque.
«Se trata de tanukis de aspecto común, de unos 30 o 40 centímetros de alto y unos 60 o 70 centímetros de longitud. De pelaje grueso y de colores pardos, negro y blanco con larga y gruesa cola. Suelen caminar sobre cuatro patas. Son seres bastante rápidos y considerablemente sigilosos. Cuentan con una agilidad natural bastante grande, sin embargo tiene sus limitaciones, al igual que la capacidad de sus saltos. Pueden transportar pergaminos de tamaño mediano dentro de su cuerpo, utilizando 5CK para ingerirlos y 10CK para expulsarlos. También pueden ocultarse a la vista común durante unos minutos mientras permanezcan estáticos, esto les costará 10CK. Podrían rastrear a una persona en un rango de 500m si pueden oler antes un objeto personal de la persona en cuestion.»
¡Vaya caja de sorpresas era aquel tío! Akame observó con los ojos muy abiertos, pese a la lluvia, cómo Kisame realizaba una serie de sellos y luego se mordía el pulgar para... «¿Una técnica de invocación?» Aquello era Ninjutsu bastante avanzado, incluso para un ninja veterano; las Familias Animales no eran fáciles de encontrar, y mucho menos sencilla era la tarea de firmar un Pacto de Sangre con una de ellas. Que un shinobi a priori tan poco experimentado como Kisame hubiera sido capaz de ejecutar un Kuchiyose no Jutsu era del todo inesperado para Akame.
Aun así, el Uchiha no pensaba decir ni pío. Ver, oír y callar. Producto de la invocación de sangre de Kisame, un pequeño mapache apareció con un "puf". Su invocador le pidió que encontrara refugio, y así lo hizo; cuando volvió, guió a los dos muchachos por el desfiladero hasta una gruta a la que se podía acceder pasando por la grieta entre dos paredes rocosas. El interior estaba oscuro como el sobaco de un grillo y mucho más frío, pero Akame tenía una solución para ambas cosas. «No quería tener que revelar mis trucos tan pronto, pero igualmente, ¿a quién voy a engañar? Este tío ya sabe de sobra que soy un ninja.»
—Katon, Kaijūdentō no Jutsu.
Con un chasquido de dedos, una esfera de puro chakra de fuego comprimido, muy luminiscente y que emitía un calor equivalente al de una hoguera apareció en la mano del Uchiha. Éste la lanzó al aire, como si de una pelota se tratara, y la canica ígnea se quedó flotando a su alrededor. Ahora que tenían más luz, los muchachos pudieron ver que la cueva era aceptablemente grande, al menos en la primera estancia, donde ellos se encontraban. Tenía sólo una entrada, por la que ellos habían ingresado, y al lado contrario la gruta parecía continuar hacia el interior de la montaña.
—Mejor no adentrarnos demasiado —aconsejó el renegado, mientras se descolgaba el petate y se dejaba caer para acabar sentado en el suelo—. A saber lo que podríamos encontrarnos allí dentro...
Afuera la tormenta seguía arreciando, pero ellos al menos estaban a salvo. La técnica de Akame proveía de suficiente luz y calor como para que las ropas se les secaran en un par de horas, y para que no cogieran una hipotermia si se echaban allí a dormir. Con gesto mecánico, el Uchiha sacó de su petate una manta que echó sobre el suelo, y luego una cantimplora de agua. Le dio un trago largo.
—Gran trabajo con esa mascota tuya —dijo al rato—. Técnicas de invocación... Muy interesante. ¿Qué más eres capaz de hacer, Kisame?
¤ Katon: Kaijūdentō no Jutsu ¤ Elemento Fuego: Técnica de la Linterna Resplandeciente - Tipo: Utilidad - Rango: D - Requisitos: Uchiha 10 - Gastos: 3 CK (3 turnos) - Daños: 5 PV - Efectos adicionales: Luz, calor - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: La luz y el calor cubren un área de 5 metros alrededor del usuario, recorre hasta 8 metros en caso de ser lanzada
Sencilla técnica de elemento Fuego que permite al usuario concentrar una pequeña cantidad de su chakra para darle la forma de una esfera resplandeciente, apenas del tamaño de una canica grande, creada normalmente en uno de los dedos del usuario, o en la palma de su mano, y que levita tímidamente en torno a él mientras tenga combustible.
Esta esfera de chakra Katon, además de iluminar intensamente una pequeña zona a su alrededor y proveer del calor equivalente a una hoguera pequeña, puede ser lanzada si el usuario lo desea. El daño directo ocasionado será leve, el correspondiente a quemarse con una cacerola caliente. Sin embargo, al estar la esfera compuesta de chakra Katon, prenderá materiales inflamables.
Alterador (Shōten): Concentrando todo el chakra utilizado en la técnica en la yema de un dedo, en lugar de crear una esfera incandescente se formará una capa de chakra Katon muy caliente, como si de la punta de un soldador se tratase. Esta variación de la técnica suprime sus capacidades luminiscentes (el punto brillante en el dedo del usuario apenas emite más luz que la cabeza de un cigarrillo), pero le otorga increíbles propiedades caloríficas. El ejecutor puede calentar la punta de su dedo hasta unas temperaturas extremadamente altas, siendo capaz incluso de grabar o perforar superficies metálicas al toque.
27/09/2019, 01:51 (Última modificación: 27/09/2019, 01:54 por Taka Kisame. Editado 2 veces en total.)
Siguieron al mapache hasta una cueva. Coincidía con su compañero de viaje en que seguramente no sería buena idea adentrarse. Quizás podrían encontrarse algo que no deseaban, y desde luego eso complicaría y retrasaría su viaje. Estaba orgulloso de su mapache. No era la primera vez que le sacaba de un apuro. Nunca como ese, pero si de situaciones muy difíciles.
Una vez estuvieron en la cueva, sintió una bajada importante de temperatura a la par de una increible oscuridad que inundaba el ambiente. Seguramente tuvieran que descansar a oscuras, ya que no tenían forma de encender un fuego en aquel lugar y menos con la que estaba callendo... Mientras se resignaba a tener que calentarse con el calor de su compañero animal, Karasu pronunció unas palabras que descolocaron totalmente a Kisame. Katon? Ya le había dicho que era ninja, pero el hecho de verlo le dio una agradable sorpresa y, como no, tenía una técnica perfecta para aquel precario momento. Una pequeña esfera de chacra iluminó y calentó el lugar.
Tenía frío por la mojadura, pero sentía que en un par de horas estaría seco y que, en quizás menos tiempo entraría en calor. Debería haber salido más preparado de la aldea pero... Son cosas que pasan. Errores de novato, se repetía mentalmente todo el tiempo mientras trataba de calentar sus manos apoyándolas en el lomo de su mapache, el cual descansaba posado en su regazo, consiguiendo calentarle también las piernas al mismo tiempo, al menos de una forma inmediata, ya que la técnica del exiliado estaba haciendo su efecto con creces.
-Tienes razón, aunque deberíamos mantener los ojos abiertos. No sería agradable despertarnos con una sorpresita -Sugirió el pelinegro mientras le miraba a los ojos con curiosidad -Katon? Creo que ya entiendo... -Comentó para luego, echarle un vistazo a la zona oscura de la cueva -Una técnica muy oportuna, ya pensaba que tendría que pasar frío hasta que me secase
Escuchó la felicitación que le daban. Era la primera que recibía en muchísimo tiempo, por lo que se lo tomó como un cumplido en toda regla.
-No es la primera vez que me sacan de un lío -Respondió con frialdad mientras acariciaba al animal -Bueno... Se un par de trucos mas, pero sinceramente, espero no tener que usar esos en un futuro cercano... Por cierto, sabes cuanto queda más o menos? -Concluyó con la pregunta, dejando la mirada perdida en alguna parte, quién sabe donde. Quizás estuviera embelesado, o quizás simplemente su forma de ser. A pesar de eso, no daba la sensación de estar ignorandole en lo mas mínimo.
—Hmpf, en eso tienes razón —admitió el Uchiha, arrebujándose en su manta, todavía cantimplora en mano—. Deberíamos turnarnos para hacer guardias hasta el amanecer, sólo por si acaso. Con esta tormenta no creo que vayamos a llevarnos ninguna sorpresa con bandidos o asaltadores de montaña, pero los animales salvajes... Son otro cantar.
Aunque la fauna peligrosa era limitada por aquellos lares, siendo un terreno tan angosto y difícil, no faltaban los ataques de osos pardos, felinos monteses y otros depredadores que merodeaban por valles y riscos. Akame sacó lo que parecía ser un escueto bocadillo de su petate y empezó a comer mientras sus ojos se mantenían fijos en la nada. Cuando Kisame le preguntó por cuánto quedaba para llegar a la Ribera del Norte, el Uchiha se encogió de hombros.
—Ahora mismo es difícil saberlo, con este temporal. Calculo que debemos estar cerca de la frontera con el País de los Bosques, pero hasta que no salgamos del desfiladero... —volvió a encogerse de hombros—. Si salimos al amanecer, deberíamos llegar mañana por la noche.
Una vez dada buena cuenta de su bocadillo y parte del agua de la cantimplora, el renegado lo guardó todo en su petate y se acomodó contra él, a modo de almohada. Se dio media vuelta, arrebujado en su manta, dando por hecho que Kisame iba a comerse el primer turno de vigilia.
30/09/2019, 02:00 (Última modificación: 30/09/2019, 13:58 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Al parecer, estaban de acuerdo sin haber mediado palabra alguna. Seguramente su compañero de viaje lo hacía más bien para aprovecharse de la buena voluntad de Kisame o porque simplemente era más avispado y se había echado a dormir a tiempo. Pero, al final, allí estaba el genin despierto mientras comía un puñado de frutos secos tranquilamente, atento a la entrada y a la parte oscura de la cueva, por si algo pasara.
No quiso contestar a nada de lo que le había dicho con palabras, simplemente asintiendo con la cabeza. La primera guardia era suya y no tenía intención de dormirse ni un ápice, despertaría a Karasu cuando tuviese la ropa más o menos seca para así poder dormir minimamente a gusto en aquel duro suelo. El resto de la cueva estaba oscura y realmente era lo que más le preocupaba, ya que con el temporal que había le costaba creer que alguien fuese a entrar desde la calle, mas bien estaba atento para ver qué podía salir de dentro de la cueva.
Parecía que quedaba al menos un día completo para llegar al lugar de destino, por lo que resolvió que no sería demasiado viaje como para preocuparse por quedarse sin comida. Su mapache también dormía aunque ni siquiera estuviera cansado, pero no le dejó irse por si las cosas se pusieran feas durante la noche. De lo contrario, al amanecer lo desconvocaría para continuar su viaje sin él ya que no lo iba a necesitar a priori.
Si ninguna irregularidad ocurría durante su guardia, pasadas dos horas y media, quizás casi tres, el amejin se acercaría a su compañero y le menearía sin demasiada fuerza para despertarlo, aún sin articular palabra.
Akame no tardaría en dormirse, aunque su forma de hacerlo, tan silenciosa, hacía difícil el distinguir si se trataba de una simple siesta o si de repente había muerto. Kisame, por su parte, se quedó a solas con sus pensamientos, aquella canica incandescente de puro chakra Katon, y el rugir de la tormenta afuera de la cueva.
¿Cuánto tiempo pasó? ¿Una hora, dos? Difícil decirlo con exactitud. Pero la cosa es que, cuando el shinobi de Amegakure ya se iba sintiendo cada vez más relajado y las garras del sueño empezaban a apresarle, escuchó un ruido proveniente de la parte más oscura de la cueva. Si prestaba atención se daría cuenta de que era una especie de gruñido muy tenue —o lejano—, acompañado del rascar de algo contra la piedra.
¿Sería realmente indicativo de algún peligro? ¿O sólo uno de tantos sonidos propios del lugar?
Despertó al mapache moviendole la cabeza suavemente mientras ponía un dedo en su boca para que no hiciera ruido. Una vez el animal se despertó, el shinobi de ame solo señaló la oscuridad para que estuviera alerta ante cualquier peligro. El susodicho, se alejó de Kisame un par de metros y, sentándose sobre los cuartos traseros, se preparó por si tuviese que hacer algo mientras el pelinegro se acercaba a Karasu por si la cosa se pusiese verdaderamente fea, despertarle.
En un principio, no quiso molestarlo, simplemente preparó en sus manos el sello del tigre, por si tuviese que actuar con rapidez para defenderlos. Si eso ocurriera, el ruido de la tierra moviéndose y resquebrajándose despertaría a Karasu sin la necesidad de que el mismo tuviera que hacerlo. Ahora estaba casi seguro de que si algo aparecía no les pillaría por sorpresa.
Quizás era su propia paranoia, pero tenía muy en mente la advertencia de su compañero de viaje " A saber lo que podríamos encontrarnos allí dentro...", "Con esta tormenta no creo que vayamos a llevarnos ninguna sorpresa con bandidos o asaltadores de montaña, pero los animales salvajes... Son otro cantar.". No tenía claro que fuese a atacarles, pero lo que tenía claro era que si había escuchado un ruido, seguramente fuese un animal salvaje que se había despertado, es muy probable que estuviéramos en su territorio y, lógicamente, podría atacar.
Aquel gruñido fue aumentando en intensidad, como si quien quiera que fuese su dueño se estuviese acercando a paso rápido. También aquel chirrido, el de unas uñas —o garras— rascando contra la roca. Sin embargo, cuando Kisame y su mascota creyeron que aquello iba a salir de entre las sombras... Todo cesó. El silencio volvió a reinar en la parte más oscura de la gruta, y el ambiente volvió a ceder protagonismo al rumor de la lluvia y el gemido del viento.
30/09/2019, 15:58 (Última modificación: 30/09/2019, 15:58 por Taka Kisame.)
Por unos segundos el corazón se le aceleró con mucha fuerza. Estaba a punto de decir el nombre de su técnica pero en el último momento se calmó todo. No podía sentirse seguro así que llamó a su mapache para que se pusiera debajo de sus piernas y pensó que, una medida de contención frente a un simple animal salvaje, sería cubrirse con su técnica. Su padre siempre le había dicho que gastar tiempo en modificar una técnica defensiva para que lo fuese más aún era de cobardes, pero nunca le había hecho caso. Quizás este fuese el momento para probar su efectividad...
-Doton, Dōmuheki! -Dijo con un tono de voz no demasiado alto. mientras hacía una serie de sellos con toda la destreza y velocidad que podía. Instantes después, dos semi-cúpulas de piedra comenzaron a rodear a Kisame y a su compañero, dejando una separación en el medio de poco más de dos centímetros por la que el amejin observaba el exterior. Seguramente Karasu se hubiera despertado con el sonido de la piedra rompiéndose.
-Siento despertarte, he escuchado un ruido extraño y he preferido prevenir -Comentó el de Amegakure en voz baja mientras seguía observando el exterior con atención por si volvía a escuchar esa bestia o apareciese en algún momento inesperado.
¤ Doton: Doryūheki ¤ Elemento Tierra: Muro de Estilo Tierra - Tipo: Defensa - Rango: B - Requisitos: Doton 20 - Gastos:
16 CK
(Doton 40) (multiplicable x2)
(Doton 60) (multiplicable x3)
(Doton 80) (multiplicable x4)
(Doton 100) (multiplicable x5)
- Daños: - - Efectos adicionales: Defiende 40 PV - Sellos: Tigre → Liebre → Jabalí → Perro - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: La barrera mide 2 metros de ancho y 3 de alto (aumenta con la multiplicación)
El usuario crea una pared sólida de tierra como forma de defensa. El ejecutor de la técnica puede convertir su chakra en tierra dentro del cuerpo y escupirlo para formar la barrera, o manipular la tierra frente a él con el mismo objetivo. Entonces, la tierra se levanta y se endurece de forma casi instantánea, protegiéndolo. Dadas las propiedades especiales de la tierra, la pared es altamente resistente al agua, pero es débil a ataques de elemento rayo. Los usuarios pueden personalizar la apariencia de la barrera, a efectos totalmente interpretativos.
Alterador (Dōmuheki): El usuario crea dos semi óvalos a su alrededor, con una apertura entre ellos de tres o cuatro centímetros. Estos tienen la misma función y propiedades que la técnica original, mantendría el hecho de ser multiplicable, pero no aumentaría su tamaño sino los PV que defiende. Al cubrirle más ángulos, cada mitad de la cúpula defendería 20PV. El ejecutor podría deshacerla cuando quisiera.