Karamaru volvió en si al escuchar nuevamente las palabras del Uchiha, tan solo se había perdido unos segundos en la nostalgia que le atraían momentos importantes del templo. Volvió su mirada a su acompañante y la sonrisa volvió al rostro dejando la cara de perdido atrás. Escuchó con atención y no se le movió ni un pelo con los elogios del hombre a su aldea, después de todo el calvo tenía plena confianza en que Amegakure tenía el mismo potencial. Aún así, estaba lejos de tomar como amenaza u objetivo a Uzushio como para actuar acorde a lo que le dijeran.

Igual.- se limitó a responder por primera vez.

Espero, espero, la admiraría si se convierte a algo parecido a su madre.- y por segunda. Y era verdad, en lo que poco que había indagado Karamaru obtuvo bastante interés por Shiona, incluso el mismo respeto que tenía por Yui.

Pero la comida finalmente llegó y el calvo, sin desesperarse, se movió con calma y se tomó su tiempo para degustar la comida con todos sus sentidos tardando en tomar los palillos y mojar sus labios con los pequeños pedazos de pollo que le habían servido. Una delicia que superaba, y por mucho, a lo que él pudiese llegar a cocinar en su casa.

Se cuenta que Amekoro Yui es tan despiadada que hace correr desnudos bajo la lluvia a los shinobi que la contrarian. ¿Es eso cierto?

Afortunadamente nunca fui testigo de eso- dijo entre risas el cenobita- Pero sí, es estricta con los shinobi que la sirven, como se debe de ser.

Seguro que eso es una exageración de su fuerte carácter, pero no creo que sea cierto.- y se adentró nuevamente en la comida.

¿Confías en Uzumaki Gouna?- indagó con un poco de comida en la boca.

Akame no pudo evitar que un suspiro de decepción escapase de sus labios. Como solía suceder en esas ocasiones, las historias que había oído sobre el estricto entrenamiento de los ninjas de Ame y el carácter belicoso de la Arashikage no eran capaces de vivir a la altura de la realidad. El Uchiha siguió comiendo trozos de pollo mientras escuchaba a Karamaru con una mezcla de atención y curiosidad. Aquel chico no se parecía en nada a ningún otro shinobi de la Lluvia que él hubiese conocido antes; y sin embargo, exhibía su bandana. «Tal vez sea por todo eso de la comunidad del templo», meditó Akame.

—Vaya, Karamaru-kun, tengo que admitir... Bueno, esperaba que al menos una de las dos cosas fuese verdad —confesó el Uchiha, con un suspiro—.

Ambos callaron durante unos instantes, y entonces el muchacho de Ame hizo una pregunta. Y qué pregunta. Akame se quedó tenso un momento, masticando lentamente un trozo de pollo, y alzó la mirada para clavarla en la del calvo. Sus ojos, negros, destellaban un brillo frío como el hierro. El silencio se prolongó hasta parecer eterno.

—Claro, es mi Uzukage. ¿En quién más podría confiar si no?

Había decisión y firmeza en la voz de Akame; aquella interrogante le había puesto todos los sentidos alerta. Con apuro terminó su ración, recostándose luego en el taburete de madera. Observaba a Karamaru como un lobo a otro de distinta manada.

—¿Y tú? ¿Confías en tu Kage?

Se pasó la lengua por los dientes varias veces mirando los ojos negros de un Akame que recién se decidió a responder para cuando el calvo levantase los cejas ansioso de una respuesta. Realmente se esperaba una respuesta más rápida y con mayor convicción, pero podía entender que el cambio de un líder podía afectar a un shinobi. Pero una pregunta, que casi le parecía estupidez preguntar, le siguió a la respuesta.

¿Cómo? ¿Que si confío?- contestó apurado- Claro que confío, es la persona más confiable en todo Onindo fuera del templo donde crecí.

«¿Cómo me puede preguntar cosas así? Si tan solo la conociera....» estuvo a punto de susurrarlo, pero el último bocado de pollo tomó su lugar. Hizo una pausa, giró su torso y apuntó con el índice al Uchiha. Una mirada seria que duró segundos se fijó en él.

En ti mismo. En ti mismo puedes, perdón, debes confiar.- y volvió a su posición anterior haciendole una seña con el rostro a la dama que los había atendido para llamarle la atención y que se acercase.

Perdoneme, pero... ¿Sirve té?- no esperaba uno digestivo, pero al menos uno rico para calentar el estomago antes de alejarse del local.

¿Confías más en ella que en Shiona?- seguía cuestionando al Uchiha.

Al parecer, a Karamaru no le había sentado demasiado bien que su propia pregunta ahora fuese en dirección contraria. Akame no hizo sino afilar su penetrante mirada; «me pregunta que si confío en mi Kage, con toda la cara, y ahora se extraña de que yo lo haga... No te jode, el tío». De igual forma a como el Uchiha había respondido lo hizo aquel ninja-monje, agregando además una frase filosófica a la que Akame no vio mucho valor.

—Perdóneme, pero... ¿Sirve té? —preguntó Karamaru.

La mujer asintió, y Akame se apresuró a pedir un té verde bien cargado.

Luego el de Ame volvió a la carga con más preguntas, y la ceja derecha del Uchiha volvió a alzarse, inquisitiva. «¿Es que este tipo no se da cuenta de que está haciendo preguntas sin sentido? ¿Qué demonios espera que le conteste?», caviló —molesto— el de Uzu.

—Un cincel y un martillo confían en las manos de un escultor, sea cual sea. ¿O no?

Karamaru se alegró ante la afirmativa de la mujer y no pudo evitar sonreír y festejar por dentro. Pero eso no le evitaba pensar con claridad y poder analizar claramente las respuestas de Akame. Porque de a poco Karamaru se fue dando cuenta que su curiosidad podía ser un poco invasiva, la misma curiosidad que lo empujaba y lo hacía seguir adelante.

Cambios tan grande siempre traen conflictos, algunos para bien y otros para mal. No pregunto con malas intenciones, solamente para que sepas, que sé te podrás ofender.

Hizo una pausa mientras trataba con todas sus ganas de absorber el olor del té que todavía no le llegaba a la nariz, menos aún a sus labios. Karamaru sabía que el Uchiha estaba siendo evasivo, su respuesta había sido demasiado obvia y quería más que antes saber el por qué.

Eres joven, pareces tener una edad parecida a la mía. ¿No te parece?

— Ahora bien, dime, ¿En quién confían el cincel y el martillo cuando son entregados de un escultor al otro? ¿En el nuevo o en el antiguo?

«Me consideraría un poco más la estatua que el cincel y el martilo.... aunque..... si.... diferentes enfoques.... lo entiendo....»

La dueña del puestito volvió minutos después con dos tazas de madera de las que salía un humillo aromático. Akame tomó la suya —té verde, muy cargado como siempre— y le dio un pequeño sorbo. Asintió con satisfacción; acababa de darle su visto bueno. Luego tomó otra vez y escuchó lo que aquel extraño monje-ninja con pocas luces tenía que decirle.

—Ah, sabes que me podré ofender —repitió el Uchiha, sin mudar ni por un momento la expresión escéptica que desde hacía rato había adoptado su rostro.

«¿Qué demonios tiene que ver mi edad en todo esto?», se preguntó Akame, que no podía evitar sentirse cada vez más molesto con aquel tipo. Trató de evocar el amable gesto que había tenido hacía un rato —junto al monumento de Shiona— para calmarse un poco.

—No has entendido nada, Karamaru-san —replicó Akame, marcando un poco de distancia al cambiar de nominativo—. Un cincel y un martillo no confían en nadie, ni falta que hace, porque son herramientas. Como tú y como yo. Somos ninjas, y seguimos órdenes.

«La indisciplina y la falta de respeto a la cadena de mando parecen ser algo endémico de los amenios... Penoso», caviló Akame mientras recordaba a otros shinobi de la Lluvia como Daruu o Kaido.

El calvo aceptó con gusto la taza de té y no pudo esperar a llevarla a sus labios, aunque se quemase un poco. No estaba mal de gusto, tal vez no su preferido, pero tenía rico olor y con eso le alcanzaba. Al menos para llevarse algo de té al estómago que siempre le hacía falta al monje.

Será que no nos entendemos porque pensamos diferente, pero yo no creo en el "Somos herramientas, somos ninjas, seguimos órdenes".- citó con un tono casi de tonto las palabras de Akame.

«No sé si no me entiende, si no me quiere entender o si yo soy muy tonto y no se me explicar....»

Hay veces, creo yo, que es sano y correcto cuestionar a los que nos lideran.

Dio varios sorbos largos de té y golpeó la mesa con la taza vacía y un suspiro de satisfecho. Metió su mano en el bolsillo y sacó unas cuantas monedas que dejó arriba del mostrador, junto a la taza de madera. Muchas más no le quedaban, pero estaba seguro que con eso cubriría el gasto.

Pero dejemos eso de lado, porque nosotros si confiamos, no como el cincel y el martillo.- se levantó de su asiento y estiró un poco sus extremidades.

¿Caminamos?

El Uchiha no pudo sino hacer rodar sus ojos ante la réplica de Karamaru. Ya se imaginaba que diría eso, de distinta forma pero idéntico fondo a las ideas de otros ninjas de Ame con los que Akame se había topado. «La actitud de estos tíos está empezando a irritarme...». Tomó otro sorbo de té mientras el calvo apuraba su taza por completo.

—Hay veces, creo yo, que es sano y correcto cuestionar a los que nos lideran.

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Akame se sentía como si estuviese discutiendo con una pared, o con un niño de tres años. «No puedo creer que realmente los ninjas de Ame sean así. ¿¡Cómo carajo les dejan graduarse!?». Bebió el resto de su té con un sorbo y golpeó la barra del puesto de forma idéntica a como lo había hecho Karamaru. Luego imitó al monje, dejando su parte de la cuenta.

—¿Eso crees, amenio? —replicó—. Curioso. Muy curioso. Si te sientes tan inclinado a cuestionar las órdenes de tus superiores, entonces, dime... ¿Cómo, entonces, afirmas que tu criterio puede llegar a ser más acertado que el de otros ninja que te superan, por mucho, en toda cualidad que seas capaz de nombrar? ¿Crees que eres más inteligente que tus superiores? ¿Más sabio? ¿Más experimentado?

El Uchiha se puso en pie.

—Tal y como yo lo veo, sólo hay dos posibles explicaciones. O bien piensas que tus superiores son unos completos inútiles, o bien el inútil eres tú.

Miraba con desafío al monje. No buscaba iniciar un altercado, pero aquella actitud tan poco, tan poquísimo disciplinada de los ninjas de Ame escapaba a su comprensión. Y Akame odiaba no comprender cosas.

karamaru quedó como estatua mirando sorprendido la fuerte reacción del Uchiha. Parecía ser que lo había ofendido después de todo, o que al menos estaba molesto con las ideas del calvo, que se quedó con las ganas de caminar.

«Supongo que eso es un no...»

O bien piensas que tus superiores son unos completos inútiles, o bien el inútil eres tú.

El cenobita dio un leve respiro, se metió las manos en los bolsillos y miró al frente, al camino, desviando sus ojos de los de Akame.

No me creo más sabio, más inteligente ni más experimentado. Pero eso no significa que en algún momento no llegue a serlo. Y mi criterio puede no ser mejor que el de superiores de alto rango, pero imagina....- se detuvo un segundo, pensando.

Por ejemplo...- se aclaró la garganta- Imagina que un par de recién graduados de academia son miembros de un grupo que esta cumpliendo con una misión. Sin embargo, para tratar de mantener un orden a uno se lo establece como líder del grupo.

Uno no cuestiona al hombre que lo puso al cargo, por aquel hombre es más sabio y probablemente un jonin o un Kage, pero, siendo pares, uno puede llegar a cuestionar a ese líder si toma una decisión que te parece incorrecta. Porque su estatus es el mismo, su experiencia también, y así todo durante la misión sería un superior tuyo.

«Espero haberme explicado bien...»

Ni mis superiores son inútiles, ni yo soy inútil. Pero hay veces que las opiniones no coinciden, y todos podemos cometer errores.. La fe ciega nunca es buena.

Akame no esperaba que el amenio claudicase. Esa era otra cualidad de los shinobi de la Lluvia que parecían tener casi tanto —o más— inculcada que la indisciplina; la tozudez. «Peligrosa combinación». Sin embargo, la respuesta de Karamaru le dejó completamente sin palabras. En lugar de hablar, el Uchiha no pudo evitar romper a reír a carcajadas, lo más estruendosa y ofensivamente que fue capaz.

Cuando por fin paró de reír, secándose las lágrimas con el dorso de la mano, contestó con naturalidad.

—Ahora lo entiendo. Lo vuestro no es otra cosa que pura y llana falta de conocimiento. Indisciplina por ignorancia —agregó Akame, todavía soltando alguna risa que otra—. El ejemplo que pones para justificar tus disparates es tan ridículo como falto de sentido. Si un superior asignó a esa persona al mando del grupo, es porque cree que su criterio es más acertado que el tuyo y, por tanto, no tienes razón alguna para decir lo contrario. Así funciona la cadena de mando, amenio. Cada eslabón es una extensión de la voluntad y autoridad del escalón inmediatamente superior.

»Por todos los dioses de Oonindo, ¿qué os enseñan en la Academia de Amegakure no Sato? Esto es de primero de estudiante —agregó, esbozando una sonrisa amarga—. Cuando estés en una situación de peligro, cuando la sangre te ciegue y el miedo te atenace, desobedecer una orden es una sentencia de muerte. Supongo que hasta el día de hoy nunca te has visto en semejante escenario... Reza a todos los dioses de tu templo porque siga siendo así durante muchos años más, porque si no, dudo que vivas lo suficiente como para encontrar otro ejemplo que justifique tu indisciplina.

Era inevitable arquear una ceja, poner un rostro serio, y mirar de reojo al Uchiha. No solo se reía de sus palabras, si no también le llamaba ignorante e indisciplinado y todavía seguía creyendo, como es natural, que tenía la completa verdad. Igualmente para el calvo se le hacía un poco increíble el hecho de que su opinión entera se basara en lo aprendido en la academia.

«¿Qué no tienes opinión propia?»

Iluso...- replicó el calvo ante las ofensas del Uchiha.

Me hablas de sangre y miedo cuando me das explicaciones de "primero de academia", cuando crees que el mundo es ideal y que todos son perfectos.- su tono serio se convirtió en uno burlón.

¿Qué harás cuando te encuentres con superiores corruptos? ¿Qué harás cuando te encuentres con superiores infiltrados? ¿Qué harás cuando te encuentres con superiores que perdieron la cabeza y no tienes a otro de un rango mayor? ¿Qué harás cuando sepas firmemente que tu superior te esté enviando a una trampa suicida?

¿Que harás?- el calvo volvió a pausar, pero esta vez miró a los ojos al Uchiha- Dime, ¿Qué harás? ¿Desobedecer? Porque eso no parece propio de ti, pero tampoco afectar a tu aldea. ¿Que harás?

Porque en lo que a mi respecta, en una situación en donde la sangre me ciegue y el miedo me atenace, lo primero es proteger las vidas de mis compañeros y la mía propia. ¿Seguir órdenes? Obviamente, pero a consciencia.

La respuesta del calvo le dejó todavía más descuadrado de lo que ya estaba. Ni siquiera le salió una risa, ni burlona ni sincera, como réplica. Simplemente se quedó allí, plantado frente al muchacho de Ame, con la mirada fija en su reluciente calva. «Definitivamente, no hay quien entienda a los de la Lluvia. Quizá tengan el cerebro apulgarado por la humedad».

—Ah, así que es la primera opción —dijo el Uchiha finalmente—. Piensas que tus mandos son corruptos, o infiltrados, o propensos a perder la cabeza.

Akame negó con la cabeza, rascándose la sien. No sabía si sentir pena por aquel chico, o darle dos buenos sopapos.

—En ese caso, te compadezco, Karamaru-san. Debe ser agotador ejercer en esta profesión sabiendo que las personas de quienes depende tu vida son unos completos inútiles —entonces se pasó la mano por el mentón, pensativo—. Aunque a lo que a mí me suenan tus palabras es a llana cobardía. Tienes miedo de que te ordenen hacer algo y no tengas las agallas para cumplir. Vaya...

Akame no daba un paso atrás, tenía las ideas bien firmes y eso preocupó al calvo. Y es que la idea de ser tan ciegamente fiel y leal aun hombre o mujer del mundo exterior le parecía algo imposible, algo que él difícilmente podría llegar a lograr algún día. ¿Ser leal, fiel y confiar? Sí. ¿Tanto como el Uchiha? Jamás. Y es que le era imposible confiar en gente que provocó guerras, que solo quiere aumentar su territorio y su poder solamente para ser superior a otros, para poder controlarlos.

Te equivocaste en varias cosas. Aunque creo que esto no nos va a llevar a ningún lado. Primero, no es mi primera opción. Segundo, no creo que sean unos completos inútiles. Tercero, tengo más agallas de lo que crees.

Karamaru dio unos pasos hacia delante, alejándose del puesto en el que habían comido, para ver el paisaje que los rodeaba. Sus manos detrás de la cintura, tomada una a otra, y su cabeza que giraba levemente de izquierda y derecha para luego volver.

Pero perdona si te digo que me parece lógico cuestionar a gente con mentalidad que en otras épocas nos condujo a guerras. Si soy shinobi es para poder ayudar a mi aldea y a mi país, y no necesito tener fe ciega en órdenes de superiores para eso. Claro que las sigo, y las seguiré en todo momento excepto cuando algo no me parezca correcto. Es simplemente...- se quedó pensando en silencio un momento para tratar de buscar la palabra correcta- ¿Autonomía? No sé, es poder pensar por mi mismo, y poder seguir mi moral y ética.

No creas que no sigo órdenes, no me tomes como un inútil cobarde que no tendría que ser shinobi, porque creo que tal vez te estás haciendo una imagen equivocada de mi.

—"Las seguiré en todo momento excepto cuando algo no me parezca correcto" —repitió Akame, incrédulo—. En otras palabras, obedecerás a tus superiores cuando te dé la gana. Y cuando no, harás lo que te plazca.

«No puede ser, realmente son así. Realmente los shinobi de Ame no conocen el significado de la disciplina y el respeto». El Uchiha negó con la cabeza; Karamaru no era sino un ejemplo más de aquella conducta y pensamiento tan anti-todo-lo-ninja que parecían muy propias de la gente de la Lluvia. Era la última pieza del puzzle. El último clavo en el ataúd.

—Pobres... No eres el primer shinobi de Ame que muestra esta actitud tan impropia de nuestra profesión, Karamaru-san —dijo Akame—. Pero te lo agradezco. Ahora entiendo por qué Amegakure tiene permitido conservar una Bestia con Cola... Viendo vuestra sangrante falta de disciplina y conocimiento ninja, sin el poder de ese bijuu probablemente la Lluvia estuviese condenada a la irrelevancia y, en última instancia, a la desaparición.

A Karamaru no le quedaba otra que resignarse. El Uchiha no paraba de llevar al extremo sus respuestas, seguía sin comprenderlo y su soberbia comenzaba a molestarle. Que ignorantes, que faltos de disciplinas, que cobardes, parecía ser que solamente él y sus compañeros de Uzu eran los adecuados para ser shinobi. Y eso solamente hacia al calvo preguntarse qué haría Akame en situaciones donde esa confianza y soberbia se comprometa.

Si lo crees así, créelo. Solo te aconsejo que no nos subestimes.- fue cortante, sin ganas de hablar sobre el bijuu de su aldea. Al fin y al cabo, tampoco sabía mucho sobre ese tema.

Aunque espero ansioso la participación de los de Uzushio en los exámenes de chunin. Estarás ahí, ¿No?

Si tanto le gustaba hablar al Uchiha sería mejor que pudiese demostrar todo lo que tenía para decir en los exámenes o tal vez en aquel torneo. Incluso el monje le empezaban a entrar ganas de verlo como rival dentro de una arena para poder mostrarle que no era tan débil como él creía, que no dependía de un jinchuriki para poder defender su territorio.

«"Pobres" Si no te creyeras tan superior tal vez y me caerías mejor Uchiha Akame...»