Mitsuki se sentía un tanto avergonzada por no reconocer al muchacho, la verdad es que le sonaba de haberlo visto alguna vez en la aldea pero no terminaba de ubicarlo. De lo que si podía estar segura era de que no había intercambiado palabra alguna con él anteriormente, puesto que para eso la Hyuga tenía una memoria bastante buena. Por su parte el muchacho no parecía muy afectado por lo acaecido, y ahora trataba de que la chica no fuese tan formal.
Era algo que llevaba tratando de evitar bastante tiempo, sin embargo las costumbres son difíciles de abandonar sobre todo si han sido inculcadas desde la más tierna infancia.
—Lo siento, no puedo evitarlo— se disculpó la joven mientras Ayame se aproximaba a ella sin mucho disimulo para susurrarle al oído.
—Oye, Mitsuki-san, ¿seguro que este chico es de Uzushiogakure? ¿Y si es un enemigo que se está haciendo pasar por compañero tuyo para...?
La duda de la kunoichi era más que razonable y en cierto modo recordó a la peliblanca que aún era excesivamente confiada. Sin embargo, la chica sonrío divertida
—No, no creo— contesto la joven mientras devolvía la mirada al pelirrojo —Estoy casi segura de que lo he visto en la aldea, sin embargo en mi defensa debo añadir que han sido demasiadas personas y lugares en apenas unos meses. Aún me cuesta ubicarme en Uzushio— se sinceró la Hyuga —demasiados cambios en poco tiempo, creo— sonrió inocentemente, como cuando un niño se disculpa por no haber hecho su tarea
El muchacho se quejo con razón, pues se sentía ignorado por las dos chicas.
—Lo siento, lo siento— se disculpó la peliblanca mientras daba un par de pasos en dirección al pelirrojo —A veces las chicas deben hablar de cosas de chicas— bromeo mientras acortaba distancias, para que Ayame se relajase un poco al ver que no había peligro
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Sin embargo, Mitsuki sonrió divertida.
—No, no creo— contesto la joven mientras devolvía la mirada al pelirrojo—. Estoy casi segura de que lo he visto en la aldea, sin embargo, en mi defensa debo añadir que han sido demasiadas personas y lugares en apenas unos meses. Aún me cuesta ubicarme en Uzushio. Demasiados cambios en poco tiempo, creo —se sinceró la Hyuga, sonriendo inocentemente.
«¿Es posible que sea nueva en la aldea?» Se preguntó Ayame, ladeando ligeramente la cabeza con curiosidad.
Sin embargo, antes de que pudiera preguntar al respecto, Yota rompió sus pensamientos en mil pedazos:
—¡Hey, hey, hey! —exclamó, haciendo un gesto de desaprobación con los brazos—. Nada de secretitos, ¿Eh? ¡Que no soy un maldito mueble!
—Lo siento, lo siento —se disculpó la peliblanca mientras daba un par de pasos en dirección al pelirrojo—. A veces las chicas deben hablar de cosas de chicas —bromeó.
Ayame respondió con una sonrisa nerviosa, apurada ante el espectáculo. Sin embargo, Yota también dio un paso al frente, mirándola con tal fijeza que se vio obligada a apartar la mirada para romper el contacto visual con el pelirrojo.
-Ahora te toca a ti, kunoichi de la Lluvia. Todavía no sé tu nombre.
Ayame suspiró, algo más relajada. No parecía haber ningún tipo de peligro con aquellos dos shinobis de Uzushiogakure, por lo que no tenía sentido seguir escondiendo su nombre como si su vida dependiera de ello.
—Me llamo Aotsuki Ayame, es un placer —se presentó, y en ese momento alzó la mano para ajustarse la bandana que llevaba anudada en torno a la frente—. Esto... Yota-san, ¿has dicho que eres un ninja-araña? ¿Cómo es eso posible? ¿Dónde están tus otros cuatro brazos? —preguntó inocentemente, incapaz de contenerse por más tiempo.
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—Lo siento, lo siento— se disculpó la peliblanca mientras daba un par de pasos en dirección al pelirrojo —A veces las chicas deben hablar de cosas de chicas— bromeo mientras acortaba distancias, para que Ayame se relajase un poco al ver que no había peligro
Chasquee la lengua mientras me encogía de hombros. Hablar de cosas de chicas a base de susurros ante un chico. supongo que para una chica aquello tenía su lógica, por qué para mí no tenía ninguna.
—Me llamo Aotsuki Ayame, es un placer —se presentó, y en ese momento alzó la mano para ajustarse la bandana que llevaba anudada en torno a la frente—. Esto... Yota-san, ¿has dicho que eres un ninja-araña? ¿Cómo es eso posible? ¿Dónde están tus otros cuatro brazos? —preguntó inocentemente, incapaz de contenerse por más tiempo.
Al fin conocía su nombre. con las presentaciones "protocolarias" hechas ya todo lo demás iba a venir solo. Y lo cierto es que esperaba que mi entrada no triunfal no diese mucho de qué hablar, tener que dar explicaciones acabaría siendo de lo más embarazoso. Afortunadamente, la de Ame tenía interés en otros asuntos. Momento para sacar a relucir prácticamente inexistente sentido del humor. Bueno, no es que no lo tuviera, digamos que simplemente es un poco raro.
Mire mi torso, a lado y lado, con la sorpresa instalada en mi rostro y la boca entreabierta, alcé de nuevo la mirada hasta el cielo y me di un golpecito en la frente con la zurda.
-¡Oh dios mío! Lo siento, Ayame-san, soy demasiado despistado. ¡Creo que me los he vuelto a dejar en casa! Mira que siempre me lo dice mamá- aclaré la garganta para preparar un tono algo más grave -No te olvides los brazos, Yotita agregué mostrando una sonrisa amistosa y volviendo el rostro a su posición central.
-Pero nada, siempre me los acabó dejando. Espero que cuando realmente los necesite no me los dejé en casa. La verdad es que va muy bien tener 4 brazos extra- Me acerqué un poco y con un tono bajito, como intentando que no nos escuchase nadie más -Imagínate la de cosas que se pueden hacer con ellos-
Solté una pequeña carcajada ante aquel comentario. Estaba empezando a divertirme.
-Pero no hablemos de mí, por favor. ¿Qué hacéis aquí chicas? ¿En busca de trepidantes aventuras?-
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Ayame al final pareció relajarse un poco al menos, así que procedió a presentarse sin más demora e incluso lanzó una pregunta bastante ingeniosa la cual hizo pensar a la Hyuga. Y la verdad es que la joven de Ame tenía razón, si era un chico araña le faltaban al menos dos pares de patas o brazos. La respuesta de Yota fue bastante sarcástica, aunque no parecía que se hubiese tomado demasiado mal la pregunta en un principio la manera en la que contestó le hizo dudar a la peliblanca que sin embargo no lograba adivinar por la manera de actuar si tan sólo era un inocente broma o de verdad estaba siendo sarcástico.
Tras esto el joven se acerco a ambas shinobi como si fuese a desvelar un secreto importante y lanzó un afirmación bastante perturbadora sobre lo bien que le venía tener cuatro brazos más. Mitsuki se limito a carraspear un poquito pues se sentía bastante incómoda por aquella deriva que había tomado el joven, la forma no había sido precisamente elegante.
Por suerte, aparto el tema aunque no tenía claro si era por qué había detectado su incomodidad o simplemente era su idea inicial. La peliblanca decidió responder, antes de que el pelirrojo se arrepintiese
—Pues me temo que no, solo estoy por aquí de turismo— se sincero la Hyuga —Aproveche que pasaba cerca para conocer el lugar, ¿y tú que haces por aquí?— devolvió el interrogante al recién llegado
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14/01/2016, 23:57
(Última modificación: 14/01/2016, 23:57 por Aotsuki Ayame.)
Yota se miró a sí mismo con gesto de sorpresa, y Ayame no pudo evitar ladear la cabeza con cierta curiosidad. Fue entonces cuando se dio una palmada en la frente, como quien se ha olvidado de algo importante:
—¡Oh dios mío! Lo siento, Ayame-san, soy demasiado despistado. ¡Creo que me los he vuelto a dejar en casa! Mira que siempre me lo dice mamá —se aclaró la garganta, y entonces siguió hablando con un tono de voz algo más grave, como si estuviese imitando a alguien—. [sub]"No te olvides los brazos, Yotita..." Pero nada, siempre me los acabó dejando. Espero que cuando realmente los necesite no me los dejé en casa. La verdad es que va muy bien tener 4 brazos extra —añadió, con una sonrisa, y entonces se acercó a ellas, y entonces bajó el tono de voz—. Imagínate la de cosas que se pueden hacer con ellos.
Yota rompió a reír, pero junto a Ayame Mitsuki carraspeó ligeramente y ella... volvía a ladear el rostro.
—¿Qué cosas? —preguntó, inocentemente.
Sin embargo, Yota no parecía habera escuchado porque enseguida cambió de tema.
-Pero no hablemos de mí, por favor. ¿Qué hacéis aquí chicas? ¿En busca de trepidantes aventuras?
[sub]—Pues me temo que no, solo estoy por aquí de turismo —se sinceró la Hyuga—. Aproveché que pasaba cerca para conocer el lugar, ¿y tú que haces por aquí? —devolvió el interrogante al recién llegado.
—Oye, oye —interrumpió Ayame. Había cruzado los brazos sobre el pecho, y miraba a los ninjas de Uzushiogakure de manera alterna, enfurruñada—. No me habéis respondido, ¿qué se puede hacer con seis brazos?
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17/01/2016, 19:04
(Última modificación: 17/01/2016, 19:06 por Sasagani Yota.)
-Pues...-
No me dio tiempo a contestar antes de que Ayame volviese a la carga de una forma similar a como había actuado yo instantes antes, muerta de curiosidad por mis misteriosos 6 brazos, aquellos que no tenía pero que las arañas si tenían. ¿En serio se habían tragado que tenía 6 brazos? Teniendo en cuenta que les había dicho que 4 de ellos eran postizos... la cosa carecía de pies ni cabeza por todos lados, pero sí, todo apuntaba a que se lo habían creído a pies juntillas.
-Oh si- respondí ante la curiosidad de la morena -En realidad se pueden hacer un montón de cosas, ¿Sabes? El único límite es tu propia imaginación. Imaginemos que estamos peleando contra un enemigo fuerte, tienes esos 6 brazos a tu disposición y además dispones de la friolera de 6 katanas, pues empuñas las 6 katanas y luchas con ellas ¿No te parece genial, Ayame-san?-
La vi ahí cruzada de brazos y no tuve más remedio que darle una respuesta que la satisfaciera.
Aproveche el momento para sacar de mi bolsillo la petaca de los caramelos, sacando uno de ellos, uno de los de limón, ¡Oh! Esa acidez me encantaba, revitalizaba mi paladar que era justo lo que me pedía el cuerpo en aquel preciso momento.
-Pero también es aplicable a la vida cuotidiana, a muchas situaciones que puedas imaginarte. Realmente son muy útiles-
Volví a mentir. ¿A quién se le iba a ocurrir que una persona iba a tener 6 brazos? cuando volviese a Uzushio tendría que hablar seriamente con Setsuna-sensei, igual ella sabía de alguna técnica de esas propias de la Kuromibojin-sama.
-Ostras, ¡Qué grosero soy! ¿Os apetece tomar uno?-
Dios santo, me había servido y no les había ofrecido un mísero caramelo. Así que tras aquella pregunta tendí la petaquilla a la vista de ambas para que decidiesen si aceptar uno de ellos o no.
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Ayame parecía verdaderamente interesada en conocer lo que se podía hacer con seis brazos, de hecho no parecía ni siquiera haberse percatado que el pelirrojo le estaba tomando el pelo. Mitsuki le dedicó una mirada un tanto severa a su compañero mientras este respondía, el chico seguía con el juego.
A la peliblanca no le gustaba nada que tratasen de aquella manera a otra persona, al fin y al cabo se estaba aprovechando de la inocencia de la kunoichi de Amegakure para divertirse un rato a su costa. Sin embargo, decidió dejarlo pasar por el momento pues la afectada ni siquiera se había percatado de lo sucedido.
Mitsuki dejó escapar un suspiro de resginación mientras el chico de ojos rojos terminaba de hablar.
Cuando ya parecia haber acabado de relatar la supuesta utilidad de sus brazos olvidados, el chico sacó una especie de bolsita desde la cual sacó un caramelo con palo que rápidamente se llevó a la boca para después proseguir con una última puntualización.
Yota cayó en la cuenta de que no había ofrecido de sus dulces viandas a las allí presentes, así que tras reconocer su culpa decidió corregir su error ofreciendolós en esta ocasión
—La verdad es que sí— Mitsuki se apróximo para poder hundir la mano en la pequita y retirar un los caramelos —Te lo agradezco— dijo mientras extraía uno de color rojo que debía resultar ser de fresa. La joven lo sostuvo con ambas manos, una sobre el caramelo y otra sobre el palo, con un gesto separó ambas partes e introdujo la parte roja en su boca
—Mmmmh— dijo la joven al comprobar que era de un sabor de fresa bastante intenso —¡Qué bueno!— celebró con alegría
—Por cierto— la joven acababa de recordar que no le había respondido a su pregunta —¿Qué hacías en ese árbol?—
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19/01/2016, 23:05
(Última modificación: 19/01/2016, 23:14 por Aotsuki Ayame.)
—Oh si —respondió al fin Yota, y Ayame relajó un tanto su expresión—. En realidad se pueden hacer un montón de cosas, ¿sabes? El único límite es tu propia imaginación. Imaginemos que estamos peleando contra un enemigo fuerte, tienes esos 6 brazos a tu disposición y además dispones de la friolera de 6 katanas, pues empuñas las 6 katanas y luchas con ellas. ¿No te parece genial, Ayame-san?
—¡Vaya! ¡No lo había pensado de esa manera! ¡La verdad es que tiene sentido! —exclamó, con una radiante sonrisa—. Aunque hay que ser muy fuerte y habilidoso para levantar seis espadas y manejarlas bien.
Yota sacó de uno de sus bolsillos una pequeña petaca y extrajo de ella un caramelo de color amarillo unido a un palo.
—Pero también es aplicable a la vida cuotidiana, a muchas situaciones que puedas imaginarte. Realmente son muy útiles.
Ayame frunció los labios ligeramente. Por su cabeza acababa de pasar la imagen de Yota, delantal puesto, lavándose los dientes, al tiempo que fregaba los platos, al tiempo que leía un libro, al tiempo que...
—Ostras, ¡Qué grosero soy! ¿Os apetece tomar uno?
La invitación de Yota interrumpió sus ensoñaciones. Dudó durante unos instantes, entre tímida y prudente, pero Mitsuki, que se había mantenido en silencio hasta el momento, se adelantó.
—La verdad es que sí —la muchacha de cabellos plateados hundió la mano en la petaca y sacó un caramelo de color rojo, brillante como la sangre—. Te lo agradezco.
«Está claro que no está ciega. O si lo es, se las apaña muy bien... ¿Pero entonces por qué tiene ese color de ojos tan extraños? ¿Tendrá algo que ver con esas líneas de sus mejillas?» Se preguntaba, hasta que contempló con horror contenido cómo la kunoichi de Uzushiogakure separaba el caramelo del palo con un chasquido. ¿Pero qué clase de blasfemia había hecho?
—Gracias —balbuceó Ayame, antes de sacar un caramelo de naranja para ella misma que no tardó en degustar. Ahora que lo pensaba, hacía mucho tiempo que no comía un caramelo. Y quizás fue esa la razón de que se sorprendiera al recordar la exquisitez de lo dulce y lo ácido de la naranja mezclándose en su paladar.
—Por cierto —intervino de nuevo Mitsuki—. ¿Qué hacías en ese árbol?
—¡Ef fieto! —exclamó Ayame, antes de sacarse el caramelo de la boca para hablar—. ¿Qué estabas haciendo para caer de esa manera? Estás lleno de tierra y ramitas...
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—¡Vaya! ¡No lo había pensado de esa manera! ¡La verdad es que tiene sentido! —exclamó, con una radiante sonrisa—. Aunque hay que ser muy fuerte y habilidoso para levantar seis espadas y manejarlas bien.
-Sí, aún debería practicar para dominar ese tipo de lucha- respondí alicaído -¡Pero por ello me entreno a conciencia a diario! No me daré por vencido-
Maldita sea, aquella kunoichi era especialista en tirar por los suelos mis falsos alardes. Pero era de esperar que alguien de mi edad y mi inexperiencia nos ería capaz de coordinar 6 katanas a la vez, de hecho ya tenía mis problemas para manejar decentemente una simple y débil kodachi. Ni siquiera tenía esos 6 brazos de los que estaba presumiendo.
Con el tiempo lo lograría.
Mitsuki fue la primera en aceptar el caramelo. Ayame vio que era un caramelo normal y corriente y tras unos instantes optó por emular a la de Uzushio, tomando otro caramelo, ambas agradecieron el gesto el cual correspondí con una amistosa sonrisa. Poco iba a durar aquella tregua pues, de nuevo se interesaron por mi deplorable entrada en escena.
No tenía escapatoria. Debía encarar aquella incómoda situación como buenamente pudiese. Mi cabeza rápidamente puso la maquinaria en marcha en busca de una escusa creíble.
*Basta de patrañas*
Con lo de los brazos ya había cubierto el cupo diario. Mitsuki se había dado cuenta y quizás una nueva mentira no me la iba a pasar por alto, por lo que lo más sensato sería decir la verdad.
-Seguramente lo mismo que vosotras, chicas- respondí en primera instancia, sujetando el caramelo con la mano diestra -Creo que estaremos bastante de acuerdo si decimos que este es un lugar de peregrinaje para cualquier ninja moderno. El lugar donde nuestros líderes y antepasados vencieron a las bestias con colas, los bijuu. Todos hemos oído hablar de ello. Uzumaki Shionaru, Koichi Riona y Sumizu Kota; los héroes de nuestras aldeas. así que quise venir a ver este lugar con mis propios ojos, pero antes de cruzar los arboles os escuché. Vi a Mitsuki-chan y mientrs miraba, desde una de las ramas, resbalé y finalmente pues caí hasta que me visteis en el suelo-
Volví a meterme el caramelo en la boca para volver a saborear aquella explosión de sabor en mi paladar. Qué gran sensación.
-Y poco más, aquí estoy con vosotras-
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Ayame se sumó a la pregunta de la Hyuga, así que en esta ocasión al pelirrojo que se hacía llamar así mismo chico araña no le quedo más remedio que responder. Yota parecío dudar un instante, ¿estaría tratando de engañar de nuevo a la inocente amegakuriense... o tenía algo que ocultar? Mitsuki permanecío mirándolo fijamente mientras arrancaba a responder, mientras le observaba rompío de un fuerte bocado el caramelo para terminar con él masticandolo. El chico decidió no mentir y responder con sinceridad, o al menos eso le parecío a la peliblanca que se dio por satisfecha con aquellas palabras.
—Deberías de tener más cuidado— le advirtío la de Kusabi con una sonrisa —podrías hacerte daño cayendo desde esa altura— la chica alzó la mirada hasta el lugar que estimo como posible procedencia del chico y la verdad es que estaba bastante alto —Bueno, tema aclarado— dio por zanjado el interrogatorio por el momento la chica mientras se volvía para encarar de nuevo aquel paisaje que la había atrapado
—Me encantan este lugar...— la peliblanca dio un par de pasos hacia el borde del acantilado
—¿Cómo creeís que debe verse desde lo alto de aquella estatua— comento Mitsuki mientras alargaba su brazo para señalar la estatua más cercana al grupo, la cual se levantaba varios metros sobre su nivel
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—Seguramente lo mismo que vosotras, chicas —respondió Yota, mientras sujetaba el caramelo en su mano—. Creo que estaremos bastante de acuerdo si decimos que este es un lugar de peregrinaje para cualquier ninja moderno. El lugar donde nuestros líderes y antepasados vencieron a las bestias con colas, los bijuu. Todos hemos oído hablar de ello. Uzumaki Shionaru, Koichi Riona y Sumizu Kota; los héroes de nuestras aldeas.
Ayame asintió de manera efusiva. La legendaria batalla que habían mantenido los primeros Kage de sus respectivas aldeas para salvar al mundo entero a costa de sus propias vidas era un obligatorio llamamiento para cualquiera que se hiciera llamar shinobi. Y aún así, era muy triste pensar que Kusagakure había intentado traicionar el pacto y había acabado siendo borrada del mapa de la noche a la mañana... Bajo las garras de un bijuu, como si de una irónica y cruel broma del destino se tratara.
—Así que quise venir a ver este lugar con mis propios ojos, pero antes de cruzar los arboles os escuché —Yota continuaba hablando, y Ayame se vio obligada a bajar de las nubes para prestarle atención—. Vi a Mitsuki-chan y mientras miraba, desde una de las ramas, resbalé y finalmente pues caí hasta que me visteis en el suelo. —volvió a meterse el caramelo en la boca, y en aquella ocasión le fue más difícil entenderle—: Y poco más, aquí estoy con vosotras.
—Deberías de tener más cuidado —le advirtío Mitsuki con una sonrisa—. Podrías hacerte daño cayendo desde esa altura. Bueno, tema aclarado—zanjó, y se volvió para contemplar el paisaje—. Me encanta este lugar...
Dio un par de pasos hacia el acantilado, y Ayame alzó un brazo en un gesto reflejo.
—¡Cuidado! Podrías caer, y desde esta altura...
Estaba segura de que ni ella misma, con su capacidad para licuar su cuerpo, sería capaz de sobrevivir a una caída de tal calibre.
—¿Cómo creéis que debe verse desde lo alto de aquella estatua? —preguntó Mitsuki, y Ayame siguió la dirección de su dedo, que señalaba directamente a la estatua del anciano Sumizu Kouta.
Y una brillante idea iluminó su mente.
—Sólo hay una manera de saberlo —respondió, con una media sonrisa.
Saltó por el acantilado repentinamente, y la gravedad generó un cosquilletante vacío en la base de su estómago que le puso la piel de gallina. Con presteza, acumuló el chakra en la planta de los pies y enseguida se adhirió a las paredes rocosas del acantilado, aunque tuvo que dar varias zancadas para no dejarse llevar por la inercia y terminar cayendo de verdad. Una vez estabilizada, y aún con aquella sonrisa en los labios, se giró hacia los dos shinobis de Uzushiogakure.
—¡Os echo una carrera hasta allí!
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-Lo sé, lo sé, solo me resbalé, estoy bien..-
Tanta preocupación, por parte de la "desconocida" Mitsuki y de la chica de Amegakure me abrumaba ligeramente. Quién se iba a imaginar que se iban a preocupar por el bicho que era con el que me había criado. No me resultaba fácil hacer amigos, menos aún que se preocupasen por mí. Bueno, cualquiera que no fuese mi madre o gente del clan. Ellos me respetaban y me protegían, se suponía que era el maldito elegido.
—¿Cómo creéis que debe verse desde lo alto de aquella estatua?
De pronto Mitsuki habló como si pensase en voz alta. Señalo la escultura gigantesca en la que había sido esculpida la figura de Sumizu Kouta.
-Solo hay un modo de saberlo..-
—Sólo hay una manera de saberlo
Tanto Ayame como servidor pensamos exactamente lo mismo y así lo transmitimos al grupo. con la diferencia de que fue la morena la que se adelantó, lo cierto es que yo esperaba por una reacción de la Hyuga. Pero Ayame no. Saltó hacia el vacío.
-¡Qué haces!- grité, alarmado, pero no pude detenerla, saltó y se pegó a la pared de piedra.
—¡Os echo una carrera hasta allí!
Entonces lo entendí. Sonreí. Sonaba divertido ya demás estaba dispuesto a ganar. Quizás unos pocos metros de ventaja me dieran los metros de margen de hacerlo con suficiente soltura.
-¡Vamos, Mitsuki, no te quedes atrás!-
No la esperé, aquello era una carrera y como tal, no había espacio para concesiones o dudas, había que darlo todo. Así que corrí hacia el precipicio en el que se sostenía Ayame y salté. Salté lo suficiente como para no impactar con la pared, quizás medio metro de margen y me dejé caer durante unos cuantos metros.
-YEEEEEEEEEEIIIIIIIIIIIIIIIII-
Cuando dispuse de suficiente ventaja lancé un par de telarañas de mis dedos índices, clavandolas en la pared y por pura física, cuando estuvieron tensas, me devolvieron a la pared, poniendo mis pies por delante para amortiguar el golpe al mismo tiempo que como la de Amegakure, dispuse una capa de chakra sobre mis pies para mantenerme pegado.
-¡Tendrás que esforzarte más para ganarme, Ayame-san!-
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21/02/2016, 21:29
(Última modificación: 21/02/2016, 21:32 por Aotsuki Ayame.)
-¡Vamos, Mitsuki, no te quedes atrás!
Pudo escuchar la voz de Yota a sus espaldas, y Ayame aceleró el paso hasta alcanzar su máxima velocidad al dar por sentado que ambos habían aceptado su reto. Sin embargo, algo pasó a toda velocidad junto a ella, sobresaltándola. Era Yota, que se había arrojado al vacío sin más protección que su propio cuerpo.
—¡¿Pero qué haces?! —exclamó, alarmada.
Sin embargo, Yota no pecaba precisamente de inconsciente. En algún momento de la caída señaló con sus dedos índices a la pared de roca, de los que brotaron lo que parecían ser un par de filamentos que se anclaron al desfiladero y le devolvieron a tierra firme en cuestión de centésimas de segundo.
«¡Por eso se llama a sí mismo "el ninja-araña"!» Comprendió.
-¡Tendrás que esforzarte más para ganarme, Ayame-san!
La muchacha entrecerró ligeramente los ojos. Pero entonces recordó algo y miró momentáneamente hacia atrás.
—¡Creo que te has dejado a tu compañera en la cima, "chico-araña"! —le gritó, pero no redujo la velocidad.
De hecho, cuando volvió a mirar a Yota se dio cuenta de que el chico era notablemente más lento que ella. Manteniendo aquella velocidad, podría adelantarle sin problemas en cuestión de segundos. Sin embargo, como un guepardo, Ayame estaba comenzando a cansarse. Y entonces supo que no sería capaz de seguir corriendo a aquella velocidad durante mucho más tiempo.
Cortó la corriente de chakra de sus pies, y su cuerpo se separó instantáneamente de la pared de roca.
La gravedad la atrapó entre sus garras y la arrastró violentamente hacia el fondo de su garganta.
El viento sacudió sus cabellos con furia, taponando sus oídos e impidiéndole escuchar nada; pero Ayame sonrió al sentir aquel excitante cosquilleo en la base del pecho.
Era como si volara.
En un abrir y cerrar de ojos había adelantado la posición de Yota; pero, al contrario que el shinobi de Uzushiogakure, no hizo nada por detener su caída. Más bien al contrario, estiró al máximo su cuerpo, junto las piernas y estiró los brazos por encima de su cabeza para ser lo más aerodinámica posible. Y en el momento del impacto, una explosión de agua levantó en el aire pequeñas gotitas que no tardaron en caer de nuevo como una fina lluvia.
Las aguas del lago volverían a la calma en cuestión de segundos, pero no había rastro de Ayame ni en su superficie ni en las profundidades. Era como si hubiera desaparecido repentinamente. Como si se hubiese volatilizado.
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Había sido increíble. Pude sentir a la perfección como la adrenalina inundaba mi cuerpo desde el mismo momento en que salté y la gravedad tiraba de mi con fuerza hasta que me anclé de nuevo en la pared en un golpe curo y que pude amortiguar. Había hecho ese tipo de movimientos desde que era un retaco y siempre causaba la misma sensación en la gente.Una vez pegado, empecé a correr hacia abajo al igual qué la kunoichi que previamente se había llevado las manos a la cabeza aunque cada vez oía sus zancadas un poco más cerca.
*Mierda, es más rápida*
Aceleré un poco más mi carrera.
—¡Creo que te has dejado a tu compañera en la cima, "chico-araña"!
Joder, era demasiado cierto. Giré levemente mi cabeza para poder ver a mis espaldas. Vi a Ayame, correr a lo que daban sus piernas viéndome obligado a reducir un poco el ritmo, más que nada para no pegarme un leñazo otra vez y detrás de ella no había absolutamente nada.
*¿Mitsuki?*
Qué diantres le habría pasado. Ninguno de los dos le dimos demasiada importancia hasta que la de Amegakure se arrojó al vacío tal y como lo había hecho yo previamente. Obviamente no tardó en adelantarme y la verdad es que pensé que trataría de hacer lo mismo que hice yo. quizás con algún tipo de utensilio tales como lo son los hilos shinobi que venden en las tiendas pero no lo hizo, sino que tomó una posición más aerodinámica, preparándose para el impacto contra el agua que dormía ahí abajo.
Pero antes de que se sumergiera un chillido resonó por todo el valle. Era la voz de Mitsuki. No era un chillido de alegría o anda por el estilo. En absoluto. Aquel vocerío presagiaba terror, miedo, o cualquier otro tipo de sentimiento similar. Me detuve por completo, sin importarme como acabaría Ayame tras aquel impacto que desprendió el agua por los aires me di media vuelta y corrí deshaciendo el camino, yendo hacía arriba. Algo malo estaba sucediendo...
-¡Mitsuki!-
Trataba de llamar su atención, buscar su reacción ver si estaba bien. La adrenalina de nuevo me golpeó de lleno, pero esta vez en forma de angustia. Quién sabe lo que estaba ocurriendo allí arriba.
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Nivel: 32
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Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
Pero repentinamente, apenas unos instantes antes de atravesar la superficie del agua, un agudo chillido proveniente de lo alto del acantilado hendió sus oídos.
—¡Mitsuki!
«¿Pero qué...?» Era demasiado tarde para dar marcha atrás. Su cuerpo perforó las aguas del lago y, tanto la voz de Yota como el agónico chillido de Mitsuki se ahogaron en sus oídos cuando todos sus sentidos se embotaron debido al impacto.
Tardó en sobreponerse al aturdimiento unos pocos segundos, pero para Ayame fueron demasiados. Rápidamente recompuso su forma física y se apresuró a subir de nuevo a la superficie. ¿Qué demonios había pasado? ¿De verdad aquel chillido había sido de Mitsuki? ¡Debería haber anulado aquella estúpida competición en cuanto había visto que la muchacha no los seguía! ¡¿En qué narices estaba pensando?!
Saltó a las rocas, pero sus pies resbalaron peligrosamente cuando intentó fijarse con ayuda de su chakra. El estar completamente empapada no la ayudaría, ¡pero tenía que darse prisa y volver a subir a lo alto del acantilado! Por fortuna al final consiguió adherirse con éxito a la pared, por lo que no tardó en reanudar la carrera de nuevo, esta vez de manera ascendente.
—¡¡YOTA-SAN!! ¡¿QUÉ HA PASADO?! —gritó, con toda la fuerza de sus pulmones para hacerse oír por encima del estruendo de la cascada.
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