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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
¿Rango? ¿Quién es Rango? ¡Ah! Siempre tan bromista, Makoto, nunca cambies, jaja

Al agacharse Lyndis para hablarle, la señora le pellizcó la mejilla cariñosamente.

Y lávate la cara antes de cenar.

La mujer dejó la puerta abierta y entró de nuevo, a paso ahora lento, pero alegre. Ranko tragó saliva. No quería sentir que se aprovechaba de una ancianita.

Di-disculpe, mi compañera tiene razón... Estamos de paso en una misión y quisiéramos, si no es mucha molestia, señora...

La mujer se volteó al instante y se le acercó el doble de veloz que se había alejado.

¿Señora? ¡Qué atrevimiento, Yuriko! —le golpeó en la mano, aunque la señora no tenía casi nada de fuerza —. No tienes que dejar de decirme "mamá" sólo porque te mudaste. ¿Tanto tienes sin venir a verme? Y yo teniendo una cena calientita lista para ti y tu esposo. ¡Jum! —Y volvió caminar hacia adentro, lentamente.

¿Esposo? N-no queremos importunarla, p-por supuesto que le pagaremos, si-siempre que no haya problemas y...

Ranko se había asomado. El interior estaba bastante limpio, como si su habitante se dedicara todos los días a mantenerlo así con dedicación. Había una mesa con cuatro sillas y tres platos puestos, además de algunos muebles y estantes más, todo sencillo y pulcro, pero muy viejo. La anciana se detuvo en el umbral que daba a lo que parecía la cocina y rió con todas las ganas que una viejita podría ponerle a una carcajada.

¡Pagarle a tu madre! Ay, Makoto, le has contagiado el sentido del humor a tu esposa. ¡Ja ja ja!

E-entiend- ¿Esposa? —Ranko volteó a ver a Lyndis. "Esposa..." El carmesí regresó a su rostro con suma fuerza —¡N-n-n-o, p-para nada! ¡S-señora!

Pero la mujer había desaparecido en la cocina, y pronto se escuchó cómo canturreaba y movía alguno que otro traste.

¿D-deberíamos... Re-retirarnos...? —susurró Ranko a Lyndis, aunque mantenía la mirada baja, sin poder evitar que la palabra "esposa" reverberara en su cabeza—. C-creo que me sentiría mal a-aceptando... N-no quisiera causar problemas, p-pero... Ella suena tan... Dulce.
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#62
La peliplateada se llevaria una mano en la cabeza ante no solo la negativa de la señora, si no de que seguía igual de erronea que en un principio. Ranko estaba mas que visiblemente preocupada de rechazar su generosidad, a lo que respondió su compañera por su parte llevandose una mano a la boca, para que no la oyera, aunque en vista de lo anterior, poco importaba si escucharia lo que quisiera.

Es que... Tsk... Deberiamos irnos, no somos quien cree que somos pero si nos marchamos puede que encima se le parta el corazón, pensando que la han abandonado o algo... — Murmuraría a su compañera, zarandeando una mano molesta por la situación. — A mi también me gustaría dormir en una buena cama y no a la interperie pero... No puedo evitar sentir que lo estamos haciendo mal. ¿Y si luego vienen las personas que ha mencionado? Estaremos en un buen lio.

Por más vueltas que le diera a lo ocurrido, no terminaba de trazar algo que fuera del todo razonable en su mente. Lo lógico era marcharse, pero tampoco quería que aquella señora se sintiera mal por lo ocurrido.
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#63
No quisiera molestar a nadie... —suspiró Ranko su frase de siempre.

Lyndis tenía razón. O se quedaban, medio abusando de la hospitalidad de una ancianita y se arriesgaban a que los verdaderos Yuriko y Yamato llegasen, o bien se iban y dejaban sola a una mujer que parecía contenta de tener compañía.

Antes de que la de la trenza pudiese decir algo más, la mujer regresó, con sendos tazones con sopa en las manos, y los dejó en la mesa. Instantes después un exquisito aroma casero llegó hasta las kunoichi.

¡Ya tenían tanto sin venir a verme! Espero que no olvides quién es tu mamá, Yuriko. —La mujer miró a Ranko con afable sonrisa.

S-señora, por favor, noso-

Ja ja, ya sé, sé que no lo olvidas. Eres una buena chica. Sólo quisiera que te pasaras por aquí más seguido. Me entretiene trabajar en el huerto, pero a menudo me siento un poco sola. ¡Y tú también, Yamato! No creas que me olvido de tu deber de yerno de recordarle a Yuriko de visitarme. ¡Ah ja ja!

Con lentos pasitos y suaves movimientos danzarines, la mujer regresó a la cocina. Ranko suspiró de nuevo.

No podemos dejarla sola. No quiero dejarla sola, Lyndis. Si... Si esas personas vienen... Le-les explicaremos. Creo que entenderán que no queríamos abandonarla así. ¿No? Por favor.

Ranko miró directamente a los ojos de Lyndis, pidiéndole que se quedaran.
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#64
Lyndis suspiró de nuevo, Ranko tenía toda la razón, no podían simplemente dejarla sola y partirle el corazón. Y si llegaban los autenticos Yuriko y Yamato, podrían intentar explicar lo sucedido, con suerte no era la primera ni la última vez que ocurría y podían entablar algo de conversación para deshacer aquel entuerno.

De acuerdo Ranko, confió en ti — añadió asintiendo levemente, todavía con una mueca de duda en su rostro y con las manos sobre su propia cintura. — En cuanto amanezca, nos marchamos. No se si deberíamos de dejar una nota para esas personas; la señora es demasiado amable y podría suponer un problema si alguien quisiera aprovecharse de ella... — Miraba a los lados algo preocupada, dirigiendo la atención al interior de la casa y posteriormente a la señora mayor. — En fin, comamos algo

Se dirigiria entonces a su propia mochila, que estaba en la espalda de Ranko para sacar los bollos de carne que ella misma había cocinado. Apenas quedaban dos o tres, pero era suficiente para que fuera un gesto de amabilidad por aquel hospedaje; total, tampoco parecía que pudieran ceder de otra forma. Caminaría entonces hasta la mesa, donde la comida estaba servida.

Abuela, te he traido un par de bollos que yo misma he cocinado. Son de esta mañana, pero te aseguro que siguen estando igual de buenos — añadió tras dejar la bolsa sobre la mesa.
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#65
Los ánimos de Ranko subieron al límite cuando Lyndis le dijo que confiaba en ella, y una enorme sonrisa apareció en su rostro. Asintió con energía.

S-sí, creo que deberíamos escribir algo...

Sintió a Lyndis buscando algo en su mochila, y pronto la vio con los bollos de carne. Entraron justo cuando la mujer volvía de la cocina con un tercer tazón, uno más pequeño, para ella. Ranko sintió algo extraño al poner un pie en la casa. Un aire de melancolía, como si en realidad estuviese regresando a su propio hogar. ¿Tan agradable era la mujer?

Ella colocó el tazón en la mesa y tomó los bollos con suma alegría.

¡Ay, Yamato! ¡Te acordaste de lo mucho que me gustan! Y por última vez, estás casado con mi hija, llámame mamá también, que tú nunca has sido tímido. ¡Pero anda, que hay que cenar ya!

La mujer tomó asiento y les instó a hacer lo mismo. Ranko asintió y se quitó con cuidado ambos equipajes, para luego sentarse frente a uno de los tazones. Olía delicioso. Parecía una sopa de pollo con una gran variedad de verduras. Ranko sentía que nunca había comido algo así. Claro, la comida de la familia Sagisō era de alta calidad, pero casi nunca tenía ese toque.

"Sólo las galletas de mamá lo tienen..."

B-buen provecho —En efecto, Ranko sintió con apenas la primera cucharada, que el cuerpo se calentaba agradablemente, como si previamente hubiese estado bajo la lluvia —. Oh, está delicioso, se... Ahm... Mamá.

La mujer sonrió radiante cuando escuchó a la de la trenza. Luego ella misma comió un poco, para después hablar con Lyndis.

A que es mejor que los restaurantes ésos de la ciudad, ¿Eh, Yamato? Claro que lo es, ja ja~

La ancianita parecía un niño pequeño comiendo helado, disfrutando de su cena, acompañada. Ranko no supo qué pensar, sólo siguió comiendo, y mirando cada tanto a su amiga.
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#66
Lyndis las acompaño, sentándose a la vez que Sagiso enfrente de ella. La cena tenía pinta de ser algo incómoda, sobre todo si preguntaba algo personal o por fín se percataba de que no eran las personas que ella creía. Aunque parecía algo despistada, y si no le daba palique, podría llegar a ser peor.

Dio un sorbo del cuenco caliente, después de soplar un poco sobre la superficie y el sabor fue bastante agradable, más de lo que Lyndis esperaba. Tal vez le pidiera la receta ¿aunque eso no sería robar? Seguían sin ser quienes fingían ser, si es que se le podía llamar así. En cualquier caso.

Oh si, desde luego que si. Este plato esta delicioso — dijo tras dar aquel sorbo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que tenía una pequeña oportunidad, y sonrió pícaramente, mientras cerraba los ojos alzando la barbilla. — ¿Pero sabes quien la hace igual de buenas? Tu hija, sin duda aprendió de la mejor — juntó las manos enfrente suya, entrelazando los dedos como si se tratara de un rezo y utilizó un tono de voz algo melancólico. — Con el frió que hay en el norte, y las lluvias incesantes cerca de Amegakure, solo pienso en lo bien que sienta este caldo cuando vuelvo empapado a casa

Abriría entonces un solo ojo, mostrando una pícara sonrisa a Ranko, para observar detenidamente su reacción.
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#67
La cena siguió en calma por unos instantes, hasta que Lyndis abrió la boca. Ranko casi se atragantó con la sopa, y comenzó a toser hacia un lado. Cuando se irguió de nuevo, estaba imposiblemente roja. Entendía que había que seguirle el juego a la anciana, pero ¿Tenía Lyndis que decir algo así?

Ranko miró a su compañera y su imaginación le jugó otra mala pasada.

La vio vestida de ropas formales de oficina, entrando a casa desde la lluvia, diciendo un "Cariño, ya estoy en casa".

El corazón de Ranko se aceleró, y ella hundió la mirada en la sopa.

Oh, es natural. ¡Me alegra que sigas las tradiciones culinarias de tu familia, Yuriko! ¡Jaja! —comentó la anciana, más que alegre, mientras Ranko asentía con rigidez.

Pero al alzar la vista de nuevo hacia Lyndis, Ranko la vio: la mirada pícara de la semiogresa.

"¿Ah? ¿Lo ha dicho... A propósito?" Ranko torció los labios brevemente. Lyndis había sido tan amable durante todo el día, ¿Por qué habría dicho algo así para molestarla?

"Bueno, no me molestó, es sólo... ¡P-pero debería! ¡Qué atrevimiento!"

Ranko abrió la boca para decir algo, pero no sele ocurrió. Querría contraatacar, decir algo en broma en contra de su "esposo", pero nada se le vino a la mente. Maldijo mentalmente su honestidad y amabilidad.

Debe ser horrible estar rodeados de tanto bullicio por allá. No olviden salir a caminar cada tanto al campo y tomar el sol —La mujer canturreó, con ligera pero sincera preocupación. Luego se dirigió a Ranko —. ¿Yuriko, querida? ¿Estás bien? Te ves muy roja.

¿Ah? Y-yo... Yo estoy b-bien. No se preocupe. E-es sólo... Es sólo... —Miró una vez más a Lyndis, pero no pudo decir más. ¿Qué tenía esa chica?

Oh, debe ser lo caliente del caldo. ¡A que te enciende el alma! Jaja~

S-sí. E-es posible.

La de la trenza volvió a hundir sus ojos en el tazón, apenada.
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#68
La peliplateada reveló entonces parte de su dura y basta personalidad, no por ser capaz de beber aquel cuenco tan caliente a largos tragos, si no porque cuando lo dejaba sobre la mesa lo hizo con un fuerte golpe, seguido de un agudo ruido.

¡Hiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! Está casi tan bueno como el sake caliente — dijo sonriente para terminar su plato alzandolo una última vez. — Realmente es como dijiste, te calienta el alma. Se ha sentido como volver de una fria noche de invierno para tomar algo tan caliente.

Tras ello, bebería del vaso de barro marron y con pinturas descoloridas verdosas, extendiendo su brazo para agarrar uno de los tres bollos de carne que quedaban, y dandole un mordisco nada más terminar de beber.

Ahunh fhriosh eshtha bashtanthe fueno — añadiría mientras todavía masticaba la comida.
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#69
Ranko se sobresaltó ligeramente cuando Lyndis golpeó la mesa con su tazón. Pero ¿Por qué? Acababa de conocer a la chica, no era como que supiera su personalidad desde hacía tiempo y ahora mostrar algo diferente. Tal vez se había dejado llevar por su personaje...

La ancianita rió ante Lyndis, encantada con su actuar.

¡Oh, creo que me queda un poco de sake! Podría servirte algo de él, Yamato.

No —Ranko casi le cortó. A ella no le interesaba beber alcohol, y no pensaba que fuese una buena idea hacerlo durante una misión —. Creo... Creo que no debería beber ahora.

Siendo honesta, el que Lyndis bebiese le tomó por sorpresa por un instante. Luego lo racionalizó. Sí, la peliplateada parecía mayor a Ranko, así que no estaba demasiado mal que tomara sake, o al menos eso creía.

"En las leyendas, a los oni también les encanta el sake. ¿Será cierto lo de su ascendencia, entonces?"

Ah, tonterías, Yuriko. ¡Nunca es mal momento para el sake! ¡Ja ja! ¿Qué dices, Yamato?

Ranko miró a su amiga. Le rogaba con los ojos que no bebiera, simplemente para mantener la integidad de la misión.
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#70
Oh venga, querida — dijo ya completamente en su salsa, y completamente descoqueta, golpeando con su hombro el de Ranko. — Sabes que soy mayor de edad, y aunque este de servicio, no pasa nada porque beba una que otra copa. Además, tengo mucha resistencia, te prometo que no me pasaré. Un par de copas, y nos vamos directas a la cama ¿O vas a rechazar la hospitalidad de tu querida madre? Eso esta muy feo, darii...

Arqueo una ceja con aquella perversa mirada y sonrisa adornando su rostro, tras haberla metido con casi todo éxito en una encerrona de la que difícilmente podria salir airosa.
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#71
"¿Que... Querida?" El tono de Ranko volvió al carmesí. "No. Nonono. Es sólo el disfraz, el personaje. No es Lyndis, es Yamato. No te habla a ti, Ranko, le habla a Yuriko. No te está diciendo querida a ti. No te está diciendo que vayan a la cama a ti."

En lo que Ranko calmaba el palpitar de su acelerado corazón, la ancianita rió y se puso de pie, habiendo terminado su sopa.

¡Así me gusta, Yamato! ¡Aventurero y decidido! ¡Por eso mi hijita se casó contigo!

¡Y-yo n-n-no...! —pero la mujer ya había ido a la cocina, con su delicado paso casi danzante. Ranko suspiró y bajó la voz hacia su compañera —. C-creo que te metiste mucho e-en tu personaje, Lyndis... N-no te emborracharás, ¿Ci-cierto?
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#72
Lyndis compartio la mirada con Ranko unos breves segundos. Miro hacia delante, para beber un poco de agua y permanecería en silencio sin perder la expresión hasta que volviera la anciana.
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#73
La reacción de Lyndis (mejor dicho, su falta de reacción) sólo puso más nerviosa a Ranko. Desde la cocina se escuchaba a la mujer mover algunas cosas, y una lucecita indicó una llama.

¿Lyndis? —le volvió a susurrar, sin obtener respuesta por largo tiempo —. ¿¿L-Lyndis??

La ancianita, alegre, regresó con una charolita con una botella en un tazón metálico de agua caliente, y tres cuencos para sake. La depositó en la mesa, repartió los cuencos y comenzó a servir sake caliente.

Fue un regalo de un amigo hace tiempo, creo que una visita de mi hija amerita que lo bebamos, ¿No creen?

Ranko miró el alcohol frente a ella.

Ah, no, y-yo no… No bebo.

¿Ah? ¿Y desde cuándo? ¡Anda, anda, cariño! —La mujer rió y se llevó su cuenco para beber todo de un trago. A pesar de estar anciana, estaba de tan buen humor que el vino de arroz le caía de maravilla —¡Por mi hijita Yuriko y su esposo Yamato, que vuelvan a visitarme pronto! Ah, no, esperen, se brindaba antes de beber... Ja ja ja

Ranko negó suavemente con la cabeza, esperando que ella no insistiera más. Miró a Lyndis, con un poco de curiosidad.
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#74
Lyndis no dudo en unirse a la anciana, cogiendo la taza que le correspondía y brindando con ella después de haber bebido del tirón su tacita dejando escapar un fuerte suspiro, mientras apoyaba uno de sus brazos por encima del cabezal de la silla, sentada de mala forma, y con una pierna cruzada encima de la otra.

Ah, déjala. Ya bebo yo por las dos — dijo cogiendo la que no le correspondía a ella, recortando entonces las distancia con su dueña legítima, y respondiendo en voz alta. — Las embarazadas no pueden beber.

Soltó quedándose tan ancha, sin pensar en las consecuencias como era habitual, y bebiéndose la segunda taza para soltar otro agudo grito de placer.
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#75
La ancianita soltó su cuenco, y el alcohol pareció ser digerido al instante por su sistema. Les miraba con una enorme cara de sorpresa.

¿Qué?

Ranko parecía explotar. Su rostro se tornó ardiente como el magma, y casi lanza vapor por las orejas. Un escalofrío recorrió su cuerpo, casi visiblemente.

¿¿¡QUÉ!??

Ranko siempre había sido muy calmada, pero ese punto era demasiado. Se imaginó cargando a una bebé de larga cabellera castaña con una mancha oscura alrededor de los ojos. La de la trenza se puso de pie en un instante, con las manos apoyadas en la mesa. Estaba avergonzada y molesta, mínimo. Pero sintió entonces algo a la altura de la cadera. La anciana se había levantado a abrazarle.

Mi... Mi niña... ¿En serio tú...? ¡Ay, hija mía! ¡Debiste habérmelo dicho antes! ¡Qué alegría! ¡Qué noticia tan maravillosa!

La mujer estaba llorando de felicidad, así que Ranko se mordió la lengua y no la desmintió. La Kusajin se sentó de nuevo, dejando que su "madre" le felicitara todo lo que quería. Fulminó con la mirada a Lyndis. Pensó que ya se la pagaría. ¿Cómo se atrevía a decir que tendría un hijo suyo?

"No, Ranko, Lyndis no dijo que tendrías su hijo. Dijo que Yuriko tendría un hijo de Yamato. ¡Ay! ¿Y si la verdadera Yuriko lo desmiente? Creo que le romperá el corazón aún más a la señora... ¡Qué imprudente de parte de Lyndis! ¡Se supone que apenas y fingiríamos, no que armaríamos todo un drama! Además... ¿una hija suya sería 3/4 oni? ¡Ah! ¡No pienses esas tonteras, Ranko!"
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