Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Articulo numero 1.
Ante la repetición consumada de una abstención de postear de más de 72 horas sin justificación previa el narrador de la misión se reserva el derecho de dar por fallida la misión y amputar los miembros que crea necesarios del susodicho desaparecido.
Articulo numero 2.
El narrador narrara la misión con uno de sus huecos de narrador.
Articulo numero 3.
El narrador no se hace responsable de las consecuencias que puedan acarrear las malas decisiones ni la mala orientación de los participantes de la trama.
Era un día soleado en Kusagakure. Incluso en pleno invierno y a media tarde, el Sol aún deslumbraba en la parte baja del horizonte, tomando ya tonalidades rojizas. Fue justo por ese entonces cuando se presentó un hombre ataviado con un chaleco shinobi y una placa metalica a informar a otros dos shinobis que se les requería en el Edificio del Morikage con asunto de una misión urgente que solo ellos podían llevar a cabo.
Los nombres de susodichos shinobis convocados eran Eikyu Juro, conocido y adorado Jounin de la villa, y Sasagani Yota, también shinobi de Kusagakure.
El sol deslumbraba la tarde de invierno en Kusagakure. Juro estaba en su casa tranquilamente, cuando el mensajero de la oficina del Kage llegó. Era un hombre vestido con un chaleco y una placa metálica, que le informó de que le necesitaban en el edificio del Morikage, con motivo de una misión de máxima urgencia.
« Esto tiene pinta de ser importante. ¡Venga Juro, date prisa! » — se puso la ropa, el chaleco y la placa, los pergaminos, cargó a su marioneta, y salió cinco minutos después que le llamaran. Practicamente corrió hasta tratar de llegar al edificio del kage (casi sin perderse. Solo tomo tres caminos equivocados, y dio la vuelta poco después. ¡Ya estaba mejorando!)
El recorrido se le hizo incluso más corto de lo normal. El chico no estaba acostumbrado a que le llamaran directamente para una misión. Por eso, tenía la presión de llegar.
Entró en el edificio, con paso firme, y se dirigió a la recepción.
— Buenas tardes. Soy Eikyu Juro, Jounin. Me han dicho que me requieren para una misión urgente — dijo, con tono firme.
Aún estaba sudando. Se pasó una mano disimuladamente por la frente para evitar que se viera, y sonrió, eliminando la poca seriedad que había mostrado.
¿Y a quién no le temblaría todo ante una inesperada visita de aquel calibre? Maldita sea, un shinobi, ataviado con uno de esos chalecos representativos de su rango, había venido hasta mi casa para decirme que fuese a ver al Morikage con motivo de una urgente misión. Creo que no me fui patas abajo de puro milagro y, antes de seguir cabreando a Kenzou-sama, hice caso, así que fui a vestirme para la ocasión con mi indumentaria habitual. Camisa de manga larga y roja y encima de ella una negra con el simbolo de la Kuromibojin impregnada en ella junto con unos pantalones piratas negros y todo mi arsenal ninja a cuestas. El portaobjetos con todos mis utensilios y armas y la katana a cuestas para salir pitando en dirección al inconfundible y enorme dojo de la aldea.
El camino se me hizo algo más largo que de costumbre mientras mi cabeza iba dando tropecientas mil vueltas pero al fin llegué y nada más cruzar la puerta vi al reciente jounin de Kusagakure.
«¿Juro?»
Me acerqué hasta él, estaba en el mostrador yendo directo al grano de fuera lo que fuera que le había traído hasta aquel lugar.
— ¿Tu también, Juro?
«Me pregunto de qué narices irá toda esta movida..»
Ambos muchachos se darían cuenta de que detrás del mostrador no había nadie, solo un perro tumbado en una mullida cama a un lado de la silla. Sin embargo, esa silla estaba vacía. Donde sí había alguien era encima del mostrador. Tumbado, usando un pequeño cojin como almohada, estaba Inuzuka Paddo. Un chico más joven que ambos shinobis.
El shinobi se levantó de inmediato en cuanto entraron los otros dos.
— Ya era hora. ¡Os he mandado llamar hace más de media hora! ¿Dónde estabais? Es una misión urgente, me han dicho que el señor feudal está especialmente interesado en que se haga de inmediato. Yota-senpai, eres el único genin que estaba libre, pero no podía mandarte solo, así que Juro-senpai te supervisará. Cualquier falta o problema, será tu responsabilidad, Juro-senpai. Si salís ahora mañana por la tarde estaréis allí.
Algo en su tono dejaba constancia de que no contaba con que hiciesen una pausa para dormir. Saltó a su silla y abrió un par de cajones hasta dar con el pergamino de la misión, el cual le daría a Juro, por supuesto.
— El pergamino os identifica como los encargados de la misión, dentro hay más detalles. Por favor, no os paréis aquí a leerlo como idiotas. No hay tiempo que perder y viendo que sois más lentos que el caballo del malo, no sé yo.
Les volvió a apremiar el chico.
Misión rango C. El niño de la Kotomi
Solicitante: Ginama Kogo, representante de la asociación de pueblos de las Cascadas del Mar Lugar: Cascadas del Mar
Hace un tiempo, apareció una extraña cueva bajo las cascadas. Nadie la había visto nunca, a lo mejor siempre había estado ahí pero el agua la había tapado hasta ahora. La cascada se abre justo en ese punto, así que se puede acceder con relativa facilidad. Pero nadie lo hizo, porque nadie estaba tan loco. ¿Quien se iba a meter en un sitio oscuro y húmedo sin saber siquiera si no era la morada de uno de esos bichos mágicos que revientan países enteros? El hijo de la Kotomi. El niño desde pequeño que no está en sus cabales, pero Kotomi es la mejor costurera de todos los pueblos de las Cascadas y de los de las dos Riberas esas, así que aguantábamos al chiquillo. Pero el muy energúmeno se metió hace dos días y aún no ha salido. Intentamos entrar nosotros, y con nosotros quiero decir el padre del muchacho y yo. Cuando estábamos en la puerta escuchamos un rugido que de mis tripas no era y decidimos dejárselo a los profesionales.
— Si, creo que nos han llamado por lo mismo. ¿Qué tal vas, Yota? — dijo Juro, como saludo, cuando vio a su compañero aparecer por la puerta de la aldea.
Sin embargo, el dúo no tuvo tiempo de intercambiar ni una sola palabra. Aunque había un perro apaciblemente tumbado en la recepción, de repente, surgió un niño (incluso más joven que el propio Juro) que parecía ser el encargado de la recepción, por alguna razón. Este comenzó a quejarse de la tardanza de los dos shinobis y a decirles que el señor feudal está muy interesado en que se actúe rápido.
« Para ser un crió, es muy exigente » — pensó Juro, con una mezcla de protesta y diversión.
Le dio a Juro el pergamino.
— El pergamino os identifica como los encargados de la misión, dentro hay más detalles. Por favor, no os paréis aquí a leerlo como idiotas. No hay tiempo que perder y viendo que sois más lentos que el caballo del malo, no sé yo.
— G-gracias. Cumpliremos la misión sin problemas — afirmó Juro, y tras mirar a Yota, se despidió del encargado —. Nos marchamos.
Una vez fuera del edificio del Kage, Juro se permitió el lujo de abrir el pergamino. Alzó una ceja, al ver de que iba el asunto.
— Tenemos que dirigirnos a las cascadas del mar, al parecer. Entiendo las prisas, el asunto es bastante serio — dijo Juro, y le permitió verlo a Yota. Tendrían que partir de inmediato, pero primero, debían saber al menos el lugar.
No hubo tiempo para responder a las inquietudes del jounin, puesto que, tras el mostrador, además de un perro que estaba estirado encima de él, había un niño, diría que menor que nosotros dos, que fue quién nos acabaría dando los detalles de la misión esa de vital importancia. De hecho fue él quién interrumpió cualquier posible respuesta a Juro.
— Ya era hora. ¡Os he mandado llamar hace más de media hora! ¿Dónde estabais? Es una misión urgente, me han dicho que el señor feudal está especialmente interesado en que se haga de inmediato. Yota-senpai, eres el único genin que estaba libre, pero no podía mandarte solo, así que Juro-senpai te supervisará. Cualquier falta o problema, será tu responsabilidad, Juro-senpai. Si salís ahora mañana por la tarde estaréis allí.
«Que ricura de chaval, ¿eh?»
— El pergamino os identifica como los encargados de la misión, dentro hay más detalles. Por favor, no os paréis aquí a leerlo como idiotas. No hay tiempo que perder y viendo que sois más lentos que el caballo del malo, no sé yo.
— G-gracias. Cumpliremos la misión sin problemas — afirmó Juro, y tras mirar a Yota, se despidió del encargado —. Nos marchamos.
Qué maldito remedio. Al parecer el tiempo apremiaba. De todos modos, con la despedida de Juro fue suficiente, si lo hacia yo y a tenor del chaval que teníamos por interlocutor, empezaríamos una pequeña guerra verbal de seguro. Así que me límite a seguir al que en aquel momento se había vuelto mi superior y mi líder de misión, tal y como a veces lo era Sora-sensei.
— Tenemos que dirigirnos a las cascadas del mar, al parecer. Entiendo las prisas, el asunto es bastante serio
El jounin me permitió ver lo que había escrito en aquel pergamino. Efectivamente, teníamos que ir a las cascadas del mar y rescatar al niño pijo sin cabeza de turno. Solo que esta vez parecía ser demasiado pijo y si lo encontrábamos sin algún miembro se nos iba a caer el pelo.
— Joder, si que pinta fea la cosa, ¿eh? —dije, tratando de romper la aparente seriedad del titiritero— Luego dirás que el loco que se tira de cabeza a donde no debe soy yo, pero el niño este me supera de largo
— Venga, novatos, que hay trabajo que hacer
«¿Pero qué mierdas pasa hoy? Joder, todos están demasiado extraños»
Yota leyó el pergamino y admitió, sin lugar a dudas, que la situación era fea. Y no era para menos. Un niño atrapado en una cueva, que, por lo que habían descrito, no tenía muy buena fama. Diablos. Ni si quiera tenían la certeza de que aun llegando mañana el niño seguiría con vida.
« Joder. Por favor, que nos de tiempo » — suplicó, para sí.
— Tenemos mucho de lo que hablar Yota, pero debemos empezar el camino ya mismo — dijo Juro, asintiendo para sí. Yota era su amigo, y debía saber unas cuantas cosas de las que habían pasado. Sin embargo... ahora la prioridad era la misión —. ¿Has traído provisiones? Imagino que con la prisa y el desconocimiento de la misión, no habrás traído nada.
La verdad es que él tampoco había tenido tiempo de prepararse. No debían perder el tiempo, pero tampoco matarse de hambre o llegar cansados por el camino.
— Si debes regresar a casa, deberíamos reunirnos otra vez en la puerta de la aldea. Cuanto antes, ya sabes. Como en quince o veinte minutos, a lo sumo.
— Tenemos mucho de lo que hablar Yota, pero debemos empezar el camino ya mismo
«Oh, desde luego, señor jinchuriki»
Me limité a devolverle el pergamino, a fin de cuentas, se lo dieron a él y era el titiritero sobre el que recaía toda la responsabilidad de aquella misión.
¿Has traído provisiones? Imagino que con la prisa y el desconocimiento de la misión, no habrás traído nada.
— Mierda, es verdad tío, ¿donde dejamos mis bichos? ¡Me voy a morir de hambre!
Chasquee la lengua. Ni siquiera habíamos salido de la aldea y ya estaba haciéndose la graciosa. Pero era cierto, con las prisas, había cogido solo mis armas, pero la comida y algo de beber se me había pasado completamente por alto.
— Si debes regresar a casa, deberíamos reunirnos otra vez en la puerta de la aldea. Cuanto antes, ya sabes. Como en quince o veinte minutos, a lo sumo.
— Vale, allí estaré. Como tardes mucho me iré sin ti, así que arreando, chavalote
Así que sin más salí dirección a mi casa, de tejado en tejado, para ganar algo de tiempo y allí tomé no solo mi comida, sino la de Kumopansa y la puse en una mochila, junto a unas cuantas botellas de agua. Después me la puse a cuestas y me dirigí al lugar acordado, las puertas de nuestra aldea a la espera de Juro, quien al parecer estaba tardando más que yo.
Juro se despidió cortesmente de Yota, y después, se marchó hacia su casa. Claro, quizá tuviera ciertos problemas, pero había que vivir con ellos.
« Corre. Ve lo más rápido que puedas » — se ordenó así mismo.
Consiguió llegar a su casa. Con decir eso, es suficiente. Cogió una mochila de provisiones (agua, comida y todo lo que fueran a necesitar), y después, asegurandose de que no se dejaba nada, se fue por la puerta, y trató de llegar lo más rápido posible a la zona donde había quedado en reunirse con Yota.
Llegó a la zona (y no más de unos minutos tarde, también hay que decir, lo cual era un buen mérito). Yota probablemente no pensase lo mismo.
— ¿Todo listo? — preguntó, aunque no esperaba una respuesta, puesto que ya suponía que si Yota estaba ahí es porque lo tenía —. Pues marchando entonces. Yota, encamina el recorrido hacia la Cascada del mar. Aun tenemos por lo menos un día de camino.
Finalmente llegó, aunque si me preguntasen tendría que reconocer que llegó antes de lo que hubiera pensado inicialmente. Al parecer estaba haciendo progresos en sus debilidades.
— ¿Todo listo?
— Eso me temo —afirmé con rotundidad.
Pues marchando entonces. Yota, encamina el recorrido hacia la Cascada del mar. Aun tenemos por lo menos un día de camino.
«Ya decía yo que pedir que fuera él quién hiciera de guía hasta la cascada del mar era excederse»
Le devolví el pergamino que supuse que debería guardar él y antes se me pasó devolverle.
— Me parece que esto es tuyo
Una vez lo tomase, empezaría a caminar, dejando atrás las puertas de la aldea. El tiempo apremiaba así que no había ni un solo segundo por perder. Aquel maldito crio nos haría ir constantemente a contracorriente, podía presentirlo.
— Y bueno, Jurete, cuando pensabas contármelo —pregunté con seriedad una vez estuvimos lo suficientemente alejados de la aldea.
Juro cogió el mapa, con un agradecimiento hacia su compañero. Los dos estaban listos, y era el momento de partir. Yota, obedeciendo su orden, inició la marcha.
« Con suerte, mañana o pasado mañana habremos llegado. Yota no se perderá, y si descansamos lo suficiente, llegaremos cuanto antes. No haremos nada si llegamos y no tenemos fuerzas para luchar » — reflexionó. Obviamente, necesitaban descansar antes de llegar al lugar. Pero el tiempo era tan limitado...
Mientras pensaba en sus cosas, una frase de Yota le devolvió a la realidad. Juro se irguió, como si le hubieran tirado un hielo a la espalda. Sí, esperaba esa clase de puyas.
— Veo que ya te has enterado — murmuró Juro, mirando al suelo, y luego, a su compañero —. Bueno, ahora que Morikage-sama me dio permiso, ya no hay razón para ocultar nada. Te lo habría contado en éste mismo camino. Pero ya veo que no es necesario. ¿Te enteraste por algún comunicado oficial, o te lo dijo él mismo en persona?
» Ese día en el barco... después de todo lo que había pasado, y de Aotsuki Ayame perdiendo el control... Simplemente fueron demasiadas cosas — admitió Juro —. Una parte de mí quería deshogarse y contártelo, de verdad. Pero Morikage-sama me confío una carga tan grande, que no me vi capaz de traicionarle, ni aunque fuera un poco. Lo siento.
— Veo que ya te has enterado — murmuró Juro, mirando al suelo, y luego, a su compañero —. Bueno, ahora que Morikage-sama me dio permiso, ya no hay razón para ocultar nada. Te lo habría contado en éste mismo camino. Pero ya veo que no es necesario. ¿Te enteraste por algún comunicado oficial, o te lo dijo él mismo en persona?
Yo, sin embargo, no le devolví la mirada. Una parte de mí seguía furiosa por haberme tenido que enterarme por una tercera persona. Aunque esa persona fuese el Morikage. Hubiese preferido que lo hubiese hecho el marionetista. Definitivamente las cosas ya no eran como antes.
— Fue él
— Dijo que luchábamos bien, ¿sabes? —dijo Kumopansa en su inevitable intervención.
» Ese día en el barco... después de todo lo que había pasado, y de Aotsuki Ayame perdiendo el control... Simplemente fueron demasiadas cosas — admitió Juro —. Una parte de mí quería deshogarse y contártelo, de verdad. Pero Morikage-sama me confío una carga tan grande, que no me vi capaz de traicionarle, ni aunque fuera un poco. Lo siento.
Si, vale, vale, aquel fue un día duro. Básicamente el día en el que todo su fue a la puta. Por ello ahora se vivían aquellos tiempos en los que fiarse de alguien ya era toda una hazaña. Pero algo me decía que lo peor estaba por llegar.
— ¿Traicionarle? ¿Hablas en serio? Y yo que pensaba que eramos amigos y que podíamos confiar el uno en el otro... —aquello me había dolido— Pero bueno, vas a tener que aprender a confiar en mí. Por lo visto el mismísimo Morikage quiere que su gennin suicida cuide y vigile a su reciente jinchuriki y jounin con distinción de honor. Caprichos del destino, supongo
Chasquee la lengua.
— Enfin, será mejor que nos demos prisa si queremos pasar la noche en Tane-Shigai en lugar de en mitad del bosque
Al parecer, Yota no se había tomado para nada bien el hecho de que le ocultara información. Empezó a recriminarle muchas de las cosas que había ocultado, echándoselo prácticamente a la cara.
— ¿Traicionarle? ¿Hablas en serio? Y yo que pensaba que eramos amigos y que podíamos confiar el uno en el otro...
— Una orden es una orden, y lo sabes perfectamente. Ésto no va de confianza o amigos, Yota. Va de que ahora, al parecer, de mi vida depende la vida de mucha gente, y de que tengo una responsabilidad con la aldea — afirmó Juro. Pero claro, ¿Cómo él le iba a entender? Él no podía entender lo que era eso. No podía entenderle, por mucho que patalease y protestase con que no se lo había contado.
En ese momento, en el barco, lo único que quería era satisfacer su curiosidad. Y ya está. No. Esa mirada en sus ojos le indicó que no era el momento. Se pusiera como se pusiera.
— Pero bueno, vas a tener que aprender a confiar en mí. Por lo visto el mismísimo Morikage quiere que su gennin suicida cuide y vigile a su reciente jinchuriki y jounin con distinción de honor. Caprichos del destino, supongo
Yota dijo algo más de acelerar y darse prisa, pero Juro aún seguía procesando toda esa información.
— Deja de hacerte la victima. Ya te he dicho que confío en ti — murmuró Juro, con un tono cansado —. ¿Eres consciente de los peligros a los que te estás sometiendo viajando conmigo? ¿El Morikage te ha dicho también eso?
16/01/2019, 01:27 (Última modificación: 16/01/2019, 02:13 por Sasagani Yota. Editado 1 vez en total.)
— Una orden es una orden, y lo sabes perfectamente. Ésto no va de confianza o amigos, Yota. Va de que ahora, al parecer, de mi vida depende la vida de mucha gente, y de que tengo una responsabilidad con la aldea
¿Qué otra cosa podría esperar ya? Trataba de defenderse con lo que tenía. Pero él también sabía que si me hubiese pedido que mantuviese mi boca cerrada, lo hubiese hecho. Una cosa no excusaba la otra, pero ahora ya qué más daba.
— Tiene su parte de razón, me parece, ¿eh?
— Tu te callas, que esto no va contigo
Fui desagradable a más no poder, pero la araña debía saber ya que aquello no era plato de gusto. Sin embargo, emitió un bufido a modo de contestación.
— Deja de hacerte la victima. Ya te he dicho que confío en ti — murmuró Juro, con un tono cansado —. ¿Eres consciente de los peligros a los que te estás sometiendo viajando conmigo? ¿El Morikage te ha dicho también eso?
Solté una leve risa por debajo de la nariz.
— Verás, Jurete, yo también estaba en Uzushiogakure cuando Ayame perdió el control y se convirtió en aquel monstruo
Sí, solo de recordarlo se me ponía el vello de punta. Y pensar que Juro podría ponerse de aquel modo en cualquier momento sin poder hacer nada, todavía me desgarraba más. Solo tratar de calmarlo y avisar a los mayores. Aquellas fueron las indicaciones del Morikage al respecto. O lo que era lo mismo, de suceder no podía hacer nada y, no obstante, me había confiado su vida pidiéndome que cuidase de él cuando saliese de la puta aldea. Todo muy bonito. Se venían tiempos jodidos para mí.
— Y también está bien recordar que si nos quedamos aquí parados discutiendo las probabilidades de éxito de la misión disminuyen a pasos agigantados y que podría darse el caso de que alguien estuviese interesado en el bicho que llevas sellado y nos atacasen. Así que arreando
Viniese o no, aunque estaba convencido de que lo haría, retomé el camino y me llevé uno de mis caramelos a la boca. Con eso igual lograba calmarme un poco.
Juro escuchó las palabras de Yota, sin acabar de convencerse del todo. Sí, Yota sabía los peligros básicos, el hecho de que podría volverse un monstruo y matarle.
Pero... ¿Qué hay de los peligros externos? ¿Que hay de los generales?
— Y también está bien recordar que si nos quedamos aquí parados discutiendo las probabilidades de éxito de la misión disminuyen a pasos agigantados y que podría darse el caso de que alguien estuviese interesado en el bicho que llevas sellado y nos atacasen. Así que arreando
Sus palabras le golpearon con un mazazo. Juro comprendió, entonces, que Yota no sabía nada. Que su Morikage, a decir verdad, tenía un criterio un tanto curioso. Confiaba en Yota para decirle que debía protegerle, e incluso sobre que él era guardian del bijuu, pero no lo suficiente como para contarle el plan de dominación mundial de Kurama, ni el hecho de que ocho generales le estaban persiguiendo.
De verdad, a veces no entendía nada sobre ser el Kage de una aldea.
— Bien. Si no quieres discutir ésto ahora, podemos hablarlo luego. — Juro tuvo que morderse la lengua como nunca se la había mordido. No porque no quisiera contarselo, que tendría que hacerlo, sino porque Yota le estaba exigiendo que se callase y continuase. Él vería. En ese momento no tenía ganas de hacer nada más que cumplir la maldita misión.
Juro decidió hacer exactamente lo que Yota decía: callarse y seguir caminando.