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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Estaba haciendo su mejor esfuerzo en tarea de fuerza, teniendo en cuenta que no era su fuerte pero creía que podía ser suficiente para que caiga. Pero la física tenía otros planes para ellas.

¿Cómo que no puedes? — Susurró, algo incómoda por la situación. —Tengo las dos manos libres, pero va...

Pegó un suspiro, tomó un poco de carrera con la cintura y la embistió con el cuerpo, dándole el último empujón que necesitaba Kimi para entrar.
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La respuesta de Jun a un leve impulso fue placar el trasero de su compañera. Kimi entró directa a la habitación. De boca. Contra el escritorio. Si no hacía nada, podía dejarse un par de dientes contra el borde del mobiliario y tirar la mitad de cosas.

La persiana acabó de caer en el mismo momento en que el cuerpo de Kimi dejó de bloquearla. Su única salida sigilosa ahora estaba cerrada y Jun no tenía la fuerza suficiente para forzarla a abrirse.
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El movimiento fue efectivo, eso seguro, el problema era que quizás fue demasiado efectivo en eso de meterla dentro. Kimi sintió como el fuerte golpe que había recibido en la retaguardia la mandó volando directamente contra el escritorio.

Reaccionando rápido, Kimi intentó colocar sus manos sobre el escritorio para impulsarse y pasar por encima de él para caer en el suelo y rodar sin romper nada. Una vez completada la maniobra, se levantaría para comprobar que, efectivamente, la ventana estaba cerrada.

«Chispas... tendré que buscar otra ventana para salir».

Suspiraría, resignada, antes de ponerse a buscar entre los distintos documentos por si encontraba algo importante.
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«Mierda.»

En su afán de intentar meterla dentro, quizás había empujado a Kimi con demasiada fuerza. No era ese el problema real, sino que había quedado la salida totalmente bloqueada. Intentó volver a abrirla pero no tenía la fuerza suficiente.

Perdón Kimi. — Dijo con su boca casi pegada a la ventana, por si la llegaba escuchar.

Solo le quedaba a la otra ver si tenía otra salida, o ver que podía hacer ella para intentar que salga de ahí.
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Desde fuera podía verse más o menos la distribución de la habitación sin problemas gracias a la luz que entraba de la ventana, pero una vez dentro, Kimi comprobaría que la luz era más bien escasa.

Apenas podría distinguir los numeros de las letras en los lomos de los libros que habían en las estanterias. Encima de la mesa vería bastantes papeles que si ponía en el haz de luz que entraba por la ventana verían que eran recibos. ¿De qué? Necesitaría todo su esfuerzo y atención en ellos si quería saberlo. La letra parecía difusa y su vista de cerca parecía empeorar por segundos.

No podía acercarse demasiado al papel porque tapaba la luz, pero a la que se alejaba una milesima más de lo que necesitaba, ya no podía leer ni torta.

La habitación era simple, una puerta, una ventana, un escritorio y unas estanterias. No había segundas salidas ni ventanas, pero había una lampara de mesa en el escritorio.
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Kimi juntó el índice y el pulgar en un círculo, haciéndole el símbolo de "OK" a Jun desde dentro.

— No te preocupes. Estoy bien. —Le diría en voz baja.

Al acercarse a investigar los papeles, no parecía ser capaz de leerlos en lo absoluto por la falta de luz, pero por suerte parecía haber una lámpara en el escritorio. Con todo el cuidado de no hacer ruido con sus pasos, Kimi se acercó a la lámpara para encenderla y poder leer los recibos. Su metafórico corazón le latía a mil y tenía mucho miedo de que la pillasen, por lo que tenía que esforzarse especialmente en controlar su respiración y el movimiento de sus manos, que temblaban ligeramente.
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Kimi le aseguraba que estaba todo "OK", pero después de la embestida que le había dado no sabía como lo estaba. Además, después de buscar una luz, se le veía intentando leer los nombres, con un poco de nerviosismo en su accionar.

Tranquila, no creo que entren mucho a ese lugar. — Le dijo despacio, pegada aún a la ventana. —Sino, podemos llevarnos algunos papeles si es que no puedes leerlo.

Lo más importante de esa situación era destrabar la ventana, que era su mejor método de salida. Intentó una vez más levantar la ventana y luego miró para los alrededores, vigilando nuevamente.
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A Jun aún le costaba la tira subir la persiana con su escasa fuerza, sin embargo, podría mantenerla subida si alguien le ayudaba a subirla. Solo necesitaba que Kimi la ayudase desde su lado. O tal vez podría atravesarla de una patada voladora, pero eso no sería del todo sutil y sigiloso.

Kimi, por su parte, estaría dentro con sus papeles. Había cantidad de recibos. De bebida y comida principalmente con algunas reparaciones interpuestas. Se les rompía algún taburete, alguna mesa, vasos, cubiertos, platos... Tal vez había más reparaciones de las que eran normales en una taberna, pero nada tan fuera de lo normal para que pareciese sospechoso. De hecho, Kimi no tenía ni idea de cuanto tenían que reponer taburetes en una taberna.

Por desgracia, no había ningún gasto terriblemente ostentoso donde pusiera "Para mafiosos" o "???" ni nada.
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Luego de leer varios de los recibos, Kimi se irguió y miró a Jun, negando con la cabeza. No había encontrado nada de nada.

Luego de apagar la lámpara, se acercó a la ventana para hablar con su compañera.

— No hay nada. —Le dijo—. ¿Tienes otra idea?

Kimi al menos ya se había quedado sin más Ideas, por lo que si Jun no tenía ninguna, desanimada, acabaría por intentar abrir la ventana junto a ella para salir del lugar.
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La idea de Jun era intentar tranquilizarle, pero parecía que ya no iba a ser necesario eso. La Kaminari estuvo leyendo unos cuantos papeles y luego la miró a su compañera, negando con la cabeza. Cuando se acercó a la ventana le terminó explicando que no había nada allí.

Dejó caer un suspiro al escuchar las malas noticias.

Nada de nada, Kimi.

Sin mucho más que hacer, intentó abrir nuevamente la ventana, para ver si ambas podían llegar a abrirla.

Larguémonos de aquí.
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Con gran esfuerzo y cooperación, podrían abrir la persiana y mantenerla abierta el tiempo suficiente para que Kimi saliese sin quedarse atascada de nuevo. Seguramente su culo no soportase el envite de Jun de nuevo.

Después solo las solitarias calles de Yachi y el humeante olor a comida del local las rodearian, a la espera de qué iban a hacer ahora.

Finalmente, luego de un largo viaje, llegaron a la aldea.
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