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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El calor, el cansancio y el estrés le hicieron colapsar —le dijo a su compañera, como si Kyo no estuviese o como si aquel fuera un niño y esa una conversación de adultos—. Quizá debí atenderle, pero es que si descuidaba a Uragiri se me escapa el principal sospechoso.

También estaba el hecho de que no tenía idea de cómo atender a alguien desvanecido, pero no era necesario mencionar su ignorancia.

Como guardaespaldas que eres, creo que lo primero debería atender al cliente —dijo señalando la mesa donde yacía el inconsciente—. Por mi parte, no tengo problemas si me encadenas y me retines aquí junto a Uragiri hasta que todo se aclare; pero eso de cortar tendones, ¡ni hablar!

Ranko había vuelto, así que quizá las cosas en el rio no habían ido mal. Además, el comportamiento de Uragiri lo hacia el principal sospechoso, por lo que valía la pena quedarse junto a él y vigilarlo.

«Después de todo, tampoco me conviene que en un descuido apuñale a Kyo por la espalda», pensó, creyendo que las traiciones siempre terminan en puñaladas.

¿Te parece? —le pregunto por fin—. Así ambos nos quedamos quietos en una esquina y Ranko puede hacer guardia afuera mientras Yōgi-san recupera la conciencia... Y no hará falta que nadie salga lastimado…

»Por supuesto, si Uragiri-san no tiene mucha prisa por irse corriendo y desaparecer —agrego, sabiendo que de todos modos no podría hacerlo aunque lo intentase.
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Ranko casi sintió el otro filo de Kyo, pero se mantuvo estoica. Pensó rápidamente. Ya se había recuperado del Shunshin no jutsu anterior, así que podría hacerse a un lado en un parpadeo. O podría intentar desviar la espada de Kyo, o desarmarlo de una patada. Podría intentarlo, pero… cual sea fuese el resultado, incluso si podía superar las desconocidas habilidades del chico, no sería lo que buscaba. Ranko quería que Kyo se tranquilizara.

Alzó muy lentamente ambas manos, mostrando sus dos palmas en señal de no tener malas intenciones.

Kazuma-san tiene razón. Hay que atender a Yōgi-san. Tal vez con algo de agua… no sé, se refresque. Pero no esperaré afuera —Ranko miraba fijamente a Uragiri. Algo le decía que Kyo era inocente en todo ello, a pesar de estar apuntándole con una hoja —. Estaré aquí, donde Kyo-san pueda verme. Y donde podamos todos ver a Uragiri-san.

Quiso acabar aquí, pero decidió que era mejor dejar toda la verdad al descubierto.

Violeta-senpai, la mujer que encontramos, está esperando fuera para hablar, si es que quieres escucharla. Si el único en el que puedes confiar es en Yōgi-san, atiéndelo, y ya despierto averiguaremos la verdad —intentó convencer al guardia, pero sus últimas palabras fueron dirigidas al sospechoso principal —. ¿O no, Uragiri-san?
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Los ninjas hablaban, mucho, incluso se contradecían entre ellos, con una calma admirable pero poco útil cuando de todo lo que decían solo la mitad era procesado por los dos civiles. Kazuma demostraba entre nada y poca compasión o preocupación por Yōgi, eso era con lo que Kyo se había quedado principalmente de su discurso.

El espadachín dedicó una mirada a Uragiri, quien había permanecido callado todo este rato, y parecía que tenía la vista clavada en su hermano. Entonces habló, alarmado.

Yōgi-san... ¡No respira! — dijo mientras lo señalaba entre nervioso y asustado. — ¡Hay que hacer algo! ¡Había agua por aquí!

Uragiri empezó a rebuscar entre los sacos para sacar una cantimplora, mientras Kyo había pasado por completo de la decisión de aquel quien es quien y se había lanzado a su hermano, acuclillándose a su lado y comprobando su estado. En el proceso había apartado bruscamente a Kazuma.

¡Hermano! ¡Respira!


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Kyo parecía haber aclarado sus prioridades, y el peliblanco planeaba hacer lo mismo. En cuanto vio a Uragiri moverse hacia uno de los sacos, camino lentamente hacia él y desenvaino su espada de madera, apuntándole y hablándole gravemente:

Te recuerdo se me ordeno retenerte, así que quédate quieto y no hagas nada… de verdad —ordeno, apuntándole con su arma y esperando el menor movimiento para propinarle un buen golpe.

Por otra parte, también era necesario atender al cliente.

Ranko, ¿podrías ayudar a Yogi-san? —comento, esperando que el muchacho por lo menos permitiese aquello.
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Kazuma mostró su decisión de seguir con el encargo al amenazar a Uragiri con su bokken. Su orden había sido retenerlo, y eso es lo que haría. Ranko no quiso interponerse en ello, o más bien no supo qué hacer al respecto.

Por supuesto —La kunoichi se acercaría a Yōgi y Kyo, de manera que no estorbara a éste último —. S-si no respira, habría que despejar sus vías, ¿no? No sé si el agua nos sirva mucho… ¿Cómo puedo ayudar, Kyo-san?

Honestamente le parecía algo raro querer despertar con agua a alguien que no respira. Claro, Ranko no era experta en primeros auxilios, así que tal vez estaba equivocada. Ranko no podría hacer más que esperar las indicaciones del hermano de su cliente.
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Kyo fue el primero en acercarse al inconsciente, respiraba, pero muy débilmente.

¡Respira! Pero muy débil y no responde. Tiene... Tiene que ser una deshidratación.

Levantó la mirada preocupado a sus acompañantes en aquella tienda, para ver a Kazuma volviendo a amenazar a Uragiri, quien tenía precisamente el agua en sus manos.

Te recuerdo se me ordeno retenerte, así que quédate quieto y no hagas nada… de verdad

¡¿Puedes dejar eso de una vez?! Ya hablaremos del estúpido maletín cuando todos estemos conscientes.

Uragiri le esbozó una leve sonrisa a Kazuma antes de volver a poner semblante preocupado y dirigirse a Kyo con el recipiente de liquido. Si Kazuma le detenía cuando traía la salvación para Yōgi.

Por supuesto. S-si no respira, habría que despejar sus vías, ¿no? No sé si el agua nos sirva mucho… ¿Cómo puedo ayudar, Kyo-san?

Es-es una deshidratación. He visto muchas de estas por aquí, con el calor se suda mucho más y la gente subestima el beber agua. Está claro que nadie confia en mi en esta sala, así que si pudieras administrarle tú el agua, Ranko-san, te lo agradecería.

¡Venga!

Uragiri le ofreció la cantimplora a Ranko, mientras Kyo levantaba y sujetaba a Yōgi para que pudiesen darle la bebida sin que se ahogase. Tal vez lo de que no respirase era una exageración involuntaria, desde luego, ni Ranko ni Kazuma podrían diferenciar la respiración débil de Yōgi de la no respiración desde la distancia. A ojos de Ranko, Uragiri parecía verdaderamente preocupado por el hombre deshidratado.


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¡¿Puedes dejar eso de una vez?! Ya hablaremos del estúpido maletín cuando todos estemos conscientes.

Por supuesto aquello no era una sorpresa, la preocupación era una de las muchas cosas que impedían pensar a la gente con claridad. Él lo sabía, por eso no sintió mayor molestia cuando Uragiri le sonrió. No le odiaba, era un sospechoso y la conducta que estaba mostrando era natural para un culpable en su posición.

«No es nada personal», se recordó a sí mismo.

Es-es una deshidratación. He visto muchas de estas por aquí, con el calor se suda mucho más y la gente subestima el beber agua. Está claro que nadie confía en mí en esta sala, así que, si pudieras administrarle tú el agua, Ranko-san, te lo agradecería.

Es bueno que lo tengas claro —dijo propinándole una colleja con la espada de madera, con suficiente fuerza para hacerle chocar los dientes—. De todas formas, primero nos acusas de haber sedado al cliente y luego aseguras que es deshidratación… Estas siendo un poco descarado en tus cambios de postura, Uragiri-san… Aun asi, es en vano, puede que no sea tan bueno para convencer como tu; pero te puedo dar garantía de que no te desharás de mí.

No le gustaba pegarle a la gente, ni siquiera a sus enemigos; pero tenía que hacer respetar su posición, él mismo tenía que respetarla. De resto, la dificultad de la situación solo conseguía hacer que se empeñara más en mantener quieto al sospechoso, como un perro cuya mordida se vuelve peor mientras más se busca liberarse.

Ranko-san —llamo a su compañera—. Puede que peque de cuidadoso, pero creo que sería mejor darle de nuestra agua, de la que trajimos con nosotros; aun debería quedar un poco y creo que en esa podemos confiar.

»Quizá… También sería bueno quitarle un poco de ropa, esa túnica se ve bastante calurosa y apretujada.
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El espadachín peliblanco mencionó algo interesante: Uragiri decía que Yōgi estaba deshidratado, a pesar de que previamente había dicho que estaba sedado. Esto eliminó la poca confianza que la chica tenía en el hombre. Ranko esperaba que sucediera igual con Kyo, que viera cómo se había puesto en evidencia. La kunoichi no se negaría a ayudar, así como Kazuma no dudó en aplacar cualquier intento del sospechoso con un golpe de su bokken. Sin embargo, coincidía con el joven guardia en que había que enfocarse en despertar a su hermano.

Ranko siguió la sugerencia de Kazuma. ¿Cómo confiar en lo que ofrecía quien había mentido tan flagrantemente? Así que fue a buscar entre sus cosas el resto del agua que había comprado al inicio de la misión: una botella a tres cuartos de capacidad. Regresó apresurada al lado de Kyo con la botella ya destapada.

Mientras el chico sostenía a Yōgi, Ranko vertió un poco de agua con sumo cuidado en la boca abierta de su cliente. Iría muy lentamente, para asegurarse de que Yōgi no se ahogara, y se detendría si Kyo se lo pedía. Ranko asentiría ante la sugerencia de Kazuma de quitarle algo de ropa a Yōgi, pero dejaría que fuese su hermano quien decidiera. No quería forzar mucho la situación con el joven espadachín, y quería mostrarle que se preocupaba por Yōgi, y quería que se recuperara.

Esperaba que Yōgi respondiera de buena manera ante su actuar.
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De todas formas, primero nos acusas de haber sedado al cliente y luego aseguras que es deshidratación… Estas siendo un poco descarado en tus cambios de postura, Uragiri-san… Aun asi, es en vano, puede que no sea tan bueno para convencer como tu; pero te puedo dar garantía de que no te desharás de mí.

Normalmente lo hubiese dejado pasar, pues Uragiri no era dado al enfrentamiento abierto, pero viendo que Kyo no dejaría que lo abriesen en canal ahí mismo se encaró a Kazuma.

Cualquier sustancia nociva que se introduzca en el cuerpo, sobre todo liquidos, en este clima acaba desembocando en una deshidratación. Por eso casi matais a vuestro cliente, porque supongo que ya sabéis como afecta en climas normales pero no en el desierto.

Yōgi estaba medio muerto, por suerte, Ranko le administró el agua a tiempo, mientras Kazuma y Uragiri discutían entre nada y un poco de consideración por el jefe de ambos.

¡He dicho que suficiente!

Yōgi bebió por acto reflejo lo que Ranko le puso en la boca, parecía estar... ¿mejor? Era dificil de distinguir. Y más para la pobre Ranko que era incapaz de ver con sus ojos señal alguna de mejoría ni de empeoramiento.


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Cualquier sustancia nociva que se introduzca en el cuerpo, sobre todo líquidos, en este clima acaba desembocando en una deshidratación. Por eso casi matáis a vuestro cliente, porque supongo que ya sabéis como afecta en climas normales, pero no en el desierto.

Sí, sí, claro… —respondió con ironía.

¡He dicho que suficiente!

En aquel punto a Kazuma le importaba más bien poco la opinión de Kyo; el muchacho había demostrado porque era guardaespaldas, pues parecía no servir para otra cosa que sostener una espada. Lo bueno era que Ranko estaba allí para respaldarle y cuidar del hermano que tenía la capacidad de razonar.
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Ranko se concentraría en Yōgi y dejaría a Kazuma lidiar con la parte social de la situación, ignorando sus intercambios desafiantes. Esperaría a que el hombre tragara lo que tenía en la boca antes de verter un poco más de agua, con sumo cuidado.

Vamos, Yōgi-san. Despierte, por favor.

No haría mucho más, además de esperar que su cliente mejorara y recuperara la consciencia. Pensó por un instante en Violeta. ¿Tendría algún conocimiento para ayudarle?

”No quisiera molestarle… Y no quisiera alterar más a Kyo-san… Mejor esperaré.”
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Yōgi se despertaría de golpe, abriendo los ojos de par en par y removiendose, haciendo que el agua que Ranko le administraba con delicadeza se fuese por el sitio equivocado. Empezaría a toser violentamente, adquiriendo aún más la atención de toda la sala. Sin embargo, Uragiri no fue uno de ellos. Se llevó la mano al bolsillo y lanzó algo a los ojos de Kazuma. Arena. Kazuma quedaría cegado y doblemente sorprendido, lo cual daría la oportunidad que Uragiri estaba buscando.

Antes de que pudiesen reaccionar, ya estaba en la puerta y salió por ella en un suspiro.

¡Hermano! — gritó Kyo intentando ayudar a su hermano a respirar.

¿Qué...? — fue todo lo que pudo decir antes de volver a toser.


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La pequeña nube de arena le atrapo desprevenido; solo pudo llevarse las manos a la cara mientras trataba de quitarse aquel polvo con parte de su ropa. Pasaron unos segundos hasta que por fin pudo ver de nuevo, aunque sus ojos estaban sumamente enrojecidos y su nariz moqueaba un poco.

«Hasta el alma, ¿he?», pensó, recordando el refrán de los bebedores cuando un trago les golpea demasiado.

Que sujeto tan… —No lo quería admitir, pero fue una buena jugada la que lo encontró con la guardia baja—. Yo iré por él, no creo que pueda resistirse o llegar muy lejos.

Con aquello dicho y con la cara algo sucia procedió a salir de la tienda.
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¡Yōgi-san! —exclamó la kunoichi al verlo despertar, aunque pronto necesitó más ayuda al comenzar a toser. Al menos le aliviaba que estaba relativamente consciente.

Quien reaccionó primero, sin embargo, fue Uragiri, quien lanzó arena a la cara de Kazuma y emprendió la huida. Después de un breve comentario, el peliblanco tomó como suya la misión de detenerlo. Ranko había sido lenta para levantarse, pues estaba más enfocada en Yōgi. Sin embargo, sí alcanzó a hacer algo. Llenó sus pulmones de aire y gritó.

¡¡Violeta-senpai!! ¡¡Detenga a Uragiri, por favor!! —Confiaba en que la pelirroja le escuchase desde afuera y estuviese dispuesta a ayudarle. Aunque claro, no sabía si lo haría. Esperaba que la mujer recordase que Uragiri era el sospechoso actual, y al ver salir a sólo dos personas de la tienda, supuso que identificaría a Uragiri como el que no era su compañero genin peliblanco.

Ranko le confiaría la captura de Uragiri a Kazuma y Violeta (si es que ella se sumaba), mientras que ella se quedaría a atender a los hermanos. Le daría palmadas en la espalda a Yōgi para despejar sus vías del agua con la que se hubiese atragantado.

Yōgi-san… ¿Cómo se siente?
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Justo cuando Kazuma se acercaba a la puerta y Ranko gritaba, Uragiri volvió a entrar, aunque no voluntariamente, tropezó consigo mismo y cayó de culo al suelo.

¡¡Violeta-senpai!! ¡¡Detenga a Uragiri, por favor!!

Oído cocina. Espero que éste sea Uragiri. — la puerta de tela fue apartada y Violeta apareció en el lugar, haciendo un breve gesto de saludo a Ranko y Kazuma — Perdonen la interrupción.

Mientras la enorme mujer que le había impedido la huida de un empujón se dedicaba a mirar a todos los presentes, Uragiri aprovechó para volver a ponerse en pie y lanzarse a por el lado opuesto de la tienda al que estaba Kazuma, cuchillo en mano. Esperaba poder abrirse él otra puerta para huir.

Mientras, Yōgi intentaba hablar entre toses.

A-agua... — le pidió a Ranko

Su hermano le hizo un gesto a la kunoichi de que se apresurase a darle más liquido mientras daba un nuevo vistazo a la situación y decidía que lo mejor era ignorarles por completo. Ya se apañarían los ninjas, lo importante ahora era Yōgi.


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