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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#91
El pobre búho tenía unas ganas enormes de poner sus manos encima a Etsu, pero ni siquiera era capaz de hablar por la mordaza. Aún así se revolvía y emitía sonidos de furia ante su captor. Sus ojos tenían aún las residuales lágrimas del dolor de su herida, pero poco y nada parecía importarle pese a su estado. Eso fue, hasta que Etsu le metió un patín que terminó por mandarlo al mundo de los sueños, que parecía ser esa la única manera en que podía estarse tranquilo y sin molestar.

Para suerte del Inuzuka, la voz aún no se había corrido por aquel sitio y por el momento aún estaba a salvo de ser víctima de ojos juzgones. El hombre le vendió una botella que curiosamente no estaba del todo tapada. Quizá había sido adulterada en su contenido, pero viendo el resto de recipientes del local del mercader podías intuir que todas estaban en el mismo estado. Probablemente estaban mezcladas con algo para aumentar el volumen de líquido, pero ante la escases o se conformaba con aquello o se iría con las manos vacías. El propio vendedor parecía sudar a ver si el inesperado cliente iba a aceptar la botella.
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#92
Etsu miró la botella, miró al tendero, y sonrió.

Y si me pones otra, te doy el doble de propina.

¿Por qué contentarse con una si podía tener dos?

Armado con alcohol, el Inuzuka saldría de la plaza, y se dispondría tras alguna de las casas cercanas. La intención era buscar una donde no hubiesen demasiadas miradas, no era lo que necesitaba en ese preciso momento. Miró una de las botellas, y arqueó una ceja.

Nunca pensé que mi primera vez... sería así...

Pero tampoco era tanto. Le quitó el tapón, y le propinó un trago. Un trago que casi al instante escupió, pues ese liquido cargado de alcohol, sabía a mil rayos. Sabía a culo de mono, con un toque de moco de troll. Sabía a lombriz de tierra untada en saliva de murciélago cojo. En realidad, no había palabras para explicar ese tan desagradable sabor...

¡¡BUUUUUUAAAAHHHG!! —escupió varias veces, a punto de vomitar. —¡Gruwoooop! —Pero le vino un intento —¡Gruwoooop! —un segundo intento.

Y no hubo un tercero, el chico vomitó hasta lo que había desayunado el día anterior.

Llamó a Juan y toda su familia.

Tras un rato de meditación, terminó por rociarse la botella por la cabeza. Era la opción mas viable, no iba a poder emborracharse con esa cosa... así que al menos, debía oler a ello. Tras hacerlo, abriría la otra botella, y le daría un buche. Ésta vez no lo tragó, si no que lo escupió a un lado. Lo único que quería era oler por completo a alcohol.

Poco después, saldría de allí, caminando como bien sabía imitar. Por suerte para él, había estado aprendiendo un estilo de combate que le venía de fábula para imitar a un completo borracho. El chico caminaba de lado a lado de la calle, casi cayendo al suelo tras cada paso, pero luchando valerosamente contra la gravedad para no hacerlo.

¡La cu-characha! ¡L-LA CU.CA-RACHA! ¡Yia no PUÉ CAMIN-NÁ! ¡PoLQUE no tiene... POLque LE FALTA! ¿¡LAS dos PATIATÁ D-ATRÁ!? —iba cantando a todo volumen, para que nadie se perdiese letra alguna de tan magnifica canción.
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#93
En vista de que el alcohol no era lo suyo, el Inuzuka optó por un ardid bastante ingenioso para imitar a la perfección a un ebrio. No estaba etílico, pero las personas a su alrededor su actuación era tan convincente que le creían. La gente aparecía espantada, pues quizás era un pueblo pobre pero al menos era tranquilo. Además que pocos podían permitirse el lujo de ingerir licor aunque fuese de baja calidad.

Una madre le tapó los ojos a su hija y la cargó rápidamente en brazos para esconderse tras su casa. Los trabajadores madrugadores se quedaban atónitos, quizá sintiendo vergüenza ajena de que alguien tan joven se estuviese perdiendo en el camino de la bebida. Eso sí, casi nadie se atrevía a asomarse a decirle algo por miedo a los músculos que este se echaba encima.

Sin embargo, el Inuzuka lograría percatarse de algo: parecía que le seguían.

Dos siluetas, a veces entre las calles, o escondiéndose tras alguna esquina. De entre todos los curiosos, aquel par parecía estarlo vigilando con sumo interés. Sin embargo, en algún momento alguien finalmente se dignó a dirigirle la palabra.

Un hombre de al menos unos cuarenta años, acompañado de un sujeto que se le hacía familiar. Tal vez a duras penas lo recordaba por las prisas, pero le sonaba quizá haberlo visto con Búho, siendo uno de los dos que habían previamente huido durante el incidente de la madrugada. Mantenía la cabeza gacha, y caminaba casi escondiéndose detrás del otro hombre.

—¡OEH!— Llamó su atención el mayor. Vestía quizá un poco mejor que el promedio de los habitantes, estaba bien peinado y tenía un simpático y formal bigote. No parecía ser alguien especial, pero se miraba como un hombre serio. Tenía un pelo grisáceo que no parecía encajar con la juventud de su rostro, el cuál parecía enojado. —¿Quién eres, forastero? ¿Qué montando escándalo a estas horas?

El otro hombre, jugaba nervioso con sus manos, sudando, negándose a ver a la cara a Etsu.
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#94
Clavó un paso, a medio hundir, y casi cayó de morros al suelo. Estoicamente luchó contra la gravedad, lanzando la mayor parte de su peso hacia los lumbares. Hecho eso, tuvo que tratar con unos cuantos pasos pequeños y poco precisos, en pos de no caer en la dirección contraria a la caída que quería evitar inicialmente —...yiaaaa NO PuÉ caminá! —alzó la botella, como si de un trofeo se tratase, y brindó al cielo —¡HIP!

De pronto, alguien le había cortado el rollo. Trató de darse la vuelta, tan rápido como pudo, y cayó de culo al suelo por tan repentino movimiento. Ladeó la cabeza, y miró la botella. Por suerte o por desgracia, estaba de una pieza.

¿¡QuuuE CARAHO quieREH!? —alzó la voz —¡HIP!

Alzó la botella, aún sentado en el suelo, y le propinó un buche. Al menos eso parecería, pero el chico dejó la lengua entre el licor y la botella, anteponiendola en la misma boca de la botella. Ni de coña iba a darle otro buche a esa mierda.

¡CAra...PEne! —le dedicó unas bonitas palabras sin venir a cuento al más cercano.
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#95
Pero los insultos del vago no parecieron hacer efecto en aquel hombre, pese a que lucía como un fortachón, pues no dejaba de ser un adolescente ebrio cualquiera. Oh, si tan sólo supiera con quién hablaba.

—No quería llegar a esto, ¡átenlo y llévenlo fuera de la aldea! — Extendió su brazo mientras volteaba a ver sus subordinados. —Es un simple forastero que no pertenece aquí, pero ya si eso los animales harán su trabajo ¡Sáquenlo del pueblo!— dijo muy confiado.

Uno de los sujetos asintió, pero el otro parecía algo asustado.

Se acercó al cuarentón y le susurró algo al oído.

—¿¡Qué!?— parecía alarmado.

Sin embargo, para ese momento el otro ya se había intentado abalanzar sobre Etsu para apresarlo en un abrazo. Era más alto que él, pero definitivamente menos musculado, así que su mejor acción era intentar tumbar al suelo al supuesto borracho empujando con todo su peso.
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#96
Para bien o para mal, los tipejos que le venían siguiendo no se amedrentaron. Bueno, al menos no parecieron hacerlo en un principio, pero uno de ellos sí que sabía algo. No quiso movilizarse, pese a las palabras del más valiente de éstos. Tanto era así, que hasta terminó brindándole información al oído. El valiente pareció desconcertado, alarmado por lo que recién había escuchado. Pero ya era tarde para el más alocado del grupo, para el que salvajemente se fue a capturar al pobre adolescente ebrio.

Etsu pudo observar desde su posición inferior cómo el largo se intentaba abalanzar sobre él con un abrazo, y eso que ya estaba sentado. Quizás quería atraparlo contra el suelo, tumbándolo y aferrándose con todas sus fuerzas para que el borracho no escapase. Sin embargo la jugada no le iba a resultar tan sencilla... no señor.

Nada más que Etsu sintió las manos del chico posandose sobre él, lanzó su diestra por debajo de los de su atacante, y lo agarraría con fuerza apresandolo contra él, a la par que giraba sobre sí mismo, causando que el tipo largo cayese por propia inercia. Obviamente, ambos rodarían hacia el flanco del Inuzuka, y terminarían bien cercanos el uno del otro. El rastas trataría de buena manera quedar sobre el tipo con su presa, y entretanto habría antepuesto con su zurda el pulgar en la boca de la botella. No quería desperdiciar el alcohol, por mucho que le desagradase.

¡YIO... TanbIEN TE Q-quERRO!

Y Etsu, sin venir a cuento, trató de besar al tipo en la mejilla en varias ocasiones. Lo tenía apresado con su diestra, de manera bien concienzuda, le sería difícil evitar la tormenta de besos y el aliento de borracho que desprendía el joven, pero no imposible. Después de todo, lo tenía tomado por debajo de los brazos, y aunque estuviese en una posición superior, todavía podría prestar resistencia.

Con la zurda, le llevaría la botella a la cara a su presa —¿¡T-tuuuUU Tanbién quiEE-quiEERESH!? —preguntó, bien amable —¡HIP!
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#97
—¡AAAAAAAHHHHHHHHH! ¡ALÉJATE, ALÉJATE, ALÉJATE, ALÉJATE!— Si bien en un inicio quería apresar al Inuzuka, ahora lo que más quería era alejarse de él. Para su muy mala suerte.

El jefe no sabía como reaccionar, apretaba los puños mientras su otro sirviente parecía aún más asustado. Al final contra esa mole de músculos la violencia no les iba a servir de mucho. Estaban maquinando a mil por hora, algo no estaba bien con aquel ebrio. Si no lo sacaban de ahí el problema iba a ser mayor para ellos. El mayor de todos suspiró y trató de mantener la calma, estaba completamente convencido de que Etsu estaba borracho y creía que no era posible razonar con él, por lo que al menos intentaría seguirle el juego.

—Oye — Se acercó cautelosamente hasta el dúo que forcejeaba en el suelo. —Yo si quiero, ¿si me vas a compartir un poco? — De actitud autoritaria ahora se mostraba con una condescendencia falsa.

Era difícil saber si el miedo había hecho cambiar a ese sujeto, pero ciertamente la confianza previa se había esfumado.

Las siluetas que vigilaban desde los callejones ya se habían largado.
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#98
El larguilucho cayó en seco al suelo junto al shinobi, apresado por su ruda fuerza. Entre el aliento y el olor que desprendía Etsu, así como su intento de besuquear al tipo, poco tiempo le faltó por gritar que se alejase. Fue por lana, y salió esquilado.

Para su sorpresa, el que parecía ser el jefe se acercó hasta ellos, manteniendo aún una distancia prudente con respecto al Inuzuka. Y sin venir a cuento, propuso que él si quería tomar un poco, preguntándole si le compartía. El chico soltó a su actual presa, y miró al cabecilla. Sonrió, y se levantó a duras penas.

¡¡R-rclaaaRRO!! —contestó eufórico.

Asestó un primer paso, y alzó la botella al cielo. Luego intentó dar un segundo paso, uno inzquierdo, y un tanto menos decidido.Tanto fue así, que hasta se desvió de trayectoria y quedó cruzando hacia su diestra. Rápidamente corrigió el fallo, dando un par de pasillos mas hacia su diestra, con tal de equilibrarse, o algo parecido.

«Lo siento mucho... de verdad...»

El rastas se encorvó un poco hacia delante, y su gesto parecía intentar descifrar el rostro del jefe. De pronto, respingó un poco, como asombrado ante el descubrimiento.

¡O-oooYIEEE! ¿n-no SEráh l-la BOFIA? ¿nNUUUoo? —preguntó en lo que su ceja se alzaba hasta lo más alto.

Pero lejos de dejarle responder, salió corriendo hacia él como alma que lleva el diablo, y saltó hacia éste en lo que dejaba caer todo su peso hacia detrás. El resultado sería que plantaría ambas suelas de las botas en la espalda o pecho del jefe, en una doble patada que de una forma u otra, terminaría con al menos uno en el suelo. Etsu sin lugar a dudas caería al suelo, eso sí, con la botella alzada en pos de que no se rompiese.
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#99
El hombre sonrió tímidamente dispuesto a aceptar el trago del Inuzuka, aunque su verdadera intención había sido arrebatarle la botella a fin de evitar que lo usase como arma. Sin embargo el Inuzuka no necesitaba ningún artilugio para ser letal, pues en una simple marometa fue capaz de burlar al sujeto, caer en su espalda y hacer que se estrellase de cara al piso con una estruendosa fuerza, rapándose cara y brazos en la caída.

—¡JEFE!

—¡JEFE!

Los subordinados gritaron horrorizados, quizá exagerando un poco, quizá no. Lo cierto es que corrieron a auxiliar al mayor al darse cuenta que estaba teniendo dificultades para incorporarse. Ciertamente el daño general a su integridad física había sido más violento de lo esperado, por lo que lo ayudaron a darse la vuelta mientras este movía lentamente las extremidades y gruñía por el dolor.

—Maldición... No quería depender de los Cuatro de Ibaraki, pero nosotros no podemos con este sujeto — Dijo con una voz adolorida, abriendo un poco un ojo para tratar de divisar bien al muchacho. —Traten de alejarlo de aquí hasta la noche, ellos vendrán, ellos vendrán seguro — De pronto se fue de nuca hacia atrás, corvándose un poco mientras gruñía.

—¡Ya lo oíste!— Gritó a su compañero.

—¿¡EH!?— Se asustó el otro.

—Tú eres el maldito que le aceptaba los mandados a Búho, a ti te toca hacerte responsable — Se apresuró a decir mientras se echaba el viejo al hombro.

El otro no dijo nada, se mordió el labio y se paró rápido, pero sin querer acercarse a Etsu.
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Entre pitos y flautas... ¡PUM! Etsu se había lanzado sobre el supuesto jefe, botella en alto. El hombre se quejó, como cabe a esperar en ese tipo de situaciones. El golpe había sido más aparatoso que doloroso, pero no cortaba gastos en ninguna de las sensaciones. Se había raspado la cara y los brazos, y sus subordinados quedaron blancos. Tanto fue así que no se atrevían realmente ni acudir a ayudarlo, pero no les quedó otro remedio...

El Inuzuka se reincorporó rápidamente, y salio a bamboleos hasta toparse con la pared más cercana, la de una casa que quedaba justo al lado. Allí se dearía reposar la espalda contra el edificio en lo que podía ver que ayudaban al viejo los otros dos. Éste se quejó de nuevo, y admitió tener que dejarles el trabajo a los cuatro. Casi se dibuja una sonrisa en el rostro del chico, pero tuvo que contenerse. Uno de los subordinados gritó al otro, inquiriendo que llamase a Búho.

Pero Búho no iba a poder ayudarlos ahora mismo... estaba un poco ocupado.

Kito, o Etsu, se dejó caer hasta topar con el culo en el suelo, aún apoyado en la pared de la casa. En esa situación tan problemática, lo mejor era olvidar los problemas con más alcohol. Así pues, le propinó otro buen buche a la botella, obviamente sin beber de la misma...

¡L-oh CUATRRRO s-soplagaiTAH me... me c-COMEN LOH GWE... BOH! —amenazó el Inuzuka. —¡HIP!
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—Ahhh...— El hombre tragó saliva. ¿Él tenía que contener a ese fortachón? ¡Ni siquiera podía jalar una carreta sin ayuda! Estaba jodido.

El otro sujeto se llevó al anciano que a la larga no estaba tan lastimado, pero ciertamente la impresión y el susto tuvieron un efecto más psicológico que físico y no era correcto que el jefe de la villa se jugase el pellejo en algo tan riesgoso. Tanto era el pánico que la poca gente de las calles había preferido ir a esconderse, no sin asomar miradas indiscretas tas cortinas y ventanas para estar pendientes del chisme. Etsu podía percibir claramente cómo casi todos estaban muy pendientes de él.

—¡Has agarrado con la guardia baja a Búho y eso es todo!— Gritó de repente el sujeto —Ya verás, cuando llegue la noche vendrán con refuerzos y no tendrás la más mínima oportunidad contra él — El tipo parecía estarse poniendo histérico. —Será mejor que te vayas, este pueblo no necesita gente de mal vivir como tú. ¡Te estoy dando una última oportunidad! Aunque yo no diga nada, sabrán de ti y créeme que matarte no es la peor cosa que podría pasarte si caes en sus manos! — Soltó la bravata.
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¡Tsh-tsh-tsh-tshhhhh! —aclamó silencio, como si fuese a decir algo importante —¡HIP!

Se llevó a duras penas la mano que sujetaba la botella a la boca, con el índice bien alto, cortando sendos labios por la mitad. Llevó su mirada al susodicho, y terminó por llevar la mirada hacia la botella.

¿C-co-MO querl... mar-a viDA?

»¡HIP!

Se levantó a tamboleos, ayudándose buenamente de la pared. Al llegar a una posición que podía considerarse bípeda en sí, llevó la mano de la botella, con un acusador índice, hacia el sujeto que le había dedicado la bravuconearía.

Yioh sol-o queria tra-baha...

Su ceño se frunció, y terminó por lanzarle su más preciado bien. Si, le tiró la botella.

Casi al instante se arrepintió, su alma parecía irse de entre sus manos, una mueca de dolor agudo e irrefrenable recorrió todo su ser.

¡¡NOOOOOOOOooooohhhoooooOOOOO!!
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Y la botella impactó la frente del incrédulo sujeto que no previó aquel ataque en lo más mínimo. La triste botella cayó al suelo y terminó pro resquebrajarse, siendo que luego eran las gotas de sangre las que caían sobre el alcohol derramado. El sujeto se llevó ambas manos a la coronilla, aunque realmente iba a ser más escandaloso el chichón que el corte en sí.

—¡AAHHHHH! — El sujeto perdió la poca y falsa valentía que le quedaba. Se tropezó al querer dar la vuelta y luego se reincorporó rápidamente.

El pobre sujeto se echó a correr con toda la velocidad que sus piernas de civil le daban, que claramente, no eran muchas. Ahora mismo nadie del pueblo quería hacerle frente por su propia cuenta, como si quisieran depender de la llegada de los Cuatro para arreglarles la vida.
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Y de nuevo, se había pasado pueblo y medio. Muy a su pesar, el lanzamiento de la botella había terminado dando sin querer en la nuca del hombre, que claramente cayó en desesperación y corrió como si la vida le pendiese en ello. El chico en cambio, cada vez veía más nublada su visión sobre lo que debía y lo que tenía que hacer. No era apenas capaz de diferenciar cómo actuar y cómo no, a cada acción que realizaba le salían diez contras. Sin duda la diosa Fortuna no les estaba sonriendo.

Etsu terminó por tomar asiento, de nuevo contra la pared hasta reposar su pandero en el suelo. Ahí quedaría hasta que alguno de esos maleantes se acercase lo suficiente, tenía tiempo para meditar un poco. Al menos eso pensaba, que tendría un buen rato de paz. Pero en fin, como bien dice el abuelo, disfruta de los tiempos de paz porque la guerra siempre acecha.

Quizás dejar de lado el tema de Búho no era la mejor de las ideas, y más aún teniendo en cuenta el estado en que tenía esa herida. Pero por otro lado, debía llamar la atención del grandullón de los Cuatro, y ya había metido bastante la pata como para quedar a medias en las dos cosas. No podía echarse atrás ahora, no después de todo lo hecho. Si Búho tenía que morir por el bien de la misión, quizás lo mejor era asumirlo...

Por un instante el Inuzuka pensó así, pero casi de inmediato tuvo que dejar caer un suspiro.

«Tío, estás perdiendo un poco el norte...»
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Ciertamente, las decisiones que estaba tomando el Inuzuka no estaban dando un buen resultado. Sin embargo, Koke no le había mentido cuando dijo que los Cuatro vendrían si llegaba a montar una buena. Lo cierto, es que estaba omitiendo algo de información importante. Algo que que los propios pueblerinos le dijeron respecto al actuar de los Cuatro.

Etsu no sabía que acababa de golpear al jefe patriarca de la aldea, pero por ahora la montaña de problemas se estaba acumulando sobre sus hombros. Decidió descansar para pensar, pero el tiempo simplemente pasaría. Algunos pobladores saldrían a hacer sus quehaceres, pero sus furtivas miradas presas del miedo no se posarían demasiado tiempo sobre él, siendo que muchos rehuían de su presencia.

¿Cuál era ese detalle que faltaba?
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