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Las comisuras de sus labios poco a poco fueron bajando, formando un gesto de disgusto que pocas veces alguien era capaz de sonsacarle. Podían acusarle de muchas cosas, que le iba a dar igual. Pero que dudasen de su honor y encima se atreviesen a pisotear las sagradas tradiciones de su clan le ofendía más que cualquier otra cosa, principalmente porque lo consideraba una calumnia sin derecho alguno.
—Es hiriente que duden de la lealtad de un Yotsuki— Su tono de voz era normal, que no exaltado, pero su rostro claramente mostraba rudeza. —No sé bajo que experiencia me estés juzgando, pero te pido por favor que no compares las situaciones. Has de saber, que nuestros compañeros son lo más importante para nosotros, más que nuestra propia sangre. Forjamos lazos a través de la experiencia y la batalla, por lo que jamás dejaríamos atrás ni venderíamos a un camarada por voluntad propia. Traicionar a un colega es traicionarse a si mismo y faltar el respeto a todo lo que representa nuestro legado— Habló con todo el temple y claridad que era capaz de mostrar ante un superior. —No debes temer por ello, pero me duele que alguien pueda dudar de mi honestidad.
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Roga, visiblemente ofendido, reprendió a su superior y dejó clara su posicion contundente aunque respetuosamente. Aunque Daruu le mantuvo la mirada durante todo el discurso, nada más terminarlo suspiró y le dedicó una profunda reverencia parándose en el sitio.
—Lo siento mucho, Roga —dijo. Se levantó—. Tienes razón, no debí juzgarte antes de tiempo. No te lleves una mala impresión de mi, he tenido algunas... malas experiencias.
»Fui esposado en Uzushiogakure por un loco de los Uchiha y tuvimos que limpiar una guarida entera de supremacistas del clan Houzuki que secuestraron a la jinchuuriki y pretendían extraerle el bijuu para quedárselo y obtener más poder —explicó, aunque inmediatamente pasó a otro tema porque no quería que sonase a excusa—: Bueno, sigamos adelante. ¿Es tu primera misión de rango C? —preguntó, reanudando la marcha.
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Se le estaba complicando mantener el respeto con la actitud que mostraba. Primero quiso aleccionarlo enfrente de todos los que estaban en la recepción del Edificio de la Arashikage, en segundo lugar cuestionó su propia capacidad, en tercero parecía tan distraído que se le olvidó algo tan simple como los insumos y de cuarto le acusaba bajo la posibilidad de ser un sedicioso. "Claro que sí men." Aunque, de todas formas relajó el rostro con su disculpa, pero seguía sin estar convencido. Entendía que fueran situaciones difíciles, porque a pesar de todo el Yotsuki era más comprensivo de lo que pudiera parecer a simple vista. "Pero no me parece justo rematar con alguien inocente por las malas vivencias." Se lo guardó, porque rápidamente le cambió de tema.
—En efecto, es mi primera de este rango— Contestó a secas. Estaba calmado, pero sin duda no tan alegre como antes. De una u otra forma iba a estar con la espinita algún tiempo.
"Él sabe algo sobre los Hōzuki, pero dudo que logre sacarle el tema." Él era muy sociable y coloquial, pero solía sentirse aburrido ante las personas serias.
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Daruu era un muchacho perceptivo. Notó el cambio en el ambiente cuando Roga le contestó que, en efecto, era su primera misión de rango C. Y de alguna forma lo sintió como fracaso suyo. Él estaba a cargo del genin, y ya estaba perdiendo su confianza.
Cualquier líder sabía que aquello era malísimo.
Sobretodo porque era su primera misión de rango C, y si en algún momento les atacaban y Daruu daba una orden, era mucho más fácil que Roga obedeciese porque de verdad sentía que tenía razón, que por tener que obedecerle al ser un superior.
De modo que se detuvo.
—Oye, Roga. En serio. Lo siento.
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(Última modificación: 6/04/2019, 17:24 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
Al inicio, no se inmutó con la primera disculpa, ya que le pareció de manual y no algo sincero. Sin embargo, no esperaba para nada una segunda. Él no era muy de creerle las cosas a la gente a primeras impresiones, pero creyó que esta sonaba con mucha más honestidad, al no estar adornada con los noventa grados reglamentarios de inclinación. Nunca le habían gustado los protocolos, pero era más abierto cuando se le trataba de forma más condescendiente. Una mala costumbre probablemente adquirida en el seno de su familia, pero que no era algo remediable a corto plazo.
—Está bien, no te preocupes por eso— sonrío calmado.
Y sin embargo, creyó encontrar entonces el tan ansiado momento ideal. No sólo para comprobar que tan patriota podía ser el , sino en sí qué clase de persona era. ¿Sería alguien compresivo o estaba demasiado herido por la traición?
—¿Sabes algo, Amedama? Hay un mensaje que yo tenía que darte. ¿Te suena Tsukiyama Daigo de Kusagakure?— se cruzó de brazos. —Al parecer, ese chico fue uno de los tantos involucrados junto a varios shinobis de la hierba en un altercado con otros de la espiral durante el examen chuunin. Y sin embargo, pese a que actualmente las aldeas mantienen cierta tensión, mostró interés por ti, en saber si estabas bien— Se mantenía sereno todo el tiempo al explicar. —Ya que él no tiene medio para contactarte, me pidió favor que te transmitiera su preocupación si alguna vez me cruzaba contigo— Remató.
No necesitaba explicar el porqué se había guardado aquello hasta ese entonces, pues daba por sentado que Daruu entendía mejor que nadie las tensiones entre las naciones. Pero ya estando fuera de la aldea sin oídos metiches se sentía más libre para comentarlo, aunque también caía la posibilidad de recibir un buen regaño por andar de amigable en tiempos tan oscuros.
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7/04/2019, 18:29
(Última modificación: 7/04/2019, 18:31 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Roga aceptó sus disculpas. Daruu sonrió y asintió, conforme. Mejor. No quería que en su primera misión con un subordinado ya le cogiesen manía. Sin embargo, Roga no se limitó a aceptar sus disculpas y arremetió con... algo totalmente inesperado. ¿Un mensaje de Tsukiyama Daigo, el chico que conoció en el Torneo de los Dojos y junto al que recibió una brutal paliza de alguien que, por no ser shinobi, no podía presentarse a la competición?
—Al parecer, ese chico fue uno de los tantos involucrados junto a varios shinobis de la hierba en un altercado con otros de la espiral durante el examen chuunin. Y sin embargo, pese a que actualmente las aldeas mantienen cierta tensión, mostró interés por ti, en saber si estabas bien— Se mantenía sereno todo el tiempo al explicar. —Ya que él no tiene medio para contactarte, me pidió favor que te transmitiera su preocupación si alguna vez me cruzaba contigo— Remató.
Daruu rio y se cruzó de brazos, mirando al cielo y dejando que la lluvia bañara su rostro.
—¡Aahh, Daigo, todavía te acuerdas de mi! —dijo, como hablándole a la nada—. Pero si tanto te acuerdas deberías saber que no se me mata tan fácilmente. —Miró a Roga—. Bueno, pues muchas gracias, Roga. Si me lo encuentro le diré que recibí su mensaje de tu parte.
»Ahora continuemos, no vaya a ser que se nos haga de noche antes de tiempo.
Roga y Daruu reanudaron la marcha, ambos más animados. El asunto de Daigo había permitido limar un poco las asperezas del primer encuentro. Al cabo de un par de horas de travesía, divisaron al fondo el gran bosque de tumbas del Cementerio del Gobi. Aunque Daruu no era un creyente fervoroso, y menos en las tonterías de espíritus y fantasmas, no pudo evitar sentir un sobrecogedor escalofrío. La realidad era suficientemente oscura como para sentir miedo por las fantasías.
—Dios... ¿cuántos muertos debe haber aquí? ¿Cientos? ¿Miles? —«Kokuo, pese a que puedas tener razón en muchas, muchas cosas. Todo esto es obra tuya. Todo. ¿Cuántas familias habrás roto?»
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El Yotsuki río por lo bajo. "Así que ese eres tú, Amedama Daruu." Sólo él dentro de su cabeza entendía a que se refería con ello, por lo que se limitó a continuar con el viaje ya con los ánimos renovados.
No fue sino hasta que llegaron a su destino, que una vez más el ambiente cambió drásticamente. "Es tan... No sé..." No podía imaginarse en su cabeza cómo pudo haber sido aquel desastre que arrebató todas las vidas de las que ahora sólo quedaban nombres grabados en piedra. Él ni siquiera había nacido para aquella fecha, siendo algo que se veía ajeno, pero que de alguna forma le involucraba. "De una u otra forma, los hechos marcan una historia que nos interconecta a todos." No estaba serio, sino más bien, inexpresivo.
—Muchos menos de lo que realmente sucumbieron aquel día— contestó la retórica del superior. —Mi mamá me dijo que probablemente hay una gran cantidad de cuerpos que ni siquiera fueron encontrados, pero aquellos que desaparecieron no corrieron una mejor suerte— se paró a su lado sin verle. En su lugar, oteó la zona. —No puedo imaginar lo que ocurriría si alguien como esos extremistas Hōzuki que mencionaste hubiesen logrado su objetivo... no sé porqué alguien desearía algo como esto— se cruzó de brazos.
»Yo no había nacido para aquella época, pero acá están las pruebas de que uno simplemente no puede voltear la cara ante la tragedia.
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Roga le dijo que, según su madre, probablemente hubiera más muertos allí de los que fueron encontrados y, por consiguiente, ocupaban aquellas tumbas. Luego, el muchacho remarcó que podría haber pasado algo similar si los Kajitsu Hozuki hubieran logrado su objetivo. Daruu observó las tumbas en una panorámica visual y sonrió de forma triste. Ni siquiera se había parado a pensarlo. No.
—Aquél día, Roga, te prometo que lo último en lo que pensé fueron los miles de víctimas que podrían tener. Aunque te parezca extraño, es curioso cómo cambia la perspectiva cuando le tocan a uno algo más personal —murmuró, bajando la mirada—. Bueno, vamos. Tenemos una misión que cumplir.
Daruu se deslizó por la siguiente colina y se plantó en medio de la cuadrícula de féretros. Arrugando el morro, caminó lentamente entre ellos mirando a un lado y a otro.
«Tanta gente...»
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"¿Algo personal?" No tenía una pista clara de cómo comparar aquello. ¿Sería orgullo? Era lo único que se le venía a la cabeza, aunque también era consciente de que no tenía prueba alguna de ello, por lo que su apresurada conclusión no tenía un fundamento real en el cuál basarse. Sólo sabía, que al menos Daruu tenía muchas historias interesantes a sus espaldas y que se quedaría con las ganas de escucharlas porque tenían un trabajo por delante. "Ahhhh, bien dicen que el tiempo es valioso, me gustaría tener más." Suspiró nuevamente echando a andar.
Observó al chūnin, el cuál parecía tener sensaciones encontradas con el ominoso paisaje que les rodeaba. Por su lado, el Yotsuki estaba mucho más relajado, aunque sabía guardar respeto por el lugar que pisaban. Aún no había llegado la más cruda de las horas nocturnas, pero el ambiente de por sí era bastante lúgubre a simple vista.
Pensó, entonces. Y se removió incómodo mientras seguía los pasos del jefe de operaciones.
—No sé que podría querer alguien aquí. ¿Las ofrendas a los difuntos? Hay que ser muy desgraciado para profanar este lugar— se mantenía con los brazos cruzados y con la vista al frente. —Pero los motivos no nos incumben, sólo debemos constatar las sospechas— lo dijo casi con lástima. —¿Qué lugar considerarías correcto para montar la guardia? Estamos en la periferia, pero no sé si quieres adentrarte en el corazón del cementerio— sugirió.
Actuaba diligentemente, pero eso era porque tenía una certeza de que la misión iba a ser cumplida desde el momento que pusieron su nombre en ese pergamino. No procesaba margen de error.
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Roga opinó que había que ser un desgraciado para profanar las tumbas. En aquello estaban en perfecta sintonía, y así se lo hizo saber con un asentimiento breve, pues sobraban las explicaciones.
—De todas formas, Roga, a un ninja siempre le importan los motivos —dijo—. Porque eso podría llevarnos a averiguar algo más.
El muchacho preguntó cuál sería el mejor lugar para acampar.
—Continuemos un poco más adentro —contestó Daruu—. Si alguien está haciéndole algo a las tumbas, imagino que no se arriesgaría a hacerlo en los extremos, donde pudiera ser descubierto.
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Él no lo había visto de esa forma, puesto que si su deber era sólo sacar la primera impresión, el siguiente equipo que si fuese enviado a completar el asunto era el que iba a indagar en aquellos detalles. "Oh, pero si dan la opción de saciar la necesidad de respuestas, lobo no va a oponerse. Así será más interesante." sonreía, aunque no le viesen. Le encantaba la idea de zamparle algo de emoción.
—Entendido— respondió afirmativamente.
Trataba de prestar atención a la ruta a seguir, o a algún detalle perdido, aunque en realidad no era del todo bueno en ello. Quizás lo hacía más por no aburrirse que por estar realmente pendiente, porque si no su mente empezaría a divagar y a imaginar alguna tonada rara nuevamente. Probablemente no sería capaz de detectar ningún detalle que Daruu no viese antes. Cómo fuese, la parte más tediosa iba a ser la de tomar los turnos de vigía.
—Ya que mencionaste que alguien no se arriesgaría a ser descubierto en los lindes, me pregunto. ¿Serán lo suficientemente listos para no alzar las sospechas ante un shinobi? Si yo fuera un bandido sabría que mis trucos de asustar incautos con ruidos raros no funcionarían contra dos ninja y me escondería en mi madriguera. ¿Qué más serían si no dos menores de edad a altas horas de la noche en medio del cementerio? Oh, pero si son tontos seguramente brincarían de todas formas— carcajeó. —Está también la inverosímil opción de que no sólo crean poder con nosotros, sino que tengan los medios para hacerlo, pero es un panorama que no veo muy factible, aunque lo dejo servido en la mesa— La confianza de sus palabras no se perdió en ningún momento, pese a que la última podría ser inquietante para algunos. De todas formas, no lo sabrían hasta que sucediese.
Tal vez solía plantear demasiadas cosas por anticipado, pero bajo esa máscara de despreocupación era costumbre de él cotejar las opciones para prever posibles sucesos.
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—La verdad, no sabremos qué nos espera hasta que nos lo encontremos —dijo—. Una vez, mi compañera de grupo, nuestro sensei y yo fuimos a Coladragón a recoger un libro, simplemente. La misión era esa —explicó, mientras seguía caminando—. Al final, resultó que la dueña se había sellado dentro de su propio libro, creando un mundo imaginario por Genjutsu... que a la vez era real. Y estaba alimentado por gente que había quedado atrapada dentro. Algo terrible.
»Tuvimos que "matar" a toda esa gente para salir. En realidad, sus cuerpos habían muerto hace mucho, mucho tiempo. Pero sus consciencias seguían vivas allí dentro. Siendo torturadas. Terrible —dijo, cabeceando—. Por eso digo que nunca estarás preparado para lo que puedas encontrarte. Lo más probable es que sean las payasadas de unos críos, pero deberíamos mantener cautela y caminar en silen...
Daruu se detuvo de pronto, y extendió el brazo en horizontal, mostrándole la palma de la mano a Roga en un gesto que claramente quería significar espera. Más adelante, una pequeña humareda había comenzado a ascender al cielo repentinamente.
—Eh, eh, mira eso —susurró—. Alguien ha encendido un fuego.
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—What!?— A ver, que se esperaba todo menos que le contara algo como aquello. Si de por sí era muy difícil tragarse los cuentos de la gente, mucho menos iba a tomar por veraz una historia como esa. Era como si de la nada le dijeran que fue a comprar pan y regresó de salvar al nuevo mesías del ninshuu de unos zombies. Como que la cosa no encajaba. Y sin embargo, si lo que Daruu buscaba era presumirle de su rango inventándose una épica anécdota, aquella era muy surrealista. La única razón por la que decidió tomarlo en serio, era porque mencionó la palabra sellado. Oh, sí. Algo como aquello sólo podía ser obra de un demoníaco fūinjutsu. ¿Marcas misteriosas que inmovilizan a la gente? Fūinjutsu ¿Ropas o edificios indestructibles? Fūinjutsu. ¿Meter enormes monstruos de chakra en cuerpos mortales? Fūinjutsu. Podían decirle que lavaba cerebros y se lo iba a creer. Nunca había entendido como algo cómo eso funcionaba, eran cómo maleficios conjurados por brujos que le vendieron su alma al diablo. La propia historia de Daruu le constataba, que sólo un arte maligno como ese era capaz de realizar semejante barbaridad.
Si resultaba ser algo peor como sugería Daruu, deseaba que no tuviera que ver con sellado o cualquier otro ritual de magia negra, porque no podía referirse a ello de otra manera.
Ya volviendo a los asuntos serios, se detuvo tal y cómo le indicó, observando el tenue humo que empezaba a elevarse.
—Es extraño y sinsentido— murmuró lo suficientemente bajo para no ser escuchado en la lejanía pero lo suficientemente fuerte para que el chūnin pudiese oírlo, acercándose un poco a su oreja. —Si fueran los supuestos saqueadores sería poco prudente llamar la atención de esa manera. Pero tampoco creo que alguien haya venido a acampar aquí en su día libre. ¿Deberíamos buscar una posición alta para observar mejor sin tener que arriesgarnos tanto?— parpadeó un par de veces. —¿O nos acercamos en sigilo directamente?
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Daruu miró a un lado y a otro. Sonrió.
—Roga, mira a tu alrededor. Sólo hay tumbas. Más adentro hay alguna cripta un poco más grande, pero... tendríamos que pasar por donde está el fuego —dijo Daruu, encogiéndose de hombros—. Lo mejor será que nos acerquemos, entonces. Cuidado.
El muchacho comenzó la marcha, muy lentamente, acercándose al humo. Conforme se iban acercando, a oídos de los dos llegó la voz de una mujer. Se quejaba, molesta, de que el fuego no avivara lo suficiente. Daruu arqueó una ceja, se levantó, y se acercó con algo más de confianza.
Había una muchacha que había acampado en el cementerio, en un claro sin tumbas. Había levantado una tienda de campaña y estaba encendiendo una hoguera, ahora que llegaba la noche. Era castaña, enjuta y con el pelo sucio. Iba vestida toda de marrón, y tenía unas gafas redondas muy grandes y un sombrero de cuero.
—Vamos... vamos... ¿¡por qué es tan difícil encender un fuego!? —Las llamas, tímidas, no eran más que unas pequeñas ascuas. Lo suficiente para levantar la humareda pero no lo suficiente para calentar ni para dar luz a alguien acampando en un siniestro cementerio.
—Eh... ¿hola?
—¡AAAHH! ¡Qué susto! —La muchacha pegó un brinco y se retiró a rastras hasta el pie de su tienda—. ¿Quié... quiénes sois?
—Lo mismo podría preguntarte yo a ti —contestó Daruu, y se cruzó de brazos.
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Se limitó a asentir e imitar las indicaciones del superior, acercándose de la forma más discreta posible. Aunque, cabe destacar que luego fue el propio Daruu que pasó a una actuación mucho más directa al percatarse de que la fuente del fuego -o casi fuego- se trataba posiblemente de una indigente. "¿Pero qué demonios hace una chica así en este lugar?" Estaban por averiguarlo.
Nuevamente fue Daruu quién tomó la iniciativa inquiriendo de forma severa a la mujer, aunque el Yotsuki se lo pensó un poco.
"A simple vista sólo es una indigente. Que no me extrañaría que intentase robar algo de este sitio para venderlo por un buen precio, aunque esos brazos parecen más palos de escoba." Hay que saber, que Rōga en realidad es mucho más amable de lo que parece. Pero de tal forma, no conocía las intenciones de la muchacha. No era de tirarse a las preguntas directas cómo el chūnin, sino que utilizaba rodeos para sacar información que tal vez no fuese revelada de la mala manera. Aprovecharía entonces para jugar al policía bueno y al policía malo con tal de hacer colaborar a la chica.
—Creo que nuestras respectivas placas pueden responder tu duda— sonrió aún en la oscuridad. Tal vez la noche hubiese caído, pero aunque el símbolo no fuese distinguible al menos podría darse cuenta que portaban bandanas de shinobi. —Muchas malas lenguas hablan de fantasmas que le susurran a los transeúntes en este sitio, ¿no te da miedo estar por aquí?— Ladeaba su cabeza cómo perrito curioso. —Mira que si lo que buscas es un refugio, creo que hay callejones de Shinogi-To mucho más cómodos. ¿Qué te ha traído a este lugar?— remató sin perder su aire de confianza.
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