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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Bueeeeeeenoooooooooos diiiiiiiiiiaaaaaaaaaas — una adormecida Ren, hizo acto de presencia tras bajar las escaleras que daban a la casa. Vestía un pijama de una pieza completo que simulaba un panda, incluso tenía una pequeña capucha.

Oh, buenos días ¿Ya te has despertado? — Oda bebió de su taza. — Bonito pijama ¿Es nuevo?

El Dragón Azul llevaba cerca de una media hora abierto ya; Nanasi leía el periódico apoyado detrás de la barra, acompañado del serio Oda en su rutina; esta vez el contenido de su taza tenía un color marrón oscuro, y todo el pequeño local tenía un olor fuerte a cafe.

De que me suena esta chica... — se acercó un poco el periódico, pero pronto desistió en su esfuerzo, dejándolo en el primer lugar libre que tuvo. — Buenos días dormilona.

Bueeeeeeeenos dias a ti tambieeeeeen — alargaba las palabras mientras sus ojos todavía estaban medio cerrados; tras la barra y al lado de su tutor, comenzó a prepararse ella misma el desayuno.

¿Y qué? ¿Te gusta como ha salido? A mi me sabe bastante bueno, pero es la primera vez que pruebo a hacer café con todos esos cachivaches — bufó sonriente, mirando desde su posición cruzado de brazos, las probetas todavía con café.

Está muy bueno. Seguro que en un tiempo eres capaz de preparar el mejor café de todo el país de la Lluvia

Ren comía una tostada sin nada en ella mientras terminaba su taza de leche. Se sentó al lado de Oda, y prosiguió en silencio; en ese estado medio dormida, no solia ser muy habladora.
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#2
Uno de los primeros clientes aquella mañana sería un chunin ataviado con todo el uniforme reglamentario. Llevaba un pañuelo atado sobre la cabeza en el que llevaba la bandana de Amegakure, la chapita plateada en el lugar que le correspondía y el chaleco típico. Además, sus formas eran serias. Apenas tenía expresión facial, como si todo su entrenamiento hubiese sido quedarse mirando a la lluvia sin pestañear durante años.

Traigo un pergamino para Himura Ren, se le ha asignado una misión. — diría a la primera persona que viese detrás de la barra — Figura esta dirección como su residencia.

En cuanto alguien le cogiese el pergamino que ofrecía con su mano derecha, haría una breve reverencia y desaparecería por la puerta tal y como había aparecido



(C) No es para tanto


Publicada en: Amegakure
Solicitante: Raidekiru Shin
Lugar: Campos y Montañas de la Tormenta

Buenas tardes, me llamo Shin y soy algo parecido al jefe de una asociación de agricultores de los Campos de la Tormenta. Y bueno, los miembros han estado quejandose de un par de hombres que han decidido cobrar peaje por pasar por un camino que va hasta su pequeño asentamiento. Los hombres en cuestión son los hermanos Orokana. Son buena gente, seguro que con advertirles que dejen de hacerlo ya valdría, pero han insistido en contactar con especialistas en estos temas y solucionarlo de una vez por todas. También han hecho otras trastadas, nada serio. Y bueno, nada más. Que no son demasiado peligrosos, son buena gente.

El pergamino adjunta la dirección exacta del asentamiento afectado en los campos de la Tormenta.


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#3
Ambos adultos observarían al posible cliente, pero cuando ambos escucharon el nombre de la joven, giraron sus cabezas para mirarla. Tenía media tostada todavía en la boca, y lo único que hizo fue hacer un quejido semi dormida. Suspirarón.

Oda extendió el brazo para coger el pergamino, y luego dárselo a la joven, haciendo todos los presentes una suave reverencia antes de que se marchara por la puerta. Ren la hizo cuando ya se marchó.

Parece que tienes otro encargo, peque — deslizó el cilindro, para después dar otro sorbo a aquel delicioso y amargo café. Negro como su ropa.

Ren observó extrañada el pergamino, tras terminar de tomar su tostada, había dormido bien aquella noche, ni si quiera había trasnochado, pero aquella mañana estaba realmente perezosa. Nanashi le arrojó un vaso de agua en la cara cuando la nota de la misión estaba en un lugar seguro.

PERO A TI QUE TE PASA — por fin había espabilado.

¿Encima que me preocupo por ti? Que feo, Ren-Ren. Ve espabilando ¡Ve espabilando! Que a saber donde será donde tienes que ir y no tengo ganas de que reniegues por haber llegado tarde — los dos adultos habían reconocido el grado de la misión sin ningún problema; en parte se sentían algo preocupados ¿estaba la joven cualificada para una tarea de rango C ya? Solo el tiempo lo diria.

Ya voy a PREPARARME CARACULO — se marchó enfadada escaleras arriba, dispuesta a cambiarse de ropa.

Reinaría el silencio hasta que el ruido de sus pies cesara en los escalones, y después volverían a suspirar los dos.

Espero que todo salga bien

Si... Una misión de rango C puede llegar a torcerse con la misma facilidad que cualquier otra... Solo espero que vuelva sana y salva. No me gustaría recibir una carta de defunción — apretó sus dedos contra los antebrazos, a la vez que se mordia un carrillo en el interior de su boca.

Ambos miraban ligeramente angustiados la puerta por la que había abandonado la joven la habitación. Era enérgica, y bastante inocente, pero estaba empezando a hacer grandes progresos, solo podían desear y rezar todo el día porque aquella misión acabara bien; y no con ello se referían a que fuera un éxito, si no a que la joven volviera a casa.

Con aquel extraño look que solía portar, con una camisa sin mangas blancas encima de una sudadera negra al igual que sus pantalones, y par de zapatillas deportivas que compartían color con su camisa; la joven bajó dando botes de ilusión, teniendo dificultades para arreglarse el daisho y una pequeña mochila que había preparado.

¡Me marcho a los Campos y Montañas de la Tormenta! No sé si me llevara mucho tiempo volver, así que... — consiguió terminar de arreglar el daisho, y puso su mochila de color azul oscuro por delante. — Llevo una muda, patatas, un par de libros, algunos de mis casettes favoritos. ¡Ah, y conseguí hacerle al final espacio para la GameNinja Color!

El golpe unísono de ambos adultos sobre sus propias caras con la palma de la mano abierta, resonó por todo el local.

Dame eso, no puedes ser más tonta — dijo acercandose.

¡No! ¡Al menos déjame el reproductor de casettes!

Después de una larga discusión, la joven consiguió acceder a las exigencias de Nanashi y las críticas de Oda. Estaba lista para marchar, pero triste mientras veía la lluvia caer en la entrada del pequeño local de comida.

Jo... ¡Pues ya no os traigo ningún recuerdo!
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#4
Ren viajó a pie. ¿Qué otra opción tenía? El tren iba todo el camino hasta Yukio, y después tendría que volver y ya no con lluvia. Con nieve.

En fin, se dirigió a los campos de la tormenta sorteando las montañas de la tormenta. Sin embargo, el pueblo estaba en la otra punta, tan alejado de Yukio como de Shinogi-to. Normal que tuviesen que pedir ayuda a Amegakure, desde luego nadie poderoso se iba a molestar a irse tan lejos a hacer negocios.

La lluvia no era problema, llegar a los campos no fue problema, pero una vez dentro de los campos, todo parecía igual. Incluso con la ayuda de un mapa, Ren era totalmente incapaz de orientarse como es debido. Junto al pergamino le habían dado un mapa de los campos con los caminos y el asentamiento que correspondía a la misión señalado.

Justo al caer la noche llegó a una pequeña aldea donde el único edificio que aún tenía las luces encendidas era la posada local. Debía estar cerca del camino entre Shinogi-to y Yukio y lejos de su destino, porque el lugar estaba bastante lleno.

Podía entrar y asegurarse un lugar para dormir o seguir buscando con la esperanza de acabar de orientarse antes de morir de hipotermia.


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#5
Las luces de la posada supusieron un gran alivio para la morena, que no dudo en dirigirse directa al local al ver en los carteles que se trataba de una posada. Mientras se acercaba bajo la lluvia, con la cabeza tapada por su sudadera, dejó escapar un pequeño bufido. Estéticamente en el exterior, le recordaba mucho a la posada en la que pasó varios días con Hana.

«¿Qué estará haciendo ahora? Espero que esté bien» pero su mayor deseo al volver a pensar en la rubia, fue el del volver a verla. Una vez en la entrada, bajo un pequeño todo, se sacudiría moviendo la cabeza a los lados y las extremidades como pudo, si lo hubiera visto su falsa hermana, se hubiera reído comentando que parecía un perro.

Buenas nocheeees — dijo asomándose al interior, buscando alguien que trabajase en el local, acercándose a lo que fuera más parecido a una recepción. — Me gustaría pasar la noche aquí si es posible...

Si alguien la reciba, se dirigiría a aquella persona, si no; seguiría hablando con un tono ligeramente alto, mientras con la vista seguía buscando a cualquiera que pudiera ayudarla.
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#6
Buenas nocheeees Me gustaría pasar la noche aquí si es posible...

La joven kunoichi se acercó al único mostrador que había, que se extendía varios metros y conectaba recepción y restaurante en una misma barra. El hombre corpulento que había tras ella dio dos pasos que hicieron resonar el suelo y se plantó enfrente de la muchacha. En vez de contestarle a ella, se giró hacia el final del pasillo, donde se abría una zona amplia con mesas.

¡EH! ¡¿Quien ha perdido a un niño?! — las mesas estaban a reventar, así como la barra, sin embargo, el hombre se tomó su tiempo antes de girarse de nuevo a Ren. — ¿Quien es tu papi, pequeñin? Estoy ocupado ahora mismo, así que buscalo solito.

Si Ren no decía nada, volvería a patearse la barra al otro lado.


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#7
¡EH! ¡¿Quien ha perdido a un niño?! — las mesas estaban a reventar, así como la barra, sin embargo, el hombre se tomó su tiempo antes de girarse de nuevo a Ren. — ¿Quién es tu papi, pequeñin? Estoy ocupado ahora mismo, así que buscalo solito.

Aquello la irritó más de lo esperado. Que la confundieran por un chico era lo de menos, había sabido convivir con ello y no le suponía nunca ningún problema; quedaba en una graciosa anécdota y generalmente no sé sentía ofendida. Pero tratarla con ese tono tan condescendiente, y aquellos apelativos, fue lo que realmente la molestó. Agarró su bandana y la enseñó con la misma furia que mostraba su dentadura al hablar; tratando de intimidar a aquel imbécil.

Soy UNA kunoichi de la Lluvia. Y estaba buscando un alojamiento — le faltaba poco para comenzar a responder de mala gana y perder las formas.

Ren hace uso de Autoridad de la Tormenta

¤ Autoridad de la Tormenta
- Legado de: Amekoro Yui en el año 200
- Requisitos: Pertenecer a Amegakure
La historia de Amekoro Yui, que ajustició sin remordimientos a todos los ninjas que apoyaron al traidor que acabó con la vida de Ruichi Yuukaito, es conocida por todo Oonindo. Se cuentan historias —ciertas o no— sobre la poca piedad que se tiene en la Lluvia con los traidores y desleales. Eso, sumado a la reputación de sus ninjas como tenaces e implacables, hace que el usuario disponga de una bonificación de 20 puntos a Carisma a efectos de causar intimidación (por su complexión, el uso de su Poder, o la exhibición de la mejor de sus sonrisas amejin), excepto ante shinobi y kunoichi de la misma aldea. Además, los civiles del País de la Tormenta tienden a respetar más la autoridad de sus ninjas.
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#8
Soy UNA kunoichi de la Lluvia. Y estaba buscando un alojamiento

La visión de la bandana de Amegakure, que el hombre había obviado por completo, sería suficiente para amilanar al más aguerrido de los civiles del país. Pero las palabras de Ren remataron la faena, haciendo que el hombre reculase un paso antes de volver a hablar con la kunoichi, esta vez con tono conciliador.

E-Era una broma, claro. No nos quedan habitaciones... bueno, nos queda una pero la habíamos cerrado porque tiene un par de goteras. Si la quieres, es tuya. Te la dejo gratis, siempre que nos permitas darte una buena comida y la pagues, claro.

Si tenía que elegir entre tener una habitación cerrada por goteras o dejársela a un ninja de la lluvia que se gastase su dinero en el restaurante, pues la decisión estaba clara. Incluso deberían felicitarle por servir a la patria.


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#9
La joven sonrió satisfecha con su pequeña "victoria". Aunque era más mérito de la bandana que de ella misma, pero seguía siendo suficiente para ella; y tan pronto como aquella mala hostia se convirtió en júbilo por su nueva habitación, su expresión también cambio.

Bueno, supongo que ya me las apañaré como pueda en la habitación. Aunque llueva constantemente en la aldea y estemos acostumbrados. ¿qué clase de loco dormiría entre mojado? — añadió. — Cenaré entonces algo antes de marcharme a la habitación; tanta caminata me ha abierto el apetito, y ya me acabé el bento que traje de casa

Después de que le cediera la llave e indicara donde estaba su habitación, se dirigiría dispuesta a darse un buen atracón. Ya le preguntaría más tarde por direcciones cuando su estómago dejara de protestar.
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#10
Bueno, supongo que ya me las apañaré como pueda en la habitación. Aunque llueva constantemente en la aldea y estemos acostumbrados. ¿qué clase de loco dormiría entre mojado? Cenaré entonces algo antes de marcharme a la habitación; tanta caminata me ha abierto el apetito, y ya me acabé el bento que traje de casa

Oh, no se preocupe, señorita. Las goteras están controladas pero la gente se queja del ruido así que solemos cerrar las habitaciones para evitarnos quejas.

El hombre le indicaría que las escaleras estaban al final a la derecha, para subir a las habitaciones, y que la suya era justo la última del pasillo superior. Le aseguró que le subirían la comida de inmediato, se trataba de menú fijo, así que no tenía donde elegir. Ya hablarían largo y tendido por la mañana.

Cuando Ren llegase a su habitación vería que efectivamente, las goteras estaban controladas. Debajo de cada una de las tres fugas había un cubo metálico. Parecía que los acababan de vaciar, porque con cada gota había un sonoro clonk que resonaba por toda la habitación.


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#11
Arrugó el rostro, mientras escuchaba el sonoro ruido de como todas y cada una de las gotas caía cada cierto tiempo, turnándose entre ellas para hacer un sonoro ruido metálico por toda la habitación. Suspiró y cerró la puerta tras ella, dejando su mochila sobre ella misma después de que se tumbara para mirar al techo.

Esperaba que para cuando hubiera comido, el ruido se hiciera algo más ameno. Vaciar un cubo dentro de otro sería estupidez porque seguiría sonando uno o dos de estos. Al menos había conseguido que accediera a dejarle llevarse el reproductor de casettes con al menos uno de estos; dos canciones eran más que suficientes para que cayera muerta de sueño mientras las escuchaba; se recompondría sentándose en la cama, y buscando en el interior de su mochila algo más cómodo para dormir.

Tras dejar tanto su ropa y daisho, como la mochila al lado de cabezal de su cama, y el reproductor de música sobre la mesa, se volvería a sentar con un pijama celeste con diversos dibujos de conejos blancos tanto por los pantalones como el camisón. Empezaba a estar famélica.
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#12
No pasó mucho tiempo esperando, pronto oyó pasos por encima del ruido de las voces de la fiesta que se estaba formando abajo.

5B, 5B... — esa era la habitación de Ren.

Los pasos finalmente llegaron hasta el final del pasillo y se detuvo.

P-Pero si... — parecía consternada. — ¡D-Disculpe! ¿Hay alguien ahí? Traigo la cena, ¿puede abrir?

Si Ren abría la puerta encontraría a una muchacha alta, incluso más que ella, de pelo increíblemente largo y blanquecino, escuálida, con una bandeja en sus manos. Parecía la bandeja de su cena. La chica vestía un simple vestido de color marrón sin adornos y muchos arreglos. Tenía los mismos ojos verdosos que el hombre que la había atendido. Aunque parecía mucho más asustada y nerviosa de los desconocidos que él.


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#13
Fue una voz femenina la que la alerto; ella yacía tumbada mirando al techo en su cama, con las piernas colgando por el final lateral de esta. Se levantaría sin dar mucho más problema, sorteando los cubos para acercarse abrir la puerta.

¡Muchas gracias, ya me empezaba a morir del hambre! — dijo mientras abría la puerta, percatándose un poco tarde de la altura de quien le había traído una bandeja con su cena, teniendo que alzar un poco la cabeza para mirarla a los ojos. — O-Oh, no te había visto antes. ¡Gracias por la comida igualmente! — añadiría con su habitual sonrisa, para coger la bandeja que esta traía entre sus manos, disponiéndose a darse un banquete si nada se lo impedía.
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#14
O-Oh, no te había visto antes. ¡Gracias por la comida igualmente!

N-n-n-n-no hay de qué. — parecía encallarse al principio y después escupir la oración entera cuando conseguía dar la primera palabra.

Ren le quitó la bandeja de las manos antes de que la muchacha pudiese reaccionar. Antes de que cerrase la puerta, la chica empezaría a gesticularle que tenía algo que decir pero tardaría unos segundos en reunir el valor para hacerlo.

S-s-señorita, luego pasaré a vaciar los cubos, si-si-si le parece bien.


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#15
Ante su expresión, no pudo evitar mostrar una muesca de extraño apoyándose en ladear la cabeza.

S-s-señorita, luego pasaré a vaciar los cubos, si-si-si le parece bien.

Vaaaale... — dijo sin estar muy segura. — Pero tampoco hace falta; si los vacías el ruido será muy molesto hasta que vuelvan a llenarse. Estaré bien, no te preocupes — le dedicó una sonrisa.

Intentaba tranquilizar a aquella joven antes de volver al interior de su habitación; el hambre y estomago de la kunoichi de la Lluvia podían a llegar a ser bastante grandes, sobre todo cuando vives en un restaurante, pero el corazón de la morena era mucho más grande que su apetito.
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