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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
— Claro que lo soy, Kinumi-chan. Pero hasta que llegue el día en el que me enfrente a un gran dilema moral, prefiero concentrarme en cosas más simples, como esta misión.

No confies demasiado en la simplicidad de este misión. Nunca se sabe. — hizo una breve pausa y justo un olor a comida recién hecha entró en la estancia. — ¿Crees que es el vagón restaurante?

Y vaya si lo era, en cuanto abrieron las puertas del siguiente vagón verían a un lado, un montón de mesas y al otro, una enorme cocina que iba de punta a punta del vagón. Había un mostrador donde se podía pedir comida para llevar, porque la mayoría de mesas estaban ocupadas.

Kinumi pediría su segundo desayuno, pues el dinero no era problema para ella. En cuanto Toshio hubiese pedido lo suyo se afianzarían una mesa, un sitio más comodo para sentarse que sus camas. El restaurante cerraba a las nueve y para estar en una mesa tenían que pedir algo cada media hora aproximadamente.

Así se pasaron la mitad del viaje, hasta que les echasen, sentados uno enfrente del otro compartiendo más anecdotas o sueños estúpidos. Kinumi se abrió lo suficiente para contarle a Toshio que era su padre quien la forzaba a ser kunoichi y era su madre la que por detrás le decía que no hacía falta que se forzase, que si algún día quería dejarlo, ella lidiaría con él. Pero no le disgustaba ser ninja, pero sí que le disgustaba la superioridad con la que hablaba siempre su padre solo por tener un kekkei genkai.

Volvieron rápidamente a las anecdotas de la academia antes de que el ambiente se volviese demasiado frío e intransitable. La Uchiha se durmió en cuanto se tumbó en la cama, fruto de toda la comida que habían ingerido tanto ella como Toshio, a quien no le había quedado más remedio que aceptar cuando la morena no podía más.

Como si tuviese un sensor, en cuanto el tren se paró de madrugada, Kinumi ya estaba dandole palmadas a Toshio en la cara. En su defensa, desde abajo no veía donde estaba qué del pelirrojo y no iba a arriesgarse a palmear de cuello para abajo, así que fue bajando de arriba a abajo hasta encontrar su cabeza.

¡Despierta! ¡Toshio! ¡Hemos llegado, va!

Cabe añadir, que fuera no era precisamente de día y que la estación de los arrozales no era ni la mitad de magnanime que la de Kusagakure. Era prácticamente un anden y ya. No le recibiría ningún sol radiante cuando Kinumi lo arrastrase fuera del tren, ni una luna perlada. Estaba todo... como muy oscuro.

Solo los faroles que iluminaban el andén le dejarían ver donde pisaba, mientras la Uchiha se iba directa a un mapa que había clavado en la pared.


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#47
— No confies demasiado en la simplicidad de este misión. Nunca se sabe.[/color] —Kinumi hizo una breve pausa, y justo entonces les llegó el olor a comida recién hecha desde otro vagón—. [sub=mediumpurple]¿Crees que es el vagón restaurante?

— Espero que sí. ¡Me muero de hambre!

Y lo era. Apenas abrir las puertas del siguiente vagón, Toshio se maravilló al encontrarse con un montón de mesas y una enorme cocina. Apenas podía hacerse a la idea de que algo así cupiera en un vehículo.

Ambos chicos pidieron algo de comer y se sentaron en una de las mesas durante varias horas. Ella le contó que fue su padre quien la obligó a convertirse en ninja, mientras su madre insistía en que podía dejarlo en cuanto quisiese.

» Mientras a ella le guste ser ninja...» pensó el chico, escuchándola con atención, aunque tampoco es como si hubiera podido hacer algo al respecto si no fuera así.

Hablaron de más cosas, hasta que finalmente el sueño pudo con la Uchiha, que se quedó dormida en cuanto se recostó en su cama.

El chico tardó un rato más en dormirse, y de haber tenido elección no lo habría hecho en lo absoluto, pero la idea de no dormir antes de una misión sería una de las más estúpidas de su vida, y tratándose de él eso sería mucho decir.

...

«¡Despierta!» Le gritaba Yuki, desesperada, arrastrando al chico mientras se desangraba «¡Despierta!»

— ¡Despierta! ¡Toshio! ¡Hemos llegado, va!

— ¡Aaaah! —Por reflejo, el chico se levantó de golpe, resbalándose y cayendo de la cama cual saco de patatas—. Ay...

Luego de haber recogido las cosas y de que Kinumi lo arrastrase fuera, Toshio se encontró con la oscuridad de la noche, que solo tenía como rival a la débil luz de unos faroles.

Sin añadir nada, el herrero seguiría a su compañera para leer un mapa que encontraron clavado en una pared.
#48
Kinumi revisó el mapa para confirmar lo que ya sabía, la aldea en cuestión estaba bastante alejada de la estación. Chasqueó la lengua.

Hay que caminar un trecho todavía. ¿Has desayunado? ¡¿Qué digo?! Si aún ni te has despertado, desayunaremos por el camino. Si paramos no llegaremos hasta el mediodia.

Agarró a Toshio de la ropa y lo arrastró fuera de la estación, en dirección al sur. La Uchiha se sacó una bola de arroz y se la fue comiendo mientras miraba los alrededores y el pequeño mapa que había sacado de su bolsa buscando algo para orientarse.

Por suerte, en cuanto salieron de la estación, el cielo empezó a aclararse, señal inequivoca de que se acababa la madrugada y empezaba el día.


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#49
— Hay que caminar un trecho todavía. ¿Has desayunado? ¡¿Qué digo?! Si aún ni te has despertado, desayunaremos por el camino. Si paramos no llegaremos hasta el mediodia.

Toshio simplemente levemente. ¿Que ni había despertado? El no estaba seguro de haber dormido siquiera.

El chico sacó un emparedado de jamón y queso de su mochila, además de una pequeña botella de agua.

—¿Quieres? —Le ofreció el agua mientras la chica buscaba cómo orientarse.
#50
—¿Quieres?

Toshio le ofreció agua y Kinumi aceptó sin pensarselo demasiado, echandose un poco en la boca sin llegar a tocar la boquilla con los labios, una vez hubiese liberado su mano de la bola de arroz, claro.

Finalmente, guardó el mapa, algo más confiada en el camino que habían tomado.

Si seguimos hacia el sur, como vamos hasta ahora, deberíamos llegar o a la aldea en cuestión o a un camino que nos llevará a la aldea. No hay perdida.

Apretó el paso con intención de llegar cuanto antes.


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#51
El chico también tomó un trago de su botella, antes de guardarla.

— Si seguimos hacia el sur, como vamos hasta ahora, deberíamos llegar o a la aldea en cuestión o a un camino que nos llevará a la aldea. No hay pérdida.

— ¡Genial! —Exclamó Toshio, feliz de estar ya a punto de empezar con su trabajo—. Vamos.

Ambos genin apretaron el ritmo sin querer perder un solo segundo más.

— Quizá debamos quitarnos las bandana antes de llegar. —Dijo mientras andaban—. Ya sabes, para no alertar al culpable si está por ahí y resulta que no son lobos.
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— Quizá debamos quitarnos las bandana antes de llegar. Ya sabes, para no alertar al culpable si está por ahí y resulta que no son lobos.

Kinumi desaceleró el paso y se llevó el indice a la barbilla, pensando en la propuesta de Toshio. No era tan sencillo como quitarse las bandanas y a vivir.

¿Qué excusa ponemos para llegar a una aldea tan remota? No es que esté precisamente cerca de la estación.

Dudaba mucho que esa aldea tuviese turismo, o por lo menos, turismo de verdad, de gente que viene a pasar sus vacaciones. Tendrían como mucho especialistas en arroz o algo así, gente que va expresamente porque es una aldea alejada y cosas así. Desde luego, ella no podía empatizar con ese tipo de gente. Teniendo un país entero dedicado a las aguas termales, había que estar loco para venir a un cenagal como aquel de vacaciones.


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#53
— ¿Qué excusa ponemos para llegar a una aldea tan remota? No es que esté precisamente cerca de la estación.

Toshio se llevó una mano a la barbilla, pensativo. Con lo mal que se le daba actuar era complicado que pudiera mantener cualquier clase de mentira durante mucho tiempo, pero esperaba que fuera el suficiente para no alertar a nadie, al menos no hasta que se encuentren con su cliente.

— ¿Que nos perdimos yendo de camino a la Villa de las Aguas Termales? —Sugirió el chico—. O no sé. Podríamos ser fanáticos del arroz o algo así.

Claramente su última idea no iba en serio, pero mientras más pensaba en ello más problemas le veía.

» Nada. De todos modos sería raro que llegásemos preguntando por Miniku-san. —Concluyó, desechando la idea.
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Las excusas de Toshio eran tan malas como las que había pensado ella. ¿Que se habían perdido? Solo tendrían que haberse quedado en el tren en el que iban. ¿Qué sentido tenía hacer el final del trayecto a pie?

» Nada. De todos modos sería raro que llegásemos preguntando por Miniku-san.

No, no, me parece buena idea. A ver, tanto como buena tampoco. Interesante diría. Podríamos hablar primero con los civiles, ver qué creen ellos y después ir a ver a Miniku-san.

Si lo hacían al revés, todo el mundo sabría ya quienes eran, lo cual podía ser bueno o malo. Si entraban primero como turistas o como fuese, podrían descubrir cosas que no descubrirían como ninjas. O no. Pero ¿quien sabe?


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— No, no, me parece buena idea. A ver, tanto como buena tampoco. Interesante diría. Podríamos hablar primero con los civiles, ver qué creen ellos y después ir a ver a Miniku-san.

Toshio se sorprendió un poco. Con lo mucho que parecía divertirme a Kinumi burlarse de él, realmente no se esperaba que fuese ella quien insistiera en continuar con una idea suya.

— ¡Periodistas amantes del misterio! —Exclamó Toshio, como si fuera la idea más maravillosa del mundo—. Podríamos haber llegado precisamente para hacer una noticia de esto.
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— ¡Periodistas amantes del misterio! Podríamos haber llegado precisamente para hacer una noticia de esto.

Era una idea... genial. Demasiado buena para que la hubiese tenido Toshio.

Sería una buena idea. Así seguro que la gente nos cuenta cosas, nada como decirles que se van a hacer famosos para que suelten la lengua. ¿Tú llevas algo para anotar? Porque no se van a creer que somos periodistas sin tomar notas.

Ella no llevaba nunca nada para anotar. Casi ningún ninja lo hacía, los problemas ninjas solían solucionarse usando la cabeza para dar cabezazos no anotando un sudoku para resolverlo antes de que pase un eclipse solar ni puzzles de ningún tipo.


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— Sería una buena idea. Así seguro que la gente nos cuenta cosas, nada como decirles que se van a hacer famosos para que suelten la lengua. ¿Tú llevas algo para anotar? Porque no se van a creer que somos periodistas sin tomar notas.

¿Algo para apuntar? La verdad es que Toshio no pensaba que llegaría tan lejos con su plan.

— A ver... —dijo el chico, empezando a revisar su mochila.

De ella sacó una botella de agua, que volvió a meter allí dentro, además otro bocadillo, unas canicas, unos calzoncillos, una carta, la ropa que había guardado y... ¡una libreta y un lápiz!

— ¡Sí, aquí está! —Por primera vez en su vida ser desordenado le había servido para algo.
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— ¡Sí, aquí está!

Después de sacar de su mochila lo decible y lo indecible, pero sobre todo cosas completamente inútiles, sacó una libreta y un lápiz. Kinumi tuvo un momento de lucidez y decidió que no dejaría a Toshio tomar demasiadas decisiones. Como para irse a una misión de verdad con él en la que tuviesen que acampar a la intemperie, seguro que salía de la villa solo con cosas innecesarias y acababa teniendo que dejarle de las suyas.

En fin, una vez solucionado lo de la libreta, quedaban los detalles por ultimar.

¿Y sobre los nombres? ¿Nos los cambiamos o vamos con los de verdad? — todo por meterse en el personaje claro.


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— ¿Y sobre los nombres? ¿Nos los cambiamos o vamos con los de verdad?

Ahora sabiendo que sí tenía una libreta, Toshio volvió a guardarla en la mochila junto al lápiz, aunque esta vez estarían arriba, donde no se perderían entre todo lo que tenía el chico tirado en su mochila.

— No creo que tengamos que cambiarlos. No es como si nos fuera a reconocer nadie. —Respondió el chico—. Pero si preguntan, somos de Tane-Shigai ¿vale?
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— No creo que tengamos que cambiarlos. No es como si nos fuera a reconocer nadie.Pero si preguntan, somos de Tane-Shigai ¿vale?

Entonces Kinumi se percató de que se estaban olvidando de lo más importante.

Espera, ¿cómo se llama nuestra revista? Habrá que sonar creíbles y tener la misma versión por si nos separamos no levantar sospechas. ¿Y cómo nos hemos enterado de las desapariciones? Dudo que se vaya pregonando por ahí.

Había muchos puntos a cubrir para llevar a cabo esa operación, pero a Kinumi le parecía entretenido. Y hasta puede que útil. Todo lo que tenían que hacer hasta la noche era recabar información y aquella manera sonaba tan factible como cualquier otra.


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