Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
12/03/2021, 00:06 (Última modificación: 8/07/2021, 02:49 por Akamatsu Nao. Editado 1 vez en total.)
Llevo esta trama como narradora. Además, decido no cobrar esta misión.
Era un día bastante soleado en Kusagakure, y los pájaros cantaban alegremente hasta ser interrumpidos por una gran ave negra, dispersándose a su paso.
Se trataba de un extraño buitre con una cara muy amargada que volaba por sobre la zona residencial de la aldea, como si buscase algo. Cualquiera se preguntaría que hacía un pájaro de tan mal agüero por ahí, hasta que se dieran cuenta del brillo reflejado en una bandana de Kusagakure que esta misma portaba alrededor de su cuello.
Entre sus patas portaba un pergamino, y cada tanto parecía buscar un sitio en específico. Fue así que cuando por fin divisó la casa, descendió a toda velocidad buscando una ventana sobre la cuál postrarse. Picoteó un poco el cristal de la misma, buscando sitio además donde dejar el escrito.
—¡Zhaoren Lyndis! ¡Zhaoren Lyndis! ¿Está Zhaoren Lyndis por aquí? — Clamó el ave con estruendosa voz esperando a que alguien se asomara. —¡Traigo un pergamino de misión para Zhaoren Lyndis! — Repitió una vez más el pajarraco.
Ya sea que alguien se asomara o no, el ave simplemente dejaría el rollo en el borde la ventana, alzando vuelo nuevamente tras haber cumplido su encargo.
(C) Otra tabla más en el puente
Publicada en: Kusa Rango recomendado: Genin/Chuunin Nivel recomendado: 12~ Solicitante: Kōno Naotsugu Lugar: Puente Tenchi
Desde hace ya mucho tiempo, el Puente Tenchi fue dañado por uno o varios perpetradores desconocidos. Desde ese entonces el paso a través de él estaba parcialmente cortado y las reparaciones fueron postergadas. No es sino hasta ahora que los propios habitantes de los pueblos cercanos al País de la Tierra han decidido juntar fondos para su completa renovación ante los ojos ciegos de las autoridades que no dieron prioridad a su reconstrucción pese a ser una zona fronteriza importante. Sin embargo, bandidos y criminales que se habían aprovechado de esto para asaltar a los comerciantes que buscaban vías alternas no parecen contentos con este plan y han atacado a los trabajadores.
El jefe de la obra, el señor Naotsugu ha solicitado entonces un shinobi que actúe como guardaespaldas de los trabajadores ante los furtivos ataques de los criminales que buscan sabotear los esfuerzos para reconstruir el puente. Se solicita que viaje lo antes posible a la frontera, para reunirse con el señor Naotsugu.
La mañana se había presentado para ella normal en su medida, su madre ya se había marchado a su pequeña tienda de costura y ella por el momento, no tenia nada que hacer. La pequeña casa estaba limpia en su totalidad, el día anterior habían hecho la compra por lo que a menos que quisiera ejercitarse un poco aquella mañana, otra cosa no tendría que hacer.
Tras hacerse una taza de café bien amarga, se dirigió al salon todavía en su pijama de una única pieza que simulaba un mapache de pelo marron claro y con una inútil capucha para el interior. Pero la habitación estaba hasta arriba de colchas, sabanas y algunos cojines o almohadas; si ya era pequeño de por sí, siendo unos escasos diez metros cuadrados, ahora se veía completamente ridiculo. Suspiró y dió un sorbo, bebiendo por error demasiado y quemandose los labios cuando unos fuertes golpes sonaron en la ventana de la cocina de donde venía.
— ¿¡Pero que coño haces!? — gritó tras abrirla, al ver al enorme ave e intentó agarrarla de las garras.
—¡Zhaoren Lyndis! ¡Zhaoren Lyndis! ¿Está Zhaoren Lyndis por aquí? — Gritaba sin parar y la joven estuvo a punto de agarrarlo de cuello hasta que reculó.—¡Traigo un pergamino de misión para Zhaoren Lyndis! —[/sub] Repitió una vez más el pajarraco.
— ¿Eh? ¿Una misión — respondió sorprendida.
Soltó el pergamino enrollado sobre el borde de la ventana, para ser recogido por Lyn posteriormente para alzar el oscuro animal el vuelo. La chica de piel bronceada lo abrió todavía molesta por el escándalo y procedió a leerlo sentada en la mesa mientras terminaba su desayuno.
— Bueno... Pues hoy tampoco voy a poder relajarme
Tras varios minutos después de volver a su habitación en el piso superior, dejó una pequeña nota escrita en la mesa que le indicaría a su madre que se debía marchar por otro encargo, cosa que a ninguna de las dos le molestaba. Tras vestirse con su ropa habitual, aferrar con fuerza su bandana en el brazo que indicaba que estaba de servicio, y echar a su espalda el macuto, se dirigió hasta el lugar indicado sin mucha prisa pero tampoco pausadamente, al menos aquello le serviría para estirar las piernas un rato.
El pájaro no se iba a quedar a dialogar con la genin, pues aún con sus gritos, el ave jamás se dio la vuelta.
Por su parte y tras ver sus planes de un día tranquilo arruinados, Lyndis tomó una decisión muy particular: La de viajar a pie hasta la zona fronteriza donde debía realizarse la misión.
Planeó que fuese un viaje tranquilo, sin tomar en cuenta que le tomaría aproximadamente casi tres días en llegar hasta el sitio indicado.
Tras salir de Kusagakure podría seguir el camino indicado, pero las nubes sobre su cabeza serían llevadas por el viento, así como el movimiento del sol que lentamente se desplazaría hasta el horizonte de la bóveda celeste. Más temprano que tarde el día habría transcurrido, siendo que justo cuando empezaba el anochecer ella habría llegado apenas hasta Tane-Shigai, probablemente cansada por la propia decisión que llegó a tomar. Era una suerte que la ciudad estuviese justo en su ruta pues al menos podría buscar donde pernoctar.
Pero ciertamente debía replantearse si seguir con su plan, pues aún quedaba otro tramo ligeramente más largo para llegar a la frontera con el País de la Tierra.
No fue la mejor de las ideas desde luego recorrerse a pata semejante tramo, en su cabeza sonaba espectacular, le serviría para entrar en calor pero en su mente el Puente de Tenchi estaba más cerca de lo que en realidad separaba semejante distancia. ¿Como hubiera sido recorrer entonces todo Oonindo a pata? ¿O corriendo? Seguro que para alguien con suficiente carisma y voluntad, no supondría más de una semana.
Gastó todo el día en llegar hasta Tane-Shigai donde se vió obligada a tener que descansar en una humilde posada mientras intentaba recapacitar en su mala decisión. "Nah, la culpa es de los mapas, que estan mal hechos" pensó intentando no admitir su error; aunque en el fondo le molestaba porque por lo menos tardaría un dia más en volver a casa. En cualquier caso, cuando amaneció, se dirigió a la estación de tren con la espera de coger el primero que saliera en dirección a la frontera oeste, con un poco de suerte llegaría antes del medio día.
Apelando a un razonamiento más adecuado, la kunoichi decidió entonces por tomar un tren en la ciudad para llegar a la frontera. Sería un viaje largo, haciendo una pequeña escala en la estación que conducía a las Riberas del Río sagrado, y posteriormente seguiría su camino hasta el Puente Tenchi.
Si bien ella esperaba llegar al medio día, tardó un par de horas más, llegando a eso de las dos de la tarde con el sol en pleno apogeo.
Una vez estuviera abajo con sus cosas, notaría el gran movimiento de los alrededores. Grandes grupos de trabajadores llevando materiales de construcción de un lado a otro, ya sea a pie o ayudándose de caballos. Parecía que no les quedaba realmente muchos días para terminar las obras.
Todos iban de un lado a otro, sin prestar atención a la jovencita recién llegada.
Y es que al bajar de la estación y acercarse al lugar acordado, nadie parecía tener tiempo para ella corriendo de un lado los trabajadores sin apenas prestarle atención. Dio un suave gesto, para ponerse el zurrón sobre el pecho y así evitar cualquier mano curiosa e indiscreta que quisiera investigar que llevaba en su mochila y de paso, sacar uno de los bollos de carne que se había llevado para el camino.
El objetivo era el puente al fin y al cabo, así que una vez allí seguro que la bandana captaba la atención de alguien que estuviera a cargo de la obra y conociera el encargo de la misión. Mientras se quedaría como un anciano comiendo y observando la obra desde la firmeza de la tierra sin poner un solo pie sobre la madera, viendo a la gente marchar y volver.
Los hombres no la interrumpieron, aunque se le quedaban viendo algunos de reojo. Llamaba la atención su bandana, pero más su extraño "maquillaje" que le daba un aire muy extraño. Sin embargo, los sujetos estaban demasiado ocupados para quedarse parados a criticarla. Ya habría chisme para luego.
Mientras avanzaba y buscaba en quién apoyarse, ella divisaría a un grupo en especial cerca de una improvisada caseta. Un hombre sujetaba unos planos y señalaba con su mano a su vez que gritaba, dirigiendo a los distintos grupos de hombres que se movilizaban a toda prisa. Uno de los capataces que se encontraba dialogando con él, de pronto volteó, notando la presencia de la chica y de inmediato avisó al sujeto que parecía ser el jefe de la obra.
El sujeto era alto, regordete, con una barba castaña algo poblada para su calva cabeza. Sus ojos eran vivarachos y su sonrisa bastante amplia.
—¡Oeh! — Llamó de pronto el grandulón, usando su mano para indicarle a la chica que se acerca. --¿No serás tú el shinobi que solicitamos, eh chica? — Dijo con una sonrisa confianzuda. —De ser así, permíteme presentarme: Soy Kōno Naotsugu jefe de obras — Extendió su mano para estrechar la mano la de la chica, siendo un saludo un tanto distinto a las típicas reverencias. Si ella aceptaba, notaría que el sujeto empleó bastante fuerza en el apretón.
—¿A dónde vas por cierto con ese maquillaje? Pareces un mapache bandido, jaja — Río el sujeto. Parecía rebosar de energía.
Le quedaba menos de un cuarto, cuando alguien intentó llamar su atención con la mano, a lo que respondió señalándose con su mano libre así misma, y el grandullón terminó de afirmar que era a ella por lo que procedió a acercarse a él.
—¡Oeh! ¿No serás tú el shinobi que solicitamos, eh chica? — Dijo con una sonrisa confianzuda. —De ser así, permíteme presentarme: Soy Kōno Naotsugu jefe de obras — Extendió su mano para estrechar la mano la de la chica, siendo un saludo un tanto distinto a las típicas reverencias. Si ella aceptaba, notaría que el sujeto empleó bastante fuerza en el apretón.
— Lyndis Zhaoren, encantada de trabajar contigo — respondió estrechandole la mano, notando la firmeza del agarre, aunque no le llego a molestar.
—¿A dónde vas por cierto con ese maquillaje? Pareces un mapache bandido, jaja — Río el sujeto. Parecía rebosar de energía.
— No es maquillaje, es una marca de nacimiento — termino de comer el trozo que le quedaba, de mala gana masticando malhumorada y desviando la mirada a los alrededores de nuevo, tras acabar su comida, volvió a mirar al jefe de obras. — Dijisteis que teniais problemas con... ¿Bandidos? Parece que ya casi habeís terminado — añadió compartiendo seguramente mirada hacia el puente con Kōno.
—¿De nacimiento dices? Marca de nacimiento sería algún lunar, o alguna mancha rara... ¿pero toda la cara en plan antifaz? Es que lo veo y no me lo creo. Hasta te creería más si fuera un tatuaje o algo, pero bueno, eso no es el tema que nos concierne aquí — Se cruzó de brazos.
Pese a que ella dijo estar feliz de colaborar, sus modales denotaban lo contrario. Al capataz no le pasó desapercibida la actitud rebeldona de la muchacha. ¿Pero que podía hacer él contra la juventud? Al menos intentar guiarla, pero no pudo evitar levantar la voz ante el tono insolente de la muchacha.
—Si... y no.... movió su cabeza de cada a lado. —Si, vamos a terminar pronto, pero eso no significa que no tengamos problemas. De hecho, tenemos más de uno. Entre tres de mis muchachos heridos la noche pasada, el atraso más grave fue cuando alguien hace un par de semanas saboteó una sección que ya habíamos terminado. Estos rufianes no se limitan solo a intentar atacarnos, sino que en el momento que nos descuidamos vandalizan lo que ya hemos hecho y nos retrasan. Si no fuera por ellos en realidad ya habríamos terminado el trabajo. Sólo necesitamos unos días más, sin que nadie nos moleste, y aquí es dónde entras tú.
Señaló a la muchacha en el pecho con su dedo índice.
»Necesitamos que encuentres a los bandidos. Ya me da igual como los escarmientes, solo quiero que dejen de acercarse y nos dejen terminar de una buena vez. La guarida parece estar del otro lado en el País de la Tierra, pero más allá de eso nadie ha tenido el tiempo ni los huevos de acercarse por temor a represalias. No es uno, son varios, y armados, aunque sólo atacan pasada de la media noche y en la madrugada. Por lo menos, tienes cara de matona, así que confío en que les puedes dar una paliza en nombre de mis muchachos lastimados.
Ante la nueva acusación de las marcas de su cara, se acarició la zona con la yema de los dedos después mirárselos. Obviamente, no estaban manchados. Comenzó entonces a explayarse en explicar el problema, cruzándose de brazos y acariciándose el mentón, sorprendiéndose con un pequeño respingón y abriendo los ojos cuando fue señalada.
— Uhm... Entiendo, de hecho cuando acabaseis y os marcharais, podrían volver a destrozarlo — giró la cabeza, observando el puente. — ¿Teneis idea de si son muchos? Aunque esten armados, no creo que tenga muchos problemas, pero la superioridad numérica, sigue estando — añadió acercándose a él, y mirando la mesa solo por encima sin tener idea de que iban todos esos planos.
—Hmmm...— Se acarició su barba. —Pues el número exacto no te puedo decir, pero por lo que me contaron mis chicos menos de seis no son...— Suspiró. —Seguramente sean más, quizás unos diez si me lo preguntas. No pocos se atreverían a intentar averiar adrede de nuevo el puente — Se removió y entonces se sentó en si silla y sacó un mapa de un tubo.
—Nosotros estamos aquí— Señaló el campamento en su lado del puente. —Y por lo que sabemos, ellos tienen que estar en algún lado de acá—. Señaló una amplia zona boscosa justo del otro lado.
»Los motivos de estos saboteadores no son tan sencillos. Hasta hace poco mantenían controlada la zona aprovechándose de la situación del puente para asaltar a los comerciantes que no podían transitarlo. Y pues ahora se les viene el changarro abajo... En parte, creo que es inútil. Ellos saben que es cuestión de tiempo para que se termine la obra. Pero como dices, luego podrían volver. Y es ahí el detalle. Si han conseguido suficiente refuerzos como para intentar plantar un explosivo o lo que sea, como mínimo están organizados... El gobierno está demasiado ocupado con sus políticas como para darse cuenta de que si estalla una nueva guerra este cruce será vital. Realmente ha sido el temor de la gente la que hizo que se nos encargara la reconstrucción del puente. Es algo más profundo de lo que parece. Ten cuidado muchachita.
Al ver como accedía a contarle más de la situación, se acercó colocándose a su lado para seguir con la mirada sus indicaciones y más explicaciones. Desde luego era un problema para el comercio actual y futuro y sin tan importante era como mencionaba, no podían tampoco dejarlo pasar por mucho más tiempo, y más si asaltaban a los comerciantes pero...
— Pero... Pero si se dedican a asaltar comerciantes y tal ¿no sería simplemente mejor dejaros terminar el puente? Si es un lugar de importancia para el comercio, es mejor dejaros acabar para que retomen sus vias comerciales y entonces asaltarlos ¿no? — Preguntó moviendo un poco la mano para dar algo de énfasis a su explicación. — Eso, o quien los dirige a esos bandidos es incluso aún más estúpido que los propios bandidos, tampoco van a sacar mucho de robar y saquear a unos obreros — se apoyó entonces en la mesa, mirando los planos de nuevo.
» Recapitulando un poco... ¿Casi unos diez dices no? Mhmhm... Si vinieran de uno en uno tal vez tuviera problemas con los últimos pero todos a la vez... No creo que pueda ocuparme yo sola
—Se dedican a asaltar a los que iban en rutas alternas, o a los que no pueden ir en grandes caravanas con carretas o caballos. No es que no puedan, pero se les dificulta. Es más fácil asaltar a dos o tres transeúntes cargando bultos en su espalda que a un gran convoy. De por así algunos comerciantes directamente han optado por el uso del tren en lugar del puente, lo que los ha hecho desesperarse más — Bufó. —Como sea, yo lo que quiero es evitar que lastimen a más de mis chicos. A la larga me importa un pepino que motivos tengan ellos para hacer lo que hacen, pero mientras sigan lastimando personas es peligroso.
El sujeto se puso en pie y sacó una caja con puros de la parte trasera de su pantalón, tomando uno y encendiéndolo, dándole algunas caladas.
—De uno en uno no van a venir, te lo aseguro. Cuando han atacado a mis chicos de mínimo vienen unos cuatro a la vez, pero tampoco creo que vengan todos de golpe. Aunque eso sí, como hagas las cosas eso ya es cosa tuya. ¿O me dices que no sabes lidiar con estas cosas? Como me digas que es tu primera misión o algo voy a maldecir a más de una generación. Como te digo, lo suficientemente ocupados ya estamos todos. Trabajamos todo el día, como para tener que estar de vigía en la noche ante un ataque. Ya sabrás tú como te las ingenias.
— Tsé, no es mi primera misión — respondió también con un bufido por no responderle que era la segunda misión que tomaba. — En eso tienes razón, atacar pequeños grupos es mejor y al fin y al cabo, cuando acabéis las reparaciones y se reanude el tránsito, si no son estos acabarán siendo otros bandidos.
Tomó asiento a su lado en otra silla, para evitar el sol en la poca cobertura que había en aquel lugar.
— En fin, hasta que caiga la noche tengo que hacer tiempo, así que me quedaré por aquí descansando. Dudo que sean tan imbéciles de atacar durante el día, supongo que os puedo acabar echando alguna mano en alguna cosa que otra igualmente
—No te preocupes, preferiría que te relajases y te tomases el tiempo libre para planear las cosas. Igual, los que hacemos este trabajo es porque ya tenemos práctica, y aunque podrías ayudarnos con las tablas prefiero que estés descansada y en buena forma para la noche. Créeme, que uno termina medio muerto con estas rutinas y no te lo recomiendo para nada —. Se dió la vuelta.
—Lo que si. Si quieres acomodarte te preparamos una caseta en nuestro campamento, es aquella que está al final — Señaló con su dedo. —Te esperábamos un poco antes para que pudieras descansar del viaje, así que está acomodada con al menos una colchoneta y ya sabrás tú como organizar tu equipaje. Por el momento tengo que seguir vigilando que todo siga en orden. Nos vemos —. Diría antes de alejarse nuevamente hasta dónde varios trabajadores martillaban.