Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
23/06/2019, 17:12 (Última modificación: 25/06/2019, 20:48 por King Roga. Editado 4 veces en total.)
Yo había elegido cobrar mi está misión . Pero, ante la ausencia de Kaido, ha quedado en pausa. Pasaría a cobrar está misión en su lugar.
Lluvia, cielo gris, agua por todos lados. Un día común y corriente en Amegakure. Oh, eso sería de no ser por una pequeña variable. Porque nada puede ser común y corriente cuando cierto Yotsuki de cabellos tricolores hacía acto de presencia en un lugar. Su paso pomposo y su alegre sonrisa, acompañado de aquel cuero negro que le daba un aire extravagante. Y por si aquello no fuera suficiente, todavía faltaba la joya de la corona que terminaba de anunciar su llegada.
...Hey Satan!, paid my dues
Playing in a rocking band
Hey mama!, look at me
I'm on my way to the promised land, whoo!...
Aquella canción anunciaba su presencia en el lugar, entrando por la puerta del edificio de la Arashikage cómo si estuviese desfilando por una alfombra roja. Tenía las manos en la cintura y avanzaba con paso firme por el vestíbulo hasta la recepción. No le importaban las miradas curiosas, al contrario, las agradecía. "Lobo aúlla de nuevo." parecía divertido.
Cuando llegase finalmente hasta el escritorio, se cruzaría de brazos y sonreiría a quién estuviese sentado en la silla, encandilando con su presencia.
—Hola. Recientemente no he recibido llamadas de mi sensei, que seguramente está algo ocupado y eso me deja a mí con tiempo libre... Quiero hacer algo productivo con mi vida, así que he venido a solicitar una misión— diría con tono presuntuoso. —Seguro hay algo en lo que puedan ocupar a tan prominente y eficiente genin cómo yo— Alzaría ambas cejas en gesto cómplice.
Le daba igual si era C o D, pues lo único que necesitaba era tener el número en el papel para conseguir méritos para el examen chuunin. "Huh, ya me he aburrido de vagar por ahí." Para algo tenía trabajo.
Si algo quedaba claro es que la presencia de King Roga nunca, nunca, pasaba desapercibida allá por donde pasara. El muchacho entró por la puerta principal de la Torre de la Arashikage como quien entra a un escenario y, por supuesto, todos los focos le apuntaron inmediatamente. La gente se volvía para mirarlo, ya fueran civiles o shinobi, y las expresiones que se dibujaban en sus rostros eran tan variopintas como las pintas que se gastaba: desde la admiración entre algunos genin recién graduados, pasando por la incredulidad de la inmensa mayoría de los que se encontraban allí, hasta, incluso, la reprobación de las personas más recatadas y conservadoras con las normas de respeto del lugar.
Y una de esas miradas era la del hombre que ocupaba el asiento tras el mostrador. Un hombre que ya había vivido la mitad de su vida, de cabellos ya canos recogidos en una coleta y una barba tan larga que le colgaba más allá del pecho. Oh, sí, aquella era la legendaria barba de un legendario hombre que no ha perdido un enfrentamiento de espadas en más de veinte años.
—Buenos días, joven —le saludó Bayashi Hida, con una respetuosa inclinación de cabeza—. Sí, creo que acaba de llegar la misión ideal para... ocupar a un genin tan prominente y eficiente como tú —repitió sus palabras, no sin cierta guasa.
Bayashi Hida cerró el pergamino en el que había estado concentrado hasta hacía tan sólo unos minutos y lo depositó con cuidado frente a Roga, sobre el mostrador.
(D) Un problema... de digestión
Publicada en: Amegakure no Sato Rango recomendado: Genin Solicitante: Amekoro Yui Lugar: Baños de la Torre de la Arashikage
Los baños de la Torre de la Arashikage necesitan una buena limpieza a fondo después de que cierto "individuo" sufriera un problema de digestión. Se solicita inmediatamente la contratación de un genin para arreglar el entuerto.
24/06/2019, 18:29 (Última modificación: 24/06/2019, 19:02 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
Rōga podría ser un genin, pero no era tan ingenuo cómo otros de su edad. No le pasó desapercibido el tono burlesco con la que el anciano se refirió a él. "¡Ha! Que le pican los pelos de chivo, viejo cabrón." Tampoco pasó por alto el hecho de que el pergamino que estaba sosteniendo en sus manos era justamente el que acababa de dejar frente a él. El Yotsuki tomó el escrito y entonces tras leerlo creyó entender las intenciones del viejo, probablemente con el fin de escarmentarlo por su actitud farandulera. Lobo chasqueó la lengua y mostró su reluciente dentadura. "Je, buen intento."
Es más, todavía se atrevió a acercarse al escritorio, apoyando el brazo derecho mientras se agachaba un poco y se recostaba para ver al recepcionista sin perder la mirada desafiante y aquella brillante y pícara sonrisa.
—No podía ser más perfecto— de alguna manera, se tomó de forma personal la actitud de Hida para con él. Pero si algo iba a dejarle en claro, es que el no era cómo cualquiera de los otros novatillos que venían a su mesa. —¡Esos retretes van a quedar igual de blancos que mis dientes!— Se aseguró de decirlo en voz alta para que los demás presentes escucharan. —Va ver su cara reflejada en la taza— se irguió de nuevo y se cruzó de brazos, arrogante. —Y ahora, si pudiese ayudarme en mi misión. ¿Podría por favor decirme en que planta está el cuarto de mantenimiento con los artículos de limpieza? Y también de la ubicación de los baños— No conocía demasiado sobre el Edificio de la Arashikage, pero preguntar es de sabios.
Llegó ahí con una sola idea: llenar el currículo. De todas formas, él era de la mentalidad de que ningún trabajo era denigrante, que hablando de eso... "¿Que tan desastroso fue para que el conserje de turno no pueda hacerlo?" Aquella era la única incertidumbre que rondaba su cabeza.
Esperaba entonces que el anciano respondiese, ya fuese para darle las indicaciones o para confrontarlo. "Veamos quién es el de los malos modales." Pensó divertido.
Al contrario de lo que cabría esperar, Roga no protestó ni se enfrentó al encargado. Más bien al contrario, se inclinó hacia él con aquella sonrisa arrogante y le desafió con sus ojos de oro. Aceptaba la misión, decía. Sin poner ningún pero o siquiera una mala cara. Y el veterano espadachín respondió entrecerrando sus arrugados ojos.
Entonces se escuchó una estruendosa carcajada a la espalda del genin.
—¡Oh, vamos, no seas tan estricto Hida! —el hombre que hablaba era, ni más ni menos, que Yuki Yuko. O quizás era Yuki Yuji. Era difícil saberlo, pero era uno de los dos gemelos que se encargaba del turno de mañanas en la recepción. De tez morena, marcados músculos y chispeantes ojos azules que ahora contemplaban la escena con diversión nada disimulada—. Anda, dale esa misión que nos llegó ayer. Estoy seguro de que podrá con ella.
Bayashi Hida lanzó un largo suspiro y, con un gesto de mano, solicitó el pergamino de Roga de vuelta. Para cuando se lo diera, el espadachín ya habría sacado otro enrollado con una C luciendo en el sello de cera que lo contenía.
—Te recomiendo que lleves algo de abrigo. Dicen que por allí refresca.
(C) Perdidos en la nieve
Publicada en: Amegakure no Sato Rango recomendado: Genin avanzado Solicitante: Yukio Lugar: Yukio
En las septentionales tierras de Yukio, durante las últimas semanas varias personas han desaparecido misteriosamente durante la noche y no se tienen demasiadas pistas sobre lo que les ha podido suceder ni por qué. Se solicita la intervención de un shinobi para viajar hasta allí, recabar información sobre estas misteriosas desapariciones y darles fin.
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25/06/2019, 23:43 (Última modificación: 26/06/2019, 03:29 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
Tal y cómo le esperaba, logró tocarle la fibra del orgullo al anciano espadachín. Este último se quedó callado ante la sonrisa del lobo, quién no podía sino deleitarse con la escena. "Típico" Continuaba con su relajada postura hasta que una carcajada interrumpió aquel duelo de miradas con una jocosa presencia. El Yotsuki observó al Yuki y le siguió con los ojos, escuchando cómo le sugería al viejo que le diese algo mejorcito.
Con todo el gusto del mundo, devolvió el primer pergamino para intercambiarlo por algo mucho más a su altura. Abrió la nueva misiva, alzando una ceja pero sin perder la sonrisa al leer los detalles de la misma. "Ahora si que estamos hablando en el idioma de lobo." enrolló el texto con parsimonia.
—No debe preocuparse por mí, ya tengo a mi mamá para eso— Dijo con picardía. —Quizás pase a la armería por una cosita, que no dice que haya peligro pero tampoco que no vaya a haber. Con su permiso, me retiro— se dió la vuelta tras despedirse. Oh sí, nada mejor para los ánimos que salirse con la suya.
Justo al pasar al lado del Yuki, le dedicaría una mirada furtiva cargada con complicidad, además de unas palabras susurrantes.
—Te debo una cena por esto, algún día te la pagaré— Dijo sonriente, sin saber que quizás se estaba metiendo a camisa de once varas. —Hasta luego~
Con paso airoso, sabiéndose victorioso, partiría tal y como dijo a la armería por el sello explosivo más gordo que podían ofrecerle. No quería ir muy cargado, estaba pensando más en algo que le sirviese para algún estratagema, por lo que no tomo nada más.
Seguidamente, pasaría a su hogar para avisar que saldría de misión. Además de tomar ropas y demás insumos para el viaje. Por buena o mala suerte, lo de tener a una mamá preocupona no era para nada una mentira.
—¡Ay mi cachorrito!— estaba guardando como cinco suéteres.
—¡Por Amenokami mamá! Que no es la primera vez que salgo de la aldea— bufó mientras sacaba de la mochila los chunches que consideraba inútiles.
—Pero sí la primera vez que vas al norte. Te empaqué botas cerradas, una playera gruesa y mejor cierrate la chaqueta en lugar de llevarla colgando. También van guantes y una bufanda impermeable que no se congela. No olvides tampoco el mapa— se acercó a él y le despeinó aún más los cabellos, cuando creías que eso no era posible.
—Va pues... Pasaré comprando provisiones. Peor que el desierto no puede ser— quiso autoconvencerse. Estaba por partir, cuando se frenó y se giró sobre sí. —Oye, ¿le puedes decir a papá que tomaré prestada su cámara?
—Ve a decirle tu mismo. Que parece que se resfrió y lo mandaron de regreso del trabajo.
Rōga rió un poco. Agriparse en Amegakure era tan triste cómo que dejará de llover. Se encaminó a dónde su padre y sin ninguna consideración entró a la habitación.
—¡Papá! Necesito tu cámara, voy a Yukio de misión y quiero sacar un recuerdo del viaje— caminó hasta donde él para mostrarle el pergamino.
El señor estaba tendido en cama, pero se sentó y frunció el ceño ante las palabras de su hijo. Ojeó el pergamino y en su rostro se reflejó incertidumbre al notar que iba sólo para enfrentarse a lo desconocido. Era un padre mucho más sobreprotector que su propia esposa, aún sabiendo que su hijo sabía valerse por sí mismo. De hecho, era justamente por ello que temía.
—Tómala, pero... Ten cuidado— Le regresó el escrito
—Ay por favor, que en peores broncas me ha metido el abuelo— tomó del armario la mentada cámara. —¡Nos vemos!— salió corriendo de la habitación.
Minamoto no pudo decir ni adiós pues le atacó una tos en el instante. Más, no por el catarro sino por el comentario del niño. La herida que provocó Hokkai Kid a la familia King aún era muy ajena a su realidad. Algún día iba a enterarse de la verdad, pero esa historia no es la que nos atañe en estos momentos.
Minutos más tarde, Rōga se encontraría en la salida de la aldea con el pergamino en una mano y con la otra sujetando la agarra de la mochila, dispuesto a presentarlo a quién quiera que fuese el que vigilara el acceso a la villa. Para variar, esta vez sí era por algo oficial y no por un capricho. Andar de vago por el mundo se le daba bien, pero esta vez la aventura a realizar tenía un importante motivo.
—Marcho a una misión— mostraría su inigualable dentadura.
Hida no volvió a pronunciar palabra tras la respuesta de Roga, y el Yuki simplemente le despidió con un escueto "espero que estés seguro de eso" antes de dejarle pasar.
Sin embargo, antes de salir de la torre de la Arashikage, el joven genin pasó por la armería y tomó prestado un sello explosivo de clase B en prevención a lo que pudiera encontrar durante su aventura en las tierras nevadas de Yukio. Después, pasó por su casa para avisar de que saldría fuera de la aldea de misión. No era para menos, ya sólo el viaje le costaría varios días, por lo que era mejor avisar a sus familiares para evitar preocupaciones innecesarias. En su hogar también se aprovisionó de ropa de abrigo y demás enseres necesarios y después partió hacia la salida de la aldea. Allí, un Chūnin de cabellos cortos y mirada aburrida le interceptó.
—Todo en orden —le dijo, con una voz tan monótona como la tarea a la que estaba encargado, tras echarle un ojo al pergamino y ver la rúbrica oficial de la Arashikage plasmado en él.
Le dejó marchar sin más preguntas y Roga salió al fin de Amegakure. Ahora debía encontrar su camino hacia el norte. Sin contar los descansos que necesitara, como mínimo un día y medio le separaban de su objetivo. Por lo que, ¿cómo comenzaría el viaje nuestro joven protagonista?
Sello de clase B adquirido de la Armería.
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Por increíble que parezca, el Yotsuki no conocía tantos lugares de su país natal. Sus aventuras normalmente se habían centrado en ir a curiosear a varios lugares de todo Ōnindo menos su propia casa. A lo sumo, fue gracias a su misión junto a Amedama Daruu que por fin visitó un par de lugares más, pero seguía siendo una experiencia bastante pobre.
Aún así, no parecía importunarle demasiado, ya que tenía una noción más o menos segura de dónde quedaba cada cosa. "Además que para eso cargo un mapa joder." Lección aprendida gracias a la primera desventura que sufrió junto a Geki, terminando dando vueltas en círculos por tener el mapa equivocado. Además, tenía la experiencia de sus viajes anteriores para apoyarse.
"Me hubiese gustado evitarlo, pero tendré que ir a Shinogi-To cómo primera parada rápida. Luego debería poder hallar algún pueblito pequeño de tantos en los Campos y Montañas dónde pasar la noche y ya de último Yukio al día siguiente. Así no me fatigaré en exceso... Huh, me pregunto cuánto se tardaría el mentado ferrocarril, aunque faltará mucho tiempo para su inauguración según los rumores." Si no había nada que se lo impedía, ese sería su plan de acción para el trayecto.
Con un plan ya en mente, Roga echó a andar hacia el norte. Su intención: llegar a Shinogi-To, algo que le costaría poco menos de medio día de viaje. Sin embargo, lleno de coraje y siempre acompañado por la incansable lluvia de Amenokami, el genin pronto abandonó la seguridad de las lindes de su aldea y se adentró en terreno salvaje. La hierba escaló hasta sus rodillas y la tierra se hizo blanda y fangosa. Había entrado en los Campos de la Tormenta, unos campos tan monótonos como aburridos. Mirara adonde mirara, una interminable alfombra verde era lo único que alcanzaría a ver sus ojos. Sería fácil perder la orientación en un terreno así si se despistaba, si no fuera porque las Montañas de la Tierra asomaban con timidez hacia el este.
Para cuando llevaba una hora de viaje, Roga llevó a ver algo más en aquella eternidad verde y gris. Una sombra se acercaba bamboleándose a su posición con un extraño traqueteo y el sonido continuo de unas ruedas arrastrándose por el fango, interrumpido de forma periódica por un golpe seco:
Era un viejo carro de madera tirado por un caballo de pelaje mojado y sucio que parecía extenuado por el viaje y por las constantes exigencias de un hombre que se cubría la cabeza con un kasa y el cuerpo con una holgada túnica. Este, que viajaba sobre el asiento del carromato, no dejaba de farfullar entre dientes palabras incomprensibles al tiempo que masticaba algo de forma nerviosa. La parte posterior del carro estaba cubierta por una lona para evitar que los objetos transportados se mojaran también; pero, a juzgar por el abultamiento de la tela, debía de estar terriblemente cargado.
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El viaje transcurrió en lo que podría considerar cómo "silencio". Si bien era cierto que el sonido de la lluvia caer era constante, para alguien que se ha criado en la tormenta era cómo si fuese parte de él, apacible pero fácil de olvidar cuando te sumergías en tus propios pensamientos. Una melodía inaudible que sólo resonaba dentro de su cabeza era su acompañante, pensando en cambiar los versos de su última composición. "Creo que podría cambiar loto verde por otra flor, quizás cerezos. O podría cambiar directamente el color únicamente, pero azul queda raro..." Tenía tiempo de sobra para pensar, además que no tenía nada mejor que hacer en aquel perpetuo pastizal.
—En la tierra del loto... El humo blanco mancha el cielo nocturno, este el inicio. Poco a poco, la pólvora arde— Susurraba por lo bajo. "No importa cómo lo diga, el color no puede ser verde, rojo o blanco. Huh, igual dudo que use esta canción para el concurso de Tanzaku, no creo que sea algo del gusto de las masas." En realidad, debería estar más preocupado por la misión, pero la forma en la que sus neuronas ordenaban las prioridades dentro de su cabeza no lo permitían.
Sin embargo, un traqueteo le hizo parar oreja y buscar con la mirada la fuente del sonido, dándose cuenta que se trataba de otro viajero. "Probablemente un comerciante." Sin embargo, notaba cómo la bestia se mostraba muy incómoda... Y el caballo también. "La carreta parece que se va caer a pedazos, ¿qué pretende lograr este sujeto sobrecargando de trabajo al animal?" Antes de siquiera reflexionar, se paró esperando a que se cruzaran sus caminos, ante lo cuál le dirigiría la palabra.
—¡Oiga señor! ¿Se encuentra bien?— sería lo primero en preguntar siempre con su alegre y afilada sonrisa. Realmente, se le hacía raro. —Disculpe que me entrometa. ¿A dónde se dirige? — Lanzaría la segunda incógnita.
Primero quería tantear el humor del hombre, y ya si eso ver si podía al menos lograr que le diera algo de descanso al pobre animal que halaba de la carga. ¿Por qué perdía el tiempo estando de camino a una misión? Tan simple cómo que no podía ignorar una injusticia cómo esa, y si estaba en su mano remediar aunque sea un poco el percance, pues lo intentaría. No pensó siquiera en que pudiese darle aventón o algo, ya que sería demasiado casualidad que fuesen al mismo destino. "Aunque fuese así, de todas formas no quiero ser un peso más para el pobrecillo." Se decía.
Roga no tardó en reparar en la presencia del carro que se acercaba a su posición, y no dudó ni un instante en interceptarle con su habitual desparpajo. El hombre que lo conducía, sin embargo, se vio obligado a tirar de las riendas del caballo para evitar atropellar al atrevido muchacho y el carro terminó por detenerse con un último traqueteo. Los ojos del hombre se clavaron como dagas sobre el genin, sin duda irritado porque le hubiesen detenido de aquella manera. Aunque el animal no debía de pensar lo mismo, aliviado de poder tener al fin un respiro a tan ajetreado viaje. Incluso el propio vehículo parecía extenuado y, liberado del empuje del equino, sus ruedas se hundieron varios centímetros en el lodo.
—¿Que adónde me dirijo? —le respondió con basta crudeza—. ¡Al sur! ¡LEJOS! ¡Lo más lejos que pueda! ¡Y tú deberías hacer lo mismo, muchacho! El norte no es un lugar seguro estos días.
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2/07/2019, 21:11 (Última modificación: 2/07/2019, 21:12 por King Roga.)
Al muchacho poco iba a importarle cuan molesto estuviese con él el sujeto, que él estaba mucho más molesto por lo que le estaba haciendo sufrir al pobre animal. "Sí que está de mal humor..." Estaba por reírse, pero se contuvo por no irritar más al sujeto, por muy divertida que le pareciese la situación. "¿Algo peligroso? ¿Acaso viene huyendo y se trajo todas las cosas de su casa?" Era una hipótesis descabellada, pero si algo había aprendido, era a no menospreciar cualquier fuente posible de información.
De un momento a otro, se irguió y se cruzó de brazos. Estaba serio, pero su seriedad no implicaba poner una cara fría, sino que mostraba una actitud autoritaria sin perder la blanquecina sonrisa.
—¿Qué no es seguro? Oh, creo que no es casualidad—. Por debajo del cristal, sus ojos se clavaron en los del hombre. —Me temo que yo no puedo retroceder, el norte es justo mi destino. Soy un shinobi de Amegakure y estoy en una misión oficial para resolver ciertos inconvenientes que se han registrado en las cercanías de las Tierras Nevadas. ya que me lo ha mencionado, he de solicitar un poco de su colaboración en este asunto. ¿A qué clase de peligro se está refiriendo? La información que usted pueda brindarme podría ser valiosa y de vital importancia en el cumplimiento de mi objetivo y la resolución del problema. Prometo que seré lo más breve posible con las preguntas y usted podrá marchar tranquilo— Se mantuvo estoico y confiado en todo momento.
Esperaba que quizás el sujeto le subestimase por su edad, además de que parecía tener un pésimo día. Pero si de verdad tenía datos de fiar, podría ayudar a ese hombre.
—¿Que el norte es tu destino? —repitió el hombre lentamente, como si fuera incapaz de creer lo que estaba escuchando. Sus ojos, pequeños y oscuros, recorrieron a Roga de arriba a abajo y de abajo a arriba varias veces. ¿Y decía que era un shinobi? ¡Pero si no era más que un chiquillo vestido de macarra!—. Mira, muchacho, no quiero ofenderte, pero ese lugar ahora es muy peligroso, y más para un ninja tan... tan... ¡Vamos, no me jodas, si no eres más que un niño! ¿En qué narices está pensando la Arashikage para mandar a un polluelo a una misión tan peligrosa? Hazme caso —repitió, con un renovado resoplido mientras se agachaba para acariciar el cuello del caballo, que ahora pastaba tranquilamente—, da media vuelta y dile a Yui-sama que envíe a gente más experimentada. ¡Esto no es un juego de niños, joder! ¡Tú deberías estar rescatando gatos, o limpiando retretes, o lo que sea que haga la gente tan joven como tú!
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"Típico." Rōga escuchó el sermón del hombre con estoicismo. De hecho, se podría decir que le ignoraba en parte. Simplemente se limitó a mirarse las uñas y quitarse una mugre de estas hasta que el sujeto en cuestión terminase de hablar sin siquiera contestar alguna de las preguntas que le hizo de antemano. "¿Tan difícil es que la gente coopere por las buenas?" suspiró ante la negativa del hombre.
De repente y sin previo aviso, Rōga se acercó aún más al carromato con pasos lentos hasta que de pronto pegó un salto para subirse, buscando caer de pie en el leve espacio del asiento a la par del conductor.
—Lamento informarle señor, que sí me ofende— se cruzaría de brazos y sonreiría filoso. —No sólo porque duda de mi capacidad y de mi experiencia sin conocerme, sino porque está poniendo en tela de juicio las decisiones tomadas por la gestión de la Amegakure— Si no sacaba nada siendo el policía bueno, pues le tocaba ser el malo. —Nuevamente he de solicitar su cooperación, aunque con o sin ella, voy a cumplir con la obligación que se me asignó porque así fue dictado— aseveró con total confianza. —Más aún con el énfasis que usted hace sobre el peligro, me es más difícil ignorarlo. Sé que muchas personas han desaparecido misteriosamente y el paradero es desconocido. Se lo repetiré una última vez. ¿Tiene usted una pista que pueda ayudarme? Si me explica con más detalle, entenderé mejor la razón de su alarma.
No iba a perder el tiempo en hablar de sus logros ni sus méritos. Ni siquiera iba a molestarse en rebatir al hombre. No tenía ningún motivo por el cual probarse ante un simple civil desconocido que obviamente se estaba dejando guiar por su sentido común de persona normal y corriente. Aunque todos sabemos que esa lógica es muy engañosa para los shinobi, siendo el Yotsuki un buen ejemplo de ello.
Y era evidente que le iba a ofender. El shinobi se subió de un salto al carro, y el pobre conductor, ya asustado de por sí, se encogió sobre sí mismo sin poder evitarlo.
—¡N... no era esa mi intención! ¡No estaba menospreciando las capacidad de Arashikage-sama! ¡Jamás se me ocurriría una cosa así! ¡Que Amenokami me parta con uno de sus rayos antes que eso! —protestó—. Sólo estaba intentando advertiros pero está visto que no se va a hacer caso de las palabras de este pobre viejo loco. Pero vosotros sabréis. Vosotros sois los ninja —añadió, encogiéndose de hombros, antes de clavar una penetrante mirada en el muchacho de las gafas de sol—. No se sabe mucho más de lo que tú ya sabes, muchacho. En los últimos días han desaparecido varias personas en mitad de la noche sin dejar rastro alguno. Y no parece ningún patrón: una noche puede ser un pobre borracho que había estado en la taberna de Yukio y a la noche siguiente una pobre doncella perdida por las calles. Sin embargo —añadió, con un violento estremecimiento. Y su voz se entrecortó cuando siguió hablando—, hace dos noches le tocó a mi... a mi hijo... Él... él no desapareció como el resto... Encontraron... encontraron su cuerpo brutalmente despedazado en las afueras de la ciudad... de camino hacia las montañas... —un sollozo escapó de entre los labios del viajero, que se frotó las mejillas con una mano en un vano intento por disimularlo.
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Aquella información no era irrelevante, era de hecho, muy importante. Sin embargo, por un instante, pasó a segundo plano. De pronto todas las suposiciones y teorías quedaron a un lado. El Yotsuki mantuvo sus ojos clavados en el hombre, pero sin perder su temple. "Ya veo..." Quizás fuese un niño, quizás fuese un genin, pero era quizás esa juventud lo que le volvía alguien tan empático con los demás. Fue por ello, que se agachó lentamente, para estar al nivel del hombre. Se levantó las gafas, dejando que su mirar de oro se encontrase con el sujeto.
—Comprendo lo que quiere decir señor. Sé que usted está preocupado, pues seguramente quiere que se haga justicia y teme que Amegakure no le esté dando la suficiente importancia al asunto— Cerró los ojos y negó con la cabeza. —Pero yo lo prometo, que se va a llegar al fondo del asunto. Estoy comprometido no sólo por la misión, sino con usted y el resto de los habitantes de Yukio— Se puso de pie, soberbio. Le dio la espalda al sujeto y de un mismo salto bajó del carromato. —Una última pregunta. ¿Con que autoridad de Yukio debería abocarme al llegar?— Le observó de reojo mientras se cruzaba de brazos y sonreía. Fuese cuál fuese la respuesta, estaba mentalizado en no ceder ante nada.
Más que cualquier otra cosa, deseaba el bienestar de las personas. Haría todo lo posible, por levantar el valor de las personas. Si no, no servía de nada. "Esto va a empeorar..." Gracias a las palabras del hombre, ya tenía una nueva conjetura. Una que no le agradaba para nada. De todas formas, no podía constatarlo hasta llegar al norte y empezar a recolectar más información. "¿Y sí las demás víctimas en realidad ya están muertas pero no han hallado los cadáveres?" Le preocupaba en demasía. Debía detener lo que sea que estuviese ocurriendo, lo más pronto posible.