Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Juro palideció (aún más) mientras escuchaba la sarta de palabras que aquel hombre empezó a escupir. Dios. Menudo mareo de cabeza. Las pocas nociones básicas de lugar que dio fueron eclipsadas por las referencias a comida. Mierda. Tenía tanta hambre que ahora en lo único que podía pensar era en la dichosa sopa.
Yota buscó la mirada de su compañero, tratando de ver algo. Juro negó con la cabeza con efusividad: No, él tampoco tenía ni idea. Aun así, ya esperaba que el genin contara poco con él en temas de orientación.
— La verdad es que yo soy más de ramen que de sopa, ¿sabe? pero.... creo que nos vamos a perder, no nos conocemos la aldea y mi amigo tiene graves problemas de orientación, ¿sabe? ¿Qué le parecería acompañarnos y de paso nos enseña la tienda de su hermano? Estaríamos eternamente agradecidos
Juro interrogó a Yota con la mirada, no del todo seguro de lo que estaban haciendo. ¿Ese hombre iba a abandonar su tienda en la noche para acompañarles? Claro que era conveniente, pero aun así...
« Aun así, no sé si es buena idea que alguien como él nos acompañe » — Aun así, había que intentarlo.
— ¿Verdad que si, Jurete?
— ¡Claro! Además, así podría ver a ese hombre que busca. Ya sabe lo que dicen, es mejor hacer las cosas uno mismo — sugirió Juro, con otra cordial sonrisa.
El viejo sonrió lentamente. Luego, se echó a reír.
—¿Yo? ¿Acompañaros? ¿No véis? ¡Estoy atendiendo mi tienda! Además, no puedo perder tanto tiempo yendo hasta allá, hombre. ¿No os han bastado las direcciones? ¡Os las puedo repetir si queréis!
»Cruzáis el puente a la derecha de mi tienda, luego el puente de la izquierda y luego el de la izquierda, luego giráis otra vez a la derecha y vais cuatro veces recto saltándoos esos puentes. ¿O eran tres? Bueno da igual, el caso es que veréis la tienda de mi hermano Huan, recordad pasar a mirar algo. Os dáis la vuelta y volvéis a caminar pasando tres puentes y luego giráis a la izquierda, luego otro a la derecha y al final del todo veréis el hotel. Acabo de recordar que el Tsuchiyobi hacen puré de patatas, de las mejores patatas de todo Oonindo oiga. Qué bueno está el puré. Mi madre me lo hacía mucho, pero ella en los Mizuyobi, no en los Tsuchiyobi, la verdad es que el puré es comida de Mizuyobi, yo no sé en qué estarán pensando los de ese hotelucho. Claro, así normal que hagan sopa todas las noches. Igual es verdad que está buena, pero al final la aborreces, porque uno necesita masticar algo de vez en cuando. ¡DIOS CÓMO ODIO LA SOPA!
»Seguro que la puso de moda Hōse Ryui. Qué payaso.
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Al parecer nuestra petición estaba resultandole graciosa al anciano de la coleta. En un nuevo intento, volvió a repetirlo todo.
—¿Yo? ¿Acompañaros? ¿No véis? ¡Estoy atendiendo mi tienda! Además, no puedo perder tanto tiempo yendo hasta allá, hombre. ¿No os han bastado las direcciones? ¡Os las puedo repetir si queréis!
»Cruzáis el puente a la derecha de mi tienda, luego el puente de la izquierda y luego el de la izquierda, luego giráis otra vez a la derecha y vais cuatro veces recto saltándoos esos puentes. ¿O eran tres? Bueno da igual, el caso es que veréis la tienda de mi hermano Huan, recordad pasar a mirar algo. Os dáis la vuelta y volvéis a caminar pasando tres puentes y luego giráis a la izquierda, luego otro a la derecha y al final del todo veréis el hotel. Acabo de recordar que el Tsuchiyobi hacen puré de patatas, de las mejores patatas de todo Oonindo oiga. Qué bueno está el puré. Mi madre me lo hacía mucho, pero ella en los Mizuyobi, no en los Tsuchiyobi, la verdad es que el puré es comida de Mizuyobi, yo no sé en qué estarán pensando los de ese hotelucho. Claro, así normal que hagan sopa todas las noches. Igual es verdad que está buena, pero al final la aborreces, porque uno necesita masticar algo de vez en cuando. ¡DIOS CÓMO ODIO LA SOPA!
»Seguro que la puso de moda Hōse Ryui. Qué payaso.
Lo escuché de nuevo, era una nueva oportunidad para retener la información que nos brindaba y sabía que con Juro no podía contar en materia de orientación. Todo quedaba a expensas de mí.
— Está bien, está bien, gracias por su ayuda, señor
Luego me voltee mientras volvía a hacer un repaso mental a las indicaciones. mirando a lado y lado de la tienda
«Ya veo la cantidad inhumana de trabajo que tienes, puto viejo de los cojones»
— Jurete, ¿tienes algo para apuntar?
«A ver... veamos... derecha, izquierda dos veces, luego otra vez derecha, luego los 4 puentes... Allí debería estar la tienda del tal Huan, igual él nos puede ayudar mejor»
Tal y como el marionetista había supuesto, el hombre no iba a mover ni un dedo por acompañarlos. En fin, nunca lo habían tenido fácil, y no es como las cosas fueran a cambiar ahora.
« Espero que Yota se esté enterando... » — Si, aunque tuviera mala orientación, no tenía problemas de memoria: podría captarlo todo. Pero ese hombre tenía una extraña forma de hablar que le descentraba, y le dificultaba captar cualquier cosa que no fuese un detalle irrelevante. Si todos hablaban así en ese lugar, iba a tener un problema.
Lo que le sacó del trance fue la voz de su compañero.
— Jurete, ¿tienes algo para apuntar?
— P-pues... ahora mismo... no, no tengo nada — Juro rebuscó en sus bolsillos, pero no había traído nada. Mierda. Levantó al cabeza y miró al hombre —. Disculpe señor, si no es mucha molestia, ¿Podría prestarnos algo para apuntarlo?
No, obviamente Juro no tenía absolutamente nada para apuntar. Y el viejo tampoco. Pero creía poder retener la información que nos había dado al menos para llegar hasta la tienda del tal Huan.
— No se preocupe, señor. Gracias por su ayuda
Por dentro, sin embargo, la procesión iba haciendo su inevitable camino. Estiré del brazo de Juro para que me siguiera.
— Sígueme, Jurete. Creo que podré llegar
Mi cabeza hice una rápido repaso a las indicaciones hasta la tienda a donde quería llegar. Creía que lo tenía así que eché a correr nada más salir de la tienda del viejo. Primero el puente a mano derecha, recorriendolo tan rápido como me lo permitía mi cuerpo, luego cogí el de la izquierda haciendo lo propio y, una vez más el que quedaba a mano izquierda. Giré una última vez a la derecha y entonces crucé los siguientes 3 puentes en línea recta. ¿O eran cuatro? Estaba empezando a tener mis dudas.
— Por aquí... por aquí debería estar la tienda del tal Huan, Jurete... — le dije al jounin mientras trataba de recuperar el aliento tras la carrera.
Juro cruzó los brazos, claramente disconforme. Sí, ya veía la vajilla, pero... ¿En serio le estaba diciendo que no tenía absolutamente para escribir? Venga ya. Maldito rata.
— Sígueme, Jurete. Creo que podré llegar
— ¡B-bien! — exclamó el marionetista, observando a su compañero,. Se despidió cortesmente del hombre de la tienda, y después, los dos jovenes se marcharon de la tienda.
Juro siguió a Yota en su carrera. No dijo nada, puesto que temía desconcentrarle. Se notaba que estaba esforzandose en recordar hasta el más mínimo detalle para no perderse. El chico fue más que capaz de seguir el ritmo de su compañero, observando las desviaciones y esperando que no se estuveran confundiendo.
— Por aquí... por aquí debería estar la tienda del tal Huan, Jurete... —[i]
— Buen trabajo, Yota — dijo Juro, sonriendo —. Vamos a buscar. No sé cómo se llamará esa tienda, pero igual es parecida, o quizá el nombre del tal "Huan" sale en la puerta.
Juro se dispuso a investigar la calle, de forma general, para ver cuantas tiendas había, y si en alguna podría encontrar los detalles que buscaban.
¿La tienda de Huan? ¿Qué Huan? ¿Acaso había algún Huan en Tane-Shigai siquiera? Pobres. Aún no conocían la mala fama de Hōse Ryui, el loco anciano vendedor de vajillas que al parecer tenía serios problemas de salud mental pero que rehusaba abandonar su viejo establecimiento. Ya pareció raro que la mitad de los puentes no estuvieran o simplemente estuvieran en el lado contrario. Pero ahora que se habían plantado allí a las puertas de una guardería, estaba claro que se habían equivocado de sitio.
Una abuela pasó al lado de Yota, paseando a un perrazo enorme, negro, y con aspecto de tener malas pulgas.
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— Buen trabajo, Yota — dijo Juro, sonriendo —. Vamos a buscar. No sé cómo se llamará esa tienda, pero igual es parecida, o quizá el nombre del tal "Huan" sale en la puerta.
El tipo lo soltó, así, sin más, como si se tratase de una inyección de autoestima o algo así. Pero no, mi cabeza estaba en otro lado y mi estomago ya ni te cuento. Rugía como mil demonios.
— Empiezo a pensar que ese cabrón nos ha tomado el pelo
Y de pronto, dirigir la vista a un lado y...
— JODER —una señora mayor estaba paseando un perro gigante— Disculpe, no me había dado cuenta y... supongo que me asusté
Era mejor reconocerlo, porque el brinco que tuve que dar debió ser histórico como poco pero de pronto...
«Espera, espera, ese tamaño me recuerda a...»
Moukou. Como olvidar a ese ninken. Aquella historia que viví hace ya un buen tiempo todavía viajaba conmigo.
— Esto... Señora, dsculpe que me meta donde no me llaman, pero... ¿Es usted una Inuzuka? ¿Y ese perro es un ninken?
Tenía que serlo. O eso o tratarse de una fabulosa coincidencia. Sin embargo, la curiosidad me impidió reprimirme, dejando de lado el objetivo del momento: encontrar un lugar donde comer y dormir.
— Es la última vez que nos fiamos de un loco — suspiró Juro, pensando que, desde el principio, había sido una mala idea. No había ninguna tienda de ningún Huan, y empezaba a pensar que habría sido mejor, incluso, que ellos hubieran ido a lo loco por la ciudad. De hecho, sospechaba que es lo que habían estado haciendo.
Una señora mayor pasó al lado de Yota. Tenía un perro enorme, con un aspecto bastante intimidante. Juro sintió ganas de dar un paso hacia atrás, pero se contuvo, consciente de su posición.
Pensó que su compañero retrocedería, o al menos, diría algo razonable. Sin embargo, la pregunta que formuló le dejó a cuadros.
— Esto... Señora, dsculpe que me meta donde no me llaman, pero... ¿Es usted una Inuzuka? ¿Y ese perro es un ninken?
« ¿Qué diablos? » — ¿Qué? ¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Por qué?
Juro trató de entender la lógica secreta que había llevado a su compañero a preguntar eso (quizá por algo inteligente). Pero no se le ocurría absolutamente nada. ¿Qué pasa? ¿Quería romper el hielo? Había mejores formas que preguntarle a uno si era un shinobi. Igual se lo podía tomar hasta mal.
Una vez que Yota preguntó (y esperando un poco, por si a la mujer le daba por responder), Juro se adelantó, con una sonrisa amable en los labios.
— Disculpe, señora. ¿Usted sabe de algún lugar en esta ciudad dónde podamos comer y dormir por esta noche? Nos sería de mucha ayuda — dijo, tratando de llamar su atención, y evitar un malentendido.
La señora brincó, el perro brincó y... al momento siguiente, se avalanzó directo a Yota. Le derribó de un placaje y, rabioso, trató de morderle el brazo con toda la rabia que una bestia de más de quince kilos como aquella era capaz de extraer de los infiernos.
—¡No, Yomi, no! ¡No, malo, malo! —Miró a Juro—. ¡Por favor, shinobi-kun, haz algo! ¡Pero no le hagas daño a Yomi! ¡Por favor!
He vuelto, pero no os extrañéis si tardo en contestar porque quiero organizar la trama a partir de aquí y dibujarme mapas para que todo vaya más fluído.
El turno siguiente es para Juro, el siguiente a Juro será Yota.
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« ¡Mierda! » — Juro dio un respingo, al tiempo que el enorme perro se lanzaba a por Yota. Tal y como decía el dicho, la curiosidad mató al gato. Sí, ahora Yota era un gato.
La anciana le suplicó que hiciera algo. Juro se mordió el labio. Probablemente ese perro no era más que un perro guardían. Habían asustado a la mujer, en plena noche, y el perro había pensado que la estaban atracando, o algo peor. Maldición. El perro tampoco tenía la culpa, claro que no podía hacerle daño.
Pero tampoco podía dejar que hiriese a su compañero.
« Cualquier técnica de ninjutsu que haga le dañara a él y a Yota. No tengo tiempo para inmovilizarlo con hilos... » — Tampoco podía usar venenos, no iba a malgastarlos en un perro, y le darían a su compañero. Y tampoco creía que con su poca fuerza pudiera moverlo.
Sin pensarlo más, Juro corrió hacia ambos, y tocó el lomo del perro, mientras este estaba muy ocupado atacando a Yota. Entonces, ejecutó el sello del carnero. Un sello de patrones simples apareció entonces en el suelo entre el perro y Juro, que estaba a un metro de él. Entonces, el sello comenzó a brillar, y Juro rezó para que funcionara.
« Nunca lo probé con un perro, pero si esto funciona con civiles... » — Por si acaso, utilizó todo el chakra que pudo para retenerle.
— Esto no le hará daño. ¡Estoy reteniendo su movimiento! — exclamó el chico, para tranquilizar tanto a la mujer como a su compañero —. ¡Quitatelo de encima en cuanto pare de moverse!
Si, era un consejo estupido, pero conociendo a su compañero y a sus ataques de ira, igual le daba por atravesarle el pecho con un chidori.
CK: 190 -
36
– = 154
¤ Isshi Tōjin ¤ Formación de Hilos de Luz - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Fūinjutsu 10 - Gastos:
12 CK
(Fūinjutsu 20) (multiplicable x2)
(Fūinjutsu 30) (multiplicable x3)
(Varios usuarios)Tajū Isshi Tōjin, (multiplicable x3 para cada usuario de la técnica)
- Daños: - - Efectos adicionales: Retiene a un usuario con Poder 10 indefinidamente (aumenta con la multiplicación) - Sellos:
Carnero
(Inteligencia 60) Carnero (una mano)
- Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo (ejecutor), 4 metros (apoyos)
Técnica básica de sellado que retiene el movimiento por completo de un civil o de un ninja de rango bajo. El usuario la utiliza a una distancia de cuerpo a cuerpo, y una vez activada, difunde un sello por el suelo que les rodea a él y al oponente, y que brilla con una tenue luz blanca. Desde ese momento, tanto el usuario de la técnica como el oponente quedan paralizados.
La técnica sólo permite restringir el movimiento hasta cierto punto, y se basa en la utilización de más o menos chakra para la retención. Por ende, a más chakra empleado, más fuerte es la técnica, y es ahí donde se demuestra su auténtico potencial. Más usuarios de la técnica pueden unirse desde cierta distancia, uniendo sus sellos al del ejecutor original y fortaleciéndola. De unirse las fuerzas de varios usuarios, incluso un grupo elevado de genin serían capaces de retener a un jōnin.
Pero, ¿para qué establecer un guión cuando todo se puede ir a la puta en un santiamén? Eso fue, precisamente lo que terminaría por ocurrir en aquel lugar, pues el perro se había lanzado a por mí, tirándome en el suelo, donde acabarían forcejeando.
—¡No, Yomi, no! ¡No, malo, malo! —Miró a Juro—. ¡Por favor, shinobi-kun, haz algo! ¡Pero no le hagas daño a Yomi! ¡Por favor!
«¿Yomi? Hostia puta, macho»
— Eso, date prisa y haz algo antes de que me lo cargue o se me coma, hostia puta
Estaba empezando a perder los estribos, el nerviosismo iba en aumento, más aún de ver que la mujer era incapaz de controlar tal perrazo y que aquello se había convertido en una especie de combate ya que, o Juro era capaz de detenerlo o iba a tener que tomar cartas en el asunto si no quería acabar convertido en pienso de chuchos.
— Esto no le hará daño. ¡Estoy reteniendo su movimiento!
— QUÉ ME LO SAQUES YA, HOSTIA PUTA
¡Quitatelo de encima en cuanto pare de moverse!
Solo alcancé a ver brillos que no comprendía, seguramente producto de algún tipo de técnica del jounin, pero, hasta nueva orden, el animal seguía tratando de comerme, así que habría que seguir con el forcejeo, pero no iba a durar indefinidamente. Sería mejor que lo que fuera que estaba intentando Jurete, funcionase.
El Fuuinjutsu de Juro funcionó, y paralizó a la bestia el tiempo suficiente para que Yota escapase de la presa del animal, aunque no indemne. El bicho le dejó una poderosa dentellada en el brazo, si bien no peligrosa, que sangraba profusamente. La mujer que llevaba al perro se acercó a él y trató de tranquilizarlo susurrándole algo al oído. El can, poco a poco, dejó de enseñar los dientes y sin dejar de mirar a Yota se alejó marcha atrás unos metros.
—A Yomi le asustan los ruidos fuertes, los toma como una amenaza, ¿sabeis? —dijo—. Chico, ¿estás bien? ¿Quieres que te lleve a que te curen esa herida?
»Lo siento mucho, es por culpa de su entrenamiento. Es un perro de guardia, y tiene un trabajo muy importante.
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27/06/2019, 20:44 (Última modificación: 27/06/2019, 20:45 por Eikyuu Juro.)
La buena noticia, la técnica de sellado funcionó. La mala, que no lo hizo a tiempo. El perro hirió a Yota. Juro soltó una maldición, por lo bajo. ¿Había sido su culpa? Quizá si hubiera usado una técnica ofensiva, la cosa habría ido mejor. Pero aun así, se habría arriesgado a herir a su compañero de por medio.
En fin, para dentro pensó que, tras haber sido atacado por un perro tan grande por sorpresa, llevarte un mordisco no era para tanto.
Juro se lanzó a por su compañero, una vez que la mujer empezó a tranquilizar al perro. Soltó el fuinjutsu, y se arrodilló entorno a él. Tenía una herida en el brazo, y sangraba considerablemente. Arrancó un pedazo de la tela con la que solía llevar a sus marionetas, y la envolvió entorno a la herida de Yota, presionandola. Con eso, al menos pararía la hemorragia.
— Lo siento, no actué con la suficiente rapidez — murmuró, con una disculpa. Aun así, no dejó de apretar el brazo herido hasta que se aseguró de que la hemorragia disminuía —. No creo que ese bicho te haya contagiado nada, pero tenemos que curar esta herida cuanto antes.
La mujer dijo algo a su espalda que le llamó la atención. Algo sobre que el perro que había atacado a Yota era en realidad, un perro guardia. Y que tenía una labor importante.
« ¿Podía estar relacionado con el señor feudal? » — pensó, para sí. Desde luego, sería una gran coincidencia. Y quizá algo que les hiciera alegrarse de que no hubieran herido al perro. Pero era mucho especular, y ahora, no tenían tiempo para eso.
— Necesitamos tratamiento para la herida, por favor — dijo Juro, amable, pero autoritario. Esa mujer se lo debía, después de todo —. Llevenos a dónde puedan hacerlo.