Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
— B-bueno... realmente, no fue un combate uno contra uno justo. Conseguí liberarme mientras el general tenía una conversación con Kurama. No sé que le estaba indicando el monstruo, pero parecían querer comunicarse con mi bijuu
«Vamos, que la cosa se puso fea de cojones. Querían hacerle lo mismo que le hicieron a Ayame»
En efecto, justo se me había pasado por la cabeza en ese mismo instante. con Juro falló pero el siguiente objetivo estaba muy claro. Estaban yendo a por los jinchurikis de forma individualizada para reducir los riesgos y los problemas la máximo. El siguiente estaba al sur de nuestra localización. Uchiha Datsue sería su siguiente objetivo prioritario.
Me desaté y utilicé mi mejor técnica y salió volando a través de la cueva. Al estar en un lugar cerrado con una abertura así, el general no pudo evitar el golpe. Después, salí huyendo.
— Te debieron de llevar bastante lejos si te pasó el efecto del veneno paralizante ese y te pudiste desatar... —dije, con los ojos abiertos ante lo que acababa de escuchar y rascandome la nuca con la mano zurda, algo pensativo— Bueno, supongo que los sedantes no me dejan pensar bien. Debe ser como tu lo dices...
Pero seguía sin cuadrarme. Desvié la mirada hasta los ANBU de la puerta y señalé a uno de ellos.
— ¡Oye, tú, el de ahí! Acércate, por favor —
La herida seguía dando punzadas de puro dolor. Con la misma mano que señalé al ANBU, ahora hacía un gesto para que Juro me dejase.
— Todavía estoy demasiado cansado. Creo que necesito que me dejes a solas para que pueda echar una cabezadita. Deberías regresar a Kusagakure, yo estaré bien. tu corres peligro fuera de las murallas. Cuéntaselo todo a Kenzou, ¿quieres?
Suspiré. al parecer ya todo había pasado. Por lo menos lo peor.
Los ANBU, que hasta ahora se habían mantenido al margen, se miraron un momento.
—Oye, oye, que nos hemos tirado un farol super guapo para que pudierais tener esta bonita reunión romántica, tíos —dijo el que estaba todavía apoyado en la puerta.
El que se había acercado a Yota desvió su atención de él una vez recibida la sugerencia de nuestro arácnido y apuñalado amigo y se acarició la barbilla, pensativo.
—Para que no contradigamos a nuestros compañeros, que han ido a avisar al viejo Kenzou —declaró—. Será mejor que esperemos un rato, y luego nos iremos. Diremos que las heridas eran bastante leves.
»¿Sueles curarte rápido, Juro-kun? —preguntó al jinchuuriki.
Ay, qué gracioso. Si de verdad supiera lo rápido que sí se curaba...
· · ·
Y así, el grupo de tres, ANBUs y Juro, partieron de Tane-Shigai bien entrada la noche, tratando de viajar discretamente y a paso ligero. Llegaron a su Villa al amanecer, donde la presencia de Juro causó todo un revuelo. Moyashi Kenzou había desplegado a prácticamente todos los efectivos de la aldea en pos de encontrarlo. Fueron muchas las veces que les detuvieron para preguntarles y muchas veces las que el líder del escuadrón tuvo que contestar. Al parecer no todo el mundo se había enterado de que estaba sano y salvo.
Fueron directos a avisar a Kenzou. El hombre recibió a Juro con un abrazo y se interesó por el estado de su compañero. Ya más tranquilos, emplazó a Juro a reunirse con él después de que descansara del viaje para comentar los detalles con calma.
Los detalles... que hasta ahora Juro se había guardado para sí mismo.
«Juro-kun, creo que sería muy poco prudente contarle a Kenzou que me has liberado.»
«No creo que todo lo que dijo el lunático de Yubiwa fuese cierto, pero no me gusta ese hombre. En el fondo, lo que te hizo fue una auténtica encerrona. Sé lo que es ser un prisionero, y no me gustaría que ahora corrieses la misma suerte. Además, si no te dejan salir de la aldea, ¡no podré estirar las alas!»
«Y podrían encerrarme en un jarrón de nuevo. Tú morirías. Sé que no le crees capaz de matarte, chico, pero... yo no me la jugaría. Ese hombre tiene dados trucados.»
La voz del bijuu volvió a resonar en su mente a medida que subía los escalones hacia el despacho del Morikage. Aunque hasta ese momento había estado callado, lo cierto es que a partir de ahora tendría que acostumbrarse a contar con él. Porque le había dado toda la confianza, y de eso se trataba, ¿no? Si la perdía...
...bueno, el bijuu era libre de salir.
Las puertas del despacho se abrieron.
—Juro, te estaba esperando —dijo—. Bueno, vamos al grano. —Kenzou le estaba esperando detrás de su escritorio, tras dos tazas de té humeantes. Lejos de mostrar aquella sonrisa que tanto le caracterizaba y que disfrazaba con suma perfección su estado de ánimo, el viejo Kenzou parecía viejo de verdad. Tenía unas ojeras enormes, y le temblaban las manos—. Toma asiento, disfrutemos de este té y... cuéntame todo lo que pasó con sumo detalle.
12/12/2019, 01:09 (Última modificación: 12/12/2019, 19:44 por Eikyuu Juro. Editado 1 vez en total.)
Juro se cruzó de brazos cuando Yota, finalmente, accedió a aceptar lo que él decía. La verdad es que no se merecía aquella confianza, pero, los hechos eran los hechos y tenía que engañarle un poco más. Hasta que de verdad fuera seguro hablar.
— Si... me puse un poco pesado con lo de venir a verte — murmuró Juro, algo avergonzado. No por los comentarios de los ninjas de alto rango, sino porque su compañero había llegado a la misma conclusión que le habían dicho anteriormente (y que él había rechazado).
Ante la pregunta del ANBU, Juro solo pudo asentir. Definitivamente podrían salir de esta sin que nadie tuviera que pagarlo.
· · ·
La despedida fue dura, pero sabiendo que su compañero estaba en buenas manos y que se pondría bien, Juro pudo irse sin ningún cargo de conciencia. Lo importante, ahora, es que él llegara sano y salvo, y que nadie les atacara por el camino. Estaba bien protegido claro, pero nadie era invencible, cómo ya había descubierto hacía poco tiempo.
Con el amanecer, un nuevo día llegó y una nueva esperanza. El marionetista apareció por la puerta, cuando todo el mundo ya parecía haberle dado por perdido.
« De verdad creen que he sido capturado por Kurama. Qué han revertido a mi bijuu » — no podía culparlos. A ciencia cierta, él también lo habría creido en su situación.
Cuando vio a su Kage, se le encogió el corazón. Había tantas cosas que tenía que decir y a la vez, tantas cosas que no sabía cómo expresar. Había estado ensayando mil veces una versión verídica y otra un tanto menos, por si las moscas. Sin embargo, en todas sus historias, su elocuencia se cortaba al mirar a los ojos a aquel hombre: su lider, el que siempre llevaba la sonrisa puesta, aunque un verdadero tifón se desatara en su interior. No podía mentir a alguien así.
Y a la vez, desde que había hablado con Yubiwa, esa sensación de incomodidad y de duda habían brotado de él. Juro era leal a su villa y a su lider, pero... ¿Cómo reaccionaría?
Lo recibió con un abrazo. Hablaron de Yota. Le permitió descansar. Juro pudo volver a casa y abrazar a su abuela (su hermana estaba fuera y ni si quiera se había enterado del revuelo). Pudo relajarse. Pero no fue capaz de pensar una estrategia sobre cómo actuar, aun así.
Solo fue cuando entró al edificio, mientras subía las escaleras (cómo en las series de televisión, cuando intentan crear un ambiente dramático para el siguiente capítulo), cuando alguién decidió dejarle un mensaje.
«Juro-kun, creo que sería muy poco prudente contarle a Kenzou que me has liberado.»
«No creo que todo lo que dijo el lunático de Yubiwa fuese cierto, pero no me gusta ese hombre. En el fondo, lo que te hizo fue una auténtica encerrona. Sé lo que es ser un prisionero, y no me gustaría que ahora corrieses la misma suerte. Además, si no te dejan salir de la aldea, ¡no podré estirar las alas!»
«Y podrían encerrarme en un jarrón de nuevo. Tú morirías. Sé que no le crees capaz de matarte, chico, pero... yo no me la jugaría. Ese hombre tiene dados trucados.»
El chico tragó saliva, instintivamente. Hasta el momento, no había pensado si quiera esa posibilidad, pero... ¿Y si tenía razón? Aquella criatura le había salvado la vida. Aún siendo un ser cuyas razones no comprendía del todo, sí que entendía que quería su seguridad, puesto que también era la suya, en cierto modo. De alguna forma, prefería estar con él que en otro cuerpo o en una vasija.
« Está bien. Tendré cuidado »
Cuando el Kage le recibió, no lo hizo con su semblante sonriente. Parecía cansado. Más mayor, más serio.
—Toma asiento, disfrutemos de este té y... cuéntame todo lo que pasó con sumo detalle.
— Muchas gracias, Kenzou-sama — murmuró, mientras le saludaba todo lo cortesmente que pudo, siguiendo con el protocolo —. Verá, todo empezó mientras estaba con mi compañero, Yota, realizando la misión que se nos encomendó. Estabamos asentando los detalles para la batalla que se llevaría a cabo para el beneplácito al señor feudal en nuestros aposentos. Detalles estratégicos, ya sabe. Entonces, alguien llamó a la puerta, y ante nuestras narices, apareció el señor feudal en nuestra habitación, durante casi la noche. Él era el atacante, por supuesto, pero disfrazado bajo una técnica de ocultación.
» Supongo que pensará que debimos sospechar, pero era una imitación perfecta , parecía fingir una enorme urgencia con la que nos distrajo y caímos en el engaño. Nos ofreció té y había en él alguna clase de droga paralizante. Yo no lo probé, pero al instante, me clavó un dardo con ese mismo veneno, sin que ninguno de los dos pudira reaccionar. Cuando nos dimos cuenta, estabamos inmovilizados y a su merced — trató de rememorar —. Lo que intento decirle es que aquella persona era un shinobi muy habilidoso. Tenía una destreza y una agilidad con las armas enorme, era sigiloso y efectivo. Cuando deshizo la transformación, no pude verle el rostro. Y no porque no lo tuviera delante. Desconozco si era alguna otra clase de técnica de ocultación, pero nada de él relevaba si era hombre o mujer, ni si quiera su voz o sus facciones. Tras pasar un rato, cualquier imagen de lo que pude ver en su cara se ha borrado de mi mente. Prácticamente no puedo darle ningun detalle mas que eso y eso es lo que más me horroriza.
Kenzou mantuvo su semblante preocupado y pareció aún más inquieto durante varios fragmentos de la exposición de Juro, pero aún así le dejó hablar hasta que encontró una pausa.
—¿Pero cómo que no sabías si era hombre mujer, es que era andrógino o algo? —caviló, acariciándose el mentón—. Bueno, eso da igual. ¿Pero de qué color tenía el pelo? ¿Los ojos? ¡Joder! ¿Nada? —Kenzou estaba frustrado y molesto, pero la expresión en la cara de Juro le dio a entender que el muchacho realmente decía la verdad—. Bien, sigue. ¿Entonces? ¿Lo venciste y ni siquiera viste qué cara tenía el tipo?
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
Juro agachó la cabeza ante la insistencia de alguna clase de detalle. Nada, no tenía nada. Un fantasma que no parecía de este mundo les había atacado.
Bien, sigue. ¿Entonces? ¿Lo venciste y ni siquiera viste qué cara tenía el tipo?
— Metemo que la historia no sigue así, Morikage-sama — suspiró Juro. Aunque omitiese el detalle del bijuu, no podía omitir otro detalle importante: la identidad del general. No le iba a gustar —. Aquella...persona... tenía el objetivo de secuestrarme, sin ninguna duda. Apuñaló a Yota a sangre fría y lo arrojó por la ventana. Después, me raptó. Pero no termina ahí. Me llevó en una larga travesía a cuestas, hasta el amanecer, hacia un lugar concreto. Las Cascadas del Mar. Más específicamente a una cueva dentro de la cascada. Ahí me dejó, aún afectado por los efectos de la droga, aunque estos ya se empezaban a disipar.
El general vino después. Esa persona, quien fuera que me atacó, no parecía ser un general de Kurama. Al menos, eso pienso ---- se justificó Juro —. He estado repasando mentalmente las pocas frases que dijo y no me cuadra. Dijo que eramos una verguenza de ninjas. Que él o ella era nadie. Que un shinobi debía de ser nadie. También dijo que las grandes villas tenían un ego demasiado grande como para crear verdaderos shinobis, especialmente, sus líderes.
Suspiró. No era algo agradable de recordar.
— Cuando me dejó en aquella gruta, dijo algo así cómo: "el lugar acordado, el momento acordado. Pronto serán otros quienes dicten tu destino. Mi trabajo aquí ha terminado". Después, se marchó.
El Morikage resopló, e hizo un rápido y nervioso ademán de manos.
—¡Los detalles, los detalles importantes, Juro! —gritó—. Lo siento, chico, ando muy, muy estresado. —El hombre se llevó ambas manos a la cara y se las restregó haciendo fuerza hacia abajo, apartando los párpados inferiores de los ojos durante un momento y deformándose la boca en una arrugada mueca.
»Quiero saber lo que pasó después. ¿Quién era el General? ¿Cómo lo venciste? Se supone que esos tipos tienen consigo la fuerza de un puto bijuu.
21/12/2019, 21:20 (Última modificación: 21/12/2019, 21:30 por Eikyuu Juro. Editado 4 veces en total.)
Juro no dijo nada, pero no pudo evitar alzar una ceja ante la exclamación de su Kage. Su cuerpo se tensó al instante. Puede que él quisiera saber lo que ocurrió con el general cuanto antes, pero... ¿Detalles importantes? ¿Acaso no es importante saber que un posible mercenario capaz de infiltrarse en las habitaciones del Señor Feudal trabajaba a favor de Kurama?
« No sé que le ocurre a este hombre, pero tienes razón. Algo no me cuadra con él » — pensó, para sí y para el que vivía dentro de él. Aunque no se lo hubiera planteado así, las palabras de disculpa de su Kage le habían sonado vacías.
Juro supo, para sí, que la desconfianza que Chomei le había sugerido ahora se estaba haciendo real para él.
— Lo siento, no era mi intención, Kenzou-sama — se disculpó —. Esta información la he ocultado hasta llegar hasta usted. Sin embargo, lo cierto es que el general que me intentó secuestrar no es un desconocido, precisamente. Fue Yubiwa.
» Sí, usted tiene razón, tienen la fuerza de un Bijuu. Pero hay más. Kurama lo domina. Puede tomar la conciencia del general a voluntad o al menos, durante un periodo de tiempo. Ese hombre era poderoso, desde luego. Más que yo. En una pelea justa, no habría tenido una oportunidad. Pero... Yubiwa estaba muy inestable — admitió el marionetista —. No intentó tomar mi sello ni hacerme nada al principio, sino que comenzó a desviar. Intentó convencerme sobre como los Bijuu son criaturas superiores a los humanos y cómo Kurama merece gobernar en su imperio sobre toda la humanidad. Habló de como las grandes aldeas habían errado su propósito y cómo los Señores Feudales eran seres egoístas que merecían ser asesinados. Creo que Kurama le convenció con alguna clase de promesa de poder, no lo sé.
Se aclaró la garganta. Solo recordar sus ojos, llenos de locura, le hicieron estremecerse.
— Cometió un error. Si hubiera revertido mi sello al instante, todo se habría acabado. Pero no lo hizo. Intenté rebatirle para ganar tiempo. No sé exactamente por qué, pero funciono, porque en lugar de intentar hacerme nada, discutió. Aun así, al enfrentarle verbalmente, su furia aumentó y me empezó a golpear: me dio varias patadas y golpes y me cogió del cuello. Durante un momento, pensé que iba a asesinarme, pero me arrojó a un lado. Acabé herido, pero no lo suficiente como para ser derrotado. Entonces, Kurama tomó su cuerpo durante un momento — explicó Juro —. Fue extraño. Al mirarle, ya no era él. Había dos ojos rojos llenos de un odio visceral. Un ser asqueroso, sin duda.
» La razón por la que me salvé fue simplemente esa. Se entretuvo mucho hablando conmigo, y en el momento en que Kurama le dominó, una especie de conflicto mental apareció en él. Cómo si tratar de procesar quién era exactamente. Me dio unos segundos donde su cuerpo me dejó de ver. Entonces, la droga había desaparecido de mi cuerpo, no del todo, pero sí lo suficiente para moverme — admitió el chico —. Es difícil de explicar, pero sentí un subidón, probablemente por la adrenalina y estallé una bomba de luz que guardaba en mi portaobjetos. Utilicé mi mejor técnica de fuuton en la confusión. Al ser una caverna cerrada y estar orientado hacia la salida, no tuvo escapatoria. Salió volando metros y metros, y desapareció de mi vista. Entonces, escapé. Fue entonces cuando me encontré con su escuadrón de ANBU y ellos pudieron llevarme hasta la capital para tratar las heridas que me había ocasionado. No comprobé dónde acabó ni en qué estado, puesto que temí que más generales pudieran aparecer para capturarme.
Juro asintió para sí. No, no era la versión verdadera. De hecho, cada vez distaba más de ser una versión realista. Pero gracias a que los ANBU habían mentido también sobre lo de que había quedado herido, de alguna forma tenía que meterlo todo y que tuviera un mínimo sentido. Sentía una gran sensación de culpa, pero... ¿Qué podía hacer él en ese momento?
—¿¡Cómo!? ¿¡Cómo que Yubiwa!? —Kenzou interrumpió a Juro durante al menos un minuto con un ataque de ira totalmente desajustado con su personalidad habitual. Se levantó y clavó un puño en la mesa, tan fuerte que incluso la madera se quebró y quedó un boquete rajado. Se dio la vuelta y arrojó la silla al suelo. Nervioso, las manos a la espalda, se paseó por todo el despacho—. Argh, lo siento, Juro. Lo siento. Ese chico ya era un poco peculiar, pero lo creía buen tipo, demonios. ¡Lo creía mi mano derecha! ¡Y ahora...! Bah. Promesa de poder. Ya me puedo imaginar a qué delirio insano se prestó. Continúa.
Lo que sucedió después, cuando Juro siguió hablando, quedaría en la memoria del joven como un shock para toda su vida. Antes de que terminase toda su exposición, Kenzou se acercó a él por la espalda y lo levantó de la silla con una sola mano. Con un movimiento del brazo, lo tumbó encima del escritorio, boca arriba. Se golpeó la palma de la mano izquierda con el puño diestro y le miró a los ojos. No fue una mirada romántica.
(Percepción 100)Será capaz de detectar la mentira de forma inmediata, ya sea por la entonación o por lenguaje corporal, en personas con un Carisma alto (60 puntos o menos).
—En un momento como este, ¿te atreves a mentirme de una manera tan burda? —dijo Kenzou—. ¿¡Traicionas mi confianza de esta manera, Eikyuu Juro!? ¿¡EH!? ¿¡O QUIZÁS ERES TÚ ESE TIPO QUE PUEDE TRANSFORMARSE A VOLUNTAD!? ¿¡O TE HAN REVERTIDO EL SELLO COMO A AOTSUKI AYAME Y ESTOY HABLANDO CON EL BIJUU!?
»He visto a muchos hombres y mujeres mentir, Juro. Me he tragado muchas trolas y he visto a través de muchas otras. Incluso cuando no me la cuelan, sé quién estaba haciendo un buen intento por ocultarlo. Tú no eres uno de ellos. Fíjate bien. —Señaló a las manos del chico. Temblaban. Señaló a la mandíbula. Apretada. Señaló su frente. Sudaba—. Tu voz tiembla. —Se inclinó sobre la mesa, acercándose a él—. Tus ojos muestran arrepentimiento y miedo. Y has asentido para ti mismo cuando has terminado de hablar como felicitándote a ti mismo. La última técnica de Fuuton que me lanzaste me hizo poco más que cosquillas, y eso... eso era un General de Kurama, y Senju Yubiwa, un hombre capaz de alterar el mismísimo tejido del tiempo.
»Elige bien tus próximas palabras, seas quien seas. Porque yo no voy a necesitar una técnica de Fuuton para hacerte volar.
Juro tembló cuando su líder reaccionó al escuchar que Yubiwa era el enemigo. Quebró la mesa de un puñetazo, haciendo un boquete que no se iría facilente. Después, arrojó la silla al suelo y cuando el chico pensaba que él sería el siguiente, empezó a calmarse, poco a poco. En apariencia, claro esta. Nada le preparía para lo que se venía.
No. El marionetista no se había dado cuenta, pero en ese momento, estaba en el ojo de un verdadero huracan.
«Lo sabe, lo sabe » — ¿Mentirle a su Kage! ¡Era un maldito idiota! Podía engañar a su amigo, o incluso a un puñado de ANBU, que ya estaban de por sí lo suficientemente confusos. Pero... ¿Engañar a su líder? Debió haber imaginado que era algo imposible.
Mientras escuchaba uno a uno sus fallos, se enrojeció por la verguenza. No era un buen mentiroso y nunca lo sería.
Maldijo por lo bajo. No debía de haber tomado ese camino. Por mucho que no confiara en él. Quizá si hubiera sido dado una información más vagoa sin llegar a mentir... quizá hubiera podido salir de ahí sin pasar por aquello. Pero ya era tarde para pensar en eso. Ahora mismo, le quedaba poco.
« Perdoname. Es cierto que si cuento la verdad la cosa puede salir mal. Pero si miento, también estamos jodidos » — Estaba demasiado conmocionado para actuar . Pero tenía que hacerlo. Sintió a la criatura que tenía dentro también, a la espera de ver que ocurría. Que palabras salían de su boca. Cómo reaccionaría su líder.
Era todo o nada.
— S-soy Eikyuu Juro y nadie más — La voz le temblaba. Intentó mantenerse firme —. Lo lamento profundamente, Kenzou-sama. El intentar mentirle ha sido una estúpida decisión mía.
» He cometido un error al tratar de ocultarle la verdad. Sentí miedo de ver cómo reaccionaría — murmuró. Sintió ganas de mirar a la silla rota y la mesa abierta , pero se contuvo —. Kurama es nuestro enemigo, eso es cierto. Pero cometimos un error al pensar que todos los bijuu estarían a favor de él. Ni de lejos. Kenzou-sama, por favor, le ruego que me escuche y que me crea. Hasta ahora, no sabíamos nada de estas criaturas, además de que fueron monstruos voraces que asesinaron a multitudes y continen un chakra infinito. Sin embargo, hay más que eso. Al igual que cuando me encontré con el Gobi, cada una de estas criaturas tiene voluntad. Un pensamiento. Una personalidad. Su conciencia es distinta a la de los humanos, desde luego, pero es posible hablar con ellos y comunicarte.
Juro carraspeó. Si seguía vivo de momento, es que no iba tan mal la cosa, ¿verdad?
— Yo cuestioné a Yubiwa. Le dije que no creía en sus métodos y que Kurama no era un líder, sino un futuro homicida, que destruiría naciones enteras solo por liderar a la humanidad. Y tenía razón. Kurama vino solamente para clavar sus ojos en mí y asegurarme que haría sacrificios para garantizar su imperio. Su imperio — remarcó Juro —. Sé que en nuestra anterior reunión le hablé de unas palabras que les dedicó su padre creador a los bijuu. Bien, pues ahora ya las sé. Antes de morir, él les dijo que en un futuro, ellos, los bijuu, tendrían que colaborar con los humanos, para enfrentar un mal mayor. Sin embargo, Kurama ha malinterpretado esas palabras. Esta creando un imperio para dominar la humanidad. De alguna forma, se ha vuelto el mal mayor del que hablaban.
» Cuando todo estaba a punto de terminarse para mí... mi bijuu me salvó. M-me dijo que Kurama había errado en su proposito y en las palabras de su padre y que debíamos detenerle. Que confiaba en mí para hacerlo — la voz le temblaba, pero era la realidad —. Me prestó poder. El poder suficiente como para liberarme y atacar a Yubiwa con todo. Gracias a él, pude escapar. Sé que usted no confia en estas criaturas y hasta hace poco, yo tampoco. Pero quiero que lo entienda, Kenzou-sama. El bijuu eligió ayudarme a mi y se rebeló contra Kurama. Me permitió matar a uno de sus generales con la técnica que Ayame utilizó en el examen chuunin. Podría haber esperado y haber tomado mi cuerpo, pero en lugar de eso, decidió ponerse del lado de Kusagakure.
¿Podría su líder perdonar sus actos? No estaba seguro. Le había ocultado una información importante. Probablemente, la cosa iba a acabar mal para él.
— No debería haber osado en ocultarle una información tan relevante. No sé como disculparme. Solamente quería un poco más de tiempo para aclarar esta historia de los generales, Kurama, el imperio y los bijuus. Toda la información aún baila en mi cabeza — Desconfiase o no de él, como Chomei le había dicho, era su líder al fin y al cabo y lo necesitaba para enfrentarse a Kurama. No había pensado en ocultárselo para siempre. Eso era verdad. Era la pura verdad.
Miró a su líder. Ahora, la sinceridad era su única arma. Estaba expuesto, y sin ideas. Si eso fracasaba, se habría acabado para él y para Chomei, que debía de estar lamentando en ese momento haber sido sellado en un humano tan estúpido como él
Kenzou entrecerró los ojos y se levantó, separándose poco a poco de Juro. Se dio la vuelta, cruzando los brazos tras la espalda y se alejó uno, dos, tres pasos. Dio un largo y tendido suspiro.
—Los niños de hoy en día ya están olvidando todo por lo que los veteranos hemos pasado —dijo, con voz triste—. Por eso crees que el bijuu decidió ayudarte. Por eso crees que el bijuu es más que una bestia sedienta de sangre.
»Por eso crees, Juro, que está del lado de Kusagakure. Pero la realidad está muy lejos. Por lo visto, sólo yo estoy del lado de Kusagakure. Tú abandonaste ese sendero en cuanto decidiste confiar más en esa bestia que en mi.
»Gracias por ser sincero conmigo, muchacho. Y lo siento, pero debo cumplir mi deber.
«Vete. ¡Vete!»
—Lo siento por tener que encerrarte. ¡ANBU, A MÍ!
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
La sensación de peligro llegó incluso antes del mortal hecho. A pesar de que el Kage se separó de él y le dio espacio. Juro aprovechó para reincorporarse . Si bien el Morikage se alejó de él, Juro tampoco hizo ningún esfuerzo por acercarse. Se quedó ahí, de pie sobre el escritorio.
Sus palabras cayeron como un mazo sobre él. La guillotina que al final, le decapitaría.
El marionetista observó a su Kage. A su líder. A la persona que había admirado desde que era un niño. A su ejemplo a seguir. Al hombre que había sacado adelante Kusagakure. Al que le había dicho que algún día sería uno de los mejores shinobis de la villa. A aquel que, una vez, le había hecho sentir especial.
Le temblaba la mano, de pura impotencia. No había nada que pudiera hacer o decir. Nada volvería a ser como antes.
En ese mismo instante, todo se había roto.
«Vete. ¡Vete!»
No quería creerlo. No quería. Pero las palabras de Chomei le trajeron la verdad. La bestia había tenido razón siempre. Su Kage, su querido Kage, al que había servido todo este tiempo, iba a encerrarle y a matarle. Ya no era una persona de confianza para él. Buscarían otro guardían.
Después de todo, él solo era un ninja. Una persona remplazable, ¿verdad? Tenía a miles.
—Lo siento por tener que encerrarte. ¡ANBU, A MÍ! — Su sentencia. Juro sintió la afilada hoja metálica caer sobre su cuello. Estaba a escasos centímetros de ella.
¿Algún día las cosas podrían volver a ser como antes?
NOOOOOOOOOOOOOOOO
En medio del silencio, hubo una gran explosión. Una que probablemente sería recordada por toda la villa. Su origen, no era otro, más que el edificio donde residía el Morikage. Más concretamente, su despacho.
Juro se había convertido en un monstruo. Sostenido a cuatro patas, sus cinco colas habían crecido, destruyendo todo lo que estuviera a mitad de su camino. El chakra verde no solo se había adherido a su cuerpo: parecía devorarlo, quitandole todo el rastro de humanidad. Su única forma de expresión, su rostro, había sido bañado por aquel poder y se ocultaba bajo un yelmo de escarabajo. Dos alas se alzaban, majestosamente, sobre sus colas, y se agitaban.
La criatura no se mantuvo quieta. Lejos de su apariencia monstruosa, su raciocinio no se había perdido.
Aprovechando la sorpresa provocaba por la explosión y el desastre que acababa de provocar, se inclinó sobre sobre sus cuatro patas, y entonces, se impulsó con toda la fuerza de la que dispuso, provocando una enorme grieta bajo el suelo que pisaba. El ser verde y morado buscó el cielo, con un nuevo rugido. No le importaba si encima hubiera techo, hormigón o grietas. Destruiría todo obstáculo que se impusiera entre él y su destino. Se alzaría hacia el cielo.
Y entonces, ya no volvió a caer.
Desafiando a la gravedad, desplegó sus alas. Dos enormes alas, verdes y amarillentas, que se agitaban a la velocidad del propio viento. La tierra, la villa y su gente no le interesaba: trató de ascender, buscando el reino de los cielos. Apartándose de todos aquellos que intentaban dañarle.
Como una majestuosa ave, aquella aberración de chakra se alejó. Su rumbo, alejarse lo más posible de aquel lugar.
¤ Capa de Chakra (Versión 2) - Tipo: Apoyo, Ofensivo - Requisitos: Ninguno - Gastos: 27 CK por onda de chakra - Daños:
12 PV por contacto
40 PV por coletazo
40 PV por mordisco
45 PV por onda de chakra
- Efectos adicionales:
Se accede a la reserva de chakra de la Versión 2
+20 a Fuerza, Resistencia, Aguante, Agilidad y Poder
Defensa de 20 PV
-20 PV/turno en caso de no controlar al bijū
- Velocidad: Muy rápida (onda de chakra) - Alcance y dimensiones: -
El chakra del bijū se convierte en una forma humanoide que concede al jinchūriki una enorme ventaja en el campo de combate sin liberar por completo a la bestia. Usando el cuerpo del jinchūriki como una especie de endoesqueleto, una capa de chakra puramente verde y morada lo envuelve. Las manifestaciones físicas del correspondiente bijū que son apenas apreciables en la primera capa se vuelven mucho más nítidas en esta versión, reproduciendo una especie de versión de la bestia en miniatura: la masa muscular se incrementa, y la cornamenta y las colas están claramente definidos ahora. Aunque, dado que el velo de chakra se atañe a la forma del cuerpo de su jinchūriki, las características físicas de este son aún distinguibles.
Al entrar en la versión dos de la capa de chakra se produce una masiva cantidad de chakra que es capaz de formar cráteres por debajo de su cuerpo y destruyendo en el proceso cualquier tipo de restricción que pudiera haber estado impidiendo sus movimientos previamente. Nuevamente se incrementan sus capacidades y la capa actúa como una especie de protección frente a ataques externos.
Entrar en esta etapa, para un jinchuuriki que no ha controlado a su bijuu, significa terminar por cederle el control de su propio cuerpo. Durante este estado, el jinchuuriki no puede utilizar técnicas de su repertorio. A cambio, puede lanzar ráfagas de chakra muy poderosas y acceder a la técnica más destructiva de los bijuu: la Bijuudama.
En el momento en el que el jinchūriki le concede el total control de su cuerpo al bijū, su capacidad de distinguir entre amigos y enemigos se desvanece y atacará a cualquier cosa que se interponga en su camino hacia su objetivo. Esta forma acarrea numerosas consecuencias para el mismo jinchūriki también, ya que las propiedades corrosivas del chakra queman su piel. Las habilidades regenerativas garantizan que los daños se vayan curando, pero con el tiempo se va acortando su esperanza de vida por la masiva destrucción y creación de células. En el caso de que el jinchūriki controle a su bijū no sufrirá ninguno de estos daños, y se mantendrá consciente.
Para el jinchuuriki de Nanabi que no ha controlado a su bijuu, a medida que va perdiendo el control de su cuerpo, van creciendo en su espalda las tres últimas colas. De formarse la última cola, el usuario moriría y el bijuu saldría al exterior.
3/01/2020, 16:47 (Última modificación: 3/01/2020, 16:47 por Amedama Daruu.)
Pero el hijo díscolo de la Hierba no sé iba a dejar atrapar fácilmente. Juro cercenó de golpe cualquier vínculo posible que le atase a la Kusagakure de Kenzou cuando decidió activar la segunda fase de la capa de bijuu. La explosión de chakra agrietó el suelo y despegó la madera de las paredes. Arrojó libros al suelo y rompió cristales. Hizo que se despegarse el tejado y se desprendiese del edificio, deslizándose hacia un lado en medio de los gritos de terror de quien fuese que pasase por allí.
Pero no movió a Kenzou.
(Resistencia 140) Salvo que un ataque tenga un daño superior a 150 PV, el usuario será capaz de ignorarlo y atravesarlo, su cuerpo aguantando cualquier daño y cualquier retroceso producido por la técnica u objeto, incluyendo explosiones.
La montaña que era aquél perro viejo se mantuvo en su sitio y se dio la vuelta poco a poco, llena de cólera. Aunque la bestia más poderosa del mundo clavase la mirada en él, él se la devolvería. Así estaban hechos los verdaderos kusajin. Era algo que Juro ya no podría llegar a aprender.
Pero la Bestia desafió a su mirada y emprendió el vuelo, pretendiendo ignorar lo que había hecho. Un error de novato. Nadie se la juega a Moyashi Kenzou y vive mucho tiempo para contarlo. El hombre flexionó las rodillas y...
...apareció tras Juro.
—¡¡KONOHA DAISENPŪ!! —bramó, tratando de golpear en los gemelos al muchacho, luego en el centro de la espalda, donde emergían las alas, y finalmente en la cabeza. Luego, daría una vuelta sobre sí mismo y le atizaría en la nuca para enviarlo de vuelta al suelo.
A Kenzou no le importaban los metros que había entre él y el suelo. Había sobrevivido a caídas peores. Como aquella vez en la que se precipitó desde lo alto de las Escaleras al Cielo y sólo se partió un par de costillas.
Si hay necesidad de continuar la refriega, pondré tabla.
¤ Kage Buyō ¤ Sombra de la Hoja Danzante - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Taijutsu 50 - Gastos: 14 CK - Daños: - - Efectos adicionales:
Aparece tras el oponente en el aire
Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos
- Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: 10 metros
Una técnica donde el usuario sigue a su oponente, siguiendo de cerca los movimientos del adversario, como la sombra de una hoja la sigue en el aire mientras baila, cayendo. La técnica puede utilizarse cuando el adversario ya está en el aire, pero es más impredecible y eficaz si la precede una patada ascendente que lance al objetivo por los aires o un ataque similar. El movimiento se realiza a una velocidad tan rápida que un humano normal no será capaz de seguirlo. Por ella misma, la técnica es inofensiva, pero suele utilizarse como paso previo a una técnica más potente o como entrada para una combinación de más golpes.
¤ Konoha Daisenpū ¤ Gran Torbellino de la Hoja - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Taijutsu 60 - Gastos: 72 CK - Daños: 120 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Esta técnica se realiza en el aire, y consiste en una serie de patadas, empezando por una baja combinada con una media, tras lo que le sigue una alta. Después de combinar los tres golpes, el usuario realiza un movimiento circular sobre sí mismo y asesta un fuerte golpe con el talón en la nuca de su adversario, arrojándolo al suelo con fuerza.
3/01/2020, 18:59 (Última modificación: 3/01/2020, 19:17 por Eikyuu Juro. Editado 3 veces en total.)
Si, Juro se había convertido en un monstruo. Pero el oponente que tenía delante superaba con creces a cualquier criatura salida de los cuentos. Un hombre capaz de resistir cualquier explosión, capaz de saltar y coger a una criatura voladora en su elemento. Capaz de atacar a un bijuu a taijutsu limpio.
Si, era una leyenda. Un hombre al que Juro nunca habría podido superar, ni en un millón de años.
Golpeó al ser sin piedad. Eso si que fue sorprendente. ¿Quién imaginó que aquel hombre fuera capaz de seguirle la pista en pleno vuelo? Era demasiado peligroso. Su presencia impedía su huida. Tenía que incapacitarlo o debilitarlo o sino... sería demasiado tarde para que pudiera escapar.
Juro recibió el golpe y cayó, pero no se dejó intimidar. Si aquel hombre representaba el poder de toda una vida, un bijuu poseía un poder mayor que el de cualquier humano. Recuperó el vuelo y observó al hombre, en caida libre. No podía dejar que hiciera nada más contra él. Un brazo de chakra surgió y se ramificó hasta formar cinco pequeñas manos, que agarraron al hombre por el cuello, brazos y piernas. Entonces, Juro lo balanceó y lo arrojó con toda su fuerza hacia el edificio que era su despacho.
Pero eso no era suficiente. No lo era. Necesitaba más poder. O sino, todo sería en vano.
Hay momentos en los que, en la batalla, se pierden de vista las cosas. Este es uno. Juro, en el momento en que fue golpeado por su Kage, se olvidó de algo: se olvidó de su villa, de su familia, de las personas que la habitan. En ese momento, solo podía imaginar la hoja que estaba a punto de decapitarle, representada por su líder.
Si no hacía algo, moriría. Todo se habría acabado para él.
Juro deseó por más poder.
Necesitaba más poder.
...
Una enorme explosión se formaría entonces en Kusagakure.
Una criatura gigante se alzaba en mitad de la aldea. Un monstruo legendario, que tiempo atrás, había segado las vidas de miles de inocentes. Otra vez, la historia se repetía, solo que causada por un solo chico. Uno que, intencionadamente o no, había desatado un verdadero apocalipsis en las vidas de aquellas personas.
Vida o muerte. Su vida o la villa. Luces y sombras. Todo giraba y giraba en su cabeza, pero ya nada tenía sentido. Solamente había un objetivo para él y era abatir al hombre que se le había alzado con la intención de matarle.
Necesitaba todo el poder del bijuu para eso.
El ser abrió la boca. Las partículas comenzaron a volar, a juntarse entre ellas, dando lugar a una de las armas más mortiferas que el ser humano conoce. El monstruo liberó el poder en un enorme laser negro que se lanzó hacia delante. Su objetivo: el lugar dónde se encontraba ahora el Morikage.
PV:2000 - 90 = 1910.
(20 PV de protección por la capa de chakra y un 10% menos por llegar a Resistencia 60) CK: 1200 - 70 - 600 = 530
Daños:
12 PV por contacto de brazo (x 5 brazos) = 60 PV + 10%Poder 60 = 66
1000 PV por bijuudama.+ 30%Poder 140 = 1300
¤ Chakura no Ude ¤ Brazos de Chakra - Tipo: Apoyo, Ofensivo - Requisitos: Capa de Chakra (Versión 1 ó 2) - Gastos:
20 CK
10 CK por metro adicional
10 CK por división
- Daños:
12 PV por contacto
25 PV por golpe
- Efectos adicionales: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Los brazos pueden llegar hasta los cinco metros de longitud
Esta es una habilidad que los jinchūriki poseen mientras se encuentran en su forma de capa de chakra. Pueden utilizar el chakra bruto de su bestia para formar brazos que pueden manipular libremente para atacar a sus objetivos y golpearlos a altísima velocidad. Las manos de estos brazos de chakra poseen afiladas garras, aunque parecen carecer de cualquier tipo de articulación, por lo que pueden realizar movimientos increíblemente flexibles que serían imposibles para cualquier tipo de extremidad normal. El usuario puede formar los brazos que él desee y pueden servir a otros propósitos, como garfios, para agarrar objetos o a cualquier enemigo desde la distancia o con fines ofensivos. El mero hecho de entrar en contacto con estos brazos causará dolorosas quemaduras. Debido a que el chakra está unido al cuerpo, estos brazos pueden crecer en tamaño o, dividirse para formar más apéndices o incluso transformarse en cuernos en aquellas bestias que lo posean.
¤ Bijūdama
¤ Esfera de Bestia con Cola - Tipo: Ofensivo - Requisitos: Capa de Chakra versión 2 o Forma Bijū Liberada - Gastos: 0.6*X CK - Daños: X PV - Efectos adicionales: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones:
La bomba ocupa X/10 decímetros de diámetro, y la explosión abarca X/3 metros de tamaño.
El láser ocupa de ancho el doble de la esfera y el doble de la explosión hacia delante.
La Bijūdama es la técnica definitiva de un bijū. Para formar el ataque, el usuario concentra chakra positivo negro y chakra negativo blanco, lo reúne en una esfera y lo comprime dentro de su boca. El chakra necesita ser balanceado en una proporción 8:2, respectivamente, o será contraproducente. Para finalizar, puede dispararlo en forma de una enorme explosión de energía hacia delante en proporción a su tamaño (mucho más grande en la forma completa de la bestia) o en forma de bala de color oscuro que provoca igualmente una enorme explosión al impactar contra algo. La bijūdama es increíblemente densa y pesada, y el jinchūriki se puede ver hundido en la tierra en el proceso de creación. Usada cerca de otros bijū, puede ser combinada aumentando drásticamente su tamaño y su poder destructivo.
¤ Modo Bijū - Tipo: Apoyo, Ofensivo - Requisitos: Control del Bijuu - Gastos: Ninguno - Daños:
70 PV por golpe con cola
120 PV por cornada
- Efectos adicionales:
Los usuarios pueden acceder a todo el chakra bijū
+100 a Fuerza, Resistencia, Aguante, Agilidad y Poder
- Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
En principio, todos los jinchūriki pueden transformarse completamente en los bijū que tienen en su interior cuando el sello se rompe y pierden el control por completo sobre su bestia. Sin embargo, hacer esto conlleva la muerte del jinchūriki si no lo controlaba. Subyugar a sus bijū o aprender a colaborar con él hace que pueda transformarse en una réplica a escala real del bijū, con un completo acceso a sus a su fuerza natural y sus habilidades. De hecho, pueden escoger pasar el control de esta forma a la bestia en sí.
Esta forma es devastadoramente poderosa y plantea un incalculable riesgo por daños colaterales, ya que el usuario podría incluso destruir su propia aldea sin ser siquiera consciente de ello.
4/01/2020, 02:11 (Última modificación: 16/01/2020, 20:48 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Kenzou se encontraba ahora en caída libre hacia su aldea. Nada que no pudiera controlar, se dijo. Pero una sorpresa desagradable en forma de múltiples brazos de chakra se la jugó, y se le enzarzó a brazos, piernas y cuello. El chakra era maligno y quemaba su piel, pero como un té hirviendo, para él casi estaban templados. Sonrió y miró una vez más a los ojos a Juro.
—¡Esto no es nada! —le gritó. Como una respuesta a su desafío, él le zarandeó y le envió volando de vuelta a las puertas de su edificio. Kenzou se repuso con una ágil pirueta y aterrizó de pie, arrastrándose hacia atrás al menos diez metros y chocando contra la puerta principal.
En la calle, todo era caos. Sus ciudadanos corrían de un lado para otro como pollos sin cabeza. Uno de sus ANBUs se le acercó y le pidió instrucciones. Lo despachó rápidamente al ver lo que estaba ocurriendo en el cielo, indicándole que evacuara a tantos como pudiese.
«Mira lo que has conseguido, chico. Esto es lo que los bijuu son para tus compatriotas. Esto.»
Allá arriba, la magna y a la vez terrorífica sombra del Nanabi se extendió como un mal augurio. El escarabajo se retorció y luego se encaró con él. Comenzó a acumular una bola enorme de energía frente a lo que parecía ser su rostro. Y entonces, Kenzou lo supo. Se sintió orgulloso de no descubrirse como un cobarde a la hora de la verdad.
Lleno de determinación, Kenzou separó las piernas y adoptó una posición estable. Hizo chocar sus manos en una sonora palmada. Un aura de chakra esmeralda recubrió su cuerpo por completo. Apretó la mandíbula con fuerza. Allá arriba, Juro-Nanabi abría sus fauces y devoraba a su hija, dispuesto a disparar. Kenzou bramó con la furia de todos los shinobi que alguna vez habían dado la vida por él. Sus ojos, enrojecidos, sufrían de dolor. Los poros de su piel comenzaron a sudar sangre: por la frente, por los brazos, por el pecho. Y el aura esmeralda se hizo más y más brillante.
El bijuu disparó un gigantesco torrente de energía hacia la aldea. El láser bijuudama cada vez se acercaba más, buscando nada que no fuera destrucción y muerte.
Kenzou levantó su brazo derecho lentamente, y abrió los dedos de la mano. El haz de energía de la Bestia no llegó a engullir al veterano líder, ni a la aldea, sino que pareció curvarse hacia su palma.
—¡¡AAAAHHHHHHHHH!! —Devoró el láser poco a poco como si fuera el mejor plato que se había comido en la vida, y cuando no quedó ni una gota, cerró el puño. Una pequeña viruta de humo salió de entre sus dedos. Y entonces, Kenzou abrió la mano.
Como una broma cruel, la bijuudama láser volvía hacia el escarabajo, y se lo tragaba, achicharrándole, pero probablemente no impidiéndole marcharse si así es lo que deseaba.
Y abajo quedó un hombre anciano, tembloroso y sangrante.
Pero de pie.
Quedó un coloso. Y moriría como un coloso.
«Con mi sacrificio, sirvo a mi Familia. Con mi sacrificio, sirvo a Kusagakure.»
El Morikage escuchó los preocupados e inconfundibles jadeos de alguien preocupado.
—¡¡Kenzou-sama!! —dijo una voz femenina. Se ocultaba tras un antifaz morado con forma de mariposa. La mujer se quitó la capucha y rebeló unos largos y lisos cabellos castaños—. ¡No! ¡No! ¡Por qué tenía que usarla hasta este punto, Kenzou-sama! ¡¡Nooo!! —Era casi un reproche. Se abrazó a Kenzou, que todavía brillaba con una tenue luz verde.
—Kintsugi —sonrió él—. Escúchame. Alguien tiene que ocuparse de Kusagakure cuando todo esto acabe.
—¡No diga eso, Kenzou-sama! ¡Usted puede aguantarlo! ¡Usted es invencible!
—Hasta yo tengo mis límites, Kintsugi. Eh. Eh, Kintsugi. Concéntrate. Tienes que prometérmelo. Tienes que ser tú. Coge mi sombrero.
—N-no... no seré capaz...
—¿Estás sorda, chiquilla? Cógelo. Yo creo en ti. Todos creerán en ti. Somos una familia, ¿recuerdas?
Kintsugi se limpió las lágrimas y sorbió por la nariz. Delicadamente, retiró de la espalda de Kenzou el sombrero de Morikage.
—Vístelo con orgullo. Continúa mi legado. Recuerda, Kintsugi. Con mi sacrificio...
—Sirvo a mi Familia.
—Con mi sacrificio...
—Sirvo a Kusagakure.
Kenzou se derrumbó de rodillas. Kintsugi vistió el sombrero de Kage y se arrodilló también a su lado, apoyando con tristeza una mano en su espalda y otra en su pecho. Y alzó la mirada a las nubes, encontrándose a la del monstruo. Memorizó muy bien su aspecto.
Lo guardó en su memoria, junto al rostro de su Guardián fallido. El asesino de su maestro, del Padre de todos, del líder de su Familia.
Y le juró venganza.
Kenzou pierde 44 PV (por el 30% de reducción de Resistencia 140) y se queda con 626. Sacrifica 526 PV quedando con 100 PV, obteniendo un total de 626 CK y entrando en sobredosis.
Kenzou utiliza Asimilación para absorber por completo la bijuudama gastando 600 CK, y luego la devuelve gastando 10 más.
Kenzou queda con 100 PV y 6 CK. Morirá en breves debido a su jutsu.
¤ Kinjutsu: Gisei ¤ Técnica Prohibida: Sacrificio - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Ninjutsu 100, Resistencia 140, Voluntad 100, Inteligencia 60 - Gastos: X PV - Daños: - - Efectos adicionales: El personaje obtiene X CK, incluso si supera su CK máximo - Sellos: Palmada - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: -
Técnica que sólo alguien con un cuerpo concienzudamente entrenado y una elevada resistencia al dolor es capaz de utilizar, debido a los estragos que potencialmente podría causar en el propio cuerpo. Mediante un método secreto transmitido entre practicante y practicante del jutsu, el usuario extrae y transforma la energía vital de todas las células de su cuerpo en chakra puro, que después almacena para utilizarlo en otras técnicas. Al hacerlo, sufre una determinada cantidad de dolor, mayor si el número de puntos de vitalidad consumidos es muy grande. Con grandes cantidades o usos reiterados de la técnica, el usuario puede llegar incluso a sangrar desde múltiples puntos del cuerpo.
Alterador (Chakra Overdose): Si el usuario consume más de 200 PV en un mismo turno, entra en estado de sobredosis. Esto neutraliza el dolor y otorga 6 turnos durante los que el cuerpo del usuario será prácticamente un tanque indestructible ante los cortes, golpes, e inclemencias elementales (no recibirá daño alguno ni podrá sufrir ninguna herida). El usuario dispondrá entonces de 333 PV adicionales de daño que podrá repartir entre ataques físicos con el cuerpo o con las armas, y con la técnica Bushido: Chikara no Nagare. Cuando se le acaben estos PV de daño extra distribuibles, o pasen 6 turnos, el usuario morirá desangrado debido al esfuerzo y al efecto del chakra sobre su cuerpo.
¤ Dōka ¤ Asimilación - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Fuuinjutsu 90 - Gastos: X CK (donde X = gasto de la técnica a sellar) por sellado, 10 CK liberar - Daños: - - Efectos adicionales: Sella una técnica en la palma de una mano - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
El usuario extiende la palma de una de sus manos y entra en contacto con un Ninjutsu ajeno. Entonces,
absorbe la técnica gracias a su propio chakra y la sella en la palma de su mano. Moyashi Kenzou utiliza unas vendas hechas con el tejido de los pergaminos para sellarlas rápida y fácilmente sin que la técnica llegue siquiera a tocar su piel.
La energía del bijuu se liberó contra la aldea, como un cauce desbocado que trataba de devorar la ciudad que estorbaba en su paso a la libertad. Sin embargo, un hombre — pequeño, en comparación con la criatura que enfrentaba — pero de una presencia gigante, se interpuso entre entre la devastación y la aldea.
El bijuu observó cómo su más mortifera habilidad no solo era absorbida, sino devuelta.
Juro-Chomei sintió el dolor de su propia técnica. Sintió la tortura por la que había estado a punto de hacer pasar a la gente inocente que vivía ahí. Entonces, fue realmente consciente: del poder que tenía, de la carga que había escogido. No había sido capaz de manejar aquel poder con responsabilidad y eso había estado a punto de provocar la muerte de miles. Aquel hombre había salvado la aldea, y, de alguna forma, el alma del chico. Sin embargo, el precio a pagar había sido demasiado alto.
Juro observó al hombre en sus últimos momentos. No observó su muerte, pero no hizo falta. Sabía como acabaría. Aquel hombre había significado mucho para él durante toda su vida. Verlo ahí y haberse enfrentado a él había sido algo tan repentino que tardaría meses en digerir. Ser el causante de su muerte, probablemente, algo que le acompañaría toda su vida.
¿Cómo había acabado todo así? ¿Por qué? ¿Había sido por la desconfianza de su bijuu? ¿Por el miedo a ser asesinado? O quizá, simplemente, por algo que había dentro de él y había querido salir desesperadamente. Ahí, con las manos manchadas de sangre, ya era incapaz de diferenciarlo. No se iba a engañar así mismo: él había tomado esa decisión. Puede que el destino se la hubiera jugado, pero uno era siempre el que apretaba el gatillo.
« Ojala no hubieras sido un viejo tan testarudo » — Ojala nunca le hubiera tal carga sobre los hombros. Maldijo a Kenzou, por ser un padre tan cariñoso y a la vez tan cruel. Por haberle impuesto una tarea a la que no estaba preparado. Por haberle tachado, primero, de loco, cuando no creía en la conciencia de los bijuu, y luego, de conspirador, por creer que tenían una mente y un corazón.
Sí, si él le hubiera hecho caso, nada de esto habría pasado. Pero aun así, no tenía porque haber acabado así. No tenía que haber confiado en un poder tan grande ni haber amenazado, aunque fuese sin querer, a la aldea en la que se había criado.
Pero así había acabado. El ciclo de destrucción, una vez más, se completaba.
Ante la figura de aquel hombre cayendo y la de una mujer (su discípula, quizá. Ese hombre tenía mucho más de lo que parecía bajo la manga) yendo a socorrerle, la criatura gigante ya había emprendido el vuelo. Huyó hasta distanciarse de la aldea, y entonces, desapareció.
Lo que quedó de ella ya no era un jounin o un shinobi. Era un exiliado que ahora huía, con la certeza de que toda la vida que había vivido hasta ahora había quedado atrás. Pensó una última vez en su familia, en su alumno, en su mejor amigo y en el resto de conocidos de la villa. El último pensamiento, claro está, se lo dedicó a Kenzou, al hombre que le había dado tanto y a la vez le había maldecido para toda la vida.