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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
El joven siguió a su compañero llevándole el paso a la par, subieron unos escalones de madera que apenas separaban la edificación del piso, estos rechinaron con cada pisada, el ruido de las conversaciones que estaban adentro se iba intensificando y opacando más y más los ruido de los animales y el viento que paseaban por el lado de afuera.
Daigo empujó la pesada puerta de madera y rechinó como si nunca hubiera necesitado un timbre.

El silencio se apodero del lugar mientras los genin se adentraban, el eco de las conversaciones y los cubiertos golpeando contra los platos cesó. Geki observó impávido y con detalles a toda aquella multitud, las miradas se clavaban como flechas desde todas direcciones y lo hizo encogerse un poco, como si perdiera un poco el control sobre sus extremidades, seguro que si intentara caminar en ese momento lo haría mal.

El muchacho giró su cabeza a Daigo buscando alguna señal que le diera seguridad, pero no logro conectar miradas. Volvió de nuevo su cabeza hacia adelante y diviso un señor regordete que se acercaba hacia ellos.

"—¿Los ninjas de Kusagakure que solicite? Mi nombre es Umichi Rourah.

Parecía el hombre que estaban buscando, lindo lugar para el encuentro e inició de una investigación de un asesinato *Con que es él... pensó Geki para sus adentros y casi con un gesto automático subió sus manos hasta su bandana y se la re acomodo en la frente con un pequeño ajuste tras la pregunta del hombre con sobre peso.

Claro que lo eran, pero aún así Geki no emitió ninguna palabra. Se mantuvo quieto, al lado de Daigo mientras observaba con detalle el lugar. En algunas esquinas la humedad empezaba a invadir la casa aunque la madera tenía pinta de ser buena.

Carraspeo un poco, aquella mezcla de ambiente pesado por el numero de personas encerradas en el mismo lugar, con humo de cigarro y un leve aroma alcohol era un abrupto cambio de los kilómetros que habían hecho al aire libre.
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#32
El silencio se hizo inmediatamente en la sala en cuanto los genin entraron al local. Allí, Daigo pudo sentir como todo el mundo los miraba. Pero era normal. Seguro que ya llevaban un tiempo preguntándose cuándo llegarían sus ninja.

—¿Los ninjas de Kusagakure que solicite? Mi nombre es Umichi Rourah.

Daigo sonrió un poco, sabiendo que ya no tendría que preguntar por el alguacil, sino que podían iniciar inmediatamente con el encargo.

—Sí, señor, hemos venido lo antes posible —dijo mientras se dirigía a él un par de pasos para hablar en condiciones—. Me llamo Tsukiyama Daigo, es un placer.
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#33
Oh, estupendo, estupendo —les rodeó por los hombros con ambos brazos—. Por favor, acompáñenme a casa. Tenemos mucho de lo que hablar.

Pese a ser plena noche, el alguacil no quería perder ni un segundo. Si le acompañaban, Rourah saldría al exterior y se internaría en el pueblo. Pasaron varias casas, con las luces apagadas y tan solo el ladrido de algún perro esporádico. Cruzaron la plaza, circular y de suelo empedrado, con una bonita fuente en el centro que expulsaba un chorro de agua al cielo, y que, por la forma en que luego caía, hacía recordar a una cascada.

A partir de allí, giraron por una calle a la derecha y dieron con la casa del alguacil. No era especialmente grande, pero tenía dos pisos y una bonita fachada, con un jardincito bien cuidado y lo que parecía un pequeño huerto al lado.

Rourah abrió la puerta sin hacer uso de ninguna llave, y tras encender las luces les condujo por un pasillo hasta la cocina. Había varias sillas en las que sentarse y una mesa en el centro.

Por favor, tomen asiento. ¿Puedo ofrecerles algo? ¿Un té? ¿Algo de comer?
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#34
Daigo se presentó ante el señor que los había recibido en esa posada, parecía alegrarse de habernos encontrado. La taberna volvió a la normalidad, como si la pausa de un principio hubiera terminado y alguien presionaba el botón de play en aquella escena, las charlas, los ruidos de vasos y demás volvían a instalarse en el ambiente. El alguacil los rodeó con sus gordos brazos mientras prácticamente con el peso de su cuerpo los iba llevando hacia afuera.

Geki, muy incómodo por la situación de tener un desconocido tan pegado a su cuerpo, miraba con preocupación en sus ojos a Daigo en una señal de auxilio, pero este de nuevo volvió a ignorarlo.

Ya afuera, caminaron por las calles del pueblo, estaban muy silenciosas y oscuras. No se cruzaron a nadie en el camino, lo que le llamó un poco la atención de Geki. Quizá por ser un pueblo pequeño no era común encontrar personas caminando o a raíz de los hechos ocurridos habían asustado un poco a la población. Pero eso no lo conformaba, intentó entablar una conversación con el hombre que los había recibido, pero las distancias eran tan cortas que en un abrir y cerrar de ojos ya estaban en la casa del alguacil, así que el Senju, silenciosamente se guardó sus dudas para poder reproducirlas de nuevo más tarde.

Su casa era bonita, abrió la puerta sin cerrojo o candado ninguno, lo que afirmaba que de verdad aquello era un pueblo tranquilo. Se dirigieron a la cocina, la casa era cálida y acogedora y Geki procedió a tomar asiento tras la invitación.

“ —Por favor, tomen asiento. ¿Puedo ofrecerles algo? ¿Un té? ¿Algo de comer?”

Se sentó sin apoyar los brazos en la mesa y acomodó sus ropajes para que no le quedaran tirantes. Y se introdujo

-Si por favor Señor, el viaje estuvo largo, un té y algo para comer estaría bien.

Geki recorría con sus ojos la habitación en donde se encontraban. También presto atención a los sonidos, pero la casa estaba bastante silenciosa.

-Hermosa casa. ¿Vive aquí usted solo?

Preguntó cordialmente, por si en algún momento debían saludar a otro miembro de la familia o por qué no a alguna mascota, que eran sin duda los seres vivos preferidos de Geki.
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#35
Sin malgastar un solo instante, Rourah rodeó a los chicos con ambos brazos para llevarlos al exterior de forma incómodamente cercana y guiarlos hasta su casa.

Geki miró al peliverde algo preocupado e incomodado por la situación, a lo que el chico respondió con una pequeña sonrisa nerviosa, aunque le hacía algo de gracia la situación.

Luego de pasar cerca de una fuente que parecía simular una cascada y girar hacia la derecha en una calle, llegaron rápidamente a la casa del alguacil, donde fueron guiados hacia su cocina.

—Por favor, tomen asiento. ¿Puedo ofrecerles algo? ¿Un té? ¿Algo de comer? —ofreció el alguacil una vez ya se habían sentado.

—Si por favor Señor, el viaje estuvo largo, un té y algo para comer estaría bien.

—Sí, muchas gracias y sentimos las molestias. Puede contarnos todos los detalles mientras comemos.

Todavía le daba algo de corte decir que sí, ¿pero como iba a negarse? Se estaba muriendo de hambre.
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#36
Así es, shinobi-kun —respondió a Geki, cuyo nombre todavía desconocía—. Vivo solo. Con mis libros. Ellos siempre me hacen compañía —sonrió afable.

El alguacil puso una tetera a calentar y fue sacando cosas de la despensa para picotear. Un poco de pan integral con lonchas de salmón ahumado; un poco de embutido —principalmente jamón y chorizo; y queso con membrillo. Finalmente, les sirvió té verde.

Dejó que comiesen a gusto, sin querer angustiar su estómago con los detalles del escabroso asesinato que se había perpetrado. No fue hasta que ambos terminaron de comer, que empezó su relato.

Alia fue hallada muerta el día tres de este mes, en la orilla de la ribera —empezó, con voz cansada—. Según el doctor, tenía marcas en el cuello que indicaban signos de estrangulación. Tampoco tenía los pulmones encharcados de agua, así que desechamos que muriese ahogada en el río. Se le había visto por última vez tres días antes, el treinta del mes anterior. Ryouta, su marido, aseguró que se despidió de ella aquella mañana. Que ella le había dicho que iba a visitar a su tía, que vive en Kasketo. Un pueblo cercano de la Ribera del Norte —les informó, por si lo desconocían—. Está a una hora a pie de aquí. Le dijo que no volvería hasta la noche. Sin embargo, pude hablar con la tía, y Alia nunca llegó a su casa.

»Algo tuvo que pasar por el camino.
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#37
Al finalizar la comida Geki escuchó atentamente los detalles que les iba contando el alguacil sobre la muerte de una chica. Iba imaginándose la escena y cómo podría haber sucedido el asesinato. En primer lugar quería descartar la idea de que fuera un crimen pasional, algún estúpido esclavo de sus impulsos. El Senju acercó su mochila de donde tomó una libreta y un lápiz.

»Algo tuvo que pasar por el camino.

- Sin duda. Contestó el joven con un poco de oscuridad en sus ojos por imaginarse tal amarga situación en el relato de Rourah.

- ¿Conoce a la familia de Alia o a su marido? ¿Sabe si se llevaba mal con alguien en el pueblo?

Geki se llevo el lápiz hasta la pera, como si en su cabeza manejara un río de ideas y de hecho lo hacía, quería sacar toda la información posible del alguacil, se le ocurrían mil preguntas, pero debía ser cauto, no era necesario transformar aquello en un interrogatorio. También quería que, como líder del equipo, Daigo evacuara todas las dudas posibles, seguro que con su experiencia se ahorrarían mucha saliva. Así que se quedó callado, esperando su turno nuevamente para lanzar una batería de preguntas.
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#38
Al acabar de comer, Daigo tuvo que escuchar todos los detalles que había sobre el asesinato junto a su compañero. No era demasiada información, la justa para empezar a entender donde deberían empezar a buscar, pero aún así al peliverde se le dificultaba horrores escuchar el relato de la muerte de una persona.

«Y pensar que no tenía ni idea de lo que sucedería cuando salió de casa... ¿por qué alguien haría esto?»

Era incapaz de entenderlo, pero al parecer esas cosas sucedían.

Aún así y con aquellas incógnitas en mente, Daigo intentó mantenerse concentrado e imperturbable mientras escuchaba, aunque no tanto como su compañero Geki, quien sacó una libreta y un lápiz para empezar a hacer las preguntas pertinentes.

El joven decidió callar y esperar por la respuesta del alguacil.
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#39
El alguacil asintió ante la pregunta de Geki.

Conozco a Ryouta, sí. Su marido. Un buen hombre, aunque… le gusta la bebida más de lo que le conviene, ¿saben? —dijo, algo incómodo por criticar a un paisano suyo—. Pero es buena gente. Alia solo le queda su tía de familia. Su madre murió cuando ella era muy joven y su padre… Debía ella tener diecisiete o dieciocho años.

»Este es un pueblo pequeño. Siempre puede haber alguna rencilla. Pero, ¿tanto como para causarle algún mal? Oh, no. No se me ocurre a nadie, shinobi-kun. ¿Me recuerda su nombre otra vez? —agregó, incómodo ya con no conocerlo.
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#40
Geki mantenía la vista perdida mientras escuchaba palabra por palabra del discurso del alguacil. Al parecer no sabía mucho y con razón, por algo estaban ellos allí para desarmar ese embrollo. Le volvió la mirada a Rourah mientras que este le preguntaba su nombre. Es verdad, en ningún momento el muchacho se había presentado. Geki se sintió un poco tonto por no habérselo aclarado antes a un señor tan amable y que había abierto las puertas de su casa ellos.

—Lo lamento mucho señor —Respondió y se paró haciendo una pequeña reverencia —Mi nombre es Senju Geki, pero llámeme solo Geki.

Tras unos segundos erguido cortesmente, se aflojó y giró hacia la mesa tomando otro trozo de pan, dándole una mordida y volviendo a sostener la mirada con el alguacil. Se cruzó de brazos y cerró los ojos por un segundo.

—Bueno, no es mucha información que digamos —Se lamentó —¿Tú que opinas Daigo-Kun?

Preguntó a su compañero que lo había notado más pensativo y callado de lo normal.
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#41
Poco o nada fue lo que descubrieron esta vez sobre el asesinato de Alia. De momento solo conocían el lugar del asesinato, una fecha y unos posibles sospechosos.

Con tan poca información se le hacía difícil pensar en cómo deberían proceder, pues no parecía que sacarían nuevas pistas de allí, pero todavía necesitaban un lugar donde empezar a buscar antes de salir de esa casa sin saber qué hacer.

—¿Tú que opinas Daigo-Kun?

—Sí, esto... —miró a Geki antes de dirigir la vista al alguacil—. Disculpe, Umichi-san. Tengo entendido que sospecha de una pandilla que suele causar problemas. ¿Nos podría contar más sobre ellos?
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#42
El alguacil asintió, haciendo que su papada bailase de un lado a otro en el proceso.

Oh, sí. Suelen ser unos cuatro, provenientes de la Ribera del Sur —explicó—. Vienen en barca los fines de semana, de juerga. Siempre tenemos problemas con ellos, ¿sabéis? El día en que Alia desapareció, en su visita a Kasketo, se les vio por allí. Pararon en un bar llamado La Cascada Infinita, y la dueña dice que se fueron con prisa. De manera… sospechosa —aseveró—. Al fin de semana siguiente tuvieron una pelea muy fea con unos locales del pueblo.
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#43
—Entiendo —contestó Daigo, pensativo.

Aquello le sonaba terriblemente sospechoso. ¿Un grupo problemático que ya se había mostrado violento y actuaban de forma sospechosa cerca del escenario del crimen? No era suficiente para inculparlos así sin más, pero definitivamente estaban sobre hielo muy fino.

—Muchas gracias por todo, Umichi-san —dijo mientras se erguía preparado para poner en marcha la investigación, a menos que Geki tuviera algo que añadir—. Haremos todo lo que esté en nuestra mano para llegar al fondo de esto.
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#44
Los ninjas de Kusa escucharon atentamente las palabras del alguacil. Umichi remarcaba una huida sospechosa por parte de la banda que cruzaba el río, la información se la había pasado una vecina y pues visto esto, había que tomarlo con pinzas por las diferencias entre los dos pueblos. Pero siendo él el alguacil tendría buen olfato con los maleantes y con las informaciones falsas o de este calibre. Geki se había quedado pensativo, mirando un punto fijo en la pared nadando en su mente, hasta que la voz de Daigo lo volvió en sí, sacudió un poco la cabeza en un movimiento rápido para despertar del trance.

"—Entiendo. Muchas gracias por todo, Umichi-san. Haremos todo lo que esté en nuestra mano para llegar al fondo de esto."

Claro que si lo harían, pero ¿Qué iban a hacer si se cruzaban con esos tipos? El Senju temió un poco por su seguridad, pero enseguida recordó la compañía de Daigo. ÉL era un genin experimentado y por algo le había asignado esa misión, de a poco recobró la confianza.

—Muchas gracias Umichi-san — hizo una pequeña reverencia y se volvió a su compañero —Te sigo Daigo-kun.

Y esperó efectivamente que Daigo comenzara a caminar para acompañarlo en el trayecto.
[Imagen: firma-a-ver.jpg]
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#45
El alguacil esbozó una sonrisa afable.

Muchísimas gracias, Daigo-kun, Geki-kun —dijo a ambos—. Hay muchas viejas rencillas entre ambas riberas, y temo que si descubriese que los culpables están al otro lado del río, mi juicio se pusiese… en duda. Mejor que esto lo resuelva alguien de afuera. Objetivo. Y a quien no pueda cuestionársele.

Sin más, el alguacil los acompañaría hasta la salida.
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