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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
— No te preocupes. Te prometo que estará bien, pero ahora me preocupas tú. ¿Quieres que avise a un colega para que te acompañe? Si Dentō-senpai dijo que es peligroso, es que es peligroso.

Se secó una lagrimilla antes de que siquiera saliese de su ojo derecho y se encaró a Toshio.

No, no se preocupe, Kurogane-san. — le puso una mano en el hombro, con suavidad. — Ella le tiene mucho aprecio. Apenas tiene un par de amigos y pocos de ellos son tan... vehementes como usted. Cuidela bien.

Tras eso se despidiria con una breve reverencia y se dirigiría a la puerta.

Oh, la carta. — se dio cuenta de que aún la tenía cuando fue a abrir la puerta de la casa y se volteó. — Entreguesela a la señorita cuando se levante. Gracias por todo, Kurogane-san.

Tras ello, si Toshio no decía o hacia nada que la retuviese, abriría la puerta y marcharía.


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#77
— ¡Claro! Tranqui, cuidaré de ella, y me aseguraré de seguir siendo tan... vehemente. —No estaba seguro de lo que quería decirle con eso, pero seguro que se lo estaba diciendo en el buen sentido.

Acompañó a la mujer a la entrada de la casa, pero justo antes de que esta abriese la puerta para marcharse, pareció acordarse de algo y se giró para darle la carta a Toshio.

— ¡Claro! Se la daré en cuanto despierte. Cuídate.

Luego de despedirse de la sirvienta, Toshio decidió que ya iba siendo hora de ponerse algo de ropa encima e ir a entregarle la carta a Kinumi, dejándosela al lado, en la mesita de noche.

Si todavía no había despertado para entonces, tomaría su libreta y se sentaría en una silla para hacer una de sus cosas favoritas: dibujar diseños para su armadura.
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#78
La pobre mujer no sabía qué cara poner ante las palabras tan confiadas de Toshio, casi le hablaba como si fuese su prima segunda del pueblo que había venido de visita. Y sin el casi. Finalmente, hizo una última reverencia mientras le pasaba la carta y se marchó, dejando a Toshio con sus cosas de herrero.

A altas horas de la tarde, casi entrando en la noche, Kinumi se despertaría. Sin decir nada, ni siquiera mirar a Toshio que estaba ahí, se iría hacia el lavabo. Andando, como si tal cosa. A medio camino recordó que no era su casa y se redirigió, para ir a donde Toshio tenía el baño. No hizo ni una mueca ni un quejido ni una queja ni ningún otro signo de que le doliese algo.

Debía de ser la siesta más reparadora de la historia.

Si Toshio no le decía nada, volvería a meterse en la cama con todos los pelos despeinados y casi sin abrir los ojos del todo en ningún momento.


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#79
Pasaron varias horas más hasta que Kinumi volvió a despertarse y Tamao no se había pasado por casa en ninguna de ellas, aunque Toshio no le dio ninguna importancia a eso, Kinumi parecía estar bastante bien y él ya estaba contento dibujando.

Esperó a que la Uchiha volviese a la habitación antes de hablarle. No estaba seguro de si era el mejor momento para decírselo, pero tal y como estaban las cosas a lo mejor no tenía otro momento.

— Ey, Kinumi-chan ¿Tienes un momento? —Le preguntó, y le dio un tiempo para responderle—. Tu padre te envió una carta, quizás quieras leerla y... bueno. No sé si lo sabías, pero habrá un ataque en el País del Rayo para recuperarlo de Kurama. Participaré en él.
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#80
— Ey, Kinumi-chan ¿Tienes un momento?Tu padre te envió una carta, quizás quieras leerla y... bueno. No sé si lo sabías, pero habrá un ataque en el País del Rayo para recuperarlo de Kurama. Participaré en él.

Durante la primera mitad de su declaración, Kinumi solo se revolvió en las sabanas, prefiriendo dormir. Hasta que el pelirrojo mencionó la guerra. Se levantó de golpe, esta vez sí, quejandose un poco de la pierna del brinco que había dado.

¿Qué? ¿Por qué? Si eres un genin, y no un buen genin, un genin mediocre. ¿Por qué te iban a llamar para la guerra? Ni siquiera forjas. De hecho, si forjases tendría menos sentido mandarte. ¿Qué hace un herrero en la guerra? ¡Deberías estar aquí haciendo armas! — aún no estaba del todo despierta, pero estaba claro que estaba preocupada porque de repente Toshio quisiera ir a la guerra.

De todas formas caminó hasta él y extendió el brazo, esperando la carta. Después ya seguiría enumerando las razones por las que NO debería ir a la guerra.


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#81
Ya se imaginaba que la reacción de Kinumi no sería positiva y estaba preparado para mantenerse sereno. Al fin y al cabo le estaba hablando de algo serio y peligroso, ¡pero es que la desgraciada le llamó mediocre!

— ¿¡Cómo que un genin mediocre!? Soy lo mejor de lo mejor. —Replicó Toshio enseguida—. Y... también estoy pensando en volver a abrir la forja.

Cuando Kinumi estiró la mano, Toshio cogió la carta y se la dio.

— Ya me he decidido, Kinumi-chan. No puedo huir por siempre.
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#82
— ¿¡Cómo que un genin mediocre!? Soy lo mejor de lo mejor. Y... también estoy pensando en volver a abrir la forja.

Si fueses el mejor serías Chunin, pero no, sigues siendo Genin. Seguro que eres mejor herrero de lo que jamás serás de ninja.

Ella misma se amedentró ante sus palabras. ¿Qué demonios estaba diciendo? ¡Ni siquiera pensaba eso! Su mente había buscado cualquier opción de hacer que Toshio se echase atrás con esa decisión, independientemente de si era verdad o no.

— Ya me he decidido, Kinumi-chan. No puedo huir por siempre.

Bajó la mirada, cogiendo la carta que le tendía el pelirrojo.

Sí, lo entiendo. No... no quería decir todo eso, es que... me da miedo perderte a ti también. — abrió la boca para decir algo más, pero se contuvo.

¿Qué más quedaba por decir? Ni podía ni quería detenerlo. Eran ninjas, era su cosa. Lo que le daba rabia era que él pudiese ir a pelear y ella no. Había entrenado tanto para ese momento en concreto y ahora tenía que quedarse atrás. Porque con esas heridas, ¿cómo iba a ir a la guerra?

Entonces se dio cuenta de que no se sentía tan mal. De hecho, todas sus heridas parecían haber sanado durante su siesta, a excepción del golpe del cuello que aún podía verse a simple vista. Sin embargo, ni le dolía.

No le hizo mucho caso a eso, empezó a abrir la carta a la espera de que Toshio le contestase antes de empezar a leerla.


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#83
Toshio pestañeó un par de veces, sorprendido de la cantidad de tonterías juntas que estaba escuchando, pero por suerte Kinumi reculó rápidamente y se retractó al darse cuenta de lo que estaba diciendo. Por eso y porque sabía bien que solo estaba preocupada por él no se había enfadado tanto.

El herrero le sonrió a su amiga y se sentó a su lado.

— No te preocupes. Ya me conoces. —Le dijo—. Todo irá como la seda. Estaré bien.

Entonces la miró de arriba a abajo un instante. Notaba algo raro, ella parecía...

— Pareces estar mejor. —Observó—. ¿Cómo te encuentras?
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#84
Fue a abrir la carta, pero Toshio la interrumpió y alzó la mirada a él, antes de acabar de abrir el sobre.

Estoy... bien, la verdad. — dijo estirandose un poco. — Tamao es realmente impresionante, ¿no? Me ha dejado como nueva. Tendré que agradecerselo luego.

Se sentó en la cama, intentando activamente ignorar el hecho de la guerra y de que la última vez que Toshio le había prometido que todo iría como la seda había hecho la peor interpretación que jamás presenció. Abrió el sobre y leyó la carta de su padre en silencio, poniendo un rostro serio.


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#85
— Pues los dos tendremos que agradecerle, sí. —Dijo Toshio, aliviado de que Kinumi esté bien—. Aunque había prometido que vendría hoy, el muy maldito.

Sabía que probablemente estaba ocupado con cosas de médico ¡pero podría haber avisado! Aunque la verdad es que le preocupaba un poco que no hubiese venido, aunque él era un chūnin ya, seguro que estaba bien.

Quien no parecía estar bien del todo era Kinumi, que parecía estar más seria.

— ¿Qué dice? —Le preguntó, algo preocupado—. Esto... si puedo saber.
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#86
— Pues los dos tendremos que agradecerle, sí. Aunque había prometido que vendría hoy, el muy maldito.

Esta vez, Kinumi no le contestó. Se había quedado completamente blanca leyendo la carta de su padre, fuese lo que fuese que le estuviese contando, era algo duro. Antes de acabar de leer empezó a musitar en un hilillo de voz.

Mataron a mi madre... — cerró los ojos y la carta con fuerza, intentando contener sus lagrimas. — No... ¿qué?

Respiró hondo, esperando unos segundos antes de volver a abrir los ojos y enfrentarse a la realidad. Cogió la carta y la rompió por la mitad, con los ojos completamente carmesí.

¡¿Y me lo ocultó?! ¡¿Qué clase de excusa?! ¡¿QUÉ CLASE DE PADRE?! ¡Y AHORA SE VA ÉL A BUSCAR CULPABLES Y ME DEJA AQUÍ! ¡ASÍ QUE ESOS BASTARDOS FUERON LOS QUE MATARON A MI MADRE! — pisoteó la carta y se dirigió a la puerta, completamente fuera de sí.


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#87
Tímidamente, Toshio intentó ponerle la mano en el hombro a Kinumi para intentar reconfortarla, pero se detuvo en el momento en el que escuchó de lo que se trataba. El bastardo de Dentō justo acababa de revelar lo que se suponía que Toshio no podía decir, lo que era normal, si había alguien que tenía que decirlo era Dentō ¡pero el hijo de puta se lo había dicho en una carta!

Toshio se levantó tras Kinumi. Era normal que estuviese enfadada, pero no podía permitir que hiciera ninguna locura.

— ¡Oye, espera, Kinumi-chan! ¿¡A dónde vas!?

Empezó a seguirla, cogiendo su chaleco por el camino sin desviarse.

— ¡Kinumi-chan, espera!
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#88
— ¡Oye, espera, Kinumi-chan! ¿¡A dónde vas!?

¿A donde va a ser? A buscar a este perro que tengo por padre.

Gritó mientras bajaba las escaleras solo para darse cuenta de que no tenía ni idea de donde estaba la puerta. Había venido apenas un par de veces. Siempre quedaban en casa de Kinumi o en terreno neutro para entrenar, como los Acantilados. ¿Donde estaba la puerta?

¡¿Donde está la puerta?!

Vio una ventana y se sintió tentada, pero decidió mantener la poca humanidad que le quedaba y no romper nada.


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#89
— ¡Pero espera, Kinumi-chan, no corras!

No, si Toshio ya se podía imaginar que iba a buscar a su padre ¿pero a dónde coño planeaba ir para hacerlo? Dudaba mucho que en la carta hubiese escrito a dónde iría, por lo que seguramente tendrían que buscarlo a ciegas, ¡pero es que no podía detenerla!

Se apresuró en colocarse frente a Kinumi y abrir los brazos.

— Pero espérate un momento, que será muy peligroso. —Le dijo, mientras tomaba aire—. Deja que vaya a coger las armas. Te acompaño.
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#90
— Pero espérate un momento, que será muy peligroso. Deja que vaya a coger las armas. Te acompaño.

Kinumi se cruzó de brazos.

Pues date prisa. Y trae mi portaobjetos ya que te pones. Y unas sandalias, no puedo ir descalza por la calle.

No se había fijado hasta ahora, pero no llevaba su ropa. Llevaba una camiseta y unos pantalones cortos que para el momento funcionarían. Sin embargo, estaba desprovista de su propio portaobjetos y de cualquier tipo de calzado.


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