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Al parecer, luego de sus respuestas Ayame empezó a atar cabos y el genin le iba siguiendo el hilo. Sin embargo, la posible explicación no estaba siendo un resultado agradable. "Ohnononononononononononononononono." Sudaría, de no ser por la fría lluvia que le cubría. "Mierda. Lobo no soporta ver a alguien triste. ¿Pero habrá algo que puedas hacer? ¡Esto no es culpa de Lobo sino de Amedama!" Era su resolución final. "Pero no puedes echar más leña al fuego." Suspiró.
Se guardó los kunai y alzó las manos en gesto conciliador. Si él se había sentido mal porque no recordaban su nombre, se podía imaginar cuán afectada podía estar Ayame.
—Vamos, ya pasó y no es para tanto— Sí lo era. —Seguro que existe una una buena explicación— Rogaba que así fuera. —Si venías huyendo has de estar algo cansada y confundida para pensar. Te diría que descansaras en mi casa pero no creo que sea un sitio muy seguro ahora mismo, que mi familia está un poco loca— Trataba de bromear para apaciguar un poco los ánimos. —Si quieres vamos a hablar con Amedama antes de sacar cualquier conclusión apresurada y así te distraes un poco de toda la locura que acaba de pasar, pero por favor, estate tranquila woman— Sonreía a medias esperando que la chica no empezase a soltar lágrimas.
"Maldita sea, ¿qué harás?" No podía simplemente volver y contarle aquella historia a su madre. "Van a pensar que sigo bromeando. No me van a creer ¡KUCHIUUUUUUU!" Una distracción era lo que necesitaba por ahora.
—Mira el lado bueno, de todas formas planeaba buscarte para hablarte. Aunque, no con una entrada tan melodramática— quiso cambiar el rumbo de la conversación. —Es sobre una amiga tuya. Uzumaki, Uzumaki Eri— Suspiró de nuevo. —Si quieres te cuento en el camino a tu casa o adónde sea que puedas ir para poder descansar, has de estar agobiada— Sonreía no muy convencido.
"Aw shit."
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~Ausente los fines de semana~
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23/02/2020, 15:04
(Última modificación: 23/02/2020, 15:04 por Aotsuki Ayame.)
Rōga se guardó los kunai y alzó las manos en un gesto conciliador.
—Vamos, ya pasó y no es para tanto —dijo.
Y Ayame no pudo evitar lanzarle una mirada incrédula. ¿No es para tanto? ¿Y si en lugar de su casa hubiese aparecido en cualquier otra? ¡Podría haber aparecido en cualquier sitio, literalmente! ¿Cómo se podía ser tan irresponsable como para vender algo tan importante?
—Si venías huyendo has de estar algo cansada y confundida para pensar —continuó—. Te diría que descansaras en mi casa pero no creo que sea un sitio muy seguro ahora mismo, que mi familia está un poco loca.
—N... No te preocupes, mi casa tampoco queda demasiado lejos de aquí... —respondió ella, echando un ojo a su alrededor para reconocer los edificios que los rodeaban.
—Si quieres vamos a hablar con Amedama antes de sacar cualquier conclusión apresurada —Ayame asintió con vehemencia. Oh, por supuesto que iba a hablar con Daruu. Iba a ser una de las primeras cosas que pensaba hacer, estuviese o no Rōga delante—. Y así te distraes un poco de toda la locura que acaba de pasar, pero por favor, estate tranquila woman.
»Mira el lado bueno —añadió, antes de que Ayame pudiera responder y apenas había comenzado a caminar—, de todas formas planeaba buscarte para hablarte.
Ayame le miró, interrogante. ¿La estaba buscando ya para hablar con ella? ¿De qué?
—Aunque, no con una entrada tan melodramática —bromeó—. Es sobre una amiga tuya. Uzumaki, Uzumaki Eri. Si quieres te cuento en el camino a tu casa o adónde sea que puedas ir para poder descansar, has de estar agobiada.
—Eri... ¡Eri! ¿Conoces a Eri? —los ojos de la kunoichi se habían iluminado de golpe—. Sí, sí. Mira, es por aquí, conozco un buen sitio para pasar el rato... y de paso para encontrar a Daruu —añadió, sombría, mientras echaba a caminar calle arriba—. Pero mientras, dime, ¿cómo es que la conoces? ¡Hace mucho que no sé de ella!
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Para su suerte su táctica de desviar el centro de la conversación había funcionado. "Puffff..." Pocas veces había sentido tanto alivio con ello, además de indicarle que no estaban demasiado lejos de la vivienda de la kunoichi, aunque el tono empleado por la kunoichi al final era para darle un escalofrío. "No quisiera estar en el sitio de Amedama..." Suspiró, aunque luego la alegría de la kunoichi le hizo bajar de las nubes.
—Oh pues, nos conocimos cuando yo andaba cantando en la ciudad de los Herreros allá en el país del Remolino — Comentó mientras caminaban. —Al parecer a ella le interesó, oh...— Por instinto se llevó la mano a la espalda, aunque ahí no estaba el peso de su preciada Doncella. —Mierda, la dejé en mi habitación —. Habló consigo mismo. —¿Cómo te lo explico sin enseñártela? Bueno, mi guitarra, Otome, que también es un hacha... Algún día la vas a ver, que ahora mismo no quiero volver a ver la cara de rabia de mamá — Se encogió de hombros y sonrió. —El asunto está en que Uzumaki y yo terminamos hablando de que ella buscaba una nueva arma y me pidió consejo y esas cosas— Y entonces de pronto el genin infló los cachetes y levantó el brazo y lo movió de arriba a abajo en señal de molestia.
—Y luego ella también me dijo que le gustaba la música y esas cosas. ¡Y luego me vengo a enterar que tú y ella fueron las ganadoras del Segundo Lugar en el festival de música de Tanzaku— Se cruzó de brazos sin quitar la cara de puchero. —¡Y ella me dijo que no sólo eras de las mejores cantantes de Amegakure sino que de Ōnindo entero!— Entrecerró los ojos y observó a Ayame mientras seguían andando. —¿Por qué no me lo habías dicho? ¡Ni siquiera aceptaste mi invitación en el karaoke cuando te dije que fueras a cantar! ¿Es que no te gustan los escenarios pequeños o qué?— Se quedó expectante ante la respuesta.
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—Oh pues, nos conocimos cuando yo andaba cantando en la ciudad de los Herreros allá en el país del Remolino —Respondió Rōga, mientras seguían el trayecto—. Al parecer a ella le interesó, oh... —Rōga se había llevado una mano a la espalda mientras hablaba, pero sus dedos no parecieron encontrar lo que fuera que estuviesen buscando.
—¿Qué ocurre? —preguntó Ayame, ladeando ligeramente la cabeza.
—Mierda, la dejé en mi habitación —murmuraba para sí mismo—. ¿Cómo te lo explico sin enseñártela? Bueno, mi guitarra, Otome, que también es un hacha...
—¿Una guitarra... hacha? —repitió Ayame, con los ojos abiertos como platos. Le era muy difícil imaginar algo así. ¿Acaso el mástil sería el mango del hacha? ¿Y el cuerpo... el filo? Pero si también era una guitarra, debía tener cuerdas... ¿Algo así podía sonar como una guitarra de verdad?
—Algún día la vas a ver, que ahora mismo no quiero volver a ver la cara de rabia de mamá —replicó, encogiéndose de hombros con una sonrisa—. El asunto está en que Uzumaki y yo terminamos hablando de que ella buscaba una nueva arma y me pidió consejo y esas cosas. Y luego ella también me dijo que le gustaba la música y esas cosas. ¡Y luego me vengo a enterar que tú y ella fueron las ganadoras del Segundo Lugar en el festival de música de Tanzaku.
Puede que ya estuviese lloviendo sobre sus cabezas, pero para Ayame fue como si le acabaran de echar un jarro de agua helada. Se quedó congelada en el sitio.
—E... eh...
—¡Y ella me dijo que no sólo eras de las mejores cantantes de Amegakure sino que de Ōnindo entero!
—¡¿QUÉ?!
—¿Por qué no me lo habías dicho? ¡Ni siquiera aceptaste mi invitación en el karaoke cuando te dije que fueras a cantar! ¿Es que no te gustan los escenarios pequeños o qué?
—E... ¡Espera, espera, espera! ¡Para el carro! —Ayame sacudió las manos en el aire con desesperación—. ¡Sí! ¡Me gusta cantar! ¡¡Pero para mí misma!! —¡Y como mucho para utilizar sus técnicas de voz!—. ¡Participé con ella porque me lo pidió de forma tan insistente que no fui capaz de negarme! —estalló, y con cada exclamación sus mejillas se iban encendiendo más y más y más... A aquel paso, no tardaría en convertirse en una de las luces de neón de Amegakure. Le ardía la cara, hasta el punto de que salían hilillos de vapor de sus mejillas—. Y eso de que soy... que soy... ¿La mejor cantante de Ōnindo? ¿¡Pero cómo se le ha ocurrido tamaña tontería?!
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—Oeh oeh, ¿qué mosquito te picó? Te has puesto más roja que un letrero de comida del Distrito Comercial— Parpadeaba confundido ante el brusco cambio de ánimo de la kunoichi, la cuál parecía estar negando con rotundidad las afirmaciones del genin. —Are you kidding me?— Puso los brazos en jarra. —No tienes que andar por la vida con modestias innecesarias. Si eres buena en algo, ¿para que ocultarlo?— Acercó y clavó sus filosos ojos en ella. —¡Uzumaki te tiene en un pedestal y estima mucho ese recuerdo contigo!— Él mismo alzo ambos brazos y luego con un medio giro se puso de espaldas cruzándose de brazos.
—No tienes porqué andarte subestimando. A inicios de año me decías que te preocupaba que Yondaime-sama no te tuviese en cuenta para una prueba de chunnin, ¡y mírate ahora!— se giró de un salto y señaló la placa dorada en el hombro de la chica. —La humildad va sobrando Aotsuki, la prueba fehaciente es que lograste labrarte un lugar en el podio del evento— Pegó un pequeño saltito y le dio un par de palmadas repentinas en el hombro. —Además...
El genin retrocedió y ensanchó su sonrisa de oreja a oreja endeñando su filosa dentadura y entrecerrando los ojos con gesto amenazante.
—Tú confirmación me da motivos para considerarte un rival en mi camino— Pegó un zapatazo al piso y apuntó con su mano a la chica. —Tengo que demostrar que puedo superarte como representante de Amegakure en el festival, pero para ello tú y yo tenemos que vernos en el escenario cara a cara o no significará nada— Se cruzó de brazos. —Ya hice un arreglo con Uzumaki, para que nos encontrásemos en el Festival de Tanzaku Gai y me comprometí a darte el mensaje de que ella desea que vuelvan a ser compañeras en el evento. Por supuesto no pienso ir sólo y le dije que a ser posible ella intentara convencer a Sagisō Ranko de que se convirtiese mi dueto para el evento. ¿Vas a defraudarla? Ella parecía un poco consternada por el hecho de que no mencionases su logro juntas...— Arqueó la ceja con gesto malicioso.
El genin entonces alzó su mano delante de sí mismo y cerró el puño con fuerza.
—¡DE NADA ME SIRVE GANAR SI NO ESTÁS PRESENTE!— Seguía sonriendo. —Ella me dió su palabra de que irá. ¿VENDRÁS, CIERTO?— Abrió los ojos como platos y sonrió sórdido. —Contamos contigo, darling~
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—Oeh oeh, ¿qué mosquito te picó? Te has puesto más roja que un letrero de comida del Distrito Comercial —indagó Rōga, y eso sólo hizo que Ayame se sonrojara aún más, si eso era posible—. Are you kidding me? No tienes que andar por la vida con modestias innecesarias. Si eres buena en algo, ¿para que ocultarlo? ¡Uzumaki te tiene en un pedestal y estima mucho ese recuerdo contigo!
—¡Yo también guardo ese recuerdo como un tesoro! —confesó, volviendo a hacer aspavientos con los brazos—. ¡Pero no soy TAN buena como ella dice! ¡Me está sobrestimando! ¡Ni que fuera una idol o algo así!
—No tienes porqué andarte subestimando —rebatió él—. A inicios de año me decías que te preocupaba que Yondaime-sama no te tuviese en cuenta para una prueba de chunnin, ¡y mírate ahora!
—Bueno, pero eso no tiene nada que ver... Estuve trabajando duro y...
—La humildad va sobrando Aotsuki, la prueba fehaciente es que lograste labrarte un lugar en el podio del evento —Rōga dio un pequeño saltito y le dio un par de palmadas repentinas en el hombro que la sobresaltaron. Para lo jovencito que era, aquel chico era bastante fuerte—. Además... —añadió, retrocediendo un paso. Sus labios se ensancharon en una afilada sonrisa, casi amenazadora—. Tú confirmación me da motivos para considerarte un rival en mi camino —sentenció, con un pisotón en el suelo, y entonces la señaló con un dedo acusador—. Tengo que demostrar que puedo superarte como representante de Amegakure en el festival, pero para ello tú y yo tenemos que vernos en el escenario cara a cara o no significará nada.
Ayame dejó escapar el aire por la nariz.
—Si tú lo dices... —farfulló, a desgana.
—Ya hice un arreglo con Uzumaki, para que nos encontrásemos en el Festival de Tanzaku Gai y me comprometí a darte el mensaje de que ella desea que vuelvan a ser compañeras en el evento —Ayame volvió a girar la cabeza bruscamente hacia él. ¿Acaso se había atrevido a hacerle planes?—. Por supuesto no pienso ir sólo y le dije que a ser posible ella intentara convencer a Sagisō Ranko de que se convirtiese mi dueto para el evento. ¿Vas a defraudarla? Ella parecía un poco consternada por el hecho de que no mencionases su logro juntas...
—¿Ranko también? —Ayame parpadeó varias veces, genuinamente sorprendida. Recordaba que la muchacha tocaba la flauta; de hecho, la primera vez que la había escuchado la había confundido precisamente con Eri; pero le costaba un mundo imaginarla subida a un escenario—. ¡Si no lo mencioné fue porque...! ¡Bueno, me daba vergüenza! ¿Vale? ¿Contento? —exclamó, cruzándose de brazos en un gesto claramente irritado.
—¡DE NADA ME SIRVE GANAR SI NO ESTÁS PRESENTE! —bramó Rōga, agitando el puño frente a su rostro—. Ella me dió su palabra de que irá. ¿VENDRÁS, CIERTO?
Ayame resopló. Se sentía entre la espada y la pared.
—En fin, si va a ir tanta gente... Iré. Si no tengo ningún otro compromiso —aclaró. Entonces señaló al frente, un cartel rezaba: La Pastelería de Kiroe-chan—. Mira, ahí es. ¿Te apetece un batido o algún dulce? Déjame invitarte, por las molestias.
Nivel: 20
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El genin sonrió maliciosamente complacido. Sí, podía ser alguien desesperante que no dudaba en aplicar un poco de chantaje, pero no iba con mala intención. Continuando la caminata, llegaron finalmente a una pastelería, siendo que Ayame le ofreció pasar adelante a manera de compensación.El genin estaba por negarse diciendo que él mismo iba a pagar, pero luego se recordó que por salir corriendo de su casa no cargaba ni un sólo ryō enciam, teniendo que resignarse a complacer a la muchacha.
—En otra situación te diría que no te molestaras por ello y que yo pagaba pero la verdad es que tengo los bolsillos con más polvo que el desierto del País del Viento— Suspiró y se encogió de hombros. —¿Sabes? Uzumaki tampoco me dejó pagar la cuenta cuando fuimos a tomarnos unas bebidas. ¡No me gusta que siempre sean los demás quienes me anden invitando! Aunque esta vez no puedo rechazarlo— Negó con la cabeza, resignado a degustar el prometido postre. —Tú y ella se parecen bastante — Soltó el comentario al aire.
»Ya que te ofreciste elige tú lo que vas a pedir para los dos, no frecuento sitios así por lo que no sé realmente que pedir.
Rōga sonrió despreocupado, dispuesto a acompañar a la jōnin al interior del local.
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— En otra situación te diría que no te molestaras por ello y que yo pagaba pero la verdad es que tengo los bolsillos con más polvo que el desierto del País del Viento—broméo, y Ayame soltó una risilla.
— Oh, vamos, después de aparecer así en tu casa es lo mínimo que te debo —Insistió. Y eso por no mencionar el pequeño detalle de que se había olvidado momentáneamente de él con el susto que se había llevado.
— ¿Sabes? Uzumaki tampoco me dejó pagar la cuenta cuando fuimos a tomarnos unas bebidas. ¡No me gusta que siempre sean los demás quienes me anden invitando! Aunque esta vez no puedo rechazarlo. Tú y ella se parecen bastante —comentó al aire.
«¿Me parezco a Eri?» Se repitió para sí misma, ruborizándose ligeramente.
— Ya que te ofreciste elige tú lo que vas a pedir para los dos, no frecuento sitios así por lo que no sé realmente que pedir.
— ¿Seguro? Puedes elegir cualquier cosa: hay batidos de muchos sabores, pasteles, dulces... ¡Cualquier cosa que puedas imaginar! Yo suelo pedir un batido de chocolate y un taiyaki pero no tienes por qué seguirme —Rio, antes de abrir la puerta y entrar en el local—. ¡Hola, Kiroe! ¿Está Daruu por aquí? —preguntó, repentinamente más seria y sombría—. Tengo... algo que hablar con él.
Nivel: 34
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La Pastelería de Kiroe-chan estaba en un momento de máximo apogeo... y sumida en un caos profundo. Kiroe, tras la barra, no paraba de sacar vaso tras vaso, plato tras plato. Una chiquilla de media melena roja carmesí, a quien Ayame reconoció como Chiiro, caminaba resuelta entre las mesas pero agobiada, con una bandeja en cada mano y otra entre el cuello y el codo. Ni una sola de las mesas estaba libre.
—¡Ayame-chan! ¡Hola! ¡Holaaaa...! —reaccionó Chiiro con ilusión y una radiante sonrisa. Las dos no se habían visto desde la misión, y Chiiro tenía en gran estima Ayame, por el poco rato que habían pasado juntas en aquella cueva. En el fondo, le agradecía que hubiera intentado animarles cuando se encontraban en lo más hondo de la oscuridad del corazón, incluso si en aquél momento no lo había conseguido.
Pero Chiiro no pudo entretenerse mucho, pues las mesas reclamaban su atención. Trataba de luchar contra su propio delantal, que le venía exageradamente grande.
—¡Ayame! ¡Perdóname, chiqui, pero es que no puedo atenderte mucho! —Kiroe olfateó el aire—. ¡AY NO! ¡DaruuestáarribaSEMEQUEMANLOSBOLLOS! —La pastelera se dio la vuelta y entró en la cocina de un empellón a la puerta, que se quedó haciendo un vaivén similar a las de las cantinas en esas películas sobre antiguos ninjas que iban a caballo en Sunagakure.
Nivel: 20
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—¿¡Hay batido de chocolate!? — Sólo con eso el local ya podía tener su sello de aprobación. {color=dimgray]—No importa, la verdad al menos en cuestión de bebida tenemos gusto similar. No voy pedir más chocolate que luego me termina doliendo la cabeza. Quizá y pida anpan y ya —[/color] Observó el interior buscando mesa, pero notó que el sitio estaba desbordándose. —Huh, parece la hora pico...— El genin hizo una media sonrisa. Para tanta gente era normal que dos personas no se dieran abasto.
Lo curioso vino después, cuando Ayame se dirigió directamente a la que parecía ser la dueña del local con la suficiente confianza como para llamarla por su nombre, además de preguntar directamente por la ubicación de Daruu. El genin abrió la boca con forma de cero y observó a la mujer correr en búsqueda de salvar parte de su cocina.
—Wait, ¿Amedama vive en esta pastelería? — Por alguna razón se le hizo bastante curioso ese hecho, no se lo hubiese esperado.
Además que eso explicaría el porqué tanto la mesera como su dueña conocían a la kunoichi al frecuentar mucho el local.
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Nivel: 32
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Pero parecía que la pastelería se encontraba en una de sus horas más concurridas. Pocas veces la había visto tan repleta como lo estaba en aquellos momentos, no parecía haber ninguna mesa libre y el alboroto a su alrededor era como el molesto zumbido de una colmena de abejas enardecidas.
—Huh, parece la hora pico... —comentó Rōga, junto a ella.
—¡Ayame-chan! ¡Hola! ¡Holaaaa...! —la llamada de una chiquilla de brillantes colores carmesíes que vestía un delantal que le venía tan grande como un saco de patatas la sorprendió entre la multitud. Chiiro, con una radiante sonrisa, se movía entre las mesas con varias bandejas entre sus pequeños bracitos.
—¡Hola, Chiiro! ¡Ten cuidado con todas esas bandejas! —la saludó Ayame, devolviéndole la sonrisa. Parecía haberse adaptado muy bien a la vida de la pastelería con su nueva familia. Era todo un alivio verla tan feliz.
—¡Ayame! ¡Perdóname, chiqui, pero es que no puedo atenderte mucho! —la recibió Kiroe, justo antes de olfatear el aire—. ¡AY NO! ¡DaruuestáarribaSEMEQUEMANLOSBOLLOS! —dijo atropelladamente, y antes de que Ayame pudiera añadir nada al respecto desapareció por la puerta de la cocina, dejándola oscilando tras su paso.
—Algo me dice que tendremos que posponer la merienda... no quiero darles más trabajo del que ya tienen —le dijo a Rōga.
—Wait, ¿Amedama vive en esta pastelería? —preguntó su acompañante.
—Bueno... La pastelería es de su madre, ellos viven en el piso de arriba —explicó, mientras echaba a andar hacia la puerta con paso acelerado—. Ven, vamos a buscarle.
Sin pedir ningún tipo de permiso (Ayame ya tenía la suficiente confianza con los Amedama), la kunoichi subió las escaleras de dos en dos.
—¡¡DARUU!!
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Tirado en la cama, Amedama Daruu leía relajado una de sus novelas de aventuras favoritas, en las que un afamado shinobi de la antigua Sunagakure vivía múltiples y disparatadas aventuras. Aunque la historia seguía absorbiéndole como cuando era niño, algunos de los capítulos ya no le asombraban tanto. «Es que si lo piensas, este último ahora que lo releo es muchísimo menos loco que algunas de las cosas que hemos hecho Ayame, Kōri-sensei y yo últimamente.»
El grito de la persona a la que menos había esperado le sobresaltó a la entrada de la casa, y Daruu se revolvió de golpe y se reincorporó, quedando sentado, mientras trataba de que el libro no se le cayera con unos ridículos malabarismos que acabaron con la obra desparramada en el suelo de cualquier manera.
—¡Mierda, se me ha perdido la página! —se lamentó y lo tomó rápidamente. La voz de Ayame sonaba enfurecida. «¿¡Pero qué pasa!?» Confuso y asustado, Daruu se abrazó a su libro y con los pies se arrastró por la cama hasta que su espalda chocó contra la ventana de atrás.
Ayame entró en un corto pasillo con la habitación de Kiroe a la izquierda y una puerta que daba a la cocina justo enfrente. Sabía que tenía que cruzar la cocina y caminar por otro pasillo hasta el fondo, donde estaba la habitación de su pareja y donde lo encontraría abrazado a un libro que le sonaba de algo, con los ojos muy abiertos.
Nivel: 20
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El genin se aventuró y siguió a la de cabellos azabache por las escaleras de la casa. Si venían acompañándola en parte era porque él también había resultado perjudicado de aquel incidente en cierta manera. "Y si se trata de estar con una kunoichi furiosa, creo que con Aotsuki estas más seguro." Al menos ella no iba a tirar su ataque de furia en contra de él como había hecho previamente Iroha. Eso sí, no dudaba ni un segundo que la cosa entre Daruu y Ayame iba a ponerse algo seria. "Que tú también venías a reclamar, pero visto lo visto al final de cuentas te va tocar salvar al pobre Amedama de la bronca que están por tirarle." Rió sórdido por lo bajo mientras caminaba tras la jōnin.
No diría nada en cuanto ella decidiese entrar en la habitación de su colega, que en aquel punto lo que más le convenía quedarse de expectador; ya si eso se asomaría sonriente como siempre detrás de ella.
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~Ausente los fines de semana~
Nivel: 32
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Ayame no encontró a Daruu cuando invadió su casa. Sin embargo, sabía bien dónde encontrarlo: entre largas zancadas, la muchacha atravesó el corto pasillo, pasó de largo una primera puerta a su izquierda y atravesó la cocina que quedaba justo enfrente. La cruzó con la mirada al frente, con un único objetivo en su mente y sin reparar en nada más, y pasó el siguiente corredor hacia la puerta del fondo. Fue allí, sentado sobre la cama con la espalda apoyada en la ventana y abrazado a un libro que le era familiar, donde encontró a Daruu, observándola como un ratoncillo asustado, temblando y con los ojos muy abiertos.
A aquellas alturas, Ayame se había olvidado de que Rōga la seguía. La kunoichi apretó los puños durante varios segundos, como si se estuviera debatiendo si debía golpearlo directamente. Pero entonces suspiró y sus labios se curvaron en una afilada y peligrosa sonrisa.
—¡Hola, Daruu! —saludó, simulando una alegría que estaba lejos de sentir. Su párpado derecho temblaba, con un ligero tic—. He venido corriendo a contarte una cosa. ¡No te vas a creer lo que me ha pasado!
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Habría sido imposible que Daruu no notase la presencia de aquél carismático —y algunos dirían esperpéntico— personaje tras Ayame. «¿¡Qué hace Rōga aquí!?» ¿Tenía acaso algo que ver con la misión que habían hecho juntos? ¿Y eso qué tenía que ver con Ayame?
Que por cierto, Ayame estaba ahora fingiendo —sin éxito— que no estaba enfadada. Pero entre que la kunoichi no sabía mentir y que sin siquiera activar el Byakugan el Hyūga podía detectar la tensión en su párpado derecho y en las comisuras de sus labios...
—¿Q... qué pasa, Ayame? —dijo él.
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