—Oh, lo siento. — Cuando se dio cuenta que en verdad buscaba otro sitio y no estaba en plan ni de buscar otras ofertas ni de regatear, fue que se sintió algo mal. Ya de entrada le daba pena hacerle pasar un momento de nervios.

Dejó de estar tan encima de Sayo, sabiendo que definitivamente ella no quería entrar al lugar que promocionaba. Le quería dar un poco más de espacio.

Se iba a terminar de alejar de ella, saludándola con la mano y, probablemente, pidiéndole una disculpa. Pero se quedó a escuchar lo segundo que tenía por decir.

—¿Conflictos? — Se quedó pensativa, intentando recordar si había algo que encaje con esa descripción. —¿A qué te refieres con conflictos? Me puede sonar algo, pero tampoco estoy segura. Si es algo que pasó por aquí, por lo menos yo no lo llegué a ver.

»¿Sabes cómo se llama el lugar o algo por el estilo?

La sonrisa de la chica había desaparecido, más bien ahora parecía actuar de manera más natural.

La chica le dio algo de espacio a Sayori, haciéndole sentir más cómoda y ofreciéndole ayuda al escucharla, aunque tampoco tenía muy claro si podía ofrecerle mayor información por lo que le pidió más detalles.

—Alguna pelea o discusión… talvez ruidos… algo que pueda incomodar a la gente de la zona… el bar que busco no es llamativo y creo que tampoco tiene nombre…

Pudo hablar con más calma y ver a la chica a los ojos aunque por periodos de tiempo volvía a desviar la mirada y centrar su atención en alguna mesa del local o en los platillos del menú. Luego como un reflejo sacó las indicaciones del lugar, tratando de ubicarse mejor, talvez no estaba ni cerca de aquel bar y había terminado por alejarse sin querer.

«Puede que esté lejos y solo le estoy quitando su tiempo»

—Pelea, discusiones, ruidos... La verdad, te mentiría si te dijera que sé algo sobre ese tema. — Levantó los hombros y se rio un poco. No tenía mucho como para ayudarle. —No me suelo mover mucho de aquí. El último lugar a donde quiero ir cuando termino esto es justamente aquí. Me suelo largar directo para mi casa.

Soltó con la mayor sinceridad que podía. Sabiendo que la ninja no iba a consumir y tampoco la podía ayudar mucho, habló como era en su día a día normal.

—Realmente no puedo ayudarte mucho, pero si sigues yendo por estas calles, en la dirección donde no va tanta gente, puede que haya algún que otro local con el estilo que describes. — Le guiñó el ojo y sonrió amistosa mientras se alejaba de la chica, quizás podía llegar a serle útil de algo. —Algunos van más de esnobs y otros simplemente van así por despistados, sin luces ni nada que llamé la atención.

»Si es que no hay más, seguiré trabajando.

Aunque se estaba alejando con claras intenciones de seguir con su tarea, esperaba a que la chica termine de responder.

—Oh… entiendo

Escuchó las palabras de la joven quien tenía la rutina de llegar al trabajo e ir directo a su casa cuando terminase, algo que no sorprendió a la kunoichi pues podía asumir que tratar con tanta gente a diario, estando de pie tantas horas debía ser agotador. Sin embargo aunque su trabajo no le permitía alejarse mucho del local sí pudo darle algo de información para saber donde buscar.

—Gra-Gracias, buscaré en aquella dirección

Se disculpó y le agradeció por la ayuda, entonces sin más que agregar caminó hacia la dirección indicada, esperando que en esa zona con poca gente se encuentre el lugar poco llamativo que buscaba. Ya habiéndose alejado de la chica se sentiría mal por no haberle comprado alguna cosa en agradecimiento por su tiempo, realmente le hacía falta mucho sobre tratar con las personas.

Después de la despedida y agradecimiento, Sayo continuó su trayecto. Por la misma calle los vendedores que promocionaban, la gente y las luces empezaban a disminuir en cantidad. No era como si la vida terminase allí y se tornaba en un ambiente totalmente desierto, pero el barullo y la carga visual se volvía menos asfixiante, más soportable. Más tranquilo.

Los locales y comercios parecían mantenerse en frecuencia, aunque eran algo diferentes. Algunos más pequeños, otros con carteles más pequeños con neones que titilan o que ya parte del mismo ni siquiera prende, otros más descuidados y algunos con todo lo anterior. Sucuchos donde venden comida, con tan solo dos puertas corredizas y su menú pegados en las mismas, otros con cortinas de entrada y un lugar algo más acogedor. Definitivamente, todo era más tradicional de lo que se encontraba por allí. Todo tipo de bares y comercios cada vez menos variados.

Por el momento, lo que se escuchaba eran conversaciones menos o más intranscendentes. O eso parecía para la ninja, que quizás no podía escuchar más que palabras sueltas de las personas que transitaban o que estaban sentados en alguno de los locales cercanos, al menos que se acercarse a alguna de esas personas.

Lo que realmente estaba buscando ella estaba en ningún y en todos lados. Parecía que la mayoría de esos lugares resaltaban poco, solo algunos eran realmente llamativos ¿Era alguno de estos lugares el que ella estaba buscando? Esa era la verdadera pregunta, la cual la chica debía resolver de alguna forma.

A medida que avanzaba y se reducía la cantidad de personas, el ambiente se tornaba más tranquilo, más silencioso y la ninja podía sentirse cómoda por primera vez desde que había salido a realizar su misión.

En el trayecto vio varios lugares que podrían caer en la descripción del sitio que buscaba, y pudo darse cuenta de que si quería dar con su objetivo iba a tener que esforzarse más, pues la información recibida por parte del solicitante podía parecer escasa o bien ser confusa por no estar acostumbrada a recorrer ni su propia aldea.

«No tienes el nombre del lugar… ni sabes quien pidió la ayuda de un ninja… pudo ser el dueño del bar o talvez uno de los músicos desconfiando del resto y…

Y… tsk, no puedo sacar conclusiones con tan poca información, podrían ser más claros… cómo esperan que adivine, es desesperante»

Siguió caminando y prestando atención a los alrededores, ¿cómo dar con el bar que buscaba si tantos sitios que veía destacaban por ser poco llamativos? No podía detenerse a preguntar uno por uno y si lo hacía, ¿qué dato tenía que diferenciara un lugar del resto? Por el momento se limitaría a observar y escuchar cerca de los bares de la zona, cualquier rumor o si tenía suerte, algún alboroto como le habían descrito.

«Un bar sin nombre… anónimo… anónimo como quien pidió la misión…»

Un sitio poco llamativo y que no destaque, sin un nombre, talvez sin letrero siquiera, que pudiera pasar tan desapercibido como fuese posible, buscaría fijarse en esos detalles y descartar la mayor cantidad de lugares posibles.

En el momento que Sayori intentaba escuchar alguna conversación ajena, era como que ciertas voces se hacían más nítidas, sobre todo la de las personas que tenía más cercanas y que pasaban.

—Que putísimo asco. — Un joven al pasar charlando con otro.

—Ya desde hace dos días que no puedo dormir bien y... — Una mujer hablando con un muchacho yendo en misma dirección en la que iba.

—Llevan un par de días sin aquel alboroto, ¿no? — Soltó un hombre algo grande a una mujer, ambos sentados en un bar, mientras miraba en la dirección que iba también la ninja. Quizás más en diagonal.

—La chica esa y los demás ya me tienen hasta los... — Dijo al paso un hombre que iba en la dirección contraria.

En el caso de los restaurantes poco llamativos, no solían tener ni siquiera los carteles luminosos, sino que simplemente eran puertas con algún menú por allí y había unos cuantos por allí. En el caso de los bares, había tres con carteles de neón que estaban apagados (quizás rotos), distribuidos más adelante por la calle. Otros dos de los bares ni siquiera tenían estos, sino que solo tenían alguna señalización algo más pequeño cerca de la entrada. Algunos parecían mucho más antros que los otros, unos más descuidados, más cerrados, más chicos, oscuros, entre otras cosas.

Al concentrarse fue capaz de escuchar conversaciones con claridad y algunas de estas frases sueltas parecían guardar relación o asemejarse a lo que estaba buscando. Si bien aún no estaba segura de que estuviese allí, si sentía que había conseguido un avance.

«Quejas… me pregunto si tendrá algo que ver»

Buscó acercarse un poco a la pareja sentada en el bar sin intervenir o llamar la atención. No quería incomodarlos o que notaran su presencia, ya más cerca solo permaneció de pie intentando escuchar más y tener una oportunidad para hacer preguntas si volvía a escuchar del tema y así aguardó atenta a ver si la pareja u otros presentes soltaban algo relevante.

Quizás algún que otro transeúnte o alguna persona que trabajaba por allí, miró a la ninja, la cual se había acercado curiosamente a un lugar muy específico. Sin embargo, la gente a la que esta quería oír, ni por enterada se dio que se había acercado. El hombre hablaba alto y con una voz bastante notoria, por el otro lado...

—Pues, no lo sé. Hace algunos días no paso por aquí y, si no quedábamos aquí, probablemente tampoco hubiera pasado hoy. — Dirigió la mirada sutilmente hacia el lugar que veía el hombre.

La voz de la mujer era más suave y más armoniosa, si. Pero era cierto que hablaba algo más baja que el hombre. Por suerte, Sayo ya estaba lo suficientemente cerca como para escucharla mejor.

—Pero si es cierto que hasta ahora nada. Ya a esta hora empezaban con lo suyo. — Volvió a buscar los ojos del señor, ojos que aún estaban distraídos con lo otro.

—Por algo te dije de venir aquí. Sin los muchachitos estos haciendo lío y estando algo más alejados.... — Su mirada pasó a los ojos de la mujer, la cual ya le estaba observando. Parecía haberse puesto algo nervioso cuando lo notó pero lo retomó bien. —Ya sabes, es un poco menos molesto y más ameno.

—Si. Ya lo veo.

Cada uno tomó su copa y tomaron un poco de su contenido. La ubicación de su era en una ventana abierta, por la cual miraban hacia fuera. Estaban al lado de la entrada, cerca de donde se encontraba la chica. Un muchacho flacucho, mediano, de pelo oscuro y ojos claros, que parecía trabajar allí, no tardó mucho en acercarse a la niña.

—Emm... ¿disculpa? — Escuchó la Yuki cerca suyo. —¿Necesitas algo? — No parecía querer ofenderla ni nada por el estilo, pero si parecía algo ofuscado. Se le hacía sospechoso lo que estaba haciendo la ninja.

Pocos segundos pasaron cuando se escuchó brevemente un sonido muy característico. Fueron solo algunos golpes a lo que parecía ser un instrumento musical, alguien con un poco de conocimiento reconocería que eso parecía ser una especie de batería o tambor. Aunque, con el sonido de la lluvia, hacía algo difícil distinguirlo. El sonido se detuvo rápidamente y parecía estar en dirección a donde miraba el anterior hombre, justo en dirección hacia donde iba anteriormente la ninja, tirado más hacia el diagonal de aquella posición.

—¿Lo escuchaste? — Dijo mirando nuevamente hacia esa dirección.

—No lo sé. Creo que una parte de mi eligió ignorarlo.

Con algo más de experiencia podría ser capaz de pasar desapercibida, de mimetizarse con el ambiente, de ocultar su presencia. Con algo más de práctica podría llegar a considerarse una verdadera ninja, pero la realidad era que si bien las personas dentro del bar ni se percataron de ella, le sería difícil actuar de forma natural, de mentir con sus movimientos y no sería raro que las demás personas la hayan notado.

Alcanzó a escuchar parte de la conversación llegando a tener una mejor idea de la situación, pero no pasó mucho para ser interrumpida por una voz que quiso saber qué hacía allí, como espiando a quienes debían ser sus clientes, sin ingresar al establecimiento ni pedir nada.

La kunoichi se sobresaltó y volteó a ver al joven, que aunque no se veía intimidante ni enfadado, no supo qué responderle, solo quería poder desaparecer y salir de allí en un parpadeo, pero con sus conocimientos solo podría correr y eso levantaría más sospechas.

—Y-Yo… vio desde la entrada parte de la barra con distintas bebidas, con la curiosidad de cualquier adolescente que parecía querer ingresar. —estaba…

En ese momento le pareció escuchar algo que no pudo distinguir bien, solo sintió la necesidad de acercarse a ver pues podría guardar relación con lo que estaba escuchando anteriormente, y al oír a la mujer dentro del bar parecía que no fue la única en percatarse que algo pasaba.

—N-no es nada... ya me iba…

Pudo haberle dicho que estaba patrullando la zona, que escuchó algo que debía investigar y que sentía el malentendido, pero al final solo se quedó allí sin mucho que decir y si el muchacho no la detenía, simplemente se giraría y avanzaría en dirección de aquel sonido sin correr pero con algo de prisa.

El chico solo se quedó mirando, incluso gesticulando cuando la chica intentaba dar una respuesta y no podía. Le impacientaba un poco la situación y, cuando parecía que la ninja estaba preparando la retirada, él suspiró con pesadez.

—Ya, si, eso pensaba. — Dijo, ahora si algo más molesto y volvió para adentro.

Sin mucho problema, Sayori pudo irse de la situación incómoda, yendo a buscar lo que le llamó la atención.

Avanzó, intentando guiarse tanto con su oído como con su memoria, ya que el ruido se había detenido momentos antes. A pesar de esto, cuando se acercó más a la zona, notó que unos cuantos metro más hacía delante podía escuchar nuevamente el platillo. Aunque esta vez estaba como más contenido el sonido, como si algo lo estaba amortiguando.

Yendo más para delante podía llegar a notar de donde venía, parecía como si fuera una casa normal pero estaba todo pintado de negro. Solo tenía una puerta y ninguna ventana, solo un balcón muy chiquito que estaba más arriba y parecía estar cerrado en ese momento. Al mismo tiempo, más a la derecha de la puerta, había un cartel entre mediano y grande que parecía decir algo, pero que desde el ángulo en el que venía la chica no podía leer. Debía alejarse un poco más de la pared.

La puerta del lugar parecía ser simple pero también algo resistente, con una mirilla en la parte superior.

Sus pasos pronto comenzaron a acelerarse y no volteó a ver hacia el bar, aunque de haberlo hecho ya no vería al muchacho allí. Dejando aquella situación atrás, la ninja se detuvo cerca de donde minutos antes escuchó el sonido, y prestó atención al entorno hasta dar con un lugar en especifico.

Frente a ella ahora tenía una casa fuera de lo común pues ni siquiera habían ventanas. Acercó su mano para tocar la puerta pero antes de que sus nudillos entraran en contacto y produjeran algún sonido decidió detenerse, prefiriendo no apresurarse y estudiar mejor el lugar.

Notó que la puerta tenía una mirilla y cerca de esta había un cartel, retrocedió un poco para intentar leerlo y ver curiosa si había algún otro elemento, algún sonido característico o espacio para ver el interior y que le ayudara a comprender qué podía ser ese lugar.

Al acercarse a la puerta podía confirmar por completo que el sonido venía de ese lugar. Cautelosa y precavida, Sayori evitó tocar la puerta sin antes alejarse para mirar bien la fachada del lugar. Tanto de lejos como de cerca, iba a notar casi las mismas cosas. La puerta, el balcón y el cartel. Lo que sí es que ahora puede ver mejor el contenido del cartel. Este no era muy estético en sí, parecía estar hecho en una especie de plástico y parecía ya estar bastante degastado. Las letras blancas, en contraste con la pared, andaban algo borroneadas y parecía decir algo parecido a "Esta noche se presenta" y abajo un lugar en blanco, en el cual parecía que simplemente pegaban otro cartel dependiendo el día. Incluso, parecía tener rastros de pinturas de varios colores, tales como violeta, azul, verde, entre otros.

Mientras podía observar eso, pudo notar que aquel sonido constante había desaparecido. Casi al instante, dentro del mismo establecimiento, se escuchó a alguien hacer una especie de suspiro bastante sonoro, como si se hubiera aliviado de algo.

Intentó encontrar más detalles del lugar pero no tuvo mucha suerte, a más de la puerta y el balcón que vio previamente, había un cartel que le ofreció algo de información, como si en ese lugar se realizaban presentaciones pero por lo deteriorado de su condición entendía que fue hace mucho. Solo aquel sonido constante le daría la idea de que no estaba abandonado y que quizás ahora sea utilizado como almacén o refugio.

Dirigiéndose una vez más a la entrada escucharía el sonido del interior apagarse y a alguien suspirar, confirmando que no estaba vacío y, en vista de que no encontró forma de ver al interior ni otra entrada, se animó a tocar la puerta finalmente y a esperar por una respuesta.

En un principio, al escuchar el ruido de la puerta, parecía que por dentro hubo un pequeño silencio. Como si lo que acababa de pasar fuera algo incómodo o como si los que estaban adentro estuvieran ocultando algo.

Unos segundos más tarde, Sayori podría notar como la puerta se fue abriendo de par en par. Hacía un ruido de cagarse, parecía que no le habían echado aceite a esa puerta desde que abrió el bar.

Cuando se terminó de abrir, un chico de unos veintitantos miraba por encima de la altura de la ninja. El muchacho era entre mediano y alto, muy flacucho, pálido, de cabello negro y largo, y en su vestimenta holgada predominaba el negro.

—¿Mido-? — Cuando estuvo a punto de asomar su cabeza y ver hacia los costados, buscando una cara conocida, se dio cuenta que delante suyo había una persona. Una kunoichi específicamente. —¿Y tu quien eres?

A diferencia de otros civiles, parecía que no se había sorprendido tanto como solían hacerlo. De hecho, parecía más molesto por no encontrar a la persona que esperaba antes que ella.

—Oh. — Nuevamente el muchacho desvió la mirada hacia atrás de la chica. —Ahí estás.

Recién cuando estaba a unos cuantos pasos cerca suyo, fue cuando la Yuki se dio cuenta de otra presencia cerca.

—Tuve un pequeño percance. — Sonó una voz femenina que estaba casi a la espalda de la chica.