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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
¿Habrá pasado suficiente tiempo? ¿Estaré listo? Eran preguntas que se hacía el calvo en su pequeño departamento en lo alto de uno de los tantos edificios. Era verdad que se había dicho a si mismo esperar a tener un nivel extraordinario para empezar a cumplir misiones y trabajos para su país, para enorgullecer el nombre su templo en las tierras de la lluvia.

Pero habían pasado unos meses, y aunque las flores de la primavera todavía florecían y el calor del verano esperaba su momento, el calvo se sentía más que listo para cumplir con sus objetivos. Tal vez no físicamente ni técnicamente, pero mentalmente estaba al tope. Era cuestión de una simple decisión de caminar de una vez por todas al edificio de la arashikage, una decisión que aquella mañana finalmente tomaría.

Se apretó fuerte su cinturón de tela a la cintura y se fue a las calles dejando la túnica y el sombrero en casa. Era una camino no muy largo que fue recorriendo bajo los techos de los grandes edificios.

"Que emoción, que emoción, al fin, al fin"- se repetía una y otra vez en la cabeza mientras veía que se acercaba cada vez más al notable edificio de destino.

Cuando finalmente cruzó las puertas y se vio a si mismo en la entrada principal, en el primer salón, del recinto buscó fervientemente con los ojos a alguien con pinta de empleado del lugar. Fueron unos segundos que terminaron con éxito y se apuro a poner sus pies en funcionamiento y se acercó.

Buenos días.- dijo con voz firme y clara. Dejó unos segundos para una respuesta y prosiguió.

—Soy shinobi- señaló su hitai-ate en la cinturón- Vengo con la petición de cumplir mi deber, de realizar una misión. ¿Eres la persona correcta para eso?
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#2
Karamaru había ido a parar a un pobre chūnin cargado hasta las trancas de libros de cuentas. El shinobi levantó la mirada y el calvo pudo ver que se trataba de un hombre ya entrado en años con la cara surcada de cicatrices, el cabello corto y gris. Vestía con la indumentaria habitual de un chūnin de Amegakure.

Llevaba un respirador en la boca, por lo que su voz sonaba metálica.

¿No ves que estoy ocupado, novato? —resopló— El despacho de Yui-sama está en el segundo piso, ella puede ayudarte. Ahora, ¡déjame que haga mi trabajo!

El veterano hizo un ademán con la cabeza, señalando una puerta cercana, el despacho de la Arashikage. Se marchó de inmediato, continuando con sus quehaceres.
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#3
Un pequeño susto se apoderó del calvo al ver la cara con un pedazo de metal al frente. Incluso un poco más al escuchar su voz. En cuánto vio la mirada del hombre se dio cuenta que se había equivocado, no hacía falta aclaración pero el muchacho que tenía en frente si la necesitaba.

"Todavía me sorprendo con algunas actitudes"- Pensaba el calvo al recordar su crecimiento en el templo y en sus enseñanzas en buenos modales, respeto y educación.

Oh, perdón.- respondió haciendo una reverencia- No era mi intención.

El de pelo gris se marchó rápido pero no sin antes ubicarlo al calvo y dirigirlo a las puertas de la mismísima Yui. ¿En serio vería a Yui? Había escuchado muchas cosas y si ya tenía mucha ilusión cuando se acercaba al edificio, ahora tenía mucha más.

Se acercó finalmente al umbral indicado y golpeó con la zurda, esperando la respuesta en silencio, recorriendo la sala donde estaba con su mirada.
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#4
Adelante.

Cuando Karamaru pasara, observaría que el despacho de la Arashikage tenía un aspecto pulcro, y a grandes rasgos, normal. Varios casilleros, un armario, una bandera con el símbolo de Amegakure en uno de los lados de la pared, un escritorio con una silla a juego y un balcón detrás de este. Lo más llamativo era el trofeo de cabeza de tiburón que se encontraba colgado encima de la ya mencionado mirador.

¿En qué puedo ayudarte, calvito? —la mujer enarboló una sonrisa, mostrando sus dientes de sierra— Nunca te había visto por aquí.

Yui-sama, la Arashikage en carne y hueso, iba vestida con la icónica túnica de Kage, mientras que el sombrero descansaba sobre la mesa. En su lugar se podía discernir su cabellera azabache.

El dedo índice de su mano derecha daba rítmicos toques al escritorio, impaciente.
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#5
Se escucho un "Adelante." tras la puerta que había golpeado el calvo. Perdió unos segundos dudando de si entrar o si no, como si el hecho de que le contestase lo asustará. La realidad era que estaba demasiado expectante por ver a su Kage y la tensión le podía.

"Bueno, allá vamos...."- juntó valor y cruzo el umbral para ver de una vez por todas la cabellera negra detrás del escritorio.

Parecía una sala común, decoración por aquí y por allá, una bandera de la aldea, pero había una cosa que al calvo le atrajo la mirada al instante. Una cabeza temible de tiburón yacía por sobre el gigante ventanal y por sobre la cabeza de la Arashikage. Estaba ensimismado con eso, por un momento extraño se había olvidado de donde estaba y qué era lo que había ido a hacer. Se quedo perplejo viendo los afilados dientes del animal muerto.

Pero los mismos dientes, aunque vivos, lo hicieron bajar a la realidad tras dejar escapar una amable voz.

¿En qué puedo ayudarte, calvito?

—Nunca te había visto por aquí.


El calvo se quiso apresurar a contestar y tartamudeó un poco antes de poder lograr sacar algo entendible de su boca.

¡YUI-SAMA!- dijo acompañado de una exagerada y rápida reverencia.

Vengo a por una misión..... ¡YUI-SAMA!

La reverencia se mantenía y la tensión en los músculos del calvo también. Estaba nervioso y emocionado a la vez.
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#6
La Arashikage se carcajeó como una salvaje, acompañando su reacción de un sonoro golpe con el puño diestro en su escritorio. No obstante, la sonrisa no había desaparecido de su rostro, a pesar de que la acción podía dar a entender que estaba furiosa.

¿Así que un novato, eh? ¡Me gusta esa actitud! —expresó de inmediato— ¡Si quieres una misión, la tendrás! ¡Tengo algo perfecto para ti aquí!

Del interior de uno de los cajones de su escritorio extrajo un pergamino de color aguamarina con el símbolo de la villa. Sin más se lo lanzó a Karamaru, que tendría que agarrarlo al vuelo o cogerlo del suelo si no lograba lo primero. Acto seguido sacó un pequeño vaso de cristal y una botella de agua. Vertió el líquido transparente en el repiciente, dejándolo cerca de desbordarse, y volvió a guardar la botella.

Además del objetivo de la misión, el cual espero que cumplas con la mayor profesionalidad, quiero que te lleves contigo este vaso. Cuando termines volverás aquí y comprobaré si la cantidad de agua es exactamente la misma. Si se te cae y se rompe, si derramas agua o si dejas que la lluvia lo llene de más, has fallado la misión. ¡¿Está entendido, calvito?! ¡No espero menos de mis shinobi! —apoyó los codos sobre la mesa y entrelazó los dedos de sus manos, todavía sonriente— ¡Ahora ve!

El pergamino contenía la siguiente información:
  • Cliente: Maeda Keiji
  • Rango: D
  • Riesgo previsto: Ninguno
  • Descripción: El cliente necesita que alguien cuide de sus tres hijos durante un par de días ya que necesita llevar a cabo un viaje urgente. El encargado de esta misión debe desplazarse hasta la vivienda del cliente (dirección adjunta) y ocuparse adecuadamente de las criaturas durante ese espacio de tiempo.
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#7
Una risa extraña para el momento, al menos para él, lo hizo levantar la mirada con curiosidad. Allí estaba su Kage, riéndose de él y de su inexperiencia. La primera impresión era que Yui era amable y simpática, y eso a Karamaru lo alegraba. Pero estaba a punto de darse cuenta que amabilidad y exigencia podían ir de la mano.

Las palabras de la Arashikage fueron una dulce melodía para el calvo, acababa de aceptar el pedido de misión y antes de que el shinobi pudiera decir algo o incluso hacer una reverencia más pronunciada, un pergamino salió al aire despedido de la mano de la mujer. El calvo se sorprendió al principio, titubeó unos segundos, pero al darse cuenta de que se lo había arrojado a él dio un movimiento firme para tomarlo.

Cerca del suelo, sí, pero tomarlo al fin.

"Uf, eso estuvo cerca"

Y Karamaru ya pensaba agradecer e irse, pero nuevamente fue interrumpido. La amable voz de Yui volvía a dominar, ahora con las exigencias.

Quiero que te lleves contigo este vaso. Cuando termines volverás aquí y comprobaré si la cantidad de agua es exactamente la misma. Si se te cae y se rompe, si derramas agua o si dejas que la lluvia lo llene de más, has fallado la misión.

—¡¿Está entendido, calvito?!


"¿Un vaso? ¿Qué tiene que ver eso con una misión?"- El calvo estuvo a punto de cuestionar la decisión de Yui, pero prefirió no hacerlo y aceptar sin rechistar.

Estoy entendiendo.... ¡YUI-SAMA!- hizo una reverencia igual de exagerada que la anterior. Aunque esta vez se levantó más rápido y tomó el vaso con mucho cuidado, no se le podía caer ni una gota. Estuvo a punto de perder el equilibrio cuando se sobresalto con el ¡Ahora ve! pero pudo mantenerse.

Salió finalmente del salón de la Arashikage cerrando la puerta tras de sí. Buscó una mesa cercana y apoyó el vaso para poder leer el pergamino de misión tranquilamente.

¿Cuidar niños?- se sorprendió el calvo al leerlo. Él no tenía ninguna experiencia en eso, ¿Cómo haría para hacerlo? Era shinobi no niñera- Supongo que estas cosas les tocan a los gennin.

Tras un suspiro de indignación guardó el pergamino recordando la dirección- repitiéndola una y otra vez en su cabeza- y salió a la calle a caminar con paso lento y seguro pegado a las paredes de los edificios lejos de la gente. Sujetaba el vaso con una mano y con la otra, lo tapaba para que no caiga ni una gota de agua dentro. Tenía apoyada fuertemente la palma sobre el vaso y así y todo trataba de ni siquiera mojarsela para tratar de perder el mínimo de agua.

Si todo salía bien más pronto que tarde estaría golpeando con la cabeza, por tener las manos ocupadas, la puerta del señor Keiji para cumplir con su deber de.... de.... de cuidar niños....
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#8
Karamaru llamó a la puerta utilizando la cabeza -literalmente-, pero no le respondieron. No obstante, era obvio que había gente en la casa, ya que se podían escuchar de fondo gritos y lloros ahogados. Un minuto más tarde, la puerta se abrió, tras de ella había un hombre de cabello oscuro y corto, de unos 30 años, vestido con un chaleco gris y unos pantalones amarillos.

Miró al genin, y acto seguido se fijó en el vaso de agua que llevaba en las manos. Le resultó extraño, pero no articuló palabra al respecto.

¿Si? ¿Qué quieres?
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#9
La respuesta al cabezazo se hizo desear y el calvo tuvo que esperar un pequeño rato allí en la puerta, bajo la lluvia. Lluvia que era peor que nunca antes porque ese día le suponía un problema. Mientras esperaba, no solo tapaba el vaso con la mano, si no que dobló la espalda y lo trató de tapar con el cuerpo, tal vez así evitaba aun más que cayera cualquier gota de agua al vaso. Espero quiero, sin mover un músculo mirando la puerta.

"Como se tard...."

Para cuando ya se estaba impacientado la puerta se movió y el monje no pudo hacer más que sonreír.

¿Si? ¿Qué quieres?- dijo el hombre que parecía mucho mayor que el joven calvo. Estuvo a punto de preguntarle que eran esos llantos y gritos, pero la seriedad con la que tomó sus palabras le indicó lo contrario.

Soy Karamaru, del clan Habaki, shinobi de Amegakure. Tengo que cuidar unos niños y....

—....me dijeron que es aquí. ¿Usted es el señor..... Teiji?
- trataba de hacer memoria del pergamino lo mejor que podía y esperaba que ese fuese el nombre. Le pudo entregar el pergamino y duda resuelta, pero no estaba en la capacidad para hacerlo que tenía otra cosa más importantes entre las manos.

"Me cago en.... ¿Quién me mandó a aceptar esto del vaso?"
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#10
El desconocido se rió entre dientes. Karamaru había pronunciado su nombre mal.

Mi nombre es Keiji. Y son mis hijos de quien hablas —explicó con una media sonrisa— Soy un jōnin, me han mandado una misión importante que me obligará a estar unos días fuera, pero no tengo a nadie que se quede con los niños, por eso pedí que viniera alguien. Pasa, Karamaru-san.

Keiji se internó en su hogar, esperando que le siguieran. Era una vivienda de aspecto normal, ni demasiado opulenta ni demasiado humilde. Sus muebles se centraban en la practicidad y no había ningún tipo de decoración que el calvo pudiera ver. Los llantos se fueron haciendo más sonoros según se acercaron a la sala principal del lugar.

En ella habían tres niños. Uno de ellos, el más mayor, tenía el pelo corto y negro, tez rosada, iba vestido con unos pantalones largos de tono veis y un jersey de lana blanco. Mantenía un semblante ausente, sentado en uno de los sofás de la sala, concentrado en ver un programa de superhéroes infantil que estaban emitiendo en la televisión. Luego estaba el hijo mediano, rubio, de tez pálida y de pelo que le llegaba hasta los omóplatos, solo vestía con un pantalón corto violeta. Era él el que estaba llorando desconsoladamente, por algún motivo desconocido para Karamaru, tirado en el suelo. Finalmente, el más pequeño de todos era un bebé de poco más de un año, durmiendo en una cuna en uno de los extremos de la habitación, ajeno a todo. Era rechoncho y extremadamente rosado, todavía no tenía pelo.

Estos son mis diablillos. Se llaman Tanabe, Yuki y Mitsunari —dijo, señalando a cada uno respectivamente— Te recomiendo ser muy paciente con ellos, pueden ser niños difíciles. Ahora si me disculpas un momento, tengo que seguir preparándome las cosas para el viaje. Di hola mientras tanto.

Como había dicho, Keiji se fue, internándose en alguna parte del lugar no conocida por el calvo. Los jóvenes pasaban completamente de él.
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#11
El calvo quiso llevarse la palma a la frente y golpearse un poco por su error, pero su situación se lo impedía. Que poco profesional de él era olvidarse un nombre, encima del que encarga la misión, encima de un jonin. Por lo menos pasó de eso y le explicó un poco el motivo por el cual pedía ayuda. Karamaru asintió un poco con la cabeza y sin mediar palabra más allá de un "Perdón" por lo del nombre, se interno en la casa.

Era una casa linda, básica y práctica. Ni muy-muy ni tan-tan. El pelado siguió al jonin mientras revoleaba la mirada por la casa, como prácticamente todo el mundo hacía al entrar por primera vez en casa ajena. Cuando llegaron a un sala específica pudo ver a los tres niños. Uno tranquilo viendo televisón, otro llorando desconsolado y por último un pequeño durmiendo.

"Por lo menos parecen que compensan, no puede ser tan difícil"

Estos son mis diablillos. Se llaman Tanabe, Yuki y Mitsunari.

Y tras eso, vino una frase que deseaba no escuchar: "Te recomiendo ser muy paciente con ellos, pueden ser niños difíciles. ". Quiso cerrar los ojos, poner cara de sufrimiento pero se la aguantó y mantuvo la sonrisa en el rostro. Tras eso parecía que el jonin se iba dejando al calvo solo con los niños.

Espera...- se apresuró a decirle el monje- Estoy cumpliendo otra misión para Yui-sama.

—Este vaso tiene un contenido demasiado importante que necesita ser devuelto a la Arashikage, los niños no pueden siquiera acercarse. Por temas de seguridad, ya sabes. ¿Algún lugar seguro donde lo pueda dejar?
- después de todo era su casa, si el jonin no sabía pues estaba en muchos problemas.
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#12
El jōnin ya había puesto los pies fuera del salón, pero giró el rostro lo suficiente como para mirar a Karamaru a la par que le dirigía la palabra. Le sonrió con simplicidad.

Ya me había dado cuenta. La prueba del vaso, ¿verdad? He escuchado que Arashikage-sama se la pone a algunos novatos, dependiendo de su humor. Me temo que no puedo ayudarte, chaval, si se entera de que lo he hecho me mata. Y asegúrate de no cagarla tú tampoco, o tengo entendido que te echará una reprimenda épica. Tienes todo mi apoyo, ser un genin es duro.

Le guió el ojo y se marchó, esta vez de verdad. El calvo se volvió a quedar solo con los niños, que continuaban ignorando su presencia.
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#13
"¿En serio no me ayudarás? ¿En serio?"- si que ser genin es duro. Lo difícil ahora era que hacer con el vaso, si dejarlo por ahí, si tenerlo o cualquier otra cosa. Lo único bueno era que por ahora no corría con el riesgo de le lluvia.

El calvo se quedó en silencio cuando el hombre se fue, viendo a los niños cada uno en sus historias. Estaba por acercarsele al llorón cuando una idea se le cruzo por la cabeza.

Que tal si....- susurró el calvo. ¿Qué tal si dejaba una marca del nivel del agua y si se le caía lo llenaba hasta el mismo lugar? ¿Se daría cuenta la Arashikage?

"Claro que se dará cuenta, no seas tonto"

Hola chicos, ¿Cómo andan?- terminó por decir. Tal vez tenía suerte y alguno le terminaba respondiendo, aunque con uno dormido y el otro llorando tenía pocas esperanzas.

Soy Karamaru, los cuidaré un rato ¿Qué les parece?

Mientras se esforzaba por hablar con amabilidad y una sonrisa en el rostro el calvo miraba a todos lados tratando de encontrar un lugar bien alto donde pudiera dejar el vaso.
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#14
De los tres niños, solo le respondió el mayor. El mediano seguía inmerso en su pataleta y el bebé continuaba durmiendo; además, era un infante, lo extraño sería que supiera hablar ya. Tanabe, el moreno que estaba sentado sobre el sofá, miró al pelado con una expresión de indiferencia impropia de un joven.

Cállate, tontoculo —parloteó con desprecio para acto seguido volver a mirar a la televisión.
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#15
"No sabía que así también se saludaba" pensó sarcásticamente el calvo al escuchar las palabras del mayor de los niños. El mayor problema no eran los modales del pequeño, ni los llantos de su hermano, si no que estaba difícil encontrar un lugar para el vaso, y la verdad que no quería acercarse mucho a los niños sin tener el agua segura en otro lado.

Hombre, ¿Por qué así? No tenemos que pelearnos.

—Dime, ¿Qué le pasó a tu hermano?


Por ahora Karamaru mantenía la paciencia, pero con muchas horas seguidas así, con ese llanto, su cabeza seguramente se empezaría a hartar.
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