— ¿Para la prensa? Espera... ¡Con razón me sonaba tu cara!

Hana quiso reventarse la cabeza contra una de las estanterias hasta que se volviese inteligente, pero sabía que más bien funcionaría a la inversa, así que se decantó por ser más sutil. Bajo la mirada, se tapó los ojos con una mano y se sonrojó violentamente. ¿Para qué abría la boca?

— ¿Eres esa joven que esta saliendo con aquella actriz? En cuanto corrió la noticia nos quedamos sin ejemplares; aquella fue una buena semana para la caja

— ¡No estamos saliendo! — se ofuscó y lo soltó un par tonos por encima de lo habitual, aún estaba reciente el tema — Quiero decir, no estamos saliendo. Me pidió que la ayudase a cerrar la actuación con un beso y, bueno, le dije que sí, después anunció eso y se rió en mi cara.

Hana volvió a enterrar su cara entre sus manos. Qué vergüenza. Estaba tan roja que en cualquier momento podría salir humo de su cabeza. Le acababa de soltar la historia a una extraña, pero no era la primera vez, intentaba explicarse con cada fan que la paraba por la calle. De momento, con un éxito reducido.

— En fin, si tranquilidad es lo que quieres, creo que no tiene que haber mejor sitio para eso que una aburrida Liberia de barrio.

— Gracias, Ai-chan. — aceptó el plumero y la indirecta de Ai de empezar a quitar el polvo.

Cualquier cosa sería mejor que quedarse rememorando cuan tonta e influenciable podía llegar a ser. Hana imitaría a Ai, empezando a limpiar por el lado opuesto para no encontrarse.

— No te dejes la parte superior de los estantes; es donde más suele acabar acumulándose el polvo al no haber nada en ellas -- pese a que era alta, sus brazos no eran capaz de llegar a la parte más superior de la estantería, donde no yacían libros; pero con ponerse de puntillas, fue más que suficiente. Ya había terminado con aquella estantería, y se disponía a seguir con la siguiente. En esta había muchos más libros que en el resto de estanterías; por lo que los limpio por encima y los movía a los lados, para limpiar tras ellos.

Hana sin embargo... Tendría grandes problemas para llegar a esta zona. Tantos que le resultaría imposible debido a su estatura; por suerte para ella, había unas pequeñas escalerillas apoyadas contra una pared, detrás del mueble con la caja registrado. ¿Pero sería capaz de dejar su orgullo a un lado, y reconocer que necesitaba ayuda cuando se trataba de llegar a lugares altos?

— No te dejes la parte superior de los estantes; es donde más suele acabar acumulándose el polvo al no haber nada en ellas

— Por supuesto. — contestó de forma inmediata como un autoreflejo

Sin embargo, cuando la información llegó a su cabeza, le cayó una gota de sudor frío. ¿La parte superior? Subió la mirada, y la subió y la subió. ¿Cómo podían hacer estanterías tan altas? ¿Es que nadie iba a pensar en la gente con una estatura por debajo de la media? ¡Ligeramente por debajo de la media!

Obviamente su primer intento fue ponerse de puntillas, no llegó, su segundo intento fue ponerse MUY de puntillas, estirandose todo lo posible. Nada, no había manera. Entonces sus ojos encontraron una escalerilla apoyada contra una pared. Infló los mofletes, irritada. Le faltarían dedos para contar las veces que se habían reido de ella por tener una altura aceptable y no extraordinaria. Pero era una misión y Ai parecía buena gente.

Cogió la escalera y con cuidado de no hacer mucho ruido la colocó para poder limpiar alegremente la estantería por arriba. Una vez encima de ella, podría limpiar sin problema, sonriendo de pura satisfacción.

Poco después de terminar la estantería, pero no la parte superior de esta, miraría su reloj de muñeca curiosa por la hora.

—No queda mucho tiempo para el horario de apertura; pero la gente no suele venir tan temprano. Ni para los que están reservados; así que mientras acabas, voy a terminar de levantar las persianas. Si necesitas algo, solo pídemelo — añadió con una cara de felicidad; se marchó al interior de la trastienda para volver con una vara metálica con una extraña forma de gancho en un extremo. — Y dime... ¿Cómo fue que te metiste a ninja? Si no te importa contarlo, claro. — rió torpemente, sentía que se estaba metiendo donde no la llamaban, pero así era ella.

Le costaba hacer su trabajo sin hablar; Ai era una chica a la que le gustaba conversar inocentemente y sin maldad alguna. Y al igual que los libros de su tienda, pensaba que cada persona que venía a comprarlos tenía una historia a sus espaldas, que podría ser el motivo de que se llevaran esos mismos libros; para reconforte, para disfrute, para abstraerse de algo. Cualquier cosa era una excusa más que respetable para leer un buen libro; ese era su "lema".

—No queda mucho tiempo para el horario de apertura; pero la gente no suele venir tan temprano. Ni para los que están reservados; así que mientras acabas, voy a terminar de levantar las persianas. Si necesitas algo, solo pídemelo

— Muy bien. — volvió a contestar de forma automatica.

Su atención estaba en la estanteria que Ai había dejado a medias, tenía que acordarse de acabarla cuando hubiese acabado lo suyo. Estaba dandolo todo con su plumero, asegurandose de dejarlo todo tan limpio como podía para dar una buena impresión. Al fin y al cabo, le habían asignado esa misión. ¡Tenía que dejarlo todo impoluto!

— Y dime... ¿Cómo fue que te metiste a ninja? Si no te importa contarlo, claro.

Estaba claro que Ai parecía interesada en ella. Esperaba que por motivos puramente de curiosidad. Hana le contestó sin mayor inconveniente, concentrada en su tarea de limpiar.

— Bueno, papá era ninja, mamá era ninja, el abuelo era ninja, etcétera. No me planteé mucho mi profesión, la verdad. Mi padre me enseñó a ayudar a la gente que lo necesita y si además puedo usar mis habilidades ninja para ello, pues mejor, ¿no?

No quiso soltar la bomba de que todos ellos habían muerto pero le daba la sensación de que Ai le iba a sacar esa información tarde o temprano.

— Bueno, papá era ninja, mamá era ninja, el abuelo era ninja, etcétera. No me planteé mucho mi profesión, la verdad. Mi padre me enseñó a ayudar a la gente que lo necesita y si además puedo usar mis habilidades ninja para ello, pues mejor, ¿no?

—Oh, supongo que un poco entonces como esta librería — respondió apoyada sobre la vara metálica; ahora toda la librería tenía un color más claro con la luz entrando por los ventanales. — Mi abuela fue la primera en abrirla; aunque en su época vendía un poco de todo ¿Sabes? Y luego poco a poco, se transformó en una librería. Como nadie parecía interesado en aquello, fue a lo que se arriesgó mi abuela; y desde luego acertó. Luego mi madre, y bueno... Mi hermana pequeña quiere volverse una ninja, así que recaerá sobre mí la tienda. — dijo mirando son algo de nostalgia al cielo. — N-No es que me moleste; me gusta esta vida tan tranquila, pero no puedo evitar preocuparme por ella.

Añadió para volver al interior de la tienda; solo le quedaba por quitar el polvo del suelo de la tienda, pero esperaría a que Hana terminara, si no, sería una estupidez barrer. Aunque seguiría dándole coba seguramente; por lo menos así ninguna de las dos se le haría pesada ni tediosa ninguna de las tareas

Hana escuchó la historia de Ai mientras acababa de despolvar todas las estanterias. Una vez hubiese acabado, recogería la escalerilla y la volvería a colocar en su sitio para volver a dirigirse a su jefa durante aquel día.

— Cuando yo tuve uso de razón, mi padre solo hacia misiones D y C que no fueran muy arriesgadas, así que no nos preocupaba demasiado. Tampoco necesitábamos más para vivir, que al final es de lo que se trata. Mi padre... no era demasiado fuerte.

Decidió pararse ahí antes de acabar tirando demasiado por tierra la conversación. Se acercó a Ai, esperando otra tarea que llevar a cabo.

— Lo que quiero decir, es que la profesión no es tan peligrosa como la pintan si te quedas a un nivel bajo. Pero bueno, volviendo a la faena, ¿qué hay que hacer ahora? — preguntó sonriente intentando animar a su clienta.

— Lo que quiero decir, es que la profesión no es tan peligrosa como la pintan si te quedas a un nivel bajo. Pero bueno, volviendo a la faena, ¿qué hay que hacer ahora? — preguntó sonriente intentando animar a su clienta. Esta la devolvió una triste sonrisa tras un suspiro.

— Supongo que tienes razón y me estoy preocupando demás... Pero es que se rompió una pierna en la academia entrenando y bueno... En verdad por eso estas aquí; pero supongo que es un tanto egoista por mí parte, cuando te he pedido que vengas a ayudarme... Seguro que tu también tienes gente que se preocupa por ti — ya llevaba parte de la tienda barrida, mientras Hana se hacía a un lado para no molestarla. — Y si no, seguro que la acabarás teniendo — sonrió con sinceridad; para después señalar al interior, donde habían dejado las cajas. — Trae un par de las menos pesadas; vamos a rellenar primero las estanterías que están más llenas.

— Supongo que tienes razón y me estoy preocupando demás... Pero es que se rompió una pierna en la academia entrenando y bueno... En verdad por eso estas aquí; pero supongo que es un tanto egoista por mí parte, cuando te he pedido que vengas a ayudarme... Seguro que tu también tienes gente que se preocupa por ti

Hana hizo una mueca cuando habló de que había gente preocupandose por ella. ¿Se preocuparía Ren por ella? No tendría demasiado sentido, igual podían pasar meses sin verse. Ella desde que la conocía siempre tiene un oído puesto para las noticias de Amegakure, pero en ninguna viene el nombre de Ren. Lo cual, ¿es bueno?

— Y si no, seguro que la acabarás teniendo

Le devolvió la sonrisa a Ai, contagiándose un poco de su optimismo. Seguro que pronto veía a Ren, a lo mejor en el torneo que vendría dentro de poco.

— Trae un par de las menos pesadas; vamos a rellenar primero las estanterías que están más llenas.

— Voy, y no te preocupes por tu hermana, seguro que conforme vaya aprendiendo deja de partirse cosas. — la animó Hana mientras iba a por lo que le había pedido.

Volvió con dos de las cajas más pequeñas que había, una encima de la otra, haciendo un esfuerzo considerable para poder llevarlas y que no se cayesen.

— Vale, esa caja es de libros infantiles y documentación — dijo señalando a las etiquetas que había en los laterales de las cajas. — Están colocados por orden alfabético según los nombres de los autores; colócalos en esa estantería más llena, no solemos tener mucha demanda, pero siempre hay alguien que busca uno así. Como los pequeños libros de pasatiempos — añadió mientras terminaba de llevarse la arena y polvo a la entrada, para después barrer esta un poco.

En la madera de cada uno de los estantes, podía distinguirse distintos segmentos de una letra a otra del alfabeto, a modo orientativo. Los más famosos siempre eran fáciles de encontrar así; pero hasta alguien que lleva años regentando una librería, le venía bien esos indicativos para localizarlos. Y los más avispados, no necesitaban ayuda para buscar el libro que quisieran.

— Están colocados por orden alfabético según los nombres de los autores; colócalos en esa estantería más llena, no solemos tener mucha demanda, pero siempre hay alguien que busca uno así. Como los pequeños libros de pasatiempos

Hana asintió repetidamente. Abrió las cajas y empezó a hacer como le habían mandado, buscando ordenarlos alfabéticamente y colocandolos.

— Y ¿qué tipo de libros teneis en la libreria? O más bien, ¿hay algún tipo de libro que no tengais? Libros... prohibidos...

Habían varias leyendas urbanas sobre pergaminos que te hacían invencible, libros ocultos de técnicas ocultas de las cinco villas, una cantidad ingente de leyendas de ese tipo habían llegado a los oidos de Hana y claro, tenía que saber la verdad detrás de todo eso.

— Y ¿qué tipo de libros teneis en la libreria? O más bien, ¿hay algún tipo de libro que no tengais? Libros... prohibidos...

—¿Libros... Prohibidos?... — respondió extrañada, intentando hacer memoría mientras terminaba con la entrada. Después, se acercaría a ella para ayudarla con los libros, dejando la escoba en un lateral. — A ver... Tenemos libros para adultos y eso... Pero hasta que no tengas suficiente edad, no creo que fuera muy responsable vendértelos — añadió riendo. — Pero creo que se a lo que te refieres; y ¿de verdad crees que tendríamos algo así en una librería corriente y moliente? Ese tipo de cosas supongo que estarán guardadas a cal y canto en los edificios de los kages, o lo tendrán en algún lugar secreto.

Gracias a su ayuda, no tardarían mucho en terminar de rellenar esa estantería; cerraría las cajas sobrantes y las llevaría hasta el almacén, mientras le hacía un suave gesto con la cabeza a Hana, para que la siguiera a coger una de las cajas más pesadas y traerla para dejarla entre las dos estanterías que había limpiado ella.

— ¿Libros... para adultos? — repitió Hana.

¿Qué clase de libros eran esos? ¿Cómo que para adultos? No se refería a libros de poder ilimitado, porque esos ya los había descartado al hablar de que los tendrían escondidos en el edificio del kage. Entonces, ¿qué era? ¿Qué clase de secreto le estaban ocultando?

Sin embargo, Hana era lo bastante inteligente como para no echar toda la leña en el fuego de golpe. Podría haberse lanzado sobre Ai para hacerla confesar todos sus pecados o podría haberse olvidado del tema. Prefirió ser sutil pero...

— ¿Y qué libros son esos? ¿Por qué son para adultos? — le preguntó con ojos brillantes.

Siguió a Ai mientras le preguntaba, agarrando la pesada caja y ayudandola a moverla hasta donde le dijera.

— ¿Puedo ver uno?

— ¿Puedo ver uno?

Ai le esquivo la mirada, hasta en tres ocasiones. Ahora sí que se había metido en un buen berenjenal. ¿Y qué podía hacer? Realmente los libros que estaban dirigidos al público joven, excepto los que contaban alguna aventura o historia, e incluso esos, acababan teniendo partes subidas de tono. Ella al fin y al cabo regentaba una librería, y también tenía algo de contenido adulto; ya fueran revistas o libros ¿Pero qué clase de adulta era si le diera tan a la ligera algo así? Ai se debatía una y otra vez, como si andará sobre una cuerda muy fina y floja, sin tener claro que respuesta darle, y poco a poco se estaban quedando sin libros.

— Y-Ya sé; s-si haces un trabajo excelente, te daré uno de ellos — respondió con una sonrisa dubitativa al terminar de colocar la estantería; estaba claro que mentía.

— Y-Ya sé; s-si haces un trabajo excelente, te daré uno de ellos

A Hana se le iluminaron aún más los ojos. Puede que fuese inteligente, pero era credula como ella sola. Cualquier persona podría darse cuenta de que Ai solo le estaba diciendo eso para quitarsela de encima de momento. Pero Hana se lo creyó, ya fuese por su propia credulidad o por la confianza que se había ganado la dependienta en el poco tiempo que habían compartido.

— ¿Sí? ¡Bien! Haré un trabajo perfecto, Ai-chan. ¡No te arrepentiras! — le aseguró henchida de alegría.

Solo era una librería. ¿Qué podría salir mal?