Reiji aceptó su cometido y fue a la sala B1 para comenzar a limpiarla. Empezó desde los pupitres de arriba y fue bajando poco a poco, centrándose en limpiar todo bien. Unos quince minutos después, cuando él seguía limpiando, apareció Mido por la puerta con una fregona en la mano derecha y una escoba en la izquierda.

—Buen trabajo muchacho, después de terminar con la B1, por favor, sigue con la B2 —mencionó, señalando al aula de al lado que era prácticamente igual a la que estaba limpiando en aquel momento—. Y se me había olvidado darte unos guantes, lo siento chaval, los años me pasan factura.

Tomó del bolsillo de sus pantalones unos guantes de goma amarillos y se los tendió al muchacho.

—Yo me encargaré del recibidor aprovechando que todos los niños se han ido a las clases de arriba, luego seguiré por aquí, en cuanto termines las dos clases ven a verme.

Mido salió por la puerta dando un pequeño golpe al marco con la escoba, pero no se dio ni cuenta.

Al cabo de un rato, mientras limpiaba los pupitres ya de en medio de la sala, apareció el señor Mido por la puerta armado con su fregona y su escobapara limpiar el suelo. Como bien había dicho, el se encargaría de los suelos, y a mi me tocaría limpiar los muebles.

—Buen trabajo muchacho, después de terminar con la B1, por favor, sigue con la B2.

—Sin problema — Dije mientras seguía limpiando los pupitres.

—Y se me había olvidado darte unos guantes, lo siento chaval, los años me pasan factura.

—No se preocupe, no voy a morir por no haber usado guantes durante un rato, espero...

Bromee mientras cogia los guantes que Mido me estaba tendiendo, luego, me los puse en las manos y seguí con la limpieza.

—Yo me encargaré del recibidor aprovechando que todos los niños se han ido a las clases de arriba, luego seguiré por aquí, en cuanto termines las dos clases ven a verme.

Asentí, tras lo que Mido salió por la puerta, supuse que hacia el recibidor que había dicho que aprovecharía para limpiar. Yo me quede limpiando el aula. Cuando terminara con los pupitres de los alumnos, pasaría a la mesa del profesor, cogería la manzana podrida con los guantes, y limpiaría la mesa.

Cuando ya no quedaran muebles que limpiar en la B1, entonces pasaría al aula B2.
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El aula B2 estaba incluso peor que la B1. Había libros esparcidos por todas las mesas, una capa de polvo cubría la mesa del profesor y las estanterías repletas de libros caídos hacia el lado derecho, algunos a punto de caer del lugar. La pizarra estaba llena de tiza, y las tizas esparcidas por el suelo.

La papelera estaba llena y justo bajo esta había un charco de zumo casi ya seco, pegajoso y brillante.

Por otro lado estaban las mesas, a parte de todos aquellos libros, había lápices, gomas de borrar y los restos de éstos. En un par había incluso bolsas de patatas vacías y con las migajas desperdigadas tanto por la superficie como en el suelo.

El aula B2 era exactamente igual que el aula B1, pero mucho mucho mas sucia. La papelera estaba a rebosar de cosas, por lo que no podía tirar allí nada, y el suelo de debajo estaba manchado por un charco de zumo que debería llevar allí quizás días... por suerte, no me tocaba limpiar a mi el suelo, aunque tampoco había que cantar victoria todavía, las mesas y estanterías estaban bastante bastante peor.

Pero lo primero era lo primero, y si quería limpiar los muebles, tendría que vaciarlos. Para ello iba a necesitar una papelera vacía para poder volverla a llenar, y para eso tendría que ir a buscar a Mido.

Cuando le encontrará, le contaría mis necesidades:

—Mido-san, la papelera del aula B2 está a rebosar. Necesitaría una bolsa vacía para la basura, por favor.

Encontró al encargado limpiando una mancha no muy agradable de ver, sin embargo cuando Reiji lo llamó, el hombre se levantó y se rascó la barba, dejándose una pequeña mancha de algo negro en la barbilla.

—Mido-san, la papelera del aula B2 está a rebosar. Necesitaría una bolsa vacía para la basura, por favor.

—Claro, espera —se rebuscó algo en los bolsillos de detrás de su mono de trabajo y se lo tendió: era una bolsa oscura, brillante y probablemente lo que Reiji necesitaba—. Deja la llena en la puerta, luego la recojo.

Y se volvió a centrar en su tarea.

—Claro, espera —Mido se rebuscó algo en los bolsillos de detrás de su mono de trabajo y me lo tendió. Era una bolsa oscura y brillante, exactamente como lo que yo necesitaba—. Deja la llena en la puerta, luego la recojo.

—Muchas gracias, así lo haré —Cogí la bolsa que me tendía y tras una ligera reverencia, volví al trabajo que se me había encomendado.

Empecé por dejar la bolsa de basura llena al lado de la puerta, como me había indicado Mido san. Luego, si todo iba bien, retiraría la basura de las mesas, dejaría los libros de la estantería en la mesa del profesor para poder limpiar la estantería, y luego no solo volvería a colocar los libros en la estantería, si no que ademas colocaría el resto de libros que estaban esparcidos por la clase. Por ultimo, y si todo iba tan bien como esperaba, quitaría el polvo de los muebles.

Cierto, aquello era un trabajo tedioso, a veces, incluso un poco asqueroso. Pero quitando la parte mala, era un trabajo tranquilo y lo mas dañino era, seguramente, cortarse con un trozo de papel.

Reiji obtuvo la bolsa y volvió al trabajo: dejó la bolsa llena fuera, recogió toda la basura que ocupaba las mesas, limpió la estantería y la rellenó de libros, no solo los que ya había, sino todos los demás, y por último limpió el polvo de los muebles.

Mido se acercó al lugar mientras Reiji terminaba con el polvo del sitio. Miró detenidamente el interior del lugar y soltó un silbido de admiración.

—Vaya, chico, estoy impresionado, el anterior no lo hizo ni la mitad de bien —felicitó, tomando la bolsa de basura—. No te preocupes, no te queda mucho, una vez termines acércate a la B3, solo faltaría esa y la B4 por limpiar, con suerte no parecen tan llenas de mierda como estas dos —explicó, luego suspiró de forma cansada—. Estos niños de hoy en día no respetan nada, como se nota que muchos no limpian ni en casa.

Y luego se marchó sin decir nada más.

Reiji encontraría la B3, tal y como había dicho Mido; sin muchos desperfectos. Era cierto que los muebles tenían una ligera capa de polvo, que la mesa del profesor estaba llena de papeles desperdigados sin ningún tipo de orden y en la última mesa, la de arriba, encontraría un libro abierto por la mitad.

—Vaya, chico, estoy impresionado, el anterior no lo hizo ni la mitad de bien

—Muchas gracias Mido-San, me gusta pensar que mis padres me han enseñado bien, aunque fuese a golpe

Si, mi cabeza todavía recodaba los golpes del bokken de mama cuando no le hacía caso o me portaba mal. Quizás por eso no había salido listo del todo, seguro que aquellos golpes me hicieron perder alguna que otra neurona. Pero a estas alturas, no tenia sentido culpar a mi madre de mi falta de inteligencia, también yo había preferido entrenar con ella en el dojo que dedicarme a los libros o a los estudios básicos. Para mi era suficiente con saber lo justo y necesario para pasar los exámenes.


— No te preocupes, no te queda mucho, una vez termines acércate a la B3, solo faltaría esa y la B4 por limpiar, con suerte no parecen tan llenas de mierda como estas dos. Estos niños de hoy en día no respetan nada, como se nota que muchos no limpian ni en casa.

—No creo que no limpiar en casa sea el punto, mi familia tiene criados para las tareas del hogar, aunque mi madre siempre hace que sea yo quien limpia el dojo, pero quitando eso, yo creo que depende mas de la educación de los padres que de si limpian o no limpian en casa. Pero tampoco me hagas mucho caso Mido-san, yo no destaqué por ser el mas listo de mi promoción.

El aula B3 estaba mucho mas limpia que la B2, sorprendente mente. Quizás el profesor era mas estricto y menos dejado, al menos, no había olvidado allí su manzana. Eso si, desordenado si que era. Lo primero que había que hacer era despejar los muebles para limpiar. Colocaria el libro en la estantería, si es que había, si no, lo dejaría encima de la mesa del profesor, pero solo tras hacer un montoncito con los papeles, y ordenarlos si era posible para alguien como yo averiguar el orden de los papeles.

— No te falta razón, muchacho. Una buena educación se puede dar en cualquier casa, pero la mejor forma de educación es la del ejemplo. Tu madre, sin embargo, ha hecho un buen trabajo contigo.

Seguramente, eso pretendía ser un halago ya que lo dijo sonriente y con un tono alegre, pero las palabras elegidas podían haber sido un poco más afortunadas.

En cualquier caso, Reiji tenía otro trabajo entre manos. Guardó el libro abierto sin pensárselo mucho y dirigió su atención a los papeles. Eran exámenes corregidos. Todos tenían su nota en cada pregunta y el nombre del alumno. Al parecer, debía de haber estado comparando respuestas a la hora de puntuar porque no tenían ningún orden lógico. Podía aventurarse a ordenarlos alfabeticamente o por nota, pero perdería un valioso tiempo haciendolo.

Lo mucho o poco que uno pudiera tardar en cumplir o no cumplir una misión daba igual. No siempre, claro, había misiones mas urgentes y seguramente alguna que fuese contra reloj. Pero ese tipo de misiones no se las iban a dar a alguien como yo. ¿Quien querría al ninja menos ninja haciéndole una tarea de ninja? En mi caso, era mucho mejor hacer tareas como aquellas a cambio de algo de dinero que hacer otras cosas.

Esta misión tampoco parecía de las mas urgentes del mundo, así que no me importo perder el tiempo necesario en ordenar aquellos exámenes por orden alfabético para luego hacer un montoncio y dejarlo encima de la mesa del profesor. Si no eran necesarios, ya se encargaría él de tirarlos a la papelera o de destruirlos o de hacer con ellos lo que considerase mas adecuado.

Terminada esta mini tarea extra, retomaría, si nada me lo impedía, mis labores de limpieza en el aula, empeza como siempre, por las mesas del fondo, y terminando con la mesa del profesor.

Reiji había terminado su cometido con la limpieza de la clase B3, e incluso había sido tan amable de colocar, por orden alfabético, los exámenes que ahora reposaban en la mesa del profesor bien situados. Sin duda Reiji sabía lo que hacía, así que, por último, solo quedaba limpiar la B4 para terminar con su misión.

Mido apareció de nuevo, con bolsas de basura en sus manos. No dijo nada a Reiji, pero asintió levemente y con una sonrisa, símbolo de que lo estaba haciendo bien.

Por su parte, cuando llegase al aula B4, encontraría el lugar bastante más polvoriento que el anterior, signo de que no se había usado en bastante tiempo, y limpiado incluso menos: había por lo menos dos capas de polvo, incluso el suelo parecía haber cambiado de color. Las mesas y las sillas —éstas últimas no muy bien colocadas— también estaban sucias, pero no era una suciedad hecha a propósito, quizá solo era que se había abandonado el aula por desuso.

Me limpié el sudor de la frente con la manga. No es que hiciese especialmente calor, pero no había parado prácticamente desde que había empezado la tarea, y el sudor empezaba a caerme por la frente. Al menos ya quedaba poco, y las caras de aprobación de Mido parecían señalar que estaba haciendo bien mi trabajo. Quizás yo debía ser mejor como chico de la limpieza que como shinobi. Quizás debía replantearme mi futuro.

La ultima de las aulas tenia no una, si no varias capas de polvo. Aquello debía de estar sin limpiar quizás desde que yo abandonase la academia. Tal vez, en una época de paz como aquella, ya no hacían falta tantos guerreros, había menos aspirantes a ninja y sobraban las Aulas. Aunque si había que limpiarla, es que iban a usarla de nuevo, o eso es lo que supuse.

De todos modos, ni el desuso del aula, ni si iban a volver a usarla eran cosa mía. Mi trabajo era dejar todo aquello como los chorros del oro. Obviamente iba a requerir mas esfuerzo que las aulas anteriores, aunque parecía que no tendría que recoger ni libros, ni papeles, ni mucho menos, uno manzana podrida.

Deje de pensar en cosas complicadas, ya que pensar no era lo mio y como siempre, comencé mi tarea limpiando desde arriba, muebles, sillas, mesas y colocando luego todo en su lugar.

Reiji comenzó su tarea de la mejor forma posible: con ganas. Limpió las mesas de arriba, las sillas que debía colocar sobre las mesas para poder limpiar el suelo, hasta que llegó a la mesa del profesor. Todo parecía indicar que poco le faltaba para completar su misión, pero una mancha verdosa, viscosa y olorosa impidió que el muchacho continuase su labor, ya que se encontraba sobresaliente de uno de los cajones de la mesa.

Si lograba abrirla —pues parecía que esa sustancia pegaba ligeramente el cajón a la madera—, vería que se desperdigó un zumo de hacía lo menos tres años junto con otro tipo de comida en distintos estados de descomposición.

Las cosas nunca salían como uno esperaba que salieran. Bueno, quizás en algún lado existía alguien con la suerte suficiente como para que todo le saliese bien. Pero no era mi caso. De todos modos, ya había aprendido a vivir con esas cosas y aunque siempre venían cuando menos te las esperabas, yo vivía preparado para ellas. Bueno, quizás en este caso un poco menos.

Había limpiado todo hasta llegar a la mesa del profesor, parecía que iba todo a la perfección y que terminaría rápido, pero claro, hablamos de mi, el super ninja de la aldea del remolino. La cosa se torció enseguida en cuanto llegue a la parte de los cajones. Un fuerte olor y una sustancia aparentemente pegajosa ensuciaba la cajonera con un horrible color verdoso. Intenté abrirlo, claro, y quizás a la fuerza lo conseguiría, y todo el esfuerzo para encontrarme que, quizás el profesor, era mucho peor que los alumnos.

En fin, aquello no era limpiable, lo mejor era salir a buscar a Mido y explicarle la situación, si es que lo encontraba, con mi suerte...

Reiji salió a buscar a Mido, el cual estaba apilando las bolsas de basura que había recogido de toda la parte de abajo del lugar. Tenía aspecto cansado y algunas gotas de sudor perlaban su frente, pero se mantenía firme, en su puesto, como si aquello no le impidiese seguir trabajando.

—Hombre, muchacho, ¿ya has terminado? —preguntó al verlo.