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Encontré a Mido apilando las bolsas de la basura. Tenia aspecto de cansado y el sudor le caía por la frente. Lo normal, el hombre, al igual que yo, llevaba limpiando desde hacia rato, y no se había parado a descansar. Pero bueno, con suerte de la que parecía carecer, probablemente no quedaba mucho para terminar.
—Hombre, muchacho, ¿ya has terminado?
—Que va Mido-san, me he encontrado con un problema en el aula B4 —Comencé a explicarle la situación. —Cuando he llegado a la mesa del profesor me he encontrado con que algo impedía abrir los cajones bien para limpiarlos, y cuando he conseguido sacarlo abrirlo me he encontrado una mancha con un color un poco preocupante, ademas de un montón de fruta en un estado deplorable. No creo que ese cajón pueda limpiarse, tiene muy mala pinta... Por no hablar del olor, ese olor a podrido podría tumbar a un Akimichi.
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Mido escuchó con atención la explicación que Reiji le daba, rascándose la barbilla varias veces y suspirando cuando escuchó el relato completamente entero que le daba el muchacho.
—Imagino que por eso nadie quería entrar ahí... —zanjó él—. Mi culpa por no haberlo limpiado bien.
Se acercó al aula en cuestión y echó una ojeada rápida, luego se giró a Reiji.
—Bueno, de esto ya me encargo yo que pronto se acaba mi jornada, así que con esto ya tienes más que suficiente, has terminado — informó el de mantenimiento, sacando de uno de sus bolsillos un pergamino que le entregó al chico—. Entrega esto en el Edificio del Uzukage y habrás terminado tu misión, y bueno, muchas gracias por la ayuda, lo haces bastante bien.
Aquello último lo dijo sonriente, bastante satisfecho con la ayuda.
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—Imagino que por eso nadie quería entrar ahí. Mi culpa por no haberlo limpiado bien.
—Tampoco es tan grave, es solo olor y suciedad, nada que no pueda solucionarse, ojala todos los problemas del mundo fueran así...
—Bueno, de esto ya me encargo yo que pronto se acaba mi jornada, así que con esto ya tienes más que suficiente, has terminado —Cogí el pergamino que Mido me estaba entregando mientras le escuchaba—. Entrega esto en el Edificio del Uzukage y habrás terminado tu misión, y bueno, muchas gracias por la ayuda, lo haces bastante bien.
—Mi buen hacer se lo debo todo a mi madre, pero muchas gracias. Ha sido un placer poder ayudarte Mido san.
Dije con una reverencia antes de marcharme en dirección al edificio del Uzukage a entregar el pergamino que Mido me había entregado.
Si nada me impedía llegar hasta el edificio del uzukage, esperaría mi turno para ser atendido en recepción, e intentaría entregar el pergamino.
—Buenas, vengo a reportar el final de una misión
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Reiji intercambió aquellas frases con Mido y se fue de la escuela con un pergamino entre sus manos: acababa de realizar su primera misión de rango D, o eso era lo que figuraba en el escrito que el conserje le había entregado. ¿Terminaría por limpiar el aula B4? Reiji quizá lo sabría más adelante, ahora simplemente se dirigía al edificio del Uzukage para reportar su cometido.
Allí encontró a la misma mujer que lo había atendido, hablando con un par de chuunin que parecían salir de misión justo cuando él volvía de la suya. No tardaron mucho en terminar su conversación, y tras un par de frases más, ambos abandonaron el edificio, no sin antes también despedirse del muchacho de cabellos oscuros.
—Buenas, vengo a reportar el final de una misión.
— Eso es genial, Sasaki Reiji-kun —alabó la joven pelirroja, tomando el pergamino del chico— . En breve te llegará tu recompensa, has hecho un buen trabajo, espero que sigas así.
Kiyomi le mostró una suave sonrisa, abrió el pergamino y puso un pequeño sello en él, luego guardó el pergamino con mimo en uno de sus cajones y levantó sus ojos para dedicarle una última mirada al genin.
— ¡Que tenga un buen día!
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