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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
¿Hacía cuánto tiempo que no estaba allí? El gran edificio donde la Arashikage regía sobre Amegakure, un lugar que no solo había visitado relativamente pocas veces, sino que si su memoria no le fallaba hacía un año que no se presentaba para pedir una misión.

«¿En serio? ¿Desde antes de aquel torneo? Mierda.... ¿Hace tanto?»

El interior del lugar, sin embargo, se le hacía completamente familiar. Miró sus alrededores parado en la entrada al edificio, absolutamente en un lugar incómodo para el tránsito de gente. Tardó unos minutos en comenzar a caminar hacia el interior, ataviado ya con una mochila de viaje y su portaobjetos para salida inmediata, y presentarse en recepción.

Hola, soy Karamaru, del clan Habaki. Vengo a solicitar una misión.

Y podría terminar ahí y cumplir con la formalidad, pero el calvo solía tener esas veces donde la lengua seguía de más.

Ya sabes, ¿No? Que dentro de poco estarán los exámenes para chuunin y yo me voy a presentar. Así que quiero estar bien preparado, y llegar a un buen nivel, por eso vengo a pedir una misión para entrenarme, ¿Sabes? Porque por más que me entrene solo, o busque algún combate de entrenamiento, nunca es la misma presión que cumplir con un trabajo oficial.

Tenemos que dejar a Yui en buen lugar, ¿No?


Lo último que dejó fueron unas risas para terminar con su monólogo de introducción. Tal vez y hasta le daban conversación, nunca sabía uno con que humor encontraría a la persona que lo atendiera.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
-Maestro Yoda.


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#2

¡Eri al habla, tomando la misión de rango D de Karamaru!

Tras atender a aquel médico, Yuki Yuji volvió a su tarea de estar de capa caída mientras rellenaba los papeles que tenía que entregar antes de terminar su turno, ordenar las misiones completadas aquella semana y recordar lo mucho que extrañaba a su hermano. Suspiró, aquello no era sano para él.

Hola, soy Karamaru, del clan Habaki. Vengo a solicitar una misión.

Buenos días, Karamaru-san —saludó el Yuki, volviendo a adoptar una posición más recta en su asiento. Antes de poder hablar o preguntar por qué buscaba exactamente con misión, él comenzó solo con su monólogo.

Ya sabes, ¿No? Que dentro de poco estarán los exámenes para chuunin y yo me voy a presentar. Así que quiero estar bien preparado, y llegar a un buen nivel, por eso vengo a pedir una misión para entrenarme, ¿Sabes? Porque por más que me entrene solo, o busque algún combate de entrenamiento, nunca es la misma presión que cumplir con un trabajo oficial. —aquello le levantó levemente el ánimo al encargado, un ninja buscando más entrenamiento para poder ascender, sí señor, eso era lo que necesitaba —. Tenemos que dejar a Yui en buen lugar, ¿No?

¡Ese es el espíritu! —señaló Yuki, por fin dejando ver una sonrisa en su bronceado rostro —. Creo que tengo la misión perfecta para ti —esta vez al abrir un cajón decidió tomar el primero de todos, tomando un pergamino enrollado con el símbolo de Amegakure.



Misión D: ¡Puro entrenamiento!



Peticionario: Kamui Yatsuko
Lugar: Torreón de la Academia
Los nuevos estudiantes necesitan entrenar más, incluso fuera del horario de la academia, por eso se precisa un entrenamiento extra para los tres estudiantes más vagos y problemáticos de la clase. Se aceptan toda clase de pruebas que se puedan hacer durante una tarde completa.

Los tres acudirán el Mizuyobi por la tarde a la academia.

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#3
El pecho del calvo se infló ante la animada respuesta del hombre. Con la misma energía con la que había llegado agradeció la entrega del pergamino de la misión y lo leyó lentamente tras abrirlo. Prefería leerlo sin moverse siquiera del lugar, por si tenía alguna duda que preguntar al encargado.

¿Los tres más vagos? Ya les voy a enseñar yo lo mal que hace la vagancia, te voy a dejar tres estudiantes de lo mejorcitos— Karamaru rio antes de darle nuevamente las gracias y guardarse el pergamino en el bolsillo preparado para partir.

Faltaban un par de días para el encuentro con los muchachos, así que el shinobi se tomó su tiempo para hacer unas compras y descansar en su casa. Ocupó gran parte de su tiempo libre pensando en maneras de entrenar con esos tres, pero su creatividad no era muy amplia. Sin embargo, más que eso, había una cosa que no podía dejar de pensar.

«Qué oportunidad perfecta. Si apruebo el examen tendré más responsabilidades, tendré que actuar como superior ante otros shinobi. Está puede ser la prueba perfecta.»

Karamaru, en aquel Mizuyobi, intentaría ser lo más puntual posible, estando varios minutos antes solamente por las dudas. Necesitaba mostrarse como un superior, o como el se lo imaginaba, así que se mostraba decidido y más recto de lo que sería habitual para cualquiera. Se sentía absurdo, pero si así era como actuaban los superiores debía de hacerlo, postura recta y voz clara. Esos tres no podrían encontrarse con alguien mejor.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"  
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#4
El recepcionista le sonrió.

Suerte, Karamaru-san, espero que el Mizuyobi por la tarde entregues el pergamino que indique que has completado la misión con éxito —le apoyó el Yuki, luego se despidió de él y volvió a ponerse con sus documentos.

Karamaru aprovechó el tiempo que le quedaba para hacer unas pocas tareas, y al llegar el día de la misión se presentó en el Torreón de la Academia para actuar como un maestro para aquellos alumnos. Justo en la puerta se encontraba una mujer de pelo algo cano pero que aún se podía apreciar su antiguo color: castaño. Tenía las uñas muy largas y unos ojos algo atigrados, pero por lo demás era una persona normal.

Buenas tardes, Karamaru-san, Yuki-san me habló de ti —saludó la mujer rápidamente, echándole una ojeada a su clase —. Tengo que irme, así que aquí te los dejo, son tres, Kubo, Kaji y Lenna —explicó rápidamente —. Tres pruebas de entrenamiento, no tengas reparos en regañarles, y ten cuidado.

Y tal y como había hablado, la mujer se fue justo por donde Karamaru había venido.
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#5
Buenas tardes, …

Contestó Karamaru de buena manera y siendo educado, pero la oración quedó en el aire al intentar pronunciar el nombre de la mujer. Se le hizo raro que no lo mencionara, dejándole una especie de vacío, y más pronto que tarde desapareció de su vista dejándolo a cargo de los tres mocosos.

«¿Tres pruebas? Y yo que tenía pensado pegarnos un poco»

La inseguridad del monje entró en escena, tenía que pensar toda una tarde de entrenamiento para hacerles mover el culo al trío de malandrines de academia. El primer paso, como era habitual, las simples formalidades y presentaciones.

Hola. Soy K-Karamaru— comenzó algo nervioso— Del clan Habaki. Gennin de Amegakure. ¿Ustedes qué tal?

Se notaba la falta de trato con menores que tenía Karamaru, pero por sobre todo le asustaba las actitudes y reacciones que podían llegar a tomar los recientemente introducidos como Kubo, Kaji y Lenna.
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#6
Karamaru, y luego me dicen que mi nombre es raro, já —se burló uno de los tres, concretamente el que se encontraba más alejado, bajito, de cabello revuelto y de color castaño —. Soy Kubo.

Es que te llamas Kubo, imagínate si yo me llamase Triángulo, me reiría de mí misma todos los días... —mencionó la única chica del grupo, de cabello corto, listo y negro como el azabache —. Yo soy Lenna, Karamaru-san, pero puedes llamarme como quieras —le guiñó un ojo.

El último de los tres, Kaji, no dijo nada.

¿Y qué nos vas a mandar hacer, Karamaru-san? O debería llamarle... ¿Karamaru-sensei? —preguntó Lenna, levantándose y acercándose al calvo rápidamente.
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#7
Karamaru escuchó con una sonrisa cada una de las palabras de aquellos dos, y le prestó atención al silencio del tercero. Parecían ser amables, no sé había tomado la broma de mala gana, y no daban esa primera impresión de revoltosos que tanto imaginaba y temía.

Un gusto Lenna, puedes llamarme como más te guste, no hace falta cumplir formalidades de academia. Solamente vamos a jugar esta tarde.— hacerse el amistoso le parecía ser la mejor opción. Su actitud y postura que esperaba presentar, de superior responsable, desapareció apenas empezaron a hablar

Antes de explicarles qué vamos a hacer, me gustaría que se presenten un poco. Cuéntenme quiénes que son, por qué están acá, qué los motiva, a qué aspiran y, más importante, si saben el por qué estoy aquí.

Saber un poco más de las personas con las que trataría de seguro lo ayudaría a tomar mejores decisiones. Dejarlos hablar a ellos era una buena oportunidad de saber qué temas tocar luego, y para ver sus primeras actitudes. Porque por más buenas palabras, Karamaru todavía seguía inseguro por su título de "los tres estudiantes más problemáticos".

Y si vos sos Lenna, y vos sos Kubo— dijo señalando con el dedo— Vos tenés que ser Kaji, ¿Verdad?
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#8
La pequeña estudiante sonrió de forma boba al escuchar a su nuevo sensei mientras que Kubo bufaba, molesto, ante tal comportamiento del mayor. Kaji se mantenía inexpresivo, sin decir ni hacer nada, lo único que había hecho, sin embargo, fue mirar a Karamaru fijamente.

Antes de explicarles qué vamos a hacer, me gustaría que se presenten un poco. Cuéntenme quiénes que son, por qué están acá, qué los motiva, a qué aspiran y, más importante, si saben el por qué estoy aquí.

Ah, ¡yo, yo, empiezo yo! —exclamó la muchacha, y Kubo gruñó —. Me llamo Lenna, tengo nueve años, y lo que más me gusta hacer es hablar, lo que menos es hacer ejercicio... —mencionó —. Pero soy bastante flexible, y al ser Yamanaka también soy inteligente.

Más quisieras —se burló Kubo —. Yo soy Kubo, odio hacer cosas, de todas las maneras, odio esta aldea, odio que mis padres me obliguen a acudir a la academia, odio a mis compañeros y a mis profesores —enumeró, negando con la cabeza —. En general, no me gusta nada.

Y si vos sos Lenna, y vos sos Kubo. Vos tenés que ser Kaji, ¿Verdad?

El susodicho asintió ligeramente.

Sí, pero no habla, nunca ha dicho nada —contestó Lenna por él.
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#9
Karamaru sonrió con la presentación de la muchacha y termino por reírse ligeramente con la broma de Kubo. Parecía ser que esos tres ya tenían cierta relación y confianza y que no era chicos problemáticos desconocidos unos a otros, que eso podría traer pelea. Miró curioso al mudo durante unos segundos, tratando de entender el motivo de su falta de habla, y luego prosiguió.

Un placer conocerlos a todos. Fue su turno, ahora me toca a mí. Como ya les dije mi nombre es Karamaru, y lo que más me gusta es entrenar. Lo que menos me gusta es....— dudó antes de terminar— ...tener hambre. Aspiro a ser un gran shinobi y poder convertirme, a primer paso, en chuunin.

Terminada la introducción miró a Kaji para ver si causaba alguna reacción. Luego, recordando a Kubo y antes de explicar sobre las pruebas de la tarde, se acercó al muchacho con curiosidad sobre su odio.

¿Odias comer? ¿Odias disfrutar? ¿Odias divertirte? Vamos, ¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿A qué jugas? ¿Con qué te entretienes?

Si sabía con que levantarle el ánimo podría hacer algo relacionado a eso y que le ponga más atención y ganas a todo ese entrenamiento de la tarde.
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#10
Los tres alumnos escucharon —aunque dos de ellos sin muchas ganas— el pequeño discurso de Karamaru. Lenna lo miraba como si fuese lo mejor que le había ocurrido en la vida, mientras que Kaji simplemente lo miraba, y Kubo gruñía de vez en cuando.

¿Serás chuunin? —preguntó, curiosa, mientras un brillo de ilusión se instauraba en sus ojos —. ¿Planeas convertirte en Kage algún día?

Kaji simplemente cambió de posición, ahora se había sentado cruzando sus piernas, pero no dijo nada ni reaccionó. Kubo volvió a gruñir, sobre todo cuando el genin se acercó a él.

¿Odias comer? ¿Odias disfrutar? ¿Odias divertirte? Vamos, ¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿A qué jugas? ¿Con qué te entretienes?

Me gusta... —luego miró de reojo a Lenna, pero negó rápidamente con la cabeza —. Vale, vale, lo he pillado, odio todo lo relacionado con esta vida de shinobi, ¿contento? No trae más que desgracias y muertes.

Kaji suspiró y se cruzó de brazos.
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#11
Karamaru se espantó cuando escuchó la palabra Kage. Nunca había pensado en eso, su misión era volver al templo, su objetivo ser un maestro igual que su abuelo. ¿Kage? Tal vez para otros, shinobi y kunoichi mucho mejores que él incluso con menor edad, pero todavía era pronto también para negarlo.

Se encogió de hombros sin responder antes de llenar de preguntas a Kubo sobre sus disgustos. Se le hacía raro al calvo ver que alguien odiaba tanto lo mismo que el amaba tanto y no sentir más que responsabilidad por hacerlo cambiar de opinión.

Bueno, supongo que ya deberíamos ir comenzando. Pero recuerda Kubo, esta vida de shinobi te llevó a conocer amigos que de otra manera tal vez no tendrías. Nunca hubieses conocido a Lenna, tampoco a Kaji.— hizo una pausa luego de lo que intento ser un consejo sabio y se alejó un poco de los tres.

Era turno de explicar los ejercicios de aquella tarde.

Muy bien, vamos a hacer unos cuantos juegos, ejercicios, como lo quieran llamar. Cada uno de ellos les otorgará de puntos, el que sume más ganará un premio.

Es importante como shinobi, y como kunoichi, saber trabajar en equipo, pero también es igual de importante la destreza individual. Hay que saber actuar en desventaja, y saber también como aprovechar la ventaja. Uno de ustedes tendrá que escapar de la persecución de los dos restantes, quienes tendrán que retener al escapista. Si en diez minutos no se logra el objetivo, diez puntos para el escapista. El primero que lo agarre en ese tiempo, pues se gana diez puntos.

Un simple pilla-pilla competitivo para ponerlos en movimiento y ver si comenzaban con las energías necesarias para llevar a cabo todo lo planeado. Sino, habría que hacer un cambio de planes para solventar el problema.

¿Con ganas de correr, Lenna?— el monje miró a los dos muchachos— El tiempo ya está contando.
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#12
Karamaru, tras la ronda de preguntas para conocerse mejor, les informó de que comenzaban ya la sesión de entrenamiento. Lenna se sentó entre Kubo y Kaji y los tres le miraron, en silencio, para saber qué era lo que iban a hacer con aquel muchacho calvo.

Muy bien, vamos a hacer unos cuantos juegos, ejercicios, como lo quieran llamar. Cada uno de ellos les otorgará de puntos, el que sume más ganará un premio.

Durante unos segundos escasos a Kaji le brillaron los ojos, pero el bufido de Kubo le hizo volver a la realidad.

Es importante como shinobi, y como kunoichi, saber trabajar en equipo, pero también es igual de importante la destreza individual. Hay que saber actuar en desventaja, y saber también como aprovechar la ventaja. Uno de ustedes tendrá que escapar de la persecución de los dos restantes, quienes tendrán que retener al escapista. Si en diez minutos no se logra el objetivo, diez puntos para el escapista. El primero que lo agarre en ese tiempo, pues se gana diez puntos.

Todos le miraron extrañados.

¿Con ganas de correr, Lenna? El tiempo ya está contando.

Entonces Lenna lo entendió, y se giró a Kaji.

Pillado —informó, tocándole el hombro. Él se encogió y se levantó, y con lentitud se acercó a Kubo y le tocó el brazo. El otro chico hizo lo mismo contra su compañera.

Pero no estaban corriendo.
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#13
El calvo ya se preparaba para molestar a los perseguidores, participar del juego y hacerlo más entretenido para él también. Pero no preveía lo que vino tras la respuesta de la única mujer del grupo. Atónito quedó parado frente a ellos tratando de entender simplemente el por qué hacían lo que hacían.

¿Pe-pero por qué no corren? La idea aquí es que no los atrapen, no sean aburridos vamos. Una cosa es no querer estudiar y otra es no querer divertirse.

Karamaru bufó y se rascó la frente pensando. Al menos era un buen indicador de lo que podría recibir a lo largo de la jornada, y era un factor más del que tenía que estar atento en sus explicaciones. Un suspiro y fue en busca de otra opción.

«Tal vez si...»

Hagamos una cosa. Ustedes tres me tienen que atrapar a mí, atrapar no tocar. Tienen que inmovilizarme, y el primero que lo haga se llevará unos cuantos puntos para esta competencia. ¿Qué les parece? ¿Me van a perseguir?
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#14
¿Pe-pero por qué no corren? La idea aquí es que no los atrapen, no sean aburridos vamos. Una cosa es no querer estudiar y otra es no querer divertirse.

Lenna se encogió de hombros.

No es que seamos aburridos y no queramos divertirnos, pero tampoco tenemos un buen incentivo para entrenar, piénselo sensei —pidió Kubo —. Nos estamos entrenando para probablemente morir en nuestra primera misión, no es que sea un misterio que seamos inútiles y no nos quiera ni nuestra profesora.

Kaji bajó la mirada, entristecido.

Pero a Karamaru se le ocurrió una idea.

Hagamos una cosa. Ustedes tres me tienen que atrapar a mí, atrapar no tocar. Tienen que inmovilizarme, y el primero que lo haga se llevará unos cuantos puntos para esta competencia. ¿Qué les parece? ¿Me van a perseguir?

Vale, sensei, pero, ¿qué premio tenemos por hacerlo? Si nos das un incentivo, quizás... —dejó la frase en el aire, mirando de reojo a sus compañeros, seguramente Kubo no pensase lo mismo, pero Kaji...
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#15
La tristeza y la pena abrumaron a Karamaru ante las palabras del pequeño. Tenían el autoestima por el piso y sus caras lo demostraban. El calvo se acercó y tomó una voz más calma, más parsimoniosa, y trató enmendar la situación tras las palabras de Lenna.

No, no van a morir en su primer misión. No, no son inútiles. No, su profesora si los quiere.— hablaba mirando especialmente a Kubo— ¿Saben una cosa? Yo fui a un torneo de gennin que hicieron las tres aldeas. Perdí en mi primer combate de manera aplastante contra un uzujin, y no me quedé tirado en mi casa pensando que no servía para nada.

«Al menos no después de un par de días.»

En su momento su incentivo era mejorar, entrenaba con ese fin en mente para dar orgullo a su templo, para no sentirse inferior. Tal vez a su edad, o por tener otra forma de pensar y vivir, esos tres se moverían por otros incentivos. Y habría que encontrarlos.

Así que no serán inútiles siempre y cuando ustedes se propongan no serlo. Y por otro lado,...— una sonrisa se mostró en el rostro del monje— …estaba pensando que tal vez los podría llevar a comer, o llevarlos de viaje a algún lado, o hacer algo que les guste. No lo sé, créense su propia recompensa, busquen su motivación.

Dos pájaros de un tiro. Por un lado tapaba no saber específicamente con qué recompensar, y por otro los empujaba en la búsqueda de incentivación.
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