30/01/2018, 17:59
Ella no tardó en empezar a andar en dirección a su casa, y yo la seguí, sin decir nada, sin hacer nada ni pensar nada. Miraba los alrededores, a Stuffy, el trasero de Eri, su pelo y entonces pensaba en la tristeza que era lo único que me habían aportado esas cebollas.
—Espera un momento, no tardo —
Se metió en su casa y yo me quedé pensando en qué demonios me pasaba. Si yo no quería nada más que la amistad de Eri, podíamos ser amigos y que ella amase a las cebollas perfectamente. Pero algo dentro de mi denegaba esa relación, aunque no sabía por qué. Tenía que ser porque era como una hermana para mi y estaba claro que las cebollas le iban a hacer daño, emocional y físico. Estaba claro que era eso.
—Bien, ahora a Fideos Aikito —
Dijo al volver, y volvió a tomar el mando del camino y yo la volví a seguir. Claro que no podía decirle que dejase de comer cebollas, hasta yo sabía que iba a pensar que estaba loco. ¿Y por qué tenía que comer cebollas? ¿Es que prefería comer cebollas a estar conmigo? Todo aquello era muy injusto.
Al llegar al local de Aikito él mismo nos felicitó por lo que habíamos hecho antes siquiera de contarle nada, al parecer los rumores van más rápido que nosotros. Hablaban de una chica Uzumaki que se había puesto a regalar cebollas en medio del mercado como si estuviese vendiendo oro y, obviamente, de Fideos Aikito que había patrocinado todo el "espectáculo".
El cliente, más contento que unas pascuas, sobretodo sabiendo que al final habíamos usado su frase, le entregó a Eri el pergamino que nos autorizaba a cobrar la recompensa y dar esa misión como completada.
Una vez fuera del local, de nuevo, esperé a que Eri guiara el camino.
—Espera un momento, no tardo —
Se metió en su casa y yo me quedé pensando en qué demonios me pasaba. Si yo no quería nada más que la amistad de Eri, podíamos ser amigos y que ella amase a las cebollas perfectamente. Pero algo dentro de mi denegaba esa relación, aunque no sabía por qué. Tenía que ser porque era como una hermana para mi y estaba claro que las cebollas le iban a hacer daño, emocional y físico. Estaba claro que era eso.
—Bien, ahora a Fideos Aikito —
Dijo al volver, y volvió a tomar el mando del camino y yo la volví a seguir. Claro que no podía decirle que dejase de comer cebollas, hasta yo sabía que iba a pensar que estaba loco. ¿Y por qué tenía que comer cebollas? ¿Es que prefería comer cebollas a estar conmigo? Todo aquello era muy injusto.
Al llegar al local de Aikito él mismo nos felicitó por lo que habíamos hecho antes siquiera de contarle nada, al parecer los rumores van más rápido que nosotros. Hablaban de una chica Uzumaki que se había puesto a regalar cebollas en medio del mercado como si estuviese vendiendo oro y, obviamente, de Fideos Aikito que había patrocinado todo el "espectáculo".
El cliente, más contento que unas pascuas, sobretodo sabiendo que al final habíamos usado su frase, le entregó a Eri el pergamino que nos autorizaba a cobrar la recompensa y dar esa misión como completada.
Una vez fuera del local, de nuevo, esperé a que Eri guiara el camino.
—Nabi—