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Normalmente el gran lago era usado por numerosos shinobis de la aldea como lugar de entrenamiento, en especial por aquellos que dominaban el suiton y deseaban una cuantiosa fuente de agua para sus técnicas. En este caso Samidare nuevamente era la excepción a la regla, ¿Porque su elemento era Raiton?, que no...porque simplemente estaba recostado contra un pedazo de cañeria que a su vez estaba clavada en el suelo de una plataforma que tenia algo asi como unos 10 metros de radio en aquella inmensa masa de agua que lo rodeaba. Llevaba su antifaz puesto, para descansar los ojos, aunque rezaba por no quedarse dormido ya que su sueño era realmente pesado.
El cielo estaba negro como cualquier día en esa aldea, la novedad es que no lo estuviera y de vez en cuando aquel dia dejaba ver una llovizna bastante intensa, pero que era moneda común para un ninja de esa aldea.
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Otro buen día en Amegakure, con agua hasta en los calzoncillos, cómo no. Y sin embargo, al Yotsuki le encantaba la lluvia, más que al promedio cabe decir. Y sin embargo esta historia, por ahora es harina de otro costal. Por ahora, el Yotsuki se encontraba entrenando en el gran lago. ¿Qué clase de entrenamiento realizaba? Uno que tal vez pocos tomasen en cuenta: la durabilidad. "No es suficiente." La primera vez que se dio cuenta de lo terrible que era sentirse agotado y abrumado fue durante aquel incidente en el País del Viento, cuando un simple sunshin lo dejó para el tigre. La segunda vez fue algo un tanto más humillante, cuando su oponente tuvo que prestarle auxilio al quedar incapaz de usar chakra. Con el tiempo, temió arriesgarse nuevamente con una jugada de ese tipo, al menos hasta poder controlar un poco mejor sus técnicas.
¿Cómo es que corregía ese punto? Pues forzando poco a poco su cuerpo, incluso si eso conllevaba tirarse al lago y aguantar la respiración.
Sus cosas yacían en una plataforma cercana, dejando todo su equipamiento ninja junto a sus gafas y la chaqueta en el lugar. Por ahora, lograba contener el aire un tiempo bastante decente. En cuanto al esfuerzo por chakra, con el tiempo había logrado ejecutar sus técnicas más potentes sin terminar en el suelo él mismo. "Pero eso no basta." De una u otra forma, estaba condicionado por ello. "No debo conformarme por superar una sola barrera." Muchas más se alzaron delante de él.
Asomó la cabeza fuera del agua, jadeando un poco. "Aún no." Se dijo mientras salía del agua y se sentaba a la orilla, observando al cielo. Río un poco, acordándose de la vez que compitió con aquella muchacha gordita en las escaleras al cielo creyendo que alguno de los dos podía correr hasta la cima. "Me comporté cómo un patán." Cuando la paz de las aldeas se restauró, una parte de él sintió muchísimo alivio, creyendo que quizás podría reencontrarse con la chica para poder compartir una vez más. "Pero..." Así cómo se vieron separados una vez por las discordias políticas, aún temía que existiese resquemor entre las villas. "¡Sácate eso de la cabeza lobo! Piensa en algo más alegre, cómo, que se yo. ¡La nueva canción! Repasemos." Se paró en el borde de la plataforma, sin pensar en quién pudiera oírlo o no. Tosió un poco, antes de soltar una acapella a las aguas.
Las esquinas de las calles cobran vida
Es el territorio de las chicas
Sus coletas solitarias remolinean
Con las ondas del viento
La tentación hiere mis oídos
Junto al aroma de camelias
En un atardecer sin nubes
La zona de guerra en mi interior empieza a clamar
Esta sensación ardiente, aviva mi dolor.
Veo imágenes superpuestas, y agacho mi cabeza...
Alzó al brazo al cielo, contando con los dedos al ritmo de las estrofas mientras las gotas acariciaban su rostro.
"One"
Por favor alguien
"Two"
Apague mis llamas
"Three"
Déjenme volar libre
"Four"
Yeah yey~
Cantaba a viva voz, mientras imaginaba a un público a su alrededor en una noche de espectáculo. Un ensayo fantasioso, donde la melodía de su cabeza acompañaba el ritmo de sus palabras. Para algunos quizás podría parecer un loco, pero según él esas personas eran incapaces de entender sus emociones.
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~Ausente los fines de semana~
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Cuando Samidare estaba a punto de entrar en un sueño profundo y difícilmente interrumpible, un sonido lo trajo devuelta a la realidad. Lentamente llevo el antifaz hacia arriba, cubriendo la bandana ninja y dejando al descubierto sus ojos para poder buscar el causante de esto. Luego de prestar algo de atencion, y enfocar la vista ya que sus ojos todavía estaban un poco pegados luego de estar dormitando, pudo llegar a ver lo que parecía un ¿hombre?, o mas bien un sireno que estaba en medio del agua cantando. El pelirrubio ya habia escuchado rumores donde se mencionaban a las sirenas, y sus cantos, los cuales atraían a los marineros y los llevaba a la perdicion. ¿Seria aplicable lo mismo con un sireno?, ¿Seria el comienzo de una nueva inclinación sexual?, rápidamente como si quisiera despejar esas ideas de su cabeza, sacudió la misma negandolo frenéticamente e incorporándose en aquella plataforma para luego ir dando pasos hacia el borde y asi acercarse a la ubicación de ese sujeto.
Al llegar a dicho lugar notaria como en lo que restaba de la plataforma esa persona había dejado todo su equipo, lo cual lo delataba como un shinobi, suspiro un poco de alivio al darse cuenta que no tenia nada que ver con las sirenas ni sirenos. -Perdón por interrumpir, ¿Pero puedo saber que estas haciendo?- En general el pelirrubio no prestaba demasiada atencion a otras personas, pero definitivamente este era un caso especial, que llamaba un poco su atencion.
La lluvia caía suavemente aquél día, dibujando incesantemente pequeños círculos en las aguas de aquél enorme lago. El día había comenzado para los habitantes de Amegakure hacía escasas horas, por lo que los alrededores del lago aún no eran una zona muy poblada de personas que se ocupaban primero en sus quehaceres. Es curioso como, a pesar de la lluvia a la que todos allí ya se familiarizan por lo repetitivo y persistente que era en su día a día, optaban por salir de sus casas y animarse a pasar por el Gran Lago. Sin duda, había que estar aburrido, aunque la otra opción mientras uno no estuviese trabajando en misiones o estudiando, era estar en la ventana, observando pues, a los más tolerantes con la lluvia. Así, Raitaro, algo hastiado por la idea de pasar un minuto más en su casa, decidió salir a la calle.
Raitaro vestía como normalmente cuando hacía mal tiempo, y es que, aunque no estuviesen en uno de esos meses en los que hicieran falta ese tipo de prendas, una capucha era la principal aliada de cualquier persona que allí vivía soportando la lluvia casi perpetua. Sus pantalones de camuflaje sí estaban algo más mojados, pero en fin... ¿Ropa mojada en el País de las Tormentas? Suena a rutina. Además, tampoco había mucho más que hacer. Raitaro se dirigió entonces al lago, donde pensaba que no habría un alma, solo como parte de un paseo por la aldea que daría pocas veces a lo largo de los dos años que llevaba viviendo en Amegakure. Pero, como si se encontrase con una especie de artista callejero que pedía limosna, se quedó mirando cómo un chaval con algo menos de edad que él, entonaba una canción con tal confianza y seguridad, que cantase bien o mal, daba la sensación de ser toda una estrella musical.
No dijo absolutamente nada, simplemente, durante un momento, se quedó mirando al extraño cantante. Escuchó su canción, buscando algún tipo de referencia que entendiera, aunque resultaría ser algún tipo de metáfora propia que no tenía por qué entenderla nadie. Entonces, cuando simplemente se propuso con seguir su camino, vió a otra persona aproximarse al extraño individuo. Raitaro, por un momento, sintió que esa podía ser la oportunidad de conocer a otros miembros de la aldea, pues entre las cosas del cantante y en la cabeza del segundo sujeto presente, pudo ver el símbolo de la aldea grabado en una pieza metálica, fija a una cinta de tela gruesa... En fin, un protector. Raitaro se paró, al oír que ambos conversaban, y con la esperanza de poder encontrar alguien que le pudiese servir para inspirarse en sus primeros pasos dentro del mundo ninja, se quedó cerca, esperando ver la reacción del cantante. Al fin y al cabo, un tipo que canta en medio de la lluvia en pleno lago donde tan sólo hay dos personas... En fin, seguramente estaba tratando de llamar su atención.
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Y sin embargo, el de cabellos tricolor no atendió a la pregunta del rubio. Estaba extremadamente obsesionado y concentrado en su interpretación que no prestaba atención alguna a su alrededor. La presencia o no de espectadores era totalmente irrelevante para él en esos precisos instantes, finalizar a la perfección aquel ensayo era la prioridad máxima y por ende continuó cantando a los cielos con los ojos cerrados.
Un solo impacto atraviesa mi pecho
Con la fuerza de un chidori
Esas seductoras pestañas
Tienen un encanto sútil
Esta sensación ardiente
Aviva mi dolor
He crecido
El recuerdo de esos días se desvanece
Repetía el espectáculo.
"One"
Por favor, alguien
"Two"
que me acerque al fuego
"Three"
Déjenme quemarme
"Four"
Yeah yey~
Tarareó la tonada de guitarra en su cabeza, dando por finalizada su canción. Fue sólo en ese momento, que miró a sus alrededores donde notaría a un par de curiosos en la zona. "Oh, lobo, tienes fanáticos nuevos." Sonrió. El par no era destacarle en apariencia, por lo que era normal que no se fijase antes en ellos.
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~Ausente los fines de semana~
El cántico terminó - Al fin... - pensó el más grande a la vista. Su rostro se mostró serio, le pareció bastante llamativo el sentimiento que aquél benjamín cantase sobre ese tipo de cosas - Vamos niño... - dijo en tono poco inclusivo - ¿Qué sabrás tú de eso? Un chico tan joven no debería cantar sobre el calor de la batalla... Ni siquiera sabrás lo que es un chidori, muestra un poco de respeto por los verdaderos ninja que protegen a la gente de nuestra aldea - finalizó, mirando directamente a los ojos de aquél que cantaba ante semejante público.
La primera vista sobre él, no sería más que la que un muchacho de once o doce años, por lo que su aspecto no era para nada el de un ninja que, curiosamente, superaba en varias veces la breve, corta y casi inexistente experiencia de Raitaro. A pesar de ello, por mucha parafernalia que portase, la primera idea de Raitaro fue la de un chiquillo que hablaba de más ante él, que era mayor, y aparentemente debía ser más fuerte, más habilidoso y tenía la razón por pura lógica, al menos de un tipo tan purista como Raitaro - Deberías dejar de tomarte ésto a broma, por respeto a ellos... -.
Ahora, mirando al segundo presente, con mirada seria y, hay que decir que algo más cómplice, se dirigía con seriedad de nuevo - Seguro que él también iba a decirte lo mismo... ¿verdad? - decía, esperando sin duda no haberse equivocado. Raitaro quedó mirando a la otra mitad del público, esperando, por supuesto, una respuesta positiva.
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La situacion se había vuelto de lo mas bizarra, con aquella llovizna de fondo, el shinobi de pelo tricolor no solo ignoraba la pregunta del pelirrubio sino que ademas seguía con su cántico, a lo que luego se sumaria un tercer sujeto que también pareciera estar curioso de esa peculiar escena. Luego de que el canto del anteriormente identificado como sireno terminase, la otra persona lo cuestionaría fuertemente aparentemente sin tener demasiada información para basarse en su juicio de valor, aun asi era entendible por la aparente diferencia de edad que se notaba en los rasgos físicos de uno y de otro.
Lo que Samidare nunca se espero es que para finalizar esa persona le preguntara a el, y todavía medio dormido no lograba entender ni la mitad de las cosas que este hombre había pronunciado anteriormente, aparte de que tampoco había puesto una especial atencion en el cántico anterior, ya que no era un adepto a la música en general. -No tengo un buen oído musical, sinceramente no entendí nada, la música es un fastidio.- Se encogió de hombros al responder eso usando tal excusa paupérrima para desviar la pregunta, y queriéndose sacar la presión de encima. Esperaría a ver si ese shinobi cantante, que estaba sumergido en el agua emitiera alguna palabra fuera de lo que era su canto, de otra forma no tardaría mucho mas en marcharse de ahí antes de que todo eso se volviera aun mas complicado e inentendible.
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4/04/2019, 16:13
(Última modificación: 4/04/2019, 16:18 por King Roga. Editado 1 vez en total.
Razón: Editar signos ortográficos
)
El Yotsuki mantuvo su sonrisa burlesca mientras se cruzaba de brazos escuchando el discurso de aquel mastodonte. A cada palabra, se le hacía más y más gracioso ante lo inverosímil de todo aquello, por todas las acusaciones que le estaba soltando a él. "¡A MÍ!" Cuando finalmente remató, Rōga estalló a carcajear de forma sórdida y arrogante, sin importarle una sola palabra de lo que acababa de escuchar. El pelirrojo, era el típico estereotipo del fortachón descerebrado. El rubio, un lánguido mocoso.
—¿Acaso tú eres uno de esos verdaderos ninja que supuestamente debo respetar?~ Se encogió de hombros, canturreando con acento sus palabras. —No me seas ridículo, por favor—. le miró con desdén.
Pese a que el de cabellos tricolor era alguien que le daba muchísima importancia a su apariencia, no era el único criterio que utilizaba para juzgar a alguien. De los dos presentes, fácilmente podía sacar dos conclusiones de sus palabras. La primera: el del tatuaje era un insensato y sin muchas luces. Asumir el nivel de habilidad de alguien sin tener ni una sola prueba, es un error garrafal. Por muy fuerte que luciera, se le notaba que no poseía una apta capacidad de análisis y su pensamiento era demasiado cerrado. Además, no existía distintivo alguno de que fuese un superior, al contrario, era bastante lamentable ver a alguien con tal edad en rango de genin. "Pero ya sabemos porqué es~" Se reía divertido a sus adentros aún.
Respecto al rubio, era el efecto contrario. Bastante joven, y con una placa. No solía hacerse eso, a menos que considerasen a un estudiante como un espécimen totalmente excepcional. El punto negativo, es que parecía ser un chiquillo que no sabía divertirse, pues ni siquiera era capaz de disfrutar una tonada con el corazón. Levantaba quizás un poco más el interés del de ojos dorados, queriendo comprobar que cualidad poseía para que fuese capaz de ingresar a las fuerzas militares a tan corta edad.
—No hay que ofenderse ni desdeñar algo por no entenderlo, la música no se analiza con el cerebro, se siente con el alma... Aunque, parece que de por sí aquí yo soy el único que tiene de lo primero~ Carcajeó de nuevo en gesto engreído.
No iba a molestarse por un par de don nadies que hablaban desde la ignorancia.
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Raitaro se comenzaba a enfurecer. Evidentemente, su posición no era la más adecuada, pero él no conocía la verdadera experiencia que aquél pequeñajo tenía, seguramente, llevándoselo de calle en un enfrentamiento directo. Raitaro veía ante él un muchacho charlatán y sin ninguna idea de moral, completamente contrario a él, a pesar de pertenecer al mismo bando - Puede que no sea ningún héroe, pero al menos respeto a mis superiores con rectitud - regañaba el enorme fortachón. Su mirada era bastante comprometedora, estaba furioso y se le notaba de lejos, aunque se trató de mantener en calma por tratarse a priori de un simple chiquillo que se divertía a su manera en el lago. Solamente buscaba hacerle entender su presunto error.
Pero el chiquillo cometió un error, pues sin escuchar lo que terminaba de decir el muchacho antes de terminar su palabrería, detectó la acusación de ser ridículo por parte de un niño insolente. Sus dientes, de forma casi involuntaria, se apretaron entre sí, y su pose comenzó a ser lo más intimidante que su naturaleza le permitía, aunque aquél niño, seguramente, ni siquiera pestañearía por ello - Escucha, protozoo... Estás ante un descendiente del legendario clan Yotsuki - advirtió en tono amenazante. Sus puños se apretaron, aunque mantuvo la compostura tanto como pudo - No tendrías ninguna oportunidad contra mí, y te libras porque eres sólo un renacuajo chillón que posiblemente sea el culpable de la lluvia en nuestro país - infravaloraba el gigante, burlándose de tal modo de su modo de cantar y su voz preadolescente - Pero sé que, a pesar de ello, vas a retractarte de tus palabras y vas a dejar de hacer el imbécil del modo que lo estás haciendo - seguía regañando Raitaro, pensando que con un gesto y una palabras algo más hostiles, cedería en su intento de provocar al Yotsuki.
Evidentemente, Raitaro no tenía ninguna capacidad social. Los problemas en los que se vió envuelto en el pasado eran costumbre del muchacho, y al ser el mayor de su promoción, sabía que ninguno de esos chavales continuaría diciendo nada al pelirrojo tras semejante reprimenda... Pero Roga no era de esos niños de la academia, pero eso no lo sabía Raitaro.
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Samidare en ese preciso instante sintió como si estuviera en el medio de una encarnizada batalla dialéctica, la cual en cualquier momento podría dejar de ser con palabras, para pasar a agresión física. La verdad que a el no le importaban este tipo de situaciones, mucho menos creía poder estar a la altura de esas dos personas, las cuales el primer sujeto era evidente que se trataba de un shinobi, por su equipo que había dejado antes de meterse al agua, y el segundo lo había declarado segundos antes al nombrarse como miembro del clan Yotsuki. A pesar de que el pelirrubio era miembro de un clan mas renombrado que el anteriormente dicho, no dominaba ninguna habilidad especial, y se sentía en inferioridad de condiciones.
No sabia como reaccionar a esa escena, lo único que le habían llegado a pronunciar es que no tenia alma, pero de hecho el miembro del clan senju estaba totalmente de acuerdo con eso. ¿En que se había esforzado desde que nació?, la respuesta era nada, por lo que tampoco tenia nada que le gustara, o que despertara una vocación, prácticamente era un cascaron vació con patas que se dedicaba a dormir.
-¿Porque no definen este pleito con alguna competencia?, el que gana siempre tiene la razón.- Menciono desinteresado el pelirrubio buscando una solución sencilla al problema, si los dos tenian sangre caliente aceptarían y la paz volvería a la vida del joven genin.
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Todo lo que pudiera decirle aquel fortachón, podía rebatírselo sin esfuerzo. Incluso, demostrarlo con actos. ¿Pero tanto valía la pena bajarse a su nivel? Para el de cabellos tricolor no, pues aquel descerebrado solo acentuaba su estúpidez con cada palabra pronunciada. Y sin embargo, hubo algo en especial que le amargó en el pecho. No, no era reflujo por cenar pizza y ame-cola la noche anterior, no, era algo mucho más severo.
Mantuvo la sonrisa, pero sus ojos se fueron afilando más y más, mientras agachaba la cabeza, dejando que el fleco ensombreciera su semblante de forma siniestra. Y es que, no pudo sino sentir asco cuando el pelirrojo se hizo llamar a sí mismo un Yotsuki. Era una vergüenza, vergüenza ajena. Asimilar que semejante idiota tenía la misma sangre que él era algo inverosímil, negándose a reconocerlo como un Yotsuki de verdad.
Físicamente, de los rasgos Yotsuki lo único que quedaba en Rōga era aquel solitario mechón blanco. Pero en corazón, ardía de orgullo. Y por esa misma razón, iba a dignarse a poner en su lugar a ese imbécil por su propia mano.
El rubio entonces intervino, dándole al joven un puente para poner en marcha sus maquinaciones. "Oh, no no no no. Esto no fue una pelea, fue un entrenamiento con total mutuo acuerdo." Practicaba mentalmente la excusa ante un posible interrogatorio mucho antes de cometer el crimen.
—Estaba por sugerir algo similar, buena idea kid— se acercó a él y le dio tres palmadas en la espalda, como el padre que felicita a su hijo. —Me agrada tu razonamiento— se alejó para voltear al pelirrojo.
»He de imaginar que te gustaría algo para demostrar tu poderío, ¿no? Sugiero un duelo, empleando únicamente Taijutsu, usando esta misma plataforma para combatir. Ganará el primero que saque fuera al contendiente o que logre un noqueo técnico. Ya que nuestro amigo sugirió la idea, que actúe como juez. ¿Les parecería correcto?
A la vista de alguien de mente simple, le estaba poniendo todo en bandeja de plata a aquel musculoso tipo. Eso era justamente lo que quería que creyese. En realidad, estableció esas condiciones para sellar su victoria por anticipado. Río por lo bajo, pero de no de la forma burlona que de costumbre. No, esa risa era una maldad que solía esconderse bajo la cara de travesuras.
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- ¿Mi poderío? -
Raitaro tornó su ojos un momento. Un par de segundos tras aquella breve pregunta retórica. Era un niño, sólo un niño. ¿Debía ceder a combatir con él? ¿caer en las ridículas provocaciones de un pequeñajo? Al fin y al cabo, él era un ninja al igual que aquél niño, y estaban al mismo nivel, ambos eran gennin. Sí aquél chico había llegado a ser ninja a tal edad, sería porque su nivel fuese más que aceptable. Raitaro tenía las cosas claras, su honor no podía permitirle pasar por aquello - ¿De verdad crees que necesito demostrar mi poderío? - volvía a mirarle directamente, ahora con una mirada más seria - De hecho... ¿Crees que quiero demostrarte algo a tí? Eso sí que es ridículo... - continuó, sonriendo levemente ante la última frase - Piensas que soy uno de esos cabeza hueca que a penas sabe hablar sin decir nada, ¿verdad? - esperó un segundo - Igual deberías mirarte en un espejo, pequeño. No eres un niño más de la aldea, eres un soldado, y un soldado tiene que ser recto y honorable... Son tipos como tú los que ensucian el nombre de los ninja, los que hacen que otros no confíen en nosotros... -.
De hecho, la familia del grandullón era la mejor prueba de ello. Raitaro era el primero de muchos en su familia, y durante algunos siglos, su pequeña rama del clan se había posicionado en contra de todo gobierno en las villas. El honor que inspiraba la Arashikage, animó a éste chico a combatir por éste mismo honor, y ahora... ¿Iba a caer en un pique con un niño? - Ahora eres sólo un niño, pero si no respetas a tus compañeros, ¿cómo vas a acabar? ¿asaltando caminos? ¿traicionando a la villa...? Te diré que, el día que eso ocurra, te las verás conmigo. Mientras, aprende a respetar éste honor, y haz que los demás lo respeten - dijo señalando en su brazo las líneas verticales que se dibujaban en su placa - Mientras para tí signifique un juego, tus habilidades no servirán de nada... - dijo mientras cruzaba sus brazos.
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Luego de la sugerencia del joven senju, el joven de pelo tricolor se acerco a el primero, por un momento el pelirrubio estaba listo para salir volando si es que había ofendido de alguna manera a aquel chico. Pero lo que recibió fueron unas palmadas, y la aprobación de aquella idea que planteo anteriormente. El pelirrubio esbozo una sonrisa y le contesto. - No tengo problemas en ser el juez de esta contienda.-
Ahora solo quedaba el pelirrojo, por lo que Samidare dirigió la vista hacia el, pero su respuesta estuvo lejos de lo que esperaba el desganado ninja que no llegaba ni a la decena de años, provocando que revoleara los ojos y suspirara profundamente en busca de la paz que le habían robado, solo quería recostarse y dormir un poco. Pero aparentemente ya no tendria tiempo para eso, y solo podia esperar llegar a un acuerdo allí, o de otra forma hacer que se marcharan. -Emmm...Yotsuki-San, entiendo tus palabras, y es muy meritorio que tu primera reaccion no fuese recurrir a la violencia. Pero incluso los mas grandes generales empuñan sus armas en las batallas, las palabras son solo la apertura. Y no por nada nosotros, los ninjas entrenamos nuestro cuerpo.- Tomo brevemente aire para continuar. -Por lo que aunque comprendo tu punto, si eres un shinobi, debes discutir con tu cuerpo como tal.- Esperaba que con esto terminara de ser decisivo para que comenzaran con el duelo final, y luego de la tormenta por fin llegase la tan deseada paz.
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El rubio cada vez le agradaba más. Y sin embargo, creía que un último empujón era necesario. Si no toleraba que un superior le acusase sin pruebas, menos un imbécil que no conocía ni la mitad de cosas que cargaba en sus memorias. Pues si bien era un genin, tenía muchas más anécdotas que contar de lo que podría esperarse.
—Eres tú el que ha estado faltando el respeto desde un inicio. Has juzgado mi cantar desde tu ignorancia y tú retrógada manera de pensar. ¿Acaso vos si sabes lo que es llevar cicatrices de batalla? ¿Acaso vos eres capaz de hacer resonar a las mil aves? Has asumido que yo no lo sé, ¿vos sí? Pero sobre todo, has asumido que yo no tengo honor... Has de saber, que yo no hablo nunca en vano. Si digo algo, lo respaldo con acciones. Pero vos, vos no sos un verdadero Yotsuki. No tienes ninguna verdad, no hay huellas atrás de ti. Así como sueltas injurias contra mí, ni siquiera tienes la digndad Yotsuki de aceptar el desafío de un rival.
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~Ausente los fines de semana~
Raitaro escuchó a ambos chicos reprochar sobre su comportamiento. No era extraño no ser aceptado, sobre todo por los más pequeños de la aldea. Dos largos años viéndose en situaciones similares, liderando con chicos a los cuales él no comprendía y a los cuales tachaba constantemente de charlatanes sin derecho a serlo. Discutir con ellos no le daba nada, siquiera la superioridad moral de la que hacía gala - Un gran general no combate por demostrar nada, sino por proteger a sus discípulos, a sus siervos en batalla y a su gente... Si cayese en una simple provocación, terminaría siendo partícipe de combates absurdos y sin sentido... - Raitaro dejaba ahora el cruce de brazos, posicionándolos en jarra apoyando sus palmas en la cadera.
Mirando seriamente al ligeramente mayor de ambos, Raitaro comenzó a sentir algún interés por el chico. Quizás lo juzgaba mal, pues sin llegar a afirmarlo, dejó bastante claro lo que quería decir - ¿Acaso eres capaz de lanzar el chidori...? ¿acaso sabes tú algo sobre el honor de los Yotsuki? Puede que otros no comprendan hasta donde llega el peso de nuestro nombre, pero es mucho más de lo que hablas... Tú nunca lo entenderías - acusó directamente, de nuevo sin saber que realmente, aquél muchacho era un ninja de su mismo clan con bastante más camino que él - No podría considerarte mi rival si desconozco lo que como tal podrías aportarme... -.
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