14/10/2016, 16:59
"Este no es el resultado que quería."
Ahora se había armado un dilema por su mala foma de tratar con la gente. El dinero no era un problema, podía pagar fácilmente hasta tres cuartos si quisiera, el verdadero inconveniente recaía en el mudo de Amegakure que empezó a reclamarle a la dependiente. Era cierto que aquello no era muy legal, pero a ojos del Takanashi tampoco era algo tan serio y pensaba que el mudo solo se estaba haciendo tres quesos por una nimiedad.
"Yare yare..."
El Takanashi suspiró, el detesta las peleas sin sentido, pero quedarse a dormir en la calle no estaba entre sus planes. Además no iba a anteponer el capricho del muchacho a su propia integridad. Aunque eso sí, estaba seguro de que el muchacho no se iba a quedar tranquilo con su disposición.
—Tú, escúchame por favor— Dijo con tono sereno al mudo —Se que no te agrada la idea, pero no debes preocuparte. Sólo será una noche y mañana me iré a buscar otro lugar.
»Aquí está lo que pidió— Sacó otros dos billetes y se los entregó a la mujer.
Estaba casi seguro que en la paranoia del chico de la capucha quizás se tomaría eso como un acto para molestarlo, pero a esas alturas ya se había dado cuenta que hiciera lo que hiciera el muchacho se tomaría todo como ofensa.
Ahora se había armado un dilema por su mala foma de tratar con la gente. El dinero no era un problema, podía pagar fácilmente hasta tres cuartos si quisiera, el verdadero inconveniente recaía en el mudo de Amegakure que empezó a reclamarle a la dependiente. Era cierto que aquello no era muy legal, pero a ojos del Takanashi tampoco era algo tan serio y pensaba que el mudo solo se estaba haciendo tres quesos por una nimiedad.
"Yare yare..."
El Takanashi suspiró, el detesta las peleas sin sentido, pero quedarse a dormir en la calle no estaba entre sus planes. Además no iba a anteponer el capricho del muchacho a su propia integridad. Aunque eso sí, estaba seguro de que el muchacho no se iba a quedar tranquilo con su disposición.
—Tú, escúchame por favor— Dijo con tono sereno al mudo —Se que no te agrada la idea, pero no debes preocuparte. Sólo será una noche y mañana me iré a buscar otro lugar.
»Aquí está lo que pidió— Sacó otros dos billetes y se los entregó a la mujer.
Estaba casi seguro que en la paranoia del chico de la capucha quizás se tomaría eso como un acto para molestarlo, pero a esas alturas ya se había dado cuenta que hiciera lo que hiciera el muchacho se tomaría todo como ofensa.