Los participantes del torneo también teníamos permitido salir de nuestras respectivas residencias y explorar los alrededores del valle. Hasta después del primer combate, yo no había salido a explorar.

En realidad, había ido a la ciudad para despejarme un poco. Si, hablar con Datsue me había ayudado a pasar página, pero a veces aún me sentía algo culpable. Pero por mucho que me repitiera a mi mismo que no fue a propósito, nada iba a cambiar lo sucedido.

¿La verdad? Pensaba que caminar por aquellas calles llenas de gente y desconocidos, mientras miraba alguna tienda por si encontraba alguna cosa que me gustase para el barco, me iba a ayudar a terminar de despejarme.

Sin embargo, a veces tenía la extraña sensación de que la gente me miraba con mala cara, pero seguramente era solo cosa mía. Algo provocado por la culpa que todavía no había logrado arrancarme.

Durante unos días incluso, había pensado en forjar una bandana nueva, y ofrecérsela a la delegación de Kusagakure como disculpa. Pero igual se lo tomaban como una afrenta o una burla.

Aún así, mis pies me habían llevado a la zona donde vendían armas y utensilios. Había descartado la idea de todas formas, así que no sabía muy bien que hacía en aquel lugar, pues ya no necesitaba comprar nada allí.

—Sí, por favor. Necesito un paquete de senbon de los buenos. Gracias. —Un apático Amedama Daruu se cruzó por la vista de Reiji. Saltó a la vista que era él por el pelo, la coleta y la voz. Quizás por las marcas en su mejilla derecha. O quizás porque era el tipo que más energía negativa y derrotismo transmitía de toda la calle. Tenía los hombros hundidos, grandes bolsas oscuras bajo los ojos y una mueca permanente de asco dibujada en el rostro—. Gracias otra vez. No, a usted. Sí, no se preocupe, estoy bien, no estoy enfermo. Fffff... —El Hyūga suspiró, y se dio la vuelta sujetando con cuidado su paquete de senbon. Casi sin ver a Reiji, pasó justo por al lado y siguió caminando como un muerto viviente.

—Sí, por favor. Necesito un paquete de senbon de los buenos. Gracias.

Era su voz, si, pero parecía diferente, menos animada. Eran las marcas de sus mejillas, y su pelo puntiagudo. Eran sus ojos, o al menos se parecían a los que una vez conocí.

Era Daruu, el chico con el que había peleado en los valles tiempo atrás, cuando había ido a recoger un cargamento de materiales para mi padre.

Datsue lo había mencionado como uno de sus posibles rivales, lo que sugería que había ganado su combate, pero desde luego, su cara, su aspecto en general, no eran el de un ganador, mas bien, el de alguien que había perdido lamentablemente.

—Gracias otra vez. No, a usted. Sí, no se preocupe, estoy bien, no estoy enfermo. Fffff...

—A mi no me parece que estés bien. —Dije poniendo una mano sobre el hombro de Daruu cuando pasó a mi lado. —¿Que tal si te invito a unos Takoyaki para ver si te animas? La otra vez me diste una paliza, pero a comer bolas de pulpo no me gana nadie.

Si. Unas buenas bolas de pulpo podían animar a cualquiera. Si eso no funcionaba...

Daruu se irguió como un resorte cuando sintió una mano posándose sobre su hombro. Chasqueó la lengua, molesto, y miró hacia un lado, buscando a la voz que le llamaba. Su semblante mostró sorpresa cuando se topó con Sasaki Reiji, el chaval de Uzushio al que había conocido en el Lago Partido de ese mismo valle, y del que corrían todo tipo de rumores: en la primera ronda del Torneo, le había partido el cráneo a un kusajin.

El Hyūga le dedicó una sonrisa triste.

—Me has dado un susto de muerte —dijo—. Está bien, vayamos. Pero invito yo. No está bien que un genin invite a un jōnin. —Suspiró—. ¿Conoces un sitio?

—Me has dado un susto de muerte.

—ffff—Suspiré. —Últimamente me pasa mucho.

Había sido un accidente ¿De acuerdo? Yo no iba por ahí partiendo cráneos y cortando cosas. Aunque mis ultimas contiendas dijesen otra cosa. Ademas, los último enemigos eran ninjas de Kurama. Cero piedad. Cero arrepentimiento.

—Está bien, vayamos. Pero invito yo. No está bien que un genin invite a un jōnin. ¿Conoces un sitio?

—Si hombre. ¿Desde cuando el que gana invita? Eres Jounin, de otra villa. —Había que respetarle igual, pero eso no incluía dejarse invitar a comer. Ademas, el que tenia mala cara era él. —Pero no, no conozco muchos sitios por aquí, es mi primera vez.

Daruu se encogió de hombros.

—Entonces, demos una vuelta hasta encontrar uno —dijo—. A mi no me suena. Espera un momento. ¿Takoyakis, dices? Eso... ¿eso no será con pulpo, verdad? ¿Eso tiene pulpo? —El amejin entrecerró los ojos, suspicaz—. ¡Eso tiene pulpo! —se reafirmó a sí mismo—. Lo siento mucho, Reiji, pero no puedo comerlo.

Desvió la mirada hacia un lado, y luego hacia otro. Se rascó la coronilla.

»Verás... es que... soy alérgico. Al pulpo. ¡Y al pescado también! Y... y a los moluscos. Sí.

¿Que no podía comer pulpo? Vaya drama... Menos mal que sabía lo que era, por que si no, casi me tengo que poner otra meda por casi matar a otro participante de un accidente. Y esta vez por una alergia.

—Lo siento... No lo sabía.

Pero para los peores desastres siempre estaban las buenas soluciones. ¿No podía comer pescado? Lastima, las bolas de pulpo eran la mejor comida del mundo, sobretodo si las hacia Katsudon. Pero existirán otras comidas capaces de alegrar una mala cara.

—Pero bueno, seguro que podemos encontrar otro sitio, ¿Sabes esos restaurantes donde te ponen la carne y te la cocinas tu mismo? He odio a unos decir que había uno muy bueno en este sitio...

¿Pero como se llamaba? Era algo con una vaca, eso seguro, pero no recordaba la segunda parte del nombre. Y desde luego, no sabia en que parte se la ciudad podría encontrarlo.

—¿La vaca sombría? No... No era así, ademas eso suena perturbador... ¿La vaca cocida? Tampoco era así...

Aunque estaba dándole demasiadas vueltas sin pensar en una cosa ¿Y si tampoco comía carne? Oh dios mío ¿ y si era de ese tipo de gente triste que solo comía verduras? A esos no podías alegrarles la vida con nada...

La mentira de Daruu caló a través de Reiji y llegó a su corazón. Daruu evitó sonreir ante tal victoria —quizás en ese momento no habría sido capaz de todas formas— e iba incluso a pasar al ataque, sugiriéndole al espadachín ir a una pizzería —a pesar de haber comido ya dos veces en una desde que había pisado el Valle. Ayame tuvo que frenar la tercera porque estaba harta. «Ayame...» Al recordar lo sucedido con la kunoichi, Daruu sufrió una punzada en el pecho.

—Pero bueno, seguro que podemos encontrar otro sitio, ¿Sabes esos restaurantes donde te ponen la carne y te la cocinas tu mismo? He odio a unos decir que había uno muy bueno en este sitio...

Daruu suspiró, lacónico.

—Como quieras.

—¿La vaca sombría? No... No era así, ademas eso suena perturbador... ¿La vaca cocida? Tampoco era así...

—¿La vaca en sangría? Oh, dioses, no. Eso suena peor —rio Daruu. ¿Saben aquello de que cuando uno se da cuenta de que se ha reído cuando estaba en el peor momento se siente culpable por reír y de pronto se queda peor de lo que estaba? Pues eso le pasó a Daruu—. La vaca... la vaca... es que a mí también me suena, ¿sabes?

—¿La vaca en sangría? Oh, dioses, no. Eso suena peor —Desde luego que sonaba peor, me había imaginado un par de chuletas en una salsa roja y brillante y había sentido un poco de asco. Pero por lo menos Daruu se había reído, aunque ahora tenia peor cara. —La vaca... la vaca... es que a mí también me suena, ¿sabes?

—Si, si, lo he oído varias veces, pero la verdad es que no lo recuerdo para nada.— Igual era mucho mejor olvidarse de la vaca. Por que podía estar meditando todo el dia en ese sitio y no acordarme. —Bueno, da igual, si quieres buscamos cualquier otro sitio, si es que te he visto muy mala cara y un buen amigo me dijo que eso se arregla con una buena comilona.

Claro que, si cocinaba él era otro tema, pero no estaba allí, así que habría que conformarse con la comida de cualquier restaurante del lugar. Seguro que en la mayoría servían buena comida.

—Yo no tengo problemas alimenticios, así que casi cualquier cosa esta bien. Menos una vaca en sangría, solo de imaginarlo me revuelve el estomago.

Daruu vio entonces la brecha. El hilo del destino. No desaprovechó ni un segundo y tiró de él. Tiró de él con todas sus fuerzas. Estaba deprimido, así que lo necesitaba, ¿no? ¿Era justificación suficiente para volver a hacerlo? Probablemente no. Pero lo hizo. Vaya que si lo hizo. A pesar de que la última vez acabó vomitando, lo hizo.

—Conozco un sitio en el que puedes comer toda la pizza que quieras...

Daruu sabía que no se arrepentiría de su decisión.




Daruu se arrepintió de su decisión.

Reiji y él salieron del Pizza-Puzzle tan redondos como lo habrían sido los takoyaki que estuvieron a punto de comer. Tal vez también hubieran podido calificarlos como vacas.

—Ese último trozo fue un error. Fue un error —dijo Daruu, inexpresivo. Muerto por dentro.[/color]

—Conozco un sitio en el que puedes comer toda la pizza que quieras...

—Me parece bien, un buen amigo me dijo que tenias Buen ojo para la pizzas.

Y la verdad es que, misteriosamente, confiaba bastante en ese amigo, aunque a veces tenia la extraña sensación de me estaba timando. Seguro que se debía a los rumores que había sobre el.



Y podía afirmar que Datsue no se equivocaba.

—Ese último trozo fue un error. Fue un error

—Confirmo que tienes buen ojo para la pizza, pero creo que ninguno de nosotros es bueno para saber donde esta el limite.

Recordé el nombre del restaurante La vaca Rechoncha. Lo recordé por que ese era el estado en el que me encontraba en ese momento. Lleno como una vaca. Estaba seguro que después de aquello podía intentar competir con Katsudon, aunque perdería igualmente.

—Pedir la pizza con piña fue un acierto total, pero creo que teníamos que haber parado ahí, no teníamos que haber pedido la segunda siete quesos.

Aunque tenia que reconocer, que, la pizza de siete quesos era de las mejores que había probado en mi vida. Y había sido imposible negarse a ir a por la segunda.

—Habla por ti... —dijo Daruu, a duras penas—. Esto no es... nada... para mi. —Hubo un momento en el que pareció que iba a caerse al suelo, pero luego se enderezó con gran Destreza y se colocó en jarra. Tomó aire y lo dejó escapar muy lentamente.

»Oye, Reiji... —dijo, de pronto—. ¿Qué pasó con aquel kusajin? He oído que le diste un buen mamporrazo en la cabeza. ¿Lo hiciste... a propósito? —Por los rumores, había quedado bastante mal, tan mal como para que no participase más en el torneo. A Daruu le interesaba saber si había habido mala fe, aunque había evitado el tema hasta el momento. Mejor así, después de compartir pizza todo el mundo está más receptivo a hablar—. No te veo esa clase de persona. Pero con los shinobi nunca se sabe.

—Habla por ti... —Ya, claro...—. Esto no es... nada... para mi. —¿Seguro? Casi se había caído. Casi. Pero recupero el equilibrio con facilidad. Yo, por mi parte, estaba necesitado de una silla.

—Entonces...¿Vamos... A por... Una segunda ronda?

Solo de proponerlo ya me daban arcadas. Había comido suficiente pizza para... ¿Años? Probablemente. Quizás después de aquello, hasta podía intentar competir con katsudon. Ganarle... Eso era otro asunto.

»Oye, Reiji... —Interrumpio Daruu la charla sobre las pizzas y quien tenia el estomago mas grande.—. ¿Qué pasó con aquel kusajin? He oído que le diste un buen mamporrazo en la cabeza. ¿Lo hiciste... a propósito? —Ah. La pregunta. Imaginaba que llegaría en algún momento. Había pensado que ll haría mientras comiamos, pero no había sido así. Sin Embargo, allí estaba.—. No te veo esa clase de persona. Pero con los shinobi nunca se sabe.

Suspiré.

—Sobre eso... No. No fue a proposito. ¿Por que iba a querer yo hacer algo así?

Bueno. Quizás por que los Kusajin querían Matar a Datsue. Esa era una buena razón para usar la máxima fuerza contra ellos y demostrarles a que estaba dispuesto a llegar un uzujin con tal de proteger a un amigo. Pero no era el caso. No con Kazuma. No después de lo que había gritado a pleno pulmón.

»Le ataque como te ataque a ti en el puente, con la parte roma de la espada. Si de verdad hubiese querido herirle severamente, hubiese usado el filo de la espada, y desde luego, no hubiese evitado el protector que usaba en la cabeza.

Por que contra Daruu, también había girado la espada, apuntaba a su cuello, y desde luego, no había querido cortarle la garganta a nadie en un combate amistoso.

—Si quieres, te cuento con más detalle en algún sitio tomándonos un té, liquido seguro que me entra.

Por qué lo de la segunda ronda de pizzas era una broma.

—Bua, a mí sólo me entraría un vaso de agua, pero como quieras. —Daruu se encogió de hombros—. De todas formas, como te he dicho, te creo. No te he visto un mal tipo, y cualquiera se fía de la palabra envenenada de esos kusajin. Seguro que han aprovechado el accidente para intentar meter mierda a nuestra Alianza.

»Pero va, venga. Vayamos a buscar ese té.

Poco más tarde, ambos se sentaron en una terraza cercana a las afueras de Sendōshi, con vistas a la cordillera. Hacía bastante calor, y el sol del mediodía prácticamente asfixiaba a Daruu, que aún así intentaba evitarlo sentándose bajo la sombrilla del bar.

—¿Cómo aguantáis los uzujin tanto calor?

Daruu había accedido a ir a por té, y nos habíamos desplazado hasta casi las afueras del pueblo, hasta un sitio especializado con el nombre de "ApasionanTé". Y allí nos habíamos sentado en la terraza a charlar con unas bebidas.

—¿Cómo aguantáis los uzujin tanto calor?

—No puedo hablar por los demás Uzujin, pero yo paso muchísima horas en la forja, esta temperatura es agradable en comparación.

Por que aquello era un infiero, hablando de calor, sobretodo en verano. Unos cuantos meses en la forja, y seguro que estabas curtido para andar por el desierto, al menos, por un rato.

—En fin, entre mi rival proclamándose el estudiante del traidor de su aldea y el accidente, mi combate fue un desastre. ¿Que tal el tuyo?