Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Era bastante obvio que Kuma buscaría venganza y que Datsue buscaría defenderse, Koko por su parte se planteó el utilizar alguna variante del chidori, pero para cuando terminase de moldear el chakra ya se habrían matado mutuamente y todo perdería razón de ser.
Salvo porque Yume se adelantó a todos y logró detenerlos. Siendo así, la kunoichi simplemente se quedó estática en su lugar, permitiendo que ellos dialogaran lo que fuera necesario hasta que sacaron a su compañero Uchiha de la celda. No iba a protestar, no tenía ningún sentido hacerlo porque no le llevarían el apunte.
Ni siquiera se atrevió a pensar en que aquella mujer estaba queriendo salvarla y por eso propuso lo de quitarle el sello, más bien, se le antojaba que podría ser más bien por conveniencia, si antes había dicho que tenía un conocido que pagaría bien por ella si estaba en óptimas condiciones y, ya sea muerta o con un miembro menos, seguramente no pagarían una mierda.
La Kageyama no protestó ante nada, no aportó nada a la conversación y en cuanto la mujer le habló directamente advirtiéndole sobre mover las manos suspiró pesadamente antes de dar una respuesta clara.
—Sí —fue la única palabra que salió de su boca, pero seguía con la vista en el piso.
No sabía de lo que hablaban, pero estaba bastante segura de que lo pasaría muy mal, empeorando considerablemente el día de mierda que estaba teniendo y también agravando el malestar general que ya sentía.
7/01/2018, 11:01 (Última modificación: 7/01/2018, 11:13 por Uchiha Datsue.)
Yume asintió, conforme por la respuesta, e hizo un movimiento de cabeza para que Kuma procediese. El hombretón se demoró unos segundos en moverse siquiera, pero luego, con un profundo suspiro, realizó tres sellos de mano. Luego, posó una de sus enormes manazas en el hombro de la kunoichi.
Al principio, Koko tan solo sintió un hormigueo. Un hormigueo que se convirtió en cosquilleo, que le recorrió de arriba abajo por todo el cuerpo. Tenía una extraña sensación en la piel. Era como si se hubiese caído a un pozo de barro y ahora estuviese dentro de un horno, haciendo que el lodo espeso que la recubría se endureciese. Si se miraba, podría observar que ahora su piel se había coloreado de marrón, y que tenía fisuras aquí y allá. Entonces se dio cuenta: su piel se estaba convirtiendo en escamas de piedra. O algo similar.
De haber movido los brazos, o incluso los dedos, notaría que le costaba más de la cuenta, como si sus articulaciones estuviesen viejas y desengrasadas. Kuma se apartó de ella, mientras Yume tomaba su lugar.
—Recuerda lo que te dije —le advirtió Yume, mientras desanudaba su propia bandana rasgada. Entonces se la anudó a Koko en el nacimiento de la pierna, de tal modo que la placa metálica quedase en su entrepierna. Casi parecía un improvisado cinturón de castidad. Acto seguido, se humedeció los dedos y extrajo un hilo metálico, pegándolo a la esquina del sello explosivo que tenía Koko pegado al muslo. Entonces se alejó de ella, junto a Kuma, saliendo incluso de la celda y quedando a una distancia segura—. Tres, dos…
No terminó la cuenta. Su mano pegó un fuerte tirón y el sello explosivo se despegó, explotando en el acto. Un tremendo estallido que revotó por las paredes de la cueva y produjo un eco interminable. Koko salió rebotada contra una pared, llevándose un golpetazo en un costado, que le hubiese dolido mucho más de no ser por aquella nueva piel que poseía. La costilla rota, eso sí, se resintió, y notó que le faltaba el aire. Respecto a la pierna…
… seguía ahí. Oyó a Kuma emitir un gruñido, y su piel volvió poco a poco a la normalidad. Notaba la zona enrojecida y dolorida, como si la hubiesen estado abofeteando en la misma zona durante horas, y ya casi tuviese la piel dormida de tantos golpes, pero no tenía una herida sangrante. Ni siquiera parecía que fuese a quedar cicatriz alguna.
Yume volvió a adentrarse en la celda.
—En pie, y las manos arriba. —Obviamente, Koko las había bajado al recibir la explosión.
¤ Doton: Ishi no Kawa ¤ Elemento Tierra: Piel de Piedra - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Doton 70 - Gastos: 60 CK (impide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:
Reduce el daño recibido por Taijutsu, Ninjutsu u otros golpes físicos en un 30%. Las armas de filo no producirán cortes profundos o por penetración
Reduce 10 puntos en Aguante mientras la técnica haga efecto
- Sellos: Jabalí → Tigre → Liebre - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Tras la realización de tres sellos, y ante el mero contacto de manos en caso de utilizar la técnica en un aliado, toda la piel del afectado se endurece como el granito, tomando el color de la tierra y pareciendo que tuviese enormes escamas de piedra. Dichas escamas le protegen de las armas de filo (solo consiguen hacer cortes superficiales) y reduce cualquier daño por taijutsu, ninjutsu u otro golpe físico en un 30%.
No obstante, la técnica también trae consigo una ligera desventaja, y es que el cuerpo se vuelve más lento y pesado, siendo más difícil mover las articulaciones (-10 en Aguante). La combinación de esta técnica con el Kuma no hōyō convierte a Kuma en un asesino implacable cuando consigue apresar a alguien, pues aun recibiendo ataques de un tercero no suelta a su presa hasta aplastarla bajo sus brazos.
Daños Recibidos porKoko: 65PV (Sello explosivo de rango B) - 30% = 45PV
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El solo sentir el tacto de Kuma hizo que la piel de la rubia se le pusiera de gallina, la perturbaba considerablemente, más teniendo en cuenta que ese hombre estaba desnudo y apestaba peor que un muerto en avanzado estado de putrefacción.
Pero tenía que quedarse quieta, a pesar del malestar, las ganas de potar y de salir corriendo, de lo contrario seguro que la ejecutaban allí mismo aunque ese cosquilleo que sentía por todo su cuerpo la estaba molestando más de lo debido. Hasta que se percató de que su cuerpo completo ahora era completamente marrón, como si se hubiese bronceado de más y la piel se le estuviese agrietando.
Preguntaría lo que estaba pasando, pero no le darían una bonita respuesta así que simplemente miró su cuerpo con cierto repudio aunque las manos las mantuvo en alto.
Yume hizo lo que le pareció adecuado haciendo sentir bastante incómoda a la Kageyama, que aún seguía con esa aura depresiva a su alrededor y con los ojos llorosos y luego de que la dejaran ahí sola en la celda…
…detonaron el sello.
Como la pecosa no veía nada, suponía que lo que Kuma estaba haciéndole era una especie de medida de seguridad para todos excepto la pecosa, algo así como una especie de armadura aislante para que la explosión solo la afectase a ella pero no.
La explosión de todas maneras fue lo suficientemente potente para hacer que la kunoichi volase y chocase contra una de las paredes de la celda con violencia. Se golpeó, cayó al suelo y se retorció hasta adoptar posición fetal y sobarse la zona donde la explosión tuvo lugar, notando así que la piel si bien estaba enrojecida, no estaba dañada ni nada aunque claro, la sentía completamente entumecida y no muy dispuesta a cooperar.
Para empeorar, el dolor de las costillas rotas volvió a hacerse presente recordándole que no estaba completamente bien así que, peor para ella que volvía a llorar pero ahora por el dolor combinado.
A Yume mucho no le importaba y rápido volvió para ordenarle que se pusiera de pie, cosa que hizo sin protestar pero tomándose algo de tiempo ya que la pierna en serio la tenía demasiado entumecida como para moverla fácilmente. Una vez logrado, alzó las manos tal y como se lo exigieron y ahora miraba tímidamente a la mujer que tenía delante, sin saber lo que le esperaría después de ello considerando lo que había hecho tanto a Katame como a Zaide.
Datsue se había sobresaltado tanto al oír la explosión que, de no haberle esposado previamente Yume, hubiese chocado de cabeza contra el techo del brinco que pegó. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Había Katame hecho estallar finalmente el sello explosivo de Koko? ¿Estaría…?
—Está bien —soltó Yume, como si pudiese ver a través de él—. Ahora preocúpate por ti. ¿Cómo nos encontraste?
• • •
Koko estaba en otra celda. Como la que había sido suya originalmente tenía las esposas rotas, la habían trasladado a otra, concretamente a la que estaba al lado de la de Datsue, dando pared con pared.
Yume había recuperado su bandana —puesta allí como una medida de protección extra a una zona tan delicada—, y la había vuelto a esposar, de igual forma que en la anterior ocasión. Muda, y con el rostro todavía crispado, había acercado una mano al muslo de la kunoichi para aplicarle el Shōsen no Jutsu y aliviarle el dolor en la zona donde había estado pegado el sello explosivo.
• • •
Kuma daba vueltas en el exterior de las celdas, como una bestia enjaulada. Quería matar a ese crío. Quería clavar sus pulgares en aquellos ojos de bufón suyos y hundirlos hasta hacer un puré con su cerebro. Quería arrancarle la cabeza de cuajo con las manos y aplastársela contra una roca. Quería abrazarle hasta que oyese el chasquido de sus huesos al romperse y su esternón clavándose en el corazón.
Y luego, solo entonces, se desahogaría con la chica. Había apelado al Código para no matarla, pues él no era ningún enfermo que le gustase follar a los muertos. No, él siempre había tenido muy bien la cabeza. El problema era Yume. Aquella zorra casi siempre lograba interponerse. Sabía que ella le odiaba, y que el único motivo por el que seguía vivo era por ese juramento mortal que Zaide les había obligado a todos hacer. Lo que ella no sabía…
...es que él la hubiese matado mucho antes de que eso llegase a suceder.
• • •
Yume le oyó venir antes de que abriese su maloliente boca. Sabía que aquel bastardo la odiaba, por mucho que tratase de ocultar aquel sentimiento en un mutismo exacerbado. De no ser por el juramento, estaba convencida de que aquel cabrón la hubiese matado al mínimo despiste. Lo que él no sabía…
…es que ella le hubiese matado mucho antes de que eso llegase a suceder.
—Tienes que contarme qué está pasando.
Yume apenas le dedicó una mirada de reojo.
—Que tu amiguito Datsue me está contando con pelos y señales cómo tú y el cabronazo de Katame os pasásteis lo acordado por los cojones, eso está pasando. Deja de hacer el exhibicionista y sube a hablar con Zaide. Tiene algo que decirte.
• • •
Datsue contempló, con un suspiro de alivio, como Kuma se alejaba de su celda. Definitivamente, prefería mucho antes a Yume que a él como interrogadora.
Al final, el Uchiha tan solo había podido mantener en secreto su pequeña ayuda con el sello de rastreo, pero por el resto había cantado todo. Tampoco valía la pena negarlo. Su infiltración, hacerse pasar por Kuma… todo aquello caía de cajón.
—Entonces, ¿qué pensáis hacernos? —se atrevió a preguntar.
El silencio que se produjo fue el más largo que el Uchiha tuvo que soportar nunca. Y eso que solo había durado un segundo.
—Pronto lo sabrás.
Chasqueó la lengua. Datsue casi prefería saber que iba a morir que vivir con aquella incertidumbre.
—Pero, el Código… Kuma me contó que… no matáis a inocentes.
Yume resopló, cortando en el acto lo que iba a ser una perorata por su parte.
—¿Acaso crees que alguien sigue el jodido Código? Ni siquiera su creador —le escupió Yume—. Además, vosotros no sois inocentes. Dejasteis de serlo en cuanto tu amiga trató de matar al mío.
Datsue se quedó con la boca entreabierta. «¡No te jode! ¡Después de haber pasado dos días encerrada y haber sido violada!». Pero se guardó aquel pensamiento para sí, porque, aunque hubiese tenido la valentía de decírselo, hubiese hablado con el aire. Yume acababa de desaparecer en una nube de humo.
• • •
Horas más tarde…
Koko llevaba sola un buen rato. Tras las curas, Yume la había dejado sola, y nadie había entrado a importunarla. Nadie hasta aquel preciso instante, cuando vio la figura de Zaide asomarse en su puerta. Se apoyaba en un bastón y lucía extremadamente débil, pero vivo.
Arrastró los pies, con lentitud, hasta plantarse frente a ella. Su respiración seguía sonando rota y enferma, quizá incluso más que antes.
—Come —dijo, entregándole un plato repleto de sardinas a la brasa, recién hechas. Se sentó frente a ella, dejándole a su lado un vaso que había estado sujetando entre en el codo y un costado, lleno de líquido. Entonces se cruzó de piernas, apoyó las manos contra el suelo y la observó, sin decir nada.
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Todo lo que ocurría en los alrededores le resultaba ajeno, no podría alterar el curso de nada aunque lo intentara porque tenía a Yume delante, observando cada movimiento que efectuara aunque le sorprendió que se tomase la molestia de tratar la zona lastimada, aunque no sin antes esposarla nuevamente. Lógico si uno se sentaba a analizarlo, Koko tenía toda la evidencia en su contra.
Vagamente escuchó un poco de la conversación en la celda de junto y tristemente, la mujer llevaba la razón, la pecosa había atentado contra la vida de dos de los integrantes de la banda así que no había forma de justificar las cosas, no había manera de quitarle la responsabilidad de encima a pesar de todo lo que le habían hecho ya a ella.
A las horas, Zaide apareció en peor estado que con el que le había conocido.
Estaba maltrecho, la voz seguía sonando tan mal que dejaba en claro que estaba bien jodido a pesar de que su compañera probablemente le habría tratado la herida.
El Uchiha se le acercó, le dejó un plato con comida y también un vaso con algo dentro, a saber lo que era y a saber si la comida era apta para el consumo humano, pero por una vez la rubia podría rechazar una oferta con una buena justificación.
—No puedo —afirmó vagamente moviendo ambos brazos para hacer sonar un poco las cadenas dejando el claro el porqué de sus palabras—. Entonces… ¿vas a cobrarte lo que te hice? —preguntó algo nerviosa, no sabía si el hombre estaría dispuesto a responderle o la callaría a golpes o alguna cosa similar.
Incluso se podría meter en su cabeza para obligarla a recordar las peores cosas que había vivido, de vuelta, o si Katame llevaba razón, podría modificarle los recuerdos para hacerle vivir cosas que nunca vivió. Las posibilidades eran infinitas para ese hombre.
Zaide puso los ojos en blanco, mientras echaba la cabeza hacia atrás y exhalaba un suspiro. No, no parecía haberse dado cuenta hasta que Koko le dijo que no podría comer por culpa de las cadenas, que le mantenían las manos en alto. Aquello suponía un problema, porque Koko llevaba casi dos días sin comer en los que había pasado por un auténtico infierno. Estrés, gasto de chakra, esfuerzo físico… y una costilla rota. Necesitaba recuperar energías si quería sanar bien.
Pero Zaide no parecía muy dispuesto a liberarla. Todavía recordaba muy bien lo que había pasado la última vez que había dejado que una de sus manos le apuntasen. Demasiado bien.
—Entonces… ¿vas a cobrarte lo que te hice?
—¿Cobrártela? Ah, esa palabra —dijo con voz ronca, mientras la señalaba con un dedo—. Debí darme cuenta en cuánto la pronunciaste. Cuando te hiciste pasar por Yume —aclaró, al mismo tiempo que cogía una de las sardinas y le mordía un costado sin ningún tipo de educación o modales de los que tanto estaba acostumbrada Koko en su mansión. Con la boca llena, continuó farfullando—:. Yume nunca me lo perdonará. Mis fracasos, mis traiciones… eso algún día. Pero que te hicieses pasar por ella y yo no darme cuenta… —alzó las cejas al infinito y resopló, negando con la cabeza—. A ver —continuó, dándole un pequeño sorbo al vaso mientras recorría con la mirada las cadenas de Koko—, ¿cómo arreglamos esto?
»Tienes tres opciones —decretó el Uchiha, tras unos segundos—. Una: te quito las esposas y te tumbas boca arriba, con las piernas en alto, y te las coloco en los tobillos —Zaide conocía muy bien el funcionamiento de aquellas esposas arcaicas. Eran como un circuito cerrado, por donde no dejaban escapar el chakra. Daba lo mismo que apresasen por unas extremidades u otras, lo único que importaba era que las dos esposas estuviesen conectadas a una—. Dos: te doy de comer como a un bebé. Tres: te quedas sin comer. Oh —de pronto chasqueó los dedos, como si se acabase de dar cuenta de algo importante—, pero tú eres de las que eligen siempre la cuarta opción, ¿huh? La que nadie se espera. Que sería… ¿clavarme un chidori mientras te libero?
Esbozó una breve sonrisa, tan fugaz que Koko creyó que solo habían sido imaginaciones suyas.
—¿Qué eliges?
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A estas alturas estaba bastante acostumbrada a no recibir una respuesta directa, aunque claro, de haber querido cobrarse algo, Zaide ya lo hubiese hecho hace rato, a no ser que la comida o bebida tuviese alguna cosa que le sirva para torturarla de alguna manera rebuscada.
De cualquier manera, hacía bien en no querer soltarla, aunque decidió darle una serie de opciones para así poder comer, cosa que ya le hacía falta por el tiempo que llevaba su estómago gruñendo, era tan seguido que ya se le antojaba incluso normal.
Le dieron la chance de una cuarta opción que hubiese sido bastante seductora de no ser porque seguramente fallaría, y no solo ese bandido que tenía delante la atacaría, sino también Kuma y Yume que estarían por las cercanías. Así que la pecosa prefirió optar por una de las opciones que el Uchiha le dio.
—Me tumb… —se interrumpió.
«¡Que tengo la ropa rota! »recordó bajando la mirada, algo alarmada.
No había manera de saber si el de dientes azulados se dejaría llevar como supuestamente hizo Katame, o si ignoraría todo lo que pudiese llegar a ver estando ella boca arriba y seguramente con las piernas abiertas.
—¿Y si mejor me das de comer? No intentaré morderte —sugirió bajando la vista al plato.
Quería creer que no se intoxicaría ni nada similar por dejar que ese hombre le diese de comer. A saber lo que habría tocado con esas manos y si se tomaba las molestias de lavárselas de vez en cuando.
Zaide volvió a poner los ojos en blanco. De las cuatro opciones que le había dado, aquella era la que menos le gustaba.
—La culpa es mía por preguntar —farfulló, mientras le arrancaba la cabeza y las aletas al pescado—. Arréglatelas como puedas —dijo, metiéndole la sardina en la boca. Suficientemente bajo estaba cayendo ya como para que aún por encima le quitase las espinas.
Las sardinas eran frescas, recién pescadas por Kuma, y habían sido cocinas al punto, como a él le gustaba. Una vuelta y para el plato, no como esos brutos que le daban dos o hasta tres veces la vuelta. La lástima era que no tenían sal ni pan para acompañar, sino, aquello ya sería un manjar digno de los dioses.
—Bebe —dijo, cuando Koko alcanzó a comerse la primera sardina, poniéndole el vaso en los labios. Quizá se llevase una sorpresa, pues aquello no era agua, sino vino tinto. Casi acto seguido, le metió otra sardina en la boca.
• • •
Datsue aspiró hondo, impregnando su olfato de aquel olorcillo a brasa, a pescado cocinado a fuego lento. Se le hizo la boca agua, y las tripas le rugieron con impaciencia. El problema era que aquellas sardinas no parecían ser para él.
Los oía al otro lado de la pared, pese a que no distinguía nada bien lo que decían. Algo de unas opciones, de un bebé y de una elección. A Koko le entendió algo así como que le iba a morder. Sin más datos que aquellos, la mente en exceso imaginativa del Uchiha empezó a teorizar, y cada teoría que se le ocurría sobre su tema de conversación era peor que la anterior.
Debía llamar su atención, a ver si averiguaba algo.
—¡Hey, que yo también quiero! —exclamó, y oyó su voz retumbar como un eco a lo largo de toda la cueva—. ¡No os los acabéis todos!
• • •
Zaide frunció el ceño al oír a aquel crío gritar.
—Dile a tu amigo que se calle —exigió. No tenía pulmones para hacerlo él mismo.
»Y no —añadió, tras darle la tercera sardina—, no pienso cobrártela. No voy a matarte, Koko. Pero antes de salir de aquí tendrás que hacer algo por mí…
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Si no le gustaba bien gracias, ¿para qué lo propuso? Tampoco era que la rubia fuese a acceder a abrirse de piernas y quedar en absoluta evidencia solo por comer algo que a saber si estaba bien cocido. Aunque para su sorpresa, lo estaba, sabía bien aunque algo le faltaba, probablemente sal o algún otro condimento pero pasable era.
Lástima que le metiesen la sardina en la boca casi por la fuerza, casi se atraganta por ello pero por suerte no ocurrió y se tomó su tiempo para masticar e ir escupiendo las espinas como mejor podía. Claro que al no poder hacer uso de las manos ni nada que la pudiera ayudar aparte de la lengua, le costó horrores y algo de la carne del pescado se desperdiciaría, sin mencionar que cada espina que escupía a su lado estaba bastante molida.
Una vez que se terminó la primera sardina, Zaide sin ningún reparo le puso el vaso en la boca y justo antes de saborear el contenido de aquello, Koko ya supo por el aroma lo que era. «¡Coño! ¿¡Quiere embriagarme!? »se quejaba en su cabeza.
Primero la secuestraban, luego la drogaban y ahora la intentaban embriagar, bueno, técnicamente ella sola se drogó, al menos la primera vez. Y a todo eso sumarle el estrés físico y mental al que se vio sometida durante todo el tiempo de prisionera.
Con todo eso en mente, la idea de cogerse unas buenas vacaciones se le antojaban muy seductoras. Aunque para eso primero tendría que salir viva de allí, y completa de ser posible.
Al verse obligada por el Uchiha, la pecosa bebió de aquel vino que siendo sinceros, le hizo dar vueltas la cabeza con tan solo el olor. A eso habría que sumarle que tenía el estómago semi-vacío y podríamos deducir que mucho no haría falta para dejarla ebria. Pero al bandido no le importaba eso, ¿o sí?
En eso, Datsue en la celda de junto exigió algo de comida también, pero el hombre que la chica tenía delante se rehusó a darle el gusto y en su lugar exigió a la rubia que lo mandase a callar y… bueno, mejor hacerle caso.
—Datsue, dice que te calles —le dijo a su compañero alzando un poco la voz, aunque seguía empleando ese tono de voz algo apagado—. Y yo que tú hag… ¡Gagh!
Otra sardina fue a parar a su boca.
La interrumpió en un momento en que estaba muy desprevenida e incluso sintió como si le hubiese llegado hasta el fondo de la garganta, incluso tuvo una arcada y casi se le cae el pez de la boca.
Casi podía considerar que Zaide se acababa de cobrar venganza con eso, después de todo afirmó que no lo haría, aunque si le encargaría una tarea de por medio que… por algún extraño motivo se iba imaginando lo que sería así que, mientras masticaba el pescado en un intento por hacerlo a un lado dentro de su boca, se las arregló para hablar moviendo lo menos posible la boca para evitar escupir nada.
Koko consiguió arrancar una sonrisa al rostro pálido de aquel hombre con su pregunta. Ahora que le veía de tan cerca, y sin capucha, pudo fijarse más en sus facciones. Tenía el pelo corto por los lados, y el pelo de arriba anudado en varias trenzas, en un peinado que le recordaba al de Datsue, pero menos elaborado. Llevaba una barba descuidada, y tenía pequeñas cicatrices en el rostro: una línea que le cruzaba de forma horizontal la nariz; una pequeña marca en la mejilla derecha; y una cicatriz en diagonal en una de sus cejas.
El olor dulzón a omoide todavía le envolvía como una fragancia, pero sus dientes ya no estaban azulados. Tampoco sus manos le temblaban tanto como antes, aunque se le notaba que no tenía un pulso firme. Además, le vio un tatuaje en el cuello: una bandana rasgada, sin símbolo alguno en ella.
—No, no tiene que ver con Katame —respondió, con su característica voz rota. Casi parecía que estuviese afónico—. Ya te diré el qué, pero antes acaba de comer. ¿Más? —preguntó, ofreciéndole otro sorbo de vino. De negarse, le daría otra sardina.
»Imagino que nos odiarás, ¿huh? —le soltó de pronto, mientras jugueteaba con una sardina, tomándolo por la aleta y haciendo que se balancease de un lado a otro como un péndulo—. Tienes razones de sobra para hacerlo. Yo también odio a los vuestros —le confesó—, y no siempre por razones lógicas.
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Luego de soltar la pregunta, la pecosa prosiguió con el pescado tomándose su tiempo para masticar y escupir las espinas, procurando disminuir tanto como le fuese posible el desperdicio final. A su lado se estaban empezando a notar bastante claros los restos de los pescados que estaba comiendo, pero no le quedaba de otra más que escupirlos allí.
Zaide sonrió, cada vez que lo hacía a Koko le daba un escalofrío, pero no decía nada al respecto, en su lugar prefirió declinar la oferta del vino con un gesto de la cabeza y aceptar la siguiente sardina que por lo menos no se la metieron en la boca tan bruscamente.
De pronto, el bandido cambió el tema de improviso y comenzó a jugar con un pescado, llamando la atención de la menor por un momento que cayó en cuenta que estaba imitando a un péndulo con la comida y… no le agradaba en lo más mínimo.
—¿Vas a volver a jugar con mi cerebro? —preguntó con tono tembloroso.
No le había gustado la primera vez y nada indicaba que le fuese a gustar la segunda.
8/01/2018, 05:43 (Última modificación: 8/01/2018, 05:51 por Uchiha Datsue.)
Zaide dejó de jugar con la sardina en cuanto oyó la pregunta. Tenía los ojos clavados en el plato y el rostro serio.
—No —respondió, y su tono de voz sonó sincero—. A no ser que me lo pidas.
Antes de darle tiempo a responder, le metió la sardina con la que había estado jugando en la boca.
—Katame tenía razón en algo —continuó, mientras Koko luchaba por aprovechar aquella sardina lo mejor que podía—, soy capaz de cambiar recuerdos. Sustituirlos por otros. Lo que te hizo Katame… —desvió la mirada hacia un lado, incómodo—, no debió pasar. Por eso te hago esta oferta: cambiarte ese recuerdo por otro más... alegre.
»Yume no quiere que lo haga, ¿sabes?No más uso de chakra —le dio un ataque de tos solo por forzar su voz para imitar a la de Yume, con ese tono imperativo que tanto la caracterizaba—. No sabes cómo se pone, es imposible no hacerle caso —continuó, cuando se recuperó—. Y aunque no lo reconozca, se preocupa por ti. Dice que eso no sanará la herida de tu alma, tan solo te la esconderá. Y una herida cuya existencia desconoces es peor que una que ves y puedes tratar, por grave que sea.
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La mirada de Koko cambió súbitamente ante aquella última pregunta por parte de Zaide, pero en cuanto estuvo dispuesta a responder se vio obligada a callarse porque le metieron otra sardina en la boca a pesar de que no había llegado a terminarse la que tenía en la boca anteriormente, así que ahora tenía que luchar contra las espinas de dos peces en lugar de uno. Una tercera sardina seguramente terminaría por caerse de la boca de la rubia.
Pero pronto se justificó, no hablaba de obligarla nuevamente a recordar las atrocidades que se había visto obligada a vivir durante esos días, se refería más bien a cambiarle los recuerdos inventando otros distintos y mejores. Recuerdos que seguramente le sacarían una sonrisa cada vez que se le vinieran a la cabeza pero de nuevo, Yume a pesar de no estar allí presente, seguía interviniendo de una forma u otra.
La Kageyama bajó la cabeza, había estado luchando con las sardinas que tenía en la boca y todavía le faltaba bastante, pero con un gesto de cabeza dio su respuesta…
…una negativa.
Luego de ello siguió con la comida, intentando despejar un poco la cavidad para poder argumentar el porqué de su decisión, pero con tantas espinas ya hasta se le hacía imposible no pincharse a cada mordida que daba, y esa molestia también se le notaba en la cara.
8/01/2018, 05:58 (Última modificación: 8/01/2018, 05:59 por Uchiha Datsue.)
Zaide, que había apartado la mirada cuando había sacado aquel peliagudo tema, no se había dado cuenta que estaba llenando la boca de la kunoichi de sardinas a más velocidad de lo que ella tragaba.
Aprovechó para comerse él también una sardina mientras esperaba —ya solo quedaban tres—, y darle un trago al vaso de vino. Nada como un poquillo de alcohol para que todos tus problemas pareciesen menores. Entonces, cuando vio que Koko terminaba, le ofreció un sorbo con un gesto de mano, pero sin ponérselo directamente en los labios sin su consentimiento.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
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En el fondo de su ser agradecía completamente que la dejase tratar con la comida que tenía en la boca así que pronto comenzó a escupir algunas espinas más y pudo tragar un poco de la carne del pez, ya con más espacio en la boca pudo llevar a cabo la tarea mucho más rápido aunque se había llevado un buen par de pinchazos, uno incluso le hizo salir una diminuta gota de sangre de la punta de la lengua.
La oferta del vino esta vez la aceptó moviendo la cabeza e inclinándose levemente hacia adelante en un intento por acercarse lo más posible al vaso.
Luego de despejarse la boca podría argumentar de una buena vez.
—Es una mierda pero si lo modificas nada de lo que pasó aquí tendría sentido, o por lo menos eso en particular. Y tampoco me gusta la idea de que me borren todo recuerdo de lo que pasó aquí.
Seguramente no serían los argumentos más sólidos con los que aquel Uchiha se había topado, pero a ella por lo menos le servía. Aunque claro que le gustaría quitarse de la cabeza la horripilante imagen de Katame encima suyo.
—Además, me borras lo de Katame y tal vez si me lo vuelvo a encontrar caiga de nuevo en la trampa. No, paso.