Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Ante la respuesta de la kunoichi, Kuma se limitó a abrir la puerta. O a intentarlo, al menos, pues no tenía las llaves. Al ver que no cedía, dio un tremendo empujón, y Koko tuvo que dar gracias a los Dioses de que los barrotes fuesen mucho más resistentes de lo que parecían, porque ni una mole como él pudo echar la puerta abajo.
O bueno, no parecía que iba a echarla hasta que…
—¡Doton: Kengan no Jutsu! —Tras un sello de Serpiente, su brazo derecho se vio aumentado de forma considerable, volviéndose, literalmente, de piedra. Entonces, dejó que aquella masa solida saliese disparada como una catapulta, pegando un tremendo puñetazo a la puerta, que saltó por los aires como si sus bisagras fuesen un simple pegamento de baja calidad.
Kuma sonrió, como aquel niño que al fin abre el regalo de su cumpleaños y se encuentra lo que tanto había deseado.
—No sabes lo mucho que me alegré cuando Zaide me contó quién eras —se pasó la lengua por los dientes, mientras iba reduciendo distancias con Koko, muy poco a poco—. Tus hermanos mataron al mío, ¿sabías? Formaba parte de una banda que raptó a esa cría… Noemi. Matasteis a todos… A todos salvo a uno. —Ahora, Kuma estaba tan cerca que Koko ya podía sentir su fétido aliento colándose en su olfato—. Una rata, que se escondió mientras pasaba todo.
De pronto, Kuma la cogió por el cuello y la estampó contra la pared.
—Nunca me cayó bien aquel cabronazo —confesó—. Pero era mi hermano.
Entonces, le pasó un dedo por los labios y la recorrió lascivamente con la mirada.
—¿Qué te parece si nos divertimos un poco?
• • •
Kunoichi y shinobi habían recorrido una gran cantidad de kilómetros aquel día. Cierto era que aquel cocodrilo, por enorme que fuese, no era mucho más rápido que un ninja bien entrenado. Pero parecía incansable, y no había bajado el ritmo desde que habían partido de la Villa, salvo en las dos ocasiones en que Datsue pidió hacer un alto para hacer sus necesidades —y de forma discreta estirar las piernas y beber un poco de su cantimplora—.
—¿No es aquello una posada, Nagisa? —preguntó Datsue, esperanzado—. Podríamos parar y dormir allí.
Por mucho que su comodidad hubiese aumentado una barbaridad al agarrarse a ella, le dolía el culo de permanecer sentado por tanto tiempo. Necesitaba estirar las piernas, llenar el estómago con algo caliente y dejar que la noche y un buen colchón le diesen energías renovadas.
Además, la noche se estaba apoderando del día y en poco tiempo no serían capaces de distinguir a más de dos palmos de sus narices. Era una locura seguir su viaje en tales condiciones, y más cuando estaban a punto de adentrarse en el Bosque de la Hoja.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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La sensación de alivio le duró excesivamente poco a la kunoichi. Kuma intentó abrir la puerta y no tuvo éxito, tampoco se vio capaz de doblar los barrotes lo suficiente para que su robusto cuerpo pasara y por un instante pareció que la joven estaría a salvo de las garras de aquella abominable criatura.
Pero no fue así.
Luego un sello, el hombre gritó el nombre de una técnica y luego de un aumento grotesco en el volumen de uno de sus brazos, se vio capaz de destruir la puerta con demasiada facilidad, incluso podría haber estampado a la rubia junto con la puerta de no ser porque ella estaba echada a un lado y logró tirarse al piso antes de que le diera de lleno.
La pecosa presa del pánico se arrastró hasta el rincón más alejado de la celda sin despegar la mirada del contrario, se veía el miedo en su rostro y las piernas le temblaban de forma agresiva.
—¡A Zaide no le gustará nada! —exclamó con voz temblorosa.
Lejos de convencer al mayor, este la tomó por el cuello y la arrojó con violencia contra un muro y antes de dejar que siquiera se queje por el golpe o por el dolor de las costillas rotas, la callaron con un dedo que se le frotó por los labios. La mirada de aquel apestoso hombre lo decía todo.
—Te van a matar si me pasa algo —le advirtió, aunque seguía atemorizada y… mareada, la peste de aquel hombre no era poca cosa.
«Si no fuera por estas mierdas… »se quejaba, haciendo referencia a las esposas que no le permitían canalizar su chakra.
El viaje iba bastante bien, casi sin interrupciones salvo una que otra vez en la que decidían detenerse por necesidades naturales que cualquier individuo podría llegar a sentir. No siempre era por Datsue, obviamente, aunque por lo general Nagisa aprovechaba el momento en que el menor decidía parar para hacer lo mismo.
—Bien, pero retomamos el viaje a primera hora —dijo algo más tranquila.
Con tanto tiempo, la fémina había tenido bastante tiempo para tranquilizarse, pero seguía molestándole que por alguien que compartía su sangre se pidiese un rescate tan ínfimo como aquel.
—¿Trajiste dinero o tendremos que compartir habitación? —preguntó con un tono neutral.
Curiosamente el cocodrilo sin que se le diera una orden se había desviado hacia la mencionada posada, parecía estar atento a la conversación y entender mensajes implícitos.
Datsue suspiró. ¿Qué si le quedaba dinero? Por desgracia, ni un duro.
—Gasté todo el que tenía de vuelta a la Villa. —Había viajado con el dinero justo, y una de las noches en su carrera frenética de vuelta a Uzu se había topado con una posada, donde había cenado y desayunado como un Señor Feudal. Pero estaba lejos de ser uno, y por eso su monedero, siempre sellado en su corazón, estaba vacío desde entonces—. Y fui directo a avisarte al entrar, así que a no ser que quieras pagarme una habitación… —dejó caer. Datsue no se iba a quejar ni por lo uno ni por lo otro.
La posada, llamada El descanso del guerrero, era un pequeño edificio de dos pisos, de piedra gris clara y tejas rojas. Era un sitio tranquilo, de clientela —al menos aquella noche— pacífica y menú típico: estofado, arroz blanco y fideos. Datsue pidió los tres platos, e incluso repitió los fideos, confiando en que la Chūnin se encargaría de pagar todo. Aunque en aquella ocasión no lo hacía para aprovecharse, sino porque realmente necesitaba recuperar fuerzas. Llevaba demasiados días comiendo a base de pescado, y en cantidades muy escasas.
• • •
Kuma rio con voz atronadora cuando Koko indicó que a Zaide no le gustaría ver lo que estaba haciendo.
—¿Y a quién le importa lo que piense? ¡Al cuerno con él!
Como si Koko tan solo hubiese despertado más su deseo con aquella amenaza, Kuma se pegó más a ella, empezando a manosearla y sobarla por todas partes. Era como un pulpo, pero sin la delicadeza y suavidad de éste, sino más bien lo contrario. Parecía que, más que disfrutar tocándola, lo hacía con cada mueca de dolor que conseguía arrancar a la kunoichi, que sentía como si un oso con enormes zarpas la estuviese pellizcando por todo el cuerpo.
A lo lejos, en un eco lejano, el sonido de un bastón golpeando el suelo. Tac. Tac. Tac. Lento, como el sonido de la aguja de un reloj, pero constante y cada vez más claro…
• • •
Podía sentirlo impregnado en el ambiente. En el aire. En todas partes. De tener el olor chakra, sus ojos estarían viendo una especie de humareda cilíndrica que se perdía en el interior de la cueva, con una dirección muy concreta.
No le hacía falta, sin embargo, nada de eso para distinguirlo, o siquiera para saber a dónde se dirigía. Tan solo el olfato —no necesariamente uno muy bueno— y un poco de sentido común.
Por eso, tomó un bastón y empezó a cojear, adentrándose en la cueva hasta ver lo que ya se temía: Koko, aplastada frontalmente contra las rejas por una bestia peluda y enorme. Ella tenía los pantalones medio bajados; él, todavía subidos. Eso significaba que había llegado justo a tiempo de evitar un crimen. Para un bandido como él era, aquello podría resultar paradójico. Contraproducente incluso.
No para él. Secuestrar a alguien para pedir un rescate no era ningún crimen en su forma de pensar, tan solo… un método para redistribuir las riquezas. Unas riquezas repartidas de forma demasiado desigual en aquel mundo. Violar a una niña, en cambio…
—Has llegado antes de lo previsto, Kuma —dijo con voz ronca—. ¿Cumpliste tu cometido?
Kuma pareció sorprenderse por su presencia, como un niño cazado por su madre en plena travesura. No obstante, no soltó a Koko, ni pareció acobardarse. Hacía tiempo que ya no le miraba con el respeto de antaño. Hacía más, incluso, que todo rastro de miedo había desaparecido de sus ojos cuando le contemplaba. Y eso...
... estaba bien.
—Lo hice —respondió, lacónico—. Ahora cumple tu parte y déjame follarla en paz.
—En paz, ¿huh? —se acercó más a ellos, renqueante y apoyándose en su bastón, hasta lograr distinguir las facciones de cada uno—. ¿Tú qué dices al respecto, Koko?
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La kunoichi tenía el dinero para costearle una habitación privada a su compañero, pero prefirió compartir ya que así al menos podría despertarle sin problemas a la mañana siguiente para continuar el viaje.
Siendo así, permitió también que se diera el gusto de comer cuanto quisiera aunque seguía estando intranquila, por ello no disfrutó la comida tanto como el Uchiha, pero por lo menos estaría en condiciones si algo llegaba a ocurrir cuando llegase el momento del intercambio.
Por su parte no había nada más que hablar con el chico, así que no volvió a abrir la boca durante todo el rato que cenaron y fueron a dormir…
Lejos de lograr que Kuma se replantease las cosas, el tipo pasó a manosearla y sobarla de una forma tan brusca que muy seguido estaba sacándole chillidos de dolor a la rubia, quien no podía hacer absolutamente nada contra la fortaleza ajena y peor en el estado en que se encontraba.
Siguió y siguió, parecía disfrutar más de hacerla chillar por el dolor que por el simple hecho de estar manoseando el cuerpo de una fémina hasta que la aplastó contra los barrotes y con los pantalones medio bajos, suficiente para que el bandido siguiera con lo suyo al ubicarse justo detrás de ella.
La chica no podía hacer absolutamente nada para resistirse y aquella sensación de impotencia pronto la llevó una vez más al llanto, pero a Kuma poco le importó y siguió hasta que Zaide, su líder, apareció hablándole sumamente tranquilo, cosa que siendo sinceros, molestaba bastante a Koko pero no podía hacer nada más que suplicarle.
—Quítamelo por favor —dijo con ojos vidriosos y voz temblorosa—. No dejes que lo haga —decía, desesperada ya por saber perfectamente lo que se avecinaba si el Uchiha no detenía a su compañero.
Kuma supo que aquel cabrón iba a faltar a su palabra antes incluso de que abriese la boca.
—Tienes que dejarla, Kuma.
Enajenado, empujó a Koko contra la otra pared, estampándola contra ella mientras apretaba los dientes y echaba espuma por la boca. Estaba demasiado caliente, demasiado excitado como para dejarlo pasar. ¿Y por qué iba a hacerlo? Zaide se lo había prometido. Había prometido dejarle follarla si cumplía con su parte. ¡Y había cumplido!
—Hiciste una promesa… —masculló, mientras caminaba fuera de la celda y se le enfrentaba. Estiró la espalda, irguiéndose cuán alto era. Zaide tuvo que alzar la cabeza para poder seguir manteniéndole la mirada.
—También se la hice a Yume… —sonrió, provocando que Kuma echase la cabeza hacia atrás y emitiese un suspiro prolongado.
Le había seguido demasiado lejos. Le había obedecido en demasiadas ocasiones. Pero ahora que la banda se había desintegrado por completo, ¿por qué seguir haciéndolo? Zaide no era ni la sombra de sí mismo. Débil, raquítico, enfermizo… No, le envolvería entre sus brazos y le daría un abrazo mortal. Un abrazo que le partiese varios huesos y le dejase encamado, pero no lo suficiente como para matarle. Después de todo, si lo hacía, él también moriría.
• • •
Zaide supo que iba a ser atacado. No por su Sharingan, no por la gestualidad de Kuma. Simplemente, lo supo.
En cierta parte, él había provocado aquella situación. Haciendo promesas que luego no podría cumplir. Mostrándose débil… mucho más débil de lo que en realidad estaba. Pero no hizo nada, no se apresuró en atacar primero para obtener la ventaja. Uchiha Zaide esperó, esperó a ser traicionado, y solo entonces atacó.
Con una velocidad endiablada, se agachó justo a tiempo de librarse del agarre de dos brazos como troncos que amenazaban con envolverle en un abrazo mortal. Seguidamente, rodó sobre un talón, evitando el rodillazo que Kuma le lanzó a continuación. Una de sus manos se apoyó en la cadera de Kuma y se impulsó a un lado, poniendo distancia de por medio. Tiró el bastón en el que se había estado apoyando desde que había entrado a la cueva. Ya había cumplido su propósito. Entonces, formó un sello, y el combate terminó.
Así de rápido. Así de sencillo.
• • •
Koko, que a duras penas había podido levantarse del suelo tras el tremendo empujón de Kuma, contempló el combate desde su principio a fin. Primero, Kuma intentando envolver a Zaide con el mismo abrazo mortal que le había dado a ella. Luego, a Zaide echándose a un lado y formando un sello, que paralizó a Kuma de cabeza a los pies.
Era la misma técnica que Datsue había utilizado una vez en ella. La misma técnica que Zaide usó contra Katame.
Entonces, oyó un sonido metálico en el suelo. Un ninjatō. Su ninjatō. Zaide acababa de tirarlo, justo en la entrada de su celda. Tenía el Sharingan activado, y la contemplaba con ojos curiosos.
—Yo no puedo matarle —dijo, lacónico—. Pero tú…
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Una vez más la rubia se veía obligada a contemplar un combate entre bandidos, esta vez entre Zaide y Kuma donde nuevamente el primero volvía a salir victorioso de una forma u otra. Y eso si es que consideramos lo del clon de Katame como una victoria porque a final de cuentas el que peor terminó fue Zaide por obra y gracia de Koko.
Otra vez el final de la pelea recaía sobre ella, sobre la pecosa quien dolorida se las arregló para ponerse de pie nuevamente ayudándose con la pared. Las costillas volvían a dolerle sin mencionar todo el resto de su cuerpo, o las marcas que tenía por toda la parte frontal de su cuerpo incluyendo el rostro provocadas por los barrotes.
Eso sí, esta vez la Kageyama no tendría que emplear su chakra de ninguna manera, podría usar una de sus armas que Zaide le había alcanzado solo que… «¿Me lo dirá en serio? »se preguntó, dedicando una mirada desconfiada y temerosa al líder de aquella banda.
Ante tales dudas solo había una cosa que hacer, pedir explicaciones sería muy tardado y el efecto de la técnica pasaría dejando libre nuevamente a Kuma, así que la kunoichi se decidió por averiguarlo de la otra manera.
Se acercó a la puerta —o donde alguna vez estuvo— y tomó su katana, la desenvainó y se acercó al enorme monstruo.
Él la había ayudado a librarse del sello que Katame le había pegado, pero lo había hecho mandado por Yume y si le dejaban libre terminaría por violarla, sin mencionar que las costillas se las había roto él así que… no hay buenos motivos para dejarle.
Siendo así, la menor desenvainó la espada y buscó ensartar la hoja en la parte trasera del cuello de Kuma, de esa manera debería cortar completamente la médula y con leve movimiento de palanca tendría que desacomodar con facilidad las vértebras dejándole la cabeza colgando de los músculos. Si es que eso funcionaba y Zaide estaba dispuesto a permitirlo.
Fue tal y como Koko quiso. Nadie se interpuso en su camino, y aquella vez, cuando la hoja de su acero penetró el cuello de Kuma, de arriba hacia abajo por la gigantesca estatura del segundo, no se produjo ninguna nube de humo. Ni desapareció. En su lugar, se bañó en su sangre, caliente y espesa. Antes de poder hacer palanca, sin embargo, recibió un codazo del hombretón, que liberado del sello maldito su cuerpo se vio agitado, como un pollo sin cabeza, moviéndose en posiciones extrañas y macabras hasta finalmente caer al suelo.
Su cuerpo siguió sufriendo de espasmos durante unos segundos, hasta que finalmente, tras una última violenta sacudida, quedó inerte.
Kuma había muerto.
Koko le había asesinado.
—Suelta la katana —dijo Zaide, mientras le indicaba con una mano que volviese a su celda. Su expresión era…
… indescifrable. Parecía contento, aliviado y triste al mismo tiempo.
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Lo que Koko menos se esperaba era que el ninjato atravesara la carne y se quedase realmente allí, que Kuma no se convirtiese en humo o que de alguna manera sumamente extravagante se pudiera quitar el filo para después sanar de golpe. Cualquier cosa que pudiera justificar que el bandido siga respirando pero eso no ocurrió.
Se llevó un codazo que la hizo soltar el arma y retroceder unos pasos, temerosa de que en alguna violenta sacudida terminase por cortarla con la espada que tenía ensartada o algo similar pero finalmente, luego de un rato Kuma cayó y no volvió a moverse salvo por los espasmos habituales que cualquier persona tiene al morir bajo esas condiciones.
La pecosa temblaba, estaba aterrada pero más que nada por no saber lo que Zaide le haría al respecto, si aquello había sido en realidad una prueba o algo similar pero este, lejos de agredirla o similares la obligó a regresar a su celda lo cual hizo en absoluto silencio hasta que se percató de un pequeño detalle.
La puerta estaba destrozada y los restos apoyados contra la pared del fondo de la celda.
—Este… no hay puerta —dijo muy nerviosa en lo que se volteaba.
Aquello le venía bien porque significaba que Zaide la cambiaría de celda, es decir, no tendría que aguantarse el cadáver de Kuma delante suyo por el resto de su estadía. Eso sí, iba a intentar llevarse tanto la manta como el cubo, no sea cosa que la dejen sin nada tras el cambio.
—¿Huh? —Zaide miró a Koko, con incomprensión. Luego miró la puerta, o más bien la ausencia de esta, y entornó los ojos—. Oh, siempre tan diligente, Koko. Así me gusta —se pasó la lengua por los labios—. Ve a la celda de Datsue —dijo, señalando la que estaba a su derecha.
Mientras Koko se cambiaba de celda, oyó a Zaide decir:
—Todavía tienes tics de ninja, pero tienes madera de bandida, ¿lo sabías?
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Sabía muy bien que no la dejarían libre así sea con las esposas y por ello Zaide decidió enviarla al lugar donde había estado Datsue.
Sin tomarse nada de tiempo, la rubia se subió el jodido pantalón, tomó la manta, su propio balde y lo llevó a la celda de al lado para encontrarse con que el balde que Datsue había estado usando seguía allí, cosa inaceptable para ella así que simplemente lo sacó y… el piso también estaba sucio, bastante para su gusto aunque la mueca de desagrado de la rubia se dibujó justo cuando el Uchiha le mencionó aquello sobre… ¿su forma de ser?
Frenó en seco, olvidándose completamente de la mugre de aquella celda y se volteó a mirar a Zaide.
—¿A qué te refieres? —cuestionó con una ceja arqueada.
Tenía su manta bien enrollada y abrazada contra sí mientras que el balde… bueno, ese lo había estado llevando a base de empujones.
Cuando Koko se internó en la celda, sin embargo, y fue a por el balde de Datsue para sacarlo afuera, se encontró con que su puerta ya estaba cerrada. Zaide, ajeno a sus problemas, ya había sacado su manojo de llaves de la cintura y empezaba a probar. La primera no pareció encajar en la cerradura. Ni la segunda. Ni la tercera…
La kunoichi le había preguntado a qué se refería él con lo de tener madera de bandida. Sonrió.
—Dime una cosa, Koko. ¿Cuál es la diferencia entre bandido y ninja?
Mientras tanto, un pequeño hilo de sangre llegaba del charco que ya se había formado bajo el cuerpo de Kuma. Serpenteó entre las piernas de Zaide, y como si quisiese llegar hasta su verdugo, se coló entre las rejas.
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«Putos todos »maldijo con repudio dirigido en un primer momento a Zaide y luego al charco de sangre que le había llegado. Ahora no solo se tenía que aguantar la mierda del balde ajeno y las porquerías del piso, sino también el charco del que la había querido violar momentos atrás y había asesinado.
¡Todo mal!
Ah pero el Uchiha ajeno a todo siguió con su conversación.
—¿Qué ninjas trabajan para un kage o señor feudal mientras que los bandidos no? —respondió aunque no muy segura, jamás se lo había planteado.
Yendo al caso, la Kageyama no notaba demasiadas diferencias entre lo que hacían unos y otros principalmente porque en ambos casos los asesinatos son algo común. Ni siquiera se puede decir que los shinobis matan a quienes lo merecen porque… por algo surgen las guerras y conflictos entre villas y feudos.
Zaide abrió mucho los ojos, sorprendido por la respuesta.
—¡Exacto, Koko! ¡Exacto! —exclamó, invadido repentinamente por una ola de júbilo—. ¿Ves cómo te decía que tenías madera de bandida? Estás abriendo la mente, Koko. Todavía tienes muchos tics de ninja, pero estás abriendo la mente.
Clic. Finalmente, la quinta llave probada encajó en la cerradura. Zaide le dio dos vueltas, cerrando la puerta de la celda a cal y canto.
—Efectivamente, la diferencia entre bandido y ninja es la raya de su bandana —resumió—. Ambos matan, extorsionan, roban, secuestran, torturan… Algunos de los nuestros son violadores, unos pocos incluso caníbales, sí, ¿pero acaso no hay de esos entre los vuestros? Los hay —respondió por ella—. Entonces, cuál es la diferencia, ¿huh? La diferencia, es que unos lo hacen por sus ideas, porque quieren; y otros porque se les ordena. Funcionan como máquinas, simples autómatas a los que se les pulsa un botón y hacen lo que se les pida. Sin pensar. Sin razonar en si está bien o mal. Y, ¿sabes cuál es la mayor locura? —se carcajeó—. Que la sociedad ve con buenos ojos a los ninjas, a los autómatas que les degollarían el pescuezo si un superior se lo ordena, y en cambio a nosotros nos ve como la peste.
»¿Acaso no es una locura?
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La mente de la pecosa tal vez no estaba preparada para un debate tan profundo como aquél, principalmente porque la mayor parte de su atención se había fijado a la fuente de aquel sonidillo que solo podía indicar una cosa. «Mierda, que tenía la llave »se lamentó.
De no ser porque estaba sosteniendo la manta, ya hubiese puesto sus manos sobre los barrotes, pero tendría que conformarse con esa mirada descolocada fijada en la cerradura.
—Claro que lo es —respondió alzando la vista—. Pero si te niegas te tachan de traidor y no te queda de otra que huir.
No hacía falta pensar demasiado las cosas, después de todo, ellos podían representar fácilmente las dos caras de una misma moneda, por un lado Koko, quien por lo general no necesitaba esconderse de nadie, y por el otro Zaide, bandido que se veía obligado a pasársela escondido. Y eso sin entrar en detalles de higiene ni alimentación. O comodidades…
—¿No me puedes cambiar de celda? Mira, está llena de mierda y ahora de sangre —se quejó haciéndose a un lado para dejarle mejor vista al contrario.
Para colmo no tenía idea de cuánto tiempo faltaba para que Nagisa llegara así que a saber cuánto tiempo estaría encerrada en tan asqueroso ambiente.
La kunoichi, siguiendo el juego a Zaide —o quizá porque realmente pensaba así—, le daba la razón, asegurando ella también que vivían en una locura de sociedad. De hecho, el único motivo para seguir viviendo así era… que de negarse la tacharían de traidora, y tendría que huir por el resto de su vida.
Pese a que Zaide se había mostrado muy entusiasmado hasta el momento, justo al oír eso esbozó una mueca de decepción. Prefería mil veces a un ninja convencido de sus estúpidos principios a uno que, simplemente, se resignaba a vivir así por comodidad. Por, sencillamente, no salir de su zona de confort.
—¿No me puedes cambiar de celda? Mira, está llena de mierda y ahora de sangre.
Zaide paseó la mirada por la celda, con desgana.
—Has renunciado a tu alma y libertad por un poco de comodidad —le apuntilló—. Renunciar ahora a tu higiene no te hará más daño.
Sacó la llave y le dio la espalda.
—Buenas noches, Koko.
• • •
Datsue se levantó mucho mejor de lo que hubiese imaginado. Pese a que había compartido cama con Nagisa —con todos los nervios que eso le hubiese conllevado normalmente—, lo cierto era que se había quedado dormido nada más tocar el colchón. Ni nervios, ni vergüenzas, ni posible excitación de compartir cama con una chica de la que se había quedado prendado nada más verla en una fotografía. Simplemente, se durmió.
Shukaku, por otra parte, pronto se encargó de recordarle que no iba a ser tan fácil. Le despertó en varias ocasiones, siempre entre sudores fríos, pero estaba tan cansado que el Uchiha apenas tardaba en volverse a dormir.
Por eso, y aunque hubiese seguido durmiendo toda la mañana —y parte de la tarde—, a Datsue no le costó tanto levantarse cuando Nagisa le despertó.
Pidió un desayuno muy fuerte, compuesto de zumo, leche, tostadas y plátano. Además, antes de partir, pidió un poco de pasta para llevar. Así tendría algo que comer al mediodía, si no encontraban una taberna de paso.
—Estamos a nada de la frontera con el País del Bosque —dijo, mientras salían de la posada. Sabía que Nagisa lo sabía, pero era más por tener algo de conversación que por otra cosa—. ¿Seguiremos en el cocodrilo? —preguntó, intrigado—. La vegetación por el Bosque de los Hongos es muy espesa… Quizá por las Tierras de Llovizna avanzaríamos más rápido, ¿no? —Aunque, por otra parte, tendrían que hacer muchos más kilómetros. Ir por el País del Bosque era el camino más corto, desde luego—. ¿Crees que nos pondrán problemas por ir montados en un cocodrilo? —preguntó, poco después. Al fin y al cabo, eran países extranjeros. Quizá no se tomasen muy a bien que semejante bestia estuviese cruzando sus campos.
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