La noche caía sobre mis hombros y el viento cantaba una melodía fresca, no como aquellas que solía sentir en mi amada Amegakure, pero sí aceptable, por lo menos no pasaría mucho calor, estaría a gusto; el firmamento se encontraba totalmente despejado y sería cuestión de tiempo para que los cuerpos celestes se manifestasen con su característico fulgor.

Me encontraba siguiendo el sendero que los últimos rayos del sol me iluminaban, un camino desconocido y con rumbo a un lugar enigmático, un área delimitada por varias rocas que parecían haberse alineado en un perfecto circulo; algunas especulaciones declaraban que hubo un tiempo en que se utilizó esa área para llevar acabo rituales paganos o religiosos de quién sabe qué, pero a fin de cuentas eran puros rumores.

Fueron necesarias varias horas más para que por fin llegase a mi destino final, El Circulo de Rocas Ancestrales, ahora era acobijado por un manto estrellado y el cantar del viento era más helado. Lo único que tenía conmigo era una túnica verde oliva que cubría todo mi cuerpo, y una evidente joroba bajo la misma; caminé al interior del circulo y observe en silencio las características de aquellas rocas.

”¿Realmente usarían este lugar para realizar rituales?”

No sabía muy bien el cómo ni el por qué, pero lo que tenía claro era que, después de haber escuchado aquella historia sobre unos rituales religiosos de dudosa existencia en un lugar del País de la Espiral, Riko se había prometido averiguar todo lo que pudiese sobre aquel extraño círculo de rocas en el que, supuestamente, se habían llevado a cabo.

Había recopilado toda la información que había podido, había buscado en libros, pergaminos y todo lo que había podido encontrar en la biblioteca que tratara sobre ésto pero, finalmente, decidió que la mejor manera de descubrir todo lo que pudiera era viajar hasta el lugar e investigar allí mismo por lo que preparó sus cosas y, por la mañana, comenzó su camino hacia el Círculo de Rocas Ancestrales.

El viaje no se hizo demasiado largo, pero al llegar a su destino la noche ya había hecho acto de aparición y un manto estrellado cubría el cielo, dejando una estampa preciosa y digna de admirar y, en el horizonte, el peliblanco podía distinguir el grupo de rocas en forma de círculo que eran su destino.

«¡Ahí están!»

El genin empezó a correr para llegar cuánto antes y, en cuanto lo hizo se dirigió al interior del círculo, dispuesto a empezar con su investigación allí mismo. Pero, justo al asomarse, vio a una persona en el interior, andando por la zona y, dado que era de noche no podía distinguirle bien, pero por el tamaño no podía ser mucho más mayor que él, por lo que, en principio, no había nada que temer.

— ¡Hola! ¡Buenas noches! Mire, he venido aquí para investigar acerca de los rituales que se dice tenían lugar aquí hace mucho tiempo, ¿sabe usted algo acerca de ello? — Preguntó mientras se acercaba lentamente, para no asustarle.

Y ahí me encontraba, rodeado de aquellas piedras, me acerqué a una de ellas lo suficientemente cerca para poder ver su consistencia rugosa y luego palparla, buscando algún indicio, algo flojo, un boten secreto, cómo sí de un cuento se tratase, esperando a que sucediera lo inesperado, sin embargo, mis dedos no encontraron nada anormal, algo especial o extraordinario...

Suspiré y entonces me quité la mochila, saqué la botella de agua y bebí un poco de ella, observé el cielo mientras lo hacía. "Sí en amegakure no lloviese tanto algunos días podría observar un cielo como este..."

— ¡Hola! ¡Buenas noches! Mire, he venido aquí para investigar acerca de los rituales que se dice tenían lugar aquí hace mucho tiempo, ¿sabe usted algo acerca de ello? — Preguntó una voz, me volteé para observar de dónde venía y pude notar como una figura se acercaba lentamente.

—Soy un visitante nada más, he escuchado los rumores y he venido también a investigar un poco.— Admití mientras esperaba a que el chico llegase hasta mi. Finalmente, cuando su imagen fue clara ante mis ojos pude deducir que era alguien que conocía. —¿Riko?— Dudé un momento. —Hombre! ¿Cómo has estado?

—Soy un visitante nada más, he escuchado los rumores y he venido también a investigar un poco.

Aquel chico admitió no saber nada acerca de lo que Riko estaba investigando, y dijo ser, al igual que él, un mero visitante que se había acercado allí quizás para ver si tenía ese ambiente mágico y ancestral del que tenía fama.

— Oh, vaya...

Terminé de acercarme hasta el joven y, poco a poco, su figura se fue esclareciendo, dando lugar a un rostro conocido, alguien que había conocido bastante tiempo atrás y del que no había vuelto a saber nada.

—¿Riko? Hombre! ¿Cómo has estado?

El peliblanco soltó su mochila y, con una sonrisa se acercó aún más al pelirrojo, dispuesto a estrecharle la mano para saludarlo después de tanto tiempo.

— ¡Hombre Keisuke! ¡Qué casualidad! ¿Qué haces por aquí? Estás bastante lejos de tu país. — Preguntó el joven, interesándose por lo que había movido a aquel chico a acercarse hasta allí.

Me acerqué para aceptar el encuentro de nuestras manos y le di un apretón amistoso.

—Pues, ya ves, tengo un tiempo libre para dedicarlo al ocio y bueno estoy viajando un poco.— Expliqué brevemente para luego volver a posar mi atención en las rocas. —Escuché que anteriormente hacían algún tipo de ritual en esta zona y pues decidí venir, me causa mucha curiosidad del porqué aquí, ¿habrá algo especial?— Pregunté al aire.

—Tengo la esperanza de encontrar algo misterioso o especial, no sé, o bueno por lo menos esa es mi idea jaja, a lo mejor no estoy en el lugar indicado.— Volví a mirar al peliblanco. —Hay varios lugares misteriosos en todo el mundo y bueno sería genial ir investigandolos, ¿no crees?— Quería escuchar su opinión.

Y entonces preferí sentarme, estaba un poco agotado, tenía hambre y aquella mochila que mantuve en mis hombros por horas habían hecho mella en mi. —¿Cenaste ya? Muero de hambre.— Dije desde el suelo.

—Pues, ya vez, tengo un tiempo libre para dedicarlo al ocio y bueno estoy viajando un poco. Escuché que anteriormente hacían algún tipo de ritual en esta zona y pues decidí venir, me causa mucha curiosidad del porqué aquí, ¿habrá algo especial?—

Riko escuchó atentamente al amenio y, al parecer, había acudido allí para saciar su curiosidad, al igual que él aunque mirándolo con perspectiva, él no había que tenido que viajar prácticamente mientras que Keisuke sí había tenido que viajar bastante, aunque quizás tuviera una forma rápida de hacerlo.

— Sí, si te soy sincero yo estoy aquí por lo mismo, quería investigar un poco más sobre los rituales y todo eso que dicen que se hacían aquí. — Admitió el peliblanco. — Pues sí, la verdad que cuando me entero de algo interesante, me gusta ir a investigar por mi cuenta, sin olvidar el entrenamiento claro...

al ver como su interlocutor se sentaba, el peliblanco decidió hacer lo mismo, pues estaba algo cansado del viaje y era momento de descansar las piernas un poco.

— No, no he cenado aún, pero deberíamos encender un fuego, para calentarnos primero, voy a buscar unas ramas y hojas secas, busca tú algo con lo que hacer fuego mientras, ¿vale?

Y Riko marchó en busca de algo con lo que mantener un fuego vivo para no pasar frío allí.

Riko no tardó en anunciar que sus motivos eran similares a los míos, ¿quién lo diría? Era mucha coincidencia... No que tuviéramos los mismos motivos, sino que nos encontrásemos en el mismo lugar, el mismo día, a la misma hora... Podría llamarse "destino".

—No sabía que compartíamos ese espíritu aventurero.— Comenté con cierto interés. —Quizá podamos planificar algún día visitar algún otro lugar.— Pensé en algún lugar. —¿Te gusta el peligro? Hay muchos rumores que al final parecen ser cierto del Bosque de Azur.— Solté sin más.

— Voy a buscar unas ramas y hojas secas, busca tú algo con lo que hacer fuego mientras, ¿vale?

—De acuerdo.— Observé como se alejaba, realmente no necesitaba buscar nada para encender la fogata, bueno sí, buscar el encendedor que tenía en mi morral, lo cual no me llevaría más que un par de segundos.

Para cuando Riko volviese, yo me encontraría en el mismo lugar, sentado, con el yesquero frente a mi y con un trozo de pan entre mis manos. —Tenía mucha hambre, lo siento.— Dije entre mordiscos.

—No sabía que compartíamos ese espíritu aventurero. Quizá podamos planificar algún día visitar algún otro lugar. ¿Te gusta el peligro? Hay muchos rumores que al final parecen ser cierto del Bosque de Azur.

Riko le miró algo perplejo, ya había escuchado antes historias acerca del Bosque de Azur y si lo que contaban era mínimamente cierto, nadie querría ir a investigar a aquel bosque así porque sí, sobre todo por la parte de que no se solía volver vivo de allí si te adentrabas más de lo necesario.

— No sé yo si el Bosque de Azur es el mejor destino para ir a investigar. — Rió.

El peliblanco se marchó y estuvo fuera por unos diez minutos buscando algunos palos y hojas secas con lo que poder encender un buen fuego y mantenerlo vivo el tiempo suficiente. Keisuke, por su parte, se quedó donde estaba, pues tenía un encendedor a mano con el que prender lo que Riko trajera.

El viento silbaba a su paso entre las rocas que formaban el círculo, la noche estaba tranquila, nada hacía un ruido más alto que otro y el cielo estaba completamente estrellado, pero si el amenio estaba mínimamente atento, podría notar como, en algún punto cercano algo le observaba amenazante desde las sombras.

— ¡Ya he vuelto! — Dijo el peliblanco descargando todo lo que traía en el suelo. — Creo que con esto será suficiente.

Y cuando Keisuke se quisiera dar cuenta, aquella presencia que había notado hacía unos segundos, ya no estaba allí.

— No sé yo si el Bosque de Azur es el mejor destino para ir a investigar. — Rió.

"Algún día, cuando sea lo suficientemente fuerte para volver, iré al bosque de azur y sabré cual es el misterio en su interior... Me dije, sabiendo que faltarían un par de años para que eso ocurriese.

— Voy a buscar unas ramas y hojas secas, busca tú algo con lo que hacer fuego mientras, ¿vale?

—De acuerdo.—

Solo me tocaba esperar, con el yesquero en mi mano lo encendía y apagaba, y con la otra en el pan, medio mordido, manifestaba una pequeña flama que iluminaba una escasa área; y ahí en compañía de las estrellas y la oscuridad, lo sentí, un escalofrío recorrió mi espalda y encontré un par de ojos que me miraban de manera amenazante; dejé caer el encendedor justo frente a mi.

— ¡Ya he vuelto! — Dijo el peliblanco descargando todo lo que traía en el suelo. — Creo que con esto será suficiente.

Miré hacia dónde venía Riko, puesto que me sorprendió. —Tenía mucha hambre, lo siento.— Dije entre mordiscos.

Cuando volví a buscar aquella mirada, ya no se encontraba ahí. ¿Sería mi imaginación?

—¿Todo en orden? ¿Viste algún animal o a alguien más?— Pregunté repentinamente.

Riko volvió y lo primero que vio fue a su compañero dándole bocados a un trozo de pan ya que, al parecer, tenía demasiada hambre, por lo que el peliblanco rió.

— No te preocupes, yo también tengo bastante hambre ya... — Admitió a la par que su estómago rugía confirmando sus palabras.

El peliblanco entonces se acuclilló y empezó a apilar las ramitas y a amontonar unas cuantas hojas secas para formar una fogata que luego prenderían.

—¿Todo en orden? ¿Viste algún animal o a alguien más?

El uzunés levantó la mirada de su tarea para mirar directamente a Keisuke, aquella pregunta le pilló por sorpresa por l que pensó un instante, rememorando y buscando cualquier cosa que se hubiera encontrado en el camino.

— Mmm... no, nada, no he visto nada, ¿por qué preguntas? — Diría volviendo a su tarea.

Al poco tiempo el pelirrojo podría observar una pequeña fogata lista para ser prendida, y Riko se sentó a un lado de ésta, sacando un poco de pan de su bolsa y rebuscando buscando el recipiente que había traído con un poco de pollo.

— Enciéndela Keisuke, que tengo mucha hambre — Rió el Senju.

— Mmm... no, nada, no he visto nada, ¿por qué preguntas? — Reveló el peliblanco.

—Verás... No creo que haya sido mi imaginación.— Comenté dilatando un poco más el asunto. —Justo antes de que llegaras, vi un par de ojos entre las sombras que me miraban.— Y entonces cuando dije aquellas palabras sentí un escalofrío por mi espalda. —Y parecía que no estaba muy a gusto con mi presencia aquí...

Suspiré con pesar...

— Enciéndela Keisuke, que tengo mucha hambre —

—Claro, claro!— Me apresuré a encender el yesquero y a acercarle una hoja a la flama, la hoja terminaría siendo abrasada y se encargaría de transportar el calor al resto de las ramas secas, en un par de minutos la fogata estaría encendida y el humo se alzaría directo al cielo.

—Buen provecho.— Le di otro mordisco a mi pan. —¿Qué piensas de lo que te acabo de decir? ¿Será cansansio?— Aunque no quería, dudaba de lo que acaba de ocurrir.

—Verás... No creo que haya sido mi imaginación. usto antes de que llegaras, vi un par de ojos entre las sombras que me miraban. Y parecía que no estaba muy a gusto con mi presencia aquí...

El peliblanco abrió los ojos de par en par, aquello no era una buena noticia y, si Keisuke estaba cien por cien seguro de que no había sido su imaginación, solo quedaban un par de opciones, que fuera algún animal que al ver a Riko se hubiera asustado y se hubiera ido, o que fuera una persona.

— Bu-Bueno, seguro que no es nada... Será... será algún animal, no te preocupes. — Dijo tratando de quitarle hierro al asunto.

Entonces el amenio encendió la pequeña hoguera y el calor comenzó a hacerse dueño de la zona y Riko acercó un pedazo de su pollo para que se calentara al fuego antes de comérselo.

—Buen provecho. ¿Qué piensas de lo que te acabo de decir? ¿Será cansansio?

El peliblanco asintió y alzó su pedazo de carne, como si estuviera brindando, y después se lo llevó a boca, masticó y tragó antes de responder.

— Es posible, has hecho un viaje largo y el cansancio a veces juega malas pasadas...

El lenguaje corporal de Riko me hizo entender que aquella declaración le había tomado totalmente de sorpresa, su expresión facial así lo demostró, no obstante, su voz clamaba la tranquilidad y buscó restarle importancia al asunto, incluso concordó conmigo que podría deberse al agotamiento físico que cargaba, esperaba que eso fuese cierto.

—Y, ¿qué has hecho en todo este tiempo?— Pregunté curioso, no conocía mucho a Senju, habíamos coincidido un par de ocasiones pero no entablamos conversación fuera de lo natural, cordialidades y demás. —Yo bueno, me la he pasado entrenando bastante y creo que por fin voy a tener una buena cosecha.— Manifesté antes de que él respondiese, quizá sí escuchaba una breve declaración mía se sintiese más relajado, aunque realmente no le habia contado nada fuera de lo normal. —Y bueno, tuve la pérdida de un colega.— Comenté con voz un poco melancólica y desviando mi mirada al suelo.

Entonces dejé que reinase el silencio, era el momento perfecto e indicado para escuchar algo por parte de Senju Riko, y sí el quería decirlo, pues yo era todo oídos. Mientras escuchaba su posible anécdota me encargué por terminar de engullir lo que quedaba de mi cena.

—Oye, la naturaleza me llama.— Entonces me puse de pie. —Me pondré por allá y espero cuides mi espalda jaja.— Señalé unas rocas, estaban al lado contrario de dónde vi aquellos ojos, solo por seguridad. —No tardo.— Di varios pasos mientras llevaba mis manos a mi cierre para tener todo listo; cuando llegué me relajé, desalojando todo aquel contenido de mi vejiga.

—Y, ¿qué has hecho en todo este tiempo? Yo bueno, me la he pasado entrenando bastante y creo que por fin voy a tener una buena cosecha. Y bueno, tuve la pérdida de un colega.

Riko escuchó como Keisuke trataba de romper el hielo contando él primero lo que había estado haciendo durante todo el tiempo en el que no se habían visto, y la última parte le pilló completamente por sorpresa.

— Vaya... Lo siento, Keisuke. No son cosas fáciles de superar... — Él lo sabía bien. — Pues yo he hecho lo típico, entrenar para mejorar todo lo posible y he podido vivir alguna aventura por ahí.

El ambiente había cambiado por completo, aquella noticia del amenio había apagado la alegría que reinaba, pero era normal, era cuestión de tiempo que todo volviera a la normalidad.

—Oye, la naturaleza me llama. Me pondré por allá y espero cuides mi espalda jaja. No tardo.

El Senju rió ante el comentario de su compañero.

— De acuerdo, aquí te espero.


Cuando Keisuke terminó de hacer sus necesidades escucharía a su derecha el sonido de un arbusto que se agitaba, llamando su atención lo suficiente como para no ver venir a la persona que se acercaba, rápida pero sigilosa, por su espalda y ésta le colocó una bolsa en la cabeza impidiéndole ver y reduciéndole lo suficientemente rápido como para que no pudiera reaccionar.

El chorro fluyó como una potente fuente que en segundos se extinguiría, y que trajo como resultado un gran alivio a mi cuerpo, una vez hubiera terminado la micción me quedaría unos segundos más ahí, estaba observando a la derecha solo por curiosidad, porque oí como los arbustos que se encontraban por esa zona se movían.

"¿Será esa cosa?" Me dije y entonces di un par de pasos hacia allá. "Será mejor volver..."

En el momento en que me disponía a volver, mi vista se nubló, sentí como un objeto, una bolsa posiblemente de tela abrazaba a mi cuello y me impedía respirar, mis manos buscaron hacer resistencia, pero entre el desespero no lograba calmar mi respiración, estaba agitado, pataleando y malgastando mis energías, mi voz no lograba salir, lo intentaba pero ni yo mismo podía oírla. El déficit de oxigeno trajo las consecuencias que mi opresor esperaba, quedé inconsciente y a su merced.