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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1

Tomo esta trama con hueco de nuevos usuarios.

Augurio, Otoño del año 219

Era una apacible mañana de Otoño, y el Sol brillaba con fuerza sobre un cielo sin nubes, bañando con su claridad los Arrozales del Silencio. Aquella era una basta extensión de campos de labor en la que los plebeyos trabajaban para sus señores, quienes a su vez se debían al Daimyō del País de los Bosques. Era aquella una jerarquía férrea, en la que cuanto más abajo estaba uno, menos opciones vitales le quedaban. Incluso aunque en otras zonas más avanzadas del país la vida pudiera ser distinta, en un territorio eminentemente rural y dedicado a la agricultura como eran los Arrozales, los años parecían pasar el balde. Sin embargo, al ser la recolección de arroz un trabajo tan laborioso, de vez en cuando no faltaban jornaleros que querían pasarse de listos, evadiendo sus quehaceres...

Y con una cuadrilla de esos se había topado Uchiha Akame mientras transitaba los arrozales. Una modesta cantina al lado del sendero había llamado su atención con un delicioso aroma a arroz cocido con especias y carne a la parrilla, de modo que el joven Uchiha había decidido hacer un alto en el camino, cerca como estaban del mediodía. «Esta zona es basta, hace calor, y quién sabe cuándo encontraré la próxima cantina», se dijo el renegado. Así, se acercó al lugar. La parada no era sino un pequeño edificio, muy modesto, que se componía casi exclusivamente de una cocina abierta de par en par y las dependencias de la familia que lo regentaba. Para días soleados y calurosos como aquel contaba con una terraza ocupada por unas pocas sillas y menos mesas, cubierta por un toldo de tela algo raída.

Akame iba vestido con un yukata color azul claro, remangado en la parte baja al estilo de los mercenarios y rufianes, unos pantalones bombachos ceñidos a la altura de la espinilla por unas sandalias descubiertas con espinilleras, y un kasa de paja sobre su cabeza. Llevaba, a la frente, una venda anudada en torno a la cabeza —de pelo negro, corto y algo revuelto— que sujetaba una llamativa pluma de color azul eléctrico, colocada tras su oreja izquierda. Al principio el muchacho recibió ciertas miradas de curiosidad y desaprobación por la quemadura que le asolaba medio rostro, pero al no mostrar signos de andar buscando problema ni ser un criminal pendenciero, pronto la cuadrilla de peones que tan noblemente se escaqueaba de su jornada le invitó a tomar una copa de sake con ellos. Akame la rechazó cortesmente, pidiendo a la mesera un té verde en su lugar, pero sí que se sentó con ellos atraído por una buena conversación y, sobre todo... El tablero de shōgi, con las piezas dispuestas, que había sobre la mesa.

En el paso de media hora, el Uchiha ya había ganado tres partidas, y justo en este momento se encontraba al borde de rubricar su cuarta victoria. Con movimientos hábiles y una sonrisa en los labios cortados, desplazó su General de Oro restante para acorralar al Rey de su rival.

Jaque mate, Kobashi-san —anunció, triunfal, para luego dar otro sorbo a su vaso de té.

El derrotado dejó caer sus hombros, mientras el resto de los jornaleros aplaudían la maestría del Uchiha en ese juego, y consolaban a su compadre.
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#2
Con los rayos de sol brillando fuerte sobre su cabeza, el pelo castaño de Kazui comenzaba a calentarse. Ahora entendía la insistencia de Ukite de llevar una kasa, o algún tipo de sombrero para proteger su sesera, acostumbrada a caminar en una ciudad. “¿Por qué no le habré hecho caso a mi madre?” pensaba mientras caminaba. Cualquiera que viaje notará que en el camino es normal cruzarse con algún que otros viajeros, mercaderes también. Pero en esta zona concreta de los Arrozales del Silencio, lo que más abundaba con diferencia eran campesinos, y algún que otro repartidor arrastrando carros. Con la piel curtida de las horas bajo el sol y rostros y manos duras, del trabajo agotador.

Sin querer, pensó en la diferencia de vida de un campesino y un shinobi, y recordó como Ukita le narraba la historia de su antigua posada. “Yo podía estar así ahora. De camino al trabajo, en lugar de tener que hacer de genin-express” . Su encargo era sencillo, la persona que debía entregar este pergamino se acababa de doblar convenientemente el tobillo cuando se acercaba a recoger el encargo, al saber que más que una misión estaba haciendo un favor a otro genin.
-Tsk – chasqueo la lengua. Si hubiera tenido el don de gentes de su madre, habría podido escaquearse, pero no. Tuvo que heredar el genio de su padre, manso como un borrego. “Sinsangre, horchato…”
Suspiro, llevándose la mano a la pequeña cantimplora. Casi estaba acabada. Tomó otro pequeño sorbo de agua. Antes de tragar se detuvo. No, no por ser tan torpe como para no beber y caminar al mismo tiempo. A su izquierda, el matorral se había movido. Kazui puede no ser el ninja más avispado, pero esos detalles no pasan desapercibidos.

-¿Quién anda ahí?- soltó la cantimplora y tomó un kunai -Te advierto que no me ando con chiquitas- “¿Chiquitas? Tengo que dejar de pasar tiempo con mi madre…”
-Ya voy, ya voy – la voz salía del arbusto -Vaya don de la oportunidad tienes chico. Estaba meando- afirmó -Si chaval, los shinobis meamos en las misiones también – Añadió viendo la cara de sorpresa del chico.
Un tipo alto, con el pelo rizado y medio largo, una capa de viaje blanca y una cicatriz en la barbilla. En su cabeza lucía el emblema de su villa.
-¿Tu eres el mensajero de hoy? Has tardado mucho. Dame el pergamino, desde aquí me encargo yo-
“La descripción encaja” -Si, toma.- sacando el pergamino de su bolsa, se lo paso al ninja – Por cierto, ¿sabes dónde puedo conseguir agua?-
-No lo se, y no me importa. Pero hay un lugar no muy lejos en esa dirección, siguiendo el sendero-
-Oh, genial. Podemos ir juntos si vas en esa …- No pudo terminar la frase. El ninja desapareció de su vista - …dirección…- “Parece que ser shinobi no está reñido con ser un capullo” . Había caminado mucho, estaba sudado y no le quedaba agua. Un simple gracias hubiera estado bien.

Sin más que hacer, recogió su cantimplora y camino en la dirección que el ninja le había dicho. No tardó en verla. Una pequeña construcción al lado del sendero. No parecía gran cosa, pero estando donde está, rodeada de campos y en un lugar más bien humilde-tirando a pobre, debía ser la única en mucho tiempo. Se echó mano al bolsillo, tenía dinero.
Entró en el pequeño local. Algunas miradas se posaron en él, lo que le dio cierta vergüenza. Se quitó la capa ligera de viaje que le cubría del sol. Que en principio era blanca, pero el polvo había amarilleado por el camino, dejando ver su bandana anudada al brazo. Si algo estaba claro es que de esta manera se retratan los presentes. Algunos dejarán de prestar atención, por no buscar problemas, otros puede que lo odien un poco, cosa que no le importa. Ya no es un viajero enclenque más, es un ninja.
Entre los locales, una figura que no termina de encajar “No sé si es la ropa, la venda…o que tiene una pluma…” decide beber primero y observar después.

Con paso decidido se dirige a pedir un té, y agua para su cantimplora. “Quizá algo para picar…si, quiero comer algo”
-Señor, póngame un té, y agua, y ¿tiene algo de comer?-
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#3
Mientras los jornaleros echaban a suertes quién iba a ser el próximo vapuleado en el tablero por Akame —su entusiasmo por jugar había decaído conforme el Uchiha iba ganando fácilmente las partidas—, un nuevo personaje hizo acto de presencia en la escena. Pese a que se encontraba centrado en el juego, el renegado no pasó por alto un detalle brillante y metálico en el brazo del muchacho que cortesmente se había dirigido al dueño de la cantina. Era un chico delgaducho y muy jovencito —un genin, dedujo Akame, a juzgar por su edad y complexión— que parecía muy avispado.

¡Por supuesto, joven! —le contestó el cocinero, un tipo alto y de hombros anchos, con planta de trabajador y una barriga cerveza que le sobresalía por encima del cinturón del pantalón—. El guiso de hoy es arroz cocido con yakitori de pollo, pero todavía queda un poco para que esté listo. Asienta tus posaderas por ahí, y te daré una voz cuando mi señora termine. ¡Ya te digo que va a estar de rechuparse los dedos!

El cantinero parecía jovial pese a que su negocio probablemente no era el más lucrativo del mundo, sirviendo fundamentalmente a otros campesinos y trabajadores que eran algo más pobres que él. Con movimientos expertos rellenó la cantimplora del joven genin y le preparó un té verde, caliente, que dejó sobre la barra.

Akame, entretanto, había terminado con su quinto oponente y ahora en la cuadrilla no quedaba ningún agricultor con ganas de volver a pasar por la metafórica quilla. El Uchiha, que se había mantenido ajeno a aquel ninja de la Hierba por el momento, se dio media vuelta para mirar al fondo de la cantina —donde estaba la barra— y llamar su atención.

¡Eh, shinobi-san! ¿Te gusta el shōgi? Estos ilustres señores se han cansado de que les apalice, ¿tal vez tú quieres probar suerte contra este humilde viajero?
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#4
El posadero parecía contento. Quizá el que un cliente pidiera comida y bebida de buena mañana era el motivo, o quizá solo indicaba que los forasteros suelen tener dinero, y los shinobi también. Ya sabeis el dicho, ave de paso... Garrotazo.

Tomó asiento, afirmando con la cabeza, y toco el vaso, caliente aún. Le dio un sorbo, a la vez que le hablaban y si, se quemo.
No podía gritar ni quejarse. Imaginaos la imagen...
Así que se levanto y fue hacia la mesa, con un gesto un poco extraño en la cara. Como respuesta, afirmó con la cabeza.
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#5
«Vaya, nos ha salido calladito. Debe de ser el primer kusajin que conozco que no habla por los codos, vaya suerte la mía», pensó Akame con una poco disimulada mueca de molestia. ¡Justo cuando lo que quería era entretenerse! «Como sea, a ver si al menos puede presentar algo de batalla.»

Muy bien, kusajin. Vamos allá.

El Uchiha recogió las piezas que todavía quedaban en el tablero de la partida anterior, para luego dar un sorbo a su té —que ya estaba frío—. Luego le cedió al ninja de la Hierba las que le correspondían, y él colocó las suyas en posición. Luego esperó a que el muchacho estuviera preparado, e hiciese el primer movimiento. Claro que, él era un avezado jugador con muchísimas partidas a sus espaldas, el shōgi era una de las pocas aficiones que todavía conservaba de su vida como ninja y una que no tenía muchas ocasiones de practicar. Así era pues, que Akame se encontraba ansioso de comprobar si su oponente sería digno o por el contrario, un pipiolo que recién empezaba a jugar.

Mueves tú.


Para jugar la partida, había pensado en echarlo a suertes teniendo en cuenta nuestro stat de Inteligencia y unas reglas muy simples. Cada turno, el que postee hace una tirada de dados de diez caras (d10), tantos como su valor de Inteligencia/10 (redondeando hacia arriba). Podemos usar esta página y publicar el resultado en un OFF en cada post: https://www.wizards.com/dnd/dice/dice.htm

Las tiradas se realizan a dificultad 7. Esto quiere decir que todas las tiradas que salgan 7 o más, se cuentan como éxitos. Podemos jugar 4 turnos, y el que haya acumulado más éxitos gana la partida de shōgi. Te parece?
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#6
-Muy bien, kusajin. Vamos allá.

Tras aceptar la invitación del extraño, se sentó y observo como recogía las fichas y le cedía las que serían sus piezas.

-Llámame Kazui. Dijo mientras colocaba sus piezas.
Kazui recordaba haber jugado alguna vez, y que su padre le enseñara a hacerlo a una edad temprana, y el no prestara suficiente atención. En la casa de comidas tenían algún juego disponible, pero pocas personas lo pedían. Iba a ser un buen ejercicio después de todo. Mientras terminaba de colocar las piezas, intentaba recordar todo lo que sabía del juego.
-Mueves tú-
“Eso significa que soy el Sente, y mi icono es el negro” recordó “¿No había que hacer algo para determinar quién empieza? Bah, da igual”.

Observó a su oponente, mirándole a los ojos por un segundo. Escudriñaba su aspecto, y le resultaba algo incómodo. No por lo que pudiera parecer a simple vista, eran sus ojos. Tenían un brillo, una mirada analítica. Mala espina. “Céntrate. Este es un juego de seso, y de nervios”.
-Bien, así que tú serás el blanco. Afirmo el recién llegado.
Con su primer movimiento la partida se iniciaría. El primer movimiento puede determinar la reacción del adversario. Kazui marca entonces la posible estrategia del juego. “Hay algo en este tipo que me pone el vello de punta. No es su aspecto físico, ni la quemadura de su cara por la que no quiero preguntar. Es su mirada. Esos ojos… este tipo es más inteligente de lo que parece. Además, ha terminado con todos estos, que seguro juegan más a menudo que yo. Mejor ir con precaución y ver como se desenvuelve” piensa el joven.

Con decisión mueve un peón lateral una casilla, lo máximo permitido en shoghi para las piezas sin coronar.
-Y dime, ¿cómo debo dirigirme a ti, viajero? Quizá no era el tipo más avispado del mundo, pero su oponente no parecía un local, eso seguro.

Quizá le sirviera el ejercicio para desarrollar un poco sus dotes sociales. Y si ganaba, tendría una historia que contar.



¡Me encanta la idea!
30 de int=3 dados de 10 para mí.
3,9 y 10. Esto son 2 aciertos.

Si te parece bien, cuando tengas tu tirada, enfrentamos aciertos y vamos relatando el aspecto del tablero. El que acierte más, que narre capturas de piezas o coronaciones, y luego su movimiento, para darle vida al juego.
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#7
«Kazui, el Ninja de la Hierba», memorizó Akame. Luego asintió ante las palabras de su oponente, y una vez todas las piezas estuvieron dispuestas, la partida comenzó. Kazui realizó un movimiento simple de apertura, al que Akame respondió con uno idéntico. A estas aperturas les sucedieron varias jugadas rápidas en las que ambos oponentes trataron de acorralar al Rey contrario con unas simples maniobras muy efectivas contra novatos y jugadores poco experimentados... Para gozo de Akame, Kazui se defendía bien, y tras unos cuantos turnos, el tablero se encontraba más parejo de lo que el Uchiha habría esperado.

Te defiendes bien, eso hay que concedértelo —admitió el renegado, dando el último sorbo a su té—. Por aquí me conocen como Cuervo.

La partida había empezado de forma pareja y muy emocionante, hasta tal punto que los jornaleros observaban en un mutis total los movimientos de ambos jugadores.


Inteligencia 90/10 = 9 dados d10

Roll(9d10)+0:
8,5,5,3,1,3,5,7,9,+0

3 éxitos - 1 pifia (por el 1) = 2 éxitos
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#8
Tras el primer movimiento, le siguió otro idéntico por parte de su rival “Bien, el tampoco confía en mí. Era de esperar” pensó mientras movía su siguiente pieza.
Poco a poco el tablero cambiaba. Los lanceros se movían y alfiles y torres acababan de entrar en juego.
-Te defiendes bien, eso hay que concedértelo. Por aquí me conocen como Cuervo.
-Gracias. Tú también.

Conforme avanzaba sus opciones iban reduciéndose, y aunque había empezado bien, no solía jugar. “Cuervo, curioso nombre. Debe ser un alias.” pensó, y su vista se desvió a la pluma de su oreja “pero esa pluma azul no es de cuervo” . Volvió la vista al tablero para meditar su próximo movimiento.
-Sinceramente no juego mucho. Quizá me anime a practicar más. Cogió una de las piezas y la movió, intentaba avanzar hacia las últimas filas de su oponente, en una maniobra más agresiva, para convertir su pieza en una mejor.

El poco público que seguía la partida comentaba en voz baja. Pequeños cuchicheos. Debe de ser emocionante ver una partida de shogi decente, en un lugar que no parece recibir muchas visitas.
-Me enseñó mi padre hace tiempo, pero no juego apenas. ¿Y tú? ¿dónde aprendiste a jugar? Si puede saberse claro…
Hablar mientras miraba el tablero era más sencillo, cuando sus ojos se encontraban con los de Cuervo, quizá vergüenza, quizá intimidación, pero se le hacía algo más complejo.

Su próximo movimiento se centraría en intentar capturar alguna pieza extra, por si llegaban a tablas. Apuró su té, y se dispuso a pedir otro.
-Mesonero, otra taza de te. ¿Quieres una?. Le preguntó a su rival. Si él se había terminado la taza, seguramente Cuervo también hubiera acabado su bebida.


Tirada número 2:
3 dados de 10: 10,3,3
1 acierto
Silbar
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#9
El duelo intelectual seguía su curso entre Uchiha y kusajin, para goce de los labriegos, que en su vida habían podido imaginar que aquel día de intenso calor iba a ser tan entretenido. A medida que las piezas iban moviéndose, el lance se desarrollaba como un exquisito duelo de esgrima mental; tajo y estocada, parada y esquiva. Un paso en falso podía suponer salir herido, pero ninguno de los dos contrincantes parecía estar dispuesto a ceder terreno. Cuando Akame vio cómo Kazui se desplazaba para intentar capturar una de sus piezas, contrarrestó el movimiento con su Torre y acabó por ser él quien rubricó el turno con una posición ventajosa. «Buen intento, pero no me vas a pillar tan fácilmente», se dijo con una media sonrisa.

Ante la pregunta del ninja de la Hierba, el Uchiha se revolvió, ligeramente incómodo, en su asiento. Pareció dudar antes de responder.

Mi tía me enseñó a jugar —Kazui, gracias a su buena capacidad para percibir el entorno, podría sospechar que era una mentira como una casa de grande. No obstante, las siguientes palabras de Akame encerraban una verdad incontestable, y así serían percibidas—. Era una maestra muy dura y exigente, en todo.

¡Zas! Con otro rápido movimiento, el Uchiha capturó uno de los lanceros de Kazui. Cuando éste pidió algo más de té, Akame se lo agradeció con una inclinación de cabeza.

Sí, gracias, Kazui-san. Tengo la boca seca —admitió, y aprovechando la breve pausa, se sacó un cigarrillo de uno de los bolsillos interiores de su yukata. Lo prendió con ayuda de una cerilla que parecía haber aparecido por arte de magia en su mano diestra, y luego fumó un par de caladas—. ¿Fumas?


Roll(9d10)+0:
2,5,8,3,4,10,7,2,6,+0
Total:47
3 éxitos

Éxitos acumulados: 5
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#10
-¡Que sean dos, por favor! ¡Y avíseme cuando tenga el yakitori!¡Otros 2 platos! Si Cuervo no quería, ya daría él cuenta de los 2.

El muchacho pasó la respuesta a su pregunta casi por alto, concentrado en ver como su jugada era contrarrestada y revertida por su oponente. Aunque la respuesta le sonó forzada, no dio mayor importancia. Principalmente porque su rival acababa de privarle de otra de sus piezas.

“Mierda, este tío es más listo de lo que aparenta” miró a su rival mientras encendía un cigarro, y se sorprendió cuando le ofreció.
-Emmm.. Se quedó dudando si fumar o no. “Joder, decídete tío” Había visto fumar a otros, y nunca le despertó la curiosidad que tenía hoy. -Si, nunca es tarde para probar. ¿Tú fumas desde hace mucho? Tomaría de Cuervo el cigarro que le ofrecía.

Este pequeño parón, daría tiempo a su cabecita de pensar como darle la vuelta a la partida. Mirando el tablero, la cosa estaba empezando a torcerse. La experiencia de su rival empezaba a ponerse en su contra, e intentar desviar su atención del juego con otras preguntas no lo había hecho dudar. “Joder, desde aquí tengo poco que hacer. Al menos estoy aprendiendo” se consoló.
Bien visto, era un juego de estrategia, y él apenas tenía experiencia mientras que Cuervo… digamos que se le veía bastante más curtido en la vida.

Había pedido de comer, pero sinceramente le preocupaba más la bebida ahora mismo. Beber pequeños tragos de te le ayudaba a estar algo más relajado. Miró de reojo y vio como el cocinero vertía el agua caliente. Ya mismo estaría aquí.

“No se me ocurre como contrarrestar eso… olvídalo, vamos al ataque. Si consigo convertir un par de piezas en generales…” Movió su mano. La paró en el aire, se tomó un par de segundos e hizo su movimiento.
-Bueno Cuervo. Pase lo que pase, me alegro de haber venido aquí hoy. Esta partida está resultándome muy divertida, y no suelo conocer a mucha gente. No se me da especialmente bien. Por cierto, ¿vienes mucho por la zona?

Observó de nuevo el tablero. La verdad es que, para no practicar mucho, estaba presentando batalla. Intentaba analizar el patrón de su oponente, pero este parecía jugar más de un juego en cada movimiento. Repasando los movimientos que recordaba, tenía la sensación de haber ido a rebufo todo el tiempo.



Tercera tirada
3d10: 5,4,6
0 aciertos

Aciertos acumulados=3
Cébate. Pierdo y me engancho al tabaco. Gran día.
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#11
El vozarrón del inmenso dueño —con su inmensa barrigota— retumbó en toda la cantina como respuesta a Kazui.

¡Marchando dos tés verdes y dos platos de arroz con yakitori!

Akame, por su parte, sacó otro cigarrillo y se lo ofreció al de la Hiebra. Luego prendió un fósforo y esperó a que el ninja se lo colocara en los labios para darle fuego. «¿Tu primera vez? Heh, ahí viene la tos...»

Más de lo que me gustaría. Dicen que cuando llevas muchos años fumando tabaco, enfermas de los pulmones... Pero aun así, no soy capaz de despegarme de estos pequeños cabrones —admitió el Uchiha.

Mientras en cocina los platos se iban cursando, la partida de shōgi seguía su imparable curso. A pesar de que Kazui había empezado bien, defendiéndose y jugando agresivo para tomar el mayor número de piezas posibles e incluso intentando convertir algunas de las suyas, Akame probó gozar de mayor veteranía. Aguantó el chaparrón y luego contraatacó con una serie de movimientos ofensivos que cogieron totalmente desprevenido al de Kusagakure. Tras convertir uno de sus peones y capturar tres piezas rivales, no le fue difícil acorralar al Rey de Kazui y darle...

Jaque mate —anunció mientras movía su General de Oro a la posición que le otorgaba la victoria.

Los jornaleros estallaron en aplausos y vítores al ganador, e incluso alguno fue a consolar al derrotado con unas bruscas palmadas en el hombro. Akame se recostó en su silla mientras le daba un par de pitadas a su cigarro, observando a Kazui con una media sonrisa.

Bien jugado, shinobi. Y pues no, no vengo mucho por aquí. Estoy de paso —admitió, sincero—. Eres de Kusagakure, ¿verdad? Cualquiera aquí podría reconocer ese símbolo. ¿Qué te trae por estas tierras? Espero que ninguno de estos rufianes se haya pasado de listo —añadió, mirando a los jornaleros con una sonrisa cómplice, a la que éstos respondieron con carcajadas.

En ese momento el panzudo cantinero llegó con un par de platos del guiso del día en las manos. Akame ayudó a recoger el tablero y las piezas para hacer sitio en la mesa, y luego agradeció el gesto con una ligera inclinación de cabeza. Ni corto ni perezoso, tomó los palillos que el cantinero les había dejado junto a cada plato, y empezó a comer con avidez.


Roll(9d10)+0:
7,9,3,3,2,4,3,10,6,+0

3 éxitos

Éxitos acumulados: 8
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#12
Mientras Cuervo hablaba Kazui encendía el cigarro, torpemente. Tomo una calada larga, como suele hacerse cuando observas a un fumador con experiencia… y tosió. No fue solamente el humo. El sabor del tabaco por primera vez es … desagradable. Acartona la lengua.

-Cof, cof. No sé si podría acostumbrarme a esto. “Uf, demasiado para mi quizá”

Con una serie de movimientos meditados, su rival se hizo con la victoria al son de un jaque mate. -No lo he visto venir… sentenció el muchacho. “Si, me tenía en su mano desde hace tiempo, pero esto… definitivamente no es un cualquiera”
Los aplausos no le molestaron, al fin y al cabo, había disfrutado mucho. Las palmadas de consolación… para un tipo de su constitución fueron algo más de lo que esperaba. La tos volvió, pero el genin intentó fumar de nuevo. Una calada más corta y el mismo sabor fuerte.

-Jajajaja no, no. En efecto, Kusagakure es mi hogar, y no, estas buenas personas no son la razón- afirmó esforzándose por caer bien. -Era una simple misión de mensajero que me trajo cerca, y necesitaba beber algo. “Me cae bien, pero no voy a darle detalles de lo que hace un shinobi por aquí. No sé si puedo, pero sé que no debo.” Pensaba, justificándose a sí mismo.En cuanto recogieron las piezas y los platos estaban servidos, el olor de la comida casi eclipsaba el de su cigarro. Tomo una calada más, aunque casi por compromiso. Para su sorpresa esta no le supo tan mal. Dejó el cigarro y comenzó a comer. No era el mejor plato que había comido nunca, pero estaba muy bueno. El arroz era posiblemente más fresco que el que se comía lejos de los arrozales. -Bueno Cuervo. Quizá nos volvamos a encontrar otra vez, y la batalla esté más nivelada. - “Ahora que lo he probado, quiero jugar más”

-¿Puedo hacerte una pregunta… algo más personal?- dijo de manera algo tímida- sobre ese adorno que llevas en la oreja “Lo último que quiero que piense es que le preguntaría por su cicatriz…”

Si la respuesta no se daba, solo había que cambiar de tema, o hablar de la partida. Sinceramente él era la persona más interesante del local.
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#13
Cuervo —Akame— contuvo una carcajada cuando vio a aquel kusajin tratando de fumar a pulmón por primera vez. Como les sucedía a todos con su primer cigarro, el humo era un elemento hostil y desconocido que el propio cuerpo se esmeraba en expulsar lo antes posible. Tomaba tiempo domarlo y hacer que tu propio pecho lo aceptara como un mal necesario; era, en cierto modo, retorcer las leyes más básicas de la Naturaleza para alcanzar cierto dominio sobre uno mismo. Si se quería ver así, claro. Si no, era tan sólo un pasatiempo de idiotas que disfrutaban eligiendo la forma de morirse que más les gustaba.

Divagaciones existenciales aparte, Akame escuchó con atención la explicación que Kazui daba a su presencia por aquellos lares. Pese a que el shinobi se guardaba detalles —lógicamente—, no parecía estar mintiendo. «Un mensajero, vaya. Y bastante jovencito. ¿Qué rango tendrá? ¿Genin, quizás?» El Uchiha no lo preguntó, sino que dejó explayarse a su interlocutor, contestando sólo cuando era interpelado directamente.

Quién sabe, Kazui-san. Quién sabe. Mis viajes me llevan por muchos ricones de Oonindo —respondió al deseo del kusajin de una revancha—. No se te da mal, pero tienes poca práctica. Quizá en el futuro puedas ganarme.

El apetecible almuerzo siguió su curso, mientras la cuadrilla de recolectores pedía algunos platos para compartir y más botellas de sake. Acabada la competición de shōgi, empezaban a darle más duro al alcohol, y mientras Akame y Kazui almorzaban, los jornaleros se iban poniendo cada vez más "alegres". Cuando el de la Hierba quiso saber sobre la pluma de vivo color azul que Akame llevaba sobre la oreja izquierda, sujeta con la venda que lucía en la frente, el Uchiha asintió sin darle demasiada importancia.

Adelante —masculló, lacónico.
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#14
-Yo aun no viajo mucho, pero quizás con el tiempo…
Verás, me he preguntado desde que la vi, si esa pluma es parte de tu atuendo o más bien un objeto personal. No te lo tomes a mal, pero no pareces un seguidor de la moda y eso… Así que, ¿es algún tipo de recuerdo? ¿es por eso lo de Cuervo?


Pese a que la boca le sabia algo rara a veces, el plato estaba sentándole muy bien. Había corrido bastante y caminado cuando se cansaba. Le dolían los pies, y la comida le estaba ayudando a reponer fuerzas. Una vez terminado, pagaría la cuenta y se plantearía volver a Kusa. Quizá con suerte cobraría hoy mismo, y le compensaría comer fuera e invitar al vencedor. Observo el cigarro, estaba casi consumido por completo. No se atrevió a darle otra calada. “¿Y si la comida me sabe mal después? Paso…” Con el tiempo puede que llegara a apreciar ese sabor, pero sinceramente no era algo que buscara conseguir. La vida da muchas vueltas.
“Quiero pensar qué con el tiempo, seré mejor conversando y quizá, haciendo amigos”

-No quiero incomodarte, ni parecer cotilla. Yo conservo un recuerdo, pero no lo llevo a la vista.

El alboroto de los parroquianos estaba empezando a eclipsar incluso las conversaciones. Conforme las botellas se vaciaban de alcohol, el local se llenaba de ruido. Algunos comentaban sus propias partidas. Otros hablaban de mujeres. Típico. Casi había terminado su plato. Tomó un trago largo de té para bajarlo. Kazui observaba a Cuervo. En el fondo quería pedirle una revancha, pero sabía a ciencia cierta que no tenía oportunidades. Prefirió callar y quizá el tiempo le diera una oportunidad algún día.
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#15
Kazui no mentía: tenía pinta de estar tan verde como sus palabras confirmaban. «O bien es realmente bueno en parecerlo», caviló Akame. Todo apuntaba a que se encontraba en presencia, sin más, de un genin de la Hierba. Aun así, el joven Uchiha no era capaz de relajarse del todo; nunca lo era. Estar fichado por las Tres Grandes conllevaba una serie de riesgos, como el de que se te acercara un inocente ninja con pinta de novato que, a la que te despistabas, se quitaba la careta y era un jodido jōnin de élite. Con todo y con eso, Akame se permitió disfrutar de la comida que le había invitado y de un buen cigarro mientras conversaban.

¿Por esto? No, no —negó el Uchiha cuando Kazui achacó a la pluma azul su apodo de Cuervo—. Es porque voy de aquí para allá, y porque mis ojos negros tienen buena vista para el oro —agregó, con una sonrisa lobuna—. Esto... Es un recuerdo, en efecto. Uno que me produce gran dolor, más del que seas capaz de imaginar.

Fumó una honda calada.

¿Cuál es el tuyo? Déjalo ver.
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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