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8/04/2018, 21:21
(Última modificación: 8/04/2018, 21:25 por Uchiha Akame.)
Ascua, Verano del año 218.
«¡Ni siquiera por ser Verano mejora el tiempo en este condenado país!»
Uchiha Akame escuchaba la lluvia repiquetear contra el toldo de tela vieja y rasgada que colgaba sobre su cabeza. Aunque tenía algunos descosidos por los que finos chorros de agua se filtraban y caían al suelo, salpicando algunas de las mesas y sillas dispuestas alrededor del puestito de madera, era lo suficientemente amplia y robusta como para proteger de las inclemencias del clima a los clientes de Yemi Sin Yemas. No es que hiciera mucho frío, o demasiado viento —cosa que, en aquellos lares, era de agradecer— pero en Colapescado había estado lloviendo desde por la mañana temprano hasta el mediodía.
— ¿Qué, está bueno, eh? —preguntó un hombre alto, delgado y que llevaba puesto un grasiento delantal, desde dentro del precario puesto de pescado rebozado—. ¡Te aseguro que no encontrarás otro igual en todo Arashi no Kuni, shinobi-san!
El aludido paseó su mirada por el cucurucho de papel de traza que tenía entre manos, repleto de trozos de pescado rebozado y patatas fritas. Con dedos ansiosos tomó uno de cada —pescado y papa— y se los metió en la boca sin dilación. Masticó, saboreando, y al instante su rostro se tiñó de satisfacción y sorpresa a partes iguales.
— Por las tetas de Amaterasu... —murmuró—. ¡Pues es verdad! Está delicioso, sin duda el mejor pescado con papas que he probado en toda mi vida.
Yemi Sin Yemas alzó el puño derecho, victorioso, mientras componía una expresión que venía a decir "yeah!". Entre risas, vitoreó.
— ¡Claro que no! ¡Otro cliente satisfecho para este humilde establecimiento!
Pese a que el puesto era apenas un rectángulo de madera con una barra, pequeña cocina y puerta trasera, había dispuestas una gran cantidad de mesas y sillas alrededor, todas cubiertas —más o menos— por el viejo toldo. Sin embargo, no había ningún cliente más a aquellas horas del mediodía, cosa que extrañó de sobremanera al joven Akame.
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¿Qué hace un genin que ha perdido la mayor parte de su vida en hacer nada? Pues seguir haciendo nada, pero de forma entretenida. Los entrenamientos recientes no parecían haber provocado un cambio significativo en él, o al menos no lo sentía de esa forma. ¿Qué podría hacer en su condición actual? Lo que mejor se le daba: los problemas gratuitos. Atraído por los rumores de posibles tesoros en un lugar orillado del País de la Tormenta, el joven Isa emprendió una campaña en solitario, aprovechando que en esta ocasión no estaría supervisado por su ausente padre.
¿Rumores de gente que ha perdido la vida por meterse dónde no los llaman? "Babosadas. Sólo necesito ser precavido y todo estará bien." Jactose en solitario, confiado en su limitada capacidad ninja.
Fue así que emprendió su camino hasta el sitio; no esperaba para nada encontrar otras personas, pero para su sorpresa descubrió que existía un pequeño asentamiento en aquel lugar. "No se ve muy acogedor que digamos." Pensaba al ver los alrededores. Tras vagar un rato más, se atrevió a preguntar por el nombre del lugar, teniendo así ahora una palabra para llamar a aquel sitio: Colapescado "Este nombre parece un mal chiste." Le causaba una gracia que casi le daba por reírse. ¿Cómo no hacerlo? Parecía casi a propósito que quisieran llamarse así por competir con el famoso pueblo de las papas fritas con pescado.
No iba a tirarle piedras al cabro, era de cierta ayuda tener dónde resguardarse durante su viaje. Era de aprovechar la ocasión para darse un "lujo" en su trayecto. Así, caminó hasta un puesto de comida dónde sólo Ame no Kami parecía atreverse a visitar.
—Buenas, ¿quien atiende?— Dijo mientras buscaba dónde sentarse. Mientras revisaba se percató de que no estaba tan sólo cómo pensaba al inicio. Independientemente de que no había más comensales en los que fijarse, le resultó especialmente llamativo la vestimenta del personaje que se encontraba sentado. "Chaleco militar, pero no de Amegakure. ¿Qué hace un shinobi de su categoría por estos lares? Vamos a averiguarlo." No había alcanzado a ver su bandana, pero el símbolo de la espiral en la espalda del contrario era suficiente para identificarle. No tenía planes de ser discreto en esos momentos.
—Oeh— se acercó con sus manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, ignorando el agua que le caía sobre su cabeza por algún agujero del toldo; total, el líquido sobre su cabeza era la última cosa en la que un amegakuriense debía preocuparse. —¿Hay sitio para sentarse?— Lugares vacíos a su alrededor sobraban, pero su pregunta no iba por ese lado. El tuerto esperaría respuesta, con su clásica expresión seria.
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No hacía mucho tiempo de su última misión, la cual, una vez más había sido completada con éxito, tomarse el día para si misma era un plan de la hostia para la kunoichi de cabellos dorados. Había oído hablar de cierto cocinero en colapescado que hacía el mejor pescado rebozado con papas y no parecía mala idea poder probarlo.
«pfff...¿Este tipo otra vez?» se dijo a sí misma al acercarse al precario puesto gastronómico del tal Yemi Sin Yemas, notó con curiosidad, que el susodicho shinobi pendenciero Amejin estaba sentado con otro shinobi, extranjero para más dato, quizá solo fuera coincidencia y se conocieron aquí...quizá...«Das información a otras aldeas...» sea cual sea el caso, la rubia decidió darle el beneficio de la duda y sentarse alejada del par y aunque podría espiarles «Día libre Reika, siéntate tranquila a comer» resonó en su propia mente.
-Pescado y papás, por favor y para beber sólo agua- pidió con sonrisa amable, llegados a este momento, Kagetsuna ya se habría percatado de la kunoichi hace rato y que trataba de evitarlo lo más posible para poder pasar un buen momento, lo cierto es que de todos modos ya se estaba esperando alguna chiquilinada por parte de aquel Amejin.
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—¡Pues yo mismo, amigo! ¡Bienvenido!
Yemi Sin Yemas saludó con la energía que al parecer le caracterizaba a su recién llegado cliente. Akame observó la escena en silencio, tomándose especial interés en observar dos detalles de aquel muchacho. Primero, el parche que cubría su ojo derecho; y segundo, la bandana de Amegakure que llevaba consigo. «No es de extrañar, en realidad. Está en su casa... Aunque sí es curioso lo del parche. Parece joven, ¿será un genin?» pensó el Uchiha antes de recordarse que él era el ejemplo perfecto de que medir rangos ninja por la edad no siempre salía bien.
Akame volvió a su cartucho de pescado rebozado con papas cuando de repente la voz del shinobi de la Lluvia le sacó de sus pensamientos. Alzó la vista para clavarla en el único ojo del muchacho, de color turquesa, cuyo brillo parecía haberse apagado mucho tiempo atrás. El Uchiha lanzó una mirada distraída a su alrededor antes de contestar.
—Cómo no —su voz sonaba distante pero calmada—. Uchiha Akame, de Uzushiogakure.
En ese justo momento una tercera persona hizo aparición en la escena. El jōnin le dedicó una mirada fugaz; se trataba de una muchacha joven, de cabello rubio y ojos claros, que lucía también la placa identificativa de la Lluvia. «¿Habrán venido juntos?» Akame llevaba allí un buen rato y ni una sola alma se había asomado por el lugar; entonces, de repente, dos ninjas de Ame aparecían casi al unísono. «La casualidad, supongo...»
Yemi Sin Yemas, por su parte, atendió a la muchacha rubia con la misma intensidad.
—¡Bienvenida, bienvenida! —después de que el chico del parche en el ojo le dejara con dos palmos de narices, el cocinero parecía querer emplearse a fondo en no perder a su recién llegada cliente—. Marchando un cartucho de pescado rebozado y patatas fritas, cargado hasta arriba. ¡Le garantizo que no probará otro igual, kunoichi-san!
Con aquellas, Yemi se dio media vuelta y se puso manos a la obra.
—¿No viene contigo? —preguntó Akame al chico del parche.
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9/04/2018, 22:37
(Última modificación: 10/04/2018, 00:27 por King Roga.)
El tendero le respondió con una amable y cálida bienvenida, contrastando con la tristeza que desprendía aquel ambiente descuidado y abandonado. "Vaya vaya, por lo menos parece qué si hay vida en este sitio." Se mantuvo serio ante el alegre hombre, pensando en qué pedir. Cómo no sabía exactamente que servían en ese lugar, miró por un instante la mesa del shinobi de la espiral y señaló sin tapujos el plato del de cabellos oscuros.
—Quiero que me sirva uno igual al de él— le exigió con un tono seco.
Ante la positiva del otro shinobi, jaló una silla y se sentó enfrente de él mientras escuchaba su presentación. "Su nombre me suena de algo, aunque su cara no... Meh, será el apellido." Por el momento le daba igual quién fuese, aunque ya pudiendo observarlo detalladamente pudo darse cuenta por su placa que se trataba de un jounin. "¿Qué edad tendrá? No parece ser demasiado mayor a mí." Pensaba mientras apoyaba su brazo derecho en parte del respaldo del asiento. Por ahora sólo sabía que en todo caso era alguien de cuidado si ostentaba ese rango.
—No esperaba toparme con otros viajeros en un lugar tan lejano— Cómo era de costumbre, pasó por alto el dar a conocer su nombre, aunque el otro ya debía dar por sentado a qué aldea pertenecía.
Sin embargo, un tercero había llegado a hacer multitud al dueto. "Ahhhh, me lleva la que me trajo." Ladeó la cabeza para ver de reojo a un nuevo personaje en escena, cuya presencia era suficiente para amargarle el día. "Maldita sea mi suerte." Mejor volteó la cara, para evitar sentir náuseas por verla demasiado.
—¿Esa niña?— Se mostró extrañado cuando el de ojos negros le preguntó sobre si venía acompañado. —Ni de loco, no sé siquiera cómo se llama. Aunque, si quieres que te diga algo, esa rubiesita es una metiche—. Bufó mientras desviaba la mirada, buscando al encargado para ver si le traía su orden.
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La energía y la buena vibra del cocinero le fue contagiada a la kunoichi -Eso me contaron, hace unos días mis padres vinieron por aquí y había arreglado con mi hermano para venir, pero tuvo que presentarse ante Arashikage-sama para cumplir con una misión- y ahí estaba la razón de porque la joven Yamanaka se había presentado sola en el pequeño comercio, con todo el viaje que eso conllevaba.
Un pequeño suspiro, que en realidad era un bufido de lo más pesado se escapó de labios de la rubia en el preciso momento en el que el tuerto la trataba de metiche «Discúlpame por preocuparme por ti cuando llorabas a moco tendido en la puerta de mi casa» se dijo la kunoichi de cabellos dorados en pensamientos, ignorando por completo de que en realidad, el tuerto la odiaba por una única y estúpida razón: su color de cabello, desconocia que el hecho de que sus cabellos dorados como un día soleado era la causa de esta especie de guerra...Aunque la realidad era que solo el estaba en guerra.
A todo esto, parecía que Reika se equivocaba, ambos muchachos eran desconocidos y se habían encontrado aquí piratas obra de la casualidad, quizá, al igual que ella, habían llegado a este precario puesto guiados por los rumores «Los rumores se esparcen muy rápido por toda Oonindo...Y yo dejando que este mocoso que no hace nada por su propia vida más que hacer bromas, hable mal de mi...Como si supiera algo de mi»
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Yemi Sin Yemas sonrió, mostrando su dentadura picada y algo maltrecha, cuando Reika le comentó que provenía de una familia de ninjas.
—¡El trabajo es el trabajo!, ¿eh? —respondió, encogiéndose de hombros—. Yo también heredé el oficio familiar, mi señora madre, que en paz descanse, me enseñó todo lo que sé sobre este apetitoso plato... Originario de Colapescado, ¿eh? Aunque ciertas personas hayan querido, a la postre, atribuirse el mérito...
Luego Kagetsuna pidió otro cucurucho de pescado rebozado con papas, y el cocinero asintió para hacerle saber que había captado la comanda. Con gesto mecánico, Yemi Sin Yemas se puso a rebozar más trozos de pescado mientras la freidora bullía con un suave burbujeo.
Mientras, Akame degustaba su manjar escuchando a lo que el chico del parche tenía que decirle. «Así que sí la conoces...» ¿No sabía su nombre pero sí era capaz de criticarla? «Tal vez sea divertido juntar a estos dos», pensó el Uchiha con cierta guasa. Así, trató de llamar la atención de la rubia con un gesto de su mano derecha.
—¡Oye, kunoichi-san! Siéntate a degustar este pescado tan delicioso con nosotros. Hace tiempo que no me cruzo con un ninja de Amegakure... ¡Y ha querido el destino que hoy seáis dos!
Entonces se volvió hacia el chico de pelo violeta, que todavía no se había presentado.
—¿Cómo es tu nombre, shinobi de la Lluvia?
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El tuerto trataba de no prestarle atención a la rubia, pero para su mala fortuna, el de Uzushio frustraría su deseo al invitar a la jovencita a su mesa. "¿PERO QUÉ HACE ESTE SUBNORMAL?" El Isa se exaltó, observando al jounin con su ojo sobresaltado y sin afán de disimularlo. "Le acabo de advertir sobre ella, ¡y va él y la llama! Verga." Suspiró, indignado. Volteó la cara hacia el sujeto que preparaba la comida, tratando de serenarse. No quería tener agruras antes de empezar a comer. "Sólo voy a ignorarlos y ya." Y así, aplicaría la ley del hielo hasta dónde le fuera posible.
—Kagetsuna— Contestó a secas, viendo de reojo al Uchiha. Ni una palabra más, ni una palabra menos. Estaba de peor humor que lo habitual, por lo que sus planes cambiaron un poco: Comería y se largaría antes que la rubia le pegase algún microbio.
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—¡El trabajo es el trabajo!, ¿eh? Yo también heredé el oficio familiar, mi señora madre, que en paz descanse, me enseñó todo lo que sé sobre este apetitoso plato... Originario de Colapescado, ¿eh? Aunque ciertas personas hayan querido, a la postre, atribuirse el mérito...
-¿Hace mucho que usted lleva adelante el puesto familiar?- preguntó curiosa por conocer la hsitoria de aquella persona de cuyo platillo tanto escucho hablar.
—¡Oye, kunoichi-san! Siéntate a degustar este pescado tan delicioso con nosotros. Hace tiempo que no me cruzo con un ninja de Amegakure... ¡Y ha querido el destino que hoy seáis dos!
Escuchó y levantó la mirada para ver y encontrarse con el shinobi de Uzushiogakure invitándole a acercarse, mientras seguramente escuchaba la respuesta del afamado -en mayor o menor medida- cocinero de Cola Pescado. La chica hizo lo que cualquier persona con varios dedos de frente haria, sobretodo teniendo en cuenta de que quiza su -por desgracia- compatriota le jugaria alguna broma...quiza trabarle con el pie provocando alguna caida, evito pasar por su lado y dio un rodeo por el lado contrario caminando unos cuantos pasos dado que era el camino mas largo.
Buen dia shinobi-san, Reika es mi nombre- le saludó con una leve reverencia, le generaba algo de curiosidad saber que Amejins tuvo la oportunidad de conocer -Tambien tuve la oportunindad de conocer Uzujins, shinobi-san, sus nombres son Eri, Kotetsu y Ashito- dijo recordando sus nombres -¿Los conoces?- inquirió, algo era cierto, no todos los ninjas de una misma aldea se conocen entre si, un ejemplo de ello eran los dos Amejins alli presentes que esta era la segunda vez que se veian los rostros...pero uno ya creia saber todo del otro....solo por su color de pelo «Solo espero que no se ponga pesado»
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«Ah, parece que realmente se molestó conmigo por invitar a esa kunoichi a la mesa», pensó Akame con gesto reflexivo. Nunca había visto a dos ninja de la misma Aldea que se llevasen tan mal —aunque desde luego existían rencillas en todos lados—, ni que tuvieran tan poco reparo en mostralo abiertamente. «Al menos por parte de uno de ellos. La kunoichi parece más discreta... Aunque está claro que tampoco le tiene agrado a él» pensó Akame mientras veía a la rubia dar un rodeo para no cruzarse con su compañero.
—Uchiha Akame, del Remolino —correspondió él, con una inclinación de cabeza—. Sí, los conozco, y en efecto son compañeros míos. Aunque hace ya mucho tiempo que no trabajo directamente con ellos.
Desde su ascenso a jōnin —o incluso antes— Akame había dejado de realizar misiones con los que en otro tiempo fuesen sus compañeros de Academia y promoción.
—¡Dos cartuchos de pescado rebozado y papas fritas, receta especial de Yemi-san! —vociferó de repente el cocinero, saliendo de su puestito de madera con la comida en las manos.
Yemi Sin Yemas se acercó a la mesa donde estaban sentados los tres ninja y les dejó a Kagetsuna y Reika su pescado. Luego les deseó buen provecho y volvió a su puesto.
—Bueno y, ¿cómo están las cosas por Amegakure, Reika-san, Kagetsuna-san? —preguntó el Uchiha mientras terminaba su propio cucurucho.
Mientras ellos conversaban, dos personas más llegaron al puesto. Si alguno de los ninja les prestaba atención, vería que se trataba de dos mujeres de aspecto rudo; de buena altura y razonablemente corpulentas, vestían con ropas sencillas de tonos negros, azules y marrones. Ambas tenían el pelo castaño, pero una lo llevaba rapado mientras que la otra se había dejado una coleta corta que le llegaba a poco más de la nuca.
Las dos tipas se dirigieron directamente hacia la barra del puestecito, apoyándose con gesto chulesco. Yemi Sin Yemas se acercó inmediatamente a ellas, y las tres personas empezaron a hablar entre dientes.
El cocinero parecía nervioso. Las dos mujeres no.
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"¿Pero qué se cree esta perra? Evitándome cómo si yo fuera no sé que cosa. Seguro se las lleva de digna cómo para osar acercarse a mí la muy chula." Maldijo dentro de sí, observando de reojo a la rubia por cada movimiento que hacía. Incluso, mientras la muchacha y el jounin platicaban, la mirada afilada del Senju no se apartó de Reika, ignorando completamente lo que estos hablaban. No fue sino hasta que el tendero les llevó su orden a la mesa que el tuerto fijó su atención en otra cosa. "Ya puedo comer en paz." Aunque nuevamente el Uchiha parecía querer esforzarse para que ambos genin se vieran forzados a entablar conversación. "Ay, este nene." Rodó el ojo.
—Mucho menos ajetreado que ustedes en Uzushio seguramente, con todo lo que ha ocurrido en su aldea~. canturreó observando al pelinegro para luego desviar de nuevo su vista al plato.
El platillo no parecía nada del otro mundo, pero al probarlo estaba bastante bueno, mucho mejor que lo que preparaba su hermana. "Mmmh, la hubiera pedido sin sal mejor." Fue ese pensamiento el que le hizo voltear a ver al tendero, justo a tiempo para percatarse de las nuevas visitas en el local, las cuales por simple apariencia no lucían muy amigables que se diga. "Yayuuui, eso si que es una mujer con carne." Sin embargo, pese a que no le gustaba juzgar por apariencia -descartandoa las rubias- al ver que el encargado pasó de estar alegre a incómodo empezaron a pasar muchas ideas por su cabeza.
"A ver. A a este maje lo están extorsionando, o bien no hay ninguna ilegalidad de por medio, o quizás juzgo de más y las muchachas vienen por algo justo y él es el malo del cuento. Cómo sea, tengo el pretexto adecuado para averiguarlo." No se lo pensó dos veces y se levantó de la mesa, para luego meterse las manos a los bolsillos y caminar hasta la barra, intentando escuchar algo de lo que estaban platicando antes de llegar con el trío.
—Disculpen que les interrumpa. Señor Yemi, ¿tiene bebidas? Necesito algo para pasarme la comida— ordenó cómo si nada, esperando la reacción de las féminas.
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La kunoichi no se sorprendio, que fueran conocidos era algo posible, pero nunca se imagino de que tambien fueran compañeros de promoción «El mundo es un pañuelo al fin y al cabo» se dijo a si misma en pensamientos, mientras recibía su cartucho de pescado, las papas y el agua que había pedido, el Uchiha hizo una pregunta -Cierto! Todo bastante tranquilo, sobretodo desde que se comprobó de que Arashikage-sama no había asesinado a Uzukage-sama- fue su parte de la respuesta continuando la respuesta de Kagetsuna -Se corrió un rumor de que el asesino de Uzukage-sama había creado también un Jinchuriki...vaya quien a saber si es verdad o no- la kunoichi hablo de aquellos rumores que corrían no hace muchos meses atrás, ignorando que eran reales y que estaba ante uno de los protagonistas de los hechos.
La chica estaba en plena devastación su propio cartucho de pescado «Definitivamente la próxima vendré con mi hermano, esto es increíble» fueron los pensamientos de la kunoichi, hasta que escucho al tuerto pedirle algo al cocinero, fue entonces cuando noto que había dos mujeres de cabellos castaño notablemente corpulentas. Parecian estar hablando con Yemi...de mala manera para ser correctos «¿Que sucede aqui?»
AO: 1
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«Vaya... Así que hasta los genin de otras Aldeas se enteraron», pensó Akame con gran vergüenza. La imagen de Uzushiogakure se había visto seriamente dañada durante el año pasado debido a las luchas de poder internas, a la traición de Zoku y a la muerte de Gouna. Por suerte todo aquello había quedado ya atrás —al menos de puertas para adentro— pero los recuerdos de semejantes sucesos todavía perduraban en la memoria de otros ninjas.
Cuando la kunoichi rubia mencionó el rumor de que el Remolino tenía un jinchuuriki, Akame fingió desinterés.
—La gente inventa toda clase de historias, ya sabes —comentó, agitando su mano derecha y desviando la mirada al puesto de madera.
Kagetsuna se puso en pie entonces, acercándose a la barra del puestito donde Yemi Sin Yemas parecía estar conversando con las dos mujeres. Al ver al genin acercarse, el cocinero se puso aun más nervioso y empezó a frotar sus manos con evidente apuro. Las dos mujeronas le dedicaron sendas miradas de poco agrado. En primer lugar pretendieron ignorarle, pero al ver que el chico no sólo no se iba, sino que pedía unas bebidas al cocinero...
—¿Que no ves que estamos hablando con Yemi-san, niño? —le espetó una, la de la cabeza rapada—. Ten educación y espera tu turno.
La otra hizo amago de cortar a su compañera, pero en lugar de ello hizo como si aquella intromisión no les hubiese molestado para nada.
—Ta, dale un refresquito a este muchacho, Yemi-san —ordenó con un gesto de su mano derecha—. Y ahora te largas, ¿sí?
El cocinero asintió y sacó de debajo de la barra —donde estaba la refrigeradora— una lata de refresco de naranja.
—Aquí tienes, shinobi-san —le extendió la lata de refresco con una mano ligeramente temblorosa—. G-gracias por su compra.
Akame, mientras, lo observaba todo con mirada analítica. «¿Qué demonios?»
—Aire, aire —le espetó la del pelo rapado a Kagetsuna—. Bien, bien, Yemi-san, ¿por dónde íbamos? Ah sí... La cuota de este mes.
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"La la~. Se ve que no me quieren aquí, así que puedo ir descartando mi tercera teoría." pensaba mientras tomaba la lata de refresco y la miraba con desdén. "Lo que me preocupa son sus ovarios para alzarle la voz a un shinobi. No son burras, han de tener habilidad. Al menos la de la coleta, porque parece ser lo suficientemente lista para tratar de mantenerme a raya. Uh, lo que ellas no saben es que cuando se trata de ser molesto, soy muuuy molesto." Dirigió una mirada agresiva a Yemi. Si bien su plan era ayudarlo, en ese momento necesitaba aparentar que no le importaba si quería sacar a relucir las intenciones de las agresoras.
—¿Perdón?~ dijo con tono de indignación. —Yo llegué acá mucho antes, tengo prioridad. Además, ¿qué significa esto? Me das un jugo cualquiera, ¡sin siquiera consultarme de qué sabor lo quería!— alegaba al dueño. "Vamos hombre, ponte al brinco si quieres que te saque de esta." guiñó con su único ojo para luego desviar su vista a la mujer del costado rapado. —Con todo respeto seño, creo que él como encargado tiene la responsabilidad de atender adecuadamente a la clientela antes que nada— se llevó la mano diestra al pecho, señalando su propia importancia mientras aún tenía la lata en la zurda.
"Debo mantener la guardia alta y fijarme en sus movimientos, ya que no estoy muy seguro de poder con las dos si empeoran la cosas." No esperaba en ningún momento que Reika fuese a ayudarle, total, era una rubia. En cuanto al jounin de Uzushio, estaba consciente de que el País de la Tormenta no era su jurisdicción, sería lógico que no quisiera involucrarse. "Hablaron de una cuota... Dudo que ellas sean las que le arrendan el local. No debo confiarme."
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A medida de que la conversación entre Kagetsuna y sus interlocutoras continuaba, podía sentir cierta tensión en el lugar, tensión que no hacia mas que subir. A todo esto, también le había generado cierto curiosidad su gesto de desinterés cuando le la rubia comento los rumores al Uchiha -Si, la creo...cotillas, a la gente le gusta hablar supongo- ya había tenido experiencia tomando decisiones apresuradas, no le estaba dando a entender nada malo, por lo que la rubia se concentro una vez mas en lo que sucedía con su (por desgracia) compañero Amejin.
Era la segunda vez que le veía el rostro al tuerto, pero con la forma en que le hablo la mujer, ya se esperaba su acto de altanería. Lo que preocupaba a la kunoichi era haber escuchado a Yemi con aquel tono algo asustado «¿Le están apretando para que pague?¿Algún grupo criminal?[/color]- fue el pensamiento de la Amejin de cabellos dorados ¿su compañero se había dado cuenta también? de ser así, tal vez no era el pobre diablo que pensaba que era. En cuanto a Uchiha Akame, estaba lejos de su propia juridiccion [p=gold]No parecen que vinieran con el....pero ya me he equivocado antes»
1 AO mantenida
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