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16/02/2016, 00:01
(Última modificación: 16/02/2016, 17:37 por Uchiha Akame.)
Apenas había gente en los baños termales cuando Anzu llegó a la entrada. Tan sólo la recepcionista, tan amable como siempre, la saludó con su habitual sonrisa. No era de extrañar, porque darse un baño caliente en las aguas termales de Takigakure no era algo que la mayoría de sus habitantes acostumbrase a hacer por la mañana temprano. Y precisamente por eso la kunoichi intentaba siempre elegir aquellas horas tempranas. No le gustaba la forma en que otras mujeres solían mirarla -su cuerpo fibroso marcado con algunas cicatrices y el tatuaje del demonio gato en su brazo no era lo que se dice femenino-.
- Buenos días, Anzu-chan -saludó la recepcionista, dedicándole una sonrisa.- Hoy has venido especialmente pronto... ¿Ocurre algo?
La kunoichi nunca dejaba de asombrarse ante la pasmosa habilidad que tenía aquella mujer de leerla como si fuera un libro abierto. Claro que, para Anzu las aguas termales eran una suerte de terapia contra el estrés -recomendada por su propio maestro-, y por tanto no parecía extraño que la recepcionista conociese sus caras de enfado, tristeza, amargura...
- No es nada, Yoko -contestó la chica sin mucha convicción.
- ¡Venga, anda! Cuéntamelo. Seguro que te sentirás mejor después de hacerlo -insistió la mujer, sacando su potente instinto maternal.
Anzu se hizo de rogar unos instantes, bajando la mirada con una expresión que estaba a medio camino entre el enfado y la verguenza.
- Yubiwa no me ha invitado a participar en el Torneo -confesó finalmente.
- Senju-sama -la corrigió, casi de manera inconsciente, Yoko.- ¿Y por eso estás tan triste? Anímate, mujer. Con esos abdominales que tienes, estoy segura de que entrenas muy duro. ¡Verás como en el próximo eres la participante número uno de Takigakure!
Conversaron unos minutos más a gusto de la chica, porque aunque no quisiera admitirlo, Yoko tenía mucha empatía y un talento excepcional para hacer sentir mejor a cualquiera. Le dio una toalla y Anzu pasó hacia los vestuarios.
La estancia que precedía a las termas era bastante sencilla, construida enteramente con madera -al igual que el resto del edificio- y muy cómoda. Anzu se desvistió con tranquilidad, dejando su ropa en uno de los canastos que había junto a la puerta del vestuario. Se enrolló la toalla en torno al cuerpo y pasó a la sala termal.
De vez en cuando sentaba bien darse un tiempo para relajarse aunque esta kunoichi se la pasaba delirando y simulando estar feliz. La realidad era otra y es que realmente se sentía vacía y no tenía demasiados motivos para seguir dentro del a aldea y mucho menos como kunoichi, después de todo, si no sientes ningún aprecio por tu tierra natal ¿para qué vas a intentar protegerla? Lo único que ella necesitaba de Takigakure era la máscara que traía en el rostro, cubriendo totalmente el propio aunque el maquillaje el día de hoy había decidido ahorrárselo, después de todo no lo necesitaría en el lugar al que se dirigía.
Como la costumbre lo dictaba, una mirada desaprobatoria se hizo presente en todos aquellos que se cruzaba y claro, los que la reconocían cosa que no era demasiado difícil mientras llevara la máscara. ~ ¿Se supone que me siento intimidada...? ~ Pensaba la kunoichi con cierta arrogancia, tratándose de simples civiles no tendría ningún problema a la hora de matarles pero sabía bien que si se dejaba llevar terminaría siendo atacada por shinobis de rangos mucho más altos que el suyo y no tendría ni la más mínima oportunidad. ~ Ya llegará el día… ~
Dentro del establecimiento de las aguas termales exactamente lo mismo, una mirada entre extrañada y desaprobatoria por parte de la recepcionista, pero habiendo dinero de por medio nadie mostraba demasiados problemas a la hora de tratar con ella, en especial en días como aquel que no tenía siquiera ánimos de molestar como usualmente haría.
En los vestidores había poco por hacer, desnudarse totalmente a excepción del colgante que le había regalado un shinobi de Ame y envolverse en una toalla (aunque las válvulas del pecho se le podían ver fácilmente) para luego ir a meterse dentro del agua caliente a relajarse al menos hasta que comience a llegar gente. - ¿Por qué no renuncias...? - Consultó con voz suave una fémina de cabellos tan rojos como los de Ritsuko. - ¿De dónde sacaría dinero para vivir...? - Respondió a secas la kunoichi que no hacía más que mirar al techo mientras lentamente iba cerrando los ojos como si pretendiese dormir.
La primera persona al fin se hizo presente. ~ ¿Un chico...? ~ Se preguntó a si misma mirándole con cierto 'odio' mientras tomaba la toalla que recubría su propio cuerpo con una mano casi con miedo de que se cayera y luego se levantó, aunque no llegó a salir del agua. Aún así, tras una nueva mirada análítica a la kunoichi comenzaron a entrarle las dudas respecto del 'chico' moreno y se vería obligada a lanzar la pregunta que hacía tan seguido. - ¿Eres chico o chica...? - Dijo sin más, esperando desde lo más profundo de su ser que la respuesta fuese la segunda puesto que, si bien esta pelirroja era muy extraña y con su vestimenta mostraba mucha carne, sentía cierto pudor por ser vista desnuda en especial por alguien que ni conocía.
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16/02/2016, 17:49
(Última modificación: 16/02/2016, 17:50 por Uchiha Akame.)
Anzu abrió los ojos, como si fueran dos faroles, cuando vio a otra chica que ya se encontraba sumergida en las cálidas aguas termales. Joder, mierda, coño, me cago en todo. ¿¡Es que no he venido lo suficientemente temprano!? Ni siquiera a estas horas puedo tener un poco de paz... La kunoichi de piel café caminó con paso firme hacia la escalera de madera que bajaba hasta el agua. Se quitó la toalla, quedándose completamente desnuda, y se introdujo en la terma. Disfrutó unos instantes de aquella sensación cálida y deliciosa antes de que las palabras de la otra chica rompieran el momento.
-¿Eres chico o chica? -preguntó sin dejar de mirar al techo, mientras lentamente iba cerrando los ojos como si pretendiese dormir.
Anzu frunció el ceño, tratando de contenerse. Se acercó a la chica, saliendo del agua hasta poco menos de la cintura.
-¿Tú que crees, listilla? -respondió, señalándose los pechos poco desarrollados con el dedo índice de su mano derecha.
La kunoichi volvió entonces a surmergirse en las aguas, como si quisiera aislarse de aquella inoportuna extraña. Fue entonces cuando se fijó en el pecho de la chica, concretamente en dos agujeros negros que salían de su piel. ¿Qué mierda es eso? Parecen... ¿conductos?
-¿Qué te ha pasado? -preguntó señalando los agujeros en la piel de la chica, queriendo poner remedio a su curiosidad.
Como para no preguntar si había una bendita toalla tapándole todo lo que definiría su sexo. De cualquier forma la chica de piel morena de mala gana le respondió dando a relucir su carencia de curvas que superaba a la mismísima Ritsuko. ~ Pensé que yo era plana… ~ Decía en su mente mientras volvía a tomar asiento en las aguas termales, aprovechando para dejar la toalla a un lado donde no se mojase de más. Siquiera se molestó en responderle, no parecía ser el tipo de persona que fuese entretenida siquiera intentando ser agradable.
~ Encima mamá ya se esfumó… ~ Se quejaba sin siquiera abrir la boca, inclusive había decidido mirar en dirección contraria a la de la extraña de cabellos platinados hasta que esta le habló.
-¿Qué te ha pasado? -
Dijo inclusive señalándole las válvulas del pecho, a veces se olvidaba que las tenía más que nada por costumbre. - Me agarraron para el chiste en un laboratorio. - Respondió bajando la mirada a su pecho consiguiendo así tener una vaga visión de las válvulas e inclusive con la mano izquierda 'rascó' una de estas. Luego de ello simplemente hizo una serie de sellos para lanzar la técnica más conocida por los usuarios del katon, aunque usaría una cantidad mínima de chakra para no quemar nada.
Así fue como de las válvulas del lado derecho de su pecho salió una diminuta bolita de fuego que no tardó nada en desvanecerse, probablemente no habría llegado a superar los cinco centímetros de diámetro así que quejas no eran aceptables.
Respondidas las dudas, Ritsuko realmente no se esperaba que aquella peculiar kunoichi dijera nada más al respecto, inclusive agradecería si se hacía el silencio pero claro, eso era aburrido y su madre no volvería así sin más y por ende, intentar seguir la conversación tal vez sería lo mejor, al menos para pasar el rato además que esa chica no se veía como una simple pueblerina, posiblemente se trate de alguna kunoichi que ni conocía. - ¿Y a ti quién te agarró? - Consultó haciendo un gesto con la mano, para indicarle que se refería a esa cicatriz que traía en el rostro.
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16/02/2016, 18:30
(Última modificación: 16/02/2016, 19:30 por Uchiha Akame.)
Si Anzu se había sentido molesta con aquella chica, o había llegado a desearle algún mal como respuesta a su indiscreta pregunta, todo quedó olvidado. Las extrañas válvulas que lucía en el pecho la chica de cabellos rojos eran, según ella, producto de algún experimento de laboratorio. Aquello provocó una reacción casi fraternal en Anzu. Los raritos tendían a sentirse mejor en compañía -era un mecanismo de supervivencia básico-. De repente la chica de ojos rojos no le parecía tan mala, e incluso le hizo una pequeña demostración de para qué servían concretamente las válvulas.
-¡Qué pasada! -exclamó la joven Yotsuki cuando vió como de uno de los orificios salía una débil llamarada.- ¿Cómo has hecho eso? ¡Es flipante!
De pronto Anzu se sintió en la necesidad de parecer algo más amable. Aunque sólo fuese porque la pelirroja le había hecho aquella divertida demostración de sus poderes.
-Kajiya Anzu. -se presentó y luego le tendió la mano.
-¿Y a tí quién te agarró? -consultó la pelirroja haciendo un gesto con la mano para indicar que se refería a la cicatriz que tenía en el rostro.
Por puro acto reflejo Anzu se palpó los labios, notando el relieve de la cicatriz allí donde le desfiguraba la boca. Sonrió, haciendo que la marca de estirase de forma ligeramente macabra.
-Unos capullos de mierda a los que mi padre debía dinero nos hicieron una visita. -respondió con sinceridad-. A uno le pegué una patada en los huevos, y me rajó la cara con su tanto. Si me preguntas a mí, el tipo se llevó la peor parte... ¡Se agarró la entrepierna chillando como un puerco en día de matanza!
Supongo que le hice un favor al mundo, nadie se merece ser hijo de ese cabrón.
La reacción de la morena era de todo menos esperada. ~ ¿Qué carajo...? ~ Se preguntó la pelirroja que nunca en su vida había visto que alguien reaccionase de esa manera ante las válvulas. Usualmente la miraban raro y se alejaban como si fuese un peligro y si bien es cierto, ella tenía muy claro como manipularlas o sería un caos lanzar un katon por cualquiera de estas salidas. - Es que… Bueno, puedo lanzar fuego y lava por estas cosas… - Respondió algo nerviosa por el cambio tan drástico en el ánimo de la otra chica.
-Kajiya Anzu. -
Se presentó la chica tendiéndole la mano la cual prácticamente estrechó por mero reflejo para luego presentarse ella misma. - Kazama Ritsuko. - Seguía un tanto perdida por lo que le estaba tocando vivir, nunca nadie que haya visto en funcionamiento las válvulas se le mantuvo cerca a excepción de esta chica. Incluso comenzaba a sentir cierta culpa por haberle confundido con un chico, en específico con uno pervertido.
Por suerte la conversación iba por buen puerto y se había dejado el asunto inicial olvidado. ~ Esto es raro… ~ Pensaba la pelirroja mientras escuchaba como le respondían con tanta tranquilidad. - Ah si… Las pelotas la debilidad de todo hombre. - Dijo ella soltando una leve sonrisa imaginándose la situación sin la parte del corte. Estaba casi segura de que si pateara a cualquier hombre incluído el mismísimo Yubiwa.
- ¿Nunca te pensaste patearle los bajos a algún anbu o jonin? Seguro lloran igual que todos. - Consultó mirando a su compañera. Comenzaba a sentirse extrañamente cómoda a su lado pese a ser una total desconocida.
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16/02/2016, 20:08
(Última modificación: 16/02/2016, 21:18 por Uchiha Akame.)
Anzu estrechó con fuerza la mano de su pelirroja compañera -Kazama Ritsuko-, que al contrario que ella, parecía completamente sorprendida por el cambio de actitud de la Yotsuki. Sí, bueno, Anzu podía ser impulsiva y grosera a veces -casi siempre-, pero cuando alguien se ganaba su respeto dejaba de lado las bravuconerías y no le era difícil establecer un fuerte vínculo de fraternidad. Ser un bicho raro era una manera de que Anzu te respetase. Posiblemente porque ella había sido víctima de innumerables burlas y rechazos.
Ritsuko rió con timidez cuando la chica de piel café le relató su episodio con los sicarios de Shishio. Ciertamente, ahora ambas reían, pero aquel episodio había sido un punto de inflexión en la vida de la joven kunoichi. Al fin y al cabo, si el jefe del hampa de Shinogi-To no hubiera ordenado que le cortaran cuatro dedos a su padre, éste todavía sería herrero, y ella una niña normal y corriente. ¿Habría sido mejor así...?
-¿Nunca te pensaste patearle los bajos a algún anbu o jonin? Seguro lloran igual que todos.
La interrogada se echó a reír, y sus carcajadas retumbaron en los baños termales. Me gusta esta tía.
-La verdad es que sólo lo he intentado una vez, contra mi maestro. Se llama Yotsuki Hida, es un jonin de la Aldea, me ha estado entrenando desde que llegué. -contestó, con cierto aire nostálgico. Hida era de esas pocas personas a las que ella de verdad admiraba-. Puede llegar a ser un auténtico cabrón en los entrenamientos, así que a veces me desespero y uso tácticas... Desesperadas. -se puso de pie, saliendo casi por completo del agua, para escenificar lo que iba contando.- Intenté tirarle un golpe así, a la cara, pero me agarró la muñeca. Empezó a retorcérmela, y yo sabía que si le dejaba, me inmovilizaría. Así que cogí impulso y traté de darle con todas mis fuerzas... No sirvió de mucho. -admitió con una risita nerviosa-. Me cogió la pierna con su mano libre, dio un par de vueltas sobre sí mismo y me lanzó por los aires.
Anzu giró, queriendo representar el movimiento de su maestro, y al hacerlo tropezó con sus propios pies, cayendo al agua. Salpicó en todas direcciones, incluída a Ritsuko, y dejó el borde de la terma empapado. Sacó la cabeza, riendo, para luego volver a sentarse junto a su compañera.
-Se enfadó bastante, dijo que era un golpe 'demasiado bajo'. Creo que por eso el Kawakage no me ha invitado al Torneo...
La idea de tener una amiga igual de rara y rechazada como ella era algo que nunca en su vida se imaginó, supuso que se pasaría toda su vida totalmente sola hablando con su madre, ente que nadie aparte de ella parecía poder ver ya que al instante en que alguien le llamaba la atención a la kunoichi terminaba por desvanecerse en el aire.
Por suerte le estaba interpretando bien las bromas, de habérselo dicho a alguna otra persona posiblemente le hubiese caído con un sermón de que eso es una falta de respeto y que se ha de castigar de forma severa y blah blah blah. La cuestión es que esta rubia en su lugar río e incluso le contó una anécdota de su vida que sin lugar a dudas era cómica. - Pero alégrate que he visto jonins peores. - Decía entre risas sin siquiera preocuparse porque se haya podido hacer daño al caer. - He visto como les meten cosas por el trasero a sus alumnos y los mandan a volar, debe ser horrible que te lo hagan. - Agregó mientras recordaba aquellos días que pasaba por las raíces del Árbol Sagrado, donde salían a entrenar algunos alumnos de la academia y al fastidiar al profesor bueno, el castigo fue claro.
-Se enfadó bastante, dijo que era un golpe 'demasiado bajo'. Creo que por eso el Kawakage no me han invitado al Torneo...
Con esa simple frase las risas se esfumaron y el rostro de Ritsuko se transformó totalmente, en su caso algo parecido había ocurrido con la diferencia de que había recibido una invitación de parte de un participante ajeno a la aldea. Algo que le resultó como un derechazo al hígado, hablando siempre de la autoestima. - No creo que haya sido por eso… Nunca me han regañado por algo así y aún así tampoco fui invitada. - Dijo algo más seria, estaba más dolida por estar presente en la cabeza de un shinobi de fuera que por no haber sido invitada, es decir, ¿Quién es el malo en la historia? ¿Los que te hacen el vacío o los que demuestran interés...?
- Cambiando el tema… ¿Cuánto llevas de kunoichi? Y ¿qué rango? - Consultó en un intento por no dejar morir la conversación, después de todo parecía que estaban llevándose bien y un silencio de esos incómodos podría ser molesto. ~ Al final era cierto, en el baño surgen amistades… ~ Pensó mientras se rascaba la nuca y desviaba la mirada a… La pared, no había nada extraño, o eso era lo que creía. ~ Que mala suerte… Las dos son planas… ~ Decía en su cabeza un gordito que estaba escondido de alguna manera detrás de la pared espiando por un pequeño agujerito imperceptible de la misma.
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16/02/2016, 21:30
(Última modificación: 17/02/2016, 00:12 por Uchiha Akame.)
-Pero alégrate que he visto jonins peores. - Decía Ritsuko entre risas. - He visto como les meten cosas por el trasero a sus alumnos y los mandan a volar, debe ser horrible que te lo hagan.
A la Yotsuki, que en aquel momento estaba riendo a carcajada limpia con su compañera, casi se le descuelga la mandíbula del asombro. ¿¡Pero qué clase de jonin le hace eso a un estudiante!? ¡Malditos pervertidos! Sacó una mano del agua, cerrándola en un puño pequeño pero de apariencia firme, como una bola de acero.
-¿En serio? ¡Qué jodidos perturbados hay por ahí! Si Hida-sensei intentase hacerme eso alguna vez, ¡te aseguro que le arrancaría la cabeza!
La conversación cambió de rumbo cuando Anzu mencionó que no había sido invitada al evento internacional celebrado en los Dojos. Ritsuko se puso muy seria de repente, admitiendo que a ella tampoco la habían convocado para luchar por Takigakure. Para Anzu, aquello supuso fortalecer todavía más la mística similitud que parecía haberse establecido entre ella y la pelirroja. ¿Será mi alma gemela?, pensó con cierta guasa.
-Pues no lo entiendo. ¡Pero si debes tener un montón de técnicas secretas bajo la manga! Nunca he visto a nadie utilizar Katon a través de válvulas en su cuerpo. Me juego cinco ryos a que podrías freír a más de un enemigo sin que se lo esperasen... -lo cierto era que Anzu no había visto a la pelirroja en acción, pero si era capaz de controlar aquel macabro mecanismo, ya era algo a tener en cuenta-. Espero que no nos hayan invitado porque han reservado las plazas para los mejores de la Aldea. Si Takigakure cae en la primera ronda, ¡te juro que los busco a todos y cada uno y les doy una patada en sus culos de perdedores!
- Cambiando el tema... ¿Cuánto llevas de kunoichi? Y ¿qué rango? -preguntó Ritsuko, queriendo cambiar de tema.
-Pues... Me he graduado hace poco. La verdad es que, en general, llevo algo menos de un año viviendo aquí, en Takigakure. Aprobé el examen gracias a que Hida-sensei me tuvo entrenando día y noche, sin descanso, hasta el último día de Academia -recordó con orgullo las buenas notas que había obtenido en el examen, producto de tantas noches sin dormir y tantos sacrificios-. ¿Y tú qué tal? ¿Has hecho alguna misión ya? He oído por ahí que las misiones de rango D son un auténtico coñazo... Ya sabes, rescatar gatitos perdidos y esas cosas.
Para Ritsuko era algo de lo más cómico aquello y no se esperaba que Anzu tuviese esa reacción, pero de todas maneras se le escapó una risita al verla de esa manera. - Claro, igualito a como intentaste patearle los bajos. - Dijo entre risas para darle a entender de que iba a broma, de todas formas ella también terminaría muy mal si se pone a pelear contra un jonin así que no era quién para opinar. Es más, nunca tuvo trato con jonins, como mucho eran chunins y seguían siendo muy superiores.
Así que bueno, la conversación se fue al asunto del torneo, las invitaciones que nunca les llegaron y que claramente había dejado a ambas féminas ciertamente dolidas de una u otra manera. - Si bueno… Tengo varias más. - Dijo girándose para mostrarle la espalda. - También en las manos, los pies y… A los lados de las piernas. Dudo que alguien se espere que le eche una bola de fuego por el pie. - Dijo alzando una mano para que pudiese ver la circunferencia grisásea en la palma de su mano, las demás no tenía ganas de mostrarlas porque tendría que levantarse, al menos para las de las piernas.
Espero que no nos hayan invitado porque han reservado las plazas para los mejores de la Aldea. Si Takigakure cae en la primera ronda, ¡te juro que los busco a todos y cada uno y les doy una patada en sus culos de perdedores!
Y aquellas palabras tenían tanta razón… Aunque según lo que explicó luego las dudas se redujeron considerablemente ya que ella tampoco tenía mucha experiencia, siquiera de combate real ya que todo había sido entrenamiento. - ¿No será que no nos llamaron por inexpertas...? Yo hasta ahora no he hecho ninguna de rango C, es más, hice una D y fue una mierda, un bebé vomitón y no tardó ni dos minutos en cagarse. - Dijo recordando aquella misión que para colmo se la dieron por fallida por básicamente no entender que el bebé tenía sueño. ~ Odio los bebés… ~
- Esperemos que no hayan perdido todos en primera ronda o Taki quedará horrible, digo, apenas si empieza a escucharse de la aldea y que estos pierdan en un torneo sería horrible para la poca fama que tenemos… - Decía recostándose contra el borde dejándose hundir un poco.
Mientras tanto, detrás de la pared, el gordito simplemente seguía sufriendo. ~ ¿¡Dónde están las tetonas!? ~ Se quejaba a punto de tener un ataque de pánico.
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- Si bueno… Tengo varias más. - Dijo Ritsuko, girándose para mostrarle la espalda. - También en las manos, los pies y… A los lados de las piernas. Dudo que alguien se espere que le eche una bola de fuego por el pie. - Dijo la pelirroja, alzando una mano para que pudiese ver la circunferencia grisásea en la palma de su mano.
Anzu observó, atónita, cómo la kunoichi pelirroja tenía muchas más válvulas distribuidas por todo su cuerpo. ¿Qué clase de experimentos harían con ella? No parece el tipo de tecnología que se pueda conseguir con unas pocas pruebas... Sólo de pensarlo se me pone la carne de gallina. Aunque se moría por saber la historia de aquellos orificios artificiales, decidió que por el momento no quería ser tan indiscreta con Ritsuko. Ya se lo sacaría en otro momento.
Luego empezaron a hablar sobre la -escasa- experiencia ninja de ambas chicas. Ritsuko había hecho una misión de rango D, y sus palabras corroboraban lo que Anzu ya había escuchado: que eran una basura. La Yotsuki resopló con aire molesto ante la sola idea de imaginarse perdiendo el tiempo, dando vueltas por Takigakure buscando a la mascota de algún ricachón. Después de los sermones que nos dan en la Academia, y al final es todo para este rollo. Menudo chasco.
- Esperemos que no hayan perdido todos en primera ronda o Taki quedará horrible, digo, apenas si empieza a escucharse de la aldea y que estos pierdan en un torneo sería horrible para la poca fama que tenemos… - dijo la pelirroja, recostándose contra el borde y dejándose hundir un poco.
-Ni que lo digas -secundó la Yotsuki, imitando a su compañera y recostándose con la vista al frente. Dejó que la cálida sensación de las aguas termales la inundase mientras intentaba recordar la historia reciente de Takigakure, que había estudiado en la Academia-. Oye... ¿No tienes la sensación de que nos están observando?
Algo no andaba bien. Como niña de ciudad, Anzu se había criado desarrollando un sexto sentido a la hora de detectar presencias extrañas que quisieran ocultarse. Muchas veces eran imaginaciones suyas, pero aquel instinto la había salvado más de una vez de ser atracada en algún callejón, y por tanto ella solía hacerle caso.
El trabajo de shinobi al final de cuentas no era lo que todo mundo afirmaba, al menos no para un par de genins recién salidos de la academia como lo eran ellas dos, encima resultó ser que Ritsuko era la que más experiencia tenía y eso daba pena. ~ Entonces fue por eso… ~ Pensaba algo decaída la kunoichi de cabellos rojos, tendría que ponerse a entrenar y a completar varias misiones si pretendía participar en algún otro evento que pudiese darse en el futuro. Lo que le hacía recordar algo que vivió hace unos meses justo sobre las raíces del árbol sagrado. ~ ¿Será...? El tipo va a estar feliz si consigo al tercer genin… ~
La posibilidad estaba, y en realidad la rubia le estaba cayendo bastante bien además de que tenían un par de detalles en común como el 'dolor' por no haber sido invitadas a un evento de tal calibre como un torneo de semejante talante. ~ ¿Quiénes fueron invitados… ~ Se preguntaba la kunoichi mientras mantenía la mirada perdida en la nada, parecía a punto de dormirse.
-. Oye... ¿No tienes la sensación de que nos están observando?
Consultó la chica de piel morena a lo que Ritsuko simplemente respondió con un tono sumamente tranquilo y con los ojos entrecerrados. - Todo el tiempo… - Dijo restándole importancia a la pregunta de Anzu.
Del otro lado de la pared el gordito seguía lamentándose la pérdida de tiempo, quería ver mujeres voluptuosas totalmente desnudas pero en su lugar se había encontrado dos chicas que físicamente seguían siendo simples niñas. ¿Curvas? Las justas y necesarias para decir que son mujeres o que algún día lo serán cosa que no le resultaba suficiente al pervertido que realmente no tendría muchos años más que las dos féminas. ~ ¡Dónde están las tetonas! ~ Se quejaba en absoluto silencio el chico que ya estaba sudando a causa de la ansiedad que sentía. ~ Takigakure está lleno de mujeres así pero justo ahora vienen estas dos planas... ~ Seguía lamentándose hasta que tuvo la brillante idea de darle un golpesito a la pared. Lejos de ser suficiente para tirar abajo la madera, fue suficiente para hacer que un ruido retumbase por toda la habitación que estaba prácticamente en silencio además de que al ser madera tan delgada también se tambaleó un poco. ~ Mierda… ~
Los ojos de la kunoichi pelirroja se abrieron como platos al ver ese extraño movimiento de la pared, ni siquiera una rata habría podido hacer semejante cosa con lo que pareció ser un simple golpe. - Lo viste… ¿No Anzu...? - Consultó mientras se estiraba a tomar su toalla para levantarse y envolverse en la misma.
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Aquí hay alguien más. Mi instinto felino, digo femenino, nunca me falla. Anzu estaba segura de que había alguien observándolas. Parecía inverosímil, teniendo en cuenta que no había nadie más en las termas, y que además era bastante temprano. Pero ella lo sentía. Ritsuko le quitó importancia en un primer momento, pero entonces...
'Toc'. Un golpecito se escuchó claramente en toda la sala, proveniente de la pared frontal a las chicas.
-Lo viste... ¿No Anzu...? -preguntó la pelirroja mientras se estiraba a tomar su toalla para levantarse y envolverse en la misma.
-Te lo dije, alguien nos está espiando. -respondió la kunoichi morena, imitando a su compañera y saliendo del agua para luego envolverse cuidadosamente en su toalla. Hizo un precario nudo a la altura del pecho, de forma que la toalla la cubriese desde el mismo hasta poco más abajo de la cintura.
Lo que quien quiera que fuese que las estaba mirando a escondidas no sabía, era que Anzu tenía un oído prodigioso, casi tan fino como el de un gato. Intentando hacer el menor ruido posible, la kunoichi se acercó a la pared tras la que había sonado el golpe. La palpó con cuidado, buscando algún tipo de abertura o puerta secreta... Que, evidentemente, no halló. Se le ocurrió entonces otro plan. Con el mismo sigilo caminó hasta una de las ventanas que daban al exterior del baño termal, abriéndola con cuidado y sacando ligeramente la cabeza para intentar ver a quien quiera que estuviese al otro lado de la pared.
Le tomó bastante más tiempo a Ritsuko anudar su toalla que a Anzu llegar hasta la pared de la que provino el ruido, es más, la morena al menos se había percatado del lugar específico por el que provino el sonido mientras que la pelirroja solo sabía que la pared de frente tenía algo que ver por como tembló. ~ Se ve que tiene mejores posibilidades que yo… ~ Pensaba la pelirroja en lo que se acercaba a la pared para hacer lo que la rubia había hecho, es decir buscar algún tipo de rendija o agujero en la pared por la cual podría alguien espiarla pero sin éxito.
~ Mierda, tengo que irme antes de que me encuentren. ~ Pensó el gordito de gafas y rostro lleno de granos, que curiosamente lucía la bandana de Takigakure en su frente como si fuese un orgullo para él portarla. Caminó en silencio unos pasos detrás de esa pared hueca. Lo que no se esperaba era que justamente la única vía de escape estuviese en la misma dirección por la que una de las chicas se apareció, pues los baños termales tenían a su alrededor una pseudo muralla de madera algo más alta que el edificio principal, seguramente para evitar que la gente espiase. ~ ¡Me van a matar! ~ Dijo en su mente mientras retrocedía en silencio un par de pasos presa del pánico… Fue entonces cuando sus intestinos hablaron de una forma más que estrepitosa.
Mientras la kunoichi de piel morena se iba a lo que parecía ser una ventana, Ritsuko seguía revisando la pared hasta que finalmente encontró algo, un pequeño agujero que se camuflaba con las diversas marcas naturales de la madera, justo en uno de los puntos más oscuros era donde se encontraba. ~ Así que fue por aquí… ~ Pensó Ritsuko que acercaba su rostro a la ranura para verificar que pudiese verse algo pero justo en ese momento vio lo que parecía ser la cadera de alguna persona, claramente rellenita. - Entonces si, vio to… - Susurraba para si misma pero no terminó la frase que un ruido y más tarde un aroma de lo más… Bueno, digamos que la pelirroja se echó hacia atrás tapándose la nariz como si le hubiesen dado una hostia de las buenas. - ¡HIJO DE PUTA! - Bramó la kunoichi en lo que se levantaba para correr en la dirección por la que Anzu se había asomado como una bestia salvaje. - ¡Vamos Anzu! -
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· Per 60
Al asomarse a la ventana, Anzu vio lo que los gritos de su compañera confirmaron pocos instantes después: un chico, aparenetemente de la edad de ambas kunoichis, pero visiblemente más entrado en carnes, las había estado espiando tras la pared. La ira que Anzu acumuló en tan sólo un instante hizo que se le hinchara visiblemente una vena en la sien, palpitando de furia. Clavó sus ojos grises en El Mirón, y brillaron con la determinación de un depredador que está decidido a cazar a su presa, cueste lo que cueste.
-¡Vamos Anzu!
El grito de guerra de Ritsuko fue como un pistoletazo de salida. La Yotsuki saltó la ventana, saliendo con agilidad felina, y flexionó las rodillas para amortiguar su aterrizaje en tierra firme. Cubierta sólo por la toalla de baño, no parecía que aquel atuendo la incomodase.
-¡TÚ, PERVERTIDO CABRONAZO! ¡VOY A MACHACAR TU CABEZA CONTRA EL SUELO HASTA QUE SE TE OLVIDE LO QUE HAS VISTO AHÍ DENTRO! -rugió, como una fiera salvaje. Con una mano apretó el nudo improvisado que mantenía la toalla fija, y luego flexionó ambas piernas. Como una centella, salió disparada en dirección al muchacho-. ¡YAAAAAARG!
Su intención no era otra más que la obvia: cargar sobre aquella bola de sebo para hacerla caer al suelo. Si lo conseguía, buscaría colocarse en una posición ventajosa para empezar a golpear la cara del chico con ambos puños hasta hacerse sangre.
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