La kunoichi de piel morena no tardó ni un instante en reaccionar al grito de la pelirroja y le dio vía libre para salir por esa misma ventana. Un nuevo grito se hizo presente bastante más 'potente' que el primero y seguramente le helaría la sangre a cualquiera, en este caso a un joven con sobrepeso que a estas alturas literalmente se estaba haciendo encima a sabiendas que tendría que padecer la ira de ambas kunoichis.
Para ese momento en el que Anzu echó a correr en dirección al chico Ritsuko apenas si había tocado tierra, aunque al igual que la primera no tardó ni un segundo en echar a correr hacia el de gafas que seguía generando ciertos ruidos desde el trasero. -¡Perdón! - Chilló el gordito justo antes de echar a correr tan rápido como sus cortas piernas le permitían, eso sin dejar de tronar a cada paso que daba mientras las lágrimas salían como cascadas de sus ojos. -¡No volveré a hacerlo! - Decía el tipo sin dejar de correr lo más rápido.
La velocidad del chico realmente era pobre, incluso más que Ritsuko que no era lo que uno diría 'rápida' y fue alcanzado fácilmente por la rubia que sin contemplaciones tumbó a su presa haciendo que sus gafas volasen al diablo. -¡Que no se escape! - Gritó la pelirroja al ver que el chico ya se encontraba sobre el suelo pero seguía intentando escaparse.
La pelirroja alcanzó a ambos a los pocos segundos y logró ubicarse justo por la única vía de escape que el gordito tenía. ~¡Ja! ¿¡Te crees que podrás detenerme!? ~ Pensaba el chico con suma arrogancia al ver lo delgada que era la kunoichi que tenía delante y claro, no dudo en embestirla y alzarla haciendo uso de ambos brazos para así seguir corriendo cargando a la pelirroja entre brazos. -¡Gordo de mierda! - Gritó histérica para comenzar a golpearle la cara en un intento por liberarse, una lástima que no practicado lo suficiente para poder dar golpes descentes.
Estado gordito:
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21/02/2016, 14:10
(Última modificación: 22/02/2016, 20:58 por Uchiha Akame.)
Anzu sonrió con auténtica satisfacción cuando derribó al chico con una feroz carga. Sin embargo, su oponente era corpulento -mucho más que ella- y bastante fuerte, aunque no lo aparentase. Consiguió ponerse en pie al tiempo que Ritsuko le obstruía su única vía de escape.
- ¡De esta no te libras, jodido voyeur! Te voy a sacar unos cuantos kilitos a golpes -gritó la kunoichi, enbravecida, mientras trataba de golpear otra vez al niño.
Sin embargo, éste fue más listo y, aprovechando su corpulencia superior, se cargó a Ritsuko al hombro y echó a correr, bordeando el edificio, hacia la calle. Anzu no dudó un instante y corrió a perseguirlo. Está pasado de rosca con la bollería y además va cargando a Ritsuko-chan, es imposible que corra más que yo. Una vez estuviese a una distancia lo suficientemente escasa, Anzu se lanzaría contra los tobillos del pervertido y poniendo su propia pierna derecha por delante. Pensaba darle una patada baja que lo hiciese caer y, con suerte, le provocase algún tipo de leve pero doloroso esguince.
- ¡Muerde el polvo, King Kong!
Ninguno de los presentes se había dado cuenta de que había alguien más observándoles. Encaramado al murete que rodeaba los baños termales, un segundo chico asistía a la escena con semblante nervioso.
Pobre Takeshi, ¡lo van a destrozar! Debería ayudarle, al fin y al cabo ha sido idea mía, pero... ¡Es que esas chicas parecen muy cabreadas!
Ritsuko por lo menos nunca se imaginó que el obeso y pervertido genin fuese a tomar semejante decisión de levantarla y llevársela sin más contemplaciones. - ¡Gordo de mierda! - Chillaba histérica la kunoichi que no paraba de golpearle en la cara al chico esperando que en algún momento la soltase, lo más preocupante era que a causa de la toalla y de la gordura del otro ente el cuerpo de la joven se iba deslizando lentamente hacia abajo y por ende no tardaría en caer totalmente desnuda. ~ Mierda… ~ Refunfuñaba la pelirroja que tuvo que dejar toda actividad para poder acomodarse mejor.
El lado positivo era que la pelirroja no estaba sola y su compañera parecía lo suficientemente enojada como para no dejar ir al obeso de gafas fácilmente, además que desde su posición la podía ver como se acercaba rápidamente para darle una buena patada en los pies. - Mierda… - Soltó la de cabellos rojizos en ese segundo en que la persona que la cargaba se tambaleó y comenzó a caer. En aquel instante el tiempo comenzó a correr más despacio, lentamente Ritsuko iba cayendo aún atrapada en los brazos del gordo genin y extrañamente comenzó a sentir cierta sensación de paz y tranquilidad. ~ Mamá… ~ Pensaba la chica que podía ver claramente el azulado y hermoso cielo aunque por pocos instantes, pues frente a ella se dibujó la silueta de su madre que la había estado acompañando todo ese tiempo, esbozando una sonrisa maternal mientras la esperaba con los brazos extendidos... Toda la vida de la kunoichi pasó frente a sus ojos… Por una milésima de segundo hasta que un inmenso dolor se hizo presente en todo su cuerpo. Al fin había caído debajo del de gafas. Al final de cuentas… Era prácticamente imposible que alguien muriese por que un chico algo pasado de peso le cayera encima. De todas maneras, la pelirroja siquiera llegó a chillar puesto que todo el aire de sus pulmones se había ido en ese instante.
El gordo genin había terminado por soltar a la chica que había atrapado y lentamente como podía se fue levantando sintiendo cierta molestia en uno de sus tobillos, justamente ese que había sido golpeado por la de piel morena. - ¡Déjenme en paz! - Chilló entre sollozos el gordito que tras levantarse intentó escaparse aunque rengueando, sin siquiera preocuparse por el estado de la que acababa de aplastar con todo su peso.
Ritsuko se encontraba en agonía en el suelo, un par de kilos extras y ahora mismo estaría más plana de lo que ya era pero gracias a ese pequeño accidente pudo ver algo por encima del muro… - Eso… - Susurró más para si misma que para nadie más en lo que intentaba hacer foco aunque el sol justo estaba detrás opacando totalmente la figura. - ¿Mamá...? - Volvió a susurrar en lo que intentaba levantarse y allí fue cuando pudo ver con mejor detalle lo que había por ahí arriba. - ¡No está solo Anzu! - Exlamó a todo pulmón como si se hubiese recuperado en ese mismo instante. La ubicación del segundo ente se vería delatada por la misma mirada de Ritsuko que ya había decidido comenzar a correr muro arriba en busca del segundo chico. Con un poco de suerte lograba atraparlo en ese instante que llegara hasta la cima.
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La Yotsuki sonrió con malicia, sin molestarse en disimularla ni un instante, cuando sintió el duro contacto de su espinilla con el tobillo de aquel chico. Como una bola de demolición, el gordito cayó redondo al suelo -y aplastando a Ritsuko en el proceso-. Anzu se dio cuenta entonces de que su compañera había quedado enterrada bajo el pervertido. Mierda, tendría que haber calculado mejor... Por las dimensiones de este tío, a Ritsuko-chan le deben quedar, a ojo, unos cinco segundos de oxígeno. Dispuesta a enmendar su error, la kunoichi agarró al Mirón pasando sus brazos por debajo de los de él, y trató de levantarlo.
-Hijo de puta, pesas un quintal -masculló, flexionando las rodillas para hacer más fuerza-.
Por suerte, el chico parecía de acuerdo con la maniobra, y ayudándose de sus propias manos consiguió incorporarse. Ahora que lo veía de cerca, parecía incluso... 'Mono'. No guapo, desde luego, pero sí tenía los rasgos de esas personas que definitivamente no eran feas. Sea como fuere, el Mirón trató de huir de nuevo, mientras pedía compasión a gritos. Su recién adquirida cojera se sumaba al tonelaje innato del chico, por lo que su carrera hacia la libertad parecía más bien un trote cochinero.
-¡Vuelve aquí, desagradecido! -vociferó la kunoichi-.
-¡No está solo, Anzu! -gritó su compañera.
La Yotsuki alzó la mirada hacia donde le apuntaba Ritsuko y pudo ver a otro chico encaramado al muro que rodeaba las termas. A simple vista parecía todo lo contrario al Mirón; escurridizo, de rostro flaco y ojos hundidos que observaban la escena con evidente nerviosismo.
-No sé por qué, pero tengo la sensación de que estos pervertidos trabajan por parejas... -dijo Anzu a su compañera-. ¡Eh, tú! ¿Qué haces ahí, mirando? ¿Es amigo tuyo este albaricoque?
El Flaco se debatió entre responder y dar la cara por su amigo, o huir y salvarse de una más que probable paliza. Al final, aquel peculiar sentido del honor que existe entre los pervertidos que van a espiar a los baños termales se apoderó de sus acciones. Apoyándose en el muro con ambas manos, saltó hacia el otro lado y cayó frente a las dos chicas -con notable agilidad-. Lucía en su frente la bandana de Takigakure, igual que el Mirón, y en sus ojos brillaba una determinación firme.
-Sí, es mi amigo -confesó sin un ápice de duda en su voz-. Al oírle, el gordo paró en seco y se dio la vuelta, atónito-. Y no sólo eso... La idea de espiar en los baños termales de las chicas fue mía. Deberíais pegarme a mí -la voz estuvo apunto de quebrársele, evidentemente tenía miedo, pero en su mirada se podía entender que no pensaba abandonar a su camarada-.
Anzu se cruzó de brazos, arreglándose el nudo de la toalla. Sus ojos de hielo miraban alternativamente al Mirón y al Flaco con gesto reflexivo.
-Vaya, al menos tú tienes pelotas -admitió cuando rompió su silencio-. Y, por suerte para tí, respeto eso. Pero si te crees que os vais a ir de rositas después de haber estado espiando como perturbados... ¿Tú qué opinas, Ritsuko-chan?
El gordo solamente se dedicaba a chillar y correr lo más rápido posible, que era una velocidad similar al de un ancianito con bastón y que cualquiera de las kunoichis podría alcanzar fácilmente aunque Ritsuko en este instante prefería recuperarse del aplastón gratuito que se llevó por culpa de su compañera.
Lo importante ahora era el otro espía que posiblemente terminaría por darles más problemas que el primero, puesto que se veía bastante más delgado y posiblemente sería más difícil de atrapar pero a la pelirroja poco le importaba, ya se encontraba corriendo muro arriba en un intento por atraparle pero en ese instante en que ella llegó a la cima el otro saltó del muro para encontrarse con la de piel morena y claro, a la primera no le había gustado para nada perder el tiempo. - Que te parió… - Refunfuñó en lo que volvía a bajar aunque algo más despacio para evitar exibirse ante el pervertido.
- Y no sólo eso... La idea de espiar en los baños termales de las chicas fue mía. Deberíais pegarme a mí -
- ¿Y qué? ¿Quieres que te aplaudamos? - Soltó a secas Ritsuko que ya se encontraba justo detrás del chico mientras se acomodaba la toalla, no dudó ni un instante en atraparlo, pasando sus brazos por debajo de los ajenos y luego flexionar los codos para atraparle la cabeza tomándolo por la nuca en una especie de llave con la que le imposibilitaría hacer mucho con los brazos, incluídos sellos manuales. ¿Tú qué opinas, Ritsuko-chan? Consultó la rubia que hizo que se le dibujase una sonrisa algo macabra a la pelirroja. - Ya que el gordo se nos fue por su culpa debería pagar por ambos… - Si fuese por ella hasta hubiese usado fuego o lava para el castigo, pero como lo hiciera terminaría llevándose una buena sanción por parte de Yubiwa y no era para nada tentadora esa idea.
Por su parte, el obeso shinobi ahora rengo seguía escapando de allí, sin mirar atrás o por lo menos así fue hasta que logró escuchar a su compañero dando la cara por él. - ¿Hotaru...? - Toda actividad del chico cesó, se había volteado a ver lo que había ocurrido y el motivo por el que ya no lo perseguían y todo era bastante claro. - ¿¡Pero qué haces!? - Bramó en lo que volvía corriendo a ayudar a su amigo, una imagen que le borró totalmente la sonrisa de la cara a Ritsuko puesto que se veía como un toro enfadado y mucho más rápido de lo que se había mostrado en un primer momento. - Mierda… - Fue lo único que soltó la kunoichi que se veía más asustada que cualquier otra cosa.
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Ritsuko no parecía en absoluto compartir aquel destello de respeto que había brillado en los ojos de Anzu. La Yotsuki era una chica peleona y de furioso temperamento, y había pocas cosas que pudieran hacerla cambiar de opinión. Pero el acto valiente de no abandonar a un compañero, aunque fuese para espiar en las termas, era -en cierto modo- una de ellas. Por eso mismo, cuando Ritsuko atrapó al delgado, el presunto cerebro de la trama, ella contuvo sus puños. ¿De verdad era lo correcto? Golpear a aquel chico hasta hacerle sangrar por la nariz mientras su compañera le sujetaba. Y una mierda, ¿quién soy yo? ¿Una jodida abusona? Por descontado que no.
-No sé, Ritsuko-chan, somos dos contra uno y...
Un grito la interrumpió. Giró la cabeza para encontrar al otro chico, el más pesado, que había cambiado de actitud radicalmente. Conmovido -quizás- por la valentía de su amigo, intentaba ahora hacer lo mismo y volvía en su ayuda. Anzu flexionó las rodillas, sujetándose el nudo de la toalla con una mano mientras recogía el otro brazo. Se quedó así, quieta, inmóvil como una estatua de mármol... Esperando su momento. Cuando el Mirón estuvo a punto de alcanzarla, su cuerpo se accionó como un resorte; extendió el brazo libre, con su puño duro y compacto en la vanguardia. Estampó sus nudillos contra la nariz del chico, que en carrera no tuvo siquiera tiempo de reaccionar, tirándolo de espaldas. La violencia del golpe fue tal que Anzu tuvo que contener un gemido de dolor.
-Joder, si que tiene la cara dura este tío.
El llamado Hotaru se revolvió entre los brazos de Ritsuko, que le agarraban con firmeza.
-¡Takeshi! ¡Takeshi! ¡Takeshi, por todos los dioses, dime algo!
Anzu soltó una carcajada ante el dramatismo de aquel chico, que no apartaba los ojos, llorosos, de su inmóvil compañero. Las risas se fueron apagando cuando la Yotsuki se dio cuenta de que el Mirón -o, Takeshi- no se levantaba. Se acercó, dándole un suave puntapié.
-Eh, tú, Akimichi 'wannabe', ya está bien de teatro. Levántate, hombre.
No hubo respuesta. La Yotsuki empezó a ponerse nerviosa, y se agachó para agarrarle de la camiseta y sacudirlo varias veces. Nada.
-Me cago en... Creo que lo he tumbado, Ritsuko-chan -confesó con cierta culpabilidad-.
-¡Está muerto! ¡Asesina! ¡Asesinas las dos! ¡Senju-sama se enterará de esto! -gimió Hotaru, tratando sin éxito de quitarse a Ritsuko de encima-.
-¡No está muerto, joder, deja ya de lloriquear! Sólo se está echando un sueñecito... -replicó la Yotsuki, aunque lo cierto era que ella misma no sabía exactamente en qué estado se encontraba Takeshi-.
El plan de la pelirroja se vio frustrado a causa de su propia compañera y no por parte del gordo ni del genin que tenía atrapado en una llave. ¿Negarse a golpearlo incluso cuando lo tiene merecido solamente porque decidió dar la cara? Era para golpearla en la mente de la pelirroja. Pero ya se ocuparía luego de ello ya que el gordito se veía demasiado intimidante y a causa de esto a Ritsuko casi se le escapa el que tenía atrapado.
El lado positivo de todo esto fue que por así decirlo, la de piel morena recuperó esas ganas de golpear a los dos mirones y terminó por darle una de las mejores hostias de la historia al gordo encabronado, ella se quejó, pero él simplemente cayó al suelo inmóvil y silencioso donde se quedó dando la sensación de que había muerto, inclusive el tal Hotaru enloqueció acusando a las kunoichis de haberle asesinado. - ¡Senju-sama se enterará de esto! - Bramó el delgado chico en lo que se retorcía intenando liberarse pero Ritsuko decidió aplicar más fuerza al agarre doblándole un poco más el cuello. - No tiene por qué enterarse de nada… Al menos no ahora mismo… - Le dijo con frialdad al chico, dándole a entender que no dudaría en matarle a él también. ¿Compañeros de aldea? Da igual.
Hace rato ya les habría echado alguna técnica de fuego o lava encima, pero en medida de lo posible era mejor evitar los problemas hasta que claro, por accidente matas a uno y ya no queda más opción que acudir a la violencia para no dejar cabos sueltos y por lo menos tener posibilidad de escaparse. Pero claro, parecía ser que aquello lo tenían bastante ensayado ya que el gordito de un segundo a otro reaccionó, abusando de la culpabilidad de Anzu y sacando provecho de la casi inexistente distancia que había entre ambos para saltarle encima a la rubia e intentar atraparla como a Ritsuko, con la diferencia de que a la rubia la aplastaría con todo su peso.
- ¡Ahora Hotaru! - Bramó el voluminoso genin a su compañero que tal parece lo tenían todo ensayado, posiblemente teniendo en cuenta la posibilidad de que los atrapasen, aunque seguramente no se esperaron nunca que se vieran cara a cara con un par de kunoichis.
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29/02/2016, 19:00
(Última modificación: 29/02/2016, 19:01 por Uchiha Akame.)
Jodido sucio tramposo y embustero gordo de mier...
Los descalificativos se atascaban en la cabeza de Anzu, luchando por encontrar el camino hacia su boca y salir despedidos en forma de insultos. Sin embargo, cuando vio a Takeshi levantándose para atacarla por sorpresa, tuvo que concentrarse en otras cuestiones. Primera, cómo esquivar aquella mole que se le venía encima. Segunda, llevar a cabo el contraataque más adecuado para tumbar definitivamente al tipo. Y tercera, apretarle las tuercas a Hotaru con la intención de hacerle entender -y recordar- que espiar a chicas en los baños termales estaba mal.
Primero, lo primero. Takeshi se le venía encima, y la había pillado por sorpresa, pero aun así estaba aturdido todavía y tenía la nariz rota -a juzgar por el profuso sangrado que le cubría el rostro-. No fue problema para la ágil Yotsuki, que se movió con pasos rápidos para dejar que Takeshi pasara por delante suya al intentar aplastarla. Sin perder un segundo, dio paso al contraataque; una patada alta, directa al rostro de aquel pervertido precoz, que le golpeó en la nariz ya rota. Takeshi emitió un gemido de verdadero dolor antes de caer al suelo dando un golpe considerable.
-¡Mira lo que me has hecho hacer! -se quejó la Yotsuki, quien en ningún momento había pensado llegar tan lejos. Sólo la tozudez del gordo la había obligado-.
De repente un estruendo resonó en el patio, tan fuerte y molesto que Anzu tuvo que taparse los oídos con ambas manos. Aquel sonido retumbó en su cabeza durante unos instantes, provocándole mareos y naúseas tan fuertes que creyó que iba a vomitar allí mismo.
El astuto Hotaru, aprovechando la distracción de su compañero, había deslizado una bomba sonora desde su manga derecha y la había arrojado al suelo. El explosivo detonó justo después de que se tapara los oídos, aturdiendo tanto a Anzu como a Ritsuko. Ahora, libre, el gennin flaco trató de socorrer a su compañero -que parecía inconsciente-.
-Ahora sí que lo habéis dejado tonto... Vosotras... ¡Me las vais a pagar! -rugió, fuera de sí, y aunque su aspecto no era para nada intimidante, no pareció importarle. Subió la manga derecha de su camiseta, dejándose el antebrazo al descubierto, y se palpó el sello que estaba grabado con tinta en su piel. Con un característico 'puf', una tonfa de hierro fue invocada en la mano de Hotaru-. ¡Por Takeshi!
Sin pensarlo dos veces se arrojó sobre Ritsuko, buscando golpearla con la tonfa en la nariz para rompérsela, del mismo modo que Anzu se la había roto a su amigo.
-¡POR TAKESHI!
A final de cuentas el gordo no pudo hacer nada de lo que pretendía y casi podía darse por sentado que el plan de ambos se había ido al traste, o eso suponía Ritsuko que seguía reteniendo al más delgado de los pervertidos pero las cosas como de costumbre no iban a ser tan sencillas. Luego de que Anzu le propinara una potente patada en la cara el chico chilló y se quedó desparramado en el suelo lloriqueando por el dolor de tener la nariz partida pero él solito se lo había buscado e incluso le había sacado una sádica sonrisa a la pelirroja.
- ¿Cambiaste de opinión? - Consultó a su compañera sin siquiera prestar atención al chico que tenía atrapado. Posiblemente un error más que grave pero por suerte no lo cometió en una misión ni nada por el estilo, seguían dentro de la villa así que nadie debería de correr peligro.
En el momento de distracción, el tal Hotaru se las ingenió para dejar caer una bomba sonora que al instante en que chocó contra el suelo produjo un estruendo simplemente insoportable para ambas chicas que terminaron por retorcerse y taparse los oídos, fue ahí cuando el chico logró liberarse al fin de la kunoichi de ojos rojos y no tardó ni un instante en invocar un arma, algo que le dio a entender a Ritsuko por lo menos que se encontraba en desventaja frente a estos genins y posiblemente todo lo que habían logrado o había sido suerte o porque ellos no pretendían lastimarlas de ninguna manera.
-¡POR TAKESHI!
Gritó el shinobi al mismo tiempo que se lanzaba sobre la aturdida Ritsuko con la intención de asestarle un golpe directo a la cara. - Puta… - Soltó la chica que apenas si llegó a reccionar como para evitar el golpe dejándose caer hacia un lado. Luego aprovecharía para reincorporarse y dar un par de saltos a la misma dirección en la que se encontraba la rubia. ~ Podría haberlo parado seguro con la máscara… ~ Pensó la pelirroja mientras hacia una serie de sellos pura y exclusivamente para soltar por la válvula de la mano un hilo de lava al suelo justo delante del chico. Principalmente a modo de advertencia. - A la próxima no fallaré… - Le amenazó fulminándole con la mirada, esperando que sus advertencias fueran escuchadas y no terminase yéndose todo a mayores. Para colmo estaba prácticamente desnuda aunque el gordo se dedicaba a lloriquear en el suelo así que podría decirse que las chicas se encontraban en ventaja numérica.
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Hotaru encogió los labios en una mueca de frustración cuando vio cómo su tonfa pasaba justo por al lado de Ritsuko; gracias a una hábil maniobra, la chica pudo esquivar aquel hierro que iba directo a su rostro. Anzu, por su parte, se debatía entre si ayudar a su compañera y -entre las dos- darle una paliza a Hotaru, o dejar que la kunoichi se defendiese por sí sola.
No hizo falta mucha reflexión, porque cuando Ritsuko abrió una mano y soltó un chorro de lava ardiente por el extraño conducto, Anzu tuvo claro que su compañera sabía defenderse de sobra. El fluído magmático derritió incluso la piedra de la que estaba hecho el suelo alrededor de los baños termales, dejando un bonito y amenazador orificio en la superficie del mismo. Joder, esta tía es peligrosa aunque parezca que está ida. Más me vale recordar que puede tirar lava por esos orificios si algún día entreno con ella. Anzu había visto, hasta la fecha, pocas habilidades ninja más peligrosas que la que Ritsuko acababa de mostrar. Una sóla gota de aquel magma podía, sin lugar a dudas, derretir la carne hasta el hueso.
Mientras Takeshi seguía en el suelo, demasiado K.O. como para levantarse, Hotaru meditaba si valía la pena intentar otro ataque contra una kunoichi que podía lanzar magma por las manos.
-No seas idiota -soltó Anzu, de repente-. Hasta yo entiendo que es una locura pelear con alguien que puede lanzarte un chorro de lava a la cara. Esto puede acabar peor para tí que para tu amigo, y ya es decir, papanatas.
Los ojos de Hotaru se encontraron un momento con los de la Yotsuki. Sí, Anzu estaba cabreada por que hubieran intentado espiarlas en el baño, pero no quería meterse en un problema serio. Y quemarle el rostro con lava a un compañero de Aldea encajaba en esa categoría.
-Yo... Yo... Dejad que me vaya, ¡y Takeshi-san también! Ya nos habéis pegado lo suficiente... -la furia que antes había poseído a Hotaru parecía haberse derretido también bajo el magma de Ritsuko-.
Intimidar había dado sus frutos pero no como ella quería, pretendía que Anzu se uniera a la pelea y en su lugar optó por quedarse apartada justo al lado del gordo genin de la nariz partida y luego claro, tenían que suplicar una vez más por piedad. ~ ¿Es en serio...? ~ Se cuestionaba la pelirroja que había decidido adoptar una postura algo más relajada cruzando levemente una pierna para apoyar apenas la punta del pie mientras dejaba que todo su peso cayera sobre su otra pierna que permanecía completamente extendida. - Como quieras. - Respondió a secas Ritsuko mientras frotaba levemente la válvula para quitar de allí unos pocos restos de lava.
Al final parecía ser que la tal Anzu no era tan parecida a Ritsuko, si bien ambas eran algo así como bichos raros, no compartían ese deseo de lastimar a la hora de pelear o castigar a alguien pero que va. ~ El Uchiha había dicho algo de una misión… Pero estaría fuera de la aldea… ~ Allí en silencio se mantenía Ritsuko hilando recuerdos mientras Takeshi levantaba su obeso trasero para emprender el escape probablemente en dirección al hospital.
La pelirroja luego de un buen rato decidió devolverse al interior del establecimiento donde se habían estado relajando ambas chicas. - Anzu… - Llamó en lo que cruzaba de nuevo la ventana, tenía ganas de volver a meterse a las aguas termales aunque sea por un rato pero… Tenía los pies hechos un desastre y la espalda también debido a la caída. - ¿Qué te parece ir a una misión de rango C conmigo y otro fulano? - Ahora si, había hecho su parte, si la morena aceptaba o no era cosa suya y no de Ritsuko.
~ Así al menos no podrá quejarse el Uchiha… ~ Refunfuñaba en su mente la chica que ya se había sentado a un lado del agua para sacar algo de agua a manotazos y limpiarse los pies al menos, luego se ocuparía de su espalda embarrada. - El otro es un Uchiha y ya sabes que puedo defenderme sola, creo yo que estaremos bien aún siendo genins. - Agregó en un intento por conseguir convencer a la rubia.
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-Como quieras.
Aquellas palabras fueron como música para los oídos de Hotaru y Takeshi. Derrotados, apaleados y vencidos en cuerpo y orgullo, los dos gennin se iban a casa. El Sol apenas alcanzaba el punto señalado en el mediodía, pero ellos ya habían tenido suficiente acción para toda la jornada. Además, Takeshi estaba realmente malherido después de la tunda que había recibido por parte de Anzu, y seguramente tendría que pasar el resto de la mañana en la enfermería. Hotaru se colgó su tonfa metálica del cinturón y, pasándose el brazo derecho de su obeso compañero por encima de los hombros, le ayudó a levantarse.
-Eso, eso, largo. -instó la Yotsuki, con tono de pocos amigos-. Y si vuelvo a pillaros fisgando por aquí, os doy una paliza que os retiro del servicio ninja.
Henchida de orgullo por la victoria, aunque con un sabor agridulce en la boca por la tesitura en la que la había puesto Ritsuko, Anzu acompañó a la kunoichi al interior de las termas. Ahora que lo pienso... ¡He estado peleando en toalla! Creo que es la mañana más surrealista que he tenido nunca. Una vez dentro, Anzu se encaminó directamente hacia los vestuarios; había tenido suficientes emociones ya en los baños termales. Y, de paso, aquel incidente la ayudó a despejarse; no había pensado en el Torneo ni una sola vez.
-Anzu...
La voz de Ritsuko la hizo detenerse justo en la puerta de los vestuarios. Ella se dio media vuelta, buscando con la mirada a su compañera.
-¿Qué te parece ir a una misión de rango C conmigo y otro fulano? -preguntó la chica del magma-. El otro es un Uchiha y ya sabes que puedo defenderme sola, creo yo que estaremos bien aún siendo gennin.
Anzu tardó unos segundos en reaccionar. Con la mano derecha todavía apoyada en el pomo de la puerta que daba al vestuario femenino, la Yotsuki intentaba procesar todo lo que Ritsuko le había dicho en tan sólo un par de frases. ¿Me está invitando a formar un equipo con ella? ¿Pero eso no deben decidirlo nuestros maestros? Una misión de rango C es para ninjas de categoría chuunin... ¿Qué...?
-Estás segura... Quiero decir sí, claro, formar equipo contigo molaría -consiguió decir tras un rato de silencio-. Pero, una misión de rango C, ¿no será demasiado para nosotros? No es que no confíe en mis habilidades, es que... ¡Ni siquiera conozco al otro chico del que me hablas! El Uchiha. ¿Es bueno, o qué?
El asunto de los espías al fin había sido solucionado, ambos genins del sexo masculino se retiraron y las kunoichis se devolvieron a las termas, aunque las ganas de relajarse se había esfumado, ahora mismo se dirigirían a los vestidores aunque Ritsuko se tomó las molestias de limpiarse el barro que se le había pegado por tanta sacudida.
En la entrada de los vestidores fue donde la pelirroja lanzó la propuesta a la de piel morena, si aceptaba o no mucho no le interesaba pero le vendría bien alguien que medianamente la entendiese, en caso contrario tendría que soportar a otras dos personas que quién sabe si vayan a serle amenos aunque ya de por si el Uchiha le había caído bastante mal en un inicio. - No te comas mucho la cabeza por eso, antes de aceptar la misión tengo pensado tener alguna práctica con él para ver si no fue simple palabra suya. - Explicó algo desinteresada.
Luego de un instante la pelirroja suspiró para luego agregarle algo a su comentario anterior. - Te dejo la oferte, piénsalo y ya luego me avisas. Nadie te dirá nada si no aceptas, después de todo es tu vida. - Ahora si, Ritsuko se metió a los vestidores para bueno, vestirse. Su ropa seguía allí incluída la máscara, lo único que le faltaba era el maquillaje pero eso porque solía dejarlo en casa.
Cuando apenas si tuvo la ropa interior puesta cesó toda actividad, tenía delante ese colgante con el rubí que le había regalado el pelirrojo de Amegakure en uno de sus viajes sin sentido. ~ Reiji... ~ ¿Qué hacer con él? Era valioso a nivel monetario, pero también le resultaba valioso a nivel sentimental. Sin siquiera percatarse de lo que estaba haciendo la pelirroja se había quedado en absoluto silencio e inmóvil con el colgante en su mano, como si hubiese olvidado que estaba a medio vestir y encima en compañía.
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-No te comas mucho la cabeza por eso, antes de aceptar la misión tengo pensado tener alguna práctica con él para ver si no fue simple palabra suya. - Explicó algo desinteresada.
Así que una práctica, ¿eh? Eso no me lo pierdo por nada del mundo. El clan Uchiha parecía tener una fama considerable, ya que aunque Anzu ignoraba casi por completo cualquier cosa relacionada con el tema, su maestro le había hablado alguna vez de las antiguas Aldeas y de los grandes clanes que antaño las habitaron. Los Uchiha eran uno de ellos, avariciosos y sedientos de poder como ninguno; y muy poderosos. Anzu ya había conocido a algún que otro Uchiha, y ninguno le había impresionado, ni por asomo. Puede que antes fueran los reyes del mambo, pero ahora sólo son personas de carne y hueso, como todos los demás. El tiempo de las leyendas languidecía en aquella era de Onindo.
-Me parece una idea cojonuda, eso sí, ¡quiero estar presente mientras le tiras magma a la cara! -añadió la kunoichi con una carcajada-. Ya hablaremos de lo de la misión. ¿Qué día habéis acordado para esta... 'práctica'?
Ritsuko ya había empezado a vestirse, no sin antes lavarse la suciedad que se le había pegado en los pies, y otras partes, producto de la riña con los pervertidos. Anzu cayó entonces en la cuenta de que ella misma se vería -con total seguridad- en un estado parecido. Quitándose la toalla, la dejó sobre un banco de madera junto a las duchas. Ya iba a meterse en la más cercana, cuando un detalle llamó su atención: Ritsuko estaba de pie, absorta, mirando un colgante que brillaba con destellos rojos. Parece muy importante para ella... Seguro que tiene una buena historia detrás. En ese momento Anzu se dio cuenta de que sabía muy poco de su próxima compañera de equipo.
-Qué bonito.
Nadie con dos dedos de cabeza aceptaría una misión peligrosa con alguien a quién no conoce y que para colmo tiene el mismo rango despreciable que uno mismo. Es decir, tres genins debiluchos en una misión de rango C no tenían mucho para hacer pero además de ser debiluchos tener uno actuando de lastre era impensable, ¿si no podían cuidarse a si mismos como lo harían con alguien más? Ecuación sencilla, el lastre a casa.
- No acordamos nada, me encontré al tipo un día frente al árbol sagrado y luego de eso se fue, dijo algo de que no volvería en un mes y bueno, como no me ha buscado supongo que no ha encontrado a nadie más. - Explicó Ritsuko antes de entrar a su trance. Era la verdad, él sabía como encontrarla pero ella a él no, además que ya habían pasado varios meses de entonces y por lógica cabría decir que, o había muerto en su viaje o se habría echado atrás respecto a la misión. ~ Puede que se haya llevado alguna sorpresita en su viaje. ~
Apenas vestida con su ropa íntima fue cuando entró en trance, tratando de entender por qué Reiji le había regalado aquella gema y por qué luego de ello simplemente se desvaneció de la faz del mundo. Nada cuadraba en la mente de la pelirroja y pocas respuestas tendría a causa de la poca gente que conocía de Amegakure. Dejando todo eso de lado, Anzu volvió a hacerse presente con un sencillo cumplido que la hizo sobresaltarse levemente como quien es sorprendido en la oscuridad. - Este… Gracias… - Respondió en lo que devolvía el colgante a su lugar, alias, su cuello.
- Entonces dime, ¿cómo me pongo en contacto contigo? Digo para avisarte de la práctica y posiblemente de lo de la misión. - Consultó despegándose totalmente del tema del rubí mientras terminaba de vestirse, al menos con todo lo que usaba del color negro, la gabardina siempre la dejaba para lo último de todo. - En cuanto tenga algo al respecto trataré de avisarte y ya. O mismo si quieres practicar o algo estoy disponible. - Agregó acomodándose la gabardina que siempre había sido bastante holgada para ella y luego se ajustó la bandana a la cintura. Finalmente la máscara de calavera en el rostro, lástima que no se trajo el maquillaje.
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