Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Comprendo... Bueno, gracias de todas formas— Para cuando dijo eso ya se había dado la vuelta para echarse a correr cómo pollo sin cabeza a la búsqueda del enfermero. No hubo tiempo a decir nada más, pues el tiempo ahora lo tenía prestado y no había quién lo culpara, pues debían encontrarlo rápido y a como diera lugar.
Era así que una vez más el Uchiha se había quedado en solitario, aunque la tensión y preocupación de los lugareños aún esta presente en el aire.
Seguramente debería ayudar a aquel hombre en buscar al enfermero. No ya por el bienestar del doctor, sino del suyo propio. El hecho de que quizá se hubiese equivocado en su diagnóstico todavía le rondaba la oreja, y sabía que no dormiría tranquilo hasta descubrir qué estaba sucediendo.
Ejecutó un sello de clonación y cuatro clones surgieron a su lado. El primero subió escaleras arriba, a las habitaciones, en busca de Riko o Roga. Otra mano ninja le vendría de perlas, y Riko ya se había escaqueado lo suficiente con la excusa de echar una mano a la dueña del hotel para ligársela.
Otro de ellos fue a por el hermano de Homura, a quien preguntaría si sabía la dirección de Asobu o dónde podía encontrarlo.
El tercero, a por la camarera. Le sonaba haberla visto hablando con Asobu más de una vez, y parecían cercanos. Le preguntaría lo mismo.
El cuarto saldría corriendo a casa del doctor para comprobar su estado.
El Datsue real… Bueno, el Datsue real estaba un poco cansado de tanta sorpresita, y decidió que lo mejor sería ir a su habitación y esperar resultados plácidamente tumbado en su cama.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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De los dos a los que el primer clon trataba de buscar, sería al Yotsuki al que encontraría de primero, puesto que Riko cómo de costumbre desde que estaba trabajando en los preparativos del festival, no se encontraría en su respectiva habitación. Había estado repasando el mapa que Shishio le había entregado, además de algunas notas pertenecientes al abuelo de Homura; no le agradaba para nada el trabajo que le tocaría. Al verse interrumpido por la llamada a al puerta, acudiría con el ceño fruncido ante la sorpresa de un visitante.
—¿Datsue?— Alzó ambas cejas. —Estaba por bajar a almorzar, ¿pasa algo? Te veo algo serio.
***
El segundo se encontraría a Utage en su respectiva oficina cargando con algunos folios y demás documentación. Por un instante, se sintió sorprendido por su presencia ya que según su pensamiento no tendrían demasiado de qué hablar o platicar, más aún un día antes de la carrera.
—¿Qué se te ofrece?— le diría.
***
La camarera sería un poco difícil de localizar. De hecho, ella debería estar sirviendo la comida en el salón junto a las demás empleadas, pero en esta ocasión la muchacha no se encontraba allí ni tampoco organizando alguna de las habitaciones de los huéspedes. ¿Dónde podría estar entonces? Únicamente la tabernera se encontraba en el lugar despachando, mientras la chica de lentes estaba desaparecida de la acción.
***
El cuarto, al llegar al lugar vería a varias personas amontonadas en la entrada, expectantes ante la conmoción. Incluso algunos pocos pacientes se habían levantado de la preocupación, impotentes al no poder ayudar al hombre que durante mucho tiempo les ayudó a ellos, siendo que no tenían la opción de retribuírselos. Algunos rezaban, otros cuchicheaban. Adentro habían logrado acostar al doctor, pero la coloración de su piel y la falta de respiración eran muy alarmante. Alguno que otro había intentado prestarle unos improvisados primeros auxilios, pero el estado del señor Hayashi era mucho más serio de lo que cualquiera de ellos podría manejar.
«Maldito Riko…», pensó el clon, cuando llamó a su puerta y nadie contestó. La queja formal que había realizado durante la comida estaba, desde luego, fundamentada. Al pobre le estaban explotando.
Sin más opciones, buscó la habitación de Roga, quien no tardó en abrirle.
—El doctor está al borde de la muerte —directo y al grano—. Creo que puede tener algo que ver con lo que le sucedió al bandido que vimos caer desde el tejado. Necesitamos encontrar a Asobu antes de que sea demasiado tarde.
• • •
Utage, por su parte, seguía en el mismo sitio donde le había dejado la última vez: en su oficina enterrado por un montón de documentos. ¿Quizá también con su carta de reclamación?
—¡Se trata del doctor! ¡Está al borde de la muerte y no damos encontrado a Asobu! ¿Alguna idea de dónde podría estar? Quizá la camarera con gafas sepa algo… —sugirió—, pero no la encuentro tampoco por ninguna parte.
• • •
El clon se acercó a la barra y, sin preámbulos, preguntó a la tabernera:
—¿Dónde está la camarera? —Recordaba que aquella mujer era bastante borde, así que no se molestó en ser amable. Total, el resultado sería el mismo.
• • •
El clon atravesó a los pacientes como una saeta directo hacia el doctor.
—¡Denle espacio y déjenle respirar, hombre! —exclamó, furioso, cuando llegó a su lado. Luego le dio unas palmadas en la cara—. ¿Doctor? ¿Puede oírme?
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No se lo pensó dos veces; o mejor dicho, no se lo pensó. En cuanto escuchó aquello salió de la habitación, casi empujando a Datsue en el hombro en el proceso. Si bien parecía que actuaba con desesperación, en realidad lucía bastante calmado. Aunque, estaba totalmente consciente de que si una vida estaba peligrando no tenía tiempo para andarse con sutilezas de ningún tipo.
—Explícame los demás detalles mientras encontramos al enfermero princeso— le vio de reojo y luego se echó a andar escaleras abajo. —Parece que averiguaste algo sobre el matón de ayer cómo para asegurar que que tiene relación—. No voltearía a verle, pero se podía decir que tenía cierta curiosidad. "Creo que el abuelo ni siquiera estaba consciente de todos los problemas que ocurrían aquí antes de mandarme para acá." Sin duda todo aquello se le escapaba de las manos.
***
—¿¡Qué acabas de decir!?— se levantó de golpe tirando buena parte de su trabajo. —¿Camarera con gafas?, ¿te refieres a Dae?— caminó hasta él, casi tropezándose en el proceso pero logrando mantener el equilibrio al final de cuentas. —No, no sé dónde pueda estar ella. Digo, ¿Asobu no estaba con el doctor ayudando a los pacientes hoy en la mañana? Dae debería estar trabajando, ¿cómo que no está? ¡Por los cuatro dioses!— tenía las pupilas contraídas por los nervios y no parecía coordinar bien. —Sólo se me ocurre ir al apartamento que Asobu alquila, porque de ahí no tengo una mejor idea.
***
Antes de responder, la mujer alzó una ceja. Había muchas mujeres trabajando cómo para saber a cuál de todas se refería, aunque creyó recordar que la de anteojos era la que se había estado encargando de darle mantenimiento al cuarto del Uchiha, por lo que quizás se trataba de ella.
—¿Será qué buscas a la cuatro ojos?— Limpiaba un tarro de cerveza. —Si es ella, pues no tengo ni idea, aunque la vi salir hace unos quince minutos, diciendo que tenía algo que hacer. No es normal que la niña se escaquee del trabajo, así que no tengo la más mínima noción de a dónde fue ni cuando regresará.
***
El doctor no lucía nada bien. Si bien su pulso aún era débil, no estaba respirando. Las bofetadas en la cara no tendrían efecto alguno, su cabeza simplemente no se sostenía y los ojos se le habían ido hacia atrás.
Ah, vaya falta de modales. Pero iba a dejarle pasar por alto que le empujase en el hombro… por aquella vez.
—¡Por supuesto que he averiguado cosas! Porque yo, al contrario que tú, no soy un holgazán que se pasa el día durmiendo la mona. —Estos ninjas de hoy en día, ¡qué poco profesionales!—. Al parecer murió por una alergia. Tenía no sé qué defensas altas, lo que indicaba que había muerto por eso, aunque no se sabe exactamente de qué tipo. Pero me da que ahora mismo el doctor está con los mismos síntomas, y que esa alergia es algo más que eso.
• • •
—A Dae, sí. ¡Esa misma! —afirmó, sin en realidad tener ni puta idea del nombre de la camarera. Pero no hacía ningún daño hacerse el inteligente—. Así que hay dos personas responsables que están cometiendo la irresponsabilidad de abandonar su puesto de trabajo —resumió ante lo dicho, frunciendo el ceño. Tanto Asobu debía estar ayudando al doctor, como Dae sirviendo mesas—. Qué… sospechoso —agregó con voz sombría—. Mucho me temo, Utage, que esos dos están…
»… follando —Sí. Sin ningún tipo de dudas. Ni posibilidad a error—. Mucho me temo que habrá que interrumpirles el meneo. —Aquello no era como interrumpir esa sagrada hora por unas jodidas cebollas. No. Aquello era urgente de verdad—. ¿Y dónde dice que se encuentra el piso de Asobu?
• • •
El clon que había hablado con la tabernera se quedó un momento pensativo y luego dio media vuelta. Caminó hasta el otro Datsue, el que se encontraba con Utage, y le transmitió la información recolectada. Luego, desapareció en una nube de humo.
• • •
—¡Jo-der! —No respiraba. ¡El viejo no respiraba!—. Está bien, ¡que nadie pierda la calma, por favor! —chilló, siendo él el más nervioso de todos—. A ver, esto… Ehm… Si alguien no respira lo primero era… —«¡Comprobar las vías respiratorias!»
¡Eso era! Quizá y solo se había atragantado. Con cuidado, abrió la boca del hombre y trató de examinar su garganta.
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—En realidad, me hubiera gustado estar durmiendo todo el día cómo dices— A decir verdad, tenía un quebradero de cabeza bastante grande en la mente. Principalmente con aquel laberíntico mapa que le dio su abuelo y que parecía complementarse con algunos viejos escritos que dejó el difunto padre de los hermanos pelirrojos. Sospechaba y tenía algunas conjeturas, pero a la vez se negaba a compartir la información con el Uchiha bajo la pena de que podría resultar muy contraproducente. "Si esa jodida arma es como creo que es, mejor que pocos se enteren." En especial, ahora que sabía que el chunin no iba a rifarse el pellejo no tenía porqué saber lo que él sabía. Sin embargo, al escuchar que había un vínculo entre el incidente del doctor y el criminal no pudo sino chasquear la lengua. "¿Era necesario involucrar a los civiles?" Se había mantenido a raya ya que hasta el momento el único lastimado fue un pobre diablo que a decir verdad se merecía lo que le pasó, pero si incluso el médico estaba en peligro....
—Hay demasiados cabos sueltos sin atar aún. Está lo de la carrera y la supuesta arma, las aguas que envenenaron los criminales aquellos y ahora me sales con que se muere la gente de alergias. Sin embargo tú me aseguraste que hay otro shinobi involucrado y que pudo tener algo que ver con la muerte del tercer bandido. Bajo esa lógica, ¿ese sujeto también estaría detrás de lo que está ocurriendo con el doctor?---- No le sonaba coherente. —Te seré sincero, yo creía saber qué posible objetivo tendría un atacante en caso de querer saquear el templo. Sin embargo, no me cuadraría que hubiesen ido tras el Dr. Hayashi.
"Se me está escapando algo, pero no sé que es. Deber ser lo que haga que todo el rompecabezas encaje."
***
Utage tragó saliva, tenso ante el misterio que el Uchiha imprimía en sus palabras. No podía, sino temer a la intriga que le invadía el pecho pero que a su vez añoraba conocer la verdad de los hechos.
—Qué… sospechoso —agregó con voz sombría—. Mucho me temo, Utage, que esos dos están…
—¿Ellos están...?
—...follando
Y entonces el pelirrojo se cayó de culo con las patas para arriba, antes de levantarse de un sólo brinco cómo si fuera una pala a la cuál acabas de pisar.
—¿¡PERO QUÉ CLASE DE CONCLUSIÓN ES ESA!?— Alzó ambos brazos. —¡No es momento de sandeces!— dijo con la cara totalmente enrojecida. De por sí, dudaba lo suficiente de ello. ¿El enfermerito santurrón y la tímida empleada? ¿escapándose para coger a hurtadillas? —Lo que sea, el apartamento de Asobu no está demasiado lejos de aquí, está de camino al rancho de la esposa del alguacil—. frunció el ceño. —Vamos los dos mejor— aseveró.
Vio llegar y desaparecer al otro Datsue, y si bien se sorprendió al inicio, reparó en que debía ser alguno de los extraños trucos ninja del Uchiha. Inmediatamente, se echó a correr fuera con rumbo a la calle real.
***
Realmente, levantar al doctor era una mala idea, pero ahí pocos o nadie tenían realmente idea de cómo proceder. Para la sorpresa del Uchiha, no se encontraría con nada sólido en la garganta del afectado. En su lugar, el panorama era mucho peor: Estaba empezando a formarse espuma que subía por la tráquea.
Sí, en eso estaba completamente de acuerdo con Roga. Muchos cabos sueltos y demasiadas conjeturas. Estaban perdidos, muy perdidos. Pero, al mismo tiempo, Datsue se sentía tranquilo. Algo le decía que estaban más cerca de lo que pensaban de descubrir qué estaba sucediendo.
—No te desanimes, Roga. Años de experiencia —Uno y medio, y tirando por arriba—, me dicen que estamos cerca de entender lo que está ocurriendo. Solo nos queda una pieza, y el cuadro cobrará sentido.
• • •
Datsue se aguantó la risa.
—No es ninguna sandez, Utage. ¡Es la conclusión más precisa que se pueda hacer!
Pero no quería insistir en el tema. El tiempo jugaba en su contra, y cuanto antes llegasen a casa de Asobu, mejor. Su otro clon le había dicho que la chica se había ido hacía quince minutos. Con suerte, todavía estarían en los preliminares.
• • •
En la casa del doctor, Datsue lo estaba pasando francamente mal. El viejo no se había atragantado. Aquello, por supuesto, hubiese sido demasiado fácil. En su lugar, ahora empezaba a echar espuma por la boca.
El Uchiha lo recostó de lado y empezó a darle palmadas en la espalda, como si tuviese alguna idea de lo que estaba haciendo. En realidad, estaba más perdido que un kusareño en combate.
«Joder, joder, joder. ¡Que se me muere!»
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—En verdad espero que sea cómo dices— contestó seco. —Pero volviendo a lo que nos incumbe ahora, ¿alguna noción de dónde pueda estar Asobu? La pelirroja me dijo que el princeso cuando no está ayudando al doctor suele venir al hotel a pasar el rato cantando en las tardes musicales. Si no está ni aquí ni en la clínica, nuestros sitios para buscar se agrandan pero se reducen nuestras probabilidades de encontrarlo a tiempo.
Una gota de sudor frío resbalaba por su cabeza, ¿en verdad no iba a poder ayudar cuando realmente le necesitaban? Pensó entonces, ¿que haría su abuelo en su lugar? "Maldecir a medio mundo cómo un puto paranoico malhumorado... Creo que mejor sigo el ejemplo de mamá." Y entonces en lugar de maldecir, empezaría a sospechar.
—¿Y si no falta ninguna pieza?— Volteó a verlo de reojo. —Quizás, estamos encajando mal todo—. Nunca se habían sentado a trabajar concienzudamente, cada quién se fue por su camino cómo mejor le convenía y quiera que no, ciertos detalles que podrían ser útiles. —Mucha mala suerte es que la única persona capaz de ayudarlo haya desaparecido en un momento crítico... Intentaré irme por otro rumbo y si lo encuentro antes que tú le informaré de lo que está sucediendo para que vaya a auxiliar al señor Hayashi.
Si no le detenían, saldría del hotel y se separaría, tratando así de cubrir más terreno al dividirse.
***
Utage corría a toda la velocidad que sus piernas de oficinista pueblerino le permitían, siendo que a medio camino ya estaba jadeando cómo un perro encadenado. Imagínense si de verdad el camino hubiese largo, el pobre se desmayaba del esfuerzo. Eso sí, en cuanto estuviesen a apenas unos cuatro metros del complejo habitacional encontrarían a una chica. Conocida sí, con cara de preocupación, sí. Pero no era la chica a la que ellos buscaban.
—¿Nee-san?— Exclamaría con los ojos cómo huevos.
—¿Y ustedes qué hacen aquí?— No sonaba agresiva cómo de costumbre, sino que estaba seria.
***
Cualquier persona con mínimo conocimiento de lo que implicaba un paro cardiorespiratorio haría lo mismo que el Uchiha, pero a la inversa. Todo, absolutamente todo, todo su proceder estaba al revés, desde el inicio.
Los presentes no podían sino cuchichear, mientras otros empezaban a rezar a su piadoso dios de Shirotora para que no les arrancase a aquella persona tan benevolente que tantas alegrías les había dado. Pero parece que la deidad estaba molesta, pues aquellos que le rezaban habían olvidado su nombre y sólo le invocaban en las penurias. Nunca le dieron las gracias cuando debieron.
Pues no, no tenía ni idea de dónde podía estar Asobu. Quizá algún clon suyo lo supiese, claro, pero aquel Datsue en concreto no tenía ni la más remota idea. Roga fue más allá, y trató de encajar una nueva pieza en el rompecabezas: sugería que la desaparición del chico no era casualidad. Justo cuando el doctor más lo necesitaba, él no estaba. ¿Y si precisamente alguien se había asegurado de que no estuviese?
«Por los Dioses, pero, ¿qué coño está pasando aquí?» No recordaba haberse encontrado tan perdido nunca.
—¿Ehm? Vale, pues yo iré a… —Optando por rutas distintas, el Uchiha se quedó en la entrada por unos instantes, pensativo. Luego, se acercó a la tabernera y…—. Disculpe. ¿Sabe dónde puedo encontrar a la camarera? A la que tiene gafas…
Sí, Datsue le estaba haciendo exactamente la misma pregunta que había realizado dos minutos atrás. Aunque, técnicamente, para él era la primera.
• • •
«¿Homura?»
—El doctor Hayashi está al borde de la muerte. Estamos buscando a Asobu, pero no lo encontramos por ningún lado —decidió informar rápidamente, dejando de lado sus habituales riñas. El tiempo apremiaba y no era momento para chiquilladas.
• • •
Datsue estaba tan nervioso que, cuando se dio cuenta, estaba tirándose de los pelos. No sabía qué hacer. No sabía cómo reaccionar. Sus conocimientos médicos eran los justos. ¿Sangras? Véndate. ¿Sangras mucho? Cauteriza la herida y luego véndate. Si eso aplica torniquete antes.
Pero cuando lo sacaban de ahí…
—Por los Dioses, ¡hagan algo! —exclamó al resto de pacientes—. ¡Que se va a morir, hombre!
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Rōga se dirigió a la calle, pero era difícil para el imaginar cómo encontrar a alguien a quién no le conocía las costumbres. No iba a darle media vuelta al pueblo, sería poco útil. El único lugar que se le ocurría para preguntar era la zona donde preparaban el festival. ¿La razón? Por algún lado tenía que empezar. Además, así podría encontrarse con Riko y contarle lo sucedido para que les ayudase a ellos también. Sin embargo, él no iba a encontrar ni al Kaguya en aquel lugar. "¿Qué?"
Entre tanto, la tabernera pasó de la seriedad el enojo con la pregunta del Uchiha.
—¿¡Me estás tratando de ver la cara de idiota!?— creía haberle dejado muy en claro antes que no tenía ni la más remota idea. —No sé a qué estás jugando pero yo no tengo tiempo para andarlo perdiendo contigo, así que deja de hacerte el listo conmigo— Inmediatamente se dio la vuelta. --Para colmo a mí me toca trabajar de más por su culpa— fue lo único que dijo antes de internarse en la cocina para ir a servir algunos platos al comedor.
***
—¿¡QUÉ!?— Y entonces sintió cómo si las fuerzas se le fueran, desvaneciéndose parcialmente.
—¡Neesan!— Utage hizo lo imposible por acercarse y tomarla en brazos antes de que se cayera.
—Asobu...— Se cubrió el rostro con el brazo mientras sus cabellos rozaban el piso. —Está en la casa, atendiendo a Riko— Y quizás luego ella necesitase atención. Solía hacerse la fuerte, cargando con muchos problemas en la espalda. Pero la noticia del doctor terminó por reventar la olla de presión.
***
Y todos los presentes retrocedieron ante aquellos gritos, aterrorizados. Incluso una anciana de los presentes desfalleció ante la tensión y algunos otros soltaron lágrimas. Todos querían ayudar, pero nadie sabía cómo en realidad. Ni siquiera estaban conscientes del poco tiempo que les quedaba para actuar en realidad.
Y fue entonces, que el sonido de un caballo en las afueras interrumpió las penurias de los presentes. Dos personas de pasos muy diferentes entraron, uno con unas características espuelas y la otra con unas normales zapatillas: Bandō y Dae.
—¡Fuera de mi camino inútiles!— Apartó a todos, incluyendo a Datsue. —No pueden hacer nada bien...— Farfulló mientras acostaba boca arriba al doctor y colocaba sus manos en su pecho, empujando con fuerza. —¿¡Dónde demonios está Asobu!?— Miró a todos. —No puedo sino retenerlo, pero sólo él puede salvarlo.
¡Joder, cómo se ponía la tía! Sí él lo único que intentaba hacer era ayudar… Pero, en fin, se veía que en aquel pueblo la mitad eran una panda de agrios desagradecidos. Sin saber muy bien qué hacer, optó por desaparecer en una nube de humo frente a ella, transmitiendo la información obtenida a su original…
… que se revolvió en la cama y frunció el ceño. Por el momento, sus clones le estaban transmitiendo más preguntas que respuestas.
• • •
A Datsue se le cortó la respiración.
—¿Atendiendo a… Riko? ¿¡Cómo que atendiendo a Riko!? ¡¿Qué le ha pasado?! —estalló con rabia. No esperó ni a que le contestasen. Corriendo, llegó hasta la puerta de la casa a la que se dirigían y la abrió con fuerza—. ¡Asobu! ¡¡¡ASOBU!!!
• • •
Por una vez, Datsue se alegró de ver a aquel rufián. Hasta no le molestó que le empujasen para hacerle a un lado. Al contrario, lo agradeció enormemente.
—¡Lo estoy buscando por todo el pueblo en estos precisos instantes! —respondió, a la pregunta de Asobu—. ¿Cómo es que solo Asobu puede salvarle? Acaso… ¿Acaso sabes lo que le está pasando?
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"Maldita sea, lobo, piensa, algo puedes hacer." Hasta ahora, había sido el personaje secundario de aquel cuento, sin aportar nada realmente a la trama. "Lobo, hay una vida en riesgo, no puedes simplemente quedarte atrás. Piensa: Bandido, alergia, doctor, Datsue..." ¿Datsue? "¡Alergia!" El foco imaginario se prendió sobre su cabeza, ¿pero sería capaz de llegar a tiempo? "¡Que soy un puto ninja y lo voy a lograr!" Un ninja al que se le pasó por alto un detalle, pero que ahora tenía la solución.
***
Y el muchacho salió a la puerta, extremadamente consternado por los gritos del Uchiha y con los ojos abiertos cómo platos, aunque luego relajó el gesto tranquilo y sereno.
—¿Datsue-kun? No te esperaba aquí tan rápido, se suponía que Homura-san había salido para avisart- ¿¡HOMURA-SAN!?— Exclamó al ver por sobre el hombro del uzujin a la pelirroja en brazos de su hermano. —O demonios, ¿ahora qué?
***
El bandolero tardó unos segundos en responder mientras seguía aplicando un improvisado masaje cardíaco en pos de mantener los signos vitales estables.
—Si lo supiera, ¿a quién le importa?— Masculló. —Nadie va a creerme—. No tenía tiempo para discutir, la prioridad estaba delante de él. —Asobu debe tener algo para ayudarlo, administrarle algún medicamento, pero si no sabemos que necesit-
—¡ANTIHISTAMÍNICO!— Un jadeante Yotsuki gritó desde la entrada, pero haciendo el esfuerzo acercarse al lugar y empezar a rebuscar entre los frascos de las repisas.
Había comprometido su durabilidad al forzar su cuerpo con un sunshin que además consumió un tercio de reservas de chakra. Más, aquel precio era poco, aún tenía mucho que hacer.
—Datsue, dijiste que el doctor podía tener una alergia similar al tipejo aquel, ¿no? Pues entonces probemos el medicamento que te dieron a ti cuando te enfermaste. Puede que sea una locura, pero ya no hay tiempo para encontrar al princeso— Rebuscando entre los insumos, encontró dos frascos que parecían ser el mismo medicamento. Uno, igual al que le dieron al Uchiha, el otro, una ampolla de vidrio. —Caballeros... ¿Alguien sabe poner inyecciones?— Sonrió nervioso.
—Renko, me ha enseñado un poco— interrumpió con una voz quebrada casi inaudible. —¿Funcionará?
—Hazlo, ya no tenemos opciones ni tiempo.
La muchacha asintió y tomó el cristal, mientras el genin le pasaba una aguja y jeringa. El del sombrero negro se alejó, mientras ella procedía a introducir el líquido en sus venas. Bandō continuaría con los primeros auxilios.
"Amenokami, sé que esta tierra está muy lejos de tus dominios, pero al menos por esta vez te pido que tengas piedad."
—Ahora tenemos al doctor muriéndose, ¡eso es lo que tenemos! Y yo sospecho que se trata de lo mismo que le sucedió al bandido aquel que le hicisteis la autopsia. Pero, ¿avisarme de qué? ¿¡Qué le ha pasado a Riko!? —exigió saber.
• • •
¡Pues claro! ¿Cómo no se le había ocurrido a él? Si aquello era provocado por una alergia, ¡lo mejor era darle el medicamento que le habían recetado a él! «Vaya, no es un chico tonto, este Roga».
Observó cómo la camarera —que casualmente había aparecido junto al bandolero—, le suministraba el medicamento. ¿Cómo habrían sabido lo que le pasaba al doctor? ¿Les habría avisado Mano Cortada? ¿Y qué hacían juntos en ese momento? ¿Acaso…?
«Solo hay una terrible posibilidad… ¡Están viviendo una aventura!» Sí, sin duda. Los dos eran amantes y no había posibilidad alguna para el error. Ninguna.
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Retrocedió un paso ante la noticia del doctor, y otros dos pasos más cuando le exigió saber la condición de Riko.
—Relájate, no es nada grave y ya está allá adentro en cama, aunque necesitará reposar hoy y mañana probablemente— Alzó ambas manos en gesto conciliador. —Parece que Riko se estaba tomando un descanso junto a Homura, comiendo unos chocolates... que resultaron ser almendras envueltas en chocolate— Suspiró pesadamente y se llevó la palma a la cara. —Que resultó que tu amigo es alérgico también, siendo en su caso los frutos secos los que le hacen mal—. Negó. —No me lo puedo creer...— Suspiró.
»Y ahora, ¿cómo demonios está eso de que sensei corre peligro?
***
"Espero que sea lo correcto..." Recostó la espalda en la pared y flexionó poco a poco las rodillas, dejándose caer hasta quedar sentado en el suelo, muerto de cansancio. "No sé cómo se me pasó por alto algo cómo eso." Un poco más y no llega, pero aún así no podía relajarse del todo hasta que el doctor estuviese totalmente fuera de peligro.
—¿¡Cuanto demonios tarda esta mierda en hacer efecto!?— Seguía batallando por mantener estable al médico.