—El perr... Bueno, su nombre es Shunsuke. Es la mano derecha del amo, el gran halcón. Shunsuke es castaño, aunque su rasgo más característico es que le falta el ojo derecho. Tiene el pelo largo alborotado hacia arriba. De vestir, lo que sea menos algo discreto. No tiene un conocimiento exacto de mi posición ya que hubiese sido comprometedor para mi trabajo, así que seguramente venga a indagar con muy poca sutileza al pueblo. Tiene muchas malas costumbres que no son propias de un ninja: No sabe quedarse callado, es susceptible a los engaños verbales, además de tenerle mucha piedad a sus oponentes y lo más importante; dale un mapa al revés y seguramente ni se de cuenta de que está invertido. Y sin embargo, su idiotez se compensa con un chakra muy potente que será mejor que no te le vayas a un enfrentamiento a distancia. No sólo porque tendría ventaja elemental con su suiton, sino que su chakra de por sí es bastante destructivo. Pese a estar tuerto, también es excelente en shurikenjutsu.

Hizo una pausa breve.

»Si no logra averiguar nada, tal vez intente asediar el templo, o tal vez no. Es, un poco impredecible. Eso sí, mejor que no le informe nada al halcón.

Y el gesto de Asobu paso de divertido a... ¿Asustado?

—Si me creen muerto, el halcón no molestará más a la gente del pueblo. Al menos no si sabe que el arma se le fue de las manos. ¡Pero hagas lo que hagas, no dejes que me encuentre!—. tenía los ojos abiertos como platos. —El halcón está lejos, en algún rincón del País del Bosque, no debes preocuparte por él. No vendría... Espero...

Datsue asintió, complacido con la información que Asobu le estaba regalando. Shunsuke, un estúpido al que era conveniente no luchar en campo abierto. Fácilmente reconocible por su condición de tuerto.

No necesitaba más.

—Suficiente —sentenció, deshaciendo el Genjutsu.

»Todo tuyo, Bando.

Hasta ese momento, Bandō sólo había sido un testigo ciego de toda la charla llevada a cabo, sin saber que en realidad estaban charlando. Creía, entender que era lo que ocurría a pesar de todo. ¿Estaba siendo víctima de la la misma visión irreal que sufrió? Probablemente sí. No vio nada, pero no lo necesitaba. Y sin embargo, todo aquello lo tumbó a un segundo plano cuando supo que finalmente iba a poder ponerle las manos en el cuello al flacucho de Asobu.

El farsante estaba con los ojos abiertos como platos, mudo. ¿En qué momento le había engañado? Y entonces entendió, que se confío por segunda vez, subestimando aquellos ojos. Se maldijo, se maldijo porque su propio anhelo de libertad le llevaría a nunca ver el cielo por su propia cuenta. Él era el estafador, ese era su juego. ¿Cómo demonios cayó en su misma trampa y por su propio pie? No una, sino dos veces, dos putas veces. Reventó.

—¡NO SABES LO QUE HACES! ¡NO TIEN-!— se cortó en cuanto el brazo del bandido le tomó del pescuezo. Levantándolo lentamente hasta tenerlo a la altura de su rostro.

—Yo, soy Roger Bandō— le escupió en la cara. —Soy uno de tantos ladrones buscapleitos de este maldito país. He asaltado caravanas de usureros mercantes, he mandado al hospital a mi competencia con un ojo o un par de dedos de menos, he de decir que no pago la cuenta si no me gusta la comida del restaurante— Y su mano temblaba, pero no por el peso, sino por la rabia. Una apenas visible en ojos cristalizados que se negaban a soltar lágrimas. —Pero, incluso alguien como yo sabe ver cuando tiene la maldad enfrente. Tú, arrancaste una flor del jardín. O mejor dicho, una de las pocas flores que florecen en este desierto de mierda. Cuando nos quitaste al viejo Kawaraga nos heriste a todos. Porque sea un borracho o un honrado carpintero, en Shirotora las historias nos unen a todos.

Hizo un ademán de agitar el brazo, haciendo aparecer entre sus manos una daga casi por acto de magia. Al menos así sería a la vista de un incauto, cuando un buen ojo te diría que se deslizó con una presteza muy impropia de lo que cabría esperarse de un civil.









Unos segundos de silencio, en que los ojos de Asobu vieron el filo y luego a su verdugo. En cambio, el rufián no parecía estar viendo nada. Le soltó, al unísono que se giraba agitando la navaja en dirección al cuello. Para cuando Bandō le dio la espalda, la sangre chorrearía desde la recién abierta vena yugular. No iba a ver atrás, simplemente se guardó la daga de nuevo en la manga y caminó con el rostro ensombrecido por el ala del sombrero con rumbo a la salida, pasando al lado del Uchiha.

Datsue podía ser un capullo —en demasiadas ocasiones, a veces—, con problemas para medir las consecuencias de sus actos y, en ocasiones, hasta se las daba de duro. Había tenido que asesinar, por su trabajo, a más personas de las que hubiese querido. Pero matar a alguien en medio de la refriega era una cosa, y otra muy distinta hacerlo a sangre fría.

Para eso, el Uchiha todavía no tenía estómago.

¿Para contemplar a otro haciéndolo? Bueno, para eso sí. Un año de torturas de Shukaku servían para algo más que dejarle con ojeras de insomnio.

—El trabajo todavía no está terminado, Bando —dijo, cuando este pasó a su lado—. Alguien va a venir. Un compañero suyo, un ninja tuerto. Le buscará por el pueblo, y de no encontrarle, se adentrará en el templo en busca del arma.

Se detuvo en seco, sólo para llevarse los dedos a los ojos y restregárselos con tensión.

—¿Es que las malas noticias nunca van a acabarse?— suspiró pesadamente y se limpió las furtivas lágrimas. —¿Tienes algún plan para despacharlo? Sé que para ustedes los ninjas, nosotros los que no sabemos usar el chakra no somos más que hormigas a la hora de una pelea. Pero, tienes a los Reisei, al señor Hayashi para echarte una mano. Incluso, me tienes a mí, aunque parezca chiste.

»Quizás podamos ayudar en más de algo.

¿Lloraba? Bando… ¿lloraba? Aquello fue como ver a un kusareño ganando un combate. O un amejin sintiendo compasión por alguien. Surrealista. Totalmente surrealista.

—No, no, para nada pienso así, Bando. Puede que un civil no sepa usar chakra, pero sería un gran error subestimaros solo por eso. De hecho, sí, me vendría bien vuestra ayuda.

Tenía que reconocerlo. Si quería acabar rápido con aquella amenaza, lo mejor sería no hacerse el héroe solitario y aceptar toda la ayuda que le ofreciesen.

—Verás, a Asobu lo derrotamos con facilidad por pillarle desprevenido. —De lo contrario, apostaba a que hubiese sido un hueso duro de roer—. Pretendo hacer lo mismo con el tipejo este. El tal Shunsuke.

»Quiero que cuando el tipo venga a buscar a Asobu, nadie le confirme su muerte. Que le digan que cayó enfermo, y que está en casa. Allí será donde le espere yo… preparado. ¿Podrías organizar todo eso por mí?

—Haré lo posible por informar a los demás. Sin embargo, tengo un poco de miedo por Dae, ella podría cagarla— se rascó la nuca. —Estaba tan embelesada con Asobu, que la muy burra seguramente fue quién le filtraba la información de los Reisei a él. De hecho, yo... Engañé a Dae con una nota falsa para que se reuniese conmigo, y pensaba, hacerla hablar. Pero, justo ocurrió lo del Dr. Hayashi y vinimos directo hacia aquí, por lo que ya no fue necesario... Se puso cómo loca, así que o la hacemos reaccionar o la encerramos hasta que nos deshagamos del otro intruso.

Datsue suspiró, llevándose una mano al mentón. Delicado. Lo que le estaba sugiriendo Bando era delicado. Seguramente lo más eficaz y correcto, sí, pero que podía ser visto con malos ojos por muchos del pueblo. Al fin y al cabo, encerrar a una mujer inocente estaba mal visto. Y con razón.

—Hmm… Eso es peliagudo. No sé yo si Homura y el resto del pueblo lo permitirían –se rascó la cabeza, pensativo—. Pero se lo diré a Roga. Si tanto quieren el mapa para entrar al jodido templo, les conviene ayudarme en esto.

»Oye, ¿y tú qué? ¿Vas a dejar que entren al templo y te birlen el arma frente a tus narices? —preguntó, curioso—. No sabía lo del mapa, pero ahora me cuadra todo, ¿sabes? Esos dos estuvieron hablando, y Roga va a dirigirse al templo mañana, cuando todos estemos entretenidos por la carrera… —¿En teoría era para vigilarlo? En teoría, pero Datsue ya no sabía qué creer, y le interesaba ver la reacción de Bando.

—No sé que pensar realmente. Los Reisei han protegido durante generaciones el templo y el legado del dios cardinal Báihū. Kawaraga, bueno, el viejo digamos que fue de los pocos amables conmigo cuando para el resto del pueblo yo fui el bastardito hijo del anterior alguacil. Conozco de cerca a los Reisei y sus dos hijos son como mis sobrinos— mientras él era el tío malo de la familia. —Representa lo poco de identidad que nos queda, de un pasado que honra a los pioneros que fundaron el sitio. Homura pese a ser una loca, dudo que cediese el arma sólo así como así, pero en cambio del muchachito no sé nada.

»A Shishio lo vi una vez. Era un tipo moreno, con pelos de rubio platino y unos ojos dorados que te obligan a apartarte de su camino. Nunca supe si fiarme de él o no, pero según escuché, el robó una de las otras armas, Zhūquè Yì. Supuestamente, no quería que las demás cayeran en malas manos, pero una cosa es lo que dijera él y otra la que haga ese niño.

Datsue se rascó la nuca. «Un problema a la vez, Datsue. Céntrate solo en un problema a la vez». Y en aquellos momentos, Shunsuke era prioritario.

—Bueno, muy bien —dijo, conforme—. Hablaré con Homura o su hermano para ver si pueden enterrar el cuerpo de Asobu discretamente. Y también del problema de Dae. Luego, iré a la casa de Asobu y aguardaré a que Shunsuke venga.

»El problema va a ser si viene mañana, justo en el día de la carrera. —Porque él no pensaba faltar a su cita por nada del mundo. De hecho, si les estaba ayudando, era precisamente por poder poner las manos al botín sin ninguna interrupción que lo echase todo por la borda.

Una vez finalizada la carrera, dudaba mucho que se quedase a esperar al tuerto. Ya habían malgastado muchos días, y en Uzu estarían empezando a preocuparse.

—Huh, espero que no sea así. Estoy a la espera de echarme a la bolsa mi octavo título en esta competición. Lo único que me lamento es que Shishio no viniese este año. Él era un grande, medirme limpiamente contra él era un pequeño y loco sueño, pero supongo que estará demasiado viejo ya. Hubiese sido genial consagrarme como el que venció a la leyenda.— suspiró.

»Cómo sea, me encargaré de los preparativos necesarios tal y cómo me indicaste... Meh, supongo que tendré que recurrir a Arashi también, pese a que él no soporta que yo sea más guapo, pero qué remedio. Intenta ver si logran una forma de poner a Dae en cintura. Nos vemos.

Él se marcharía sin más, dejando al Uchiha con su planificación. Aún quedaban poco más de un par de horas para el anochecer, pero el tictac de los segundos en el reloj del ahora abandonado consultorio acompañaban al Uchiha.

Y si mal no recordaban, la última vez que su clon vio a los hermanos no estaban del todo bien, pues a Homura casi le daba un bendito desmayo.

Datsue echó un último vistazo al cuerpo sin vida de Asobu y asintió.

—En marcha pues. —Y justo antes de separarse, se acordó:—. ¡Eh! ¡Y piensa lo que te dije del caballo!

«Muy bien, Datsue. Hora de jugar a ser un Profesional».

Lo primero, desactivar el Sharingan. El Uchiha había gastado chakra sin parar, creando más clones que kusareños caídos en combate. Por no hablar del doble sello que le había realizado a Asobu, primero para paralizarle, luego para librarle de un juuinjutsu. Estaba seco, y necesitaba reponer energía para lo que se avecinaba.

Lo siguiente era volver al hotel. Le empezaba a preocupar que hubiese pasado algo. Roga le había asegurado que volvería junto a él corriendo y todavía no tenía noticias suyas.

En cuanto el Uchiha regresase al hotel, el exterior estaría más calmado, hasta que un grito similar a un trueno fue audible como a cuadra y media de su destino.

¡¡¡¡¡¡ERES UNA BRUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!

Homura parecía haber recuperado el conocimiento.

Ya adentro, se toparía con una complicada escena:

Dae también había despertado, siendo retenida por Utage. Homura tenía la cara de un oni sediento de sangre, uno al cuál el Yotsuki se estaba encargando de encadenar.

—¿¡Cómo mierda fue que le contaste a Asobu lo del templo!? ¡No tenías que haber hablado de eso con nadie! ¡Mi papá confiaba en ti y le vendes esa información al primer idiota que te calienta la concha!— estaba totalmente despeinada, pero si no fuera porque Rōga tenía más fuerza en los brazos de lo que su edad aparentaba ella ya le habría saltado encima a la de lentes. —POR TÚ PUTA CULPA LO MATARON, PORQUE LE DIJISTE QUE ÉL LO TENÍA. ABRISTE TU SEROTA BOCA Y POR ESO LO MATARON— Apretaba los dientes.

—¡NO ES CULPA DE ASOBU!— Rugió. —¿Ya olvidaron todos ustedes la ayuda que nos prestó? ¿Ya olvidaron que fue él quién nos dio el antídoto para nuestros ancianos y niños enfermos? Sin él toda nuestra alegría se hubiese ido a la mierda cuando nos dejaron sin agua. ¿Por qué iba a ayudarnos si realmente es tan malo? Cuando ni siquiera el Dr. Hayashi era capaz de curar a alguien, era Asobu el que daba la cara por nosotros. ¿¡COMO SE LES PUEDE OLVIDAR TODO ESO SOLO PORQUE BANDŌ LO DICE!? ¡Me acorraló para que le dijera todo lo que platiqué con Asobu! ¿Acaso alguien así es de fiar? Fingió escribirme una carta de parte de él, sin saber a donde iba a llevarme. ¿¡No se dan cuenta de que sólo lo hace por envidia!? ¿¡CÓMO PUEDEN OLVIDARLO!?

—¡TÚ NO TENÍAS QUE ABRIR EL HOCICO, PENDEJA!

«Oh, dioses… Esto va a estar jodido»

Miró a Roga, conteniendo a duras penas la ira de Homura. «Veo que lo tienes todo controlado… JIA JIA» Se sacudió la cabeza. Últimamente se le contagiaba la forma de reír de Shukaku.

—¡A ver, por favor, un minuto de silencio! —pidió, dando tres fuertes palmadas—. Es mi placer anunciarles que por segunda vez en la semana, os he salvado el culo a todos, y gratis. Dae, querida, lamento informarte que Asobu reconoció haber asesinado al padre de Homura. También intentar asesinar a Hayashi. Su plan desde el principio era colarse en el templo para robar el arma que hay en su interior. Y no solo eso, sino que trabaja para un tipo muy peligroso. —El Uchiha no solo hablaba para Dae o Homura. Hablaba para todos—. Un compañero suyo va a venir al pueblo, quizá hoy, quizá esta misma noche, a buscarle. Es un ninja tuerto muy peligroso, y que puede causar serios problemas. Yo puedo prestaros mi servicio como ninja y encargarme de él, a cambio de un par de cosas. Ya visteis de lo que soy capaz y que soy cumplidor.

»Pero si os ayudo, es de vital importancia que si veis a este hombre, y os pregunta por Asobu, le digáis que cayó enfermo y que se encuentra en su domicilio.

»Dae, querida, lamento muchísimo tu pérdida. Sí, Asobu ha muerto. Ejecutado por Bando.

»Homura, si queréis mi ayuda, lo primero es deshacerse del cuerpo de Asobu lo antes posible y seguir a rajatabla mi plan. De lo contrario, arregláosla vosotros como queráis, porque yo no pienso volver a jugarme el pellejo por nada.

"Ay, pero que benevolencia." se divirtió, sarcástico ante las palabras de Datsue. No reía, que si no dudaba de mantener a Homura en su lugar. Las falsas humildades no iban con él. Aunque, fue el resto de sus palabras las que no le agradaron oír. "Por Amenokami, que luego dicen que yo no tengo tacto..." Rodó los ojos.

Dae se quedó inmóvil, blanca, más de lo normal. Sus pupilas se contrajeron al máximo, mientras su boca se movía sin emitir sonido alguno. Fueron varios segundos, hasta que finalmente articuló palabras.

—¿Eh?— y toda la fuerza se le fue. Utage lo notó, así que la soltó, dejando que ella cayera de rodillas. —No, es un error. Es una trampa, están siendo engañados. ¡Él no es mala persona! No. No esta muerto. Él va a venir, a tocar el piano hoy en la tarde. Siempre viene en la tarde a tocar el piano.

—¡CLARO! ¿¡TE GUSTABA QUE VINIERA A METÉRTELA!? ¡Ojalá que te haya dado el gusto de cogerte sabroso!— resopló como un toro.

—Va venir. Hoy en la tarde. Bandō los está engañando. Va a venir, se sentará, tocará y cantará. Y se darán cuenta de que están equivocados— Ya no estaba viendo a nadie.

"Oh no..." Fue en ese momento cuando se dio cuenta que posiblemente la habían perdido. Un estado de negación emocional total, siendo que ella ya sólo creía lo que quería creer para no ser afectada emocionalmente. "Demonios, este Uchiha de mierda y esta puta loca lo único que hacen es empeorarlo." ¿Acaso era él la única persona que se estaba dando cuenta del desengaño por el cuál estaba pasando la muchacha? Asobu les había engañado a todos, pero no todos iban a reaccionar de la misma manera.

—¡Aso-!

—¡SHO!— Acalló a Homura, antes de que esta se sobresaltara por el grito en su oreja.

No estaba acostumbrada a que le gritaran, y menos a que le sujetaran así. Abrió los ojos cómo platos, pasando del enojo a la sorpresa. Fue ahí cuando el Yotsuki la soltó, procediendo a acercarse a Dae. "Ay ya yai..." No le agradaba su expresión.

Se agachó y la tomó del mentón suavemente usando sus dedos índice y pulgar, tratando de verla a los ojos. Se habían apagado.

—Hoy en la tarde, se sentará ahí, cómo siempre...— ladeó su cabeza hasta el escenario de la entrada, señalando el banquito del piano junto a los demás instrumentos musicales.

Rōga se volteó y le dedicó una mirada muy dura tanto a Datsue como a Homura, para luego volverse a Dae.

—Toma mi mano, necesitas descansar— La ayudó a incorporarse, aunque no sentía que lo estuviera haciendo de forma consciente.

—Tocará el piano, y cantará— murmuraba en voz baja mientras la encaminaban.