El Yotsuki optó por quedarse un rato tirado en el suelo, que creía estar viendo cinco Uchihas a su alrededor. Se rebuscó en el chaleco y extendió el escrito, sin saber a cuál de todos los Datsues dárselo, por lo que su mano giraba. Gastarse casi la mitad de la reserva de chakra de un sólo golpe le pasó una factura que no podía pagar y todavía le sumaba intereses.

—El tal Shunsuke y la guacamaya militar ya ingresaron al templo— Se sentó, porque no creía poder pararse bien aún. —Me quitaron el mapa y también el portaobjetos, pero al menos no se fijaron en el pergamino— Parpadeó y se dio golpecitos en las sienes. —¿Esa cosa es el secreto para vencerlo, verdad?— le inquirió —Ya sin el ave gigante, creo que será un poco más fácil. Aunque me preocupa que tan versátil pueda ser ese sujeto— Intentó incorporarse con dificultad.


El puente se curvó aún más, dejando que la corriente les salpicara. Fue entonces en ese momento a mitad de la aceleración que el sostén del pueblo se venció, pero ya no había marcha atrás. Las tablas fueron cayendo una por una detrás del andar del apresurado animal.

Datsue chasqueó la lengua, irritado. Shunsuke les llevaba ya mucha ventaja.

—¿Recuerdas esa esfera de fuego que usé contra los bandidos? —Esa con la que casi le había acribillado—. Pues si abres este pergamino, eso es lo que saldrá. Si se lo hubieses entregado haciéndolo pasar por el mapa ahora estaría muerto y sin despeinarnos.

O quizá no. Había tipos muy duros. Tipos capaces de resistir una técnica ígnea de semejante calibre.

—Vamos, en pie. No hay tiempo que perder —recogió el pergamino, que guardó en el portaobjetos, y le tendió una mano para ayudarle a levantarse—. Pero esta vez hay que tener más cuidado. Soy otro clon, y como me vuelvan a pillar desprevenido la hemos jodido.

»¿Tú qué dices? Hacemos lo obvio, ¿y vamos tras sus pasos? ¿O le esperamos aquí, a que regrese con su preciada arma, y le tendemos una trampa en la salida?




—¡Ahora sí! ¡A cooorreeeeeeeeer! —rugió, tirando de las riendas con todas sus fuerzas para apresurar al máximo su paso, y haciendo uso del chakra en los pies para no hundirse.

—¿¡Pero que me estás contando!?— Si aún hubiese tenido el pergamino en mano, lo habría tirado muy lejos —¡Tuve una puta bomba entre las ropas y yo ni en cuenta! ¿Y si se abría por error? ESTARÍA MUERTO AHORA MISMO— alzó los brazos al cielo y se puso a dar vueltas. —A la próxima, de verdad, avísame cuando uses tu magia negra— Para él, no existía diferencia entre las técnicas de sellado y la brujería.

»No me fío. Quiero decir, por muy insulso que parezca ese sujeto, se nos adelanta un paso, SIEMPRE. Piénsalo, las dos guacamayas pequeñas no estaban solo de adorno, parecían guiarle. Incluso sabían que no eras tu yo real y que estás en la carrera. Hay un truco, sabe nuestros movimientos de alguna manera. Si mi paranoia es real, aunque no lo sigamos quizás sospeche por ello y no caiga en la artimaña.


Adrenalina, nombre coloquial de la hormona secretada por las glándulas suprarrenales y que intervienen en la presión sanguínea. Y que en momentos de acción se le evoca como la responsable de obrar milagros. Este era uno de ellos.

El camello corrió, mientras el puente se descalabraba tras de si. Pareció inclinarse, de manera que la línea recta por un instante se volvió una pendiente.

Las dos patas delanteras tocaron tierra, pero la otra mitad de su cuerpo quedó sumergido. Y aún así, batalló por no ser arratrado.

Datsue se acarició la barbilla, pensativo.

—En teoría es imposible distinguir a un clon del real… —Ni siquiera el Sharingan podía. Y si el Sharingan era incapaz, era porque sin duda era imposible, ¿verdad?

Eso es lo que diría su Hermano, al menos. Pero Roga tenía su punto.

—Pues no queda otra que adentrarnos, entonces. Pero mantengamos algo las distancias. Que no pueda darnos con un solo ataque a los dos como antes.




—¡AAAAHHHH!

Datsue tiró y tiró de las riendas con todas sus fuerzas. Sus músculos quemaban. Sus manos ardían. Pero no podía permitir que el camello se viese arrastrado por la corriente.

Tenía que hacerlo por el tesoro.

Por su propia vida.

—¡Susano’o, padre, dame fuerzas! —rugió al cielo—. ¡¡¡VAAAAAAAMOOOOOOOOOOOOOSSSS!!!

—Pues, andando entonces— Tomó el liderato de la marcha, aún cuando estaba fatigado y respirando agitado.

Cabía mencionar que la lluvia se encargó de limpiar su sangre de su rostro, además de aliviar el ardor de las decenas de piquetes que le enrojecieron un poco la piel. Y sin embargo, no estaba ni de cerca al cien por cien. Estaba dispuesto a romper el arma, y solo por ello avanzaba.

No es que entrase mucha luz en aquel sitio, pero al menos la enorme puerta permitía ver el corredor principal, que terminaba en una escalera que se perdía en la oscuridad.

—Maldita sea... Tenía unas cosas, pero espantaron a la mula en la que estaba mi morral con utensilios. Necesitaríamos algo inflamable y un palo largo para improvisar una antorcha. ¿Se te ocurre algo?— inquirió al Uchiha.


Algunos lo llaman fe, otros suerte. Lo cierto, es que cuando estaba a punto de ser llevado por el caudal furioso, el animal se asió a tierra, sacando el resto de su cuerpo con dificultad.

Estaría agotado, con poca o nula energía para avanzar en esos monentos. Pero al menos, estaba a salvo.

Pues no se le ocurría mucha cosa, no. Su Hermano en aquello iba servido, gracias a la canica de fuego que podía invocar y que iluminaba a placer gran parte de la estancia. Pero él no tenía tanta versatilidad. No en aquello, al menos.

—Tu ropa es inflamable. —La culpa era de Roga por preguntar—. Quítate la camisa y la chaqueta, si eso. Lo haría yo, pero soy un clon. La ropa desaparecería por el fuego al menor contacto.

—¡Ni lo sueñes!— Le señaló con el dedo índice mientras ponía los ojos endiablados y mostraba los dientes. —A menos que me la vayas a pagar tú con tu precioso premio de la carrera. ¡Este chaleco es de cuero puro cosido a mano! Además, no sé si te acuerdas que pasé buen rato bajo la lluvia. No sé que tan bien arda la tela mojada— Se terminó de cruzar de brazos y poner la boca como un pato.

»Si eres un clon y replicas cosas... ¿No tienes un kunai replicado por ahí?

Datsue negó con la cabeza.

—Pues lo cierto es que los gasté todos. Pero tengo un ninjato —dijo, desenvainando la katana. Bien podía servir de palo improvisado. Seguía faltando algo con que prenderlo, sin embargo—. Tío, eres un niño. Y no, no lo digo por meterme contigo. Lo digo porque estás en plena edad de crecimiento y de estirones. Ese chaleco en dos meses ya ni te sirve. No le des tanta importancia, hombre.

Lo de niño no le ofendió, sino que acababa de decirle que no le importaran sus ropajes. Pedirle eso al Yotsuki era pedirle al sol que no saliese en la mañana. Parpadeó varias veces, incrédulo.

—¿¡Pero que te has fumado!? Es parte de mi style. No puedo hacer semejante barbaridad, es un atentado a la presentación y mi identidad como artista. ¡No puedo volver cómo héroe si he perdido mi escencia!— Exageró —Como sea, dame la espada que tengo una mejor idea, que no compromete mis prendas— Con tal de salvaguardar su look, se le prendían todas las neuronas.

Datsue suspiró.

—Al contrario. Has sido derrotado y humillado por un simple pajarraco. Por tanto, tu look ha pasado a ser automáticamente de perdedor. Si te quitases la ropa, ahora tendrías un nuevo style, como dices. Un héroe que ha caído pero resurge de sus cenizas. Con una nueva capa. Un nuevo traje. Ese, ese sería el paso inteligente.

Pero el chico era más cabeza dura que Koko en sus días más tercos, lo cual era mucho decir.

—Bah, toma —le entregó la espada. No había tiempo para discutir sobre banalidades como aquella.

Toda expresión del rostro del Yotsuki se fue. Le miró, sin sonreír.

Tomó la espada, la desenfundó, y brilló. Con el mismo brillo que cuando lanzó la cuchara. No, brillaba el doble de fuerte. "Al menos es más grande que el kunai y alumbrará más, pero pesa y tendré que usar las dos manos."

Le dio la espalda al Uchiha y empezó a bajar escalones, alumbrando apenas por delante.

—Como dicen por ahí, perdí la batalla pero no la guerra. ¡Además eran cuatro contra uno! El ave no era problema, sino el tuerto de mierda— avanzaba con parsimonia.

El Uchiha contempló cómo Roga hacía uso de nuevo del Raiton para cubrir la espada de electricidad e iluminar, muy tenuemente, su alrededor. Una forma arcaica y poco eficaz, pero que al fin y al cabo funcionaba.

—¿Qué técnicas usó? —quiso saber, para estar preparado. Conocía por Asobu que era bueno con el Suiton y el Shurikenjutsu, pero nunca estaba de más averiguar algo más concreto.

Negó con la cabeza.

—No vi mucho más que tu clon predecesor. Sólo sé que la técnica invisible que usó me dejó adolorido en el suelo como si me hubiesen picado avispas por todo el cuerpo... De hecho aún me duele— se removió incómodo. —Por querer tomar el pergamino fue que el loro me agarró— terminó suspirando. —Kuchiuuu...— Bufó inflando los cachetes.

Caminaba rígido, cómo un soldadito de juguete mientras sostenía la espada delante de sí con tal de no tropezar con las gradas, las cuáles descendían en espiral. Cabía decir que estaba mucho más herido de lo que su actitud demostraba, pero iba a correr el riesgo, ya que fue su idea el destruir la mentada arma.

No iban a pasar mucho tiempo bajando escalones, pues pronto llegaron a un corredor angosto cuyo techo apenas estaba por encima de la cabeza del Uchiha por unos diez centímetros, mientras que de ancho eran unos tres metros. Buen espacio para ellos. "Pero el tuerto lo tendrá jodido aquí" Parecía que, alguna vez esas paredes estuvieron decoradas con hojas de arroz, pero ahora sólo lucían cómo pellejo arrancado y sus motivos dibujados sólo eran garabatos. Gomo fuese, con poca luz y tiempo no podían darse el lujo de detenerse a contemplar.

Llegando a la mitad del mismo, hubo un fuerte estruendo, como si rocas se estuviesen golpeando. Por un instante, una leve sacudida hizo caer polvo y piedritas de entre los bloques del sitio.

—Eso debió ser el mecanismo hidráulico. Cómo disminuyó la lluvia, también la presión del agua. De seguro la puerta se cerró un poco— dijo. Más para sí mismo, que para Datsue.

Al kage bunshin podía importarle un pepino, pero al de cabellos tricolor no le agradaba la idea de quedarse sepultado bajo las ruinas.

Más adelante, el camino se bifurcaba en tres más.

—Mierda...— Sin el mapa, podrían perderse en aquel laberinto.

Y sin embargo, unos pasos más adelante en el camino de la derecha, podía divisarse una muesca con forma de shuriken tallada.

La técnica invisible no era invisible como tal. Ninguna lo era a sus ojos. Simplemente… les habían pillado desprevenidos. No podían permitir que se repitiese.

Como tampoco podían permitirse demorarse demasiado allí dentro. No Roga, al menos. A Datsue le traía sin cuidado si las puertas se cerraban con él dentro. Una de las pocas ventajas de ser un clon.

—Dime que te has memorizado el mapa antes de venir… —dijo, cuando llegaron a una bifurcación de tres caminos. En el camino de la derecha, se adivinaba una muesca con forma de shuriken. ¿Sería aquel el correcto? ¿Significaría algo aquel símbolo?—. ¿Por ahí? —preguntó a Roga, señalando con un dedo la muesca tallada.

—Ya quisiera— chasqueó la lengua. "Tengo suficiente presión encima para que me lo estén echando en cara." Su paciencia finalmente estaba llegando a los límites.

—Hmmmm. No estoy seguro— se acercó y la tocó, pasando los dedos de su diestra con delicadeza por la muesca. Sólo para darse cuenta de que algo del polvo de la piedra se le impregnó en los yemas. —Mira— le enseñó la suciedad. —Está recién hecho, y el único que sepamos que pasó por aquí antes que nosotros es el tal Shunsuke, pero, ¿por qué?— Se limpió con el pantalón y suspiró.

»¿Será que las dejó para no perderse de regreso? No creo que sean para despistarnos, ya que para cuando el se adentró en el templo ni tu ni yo parecía que fuésemos a seguirle.

No tenían muchas más opciones, más que caminar tras sus pasos. Rōga le miraría unos segundos y si no había objeción, se echarían a andar por aquel sendero.