Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Ah no, esa no es la mejor— le restó importancia con la mano mientras se columpiaba con los dos hilos restantes. —Es sólo que aquí esta muy estrecho y todo podría venirse abajo, por eso no me gustan los lugares cerrados, todo se rompe— sonrió con inocencia.
—Oye Shunsuke...— el ave alzó vuelo y se acercó hasta él, parándose en su hombro. —Creo que dijo eso para insultarte— dijo con cara seria.
—Ahhhhh, ya veo. ¿Entonces me tengo que enojar con él?— parpadeó un par de veces.
Tepeu se le quedó viendo, sin responder.
El Yotsuki en el suelo, se sentó lentamente. Boquiabierto, señaló al tuerto extendiendo la palma, luego miró a Datsue, alzó ambas manos ahora apuntando a la pared y de último se quedó viendo a Shunsuke, negando con la cabeza. "No entiendo que pasa aquí." Suspiró para luego soltar un quejido de dolor. Hizo un esfuerzo titánico y se incorporó, quedando de pie con algo de temblor, pero de pie al final de cuentas. Alzó la vista y apretó los dientes, jadeando por el esfuerzo y el dolor.
—Ya basta de jugar, ¿¡dónde está el arma!?— vociferó a todo pulmón.
—Atrás del trono— Fácil y rápido para toda la familia.
El ave le dio con el ala en la nuca al tuerto.
—Uhhhh... ¿Gracias? Supongo—. entrecerró los ojos. "Este sujeto me pone neurótico." Sacudió la cabeza. ¿Por qué no la había tomado aún? Era muy sospechoso, pero al menos estaba a tiempo para destruirla. Sólo necesitaba una distracción para llegar hasta ella.
¿Detrás del trono? Si esa información era correcta —y su Sharingan no veía mentira alguna en su rostro—, eso le otorgaba una interesante ventaja estratégica.
Se movió, listo para usarla a su favor. Se movió lo suficiente para que, si Datsue trazase una línea recta imaginaria directa hacia el trono, Shunsuke se encontrase en medio. Luego, sacó el pergamino que llevaba en el portaobjetos.
—Me pregunto una cosa, Shunsuke. A ver si me sabes responder. ¿Qué pasaría si una explosión de fuego capaz de derretir un castillo de piedra diese de lleno al arma? ¿Sobreviviría? —sonrió con maldad.
Luego, se llevó el borde del pergamino a la boca, dejando que se abriese y liberase su contenido al mismo tiempo que formaba una rápida tanda de sellos.
El Dragón Francotirador salió de sus fauces. Era el mismo que había sido cortado por el Suiton de Shunsuke. No, no el mismo. Era…
Su padre. Y es que Datsue le alimentó con el Fūton: Reppūshō, potenciando tanto su tamaño como su poder destructivo. Si Shunsuke no se atrevía a enfrentarle y huía con un Kawarimi—cosa sabia—, el dragón avanzaría en línea recta hacia el trono y sepultaría bajo una tormenta de llamas todo lo que había a su alrededor. ¿Soportaría el arma algo así? Y, lo más importante…
¤ Fūton: Reppūshō ¤ Elemento Viento: Palma del Vendaval - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Fūton 25 - Gastos: 15 CK (multiplicable x2) - Daños: 25 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: Serpiente → Carnero → Jabalí → Caballo → Pájaro → Palmada - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Tras realizar los sellos necesarios, el usuario da una palmada y comprime chakra de viento a su alrededor, creando un poderoso vendaval con la suficiente potencia como para derribar a un oponente.
Esta técnica puede utilizarse con una o dos manos y tiene diversas funciones: entre ellas dañar a un oponente a cortas distancias, usarlas sobre armas pequeñas arrojadizas para aumentar su velocidad hasta el triple durante 10 metros o incluso utilizarse sobre otras personas para impulsarlas en el aire a gran velocidad durante la misma distancia.
Katon: Sogekihei Doragon (x2): 400PV
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Shunsuke estiró la diestra lanzando un hilo al muro que estaba a su derecha, porque al izquierdo no iba a llegar. Deshizo los dos que le detenían al techo y luego retrajo el recién creado a toda velocidad para pegarse al muro. Todo en un tiempo muy reducido con tal de evitar quedar en medio del fuego del dragón. Rompió el contrato de Tepeu de inmediato, ya que no había otra manera de ponerla a salvo.
La explosión fue estridente, haciendo eco en tan cerrado espacio. Pese a que el impacto fue en el piso, toda la estancia tembló, causando que los pocos cristales que quedaban en el techo cayeran. Parte del suelo se derritió, pero lejos de quedarse así, pronto las llamas ardieron en toda su intensidad. Del cuadro y del trono no quedo nada, siendo que ahora su lugar era ocupado por una enorme caja de piedra que se partió con la explosión. Y nadie, nadie iba a poder acercarse a revisar el interior, porque el ahora el salón era un infierno ardiente, quemándose incluso por donde no podían ver.
Rōga pegó un brinco hasta donde estaba el clon y le tomó de las prendas superiores con ambas manos.
—¡Volaste la caja pero no el arma!— Vio de reojo, sintiendo además el calor que se acumulaba incluso debajo de sus pies. —¡SÁCAME DE AQUÍ ANTES DE QUE EL FUEGO LLEGUE AL ALQUITRÁN!— Lo sacudió. Ya con el riesgo encima hasta se le olvidaba lo malherido que estaba.
Otro retumbo, pero este sonaba similar al que escucharon antes de llegar a la sala del mecanismo: la puerta se estaba cerrando aún más.
Shunsuke se quedó viendo la caja. Sólo necesitaba apagar un poco el fuego y tomarla, pero los niños quizás no fueran a dejarle. Seguirían peleando, aún contra el reloj de que la puerta de la entrada principal se estaba cerrando. Además, el carbón ahora estaba ardiendo incluso por debajo de las losas de roca, por lo que no podría sofocarlo, al menos no sin tumbar todo el templo con ellos dentro. Sudó de nervios, ¿o era el calor? El mal olor que amenazaba con asfixiarles le terminó de convencer en que no valía la pena intentarlo. Se las tendría que ver con el amo, pero prefería volver y recibir una putiza por fallar que no volver directamente.
Dio un par de saltos, quedando a un par de metros de donde estaban el Uchiha y el Yotsuki, pero les ignoró vilmente mientras lanzaba dos hilos más al portal y lo arrancaba directamente, tirando las puertas como si fueran hojas de papel.
—¡No se queden parados! ¡Corran perras!— Estaba, ¿ayudándolos a salir?
2/05/2019, 18:26 (Última modificación: 2/05/2019, 18:27 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Fuego. Caos. Destrucción.
Eso era lo que sucedía cuando te enfrentabas a Uchiha Datsue.
Eso era lo que pasaba cuando jugabas con un Hermano del Desierto.
—¡Soy un clon! —escupió a Roga—. ¡Corre tú! ¡Mi vida es efímera!
¿Ayudar a Roga? ¿Escapar? No, todos habían malinterpretado sus verdaderas intenciones. Desde el principio.
Uchiha Datsue no estaba allí para ayudar a nadie. Ni para ser un héroe. Ni para destruir un arma que tan solo había generado muerte a su alrededor. No quería hacer daño a nadie, claro. Ni se consideraba un mal tipo. Pero sí egoísta. Sí jodidamente ambicioso. ¿Huir cuando estaba a tan solo un paso de descubrir un artefacto milenario y por el que todo el mundo luchaba? En su maldita vida.
Empujó a Roga, instándole a marcharse.
—¡¡Huye!! ¡¡¡HUYE!!!
Y entonces se volteó: era hora de apagar esas llamas y reclamar lo que era suyo. Formó el sello de la Serpiente y escupió una colosal ola que arrasó con todo el fuego que había a su paso como un tsunami, llegando hasta el trono y derrumbándose con tal fuerza que hundió el suelo y creó un estanque de por los menos diez metros de diámetro.
PV:
250/250
–
Datsue:
71/160
–
+10
– Clon:
71/160
–
-60
–*Sharingan activado*
Hitai-ate [cuello]
Portaobjetos básico (4/10)[costado derecho]
Kunai x1
Shuriken x2
Paquete de 5 senbon x2
Portaobjetos avanzado (7/10)[costado izquierdo]
Kunai x1
Shuriken x2
Paquete de 15 makabishi x1
Ninjatō [espalda]
¤ Suiton: Suishōha ¤ Elemento Agua: Ola de Colisión Acuática - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Suiton 50 - Gastos:
La masa de agua abarca 4 metros de ancho y 3 de alto, y recorre 10 metros
Suiton: Baku Suishōha: la masa de agua alcanza 7 metros de ancho y 5 de alto, recorre 6 metros y, al caer provoca un hundimiento en el suelo creando un pequeño lago de 10 metros de diámetro
El usuario escupe una gran cantidad de agua, que lanza al suelo. El agua rebota y crea una ola que recorre una distancia considerable y arrastra consigo a los enemigos. Utilizando una mayor cantidad de chakra, es capaz de crear una ola gigantesca que, al caer, rompe el suelo y crea un hundimiento en forma de estanque.
(Suiton 80, Suiton: Baku Suishōha) El usuario puede subirse encima de la ola, moviéndose a gran velocidad y atacando a sus adversarios.
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Lo importaba un pepino quién fuese, o que fuese. No tenía que repetirle que era un clon, él estaba más que consciente de ello. Y por eso mismo, es que no iba a permitir que se quedara tan tranquilo.
—Tienes razón, ¿para qué me preocupo por lo que le pase a un clon?— Sabía que daba igual que desapareciera, pero ese clon en específico no se esfumó al tener la misión cumplida. Eso, sólo le confirmó lo que siempre pensó de él.
En lugar de ir a la puerta, se dio la vuelta, quedando a unos dos pasos del clon que soltó una lenta pero potente técnica de suiton.
Lo sospechó, en un inicio. Lo dudó, en el momento en el que confesó sus intenciones allá en la barra del bar, pero no era nada que no tuviese contemplado. "Es un error creer que puedes merodear en el terreno del lobo acechante y faltarle el respeto." Podía ser un vagabundo, un carpintero, el propio Rikudo si quería. Iba a pelarle tres hectáreas de verga. Cuando se mentalizó el alejar el arma de todos los posibles enemigos, ese todos incluía a Datsue en la ecuación. Le daba igual que él parase bijuudamas con los ojos, o que soltara katones de destrucción masiva.
Rōga no era el más rápido, no era él más fuerte, no tenía el mejor chakra, no era el más listo. Ni siquiera era la mitad de encantador de lo que pregonaba ser. Pero algo era innegable.
Tenía el orgullo más grande del puto mundo, y por eso le daba igual el arma ya.
Nadie nunca había cometido la osadía de pasarle una jugarreta por encima.
Y Datsue no iba a ser el primero.
Un momento justo, cuando estaba a la mitad de la ejecución del jutsu y este no había caído aún para romper el suelo. No iba a arruinarlo con palabras, suficiente aviso eran los mil pájaros chillones en su mano. Esperaba que así como Datsue recordaba lo vivido por sus clones, recibiera en sus memorias lo que era ser atravesado de lado a lado por un chidori que el Yotsuki le dejaría de recuerdo. Allá en la última zona, a la mitad del último tramo de la carrera.
De lograrlo, iba a ser muy divertido regocijarse de al fin saciar toda la frustración contenida que se estuvo guardando bajo las cadenas de la paciencia.
Vida
27/150
– Chakra
102/150
–
-48
–
¤ Chidori ¤ Mil Pájaros - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Raiton 40 - Gastos:
48 CK
(Raiton 80), Raikiri, (multiplicable x2)
- Daños: 80 PV - Efectos adicionales:
Agilidad +20, Percepción -20 (durante su ejecución)
Alto peligro de muerte de impactar en un punto vital
- Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Esta técnica canaliza una gran cantidad de chakra Raiton en la mano del usuario, tanto es así que se vuelve visible y produce un sonido parecido a mil pájaros chirriantes. De ahí el nombre de la habilidad. Una vez la técnica se ha completado, el usuario carga hacia adelante y clava su Chidori en el adversario. Esto produce, en caso de acertar en puntos vitales, un daño usualmente letal. A pesar de que la técnica produce un sonido tan alto, esta técnica está clasificada como de asesinato gracias a la velocidad a la que el usuario es capaz de moverse mientras la utiliza. Dado que la velocidad del ataque es tan grande y que el usuario debe moverse estrictamente en línea recta, se produce un efecto túnel en su visión que le impide variar ligeramente la trayectoria del ataque si su oponente lo hace, fallando el movimiento. Esto puede ser corregido si el usuario posee reflejos aumentados (mediante el Sharingan, Rinnegan u otros medios). El Chidori puede utilizarse para electrocutar al oponente y mandarlo en dirección opuesta, sin empalarlo, por lo que es una técnica de letalidad ajustable.
Una versión avanzada de la técnica, denominada Raikiri, tiene fama debido a una leyenda en la que se cuenta que un antiguo shinobi cortó un rayo por la mitad. Es una versión concentrada, donde la cuchilla es de un color morado y de una forma muy concentrada.
Datsue cabalgaba su intrépido e incansable camello cuando de pronto se tuvo que llevar una mano al rostro. Un flash le dio de pleno, llenando su cabeza con un montón de recuerdos nuevos.
Recordó cómo salvó a Roga de una enorme ave.
Recordó cómo se internaron en el templo.
Cómo lucharon, juntos, contra Shunsuke.
Cómo todo se vino abajo.
Y cómo Roga recompensaba su ayuda atacándole a traición por la espalda.
—Hijo de la gran puta… —masculló. Dudaba que su clon hubiese logrado salir de allí con el arma. Pero al menos sí hubiese podido saciar su curiosidad. ¿Qué tipo de arma era? ¿Qué forma tenía? Nunca lo sabría. Nunca lo sabría por culpa de ese niñato entrometido.
»Tú espera, Roga. Espera. Porque un día, te la cobraré.
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3/05/2019, 17:01 (Última modificación: 3/05/2019, 17:03 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
Datsue hizo justo lo que Shunsuke quería evitar: tumbar todo abajo. Que Rōga destruyese el clon le pareció totalmente innecesario al tuerto, porque de una u potra forma no iba a ponerle la mano encima a la caja. Pero para el Yotsuki no lo fue, porque al fin se quedó a gusto.
Sonrió, pero no tuvo mucho tiempo para festejar debido a que cuando la ola terminó de caer al suelo hizo más que dejar un agujero. "Ohnonono" Las losas iniciales ya habían sido destrozadas por el estallido, que sumado a un súbito enfriamiento causó una extrema fragilidad en la de por sí delicada roca subyacente, resquebrajándose con mayor facilidad que un castillo de naipes. Se hundió, sí. La caja también. Y con ellos los cimientos de las paredes de la habitación que ahora también estaban colapsando.
—¿¡Pero que haces!?— Usó un hilo para agarrar de la cintura al muchachito y lo jaló a toda velocidad mientras se introducía en el estrecho pasillo.
—¡Eso debería preguntarte yo a ti!— Le gritó al sentirse atrapado de nuevo.
Y sin embargo, dejó de alegar en cuanto vio desde el corredor cómo toda la estancia se derrumbaba, dejando que una polvareda inundase el pasillo, cómo si el olor del alquitrán no fuese suficiente. "Primero intenta partirnos en dos y ahora me salva, este sujeto es indescifrable." La cabeza le daba vueltas, ¿o es que estaba de cabeza? Estaba mareado, demasiado. El dolor en las sienes era demasiado punzante y sentía naúseas. Cómo si tras esa última batalla hubiese perdido toda la energía y entusiasmos necesario para mantenerse en pie de guerra. Todo el dolor pareció intensificarse, mientras su vista se nublaba.
—¡Niño no te vayas a-!
No escuchó lo último, ya estaba inconsciente.
***
La lluvia intensa había cesado casi en su totalidad, quedando ahora sólo una tenue llovizna y rayos de sol que se colaban desde los parches rotos entre las nubes grises.
Luego de un breve descanso y salir de la zona de los riachuelos, el Uchiha estaba más que encaminado para ganar la carrera. Cabe destacar que muchos ni siquiera lograron llegar a la segunda zona, puesto que pocos estaban realmente dispuestos a soportar la inclemencia del clima cada diez años. Podía dar casi por sentada su victoria, bajo la condición de que su competidor directo más peligroso no iba a poder alcanzarle.
¿Oh si?
Un buen jinete, sabe sacar el mejor provecho de cualquier animal con técnica. Un buen animal es capaz de salir adelante por su cuenta en base a su propia experiencia e instinto.
Un buen jinete con un buen caballo, obran milagros.
Bandō no era un jinete apto, en el sentido de que su talle era demasiado grande y pesado para un yóquey ideal, pero al menos tenía la experiencia y el conocimiento. Detalles aprendidos y trucos que parecían magia. Aún quedándose atrás por la lluvia en los ríos, una vez estos bajasen su caudal sabía por donde atajar en la zona árida, sin tener que dar el gran rodeo que Datsue tuvo que tomar para llegar al puente.
Si en algún momento el Uchiha volteaba atrás, vería un punto allá, lejano, distante. Un punto, que haciendo memoria, sabría que ya no quedaba nadie más en la carrera que el Roger. Setecientos metros era una distancia demencial, pero el simple hecho de que fuese un punto en el horizonte, debería darle motivos de preocupación.
Estaba tan cerca… Tan cerca. La carrera había sido demencial. Llena de contratiempos, enemigos a los que afrontar e incluso la naturaleza en su contra. Su camello estaba agotado y él, también. No tanto por la carrera en sí, sino por todo el desgaste que su clon había sufrido y traspasado a él al desaparecer.
Pero no podía rendirse, no ahora.
—Vamos, compañero. Un poquito más. Un poquito más —animó al camello.
Luego, por enésima vez, giró la cabeza para comprobar si alguien le seguía los pasos. Fue en ese momento cuando vislumbró un punto lejano en el horizonte. Activó el Sharingan, asustado. Era él, o… ¿Aquel punto estaba formado por tres chakras?
¿Serían Bando y Homura?
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Oh, sí que lo eran. Poco a poco serían más visibled, acortando la distancia que les separaba de forma abrumadora.
Cien metros, y el punto se hizo más grande.
Doscientos metros, y era reconocible la silueta de dos personas a caballo.
Trescientos metros, y ya podía distinguir a Galante y a las cabelleras rubia y pelirroja respectivamente, montando.
Pero no hubo un cuatrocientos, porque su competidor se quedó atrás a partir de esa marca. ¿No podía avanzar para alcanzarle? Mejor dicho, no quería. Porque el bandolero había corrido aquel desierto varias veces como para saber que debía hacer y que NO. Y si su oponente cometía algún error, iba a castigarlo, aprovechándose de ello.
Datsue cometió un error de novato: abusó de la mejor cualidad de su animal.
Ahora que le estaban pisando los talones, ¿cometería el otro?
Oh, vaya si era aquel cabronazo. Cabalgando como el viento tras su estela. Definitivamente, la teoría que tenía era cierta: los clones eran más estúpidos que los originales. ¿Cómo, sino, hubiese Datsue ayudado a su principal competidor a recuperar un brazo para la carrera? ¿Cómo hubiese dado la espalda a un ninja desconocido y metomentodo?
Porque no heredaban su verdadero temperamento, eso desde luego.
Pero esta vez no iba a ponerse nervioso. Seguía en ventaja, y su camello ya estaba lo suficientemente fatigado como para espolearle más. Aún quedaban muchos metros entre ellos dos. Y más le quedaban a él para la meta. Tenía que jugar tranquilo, pensar a largo plazo.
Lo mejor sería mantener el ritmo, sin dejarse atemorizar.
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Y sin embargo, Datsue notaría que algo no andaba bien. No aceleraba, Bandō tampoco lo hacía. ¿Porqué entonces la distancia se estaba acortando? Era de forma imperceptible, de esa forma lenta y sutil en la que normalmente no te das cuenta hasta que ya es demasiado tarde. Fue en un instante que el bandido se desvió en diagonal a la derecha. ¿Porqué no estaba corriendo en línea recta en el terreno llano rumbo a la meta? En su lugar, había optado por ir a terreno ligeramente rocoso y no tan húmedo por la lluvia. Es ahí donde Datsue se podría percatar, de que no era que le persiguieran, sino que por instantes su camello desaceleraba.
El rubio dejó que galante descansara todo el tiempo que el río estuvo crecido, sabiendo que cuando bajara podía ir en línea recta. Siempre fue su estrategia mantener a su caballo con las reservas de energía lo más intactas posibles. Tanto, que la fiera estaba casi tan fresca cómo al inicio de la misma carrera. Casi, porque el peso de Homura era una carga extra que le generaba esfuerzo de más y era un contratiempo que la negra montura no llevaba muy bien.
Estaban ya casi a la par, separados de lado a lado por unos doscientos metros. Faltaban unos cincuenta metros para que Bandō le rebasara, pero no había signos de querer aumentar el paso.
Gritos, ovaciones, vitoreos. Mucho antes de divisar en pueblo en el horizonte, la multitud ya se había conglomerado para recibirlos en la línea de llegada. Unas dos mil personas entre locales y turistas, expectantes ante los héroes del desierto. Eran los últimos ochocientos metros antes del desenlace final de la carrera.
De nada servía lamentarse por los errores pasados. A aquellas alturas, tan solo le quedaba confiar. Confiar en su camello, en su entereza, en su férrea voluntad. Quizá incluso podía darle una pequeña ayuda. Realizó unos sellos, e implantó en su montura el Sello del Dolor. Sus pulmones dejaron de arderle. Los músculos de sus patas dejaron de doler. Cualquier molestia que hubiese tenido desapareció de inmediato, por seis largos minutos.
—Vamos, compañero. Confío en ti. ¡Confío en ti!
¤ Itami no Fūin ¤ Sello del Dolor - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Fūinjutsu 70 - Gastos: 50 CK - Daños: - - Efectos adicionales: - Sellos: Carnero → Liebre → Dragón → Serpiente - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Sello que se coloca cuerpo a cuerpo o sobre el cuerpo de uno mismo. El sello es perfectamente visible, tomando la forma del kanji dolor. Mientras esté activo (Poder/10 turnos), inhibirá de cualquier tipo de dolor al usuario. Seguirá sintiendo el impacto de un golpe, el calor de una técnica ígnea o la sensación de un corte, pero ningún tipo de dolor asociado a ello.
Como punto negativo, el usuario podría sufrir una herida grave y ni enterarse precisamente por esto (como romperse un hueso, recibir una puñalada sin verla…). Además, cuando el efecto desaparece, el usuario recibe todo el dolor recibido de golpe, y, dependiendo de la gravedad de sus heridas, podría quedar vulnerable para un posible ataque.
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—¿QUÉ?— Parpadeó al ver al camello del Uchiha recuperar el ritmo. Debería estar hecho polvo, pero de pronto estaba en pie de guerra, arruinándole los planes.
—Bandō...— La pelirroja le tomó por el cuello de la camisa con un brazo. —Recuerda el trato. Pierde, y voy a asegurarme que no vuelvas a ver la luz del día— Apretó los dientes, desafiante, pese a estar como estaba.
—¿¡Y ahora me sales con esto!? Bruta de mierda, no sé ni para qué te ayudo— negó con la cabeza y vio en la lejanía al camello de Datsue. —Si quieres que gane al menos coopera, distribuyamos el peso para liberar la carga de la espalda de Galante. Tú eres liviana. Tal y cómo te enseñé, ya sabes como echarte al fren- Una sonora bofetada le interrumpió.
—Ah claro, ¿y tú atrás disfrutando la vista no? ¡En tus sueños!— Dijo sonrojada.
—¡Hija de puta malpensada! Es tu culpa que yo vaya tan atrás. Vamos, te ayudaré con tu pierna mala.
Aún con el rubor encima, ella asintió.
El bandolero se quitó de la silla, sentándose en su lugar sobre la grupa del caballo. Homura por su lado ocupó la silla, aunque debido a su pie lastimado tenía la respectiva pierna colgando. Entonces levantó los glúteos y se inclinó para adelante. No hubiese sido nada del otro mundo, salvo por el hecho de que tenía a Bandō atrás de ella sujetándole de la pierna lastimada para que ella pudiese mantenerse erguida mientras el se asía a la silla con la otra mano. Agachado, en una posición un poco comprometedora para con su retaguardia.
—No jales mucho las riendas, a Galante le gusta sacar todo de un tiro, pero no debes dejarlo, Ahora, sólo arre y alcanza a ese camello de mierda.
—¡Arre!— Exclamó a viva voz aún con el rubor encima.
El caballo negro alcanzó al camello, desvaneciendo los cincuenta metros de distancia que les separaban transcurridos doscientos metros del último tramo. Una distancia que parecía poca, pero que en medio de la carrera se antojaban muy, pero muy largos. Estaban a la par y el bandido hizo que Homura bajara la velocidad, pues quería guardar energía para un último arrancón. De lado a lado, había una distancia de unos veinte metros entre ambos animales. No es que Galante sufriese de nerviosismo ante los camellos como otros caballos, pero sabía que entre empujones el caballo llevaba las de perder.
Datsue se quedó anonadado, viendo cómo Bando y Homura empezaban a hacer malabarismos encima del caballo mientras este seguía al galope. Pierna por allí, brazo por allá, culo para afuera… Todo un espectáculo visual.
«Hijos de perra…»
Iba a tener que tomar medidas drásticas, porque habían conseguido ponérsele a la par. Se llevó una mano al portaobjetos, y lanzó con fuerza un pequeño paquetito al frente del caballo. El paquete se rompió en la arena y desparramó su contenido. No había hecho nada ilegal. No había atacado al caballo, ni a su jinete. Simplemente…
Se había desecho de algo de peso, para que su camello cabalgase más ligero, con la casualidad de que lo había tirado justo en frente de sus competidores. Como cuando Bando estiraba las piernas con la mala suerte de lanzar patadas justo a los que estaban a su lado al principio de la carrera.
¿Qué contenía el paquete? Pues... Una quincena de makibishis.
¤ Paquete de 15 makibishi - Tipo: Arma arrojadiza - Tamaño: Pequeño - Requisitos:Destreza 25 - Precio: 500 ryos - Daño: 1 PV/punción - Efectos adicionales: Dolor intenso en la zona afectada durante tres turnos
Paquete de pequeñas cuchillas en forma de estrella piramidal que el usuario puede tirar al suelo para que sus adversarios las pisen si van tras él. Se usa, normalmente, en persecuciones. Un oponente que vaya corriendo, al pisar uno de ellos, caerá rodando por el suelo y se clavará todos los demás por todo el cuerpo. Quedará dolorido en el suelo y sin poder moverse durante un rato. En el caso de recibir otro daño cualquiera, se considera que el oponente puede liberarse de los makabishi, puesto que estos objetos están pensados para su uso evasivo.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Púas capaces de atravesar el calzado humano más grueso y dejarte con unos pinchones que luego rogarás a tu abuelita por piedad de no sentir aquella tortura. Y sin embargo, aquellas que podían tumbar a una persona al suelo cómo una lombriz de tierra, no llegaban siquiera a la talla de los clavos más gruesos de una herradura para trabajo. Hubo una suerte, de que no eran capaces de llegar hasta la parte de carne viva del caballo, pero eso no les hacía menos molestos.
—¡AEEARAG!— La muchacha chilló debido al tirón del caballo, justo cuando el bandolero se golpeaba contra ella y quedaba pegado debido al tirón de Galante.
—¡Upa!— Tomó las riendas por sobre Homura, la cuál no sabía si estaba más adolorida o avergonzada.—¡¡HOOOO!---- Intentó tranquilizarlo, pero el caballo bajó drásticamente la velocidad y pegaba de saltos como si estuviera a la mitad de un rodeo, amenazando con tirarlos a ambos.
Había una razón por la cuál Bandō nunca herró a su caballo: La talla promedio para carreras era muy pequeña, y encontrar quién pudiera fabricar una a medida para galante era difícil. Tenía la ventaja de tener un casco pando y grueso del shire, con la dureza y resistencia de la raza de terreno caluroso somo el mustang. Pero, aquellas púas piramidales eran igual o más incómodas que una herradura mal puesta, quitándole tracción y firmeza al galope.
—Sé que hace unos segundos te dije que no le dejaras sacar todo de un solo tiro pero, ¡al demonio! ¡CORRE HASTA EL INFIERNO GALANTE!— Le espoleó con las botas y este se alzó violento una última vez sobre sus patas traseras antes de echar una zigzagueate carrera a toda velocidad.
Iba dando tumbos, por lo que perdió terreno y estaba a unos treinta metros del camello del Uchiha.
Fueron muchos malos metros para él, pero estando ya sobre la marca de los últimos doscientos metros no podía retractarse, aún cuando tenía a una llorosa Homura por debajo de él con una pierna lastimada. Le daba mucho igual, que si no salía airoso de esa carrera esa misma chica a quién protegió iba a hundirlo en la más profunda de las miserias.