A Datsuse, el pobre, lo tenían mareado. Fue escuchar los ladridos y correr hacia la puerta, respondiendo con los suyos propios. Luego, al no obtener respuesta, volvió a correr hacia la ventana. Luego otra vez hacia la puerta, cuando Eri la abrió. De nuevo hacia la ventana, cuando no encontraron nada al otro lado.

Al final se quedó dando vueltas sobre sí mismo, como si tratase de morderse la cola, sin saber muy bien a dónde ir.

Eri tenía razón, Datsue también había escuchado algo… Activó el sello de la Hermandad. El número cuatro.

—¡¡¡¿¿¿NABI, ERES TÚ???!!! —no fue hasta que chilló, que se dio cuenta de las horas que eran. Esperaba no haber despertado a ningún vecino…

—¡¡¡¿¿¿NABI, ERES TÚ???!!! —

El chillido de Datsue se solapó con su propio chillido haciendo una interferencia que ensordeció a toda la manzana. Yo también encendí el cacharro ese y le contesté, porque ante todo, soy un chico educado.

— ¡¡¡PUES CLARO QUE SOY YO, ANIMAL!!!! ¿¡QUIEN TE ESPERAS QUE TE OIGA CUANDO ACTIVAS ESTA MIERDA!? ¿¡SHIONA-SAMA!?

Dicho lo cual bajé a la calle y desde la calle, andando subí a la casa del Uchiha, desactivando el cacharro ese en el camino. Una vez en la puerta, hablaría de nuevo.

— ¿¡Qué coño haces activando la cosa esta a lo loco!? ¿Y si llego a estar en una misión de sigilo qué? Hombre, un poquito de consideración.

Stuffy, asimilando que el sigilo se había ido a tomar por culo, se lanzó a por Eri, poniéndose a dos patas y apoyándose en sus hombros, porque ya era una bestia de perro y Eri seguía siendo bajita para su edad.

— Woof!

Dicho lo cual empezó a lamerme toda la cara.

El pobre Datsuse estaba más perdido que un Uchiha sin ojos, y al final Datsue terminó por hacer una cosa que ninguno de los allí presentes ni los vecinos agradecerían nunca.

—¡¡¡¿¿¿NABI, ERES TÚ???!!!

Eri pegó un bote, extrañada por el chillido que Datsue acababa de hacer en su sitio. ¿Es que acaso estaba escondido por allí? ¿Era una broma? ¿Vivían juntos? Igualmente, no obtuvo respuesta, o al menos no lo supo hasta que al final encontró a Nabi llegando a la puerta de la casa del Uchiha.

— ¿¡Qué coño haces activando la cosa esta a lo loco!? ¿Y si llego a estar en una misión de sigilo qué? Hombre, un poquito de consideración.

—¿Eh? —fue todo lo que la kunoichi atinó a decir, sin entender ni una palabra.

Stuffy, por su parte, se lanzó a por la chica, terminando por lamerle el rostro sin ningún tipo de piedad.

—¡Hola Stuffy, cuánto tiempo! —saludó, acariciándole la cabeza.

¡Pues claro que era Nabi! ¿Quién sino?

—En una misión de sigilo tú, sí… Y los kusareños tienen éxito en misiones de rango B y superior, también. —Ya solo le faltaba oír eso, vamos—. Anda, pasa y cierra la puerta —dijo, malhumorado.

»¿Té rojo o blanco? —Por suerte, había hervido agua de más.

—En una misión de sigilo tú, sí… Y los kusareños tienen éxito en misiones de rango B y superior, también. Anda, pasa y cierra la puerta

»¿Té rojo o blanco? —

Pasé y me senté en mi sillón.

— Té rojo, por favor. Ahora, Datsue, cuéntame qué tal te va la vida. ¿Algo nuevo desde que descubriste que se acaba el mundo? Siempre me gusta recibir malas noticias por la mañana.

Estiré las piernas mientras Stuffy seguía rondando a Eri.

— Woof, woof!

—Espera, espera —pidió, justo cuando Nabi se coló en la casa. Ella fue la que cerró la puerta, mirando de forma inquisitoria al Uchiha—. ¿Cómo os habéis comunicado sin estar juntos?

Stuffy parecía seguir feliz por estar allí, pero ella lo apartó con suavidad, acercándose a donde Nabi se había apalancado.

—Datsue, cuéntame qué tal te va la vida. ¿Algo nuevo desde que descubriste que se acaba el mundo? Siempre me gusta recibir malas noticias por la mañana.

—¿De qué mierdas hablas? —preguntó, ceñuda.

A cada segundo que pasaba se sentía cada vez más confusa. ¿Qué se había perdido?

Té rojo, bien. Iba a acabársele como siguiesen apareciendo invitados sorpresa pidiendo todos lo mismo. Sacó otra tacita y la rellenó con el resto de la tetera, para luego echarle una cucharada de azúcar y ponerle una cuchara y el sobre del té.

—Por un fuuinjutsu que ideé, Eri —respondió, sin hacerse el misterioso ni echarse flores cómo acostumbraría—. Funciona como un comunicador, básicamente. Pero sin el fastidio de tener que estar cargándolo cada dos por tres y sin el inconveniente del rango. Podríamos estar cada uno en una punta de Oonindo y oírnos igual.

Dejó la taza de Nabi en la mesita, en frente del sofá grande, y él fue a sentarse en el sillón individual.

—Datsue, cuéntame qué tal te va la vida. ¿Algo nuevo desde que descubriste que se acaba el mundo? Siempre me gusta recibir malas noticias por la mañana.

—¿De qué mierdas hablas?

Datsue se llevó una mano a la frente y la mantuvo ahí, con la mirada en el suelo. Suspiró.

—Se refiere a Kurama y los Generales, Eri. Supongo que ya estarás enterada —¿A qué se refería con que Hanabi le había contado lo ocurrido a Ayame, sino? Tenía que ser eso, sin duda.

Mi voz era una gota en un rio. No era lo suficientemente poderosa para llevar nada por si misma, por lo menos nada con sustancia, a nivel atómico igual sí, pero cosas guays como piedras, meteoritos y demás, no nacen de una gota. Eso era yo la mayor parte del tiempo, algo que no produce un cambio, que no se lleva a las masas desbocadas a casa del monarca y le corta la cabeza. Eso era cosa de los Datsues de turno.

¿Qué era yo entonces? ¿Era prescindible? No, amigos mios. Porque podía ser mucho más. Podía ser la gota que colma el vaso y la gota que te cae en toda la nariz y te advierte de que va a llover cuando vas empanado. Ese era mi sueño, ser la gota que desempane a la gente.

— Sí, los Kuramales les podemos llamar, lo tiene todo el nombre. Kurama, males, generales. Joder, soy un dios de la invención de nuevas palabras. Me pregunto si podré fundar una asociación que solo se dedique a revisar las palabras que se usan y cobrar por ello, quiero decir, eso tiene algo de trabajo al principio, pero después es todo tocarte los huevos y cobrar porque estás oficializando la lengua.

Me había ido un poco por las ramas, pero tomé un trago de mi té y se me pasó.

— ¿Y tú qué tal, Eri? ¿Como llevas que Ayame se haya vuelto un bijuu con patas?

Así, a quemarropa, andarse con cuidado era de novatos, era hora de ser sincero, joder.

Parecía que la culpa total de todo eso era suya, ya fuese por no enterarse del jutsu de comunicación que había ideado Datsue por su cuenta —y que le fascinaba, pero no era el momento ni el lugar para verlo con sus propios ojos—, o quizá porque no le sentaba del todo bien que aquel chico que siempre había estado de broma ahora le contestaba de la forma más ordinaria del mundo.

Sin embargo la mejor parte vino después, cuando preguntó con palabras malsonantes que qué pasaba. el Uchiha pareció cansado por su reacción.

—Se refiere a Kurama y los Generales, Eri. Supongo que ya estarás enterada.

Ella se encogió de hombros, pero asintió, desviando la mirada. A veces podía llegar a ser una cría solo por esas acciones.

—Sí, pero no por ello se acaba el mundo... —con aquello daba a entender que lo que la desconcertaba no era lo que estuviera ocurriendo en aquel mismo momento, sino las palabras de Nabi.

Que, por cierto, no tardó en lanzar una nabinada, y tras un montón de verborrea sin sentido, le lanzó la pregunta.

— ¿Y tú qué tal, Eri? ¿Como llevas que Ayame se haya vuelto un bijuu con patas?

Aquello había sido un golpe bajo, tanto que sintió que hasta le dolía la patada que acababa de recibir. ¿Es que acaso en esos momentos de tensión no podía reservarse su odio injustificado a Ayame? Bufó, molesta, acercándose a la mesa para coger su taza de té y apurarla de un trago.

«Déjame en paz, Nabi.»

—Bien.

Bam. Sin vaselina ni anestesia, Nabi soltó la bomba en forma de pregunta. A cara perro. Fue en ese momento que Datsue levantó la mirada, justo a tiempo para captar una respuesta tan seca como cortante.

—Bien.

Datsue dejó que el tenso silencio invadiese el salón por unos cortos momentos.

—El Consejo de Sabios ya está trabajando para encontrar una forma de revertir el sello —dijo, pasándoles la información que le había dicho Hanabi en el hospital—. Si Ame logra recuperar a Ayame, les ofreceremos nuestra ayuda. —Esperaba que así fuese. De corazón. Porque aquella era la única oportunidad real que había tenido en todo el año de recuperar a Aiko.

—El Consejo de Sabios ya está trabajando para encontrar una forma de revertir el sello. Si Ame logra recuperar a Ayame, les ofreceremos nuestra ayuda. —

Lo extraño era... que Datsue estaba serio. Serio como una estatua tallada en mármol, como si todo aquello le pareciese bien. ¿Cómo podía ser eso? Hasta hace nada era él mismo el que pedía la cabeza de Ayame en una bandeja de plata para eliminar su espíritu maligno.

— ¿Y eso a ti te parece bien? Si eras el primero en no querer tocar a Ame con un palo, ¿qué ha pasado, Datsue?

¿Era por Akame? Se cuelan en la villa y matan a uno de nuestros jinchurikis y Datsue se vuelve todo paz y amor con los que podrían ser los instigadores de toda esa situación. Si eso no era extraño, que bajase Shiona-sama y lo viese. Enarqué la ceja esperando su respuesta. ¿Donde estaba el Datsue que sospechaba de todo? ¿Donde estaba el Datsue al que no se le pasaba una? Ahora estaba dejando pasar una bien gorda. Había venido a saber qué sabía el mismo que me dijo hace poco que un amenio podía colarse facilmente en la villa, JUSTO DESPUES DE QUE ALGUIEN SE COLASE FACILMENTE EN LA VILLA. ¿Qué mierdas era esto?

Pero todo eso, se quedó dentro de mí. Fuera solo le miraba extrañado, como si fuese un desconocido.

—El Consejo de Sabios ya está trabajando para encontrar una forma de revertir el sello. Si Ame logra recuperar a Ayame, les ofreceremos nuestra ayuda.

—Es un gran avance —añadió Eri, sin decir mucho al respecto. Lo poco que sabía era gracias a la conversación que había tenido con Hanabi, pero imaginaba que él, al ser el jinchuuriki, estaría más al corriente para evitar posibles problemas.

—¿Y eso a ti te parece bien? Si eras el primero en no querer tocar a Ame con un palo, ¿qué ha pasado, Datsue?

—Piensa que si dan con un contrasellado o un remedio para la técnica que hizo que Ayame se volviese el bijuu que tenía dentro y ella fuese apresada en su propio cuerpo, será más fácil enfrentarnos a lo que desconocemos, ¿o qué haríamos si Datsue fuese víctima de eso? Necesitaríamos esa técnica —Eri se sentía ligeramente ajena a todo aquello, no porque no quisiera participar, sino porque sabía que ya no pintaba nada entre ellos por sus ideas, así que simplemente había comenzado a estudiar más sobre el Fuuinjutsu, buscando un remedio.

Aunque dudaba que aquello fuese a servir de algo.

La pregunta de Nabi era una pregunta sencilla y complicada al mismo tiempo. Todo dependía del enfoque.

Complicada, porque solo faltaría que Uzu, después de todo lo ocurrido en el Chunin, ahora fuese a ayudar a Ame a cambio de nada. Complicada, porque él quería arrasar con Kurama, y todos sus malditos Generales, y eso se hacía mejor aparcando las diferencias a un lado. Complicada, porque el odio que le tenía a bastantes amejines que saldrían muy beneficiados con aquello, no era precisamente menor.

Luego estaba el enfoque sencillo. Decidió tirar por ahí, para no complicarse, después de que Eri dijese que les serviría de preparación por si alguna vez le revertían el sello a él —por el bien de Oonindo, esperaba que eso nunca llegase a suceder—.

—Hanabi les va a pedir que nos entreguen a Aiko a cambio. —Y no necesitaba nada más.

—Hanabi les va a pedir que nos entreguen a Aiko a cambio. —

PATATAPOOOOOOOOOOOOOM.

Esa sería la traducción de palabras a explosión teniendo en cuenta la crudeza de la noticia. Había tantos, tantos, tantos puntos en los que eso podría salir mal. Por suerte, lo que yo sé de Aiko es más bien nulo, con lo cual no iba a decirle nada sobre ella. Pero como enumeración mental, quitando que Amegakure podría traicionarnos en cualquier momento, quitando que Aiko no quiera estar en Uzushiogakure, que siendo amenia, era probable.

Si la dejaban venir, como poco, le bloquearan las memorias que sean importantes sobre Amegakure, donde guardan las armas de destrucción masiva, fallos en defensa o mierdas parecidas. O podrían colarnosla aquí y que en cualquier momento nos traicione desde dentro, entre eso y el hecho de que pueden teleportarse dentro de la villa, bueno, las defensas parecían inexistentes ya.

Como siempre, sí, protegernos del peligro obvio que representaba Kurama es necesario. Una alianza me parece genial, maravillosa, vivan los jinchurikis y esas mierdas. Hacer las paces a estas alturas es la única opción viable. Pero a largo plazo, la aldea que tiene más puntos de irse a la mierda, oh, sorpresa, es Uzushiogakure.

Se colaron una vez, mataron a nuestro jinchuriki sin que nuestro kage pudiese detenerles y se fueron como habían venido. ¿A nadie le importaba eso? ¿A nadie le interesaba saber qué había pasado? ¿Y nuestra única petición es una kunoichi de Ame?

Entonces entraban en juego los sentimientos de Datsue y ahí ya se me quemó el cerebro.

— Me alegro por ti, tío. Te dije que dejaras de lloriquear y pensases en algo y parece que te ha salido bien. ¿Se sabe como entraron en la aldea esos desgraciados? ¿Tuvieron ayuda de alguien?

Me alegraba sinceramente por él, de corazón, pero por mis preguntas sabría por donde iba. No tenía confianza de sobra que darles a los amenios.

Estaba cruzada de brazos, no esperando la frase que vendría a continuación, hasta que...

—Hanabi les va a pedir que nos entreguen a Aiko a cambio.

Alzó ambas cejas, la verdad es que aquello no se lo imaginaba, y, en un momento, algo cruzó por la mente de Eri: cansancio. Hanabi estaba cansado de todo este revuelo que se había creado en torno a Datsue, con todas estas disputas entre villas, y había hallado la manera de tranquilizarlo.

— Me alegro por ti, tío. Te dije que dejaras de lloriquear y pensases en algo y parece que te ha salido bien. ¿Se sabe como entraron en la aldea esos desgraciados? ¿Tuvieron ayuda de alguien?

—Esperemos que todo salga bien entonces, Datsue —corrió a apoyar ella, haciendo caso omiso a las preguntas de Nabi, ¿es que no podía dejar dormir a los muertos? —. Por fin las cosas están yendo bien.