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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Habían pasado seis días desde que regresaron del Valle de los Dojos.

Su padre y Kuumi le habían alcanzado en aquel dojo interior de atención improvisada, donde les esperaba junto con su madre. Aunque a Ranko le sorprendió despertar dentro del dojo, medio recordando que se había sentado a esperarlos fuera. Su madre estaba exhausta por abrir dos Puertas Internas, su padre apenas y tenía mala la ropa, y su hermana había sufrido un par de raspaduras al caer. La de peor estado era, curiosamente, Ranko, aunque ya estaba recuperándose: la herida de la espada de Reiji le dejaría una gran cicatriz en el vientre, de eso estaba segura.

El camino de vuelta había sido casi en silencio. No querían, todavía, comentar lo sucedido, ni siquiera lo emocionante. Ranko pasó la mayoría del viaje dormida en su asiento de tren. Habían sobrevivido a un ataque que, al parecer, había tenido como objetivo a los Daimyō. Fue extraño llegar a la aldea como si hubiesen vuelto de una guerra, cuando todo allá estaba en relativa calma.

Aquel día, después de compartir con su familia las experiencias sobre lo vivido, y con la incertidumbre de aquello en lo que podía desembocar aquel cruce de caminos, Ranko decidió que debía volver al entrenamiento. A pesar de que ahora se encontraba más enfocada, no se le quitaba el peso del encuentro con aquella bestia, aquel hombre que había destrozado los pasillos del estadio con suma facilidad. Ranko ya no se imaginaba qué habría pasado si ella se hubiese opuesto y hubiese enfrentado al hombre, pues estaba segura de que habría acabado bajo los escombros sin más. Ranko sólo pensaba en lo que pasaría la próxima vez que se encontrase con él. Porque claro, un villano no aparece una vez nada más en una historia. Eventualmente se reencuentra con el héroe para una revancha. Y la de la trenza estaba decidida a dar el grueso para ello. Aunque le costara, aunque le doliera. Tenía que hacerse mucho más fuerte.

A diferencia de otras veces, los dojos de instrucción estaban relativamente vacíos. Tal vez por el estado que se seguía viviendo, tal vez porque era muy temprano aún. Siguiendo los consejos de moda de su hermana, ya había cambiado su atuendo a uno más ligero: unos pantaloncillos verde oscuro con una blusa verde claro, larga y sin mangas; un obi, guantes y zapatos ligeros a juego con el pantalón corto, y, como un pequeño capricho a su guardarropa, una gargantilla de tela negra. Su placa de Kusagakure, nueva y reluciente, estaba integrada a su obi. La anterior, muy dañada por su combate contra Sasaki Reiji, yacía a modo de medalla de segundo lugar en un estante en su habitación.

Fruto de su último combate fue también su peinado, pues uno de los sablazos de Reiji le había cortado parte de las trenzas que se había hecho específicamente para el torneo, por lo que ahora había peinado sus mechones hacia atrás, pero abultándolos un poco en la parte superior de su cabeza. Kuumi había sugerido tirabuzones, pero Ranko sólo admitió unos pocos a cada sien. Su icónica trenza lucía esponjosa como siempre.

Ranko ya había comenzado a calentar, habiendo dejado antes su portaobjetos y a Higanbana, su wakizashi, al borde de aquella habitación. Claro que habría sido más entretenido combatir con otra persona, pero, curiosamente, Ranko no estaba segura de si le apetecía estar con alguien. No sabía realmente si quería enfrentarse a un compañero o ser sólo ella, ser sólo Hakuto.

Lo descubriría en unos minutos.
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#2
Casi una semana entera había pasado desde la final del torneo de los dojos, aunque realmente podrían haber pasado cientos de semanas más, que para Tsukiyama Daigo eso importaba poco o nada.

El chico había hecho el viaje de vuelta a pie, igual que lo había hecho en el viaje de ida, pero esta vez lo hizo sólo durante dos largos días que pasó consigo mismo y dos largas noches en las que apenas pudo dormir recordando toda la gente que murió. Recordó su sufrimiento y su dolor, tanto de quienes murieron allí como de quienes dejaron atrás, y casi pudo sentirlo como propio.

En su interior, Daigo sabía que debía sentirse afortunado de que tanto él como sus seres queridos siguiesen con vida, pero simplemente no podía hacerlo del todo. Cuando tantísima con el mismo derecho a vivir que él había muerto aquel día ¿por qué él en cambio seguía allí? ¿Por qué él fue protegido a toda costa, pero a otros se les tuvo que dar la espalda?

Al llegar a casa le habría gustado haberle expresado lo que sentía a sus padres, que lo habían estado esperando con miedo y preocupación en casa al ver que su hijo no había llegado tan pronto como otros de sus compañeros, pero lo único que pudo hacer ese día fue llorar en sus brazos y consolar a la pequeña Gura, que junto con Koku ya era como parte de la familia.

Pasaron un par de días que el joven decidió compartir con su familia antes de decidir salir a entrenar. Tenía que hacerlo. Pero esta vez no iría al Cereberus a hacerlo, pues prefería hacerlo en solitario.

Pero cuando llegó a uno de los muchos Dojos de Instrucción que estaban repartidos por la aldea, Daigo se dio cuenta de que este no estaba tan vacío como esperaba.

—¿Sagisō-chan? —Sonrió, con la puerta abierta, pero todavía sin haberla cruzado.

Estaba realmente feliz de verla, pues aunque sabía que no le había sucedido nada a la kunoichi, esta era la primera que la veía desde entonces y le alegraba verla sana.
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¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!

Team pescado.


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#3
¿Sagisō-chan?

Ranko se detuvo y se irguió. Por supuesto que reconocía esa voz, y al darse vuelta lo hizo con una sonrisa de alivio.

¿Daigo-san?

Sabía que el boxeador al menos había sobrevivido, pues su hermana y su padre lo habían encontrado inconsciente junto con Rōga, al cuidado de un médico. Al parecer, según lo que Kuumi escuchó, Tsukisame Takumi, el marionetista Uzujin, había sacado a Daigo del estadio antes de que se lanzara entre las ruinas a intentar rescatar gente. Pero Ranko no había visto al peliverde desde su comilona junto con Etsu y Akane.

"Esos son dos rostros que tampoco he visto aún…"

La kunoichi dio un par de pasos hacia la puerta, pues Daigo se había detenido en el umbral.

Daigo-san… —Si su amigo se lo permitía, Ranko se le acercaría más para abrazarlo con fuerza. Honestamente, había temido por él, tal como había temido por todos sus amigos, y le aliviaba bastante el verlo allí, de pie, listo para entrenar como ella —. No sabes cómo me alegra verte.

Se separaría de él con una cálida sonrisa en su rostro, aunque no tardaría en darse cuenta de su impulso, y, ligeramente sonrojada, se disculparía con una reverencia.

L-lo siento. Kuu-chan m-me dijo que se topó contigo, p-pero un doctor veía a por ti. S-se la ha pasado lamentándose no haberte llevado a salvo… —Soltaría una breve risita, antes de darle espacio al boxeador para que entrara a la estancia —. ¿Estás…? ¿Cómo…? ¿Cómo estás?

Sin querer, Ranko se tallaría el brazo, tal vez de los nervios. Había algo sobre Daigo que le hacía ruido en la parte trasera de su memoria, pero no podía ubicarlo aún. ¿Era algo que tenía que preguntarle?
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#4
—¿Daigo-san?

La chica se irguió y se giró hacia el peliverde con una sonrisa de alivio, antes de acercarse a él.

—Daigo-san... —repitió ella, antes de abrazar con fuerza a un sorprendido Daigo, que realmente no esperaba un abrazo tan repentino. Aún así, casi por reflejo, el boxeador correspondió también abrazando con fuerza a su amiga—. No sabes cómo me alegra verte.

—¡Yo también me alegro mucho de verte!

Ranko se separó del chico, sonriendo cálidamente antes de disculparse con una reverencia.

—L-lo siento. Kuu-chan m-me dijo que se topó contigo, p-pero un doctor veía a por ti. S-se la ha pasado lamentándose no haberte llevado a salvo… —El peliverde levantó las palmas para intentar decirle que no hacía falta disculparse, pero fue demasiado tarde—. ¿Estás…? ¿Cómo…? ¿Cómo estás?

—Estoy bien. Ya me he recuperado por completo de mi combate y... bueno, de todo. —Dijo, mientras entraba al dojo, cerrando la puerta tras de sí—. Por cierto, dile a Kuumi-san que no se preocupe, por favor. ¡Estoy bien! Y seguro que estaba muy preocupada por encontrarte a ti a tus padres.

Al terminar de hablar, Daigo se dio cuenta de que por el momento solo sabía que Kuumi y Ranko estaban bien, pero no había escuchado nada de sus padres.

» Esto... ¿y ustedes? ¿Están todos bien?

Se llevó una mano a la nuca, preocupado por la respuesta.
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#5
Era un alivio inmenso ver que no sólo estaba bien, sino que ya se había recuperado en su totalidad. La calidez de la sonrisa del boxeador le reconfortaba. Regresó al centro de la estancia y Daigo le siguió.

Me aseguraré de decirle a Kuu-chan que su Verde está bien —Ranko había comenzado a asentir de contenta, pero se detuvo para, de nuevo, disculparse, con el rubor de nuevo adornando sus mejillas —. E-eh, no, n-no quiero decir su ahm… Daigo-san n-no es de nadie, q-quiero decir, e-ella siempre te llama "Verde" y-y ella estaba m-muy preocupada y… —Decidió mejor cortar lo que estaba pensando —. Le diré que e-estás bien.

La preocupación de Daigo se extendió a toda su familia. La kunoichi asintió profundamente.

Madre y padre están bien, gracias. S-se movilizaron apenas se puso fea la cosa y… Bueno, Kuu-chan salió con unos raspones nada más. ¡P-pero todos estamos muy bien ahora! E-en ese momento… Todo fue muy… —Bajó la mirada —difícil. Yo… Me paralizé cu-cuando no debía… ¡Pero logramos salir d-del estadio a tiempo! Etsu-san y Akane-san también. ¡Y Hana-san! ¿Recuerdas a Hana-san? Y su hermana también está a salvo. A-aunque no sabía que tenía una hermana en otra Aldea…

Esperaba que la noticia de que un puñado de amigos estaban bien le alegrara también. Algo había en la expresión de Daigo que forzaba a Ranko a recordar algo. ¿Qué era?
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#6
El chico pestañeó un par de veces, sin entender exactamente lo que acababa de escuchar.

«¿¡Su Verde!?»

Dándose cuenta de lo que había acabado de decir, Ranko volvió a detenerse para disculparse completamente sonrojada, antes de intentar explicar el malentendido sin mucho éxito.

Fue entonces cuando Daigo decidió preguntar por su familia.

—Madre y padre están bien, gracias. S-se movilizaron apenas se puso fea la cosa y… Bueno, Kuu-chan salió con unos raspones nada más. ¡P-pero todos estamos muy bien ahora! E-en ese momento… Todo fue muy… difícil. Yo… Me paralizé cu-cuando no debía… ¡Pero logramos salir d-del estadio a tiempo! Etsu-san y Akane-san también. ¡Y Hana-san! ¿Recuerdas a Hana-san? Y su hermana también está a salvo. A-aunque no sabía que tenía una hermana en otra Aldea…

El chico bajó la mirada cuando la Sagisō se abrió sobre lo difícil que fue ese momento para ella. Sabía que fue difícil para todos. Lo fue para él, que no pudo ser de tanta ayuda como habría querido; lo fue para Rōga y Takumi también, quienes aunque Daigo pensaba que habían tomado la salida más fácil, también estaba seguro de que lo habían hecho pensando que era lo mejor; pero por encima de todo fue difícil para quienes perdieron a alguien ese día.

Y ahora que casi todos los señores feudales estaban muertos y Dragón Rojo seguía impune, pronto empezaría a ser difícil para todo el mundo, incluso para quienes no estuvieron allí.

— Sí, me acuerdo de ella. —Rio un poco, recordando lo raro que había sido el día en el que se encontraron los tres—. ¡Y eso es lo que importa! Que estamos todos bien y... que hicimos lo mejor que pudimos.
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#7
La reacción de Daigo le dio a entender que también se las había visto negras en el estadio. Una parte de Ranko quería recriminarle lo que Kuumi le había contado: según Takumi, Daigo había querido lanzarse a los escombros para salvar más gente. La de la trenza quería regañarle por ponerse en riesgo así, pero a la vez entendía el llamado del deber que del peliverde debió haber sentido.

”Pero lo hiciste, Ranko. Salvaste dos vidas ese día. No tienes derecho a sentirte mal al respecto” se dijo.

Asintió, extra sonriente.

S-sí, es lo que importa —Ranko se llevó las manos a la cadera y se estiró levemente hacia atrás. Luego lanzó los brazos un poco a los costados, como si mostrara su humilde casa a un invitado, aunque fue para recalcar algo obvio —. Imagino que Daigo-san quiere activarse con algo de entrenamiento. ¡S-sus puños deben estar ansiosos!

Ranko rió. ¿Desde cuando era tan confiada y bromista? ¿Su experiencia en el Valle había fortalecido su voluntad? ¿Le había hecho tomar una decisión absoluta sobre quién era? No estaba segura, pero le gustaba. Le gustaba encontrarse tartamudeando cada vez menos.

Se llevó los puños a la cadera, como si posara, y miró al rostro de Daigo, esperando respuesta. Y entonces le golpeó como una bola de nieve sorpresa en la nuca. Su sonrisa se convirtió lentamente en una expresión seria, y culminó con un ceño levemente fruncido y ojos inquisitivos. Ya lo recordaba. Ya recordaba el rostro de Tsukiyama Daigo en un papel de “Se busca” en el País del Viento. Recordaba la reacción de Kazuma, intentando ocultar que lo conocían para no entorpecer la misión. Pero Ranko no pudo ocultarlo: mencionó que era su amigo. Porque lo era, ¿no? ¿Entonces por qué se le buscaba? ¿Era un criminal o un shinobi de Kusagakure? ¿Era un guerrero honorable o había caído en desgracia?

¿Era acaso el inicio de la historia de un villano? El corazón de Ranko se aceleró como si se enfrentara a una amenaza, pero no dijo nada más. Sólo miró fijamente a los azules orbes del boxeador. Su cambio de humor era más que evidente.
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#8
Cuando Ranko le asintió, mucho más sonriente, Daigo pudo sentirse feliz y aliviado de haberla animado un poco.

—S-sí, es lo que importa —Entonces, la kunoichi se llevó las manos a la cadera y abrió los brazos en un gesto mucho más confiado de lo que jamás se habría esperado de ella—. Imagino que Daigo-san quiere activarse con algo de entrenamiento. ¡S-sus puños deben estar ansiosos!

El boxeador sonrío. No sabía si Ranko había adquirido mucha más confianza en sí misma, o si simplemente ahora tenía más confianza con él, ahora que se conocían. Fuera como fuera, eso era suficiente para Daigo.

— No me he olvidado. Te debía un combate.

Emocionado, el chico se alejó de un saltito hacia atrás, cayendo con el pie atrasado muy flexionado y el adelantado estirándose hacia adelante. Sus dos brazos estaban levantados a la altura de su rostro, mostrándole las garras a su oponente en una pose que aunque era poco práctica para él, le pareció cool.

Entonces algo sucedió, de un momento a otro el humor de Ranko pareció cambiar por completo. No de la manera que esperaba Daigo de una pelea de entrenamiento, sino que parecía como si...

— ¿Está todo bien, Sagisō-chan? —Preguntó, preocupado.
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#9
No.

Daigo se dio cuenta al momento del cambio en el semblante de Ranko. Y ella no tenía razón alguna para mentirle del porqué. El peliverde ya estaba preparado para comenzar, pero Ranko seguía con los puños en la cadera.

Hay… Hay algo que no está bien, Daigo-san. Creo. Hace meses Kazuma-san y yo fuimos a una misión a-al País del Viento. Nuestro cliente… E-en cierto momento nuestro cliente dudó de nosotros porque… Bueno… —Ranko rompió su postura para tallarse el brazo derecho con la mano izquierda, y su mirada cayó a los pies de Daigo —. Él nos mostró un papel con el rostro de Daigo-san. Un cartel de “Se busca”. N-no digo que Daigo-san sea un criminal de bu-buenas a primeras, pero…

Ranko alzó las manos, agitándolas un poco como intentando espantar la idea de una acusación. Luego las bajó, un poco temerosa de lo que pudiese decirle su amigo. Sus orbes miel se fijaron sobre los orbes azules de su compañero.

Quisiera saber si Daigo-san hizo… Quisiera… No quisiera que Daigo-san fuese un maleante, ¿sabes? Quisiera, si está bien, saber… ¿qué pasó?

Lo dejaría así. Una pregunta y ya. Si el boxeador decidía contestarla y explicarse, muy bien, arreglarían todo y Ranko se quitaría un peso de encima. Si se negaba, Ranko aceptaría eso y retrocedería para ponerse en guardia. Y sus patadas serían más serias.
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#10
—No.

Daigo se irguió, abandonando su pose y entendiendo que aquello era serio, pero todavía algo confundido por el repentino cambio en el ambiente. Por la manera en la que Ranko lo miraba el chico temía que se tratara de algo muy malo, pero no estaba preparado para lo que sintió cuando ella apartó la mirada.

Los ojos del chico se abrieron como platos y pareció paralizarse cuando la Sagisō le habló sobre su misión en el País del Viento. Él ya sabía lo que venía después de eso. Ranko había descubierto lo que había hecho él mientras estaba allí y ahora debía odiarlo más que a nadie en el mundo. No solo había manchado el nombre de Kusagakure, sino que había matado a una persona, y eso no tenía perdón.

—Quisiera saber si Daigo-san hizo… Quisiera… No quisiera que Daigo-san fuese un maleante, ¿sabes? Quisiera, si está bien, saber… ¿qué pasó?

De nuevo, el peliverde se vio sorprendido por su amiga, pero no de la forma que esperaba. Ella no lo culpó y le apuntó como había soñado durante varias noches después del incidente, sino que le preguntó lo que sucedió allí para salir de dudas.

Casi se le había olvidado que, al fin y al cabo, Ranko era su amiga.

— El año pasado me encomendaron una misión en el País del Viento. —Dijo. No podía entrar muy en detalles sobre la misión—. Fui irresponsable y casi muero por el desierto, de no ser porque una mujer me salvó la vida.

» Descubrí que era una criminal buscada en el País y que se había puesto en peligro a sí misma llevándome a Inaka para que cuidasen de mí. Parece que alguien la reconoció entonces y... —bajó la mirada, recordando el momento en el que todo se fue a la mierda—. Y avisó a las autoridades. Cuando la fueron a capturar simplemente no pude hacer la vista gorda. Sabía que ella era una buena persona.

Dejó caer los brazos. Si hubiera tenido más cuidado quizás habría podido ayudar salvar la vida de Kasaru sin sacrificar la de nadie más.

» Cuando intenté detenerlos no solo ataqué a una guardia, que es una kunoichi mucho más fuerte que yo, sino que también le golpeé a la vez al civil que enviaron para inspeccionar la casa en la que estábamos. —Se notaba el arrepentimiento en su voz, que parecía quebrarse por momentos—. Se llamaba Tomizawa Masahiro. Murió desangrado durante mi pelea contra la guardia.
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#11
Ranko escuchó. Una criminal del País, quien al parecer era en realidad buena persona, le había salvado la vida a Daigo, y al intentar defenderla, el genin hirió de muerte a un civil. El concepto puro de gajes del oficio ninja.

La mirada de la chica de la trenza tembló.

Carisma 70 de Daigo > Percepción 20 de Ranko

E-entiendo —Relajó los hombros.

Podía ver lo arrepentido que el peliverde estaba, la honestidad de sus ojos y su voz era evidente. No había sido un ataque a traición o un asesinato a sangre fría. Había sido un accidente buscando proteger a alguien que valía la pena proteger. Claro, había sido un inocente que tal vez sólo buscaba seguir las reglas. ¿Cómo culpar a Tomizawa Masahiro por ello?

Entiendo —repitió. Recordó que ella misma también había apoyado fuertemente a una mujer que recién conocía. Y justamente en el País del Viento también —. Daigo-san quiso hacer lo c-correcto, ¿verdad? Y-yo no… No lo mencionaré de nuevo si Daigo-san no quiere. Gracias. Muchas gracias. Por compartirlo conmigo. P-por confiar en mí.

Ranko le dedicó una reverencia, casi un acto solemne.

”Siento como si él hubiese ya sufrido mucho por ese accidente. No debería hacerle sentir más pesar.”

Se irguió de nuevo.

Y si Daigo-san está d-de acuerdo, podemos sacar las penas con nuestro arte.

Seguía teniendo un ligero sabor amargo sobre lo de Daigo, pero no podía hacer nada. Su amigo era eso, su amigo. No era un villano sanguinario o un criminal cruento. Daigo seguía siendo Daigo. Y Ranko agradecía la confianza que él le había depositado. La chica sonrió levemente y retrocedió para prepararse.

Si Daigo-san está listo, por supuesto.
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#12
—E-entiendo

La chica relajó los hombros. Parecía poder ver el arrepentimiento en los ojos de Daigo y creía su versión de la historia, e incluso el peliverde ahora se sentía un poco mejor, aunque no menos arrepentido. Esta había sido la primera vez que había hablado con alguien de ello, sin contar el informe que le había escrito a Kenzou en su momento.

El chico levantó las manos a la altura del pecho, sin saber exactamente qué hacer cuando la Sagisō le agradeció su confianza con una pronunciada reverencia.

— Eh... esto... no... —decidió bajar los brazos y responder con otra reverencia—. Gracias a ti, Sagisō-chan. Por confiar en mí.

Al erguirse, Ranko le ofreció al boxeador sacar las penas con su arte y Daigo sonrió un poco. Para artistas marciales como ellos, eso era exactamente lo mejor que podían hacer.

— Sí. —Dijo, y con el dorso de la mano se secó los ojos humedecidos—. ¡Estoy listo!

Atrasó su pierna izquierda y levantó los puños a la altura del mentón, en guardia.


- PV:

200/200


- CK:

240/240



- Daño provocado:
- Acciones ocultas:


- Fuerza: 40
- Resistencia: 30
- Aguante: 40
- Agilidad: 30
- Destreza: 40
- Poder: 40
- Inteligencia: 40
- Carisma: 70
- Voluntad: 70
- Percepción: 40


Hitai-ate (Brazo derecho)
Kusari x2 (enrollados a la cadera)



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#13
Daigo parecía haberse puesto un tanto emocional, lo que conmovió a la kunoichi. El chico en realidad cargaba con el peso de la culpa, Ranko podía percibirlo. La sonrisa de la chica aumentó cuando el peliverde aceptó su reto.

Fue hasta su posición, del otro lado de la estancia, y adoptó la postura del Hakuto no Mai.

¡Estoy listo!

El corazón de Ranko se aceleró de la emoción.

Adelante. —dijo desafiante Ranko, con toda confianza.

Y así comenzaría el combate: el puño del tigre contra las patadas del conejo. Se preguntó por qué se imaginó a Daigo como un tigre. Tal vez porque Kuumi se imaginaba a sí misma como una tigresa. Realmente no lo pensaría mucho e iniciaría, enfocada en la pelea.

Avanzaría a paso firme, tan veloz como pudiese. Un par de pasos antes de llegar a él, lanzaría una patada con la diestra hacia su cabeza, yendo de derecha a izquierda. Confiaba en golpear con aquella defensa de puños, y no le importaría, pues una de sus metas era probar el estilo de boxeo de Daigo. Conectase o no con su primera patada, haría un breve juego de pies para avanzar un paso y lanzar una segunda patada con la misma pierna, esta vez recta, dirigida al estómago del peliverde. Después, si se lo permitía, alzaría sus brazos en guardia, sin retroceder, lista para la reacción de Daigo.

”Directa, pero sencilla. ¡No hay que comenzar con lo más intenso tan pronto!”


PV:

230/230


CK:

160/160



Fuerza: 60
Resistencia: 40
Aguante: 40
Agilidad: 40
Destreza: 40
Poder: 20
Inteligencia: 40
Carisma: 40
Voluntad: 50
Percepción: 20

Daño recibido: [—]
Posible daño infligido: 21 PV x 2, [Patadas]

¤Hakuto no Mai Primer alterador
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#14
—Adelante.

Una ola de calor recorrió todo el cuerpo del boxeador en apenas un instante, cambiando por completo el ambiente a su alrededor. Estaba emocionado y llevaba esperando este combate desde que Yota le había hablado de ella, y ahora ese combate estaba a punto de empezar.

Ranko fue quien hizo el primer movimiento, avanzando velozmente hasta el peliverde antes de lanzar una patada circular contra su cabeza.

«¡Lo puedo ver!» Pensó Daigo, mostrando una fugaz sonrisa.

El boxeador flexionó levemente las rodillas, agachándose un poco a la vez que movía su cabeza fuera del camino del ataque de Ranko, haciéndolo pasar por encima de su cabeza sin causarle daños.

Luego, Daigo intentó dar un corto paso hacia adelante para reducir las distancias y responder con su propio ataque, pero se encontró con una segunda patada de Ranko, que habría impactado en su estómago de no ser porque apenas pudo interponer su brazo izquierdo para defenderse.

«¡Es fuerte!»

Y tanto que lo era, tanto que solo la fuerza del impacto lo hizo retroceder un metro, levantándolo ligeramente del suelo.

Apenas sus pies volvieron a tocar tierra firme, el chico volvió hacia adelante con un largo paso mientras levantaba su puño derecho, peligroso. Pero al llegar a rango de golpeo no fue su puño el primero en hacer contacto con la kunoichi, sino la pierna izquierda adelantada del peliverde, que fue a barrer muy levemente la pierna izquierda de Ranko para hacerle perder el equilibrio momentáneamente. Una táctica que estaría prohibida en la Liga Kusareña de Boxeo Profesional, pero que era una parte importante del Boxeo Shinobi.

Inmediatamente después, intentando aprovechar el desequilibrio, Daigo lanzaría un gancho ascendente con la diestra buscando el bazo de su rival.


- PV:

192/200

-8

- CK:

240/240



- Daño provocado: Posibles 19 PV por Uppercut
- Acciones ocultas:


- Fuerza: 40
- Resistencia: 30
- Aguante: 40
- Agilidad: 30
- Destreza: 40
- Poder: 40
- Inteligencia: 40
- Carisma: 70
- Voluntad: 70
- Percepción: 40


Hitai-ate (Brazo derecho)
Kusari x2 (enrollados a la cadera)


Shinobi Bokushingu (Taijutsu 10)

[Imagen: IMG-20210515-202948-586.png]

¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!

Team pescado.


Canal 5 con Uzumaki Eri hasta verano del 222.
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#15
Ranko logró hacer retroceder a Daigo, pero él se recuperó de inmediato y volvió a avanzar. Sin embargo, fue su pierna y no su puño lo primero que se adelantó. Si la chica lo hubiese visto a tiempo, podría haber dado un salto hacia atrás y evadido los ataques, pero si a algún aspecto de Ranko le hacía falta verdadera práctica era a sus ojos. Tardó en ver el movimiento del pie, y su propia pierna se vería arrastrada un poco, casi derribándola.

El siguiente golpe apenas lo vio venir, pues se había desconcentrado por el intento de derribo. Usaría la técnica de Sasaki Reiji: recibiría el puñetazo de Daigo en el costado, y lo aprovecharía para apresar su brazo. Lo usaría para tirar de él y ganar impulso para lanzar un rodillazo derecho al estómago de Daigo. Aprovecharía la cercanía para dar un paso sobre el torso de su contrincante y, mientras soltaba su brazo, daría una fuerte salto mediante una patada al peliverde, dando así una pirueta hacia atrás para alejarse de él.

Al caer, sintió el ardor en el costado, fruto del golpe previo.

Qué alegría poder enfrentarme al fin a los puños de Daigo-san. Lo había deseado desde que Rōga-san me contó sobre ellos… —Habiendo hecho distancia de nuevo, retomó su postura con una enorme sonrisa, lista para el siguiente intercambio.


PV:

215/230

-15PV

CK:

160/160



Fuerza: 60
Resistencia: 40
Aguante: 40
Agilidad: 40
Destreza: 40
Poder: 20
Inteligencia: 40
Carisma: 40
Voluntad: 50
Percepción: 20

Daño recibido: 19 PV-Resistencia [Uppercut]
Posible daño infligido:
  • 18 PV, [Rodillazo]
  • 16 PV, [Hakuto no tōhi]

¤Hakuto no Mai/Hakuto no tōhi - Primer alterador
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