Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La mayoría de misterios sin resolver se encuentra en las ruinas de civilizaciones antiguas. Misterios que en su día eran cosas normales, los hombres y mujeres de ahora son incapaces de resolverlos. Ese tipo de misterio es el que yo buscaba. Lo buscaba como el borracho buscaba el frio beso de la botella, como el adicto buscaba el consuelo de su dosis.
Es cierto que, la ultima vez que había intentado encaminarme en la búsqueda de antiguos misterios, en los templos abandonados del país de los bosques, no había conseguido más que decepciones. Tanto por no haber hallado las respuestas que buscaba, como por las personas que había encontrado por el camino. Especialmente Ritsuko.
Pero yo no era alguien que se daba por vencido en cuanto se encontraba un par de piedras en el camino que no podía mover. Esas piedras no estaban ahí para impedirte continuar con el camino, estaban ahí para hacerte mas fuerte antes de que avanzaras mas lejos. No estaban para que te rindieras, si no para que buscaras otras maneras de avanzar.
Por ello, decidí volver a estudiar en busca de otros lugares antiguos que escondieran o parecieran esconder algún misterio. Y en mi búsqueda, encontré un libro en el que hablaba de las ruinas de un castillo en el país del remolino. Decidí darle una oportunidad, al fin y al acabo ya no se trataba del país de los bosques, y los mas probable es que allí no me encontraría con nadie de kusagakure. Muy mala había de ser mi suerte.
* * *
Semanas después, me encontraba frente a la enorme puerta de madera de aquel gigante edificio de piedra. No era ni la mitad de alto que el gran edificio de nuestra Arashikage, ni estaba decorado con animales mitológicos y demonios de piedra, pero, aun así, el edificio era bastante imponente.
Puede que en su día aquel castillo fuera la construcción más importante del país de los remolinos, pero ahora, pese a que aun se alzaba majestuoso en aquel abandonado lugar, se notaba que el tiempo no lo había tratado con clemencia, y que las gentes del país no se habían molestado en mantenerlo.
Empujé las puertas de madera con todas mis fuerzas, tenia muchas ganas de ver el interior del castillo. Sin embargo, mi fuerza no parecía lo suficiente como para moverlas ni un solo centímetro.
—¡Maldición! — Grité, al fin y al cabo, estaba yo solo en aquel lugar. —Tiene que haber alguna manera de entrar dentro, piensa Reiji Piensa…
Volviendo hacia su tan ansiada villa, Eri se vio vagando por la Planicie del Silencio con algo de curiosidad haciéndole cosquillas en su mente. Según su mapa, cerca de aquel lugar se encontraban unas ruinas abandonadas, las cuales ella desconocía por completo aún habiendo salido tantas veces de su hogar y habiendo pasado cerca de allí. Por lo cual, bandolera atada a su hombro y ganas de explorar, modificó ligeramente su trayectoria con una nueva dirección.
Su hermana podría esperar.
...
Eri se encontraba andando a paso lento, mirando con curiosidad a las proximidades que se le presentaban ante sus ojos. Estaba maravillada a la par que un poco asustada tras estar allí sola, pero claro, no era una persona cualquiera, era una kunoichi cualificada y podía defenderse ella sola, así que podía ir tranquilamente a mirar un poco.
Se anudó fuertemente su bandana, solo por si acaso.
A lo lejos se encontraba un inmenso castillo hecho enteramente de piedra. Prendada de su majestuosidad, se encaminó rápidamente a él, hasta que una silueta apareció en la imagen, maldiciendo a la nada sobre la entrada.
Entendió que su nombre era Reiji.
Solo podía ver su espalda, bueno, la larga cabellera del chico y su espalda. Ya que entendía que por su voz, era varón.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó, haciéndose presente en la estampa del chico con una mueca de duda y el dedo índice de su mano izquierda sujetando ligeramente su mentón.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Estaba solo en aquel lugar alejado de la mano de cualquier dios, o al menos eso era lo que yo creía hasta que escuché aquella voz a mis espaldas. Me giré. ¿Cómo había podido bajar la guardia de esa manera? Y si… ¿Y si llegaba a tratarse de un ladrón, un asesino o algo por el estilo?
Pero no, no era ninguna de esas cosas. No al menos a simple vista. Tan solo se trataba de una kunoichi de mas o menos mi edad, aunque bastante más bajita que yo, claro que yo era un poco alto, y a los chicos de mi edad les sacaba mas o menos una cabeza. La chica el pelo rojo como la sangre y los ojos azules como el cielo. En otros tiempos la locura se hubiera apoderado de mí, pero por suerte o por desgracia, un desafortunado encuentro con una Kunoichi de los bosques había abierto mis ojos y cerrado mi corazón. Aún así, no volví a bajar la guardia, en aquel mundo de shinobis, las apariencias engañaban.
En cuanto a su pregunta, no es que no supiera contestarla, ni tampoco es que no supiera que contestarle. El problema derivaba de las muchas respuestas correctas que tenia aquella pregunta. Y no solo eso, si no que yo además quería responderle con todas ellas. Pero al final, tuve que decantarme, sobre todo por una que no contuviera un “no lo sé”, porque yo, Reiji, creía saberlo todo.
—Pues quería entrar a visitar el lugar, pero las puertas están bien cerradas. Pensaba que este lugar estaba abierto a todo el mundo, y que podría pasar a verlo, pero veo que… —Ni de coña, no pensaba decir que me había equivocado, por que yo era Reiji. —Que sin embargo parece que no se admiten las visitas hoy.
—Pues quería entrar a visitar el lugar, pero las puertas están bien cerradas. Pensaba que este lugar estaba abierto a todo el mundo, y que podría pasar a verlo, pero veo que… Que sin embargo parece que no se admiten las visitas hoy.
—Vaya... —suspiró la joven, llevándose la mano al mentón —. Pensaba que estaban abandonadas y que todo el mundo podía visitarlas...
La verdad es que nunca había visto nada semejante, y tampoco que alguien pagase por guías turísticas por esos lares, ya que, como ella imaginaba, estaban abandonadas y nadie normalmente pisaba aquel lugar.
—Si quieres podemos ver si hay alguna entrada cerca, ya sabes, podemos investigar —animó ella, sin darse por vencida tan pronto —. Me apetece mucho ver la casa, la verdad, seguro que hay cosas muy interesantes dentro...
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—Vaya… Pensaba que estaban abandonadas y que todo el mundo podía visitarlas...
—No te ofendas, pero esto esta muy muy muy mal cuidado, no es que estén abandonadas, es que parece que las gentes de este lugar las han olvidado hasta el punto de que da pena verlo. No sé, parece un monumento nacional, que menos que cuidarlo de vez en cuando…
Tal vez no era lo apropiado, ni siquiera se había presentado ante la muchacha. Aunque ella tampoco, y era ella la que había iniciado la conversación. Pero bueno, eso también pasaba en Amegakure. Como olvidar a aquel muchacho con el que mantuvo cierta conversación en la tienda de su madre. Y no es que no me acordara de su nombre, Reiji nunca olvida, si no que el chico jamás se lo había dicho.
—Si quieres podemos ver si hay alguna entrada cerca, ya sabes, podemos investigar. Me apetece mucho ver la casa, la verdad, seguro que hay cosas muy interesantes dentro...
—Si, a mí también me apetece, he venido desde las lejanas tierras de la lluvia, y no quiero que mi viaje no valga para nada. ¿Crees que habrá alguna entrada por detrás? ¿tal vez por arriba? ¿Crees que los viejos de tu aldea se enfadaran si echamos un vistazo dentro sin permiso? He oído por ahí que si una puerta esta cerrada… es por un buen motivo.
—No te ofendas, pero esto esta muy muy muy mal cuidado, no es que estén abandonadas, es que parece que las gentes de este lugar las han olvidado hasta el punto de que da pena verlo. No sé, parece un monumento nacional, que menos que cuidarlo de vez en cuando…
—Vaya...
Al joven no le faltaba razón, sin lugar a dudas, y eso entristeció a la kunoichi. Si ella estuviera al cargo de ese lugar le daría una limpieza o dos, pero claro, no era su deber hacerlo.
Entonces el chico comenzó a explicar que él había venido desde muy lejos para visitar aquel lugar, y por ello no quería quedarse con las ganas. Ella secundaba la moción, contenta.
—En verdad, si nos sentimos mal siempre podemos ir a preguntar —respondió la kunoichi —. Pero... Por una simple ojeada a lo mejor no nos dicen nada, ¿no?
Sonrió.
—Mi nombre es Uzumaki Eri, un placer —terminó por presentarse —. Demos una vuelta por la casa, a ver si encontramos algo por donde colarnos...
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—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
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—En verdad, si nos sentimos mal siempre podemos ir a preguntar. Pero... Por una simple ojeada a lo mejor no nos dicen nada, ¿no?
La chica sonrío mientras decía aquello. Parecia dispuesta a colarse en las ruinas de un territorio que pertenecía a su propia aldea. En mi caso el asunto era mas complicado, si yo me colaba allí, no siendo el territorio de mi aldea… quizás podía meter a Amegakure en un problema diplomático, o quizás me hicieran cosas horribles por infligir alguna ley. Aunque claro, no había señales ni indicaciones que prohibieran el paso.
—¿Y dónde iríamos a preguntar? No creo que sea muy bueno para ninguno de nosotros que te siga hasta Uzushiogakure en busca de un shinobi de alto rango que nos de permiso. Pero no te falta razón, no creo que nos digan nada por echar un ojo, no hay ninguna indicación que lo prohíba.
Le devolví una sonrisa amable mientras recapacitaba. Si un shinobi del propio territorio me pedía que le acompañara a explorar dentro de aquellas ruinas y yo aceptaba ¿Qué culpa tendría yo si nos pillaran? Al fin y al cabo, me estaba invitando a explorarlas con ella.
—Mi nombre es Uzumaki Eri, un placer. Demos una vuelta por la casa, a ver si encontramos algo por donde colarnos...
—Mi nombre es Karasukage Reiji, el placer es mio. —Dije mientras le tendía la mano en señal de amistad, aunque claro, siempre alerta. Al final aquellos que aparentaban mas inocencia, eran los mas peligrosos. —Podemos rodearla o escalarla, tal vez veamos alguna ventana abierta, o algún balcón por el que colarse, supongo que los castillos antiguos también tenían que ventilarse por algún sitio. —Sugerí.
—¿Y dónde iríamos a preguntar? No creo que sea muy bueno para ninguno de nosotros que te siga hasta Uzushiogakure en busca de un shinobi de alto rango que nos de permiso. Pero no te falta razón, no creo que nos digan nada por echar un ojo, no hay ninguna indicación que lo prohíba.
—Perfecto.
La chica no pudo evitar sonreír ante el gran misterio que se alzaba ante ella, junto a aquel chico que se había apuntado a explorar.
—Mi nombre es Karasukage Reiji, el placer es mio. Podemos rodearla o escalarla, tal vez veamos alguna ventana abierta, o algún balcón por el que colarse, supongo que los castillos antiguos también tenían que ventilarse por algún sitio.
—Demos un rodeo primero, seguro que encontramos algo —sugirió ahora ella —. Y si no encontramos nada, veremos si por las ventanas o los balcones de arriba hay algo... A las malas y como dices, habrá algún sistema de ventilación por donde colarnos...
Y acto seguido, comenzó a andar, rodeando la casa.
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—Demos un rodeo primero, seguro que encontramos algo. Y si no encontramos nada, veremos si por las ventanas o los balcones de arriba hay algo... A las malas y como dices, habrá algún sistema de ventilación por donde colarnos...
—Me parece una buena sugerencia.
Dije mientras seguía a la muchacha alrededor del castillo. La estructura del mismo era bastante similar al lugar donde habitaban los señores feudales de los distintos territorios. Un poco mas tosco y anticuado, y por supuesto, bastante menos lujoso y acogedor dado su estado. Aún así era igual o mas interesante que el hogar de los señores feudales. Al menos para mí, pues estaba más interesado en los mitos y leyendas que en la propia arquitectura.
La muchacha caminaba no muy lejos de mí, pero delante. Tiempo atrás, no habría podido apartar la mirada de la muchacha, pero gracias a un mal encuentro y a mi esfuerzo, puedo superar mi obsesión, y ahora encontraba mucho mas interesante explorar el castillo y buscar un lugar por el colarme a descubrir algún misterio, o resolver algún enigma abandonado allí por sus antiguos habitantes.
No había nada ni por el primer lateral, ni por la parte trasera del castillo. No al menos que estuviera cerca del suelo o la vista en las alturas. Sin embargo, íbamos tan concentrados en buscar una entrada, que ninguno se dio cuenta cuando el suelo empezó a resquebrajarse bajo nuestros pies, y ambos caíamos, no muy hondo, a algún lugar.
La luz se colaba por el agujero que había dejado nuestra caída, y tras pasar la nube de polvo y arena, una pequeña estancia con paredes de piedra quedo a la vista. Uno de los laterales no era piedra, si no barrotes de metal oxidados y partidos, con una puerta entre abierta que chirriaba tras moverse por el golpe, haciendo un ruido expantoso que parecía extenderse por toda una planta baja. Mas allá de los barrotes, era todo oscuridad.
—¿Estas bien?
Le pregunté a Erí en cuanto pude reincorporarme. La caída no había sido desde mucha altura, pero el suelo era de piedra, y como poco, había dolido. Al menos, a mí. Además, no era difícil salir de aquel agujero trepando por las paredes de lo que parecía una celda y saliendo por el agujero por el que habíamos entrado. Sin embargo…
—Parece que estamos dentro, aunque no se ve nada de nada. Y no tengo antorchar ni nada para iluminar…
La habitación estaba completamente vacía, y como poco, yo no sabía utilizar ninjutsu de fuego. Si por lo menos hubiera algún palo de madera, para usar las rocas o el metal para provocar alguna chispa…
Ante la afirmación de buscar algún recoveco por donde colarse, ambos shinobi comenzaron a andar por los alrededores del gran castillo que se alzaba junto a ellos. La Uzumaki no podía estar más maravillada, pues aquel majestuoso lugar se asimilaba a los mismísimos lugares donde vivían los señores feudales, ¿quién sabía? A lo mejor ahí había vivido alguien muy importante, ¿un rey? ¿Habría reyes muy antiguos?
La pelirroja caminaba por delante de Reiji, buscando por todos los lugares que podía, aunque para su desgracia no parecía haber ningún hueco roto, ninguna ventana abierta o algún agujero por el que colarse. Tan concentrados parecían ir que ninguno se percató de que el suelo comenzó a ceder bajo sí mismos, y tras crujidos ambos cayeron a lo desconocido.
—¡AAH! —exclamó ella mientras caía, sin esperarse aquello.
Pareció caer sobre piedra, algo duro, ya que lo sintió con sus propias carnes. Comenzó a toser levemente por la humareda de polvo que se había levantado, y hasta que no se disipó, no pudo ver sus alrededores. Parecía como un pequeño calabozo, con barrotes chirriantes, paredes de piedra y todo muy oscuro...
—¿Estas bien?
—Sí... —murmuró, sobándose la espalda —. ¿Y tú? —preguntó ella, a lo mejor Reiji no había conseguido caer bien.
—Parece que estamos dentro, aunque no se ve nada de nada. Y no tengo antorchar ni nada para iluminar…
Aunque tras ello parecía confirmarse que sí que estaba bien.
—Yo no sé hacer fuego... —confesó ella, mientras se incorporaba lentamente del suelo —. Busquemos por aquí cerca, o, a las malas, podemos volver a subir a la superficie a coger alguna rama o algo.
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—Yo no sé hacer fuego…Busquemos por aquí cerca, o, a las malas, podemos volver a subir a la superficie a coger alguna rama o algo.
Tragué saliva. Si había algo que me gustara menos que admitir mi incompetencia, era admitir mi incompetencia en voz alta. Vale, nadie debería saber hacerlo todo, porque entonces no necesitaría a los demás. Y así no es cómo funcionaba el universo. El mundo estaba echo para que cada uno cumpliera una función, y al final, todos se complementaran. Pero yo era yo. Reiji. Y Reiji tenia que saberlo todo, Reiji era un el ser más inteligente del mundo. Y, sin embargo, no conocía técnicas de fuego.
—Yo… —Las palabras se me atragantaban, no querían salir. —Yo no…—Cada palabra era un acantilado. Cada salto era de la altura del edificio de la Arashikage. —No se utilizar técnicas de fuego…
No sentí alivio. Ni una sola pizca. Solo sentí vergüenza. Vergüenza de mi mismo por mi falta de conocimiento, y a la vez, por mi falta de previsión. ¿Por qué no había cogido por lo menos una linterna? Al menos una antorcha ¿No?
Pero allí estaba, al descubierto, admitiendo lo inútil que en realidad yo era. Aún que claro, esa solo era mi opinión sobre mi mismo. La opinión que yo tenia de mi con mi propia visión del mundo. A ojos de otros… me daba igual lo que vieran los demás, la verdad.
Hablando de ver, en aquel sitio no se veía absolutamente nada. Me acerqué a los barrotes, asomé la cabeza por la puerta medio abierta, y lo único que conseguí ver fue oscuridad. Mucha oscuridad. Apenas se vislumbraban, gracias a la luz que entraba por el agujero de nuestra caída, la celda de enfrente, o al menos, sus barrotes.
Pero lo peor de todo, era el silencio. ¿No debería haber ratas? ¿no se debería escuchar el sonido de los animalitos huyendo asustadas justo después de un golpe como ese? Pero nada. Ni una mosca.
—Creo que si deberíamos salir fuera a buscar algo para encender fuego a la manera tradicional. O mejor, entrar por la parte de arriba del castillo, por le techo, en vez de por el calabozo. Este sitio… ni siquiera se escucha a las ratas corretear o escapar…¿No te parece extraño?
«Era de esperar, la mayoría de gente que conozco de Amegakure solo saben usar Suiton», se dijo mentalmente la kunoichi, por eso la mejor opción parecía ser la de salir fuera a buscar alguna fuente de luz. Esperó a que el chico diese una vuelta por el lugar, curioseando y viendo si podía vislumbrar algo tras los barrotes.
Ella también rebuscó con la mirada los oscuros rincones de lo que parecía el calabozo del lugar, pero no hallaba nada que les solucionase el problema, eso y que ni si quiera se escuchaba nada allí. ¿No habrían bichos ni ratas por el lugar? Qué extraño, si parecía desértico...
—Creo que si deberíamos salir fuera a buscar algo para encender fuego a la manera tradicional. O mejor, entrar por la parte de arriba del castillo, por le techo, en vez de por el calabozo. Este sitio… ni siquiera se escucha a las ratas corretear o escapar…¿No te parece extraño?
—Sí, la verdad es que sí —afirmó ella, y luego tragó saliva —. Mejor entremos por arriba, no quiero quemar nada.
No era su mayor preocupación, pero la verdad es que ahora le entraban las dudas. Por ello lo primero era salir de aquel cuarto. Canalizó chakra en la planta de sus pies y corrió hacia una de las paredes, intentando trepar verticalmente para poder salir de allí. Reiji sabría hacerlo, ¿no?
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—Sí, la verdad es que sí. Mejor entremos por arriba, no quiero quemar nada.
Tal y como hizo Eri antes que yo, me pegué a la pared de un salto, cargando chakra en mis pies, y trepando por la pared y el techo de la celda para salir de aquel agujero. ¿Sería buena idea dejarlo así? ¿Al descubierto? Bueno, si íbamos a volver a entrar por ahí, sí, pero si no… ¿Cómo tapabas un agujero así? ¿Con una piedra más grande que no entrara por el agujero? ¿Y si eso lo hacía más grande?
Deje de darle vueltas a algo que no me interesaba en ese momento, y me dirigí a la chicha de Uzushiogakure.
—Igual hay que tapar eso, que es culpa nuestra, más o menos, pero eso no importa ahora… ¿Crees que aunque entremos por arriba habrá luz dentro? Igual es buena idea que nos acerquemos al pueblo más cercano a por una antorcha o algo que de luz, y luego volvamos… ¿Qué opinas?
Total, entrar a un castillo como ese, para no ver absolutamente nada… Y tampoco pensaba hacer mi viaje para nada. Si tenía que tirar abajo una pared para entrar… Total, si nadie se ocupaba de cuidarlo, ¿Qué más daba un agujero más un agujero menos en la pared? Si no lo hacía yo, lo haría el paso del tiempo, y al final, el castillo se caería por su propio peso.
—Tambien podemos entrar e ir haciendo agujeros en las paredes para que nos iluminen, aunque eso es un poco extremo ¿No?
Ambos shinobi salieron de nuevo, con suerte de no salir al igual que como habían entrado. Eri miró hacia abajo una vez estuvo sobre un suelo firme y vio que no había tanta profundidad, pero el golpe se lo habían llevado. Reiji parecía, por otro lado, tener otras preocupaciones en mente.
—Igual hay que tapar eso, que es culpa nuestra, más o menos, pero eso no importa ahora… ¿Crees que aunque entremos por arriba habrá luz dentro? Igual es buena idea que nos acerquemos al pueblo más cercano a por una antorcha o algo que de luz, y luego volvamos… ¿Qué opinas?
—¿Crees que deberíamos bajar a buscar las tablas que han quedado menos ilesas? Al menos para tapar un poco —propuso la kunoichi.
Sabía que no era del todo su culpa, ya que aquel lugar se caía a cachos, pero por otro lado no quería ser la responsable de que el castillo se derrumbase por ella.
—Tambéen podemos entrar e ir haciendo agujeros en las paredes para que nos iluminen, aunque eso es un poco extremo ¿No?
—A las malas podemos esperar a que haya más luz, entrar por arriba e ir por los lugares donde haya ventanas —propuso, pensativa, no quería destrozar todo el edificio.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—¿Crees que deberíamos bajar a buscar las tablas que han quedado menos ilesas? Al menos para tapar un poco
Me quedé pensativo ante el comentario de Eri y mira hacia abajo por el agujero. La mayoría de las tablas de madera habían sido aplastadas por la roca o se habían roto al caer nosotros encima, si acaso, quedaban una o dos mas o menos que podían salvarse. Pero con eso no tapábamos nada. La idea era buena, pero los materiales no.
—No hay suficientes tablones en buen estado. Quizás dentro podemos encontrar algo con lo que tapar el agujero. Quizás podríamos arrancar los barrotes y ponerlos como salvaguarda para que nadie se caiga, si es que viene alguien más. Aunque… Igual al intentarlo se derrumba del todo y nos quedamos atrapados allí abajo y a oscuras. E igual está en tan mal estado, que aunque los pongamos, si alguien los pisa, se haga más daño incluso. Creo que lo mejor que podemos hacer es mirar dentro.
—A las malas podemos esperar a que haya más luz, entrar por arriba e ir por los lugares donde haya ventanas
—Yo creo que podemos entrar ya. Hace sol, muy mal hecho tiene que estar esto como para que la parte de arriba del castillo no esté iluminada, y quizás desde dentro podemos abrir la puerta principal
Había dicho es un poco rápido. Yo, desgraciadamente, no tenia tanta idea de arquitectura como para decir aquella afirmación, sin embargo, tampoco mi receptora tenia por que saber que yo no tenia ni idea de arquitectura, a no ser, que ella fuera una experta. Aunque a simple vista y lo poco que la conocía, no lo parecía.