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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Está bien, está bien. — dijo apartandose. — Vuelve cuando quieras. La señorita Sora estará encantada de recibirte.

La despidió agitando la mano en alto sin ningún tipo de seriedad ni pudor.
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Al igual que había hecho con las dos chicas en el estadio, Rin le dedicó una mirada de sospecha y duda ante su reacción. ¿Tan evidente estaba siendo para todo el mundo menos para ella hasta ahora? Tampoco es que conociera a Sora de mucho, asi que como si quiera iba a saberlo.

Una vez llegó a casa, habló un poco con su padre y su madre, diciéndoles que luego por la noche se pasaría Sora seguramente, que estaría arriba todo el día y que simplemente le dijeran que subiera. Se iría directa a darse un baño, en el que se quedó durante un buen tiempo antes de salir. Después de secarse y vestirse con una simple sudadera roja y unos pantalones oscuros por los que asomaban unos calcetines de un tono parecido a la sudadera, se tumbó sobre su amplia cama para mirar el techo. Apenas llevaba una semana como kunoichi, y aquello se estaba torciendo de una manera que era difícil de explicar.
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Sora se presentó justo antes de la puesta de sol, asomandose por la puerta principal del restaurante con su habitual kimono de color blanco degradando a azul. El olor de la cocina siempre la atraía como una luz a una polilla, pero se quedó en la puerta a la espera de ver a Rin esperandola o algo.

Buenas tardes, ¿está Rin? — preguntó asomandose al restaurante.
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El restaurante llevaba poco tiempo abierto, pero ya había algun que otro comensal en el lugar. Seguramente para Sora fuera de lo más normal, ya que parecía pensar que la comida de aquel lugar era prácticamente mágica.

Esta arriba, seguramente este en su habitación — respondió el padre sin más, que llevaba una caja con bebidas para ponerlas a refrigerar.

Había un pequeño pasillo en un lateral entre la entrada a la cocina y la barra, que daba a un par de puertas de servicio y almacén y una puerta en frente que daría a unas escaleras para subir a la parte de arriba. Cuando Sora subiera, vería podría ver que había un largo pasillo que se extendía a los lados; en la parte más próxima, podría ver lo que parecía un salón que ahora estaba vacío y una pequeña cocina, donde estaba Rin, de cara a unos fogones con el pelo suelto y poniendo algo de esmero. A lo largo del resto, habría distintas habitaciones y algún que otro baño.
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Sora se quedó parada un segundo por la falta de indicaciones por parte del padre de Rin. Sin embargo, ya se había percatado que vivían en el piso superior, así que simplemente subió las escaleras, esperando encontrar a Rin o a alguien que le indicara con un poco más de entusiasmo. Por suerte, encontró directamente a Rin. Se atusó un poco el kimono y se asomó a la cocina.

¿Rin? Ya estoy aquí. — informó con su habitual neutralidad, parandose en el marco de la puerta como si fuese una vampiresa y necesitase su permiso para entrar.
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La chica se volteó ligeramente sorprendida, con una pequeña bola en las manos que parecía una masa de harian con algo, dado que tenía parte de las manos manchadas de aquel polvo y parte de la mesa de la encimera también.

Ahm... Oh... T-Te esperaba un poco más tarde... — Respondió un poco nerviosa. — D-Dame un rato, terminaré con esto pronto y vamos a mi habitación.

Respondió volviendo manos a la obra, sin tratar de esconder nada de lo que estaba haciendo. Había todavía algo de carne picada y especiada en un lado, así como ya algunos bollos de carne preparados y esperando para ser cocinados. También había algunas empanadillas en un lado, y lo que si podría verse cocinar sobre los fogones, era una olla de arroz que estaba esperando por absorber el agua que le quedaba.
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Muy bien. — dijo Sora sin ningún cambio en su tono.

Se quedó en el marco de la puerta, observando cuidadosamente todo lo que tenía Rin alrededor y lo que hacía. No le interesaba realmente aprender a cocinar ella misma. Si había algo en lo que no era buena, era la cocina. No tenía la pasión o el instinto para cocinar debidamente. Las reglas de la cocina eran caoticas y dependía del sabor que buscabas. No tenía ese don y punto.

Sin embargo, no podía negar la curiosidad que sentía al respecto, así que se quedó embelesaba viendo a Rin cocinar.
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Mientras Rin proseguía, pudo ver en uno de sus movimientos para buscar algun que otro ingrediente que Sora estaba ahí simplemente plantada en silencio.

N-No te quedes simplemente ahí... S-Sientate o... Algo... — Porque pedirle que le diera conversación simplemente, era bastante complicado con ella.
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No quiero desconcentrarte. — se justificó Sora como si estar sentada fuese más desconcentrante que estar de pie.

Siguió mirandola detenidamente, ahora ignorando la parte de la cocina y centrandose más en ella. ¿Por qué estaba cocinando? ¿Iba a decirle que dejaba lo de kunoichi por la cocina? ¿No había estado acaso entrenando aquella mañana? Era completamente incapaz de entender a Rin y tampoco sabía por qué siquiera lo intentaba.
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Suspiró ante su negativa, y decidió centrarse en terminar la comida. Cuando acabó con las bolitas, puso estas en una olla de vapor de madera a fuego lento. Ignoró las empanadillas y termino de añadirle al arroz algunos condimentos como tortilla, zahanorias, guisantes y algo de carne. Una vez acabó, pasó a limpiarse ella misma, retrocediendo un par de pasos para ver como había quedado la cocina. Arrugó el rostro al darse cuenta de que si no la limpiaba, luego le caería una bronca, así que procedió a recogerla.

Supongo que todavía no tienes hambre, asi que he dejado que lo que queda se haga a fuego lento. Las empanadillas ya las freiré cuando vayamos a comer. Ayúdame a terminar de limpiar — Rin se centró más en llevar las cosas a su sitio al principio para que Sora no tuviera que estar preguntandole donde iba cada cosa.
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Finalmente, Rin se centró en acabar de preparar la comida. Sora no hizo ni un ruido ni un gesto durante todo el rato que estuvo cocinando.

¿Estás cocinando para nosotras? Pensaba que era algo del restaurante. — preguntó aún más confundida.

¿Por qué la había llamado Rin? Pensaba que para decirle su conclusión, no para volver a darle de comer. No es que no quisiera, claro, pero las intenciones de Rin eran confusas. Cuando le pidió ayuda con la limpieza, Sora asintió y se puso a limpiar de forma tan eficiente como peleaba.
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Dijiste que querías probar como cocinaba y... Bueno... No pasaba nada por darle un tiento, tenía algo de tiempo... — Respondió mientras terminaba, para finalmente quitarse el delantal y bajarse los brazos del jersey remangados. — En fin... Vayamos a mi habitación.

Añadió caminando por uno de los pasillos para abrir una puerta. Su habitación no era excesivamente grande, y con una gran cama como la que tenía para dormir se le quedaba aún más reducido el espacio. Tenía una estantería en la que se podían vislumbrar algunos mangas, un escritorio con cuatro cosas, libros mal colocados y una simple silla, y finalmente las puertas de un armario. El desorden natural de su habitación no mejoraba las cosas. Sobre la cama, había varios peluches algo grandes, una gran almohada y diversos cojines, una mesita de noche pequeña a su lado y una ventana llegando a los pies de la cama.

Sientate donde quieras — Si Sora se sentaba en la silla, Rin lo haría sobre la cama o viceversa.
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Sora se quedó algo sorprendida de que Rin recordase sus palabras. Ni siquiera ella las recordaba. Asintió en silencio y la siguió a su habitación. De nuevo, se paró en la puerta a mirar los alrededores. En cuanto Rin le dijo que se sentase, se sentaría en la silla, esperando que fuese Rin quien empezase la conversación.

¿Para eso querías que viniera? ¿Para probar tu comida? — preguntó sin un tono determinado en la voz.

No sonaba enfadada como esa mañana, al menos.
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No... A ver... Era sobre lo de esta mañana, y lo que hablamos el otro dia y... — Se acarició la nuca algo avergonzada, sin mirar a Sora al principio hasta que retomó la voz. — N-No se exactamente porque estabas enfadada esta mañana pero... Lo siento, solo fui allí a desestresarme un poco porque había estado estudiando, o mas bien repasando con mi madre primeros auxilios y... Me sentía agotada, y pensé que también podría entrenar un poco. Porque... Lo de ser kunoichi... Pues pensé que... No sé... Quería mejorar para ver si de aquí a final de semana veía algun cambio, o tal vez eso me terminara de decidir y... Agh, no sé cómo explicarlo.
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Sora intentó con todas sus fuerzas seguir la explicación de Rin, sin embargo, apenas entendió nada de lo que estaba diciendo.

Yo no estaba enfadada. ¿Por qué iba a estar enfadada? Solo me pareció raro que fueses a entrenar si no tenías claro si querías ser kunoichi. Y si lo tenías claro, bueno, tendrías que haber venido a verme. Eso es todo. — aclaró apoyando sus brazos en la rodilla.
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