Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
Siguiendo con las formalidades, la kunoichi también se inclinaría acompañando su gesto de unas amables palabras. Le llamó la atención la explosividad del movimiento que le siguió, con toda la curiosidad del mundo no dudo dos veces en preguntar por aquel hombre que había referido como su abuelo.
Manase Dōsan... Es un solo un shinobi médico retirado, un veterano.
Introdujo con humildad al anciano, no era algo agradable alardear de la gente pues no es perfecta así que manteniendo las formas, por cada cosa buena una no tan buena.
Pero también es mi maestro y una de las personas encargadas de mi crianza...
Gracias a ese hombre, Mogura se encontraba donde estaba aquel día. También era responsable de la forma en la que el muchacho hablaba y se comportaba.
Puede que ya no sea tan importante para la aldea pero es una persona importante para mi.
Sin ninguna clase de nerviosismo ni vergüenza, el joven médico habló con la verdad y nada mas que la verdad. Era perfectamente consciente de la relevancia que tenía aquel viejo cuadrado en su vida.
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
—Manase Dōsan... Es un solo un shinobi médico retirado, un veterano —respondió Mogura, al cabo de varios segundos. Y Ayame ladeó la cabeza con curiosidad. ¿Podría ser posible que su padre le conociera? Si había sido médico de Amegakure, la idea no era descabellada—. Pero también es mi maestro y una de las personas encargadas de mi crianza...
Casi era palpable la adoración que Mogura sentía por su abuelo. Y realmente no era para menos. Sobre todo si era verdad que había sido él quien le había criado... Ayame no quiso preguntar acerca de sus padres. Intuía que se trataba de un aspecto demasiado delicado, y apenas acababan de conocerse.
—Puede que ya no sea tan importante para la aldea pero es una persona importante para mi.
—Seguro que es un hombre genial. —Ayame sonrió con suavidad. Prácticamente ella misma había sido criada por su hermano mayor, así que podía empatizar con aquella sensación de admiración que tenía hacia Dōsan.
Y al recordar a su hermano recordó también el frío que sentía, completamente empapada y bajo una noche de invierno. Con un terrible escalofrío y los dientes castañeándole, Ayame cruzó ambos brazos sobre el pecho con una sonrisa nerviosa.
—Oye... creo que va a ser mejor que busquemos un sitio calentito si no queremos acabar con una pulmonía, ¿no te parece?
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
La kunoichi evitaría ante todo hacer una pregunta sobre los progenitores del joven médico, simplemente se conformó con hacer un cumplido sobre el maestro del muchacho y regalarle una suave sonrisa. Mogura hizo una ligera reverencia asintiendo con la cabeza, no quiso hacer un comentario pues sería algo así como presuntuoso de su parte, como esas madres que se pasan la vida presumiendo sobre los logros de sus hijos hasta el hartazgo.
Un sitio caliente...
Eso le recordó casi al instante la razón por la cual había bajado a las calles esa noche, no había comido nada todavía y luego había quedado envuelto en aquel espectáculo clandestino. Morir de pulmonía o hipotermia tampoco sonaba algo como un hobby, ya había muerto una vez y no deseaba hacerlo otra vez, al menos no en un tiempo próximo.
Si, me parece. No soy muy fanático de morir de hipotermia tampoco... ¿Te apetece ir a comer algo?
Dijo el muchacho mientras abría su paraguas para evitar seguir recibiendo el agua de la fría lluvia en su ya frió cuerpo. La diferencia no era muy grande pero al menos sentía que podría aguantar más tiempo fuera de esa manera.
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
—Un sitio caliente... —repitió Mogura, con gesto meditativo, y Ayame volvió a estremecerse bajo el frío abrazo de la lluvia.
Nunca le había molestado, de hecho, pero no recordaba haber estado tan empapada en una noche de invierno. De todas las tonterías que había hecho durante su corta vida, aquella podía ser una de las peores. Sería un auténtico milagro si no pillaba tres neumonías diferentes. Por eso tenía que darse prisa y encontrar un sitio caliente donde poder secarse antes de volver a casa.
«¿Qué será peor: la neumonía o la ira de papá si me ve así?» No pudo evitar preguntarse. Y algo dentro de ella no quiso conocer la respuesta a esa pregunta.
—Si, me parece. No soy muy fanático de morir de hipotermia tampoco... ¿Te apetece ir a comer algo? —añadió Mogura al tiempo que abría su paraguas y volvía a refugiarse bajo él, un gesto inútil considerando que ya estaba empapado de los pies a la cabeza, y Ayame asintió con vehemencia.
—¡Sí! ¿Conoces algún lugar cercano? —Casi le suplicó.
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
La célebre kunoichi respondería afirmativamente a su propuesta de buscar un lugar cálido que de paso sirviese para satisfacer su apetito. Tenía en su cabeza dos posibles opciones, el joven médico vivía realmente cerca de donde se encontraban en aquel instante.
Pero no es hora de hacer visitas... y el abuelo debe estar durmiendo a estas alturas.
Concluyó interiormente que esa idea no era la más adecuada mientras llevaba su mano libre hasta su menton y bajaba ligeramente la mirada.
Se me ocurre un lugar.
Contestaría a la pregunta de la chica elevando nuevamente su mirada y levantando su dedo indice mientras recuperaba el contacto visual con la Aotsuki. Tenía un lugar en mente.
Ayame-dono ¿has probado alguna vez yakiniku?
Interrogaría con curiosidad esbozando una muy leve sonrisa. Junto al pastel de fresa, aquella comida era de las favoritas del muchacho de cabello azabache. No era casualidad que conociese un lugar donde poder comerlo tan cerca de su hogar.
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
Mogura se mantuvo pensativo durante varios y largos segundos que a la impaciente Ayame se le hicieron eternos bajo la inclemente lluvia. Y al final, por fin, pareció decantarse por algo:
—Se me ocurre un lugar —concluyó, levantando la mirada de sus ojos oscuros. A aquel movimiento le acompañó su dedo índice—. Ayame-dono, ¿has probado alguna vez yakiniku?
«Ayame-dono... Qué horror... No pudo evitar pensar, torciendo el gesto ligeramente. Sin embargo, enseguida sacudió la cabeza al pensar en el pollo a la parrilla.
—¡Sí! ¡Me encanta! ¿Conoces algún lugar cerca de aquí que sirva yakiniku? —preguntó, casi con avidez. No sólo la comida sería perfecta, además las brasas les ayudaría a entrar en calor y secarse por completo.
¡Era perfecto! ¡Su padre nunca se daría cuenta de que había pasado la noche a la intemperie y que había terminado dentro de una cisterna de agua!
—Por cierto, de verdad que puedes llamarme sólo Ayame... —añadió, con una sonrisilla nerviosa.
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
La propuesta de ir a comer a un restaurante de yakiniku sonaba bien tanto para Mogura como para la celebre kunoichi. Y era verdad que tenía puntos muy fuertes para la situación que enfrentaban en aquel momento, empapadisimos y en medio de la calle en una Amegakure con pleno Invierno encima.
Da la casualidad que si, solía ir con mis abuelos muy seguido... No queda muy lejos.
Contestó el joven médico mientras miraba en la dirección por la cual habría seguido Ayame si se hubiese marchado furiosa al principio.
Solo Ayame...
Susurró mientras empezaba a dirigir sus pasos hacía el destino, tendría que hacer de guía visto y considerando que era el único que tenía el dato de la ubicación del restaurante.
Haré lo que pueda, Ayame-...
Contestó con una ligera sonrisa en el rostro. Se notaba que había una intención por parte del muchacho en agregar una palabrita más al final, una que denotara la formalidad de su actitud.
Sigame, por favor. Aún debe faltar un rato para que cierren.
Sus pasos aceleraron un poco el ritmo después de decir aquello, no podía pretender que las puertas y la cocina estuviesen disponibles 24/7 solo por ser él.
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
—Da la casualidad que si, solía ir con mis abuelos muy seguido... No queda muy lejos —respondió Mogura, y Ayame suspiró aliviada. Al menos no tendrían que caminar demasiado bajo la lluvia.
Emprendieron el camino, y Ayame aún pudo escuchar, por encima del rumor de la lluvia, que susurraba unas últimas palabras:
—Solo Ayame... —dijo, repitiendo su última petición—. Haré lo que pueda, Ayame-...
Había estado a punto de añadir algún sufijo. Ayame lo sabía, pero por fortuna logró contenerse.
—Sigame, por favor. Aún debe faltar un rato para que cierren.
«Aún me llama de usted...» Reparó, y torció el gesto ligeramente. Parecía que la cordialidad de Mogura le empujaba a dirigirse hacia los demás con aquella predisposición sin importar lo que pasara. Debería contentarse de momento con que no añadiera ningún sufijo a su nombre...
—Sí... —respondió, y aceleró sus propios pasos cuando Mogura también lo hizo.
Lo peor que podía pasarles en aquel momento era que el asador hubiera decidido cerrar por cualquier razón. O que simplemente se les hiciera demasiado tarde...
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
Con la esperanza de que aún quedaba un tiempo para que el lugar donde iban cerrara sus puertas, la dupla partió a un paso que denotaba sus intenciones. Ni tan relajados pero tampoco tan deprisa como parecer dos niños de Uzushiogakure haciendo una carrera por el último pedazo de pan duro.
Oh... Curioso.
En un punto del camino el joven médico relajaría sus pasos y se detendría por un instante para admirar un cartel que había llamado su atención.
Han hecho una adaptación al cine del libro.
Comentaría acercándose un poco para apreciar mejor el arte de aquel anuncio de cartelera. En él se encontraba el busto de dos jóvenes que se miraban con ojos de amantes y tenían sus manos unidas, de espaldas del joven se apreciaba una silueta licantropa del mismo y a espaldas de la muchacha se apreciaba algo similar a un querubín. Curiosamente la figura femenina de la imagen era muy similar a la kunoichi con la que estaba por ir a comer, el joven por otro lado le recordaba a alguien que había cruzado hacía poco aunque no estaba del todo seguro, simplemente le recordaba al chico de las mejillas pintadas.
El lobo... que historia tan dramática...
Dejó escapar un ligero suspiro recordando el momento en que había llegado al final del libro. El autor sin duda alguna había conseguido tocar su corazón con aquella obra.
Bueno, sigamos.
Diría para luego retomar la marcha en dirección al restaurante.
Nivel: 11
Exp: 0 puntos
Dinero: 20 ryō
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
Como un beso en la nuca, incomprensible y por sorpresa, de esos que te hacen erizar la piel en un escalofrío que recorre el cuerpo de arriba a abajo, la peliblanca apareció. Tras doblar la esquina, cosa que no es fácil pues es una figura tangible y realmente dura, ni mas ni menos que todo un edificio... en fin, allí los vio.
LOS DOS.
Estaban dando un paseo bajo la lluvia, en plan parejita, como en una película de poco presupuesto. La verdad, los orbes de la peliblanca se volvieron puro fuego. Tenía frente a ella a la jinchuriki, y al médico. Menudo mujeriego estaba hecho el muy menudo. Dejó caer un resoplido, su entrecejo se frunció, y fue entonces que tomó la iniciativa. Aprovechando que aún no la habían visto, dado a la distancia, sacó de la bolsa de los recados una fresca y tierna lechuga. Sin mediar palabra, se la lanzó con muy mala idea a la pobre chica. Bueno, pobre por llamarla de algún modo, no debía tontear con Mogura...
SLAAAAASH!
Lechugazo en plena sesera. Aunque peor destino depararía al médico, pero ahora... era el momento de salir corriendo. Como alma que lleva el diablo, la peliblanca se escabulló entre las calles.
Nivel: 32
Exp: 71 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
De repente, Mogura frenó sus pasos y terminó por pararse.
—Oh... Curioso —dijo, con la mirada clavada en un punto.
—¿Qué ocurre? —preguntó Ayame, con un hilo de voz, deteniéndose junto a él. ¿Acaso había visto algo que les hubiera truncado el plan? ¿Acaso el restaurante estaba cerrado tal y como temían?
Le alivió comprobar que no era nada de eso. Mogura contemplaba un cartel de una película que estaban emitiendo en el cine aquellos días. En él, dos jóvenes con las manos unidas se miraban con ojos acaramelados. A las espaldas del joven se apreciaba una figura lupina con forma antropomórfica, algo parecido a un hombre lobo; mientras que a las espaldas de la muchacha lo que aparecía era un niño. Presumiblemente, hijo de la pareja. Ayame se removió, algo inquieta. ¿Era su imaginación o los dos protagonistas se parecían a ella misma y a Daruu?
«Bah. No digas tonterías.» Se reprendió, sacudiendo la cabeza.
—Han hecho una adaptación al cine del libro —añadió Mogura, y Ayame le miró con extrañeza. No recordaba haber oído hablar de aquel libro. Y era extraño, considerando que a ella le gustaba leer—. El lobo... que historia tan dramática... —Mogura dejó escapar un pesado suspiro, como si acabara de recordar algo verdaderamente pesaroso—. Bueno, sigamos.
Ayame asintió, con una nueva tiritona. Sin embargo, el mundo debía de haberse puesto en su contra aquella noche. Un veloz movimiento por el rabillo del ojo le alertó de que algo se abalanzaba sobre ella, y apenas tuvo tiempo de hacerse a un lado con la agilidad de un gato.
Una lechuga botó y chapoteó en el suelo una, dos, tres veces antes de detenerse en suelo siempre encharcado.
—¡¿Pero qué dem...?! —masculló Ayame, alterada—. ¡¡EH, TÚ!!
Una sombra blanca se había escabullido tras la última esquina del callejón como una rata huyendo del gato. ¿Acaso no había tenido ya suficiente? ¿No bastaba con lanzarla a una piscina con un hombre-tiburón para dejarla en ridículo frente a toda Amegakure para un mero espectáculo circense que ahora la gente se divertía lanzándole lechugas? Ayame se adelantó, dispuesta a perseguir a quien quiera que fuera que hubiera hecho aquello. Sin embargo, se detuvo en seco en el último momento, con los puños cerrados de pura rabia.
—Vámonos, Mogura. Será mejor que encontremos ese restaurante tuyo antes de que... yo que sé —replicó, malhumorada, antes de seguir los pasos de su compañero de aldea.
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
Cuando Mogura quiso darse cuenta, la kunoichi había hecho gala de sus veloces reflejos para esquivar vegetales. El fuerte tono que manejo la muchacha le haría posar su mirada sobre ella y luego en la entrada del callejón, por donde habían llegado. Ya había pasado un rato desde que la jinchuriki los había hecho bañarse a todos los presentes del cutre espectáculo ¿Sería posible que alguien se hubiese tomado la molestia de estar rastreandola para lanzarle lechugas en la cabeza?
Esta lechuga se ve demasiado fresca como para desperdiciarla de esa manera...
Pensaba el joven médico mientras recogía el aun comestible vegetal con su mano libre. Si iba a ser descartado, sería descartado en un lugar apropiado, hasta entonces se quedaría con él.
Ayame por su parte estaba bastante molesta por lo ocurrido, aquel atentado contra su persona no le habría sentado bien, cosa totalmente entendible.
Si, será mejor que nos retiremos pronto de este lugar.
Contestó a las exigencias de la kunoichi mientras retomaba el ritmo de los pasos.
Le hubiese gustado poder haberle dicho algo que de alguna manera le hiciese sentirse mejor, pero no encontraba las palabras adecuadas en su vocabulario o quizás cuando las termino de hilar a todas juntas y estaba a punto de dejarlas escapar de sus labios en forma de un comentario ya era lo suficientemente tarde como para darse cuenta de que estaban delante de las puertas del restaurante.
Llegamos, Takeda Yakiniku.
El local era bastante típico, una mezcla entre lo viejo y lo nuevo que denotaba la permanencia en el tiempo del negocio y su capacidad para adaptarse a las innovaciones tecnológicas que suponía vivir en Amegakure. Un letrero luminoso dejaba ver bien claro el nombre del restaurante y a ambos lados dibujos también luminosos de dos tigres en pleno salto con las garras extendidas.
Parece que aún falta para que cierren.
Las puertas del local se abrirían para los ninjas sin necesidad de tocar ninguna clase de manija o picaporte. Una placa de presión ingeniosamente colocada en el suelo detectaría su cercana presencia y movería dos paneles corredizos bastante tradicionales en apariencia, dejandoles el camino libre para entrar.
El ingreso del lugar tenía un espacio para depositar ciertos objetos, como el calzado y los paraguas, el joven médico no demoró mucho en darse a la tarea de desprenderse de sus enseres y seguidamente dar los primeros pasos hacía el suelo decorado con tatami.
Un cacharro de lo más novedoso se presentaría en un punto del camino hacía las mesas, este reclamaba unas monedas a cambio de elegir un menú, daba varias opciones de comida, tipos especificos de carnes, acompañamientos y bebidas.
¿Te parece si pedimos la mesa con tenedor libre por 1 hora? ¿Con refill de bebida?
Consultó entonces a su compañera de aldea, en comparación a otras opciones costaba un poco más pero podían probar todo el menú y estar junto a la caliente mesa durante un buen rato.
|