Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
No hay tiempo límite para postear, sin embargo, hay límite para finalizar la prueba. De una forma u otra, el tema debe estar acabado antes del 12 de agosto a las 00:00 (Hora peninsular española).
¿Qué quiere decir eso? Bueno, el tema ira avanzando, y cada problema que solucionéis valdrá unos puntos, si llegada la fecha límite no habéis finalizado todos los problemas, se roleara que os quedáis a medias. Obviamente, habrá una penalización aparte de los puntos que habréis perdido ya de por sí.
El punto de todo esto es que podéis no postear en una semana, en dos, o hasta en tres, porque estáis de vacaciones, y después rushearlo. No os preocupeis, los masters intentaremos postear tan pronto como veamos vuestras respuestas. Pero no lo dejéis todo para el último día.
Cualquier duda, posteadla en el foro de dudas, no busqueis a ningún admin por privado ya que sois ocho participantes y todos podéis dudar cosas parecidas. De todas formas, habrá aclaraciones al final de cada post para evitar malentendidos.
Saludos y mucha suerte.
Había pasado una semana desde la primera prueba. No es que necesitasen tanto tiempo para descansar, pero sí para familiarizarse con el entorno, tal vez conocerse entre ellos o simple y llanamente entrenar. Fueron los encargados de cada villa los que informaron a los participantes que aquella mañana tendrían la segunda prueba, una prueba algo más práctica.
Sin embargo, era difícil verle la parte práctica a esa prueba cuando les habían mandado a primera hora de la mañana a la misma academia donde habían rellenado el cuestionario una semana antes. Además, el procedimiento empezaba a repetirse: iban todos en pelotón hasta encontrarse con el señor manco, cuyo nombre era desconocido con la posible excepción de algún participante de Uzushiogakure bien informado. El hombre repetía indumentaria, aunque esta vez parecía tener algo menos de seriedad en su rostro y les esperaba en la recepción misma, no enfrente de ningún aula.
—No me miréis así, yo no voy a haceros ninguna prueba más, solo vengo a pasar lista.
Tras decir eso, volvió a hacer aparecer la hoja con los nombres en su única mano.
—A diferencia de la última prueba, esta vez al confirmar vuestra presencia os diré con el número del aula en la que pasareis la prueba práctica. Siguiendo el pasillo encontrareis una bifurcación, a la izquierda los impares y a la derecha los pares. Como os he dicho, yo no soy el encargado de puntuar ni siquiera de vigilar, pero me han dado un par de instrucciones previas para vosotros —bajó la mirada al papel con los nombres y empezó a leer —. La primera es, no se aceptan preguntas hasta el final del examen, y segunda, podéis renunciar a esta prueba en cualquier momento desde ahora, no es eliminatoria pero constaría negativamente para la resolución final.
Alzó la mirada, repasando a los Genins con ella.
—Si alguien quiere irse, ahí tiene la puerta —hizo una breve pausa —. Bien, empezamos.
Tras un último vistazo a los participantes empezó a llamarles uno a uno.
—Uzumaki Eri, aula ocho.
Esperó a que la muchacha empezase a moverse para seguir con el siguiente nombre.
Cuando Eri llegase a la puerta del aula, se encontraría con que la puerta estaba abierta y que la distribución del aula estaba ligeramente cambiada. Las mesas de los estudiantes estaban exactamente como antes, sin embargo, la mesa del profesor había sido apartada a un lado y en vez de eso, habían dos cojines y entre ellos un cenicero con una cascara de plátano encima. Uno de esos cojines estaba ocupado ya, por un hombre de cabello medianamente largo y oscuro recogido en una coleta corta por detrás de su cabeza.
El hombre llevaba ropa oscura, con el chaleco típico de los ninjas de alto rango y su insignia plateada. Sin embargo, lo verdaderamente extraño era que estaba fumando dos cigarrillos al mismo tiempo, ambos sujetos con la misma mano. Al ver a la kunoichi, dio una última calada bien profunda a ambos cigarrillos a la vez y los apagó en la cascara de plátano.
— Uzumaki Eri, siento el contratiempo, no suelen usar este aula así que hay unas cuantas telarañas, ignoralas. Pasa, cierra la puerta y sientate, por favor.
Habló mientras el humo salía de su boca y se unía al aire. Hasta entonces no se había percatado, pero en el marco de la puerta había varias telarañas que iban desde la altura de sus rodillas hasta el suelo. Además, esa voz no le transmitía muy buenas vibraciones.
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Tras una semana de descanso donde se pasó la mitad del tiempo entrenando, un cuarto nerviosa, y otro cuarto viéndose con sus compañeros, la ansiada segunda prueba apareció, justo después de saber sus notas en el primer examen. La verdad es que se esperó peor nota, siendo sincera, aunque más tampoco le habría hecho ningún daño, pero no se quejaba, estaba bastante satisfecha con el resultado.
Pero eso ya quedaba atrás, ahora había que centrarse en la segunda prueba. Por ello se encontraba a primera hora de la mañana de nuevo en la Academia de las Olas, junto a los demás participantes. Volvió a encontrarse con Ayame, Daruu, Datsue, Juro, y aquellos otros muchachos que no conocía de nada, pero volvió a no intercambiar palabras con ninguno.
Allí volvía a estar el mismo encargado que en la prueba anterior. A ella no le importaba, le había visto en muchas ocasiones y estaba algo acostumbrada, pero él afirmó que solo iba a pasar lista, por lo que sería otra persona la encargada de hacerlo. Escuchó atentamente las normas, con el pecho algo oprimido y los nervios a flor de piel.
—Si alguien quiere irse, ahí tiene la puerta —hizo una breve pausa —. Bien, empezamos.
«Con lo que me ha costado llegar hasta aquí... No puedo renunciar ahora.»
Tras muchos nombres, Eri comenzaba a impacientarse, maldita U, ¿por qué tenía que tener un apellido con casi la última letra del abecedario?
—Uzumaki Eri, aula ocho.
Pegó un pequeño brinco en su lugar, y tras asentir y levantar su mano, se dirigió al aula que le habían asignado. Su corazón iba bastante rápido mientras sus ojos, impacientes, recorrían el pasillo en busca del número de aula. Al llegar, pudo contemplar como el lugar era algo... Terriblemente peculiar. La zona estaba cambiada y en el gran espacio que dejaban las mesas y sillas apartadas habían dos cojines, y, entre medias...
Un cenicero con una cáscara de plátano.
«Ay Shiona-sama, qué asco...»
Vio al hombre que la esperaba, con el cabello largo recogido en una coleta, insignia plateada y un chaleco que lo catalogaba como Jounin. Le intentó dedicar una sonrisa, pero fue en vano al ver como, no solo se fumaba un cigarrillo, si no dos, al que les pegaba caladas conjuntamente.
«Pero... ¿Por qué a mí? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?»
Tosió sin querer, no una, si no dos veces, y los ojos comenzaron a picar. Sintió la necesidad de irse de inmediato, pero se contuvo en el último instante, animándose a sí misma cuando vio apagados ambos cigarros sobre el plátano.
Lo peor, sin embargo, fue lo que vino después.
— Uzumaki Eri, siento el contratiempo, no suelen usar este aula así que hay unas cuantas telarañas, ignoralas. Pasa, cierra la puerta y sientate, por favor.
Telarañas, por todas partes, en el marco de la puerta, en su imaginación, por todos lados. Estaba asqueada y aterrorizada, su cuerpo se puso tenso y la voz de aquel hombre no ayudaba en absoluto. Se quedó inmóvil en la puerta por unos momentos, respirando rápidamente, cuando...
Levantó una pierna y se impulsó para llegar al otro lado sin tocar aquella cosa pegajosa y horrenda que había bloqueándole la entrada. Luego hizo lo mismo con la otra, y aguantando la respiración todo lo que podía —y tomando pocas bocanadas de aire—, llegó a su respectivo cojín, en tensión y sin tocar nada más que sus rodillas.
—B-buenos días... —murmuró en voz baja para que todo el humo no se metiese por la boca, evitando el contacto de aquella sustancia nociva por todos los medios.
Oh, cómo quería irse, pero no debía, tenía que ser fuerte... Pero no sabría cuánto iba a durar allí.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El examinador miró con curiosidad como la muchacha luchaba contra sí misma y contra el aula para llegar hasta el cojín, incluso pareció sorprenderse cuando la pelirroja finalmente se sentó, más blanca que la nieve.
—Bienvenida a la segunda prueba. Se trata de un Genjutsu bastante complejo que te presentará diversas situaciones, momentos críticos de una misión, en las que tomar una decisión debe ser inmediato pero bien pensado. Después de tomar la decisión, la propia ilusión te dará tiempo para justificarte. Una vez te hayas justificado tanto como quieras pasarás a la siguiente situación. Tras la segunda justificación volverás aquí y podrás hacer una pregunta, la que quieras, y yo si sé la respuesta, te contestaré. — hizo una breve pausa que pareció usar en recordar la última parte de su ensayado discurso. — Es un Genjutsu delicado, así que resistirse a él podría desbaratar toda la prueba, en ese caso o en el caso de que abandones el aula antes de finalizar la prueba, se contará como abandono. Puedes abandonar ahora, antes de entrar en la ilusión y retendrás un punto por haber entrado en el aula.
El hombre hizo un gesto hacia la puerta, esperando a ver si la participante decidía seguir o no.
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15/07/2018, 16:44 (Última modificación: 15/07/2018, 16:44 por Uzumaki Eri.)
—Bienvenida a la segunda prueba.
No supo por qué pero escuchar eso no hizo que se sintiese mejor entre telarañas, humo de tabaco y plátanos, pero se contuvo, ahogando pequeños suspiros y recordándose a sí misma que tenía que respirar para no ahogarse.
—Se trata de un Genjutsu bastante complejo que te presentará diversas situaciones, momentos críticos de una misión, en las que tomar una decisión debe ser inmediato pero bien pensado. Después de tomar la decisión, la propia ilusión te dará tiempo para justificarte. Una vez te hayas justificado tanto como quieras pasarás a la siguiente situación. Tras la segunda justificación volverás aquí y podrás hacer una pregunta, la que quieras, y yo si sé la respuesta, te contestaré.
«Genjutsu... No estoy muy familiarizada con ellos, mierda...» Se lamentó interiormente, analizando todo lo que le había dicho. No podía cuestionar nada de momento, así que se guardó las dudas para después de verse en la técnica ilusoria. «Tendría que hablar con Datsue... Quizá él pueda explicarme algo más de este tema después, aunque me podría haber venido bien... Qué desastre soy.»
—Es un Genjutsu delicado, así que resistirse a él podría desbaratar toda la prueba, en ese caso o en el caso de que abandones el aula antes de finalizar la prueba, se contará como abandono. Puedes abandonar ahora, antes de entrar en la ilusión y retendrás un punto por haber entrado en el aula.
¿Podía abandonar en aquel mismo instante y aún así ya tendría un punto? Vaya, no se lo esperaba, es más, su cara de sorpresa fue lo que la delató frente al examinador, sin embargo negó lentamente con la cabeza y mordió su labio inferior. Estaba allí, ¿no? Pues tenía que seguir adelante.
—Quiero continuar, por favor.
Solo esperaba que no fuese muy difícil...
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Advertencia. A partir de aquí, cada post será decisivo. Es decir, una vez que posteeis y yo lea el post, no valdrá cambiar la respuesta. Haré copiar y pegar y esa será la respuesta con la que me quedaré. Tomaos vuestro tiempo pero estad 100% seguros una vez le deis a enviar. En casos extremos en los que sintáis una necesidad imperiosa de cambiar vuestra respuesta, pedidlo en el tablón, pero habrá una penalización.
El hombre asintió levemente.
— Que así sea, pues.
Empezó una cadena de sellos sin prisa alguna, al acabarla, casi un minuto después, posó la mano en el hombro de la kunoichi y todo se deshizo para ella. Gracias a Shiona-sama, la ilusión era más rápida que el shinobi y se reformó al momento.
De pronto, iba corriendo a toda velocidad por un camino de tierra en medio de un bosque. Aún quedaban varias horas de sol. Su vestimenta seguía igual con la diferencia de que llevaba un chaleco y una placa que antes no y que le concedían el rango de chunin. Tras ella, a apenas unos metros, la seguían tres genins. Eran dos chicos, uno rubio y otro pelinegro y una chica pelinegra.
En su cerebro empezó a aparecer información que sabía que era parte de la ilusión. Estaban persiguiendo a un exiliado de su villa, de rango Chunin en el momento en que se exilió, hacía ya un par de meses. Habían tenido un encontronazo con él, del que se había escabullido con heridas leves, conocía el terreno mejor que ellos, ya que se escondía por ahí cerca.
Por si todo eso fuera poco, durante ese encontronazo acontecieron hechos que hacen dudar de una filtración de información. Probablemente, uno de los genin está ayudando al exiliado, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente. No tienes ningún indicio claro que señale a ninguno de los tres, y empezar a interrogar y dudar de los tres podría crear fisuras en el grupo, además de que sería un gasto tremendo de tiempo y esfuerzo.
No tardaron en llegar a una bifurcación en el camino, había huellas que probaban que el shinobi en cuestión había pasado por allí. La cosa era que había huellas en ambos caminos, el forajido estaba solo, así que una de las opciones era incorrecta. Fuese cual fuese, no había tiempo para detenerse a hacer preguntas. Estaban en plena persecución, cada segundo era un segundo de ventaja para el perseguido. Los tres genins se pararon y miraron a la kunoichi de mayor rango esperando una decisión.
Tenía tiempo para darles una explicación breve a sus inferiores sobre cómo actuar, sin embargo, había muchos factores a tener en cuenta.
No conoces las capacidades de los genins, más allá de que saben todas las habilidades básicas. Son niños pobres, tienen como mucho un kunai y un shuriken. Tú posees todo tu inventario. No hay más limitaciones. La bifurcación es marcada, es decir, son dos caminos totalmente opuestos que muy improbablemente vayan a encontrarse después.
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18/07/2018, 15:54 (Última modificación: 18/07/2018, 15:55 por Uzumaki Eri.)
Eri vio como su examinador asentía y daba por comenzaba la primera ilusión tranquilamente, posando su mano en el hombro tras una cadena de sellos. Pronto se vio corriendo rápidamente por un camino con el sol sobre sus cabezas todavía, se miró rápidamente a sí misma, comprobando que tenía un chaleco y una placa que antes no poseía y que la nombraban como chuunin. Tras ella sonaban los mismos golpes en el camino que provocaban sus pies, pero no solo de otra persona, si no de tres shinobi más, parecían ser genin: dos chicos y una chica.
Parpadeó varias veces, sintiendo algo extraño llegar a su cabeza como si lo hubiera vivido de verdad: un exiliado era la razón por la que iban tan deprisa, se había marchado hacía un par de meses y se lo habían encontrado por casualidad, y tras al parecer un encuentro, se había ido con algunas heridas, por eso estaban persiguiédole, intentando llegar a él y capturarle, o eso imaginaba.
Por si fuera poco, uno de sus tres subordinados —o eso había entendido de esos tres genin—, era un traidor, al parecer estaba pasándole información al exiliado, pero no tenía tiempo que perder, así que suponía que ese tema se podría tratar más adelante.
Llegaron a una bifurcación donde vieron que había huellas de la persona a la que buscaban, el problema era simple: dos caminos, un exiliado. Los tres genin la miraron, esperando por una respuesta.
Ella se giró a mirarlos, tenía que pensar rápido, no tenía tiempo que perder, así que realizó un solo sello y a ambos lados aparecieron dos clones exactos de ella.
—Vosotros tres iréis con los clones por la izquierda, yo iré por la derecha —informó, señalando rápidamente por dónde iban a ir cada grupo —. Si dáis con el exiliado, uno de mis clones volverá a mí para informarme e iré directamente hacia allí —explicó —. Tened mucho cuidado e id con los ojos bien abiertos, no dejéis que se escape pero tampoco seáis temerarios. Nos vemos más tarde.
Lo que los genin no sabrían era que había mandado a dos no solo para deshacer uno e informar directamente a la Eri real, si no para proteger y vigilar a los tres genin que había mandado solos con sus clones. Eran su responsabilidad al fin y al cabo, y aunque uno de ellos fuera quien le estuviera pasando información a la persona que estaban persiguiendo, tenía que ser cautelosa.
Tras una mirada más, asintió y partió hacia su camino, dejando a los dos clones con el trío de genins.
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Los genins asintieron ante las ordenes de la chunin y las siguieron al pie de la letra, hasta que todo se paró. Entonces todo se deshizo tal y como se había formado hacia un momento. En vez de volver a la oscuridad, apareció en una pequeña sala completamente blanca con una silla con reposa-brazos y nada más, ni telarañas, por suerte. En la pared enfrente de la silla había escritas tres palabras con tinta roja. No olía a nada, no se oían más que los sonidos que ella misma hiciera y no se veían sombras.
Las palabras eran:
Justifica tu respuesta
Y la tinta aún caía por la pared creando hilillos rojos sobre el blanco.
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22/07/2018, 12:08 (Última modificación: 22/07/2018, 12:09 por Uzumaki Eri.)
Vio como sus subordinados asentían a sus órdenes y como todo se paraba justamente después de ello. La ilusión se deshizo de pronto y ella pareció volver a la realidad... ¿O no? Estaba en una sala completamente blanca con solamente una silla. Frente a la silla, sin embargo, había tres palabras pintadas en grande con tinta roja, justo en la pared: Justifica tu respuesta.
Ella se rascó la nuca y apoyó su mano izquierda en la silla, sin tener ganas de sentarse. Sopesó un momento sus palabras y comenzó a explicar sus acciones.
—Al llegar a la bifurcación, tenía que pensar rápido si no quería perder tiempo y, por ende, perder el rastro del exiliado —comenzó—, pero también tenía que ser prudente, así que pensé que lo mejor sería separarse para cubrir todas nuestras probabilidades.
»Pero tampoco podía dejar a los genin solos, podrían correr peligro, y más sabiendo que había un traidor entre ellos, por lo que si los tres daban con el exiliado, hubiera terminado siendo dos genin contra un chuunin y un genin, en una situación bastante desventajosa.
Meditó un momento, pensando si se estaba alargando mucho con su discurso.
—Por eso pensé que lo mejor sería crear un par de clones para que estuvieran más protegidos. Elegí dos porque así podían estar vigilados y protegidos al mismo tiempo, además; si eran ellos los que daban con el exiliado, uno de los clones podría haberme dado la información y así poder llegar a su posición lo más rápido posible sin perder tiempo mientras que el otro se encargaba de o bien entretener al exiliado, o bien seguir persiguiéndole si se escapaba —se llevó una mano al mentón —. Pero con este plan yo podría haber seguido sus pasos y lograr dar con ellos lo más pronto posible.
»Eso es todo.
Y esperó.
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Cuando la misma kunoichi considerase acabado su discurso, la ilusión volvería a coger forma.
Esta vez no se encontraba en ningún bosque, ni siquiera al aire libre. Las paredes endebles de una tienda era lo único que le separaba del aire nocturno. Al menos la tienda estaba perfectamente iluminada. Estaba en plena base enemiga y ella lo sabía. Estaba esposada con unas esposas supresoras de chakra y anclada al suelo con una cadena. Además, toda su indumentaria le había sido sustraída y reemplazada por una camiseta de manga corta y unos pantalones cortos. Ningún arma ni herramienta la iba a salvar.
Antes de siquiera poder adaptarse a su situación un hombre entró en la tienda y tiró a su lado a otra kunoichi, esposada también. El hombre era rubio con ojos verdes y tenía pinta de ser el jefe, mientras que la prisionera llevaba las misma ropa que la kunoichi. Al mirarla tuvo una sensación parecida a la que había tenido con la voz del examinador, la conocía, sabía que había ido a la academia con ella, puede que no al mismo curso, pero sabía que la había visto alguna que otra vez, aunque no tenía ni idea de su nombre.
Antes de que pudiese poner en orden sus pensamientos, su captor empezó a hablar.
—Te pongo en antecedentes, ésta dice que no sabe nada, así que le vamos a cortar una pierna. Total, son todo beneficios, nos aseguramos de que de verdad no sepa nada y ni te imaginas lo fácil que se vigila a una tullida. Y si sigue sin contestarnos, pues tiraremos a por la otra. Porque solo hay una cosa más fácil de vigilar que una tullida y es una doble tullida. Ahora que sois dos igual podéis echarle un pensamiento. Chicos, agarrad a la tullida, digo, a la genin. Perdón, me he adelantado.
Dos hombres más entraron en la escena, rapados y con cara de poco cerebro y mucho músculo, agarraron a la otra chica mientras su jefe escogía entre la multitud de armas que guardaban en la tienda. Finalmente, levantó una sierra dentada de metro y medio mínimo de largo.
—Nunca entendí por qué demonios teníamos esta monstruosidad aquí. Es tan... aparatosa que no sirve para el combate. Supongo que va perfecta para hacer una carnicería —se acercó a la chica inmovilizada que miraba con pavor la sierra—. Me han dicho que los Chunin hacen un juramento o alguna mierda así sobre proteger a sus inferiores. Yo voy a lanzar una pregunta al aire, si obtengo una respuesta, saldré de aquí tan contento y sin quitarle ninguna pierna a nadie.
La genin le dedicaba una de las miradas más aterrorizadas que había visto en su vida, aún así, no abría la boca, probablemente a sabiendas de que si lo hacía lo único que saldrá de ella son suplicas y llantos. El verdugo bajó la sierra hasta que tocó la carne expuesta de la chica, que ahogó un grito y cerró los ojos.
—¿Quien es el jinchuriki de vuestra villa? Un nombre y un apellido y nadie acabara saliendo por partes de aquí.
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25/07/2018, 17:51 (Última modificación: 25/07/2018, 17:54 por Uzumaki Eri.)
Cuando terminó de explicar su versión de por qué había hecho, la ilusión volvió a cambiar. Ahora estaba en lo que parecía una tienda gracias a las paredes de tela que la rodeaban, bastante iluminada, y algo en su cabeza se activó: era la base enemiga. Tragó saliva, sintiéndose débil rápidamente, ya que sus manos, incapaces de moverse, estaban inmovilizadas por unas esposas, seguramente de ese modelo que te impedía usar el chakra. No tenía sus ropas normales, ni si quiera sus armas, así que estaba vendida, muy vendida.
Pero antes de empezar a entrar en pánico si quiera, un hombre entró en el lugar y lanzó a otra persona a su lado. Era una kunoichi que parecía en su misma situación, y para su sorpresa, pareció conocerla aunque no sabía bien de qué.
—Te pongo en antecedentes, ésta dice que no sabe nada, así que le vamos a cortar una pierna. Total, son todo beneficios, nos aseguramos de que de verdad no sepa nada y ni te imaginas lo fácil que se vigila a una tullida. Y si sigue sin contestarnos, pues tiraremos a por la otra. Porque solo hay una cosa más fácil de vigilar que una tullida y es una doble tullida. Ahora que sois dos igual podéis echarle un pensamiento. Chicos, agarrad a la tullida, digo, a la genin. Perdón, me he adelantado.
Ella abrió los ojos como platos y miró a su supuesta compañera sin saber muy bien por qué. ¿Qué era lo que buscaban saber? ¿Por qué las tenían allí? ¿Cómo las habían capturado? Lo peor era que iban a comenzar a cortar sus extremidades si no lograban recibir la información que precisaban.
Dos hombres entraron a la tienda y tomaron a la supuesta genin mientras el jefe tomaba una sierra dentada. A Eri le dio un vuelco el corazón, no parecían capaces de echarse hacia atrás ahora y eso la aterraba ligeramente, sobre todo por culpa de la impotencia que sentía. Trató de moverse o intentar deshacerse de las esposas, pero resultó completamente inútil.
—Nunca entendí por qué demonios teníamos esta monstruosidad aquí. Es tan... aparatosa que no sirve para el combate. Supongo que va perfecta para hacer una carnicería. Me han dicho que los Chunin hacen un juramento o alguna mierda así sobre proteger a sus inferiores. Yo voy a lanzar una pregunta al aire, si obtengo una respuesta, saldré de aquí tan contento y sin quitarle ninguna pierna a nadie.
Tragó grueso, con que necesitaba una respuesta para una pregunta, y parecía que tanto ella como la genin podían contestar. Aquí era donde todo se decidía, pero... ¿Qué clase de pregunta? ¿Qué podría contestar ella? Era una genin, o en su defecto, una chuunin; sin embargo, ella no podía compartir información clasificada de su aldea, eso iba contra todo por lo que estaba luchando... ¿Entonces...?
Miró a la joven, que se encontraba muerta de miedo. No dijo nada, y Eri tampoco, solo aguantó su mirada hasta que la muchacha cerró los ojos y ahogó un grito, Eri no pudo evitar soltar un par de lágrimas de rabia, aun sabiendo que aquello era solo una ilusión, pero parecía tan real, tan... Capaz de serlo.
En ese momento fue cuando el jefe disparó la pregunta.
—¿Quien es el jinchuriki de vuestra villa? Un nombre y un apellido y nadie acabara saliendo por partes de aquí.
«No puede ser... ¿cómo lo saben?» Se preguntó, atemorizada, y se mordió el labio hasta hacerlo sangrar, claro que no tenía tiempo que perder... ¡Y tampoco podía delatarlos! ¿Qué decir? La vida de su compañera estaba en juego... Ya no solo era por la pierna que podrían cortarle, si no porque podrían dejarla morir desangrada y luego acabar con su propia vida, claro que su propia vida no significaba más que la de la chica, una pobre genin, poca experiencia, toda una vida por vivir... Sabía a lo que se atenía, sabía que si se encontraban en esa situación lo que tenían que hacer era morir con la información siendo enterrada junto a su cadáver, pero Eri sentía que tenía que salvarla, de alguna manera... Si solo tuviera algo de tiempo...
«¡Tiempo...!»
—¡Soy yo! —exclamó, de carrerilla —. ¡Yo soy la jinchuuriki!
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El hombre sonrió. No dijo nada pero miró a su compañero y asintió. El movimiento de los dientes de la sierra sobre la pierna de la kunoichi fue instantáneo, ésta abrió la boca para gritar y todo se congeló. La sangre en el arma goteaba a pesar de que el resto estaba completamente parado, hasta Eri estaba congelada, pero aquel liquido rojizo fluía, chorreaba de la pierna a medio amputar de la joven.
Durante unos minutos todo siguió igual, nadie pestañeaba, nada se movía, su cuerpo no le respondía, solo controlaba los ojos, pero no podía cerrarlos. Se formó un charco y se fue agrandando poco a poco. Solo se escuchaba el goteo y el fluir de la sangre.
Hasta que la sangre tocó sus rodillas y la estancia se transformó. Volvió a la habitación blanca con aquellas palabras pintadas en rojo, sin embargo, ahora ese mismo liquido llegaba hasta el suelo, suelo que estaba inundado de rojo. Además, ahora sí había un olor, olor a sangre.
Justifica tu respuesta
Cada letra tenía un rio en su parte más baja que llegaba hasta el suelo y se unía a la inundación. El liquido cubría unos tres centímetros de altura y parecía ir en aumento. Conforme pasaba el tiempo parecía que caía más y más de la pared al suelo, lenta pero inexorablemente la habitación se llenaba.
Seguía con la camiseta y el pantalón de la última ilusión, con las rodillas y las manos cubiertas por completo en aquel liquido que olía como la sangre, tenía el color de la sangre y transmitía un calor parecido al de la sangre.
Llegados a este punto, os hago el amable recordatorio de que vuestro personaje puede abandonar en cualquier momento.
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29/07/2018, 14:57 (Última modificación: 29/07/2018, 19:48 por Uzumaki Eri.)
Tras su intento desesperado de ganar algo de tiempo, el jefe sonrió, miró a su compañero y... La sierra se activó, haciendo lo que habían prometido hacer si no recibían una buena respuesta. Eri quiso chillar justo cuando todo se congeló, y se quedó allí, congelada, sin poder replicar, ni llorar, ni chillar, solo contemplar como la sangre que había en aquella arma goteaba sin cesar en medio de la pierna casi cortada de la muchacha.
Se quiso repetir a sí misma que todo era una ilusión, pero acababa de fallar a una chiquilla en una técnica ilusoria... ¿Y si aquello también ocurría en la realidad? Había fallado esa parte y por ello había dañado a una chica que probablemente no sabía nada, no como ella, que conocía perfectamente los nombres de no solo un jinchuuriki, si no los dos que habitaban en Uzushiogakure.
La sangre tocó sus rodillas y justo después volvió de nuevo a la estancia blanca donde había justificado su primera respuesta. Volvió a leer aquellas palabras en la pared, con un hilo de sangre que caía de ellas y que comenzaba a inundar la estancia, justo entonces un olor profundo se coló en sus fosas nasales: sangre.
Todo aquello era sangre.
Se sintió asqueada con el examinador, se cabreó consigo misma por no haber salvado a la ilusión, y todavía quedaba hablar sobre su decisión.
Se miró las manos, y, sin separar la vista de ellas, habló:
—Mi deber como ninja de Uzushiogakure es no revelar ninguna información que pueda afectar a mi villa, aunque esté en peligro mi propia vida —recitó, con voz neutra —. Pero sabía que si decía que no sabía nada acabarían cortando ambas piernas a la joven, así que solo me quedaba mentir para ganar algo de tiempo.
»Pero no sabía cómo hacerlo, solo quería salvarla a ella, por lo que me eché la culpa a mí, a lo mejor si decía que yo era la jinchuuriki, me tomarían a mí como foco de sus ataques, no ella.
Bajó las manos y cerró los ojos, intentando no oler.
—Decidí mentir por proteger mi villa, y echarme la culpa para salvar a una residente de la misma, poniendo a Uzushiogakure y a sus habitantes por delante de mi vida.
Concluyó.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
29/07/2018, 19:09 (Última modificación: 29/07/2018, 19:45 por Inuzuka Nabi.)
— y a sus habitantes por delante de mi vida.
Sus últimas palabras se fueron perdiendo con un eco muy marcado, como si estuviese en una habitación cinco o seis veces más grande. Tras unos segundos dejó de escucharse a sí misma, pero nada cambiaba. La sangre seguía cayendo, subiendo el nivel de la inundación y las partes de su cuerpo manchadas.
No había nada que hacer, no había ventanas ni puertas, ni siquiera esa estúpida silla y eso que hace un momento estaba convencido de haberla visto. Las palabras ahora se veían borrosas pues la sangre empezaba a brotar de toda la superficie que habían ocupado las letras, multiplicando vertiginosamente la velocidad de llenado.
Nada cambiaría hasta que apenas hiciera pie en esa piscina densa y rojiza, justo entonces algo tiraría de ella hacia abajo. Sentiría calor por todo su cuerpo, pues estaba rodeado de una sustancia cálida y acogedora. Sin embargo, no llegaría a sentir nada más porque en realidad estaba sentada, rodeada por aire.
— Bienvenida de nuevo, Uzumaki Eri. Ahora es la hora de tu pregunta. Recuerda que puedes preguntar lo que quieras, yo te contestaré y entonces se acabará el examen.
Estaba de nuevo en la habitación donde se había sentado al principio. Con sus ropas y sin una sola mancha de sangre. Podía respirar normalmente y todas sus piernas parecían estar en su sitio. Toda la estancia estaba exactamente como la había dejado hacía apenas unos momentos.
Aunque la voz del examinador seguía igual de perturbadora. La única diferencia es que el aire parecía más cargado que antes, seguramente porque era verano y llevaban encerrados en esa aula Kami-sama sepa cuanto tiempo. Además de ese leve olor a tabaco patrocinado por el examinador y un plus de polvo porque el aula estaba más sucia que el sobaco de un grillo.
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Fue como si el eco diese por terminada su voz y de pronto parecía verse encerrada en aquel lugar hasta que se muriese ahogada por aquella sangre. En el fondo sabía que no podría morir en aquel genjutsu cuando estaba en medio de un examen, pero no dejaba de darle algo de repelús y miedo estar encerrada en una habitación donde lo único que veía era sangre subiendo.
No dijo ni hizo nada, solo contuvo el aliento, apretó los puños y cerró ligeramente los ojos. Si tenía que soportar aquello como una prueba más lo haría, o eso o moriría allí, pero bueno. Cada vez le costaba más mantenerse, y justo cuando dejó de hacer pie algo tiró hacia abajo de ella, que no pudo ni emitir un gemido de horror y sorpresa. Sentía el calor de la sangre, pero no sintió que se ahogaba, si no que...
Respiraba.
Aire normal.
—Bienvenida de nuevo, Uzumaki Eri. Ahora es la hora de tu pregunta. Recuerda que puedes preguntar lo que quieras, yo te contestaré y entonces se acabará el examen.
Allí estaba de nuevo, junto con el examinador y con las mismas ropas que había entrado. Ni rastro de sangre, ni de inundación. Respiraba normal, aunque seguía oliendo a tabaco y polvo, y no hablemos de nuevo de las telarañas que reinaban en el lugar. Largas, blancas y horribles telarañas.
Sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero pensó en otra cosa: era hora de su pregunta. Tenía muchas rondándole la cabeza, tenía miedo y sobre todo, dudas. Pero solo podía hacer una por lo que había entendido, entonces...
—Las situaciones a las que he sido sometida... ¿Ocurrieron alguna vez de verdad? —preguntó, al principio con una voz un poco más ronca de lo habitual —. Esa es mi pregunta...
Se abstuvo de preguntar cuál podría ser la respuesta correcta a ambas, porque solo podía hacer una, así que optó por aquella, guardando silencio hasta que le contestase.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El examinador se levantó de su cojín y se acercó a la ventana para abrirla mientras escuchaba a la kunoichi.
— Una buena pregunta, sin duda, de las mejores que se me ocurren a mi. La respuesta es...
Pero antes de poder acabar de hablar, abrió la ventana para airear la estancia y dejar entrar la luz. En cuanto la abrió, una fuerte explosión tumbó toda la cristalera y el muro que la sostenía, enterrando en escombros al mismo examinador y dejando a la kunoichi aturdida tras caer hacia atrás violentamente.
Tras unos segundos, o unos minutos, la kunoichi volvió en sí, apenas oía por el zumbido que le había dejado la explosión en las orejas, tenía varias rascadas superficiales y ante ella la pared derrumbada encima de su examinador, al que ahora solo se le veía un brazo inerte. Detrás de ella la puerta se abrió y una voz sonó a tal volumen que la pudo escuchar perfectamente.
—¡Aquí hay una viva! ¡Hey, chica! ¡Tienes que salir de aquí ahora mismo! ¡Nos atacan!
Si se giraba vería al mismo manco que les había atendido en primer lugar. Era cierto que se escuchaba todo tipo de sonidos típicos de combates shinobi. Choque entre metales, el silbido de armas arrojadizas e incluso explosiones causadas por todo tipo de choque de ninjutsus. Y cada vez los oía más cerca. A un lado tenía al hombre, que parecía estar vigilando que nadie entrase por el pasillo, al otro, la pared derribada, que ahora dejaba ver uno de los patios interiores de la academia.
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