Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Datsue inspiró profundamente y dejó escapar un suspiro prolongado. Otra batalla; otra pregunta. Su petición, una pequeña tregua en forma de vaso de agua, fue desoída. No le concederían descanso alguno, ni ayuda. Lo mejor, era seguir centrado en el exámen.
Se llevó el lápiz a los labios, atrapándolo entre los dientes, mientras repasaba la prueba. De nuevo, tenía a cargo a tres gennins. En principio era una misión de rango C, pero la misión cobraba un matiz más peligroso del que se tenía pensado al descubrir que los bandidos eran, en realidad, dos ninjas exiliados.
¿Cómo afrontaría la misión? ¿Qué enfoque le daría? El Uchiha empezó a apuntar ideas en un primer borrador, sin llegar a desarrollarlas demasiado. Luego, cuando ordenó su cabeza y creyó que había dado con una solución pasable, empezó a escribir.
De primeras, la misión ha pasado de ser de rango C a B, pues ya no nos estamos enfrentando a simples bandidos, sino a ninjas debidamente formados y entrenados. Lo primero sería tratar de averiguar qué rango criminal ostentan, y así poder afinar todavía más el rango de misión en el que estamos. Para ello, contemplo dos opciones.
La primera sería buscar en el Libro Bingo. De tener suerte y aparecer los ninjas a los que nos tenemos que enfrentar, podría tener una idea de sus habilidades, además de su rango de peligrosidad. Si es A o superior, la misión pasaría a ser de rango A (más adelante detallo que hacer en este caso).
Lo segundo, sería haciendo uso de mi Sharingan. Gracias a mi Dōjutsu, soy capaz de averiguar el poder y la cantidad de chakra que posea cualquier persona, dándome una pista —a veces engañosa—, del peligro que un ninja puede representar.
En caso de creer, sospechar o averiguar que la misión se ha ido a rango A, enviaría a un Gennin para informar a la Villa y solicitar refuerzos. A poder ser, elegiría al joven con capacidad suficiente como para enviar sus pensamientos mediante el Gentōshin no Jutsu, actuando yo como receptor, para así no perder contacto y mantenernos informados.
Haya enviado al Gennin o no, me quedaría con el resto para tratar de proteger el pueblo y cumplir con mi misión, mucho más difícil de lo que se preveía, pero que con ingenio, cabeza y precaución se puede cumplir. Lo primero, analizaría la situación. Los ninjas renegados tienen el factor de la sorpresa, ellos eligen cuándo atacar. No obstante, nosotros tenemos el terreno a nuestro favor. Preguntaría a los aldeanos dónde suelen producirse los ataques, si hay alguna calle por la que suelan venir y si se ensañan particularmente con algunas casas o personas. También si se suelen separar dentro de la Villa (para aprovecharlo y arrinconar a uno de ellos), o si siempre van juntos.
Averiguado esto, establecería varias estrategias con mis Gennins, y colocaría alguna trampa con Sellos Adhesivos, bombas y/o papeles explosivos. Abordaría el enfrentamiento con mucha precaución, tratando de hacerme pasar a mí y a mi equipo por simples civiles para pillarles desprevenidos. Mi estrategia principal sería derrotar cuánto antes a uno de ellos. Por ejemplo, podría usar mi Sharingan para paralizarle momentáneamente (descubriendo en ese momento mi condición de ninja), combinando el ataque con algún clon explosivo creado por mi parte previamente y el ataque sorpresivo de mis Gennin.
De derrotarle, tan solo nos quedaría el otro ninja. Ordenaría a mis Gennin permanecer en la retaguardia, tan solo dándome cobertura o asistencia, mientras yo trato de vencerle y, de tener la oportunidad, colocarle un Sello de Rastreo.
De ser incapaces de matar al primer integrante en la primera ofensiva, la estrategia —previamente hablada— sería la de que mi equipo de Gennins tratarían de ganar tiempo enfrentándose a uno de ellos —el que menos poder me parezca que tenga con mi Sharingan—, mientras yo trato de derrotar al otro.
Nuestra prioridad, en todo caso, siempre sería la de derrotarles pero tratando de que al menos uno de ellos permanezca con vida, para así poder interrogarle. En caso de que no podamos capturarle, plantarle un Sello de Rastreo a la menor oportunidad para así después poder seguirle a una distancia segura y descubrir quién es la persona que le paga.
De haber mandado un Gennin en busca de refuerzos, y si hemos sufrido bajas o considero que no estamos capacitados para enfrentarnos nuevamente al enemigo, esperaría dichos refuerzos, tratando de no perder la pista de la persona detrás de todo aquello. El ninja renegado tendría menos prioridad, pues ya está marcado con el Sello de Rastreo. En caso de vernos con buenas posibilidades, en cambio, aprovecharía el factor sorpresa para planear una ofensiva y terminar la misión.
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31/01/2018, 23:51 (Última modificación: 31/01/2018, 23:52 por Amedama Daruu.)
Los muchachos dejaron los papeles del examen encima de la mesa. La madera se tragó el papel, y metódicamente, una nueva hoja apareció en los pupitres.
Sólo que esta vez, era distinta para cada uno de ellos. La de Datsue rezaba:
Enumere los distintos tipos de transformaciones del chakra y los distintos tipos de técnicas ninja. Asuma que se pregunta por aquellas de la que usted tenga constancia.
Pero la de Akame tenía unas palabras mucho más oscuras escritas sobre el papel:
Akame-kun. Tenemos pruebas de que Datsue sigue siendo fiel a los hombres de Zoku. De hecho, algo muy preocupante: su amigo Chokichi es el nexo de unión con la banda de exiliados que nos amenaza desde el exterior. Datsue trabajaba en una conspiración para matar a Hanabi-sama.
Todo este examen es una pantomima. Por eso he introducido la pregunta sobre qué harías tú. Es el momento. Si le pillas desprevenido, tal vez puedas hacerlo limpio, sin ruido. Diremos que una prueba se os fue de la mano para que familia y amigos no sospechen.
Akame-kun. Mata a Uchiha Datsue.
Es una orden.
- Akame
- Datsue
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Akame creía que estaba preparado. Había contestado a cada pregunta con seguridad y firmeza, ordenando adecuadamente sus pensamientos antes de plasmarlos en el papel. En cada letra, en cada trazo había impresa una marca de profesionalidad y orgullo. Él era el maldito Uchiha Akame de Uzushiogakure; estaba preparado para aprobar ese examen, y mil más como ese.
O eso pensó hasta que vio la siguiente prueba.
Sus ojos, nerviosos, releyeron varias veces el papel a toda velocidad. Instintivamente miró a su compañero por el rabillo del ojo; seguía allí, en su pupitre, sentado y con cara de concentración. Una vorágine incontrolable de pensamientos confusos y suposiciones de todo tipo invadió su cabeza como un enjambre de murciélagos hambrientos.
«No puede ser... Datsue-kun... ¿O tal vez sí? ¿Tal vez Zoku consiguió engañarme? ¿Y si todo lo tenían planeado? Maldita sea, como haya sido tan idiota como para...» Se interrumpió un momento, negando inconscientemente con la cabeza. «No, no puede ser. Yo lo habría sabido. ¿Y Chokichi? Ese inútil no podría hacer la O con un canuto. Pero... Joder, un ninja no debe nunca subestimar a sus enemigos. No debe descartar nada. Entonces... Entonces...»
Respiró hondo. Necesitaba tranquilizarse, pensar con frialdad. Casi le parecía escuchar el lejano pero persistente "tic, tac" de un reloj en sus oídos, contando los segundos que estaba perdiendo en aquellas elucubraciones en lugar de levantarse y atravesar a su compañero con su Oni no Migite.
«No, no, no. Esto no tiene sentido. Empecemos desde el principio.
Estábamos en un sueño. En un Genjutsu. Primero en el campamento, luego en la celda con Zoku y ahora aquí. Seguimos en el mismo Genjutsu. Joder, ni siquiera sabemos si en realidad estamos en la ilusión de Raito-sensei o es alguien que intenta engañarnos.» Se frotó las sienes con cierto nerviosismo, poco habitual en él. «Pero, si estamos en un Genjutsu, ¿cómo demonios voy a matar a Datsue-kun aquí? Esto no es real. No es real, ¡maldita sea!»
Lanzó una mirada nerviosa a su compañero, tan fugaz y breve como un destello de luz.
«Están jugando conmigo, quienes quiera que sean. Sólo quieren ver si tengo los cojones de hacer lo que dije que haría en esa pregunta.»
Trató de aferrarse a esa conclusión. No parecía mucho más descabellada que cualquier otra.
«¿Y si están intentando ponerme a prueba? ¿Ver si me dejaría engañar por cualquiera, si actuaría como un robot que sólo sigue órdenes sin tener en cuenta su propio criterio?»
En ese momento el rostro de Amedama Daruu se le vino a la mente. «Tenía razón. Ese maldito tenía razón...»
Uchiha Akame tomó su estilográfica, escribió algo en su hoja de papel y se levantó intentando aparentar la misma serenidad que antes. Cuando dejó la hoja sobre el escritorio del profesor, en ella estaban grabadas las siguientes palabras...
Sácame de este Genjutsu, dame alguna prueba de que eres Uchiha Raito y de que Uchiha Datsue es un traidor sirviente de Zoku tal y como afirmas, y lo mataré.
Joder, ¡al fin una pregunta fácil! Simple teoría que tenía que vomitar sin romperse la cabeza ni matarse con las distintas posibilidades y situaciones que se podían dar en una misión. Era tan fácil, que el Uchiha tuvo que releérsela varias veces, solo para asegurarse que no era una pregunta trampa. Pero no, no parecía ser el caso.
Sin poder disimular su sonrisa, tomó el lápiz y empezó a escribir:
Tipos de técnicas ninja:
Ninjutsu
Fuuinjutsu
Genjutsu
Taijutsu
Bukijutsu
Shurikenjutsu
Kenjutsu
Tipos de transformaciones del chakra:
Katon
Raiton
Doton
Suiton
Fuuton
También hay transformaciones más avanzadas, también llamadas elementos compuestos, pues normalmente se componen de dos o más elementos, como por ejemplo el Yōton.
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2/02/2018, 01:23 (Última modificación: 2/02/2018, 01:24 por Amedama Daruu.)
Los Hermanos del Desierto dejaron las hojas de papel sobre la mesa, y diligentemente se dirigieron de nuevo a sus pupitres. Cuando tomaron asiento, no había instrumento con el que pudieran escribir en una nueva hoja. Ni tampoco había una nueva hoja.
Una voz retumbó por toda la clase. La voz de Uchiha Raito.
—Muy bien. Vuestro examen teórico ha terminado —dijo—. Habían seis preguntas. Cinco de las seis preguntas valían 2 puntos. Una de las seis, cada uno podréis valorar cual, era una pregunta fulminante. Si contestábais o actuábais mal... suspendíais el examen. Bueno... sólo en el caso de Akame. Mil perdones.
»He de reconocer que la sexta sólo estaba dentro porque había algo que quería comprobar de Akame-kun. Lo siento, Datsue, las transformaciones de chakra eran una pregunta cutre de relleno, ¡pero de todas formas te la corregiré! Has tenido... unos cuantos fallos.
La voz dejó una pequeña pausa.
—Bien, pasemos a las correcciones. Habéis sido muy meticulosos con la primera pregunta. Podría decirse que casi demasiado. Yo estaba preguntando cuáles serían las pautas, no sé, en general. Vosotros incluso habéis asumido que sabéis utilizar el Gentoushin, cosa que desconozco. Pero desde la perspectiva de un chūnin cualquiera... No sé. —dejó aquél "no sé" en el aire. Desde luego, le gustaba hacerles sufrir—. Bien. Uno coma ocho puntos.
»Segunda pregunta. Ambos habéis respondido bien, aunque cada uno con un punto de vista bastante diferente. Akame. Me sorprende la frialdad calculada con la que eres capaz de escribir esa respuesta. Bueno, tal vez no me sorprenda tanto, pero en el fondo, sé que es una frialdad teórica. No tengo ningún problema con esa respuesta, pero... Creo que te falta algo de capacidad de decisión y de juicio. Esencial para un ninja de grado medio. Un punto.
»Datsue-kun. Me parece la mejor de tus respuestas, en realidad. Es sincera, pero a la vez tienes claro lo que deberías hacer si todo lo demás falla. Dos puntos.
Carraspeó.
—Tercera pregunta. Akame-kun, tu respuesta está muy bien, pero te has centrado mucho en convertirte en alguien poderoso para que no te manipulen a utilizar el bijuu, y no en el hecho de que tienes que mantenerlo encerrado. Vuestro cuerpo es una cárcel, muchachos, y vosotros sois los carceleros. Sin embargo, has sabido ver más allá. Un punto y medio.
»Datsue-kun. Respuesta de manual. Shiona-sama estaría orgullosa de ti, pero probablemente Hanabi estuviera más conforme con la respuesta de Akame. Un punto y medio. Sí, como veis, con estos temas, no suele haber una respuesta correcta.
¡¡JIA, JIA, JIA!! Sois... todos... IGUAAAAAAALES.
—Cuarta pregunta. Akame. Los genin deberían de ocuparse del pergamino mientras tú entretienes al ninja. No deberías esperar a preveer una derrota para enviarlos con el pergamino de vuelta a la villa. Una vez más, es una respuesta muy centrada en lo particular y en una estratagema de combate, no en una visión general de las cosas. Medio punto.
»Datsue. Una vez más, demuestras que tendrías un gran potencial como estratega si te entregaras tanto a la causa shinobi como tu compañero Akame. Pero cometes el mismo error que él. No, no debes esperar a ver si vences o no vences, es más, creo que ni siquiera deberías enfrentarte al ninja con el propósito de vencerle. La conspiración que has intuido tendría prioridad. Medio punto.
El examen de Raito estaba demostrando ser exigente.
—Quinta y última pregunta. Akame, cuando en una misión de rango C entran otros ninjas en el otro bando, estamos hablando de una misión de rango B y superior. Da igual qué clasificación tengan en el Libro Bingo. Evidentemente, si son criminales de rango S, tal vez la misión no sea de rango B, sino S. Pero nunca inferior a B. Por otra parte, el Libro Bingo, el único sitio donde podrías consultar el rango de esos criminales si no los conoces (y doy por hecho que no los conoces, sólo mencioné que eran exiliados), es algo que sólo está en propiedad de los jōnin, no de los chūnin. Pese a todo esto, me gusta el plan que has trazado. Evidentemente, dejar abandonada a esa gente no es una opción, aunque me hubiera gustado que añadieras que hay que informar al solicitante que ha contratado la misión con un rango más bajo que el que debería para ahorrar dinero, y que vas a informar al Uzukage de la situación, considerando tomar medidas. Al fin y al cabo, están poniendo en riesgo tu vida y la de tus genin. Un punto.
»Datsue. Como le he dicho a tu compañero, el Libro Bingo es algo que tienen los jōnin. ¿Si no fueras Uchiha, qué harías? Tampoco es que el Sharingan te permita saber con exactitud cómo de poderosa es una persona. Si tiene poco chakra o su chakra es débil, pero es extremadamente hábil con las armas, evaluarás mal a tu rival. Dependes en tu estrategia de que uno de tus genin sepa usar el Gentoushin no Jutsu. Tres genin (o dos, si has enviado a uno hacia la aldea) peleando contra un ninja exiliado me parece una mala idea, aunque sólo se trate de entretenerlo. Todo lo del Sello de Rastreo ya son suposiciones en las que no voy a entrar. La prioridad debería ser defender a los aldeanos. La misión ha cambiado, no obstante, y está claro que tienes que averiguar de dónde vienen los ninjas y por qué. Pero sería mejor hacerlo con refuerzos. Cero coma tres puntos.
Hubo un momento de silencio.
—Aunque hubieras seguido las órdenes a rajatabla y hubieras matado a Datsue en este Genjutsu, no hubiera habido ninguna consecuencia tangible, más allá de tu suspenso. Me alegra que hayas dado este paso. Admiro mucho tu rigidez con las normas y con las directrices de tus superiores, pero un chūnin debe reflexionar, sacar conclusiones y hacer observaciones, no sólo ejecutar. Incluso se puede permitir cuestionar educadamente a un superior, y debe de tener la capacidad de juicio suficiente para saber cuando se equivoca y cuando actúa en contra de los intereses de la aldea, en cuyo caso deberá informar directamente al kage. Zoku era un jōnin, Akame. ¿Crees que no rendirte a él cuando acabásteis con su vida fue algo malo?
»Datsue-kun. Hay dos tipos de transformaciones del chakra. La transformación de su forma, y la transformación de naturaleza. Además, los elementos compuestos pertenecen a líneas sucesorias de sangre.
Esta vez, el silencio duró más. Penetró a todo el mobiliario de la clase. Calculado, esperó el mejor momento para anunciar el resultado del examen, aunque si habían estado atentos y habían sumado los puntos, ya sabrían que...
—Felicidades. Habéis aprobado el examen teórico para el ascenso al rango de chūnin.
El mundo se desmoronó a sus pies, tal y como lo había hecho en la anterior ocasión. Como miles de pedacitos de un vidrio de colores que les envolvía y no les dejaba ver el mundo exterior, como una ventana que se abría de un golpe pero a cámara lenta, y dejaba entrar el viento y la luz del sol a la clase, el Genjutsu perdía una capa más.
Ahora estaban en la cima de una loma de hierba verde, al lado de un árbol. Les rodeaban árboles, los de un bosque, pero desde aquella posición elevada sólo les llamaba la atención un poblado de tamaño medianamente grande que se erigía al menos un kilómetro al norte. De la rama del árbol colgaba un pergamino con un sello que vestía la letra C como un traje de fiesta en una noche de malas noticias. Aún quedaban muchas horas para la noche en aquél mundo imaginario, pero las malas noticias seguían allí plantadas, y venían una detrás de otra.
Si cogían el pergamino y lo leían, descubrirían que en el papel estaba escrito lo siguiente:
(C)
Debéis a Minoshi, un poblado al sur del País del Bosque. Después de cruzar el Puente Kannabi hay que viajar al este durante al menos medio día. Hay una característica loma elevada desde donde se puede observar el pueblo. Sospechamos que en Minoshi se encuentra el escondite de una banda de bandoleros que llevan meses acechando los caminos y cobrando peajes para cruzar el Puente Kannabi —y matando a todo el que se niega—. Quiero que encontréis el lugar exacto de dicho escondite y que escribáis una carta de vuelta a la villa. Entonces, esperaréis a que vengan los refuerzos y detendréis a la banda.
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¿Cuánto tiempo llevaban haciendo aquel examen? No lo sabía, pero Datsue sentía que llevaban toda una eternidad. Por eso, cuando de pronto la voz de Raito interrumpió aquel silencio artificial, el Uchiha no pudo evitar sobresaltarse.
El examen teórico había terminado.
Raito empezó a explicarles —sin hacer acto de presencia— el formato del examen y el valor de sus preguntas. Al parecer, la sexta pregunta que le había tocado a él era simplemente de relleno, y aún así, había tenido unos cuantos fallos. Datsue tiró del cuello de la camisa para dejar pasar el aire, mientras un sudor frío le recorría el cuerpo. ¿La pregunta más fácil y había fallado? Estaba claro: iba a suspender. La había cagado más que aquella vez en el Bosque de la Hoja con el falso Yakisoba.
Con la primera pregunta, sus esperanzas no mejoraron. Raito les explicó que él pretendía una respuesta más genérica —tal y como le había aconsejado su Hermano— y no entrar tanto en los detalles. No obstante, los hombros caídos y la mirada en el suelo del Uchiha se levantaron al oír la nota: uno coma ocho. La habían clavado. Casi.
En la siguiente, Datsue no pudo evitar desviar la mirada hacia Akame, cuando Raito explicó la sorprendente frialdad con la que éste había respondido. Aquella era la pregunta en la que descubrían que su Hermano era un traidor. ¿Qué coño había puesto él? ¿Acaso…?
—Un punto —zanjó Raito, pasando a evaluar a Datsue, quien por un momento se olvidó de su Hermano. El Jōnin le felicitó por su respuesta, y, rompiendo totalmente con lo que se había esperado, le otorgó la máxima puntuación. La máxima.
—¡VAMOS! —exclamó pletórico, con un tremendo subidón de adrenalina mientras alzaba un puño al aire. Por instante, lanzó una mirada desafiante a Akame. Quizá no fuese durante el examen, pero como que se llamaba Uchiha Datsue el Intrépido que iba a averiguar lo que había respondido a aquella pregunta.
Entonces llegó la tercera corrección, y les otorgó a ambos punto y medio. Luego la cuarta, y Datsue empezó a sentir las leyes de la física en sus carnes: todo lo que sube, baja. Y él no estaba bajando, se estaba desplomando. «Hostia puta… ¿Cuántos…? ¿Cuántos puntos llevo?». Empezó a mover los dedos de una mano, mientras rápidamente echaba cuentas. «La nota de corte será de cinco, ¿no? Joder, ¡dime que es de cinco!».
Cuando Raito corrigió la quinta pregunta, a Datsue se le cayó el alma a los pies. No había dado ni una. Con suerte le habían dado tres décimas, las típicas que se daban por buen comportamiento el primer año en la Academia. Quiso que se le tragase la tierra, terriblemente avergonzado. Lo único bueno: que no había nadie salvo el propio Raito y su Hermano para ver el ridículo que había hecho.
Luego, llegó una pequeña tregua. La sexta pregunta, la importante, había sido para Akame. Datsue empezó a sospechar que estaba relacionado con la segunda, y que se la habían hecho precisamente por la respuesta que había dado su Hermano en ella. Viendo la explicación que le estaba dando Raito, todo parecía indicar que estaba en lo cierto. Finalmente, llegó la guindilla final: la había cagado con los tipos de transformaciones del chakra. Se llevó una mano a la frente, ocultándose los ojos. «La madre que me parió… ¡La madre que me parió!»
Silencio. Un silencio oprimente, tan solo interrumpido por los latidos de su corazón y la suela de una sandalia al rebotar una y otra vez contra el suelo, en un tic nervioso. Las cuentas estaban claras: era un seis coma uno. Aun así, no las tenía todas consigo. ¿Y si la nota de corte era mayor? ¿Y si no bastaba aprobar por los pelos? ¿Y si…?
—Felicidades. Habéis aprobado el examen teórico para el ascenso al rango de chūnin.
Datsue se derritió como una mantequilla a fuego vivo, desparramándose por el asiento y suspirando de alivio. Ni gritos de euforia, ni gestos de triunfo. Simplemente, se sintió aliviado. Había ganado una importante batalla, pero la guerra todavía no estaba terminada.
De hecho, Raito no les dio tregua. Nada más anunciar que ambos habían aprobado, el escenario volvió a cambiar. Ahora, se encontraban sobre una loma de hierba verde, rodeados de un bosque y desde donde se distinguía un pueblo a no demasiada distancia. Una rápida visual le permitió distinguir un pergamino colgado de un árbol que tenían al lado.
Lo cogió, y tras leerlo concienzudamente, se lo pasó a Akame.
—Es la primera pregunta —le resumió. Ni siquiera tenían que trazar un plan. Ya lo habían hecho al responder la pregunta teórica.
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Akame encajó con estoicismo las críticas. Mientras que su compañero Datsue parecía nervioso y a punto de saltar por los aires, él se mantenía sereno y con la mirada fija en el frente. De naturaleza eminentemente perfeccionista y autoexigente, al mayor de los Uchiha casi le importaban más las preguntas que había contestado mal que las que había acertado. Eran fallos, y venían en cascada, uno detrás de otro. Con cada palabra de Raito revelándoles la respuesta correcta, Akame se esforzaba por grabar a fuego una lección en su mente.
Finalmente le dieron el aprobado, igual que a Datsue. Pero Akame no compartía su euforia, su alivio; no, al menos, en ese preciso momento. Ya habría tiempo de congratularse más tarde. Quisiera o no, al genin le atosigaban sus propias dudas, su propia exigencia para consigo mismo.
Había creído que sería fácil. Había creído que podía de sobra. Pero había estado a punto de suspender.
«Un ninja jamás subestima a su enemigo». Él lo había hecho y casi le había costado su promoción a chuunin.
Fuera como fuese, antes de que pudiera decir palabra, el Genjutsu de Raito-sensei cambió radicalmente de aspecto. Akame notó el fresco aire de Primavera en su rostro, el calor del Sol en su piel y el tacto blando de la hierba de la verde loma bajo los pies. Nada de eso era real, claro, pero sus sentidos seguían embriagados por aquella oleada de nuevos y repentinos estímulos.
A su lado Datsue, y frente a ellos un pergamino de misión. Al leerlo, Akame torció los labios en una sonrisa; «ya entiendo, por eso quería que esa pregunta fuese conjunta. Bien planteado, Raito-sensei». Como ya habían pensado en todo el planteamiento anteriormente, ahora sólo quedaba ejecutarlo. Akame alzó la vista hacia el poblado, y luego la posó sobre su Hermano.
—¿Qué tapadera vamos a llevar, entonces? ¿Comerciantes interesados en adquirir algo en el pueblo?
Mientras, Akame se palpó la cintura, el muslo, la frente. Si llevaba su equipamiento consigo tendría que esconderlo o disfrazarlo de alguna manera. Datsue conocía el Fuuinjutsu, de modo que siempre podía pedirle que se lo sellara en algún sitio.
Afortunadamente, tanto Akame como Datsue llevaban todo el equipamiento que solían llevar, más algunos extras. Era de suponer que cuando uno se marchaba de misión a otro país debía llevar suministros: así pues, cada uno de ellos tenía una buena mochila con enseres de todo tipo —Datsue estaba muriéndose de sed, así que eso le aliviaría bastante. Aún por encima, si rebuscaba se daría cuenta de que Raito le había puesto dentro un batido de chocolate—, y un saco de dormir.
Las monedas siempre tienen dos caras, por supuesto, y o bien tendrían que dejar atrás los enseres o hacerlos parte del disfraz.
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—Joder, esto es la gloria —proclamó, saboreando el batido de chocolate que Raito gentilmente le había puesto en la mochila. Sabía que todo aquello era un Genjutsu, pero se maravilló con el realismo del sabor y la sensación que producía al calentar el estómago. Desde luego, aquella ilusión era de otro nivel—. Pues a mí me parece la mejor idea —respondió a Akame, mientras se limpiaba los labios con el dorso de la mano e introducía el batido en la mochila, para luego cerrar la cremallera—, aunque sigo pensando que parecemos demasiado críos para el papel.
No obstante, ir hengeados todo el día no era mucha mejor idea. Era un estrés considerable el que producía aquella técnica, y al Uchiha ya le había jugado más de una mala pasada por abusar de ella.
—Creo que va a ser mejor que selle mis cosas en un pergamino —dijo, mientras se agachaba y sacaba un makimono de su portaobjetos. A decir verdad, la mayoría de armas que tenía Datsue ya estaban selladas a lo largo de su cuerpo. Especialmente en sus brazos. No obstante, había aprendido, hacía mucho tiempo, que cada gota de chakra contaba en un combate, y por eso todavía guardaba algunas de sus armas a la vieja usanza—. ¿Quieres que te selle algo?
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Consciente, de repente, del peso en su espalda, el Uchiha se descolgó la mochila y rebuscó entre los enseres que en ella había. Acabó tomando un par de bolas de arroz y una botella de agua. Engulló las primeras en cuestión de momentos —mientras Datsue revisaba su propio equipamiento, se tomaba un batido de chocolate y sacaba un pergamino de su mochila— y luego las regó con media botella de agua. Sabía que todo aquello no era real, pero el efecto del casancio físico y psicológico le afectaba por igual. Era un mundo ilusorio que se regía por las mismas normas que cualquier otro.
Después dejó la mochila en el suelo, a sus pies, y revisó su equipamiento. «Está todo», pensó arqueando una ceja. Estaba claro que Raito había rebuscado entre sus pertenencias —o conseguido aquella información de alguna otra forma— para averiguar qué solían llevar normalmente encima. El genin no le dió importancia.
—Pues ahora que lo dices... —Akame se descolgó el viejo ninjatō que llevaba a la espalda—. Un par de portaobjetos los puedo camuflar, pero con esto no hay manera.
Le tendió la espada a su compañero. Seguidamente cogería uno de sus portaobjetos y lo metería en su mochila —junto con su bandana de Uzushiogakure— para ocultarlo a simple vista de cualquier viandante demasiado atento. El otro se lo ajustó al cinturón, en la baja espalda, y lo cubrió con su camiseta.
—Sobre la tapadera —comentó de repente Akame—. Creo que podríamos hacernos pasar por ayudantes de algún acaudalado comerciante. Al fin y al cabo los ricos nunca hacen el trabajo en persona, y mucho menos por sí mismos. No será la primera vez que un magnate envía a alguno de sus lazarillos a hacerle un recado.
8/02/2018, 19:40 (Última modificación: 8/02/2018, 22:09 por Uchiha Datsue.
Razón: Corregir una falta de ortografía imperdonable
)
Datsue abrió la boca, la cerró y la volvió a abrir.
—Joder… —estaba sorprendido por la respuesta de su Hermano—. Esa es una idea de puta madre. —Y además, ahora que lo pensaba, era algo que ya habían visto. Concretamente, en la misión que habían realizado junto a Eri. En aquella ocasión, un hombre llamado Takeda Mashiro había comprado una casa sin ni siquiera haberla visto con sus propios ojos, tan solo por fiarse de la palabra de un compañero de negocios. O amigo, Datsue ya no lo recordaba.
Atado aquel punto de la fachada, Datsue dejó su propio portaobjetos —tras sacar una píldora de soldado y guardársela en un bolsillo— y la katana de Akame sobre el suelo. Luego, a un lado, el pergamino abierto. Realizó los sellos, manteniendo el del Carnero durante unos segundos, y los objetos desaparecieron en una masa de chakra que quedó sellada en el pergamino.
—Listo —dijo, levantándose. Se guardó el pergamino en la mochila, volviéndosela a echar a la espalda, y empezó a caminar en dirección al pueblo—. Así que un punto en la pregunta dos, ¿eh? Ya me imagino yo que respondiste… —chasqueó la lengua, y sacudió la cabeza. No era el momento de discutir por aquello. Debía centrarse en la misión—. A ver, repasemos tapadera de camino al pueblo. Somos los ayudantes de un comerciante que busca alguna casa para comprar y luego alquilarla, ¿no? Podría llamarse… Suzuki Okane, por ejemplo. ¿Crees necesario que tengamos nombres falsos también? —Datsue sabía que era lo más seguro, pero era tan olvidadizo con los nombres que siempre se acababa llevando algún susto por liarse.
¤ Ippan no Fūinjutsu ¤ Técnica de Sellado General - Tipo: Apoyo - Rango: C - Requisitos: Fūinjutsu 15 - Gastos: 10 CK (sellado de objetos y armas), 5 CK (liberar) - Daños: - - Efectos adicionales:
Sella objetos y armas en pergaminos
(Fūinjutsu 30) El usuario gana la capacidad de sellar objetos y armas de cualquier extensión (preguntar a un administrador en caso de duda) en pergaminos y en su propio cuerpo. Además, puede guardar gases venenosos, líquidos...
(Fūinjutsu 60) El usuario gana la capacidad de sellar objetos y armas de cualquier extensión (preguntar a un administrador en caso de duda) en cualquier tipo de recipiente (preguntar a un administrador para saber qué recipiente podría ser válido).
- Sellos: Buey → Serpiente → Tigre → Jabalí → Carnero (mantenido durante unos segundos) - Velocidad: Moderada - Alcance y dimensiones: (ver descripción)
Técnica estándar de fūinjutsu, que utilizan muchos shinobi con diferentes niveles de maestría en técnicas de sellado. Los ninjas con un nivel de maestría bajo son capaces de sellar objetos y armas, normalmente de tamaño pequeño o mediano, y únicamente en pergaminos. Los ninjas de nivel medio son capaces de sellar muchos tipos de sustancias distintas en pergaminos e incluso en su propio cuerpo, lo cual les otorga una ventaja estratégica bastante grande. La técnica no funciona instantáneamente. Para sellar objetos en un pergamino, se ha de abrir ese pergamino. En el caso de querer guardar algo en el propio cuerpo, no es necesaria tanta preparación. Para guardar cosas en un recipiente externo, se ha de disponer de uno válido (obviamente). En cualquiera de los tres casos, se ha de estar a menos de tres metros de donde se va a sellar el objetivo, y a menos de diez del objetivo. Una vez realizados los respectivos sellos, se mantiene el último y el objetivo se deshace en una masa de chakra, que viaja a velocidad moderada hasta introducirse dentro del lugar donde se desee sellar. Entonces aparece la marca deseada, y el sellado se completa. Se ha de remarcar que esta técnica de sellado no dispone de una clave para nada complicada. Los sellos podrán ser rotos y su contenido liberado por cualquier practicante de fūinjutsu con suficiente maestría (15, 30 ó 60).
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Akame sonrió con suficiencia ante el comentario de su Hermano. No es que Datsue fuese difícil de impresionar —tampoco fácil—, pero no era dado a los halagos sinceros; y aquel sonaba como uno. Saboreado el momento, el Uchiha volvió a centrarse en la misión. Dejó que Datsue completara su técnica de sellado sin perder un detalle de aquella disciplina que siempre le había parecido curiosa. Pese a que él era mil veces más estudioso y disciplinado que su camarada, Akame nunca había conseguido agarrarle la mano al Fuuinjutsu, mientras que Datsue lo había entendido al vuelo.
Hechos los preparativos, se dispusieron a caminar; no sin antes lanzar una daga al aire. Akame esbozó una sonrisa socarrona y soltó una carcajada más ácida todavía.
—Sí, yo tampoco lo entiendo... Puse que te decapitaría y cagaría sobre tu cadáver mientras bebía té blanco en tu cráneo —comentó, jocoso, con fingido tono formal.
Luego, ultimaron detalles sobre su tapadera. Akame asintió; le parecía bien.
—Suzuki Okane, me gusta. Tiene gancho —valoró, con un brazo cruzado y el otro apoyado sobre éste, la mano en el mentón con pose regia—. Y sí, deberíamos tener nombres falsos. "Uchiha" suena demasiado... Demasiado no-inofensivo —agregó con una sonrisa orgullosa—. Yo podría ser Ōe Kenzaburō, y tú... Kurosawa Akira.
No supo por qué, pero aquellos dos nombres le sonaban excepcionalmente bien. Tenían gancho.
—Ja… Ja… —dijo Datsue, imitando una risa exageradamente falsa. ¿Decapitarle y cagar sobre su cadáver? Estaba claro que era una broma, pero conociendo a Uchiha Akame, apostaba a que tampoco se alejaba demasiado de la respuesta que había dado—. Lo de beber de mi cráneo no te lo recomendaría. Recuerda lo que pasó la última vez que probaste algo a lo que eras alérgico… —Habían matado al único testigo que había presenciado aquel horror. Un testigo llamado Zoku, pero Datsue también lo había presenciado—. Y en mi cráneo hay demasiado… ¿Cómo lo llamó Raito? Ah, sí: capacidad de juicio.
Se sonrió, e hinchó el pecho como un pavo real, vanidoso. Luego, se centró en la tarea que tenían por delante. Akame prefirió usar nombres falsos, para desgracia del pequeño de los Uchiha. «Joder… ¿No había unos nombres más complicados?», se preguntó, sarcástico.
—Kurosawa Akira… —«Kurosawa Akira. Kurowasa Akira. Kurosawa Akira»—. Vale, creo que lo tengo.
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—Pffffffff —Akame hizo una sonora pedorreta ante la puya de su Hermano—. ¿Te parece que nos centremos? Tenemos una misión entre manos. Ya sabes, algo importante. Trabajo —recalcó con un tono deliberadamente condescendiente.
«Pues vamos allá. Ooe Kenzaburō, lazarillo de Suzuki Okane-dono, vengo en nombre de mi empleador para adquirir una propiedad en Minoshi», se recordó mentalmente el Uchiha. Entonces cayó en la cuenta de un pequeño pero crucial detalle.
—Eh, Datsue-kun. ¿Y de dónde se supone que venimos? Es algo que nos van a preguntar sí o sí a las primeras de cambio. Podríamos decir que nuestro jefe reside en Yamiria —sugirió Akame—. Conocemos la ruta y no todos los senderos pasan forzosamente por el Puente Kannabi, así que podría justificar el que no nos hayamos topado con los bandidos durante el camino.
Pulido aquel último detalle, y si a Datsue le parecía bien, Akame emprendería el camino bajando la loma en dirección a Minoshi.
«Vamos, hijos de puta. Superaremos esta prueba, pase lo que pase».
Los Hermanos del Desierto terminaron de perfilar los últimos detalles de su coartada, emprendiendo rumbo hacia Minoshi. Hacia su destino, fuese cual fuese: seguir escalando en la jerarquía militar; o quedarse anclados en el último eslabón.
Permanecer como Gennin tampoco era tan malo. Al menos, bajo el punto de vista de Datsue. Había menos responsabilidades, menos riesgos, misiones menos peligrosas. Había que obedecer órdenes casi de cualquiera, eso era cierto, y la paga no era muy buena. Pero una cosa compensaba la otra.
No obstante, y desde hacía un tiempo, a Datsue se le había metido algo en la cabeza: quería ser sensei. En la Academia, enseñando a los más jóvenes los principios del Ninjutsu, Fuuinjutsu o lo que se terciase. Enseñándoles, de paso, que la tienda con mejores armas y ofertas era la Armería para los Intrépidos, en Yamiria. Una pequeña tienda de la que se llevaba un porcentaje cada vez que alguien iba a comprar de su parte. Claro que aquello último no lo diría. Como buen sensei que quería ser, sabía muy bien que había cosas que era mejor aprender por uno mismo.
Pero no solo era por sacarse un dinero extra. Tras convertirse en el Jinchūriki de Shukaku, Datsue apenas era capaz de conciliar el sueño. Se encontraba cansado todo el día, sin energías, y las continuas misiones que realizaba no hacían otra cosa sino empeorarlo. Si lograba convertirse en un sensei, tendría un sustento fijo y estable del que vivir, y no necesitaría hacer tantas misiones de seguido. Podría descansar mejor, tener más horas para dormir, y quitarse algo de estrés.
Suspiró. Como el dicho decía, «no vendas los ojos del Uchiha antes de cazarlo». Primero, todavía tenía que superar aquella prueba.
—Me da que nos queda poco… —comentó, mientras seguían su rumbo al pueblo.
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