Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
3/03/2020, 18:18 (Última modificación: 3/03/2020, 18:19 por Himura Hana. Editado 1 vez en total.)
Puede que técnicamente hubiese quedado con su sensei a una hora inconcreta en un sitio concreto, pero después de comer algo ligero, Hana había sido victima de los nervios y mucho antes de lo que debiera, había empezado a ponerse el kimono. Después había empezado a arreglarse el pelo y había acabado por estar preparada bastante antes del atardecer. Entonces, como era idiota, había pensado que para estar en su casa sin hacer nada, mucho mejor ir a molestar a su sensei horas antes de lo acordado a su casa. ¿Tal vez podría ayudarla a vestirse?
Así fue como vestida en un furisode de color azul con pétalos de cerezo que contrastaban con el color azulado del kimono se plantó frente a la casa de la Uzumaki. Las mangas le caían hasta la rodilla, en la parte más baja eran de un color azul marino y el color iba degradando a medida que subían hasta ser blanco en los hombros. Los pétalos de cerezo eran de su color rosado característico y la cantidad aumentaba al bajar, como si estuviesen cayendo poco a poco. El pelo de la parte trasera de la cabeza lo llevaba recogido en un moño asegurado con una horquilla de forma muy característica, como si de ramas de un árbol se tratasen, de color blanco brillante a gris claro con gemas azuladas decorándolo. Por ambos laterales le caían dos sendos mechones de cabello suelto. Por último, calzaba las típicas sandalias tradicionales con un grueso calcetín blanco con una separación para los dedos para separar el pulgar.
No estaba nada acostumbrada a moverse con tal vestimenta, era la segunda vez que llevaba un kimono en toda su vida. Así que había tardado tranquilamente el triple de lo que acostumbraba en llegar a la puerta de su sensei. Se detuvo ahí, dudando durante un par de minutos. ¿Qué pensaría Eri? Aparte de que era tonta. No quería usar el sello porque le había dicho tajantemente que solo lo usase para emergencias. Pero no estaba segura de si era peor decirle algo por ahí que plantarse en su puerta. Negó con la cabeza tres veces y se giró a la puerta, decidida.
Tras volver a decidirse, golpeó con el nudillo la puerta un par de veces. Ya está, no había vuelta atrás. Ni siquiera podría salir corriendo aunque quisiese. Solo le quedaba plantarse ahí sonriente y rezar por ser suficientemente adorable para no morir.
Con tranquilidad, los días de primavera fueron pasando y el más esperado de todos llegó sin que casi nadie se diera cuenta, dando por comenzado el Festival de los Cerezos del año doscientos veinte en cuanto cayera el sol en el Jardín de los Cerezos.
Como todos los años, los paseos principales del mismísimo jardín se llenaban de pequeños puestos de comida, ocio y venta de souvenires para recordar aquella noche. Todos solían vestirse con sus mejores galas, los niños vestían caretas de animales conocidos y alguna que otra pareja aprovechaba para olvidarse del día a día para disfrutar su amor.
No muy lejos de la creciente muchedumbre se encontraba una pelirroja apoyada en el alfeizar de la ventana mirando las luces que provenían del foco de la fiesta, y alguna que otra risa en su calle. Estaba desparramada, sin peinar y con pocos ánimos de salir de fiesta sabiendo que su casa la acogía con los brazos abiertos, pero se lo había prometido a Hana, así que no había vuelta atrás. Con suerte, aún le quedaba algo de tiempo para prepararse.
No era que lo dejase todo para el último momento pues su kimono reposaba estirado en su cama. Era un conjunto precioso que le había regalado su madre por su decimosexto cumpleaños, de un azul claro con detalles de flores de cerezo en la parte baja, rosa pálido. Era realmente bonito, a juego con un par de detalles para el pelo. Sus sandalias esperaban cerca de la entrada, algo desgastadas por el uso.
«Más vale que me ponga en marcha...»
Decidió que lo primero que prepararía sería su rostro y cabello, recogiéndolo en un pequeño moño al lado derecho de su cabeza y dejando dos mechones caer libres a ambos lados de su rostro. Una vez lo terminó, posó los dos adornos en él, siendo éstos dos flores azules atadas a dos cascabeles que sonaban cuando se movía. Dispuesta estaba a limpiar y maquillar su rostro levemente cuando el sonido de dos nudillos resonó desde su puerta, y ella, alterada, se levantó inmediatamente.
«¿Será...? No, no será él.»
Caminó hacia la puerta y la abrió para encontrarse a Hana allí parada, vestida y preparada para el festival. Se asombró al verla tan diferente a como estaba acostumbrada, e, incluso, se sintió bien al ver que ambas iban conjuntadas para el festival. Pero algo dentro de ella se removió al verla allí tan hermosa. ¿Qué dirían cuando la vieran a ella al lado pretendiendo ser algo?
—Vaya, Hana, estás preciosa —lo dijo con total sinceridad, y luego dejó un espacio para que pasase dentro y esperase—. Me queda poco, así que si quieres puedes esperar aquí sentada mientras termino —indicó, señalando su sofá.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Vaya, Hana, estás preciosa. Me queda poco, así que si quieres puedes esperar aquí sentada mientras termino
Hana exhibió una sonrisa confusa, pues esperaba que la pelirroja estuviese más reacia con su presencia, al fin y al cabo, no es ni el donde ni el cuando habían quedado.
— G-gracias, Eri-sensei. Perdona por presentarme así, si quieres te ayudo. — se ofreció mientras aceptaba la invitación de la Uzumaki de pasar adentro.
Sin embargo, Eri parecía tenerlo todo arreglado ya. Llevaba el peinado ya hecho, con más adornos que ella y mucho mejores, ella solo portaba la horquilla del moño. Se apuntó mentalmente lo de los cascabeles, que le parecían lo más adorable del mundo. Y lo cierto era que, por muy raro que sonase decirlo siendo ella la menor, Eri le parecía la jounin más mona del mundo. Y claro estaba que no era debil, pero transmitía una adorabilidad que seguramente superase cualquier limite legal permitido.
Se plantó en el interior de la casa de la Uzumaki toqueteando sus mangas nerviosa, sin saber muy bien qué decir ni qué hacer. Ahora que Eri estaba entre amable y alegre, le asustaba cagarla estrepitosamente con otra de sus idas de lengua.
5/03/2020, 11:21 (Última modificación: 5/03/2020, 12:09 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
— G-gracias, Eri-sensei. Perdona por presentarme así, si quieres te ayudo.
—Oh, no te preocupes Hana-chan, yo me ocupo —restó importancia la kunoichi mayor, volviendo al dormitorio ensimismada en sus propios pensamientos—. ¿Cómo es que has venido tan pronto?
Eri se sentó para terminar de arreglar su rostro, poniéndose un poco de colorete y brillo en los labios. Luego miró la prenda que la esperaba reposando en la casa y, dejando la puerta entreabierta para seguir hablando con Hana, comenzó a vestirse. Tardó un poco más de lo que ella había creído con todas aquellas prendas, algo aparatoso de poner si no estabas familiarizado con ello.
Unos quince minutos más tarde, Eri salió de su habitación vestida con un furisode azul claro con motivos de cerezo en la parte baja, que estaba abierto en una de sus piernas para más ventilación. Al contrario que Hana, no llevaba calcetines y sus mangas eran menos anchas que las de la menor.
—¿Vamos?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Oh, no te preocupes Hana-chan, yo me ocupo. ¿Cómo es que has venido tan pronto?
El trato dulzón y amable de Eri solo acentuó los nervios de la rubia. Tras haber rechazado la ayuda de Hana, la pelirroja se metió en su habitación para acabar de vestirse. La genin, sin saber muy bien qué hacer, empezó a dar vueltas alrededor de la sala toqueteandose los mechones de pelo que le caían por delante de los mofletes.
— Es que estaba algo nerviosa y después de comer no sabía donde meterme ya, empecé a vestirme y una cosa llevó a la otra y aquí estoy. ¡Ni siquiera sé por qué estoy tan nerviosa! Hace mucho que no voy al festival ni me arreglo ni quedo con nadie por la villa. Y no sé, tú eres mi sensei y no sé muy bien como tratarte, no quiero faltarte al respeto ni molestarte pero tampoco quiero que te pases toda la tarde tensa. Normalmente no tengo problemas para hablar con la gente, pero contigo es diferente porque te respeto demasiado y claro, al ser mi superior, si la cago, que lo hago, pues es una cagada gorda. — en algún momento había empezado a hacer aspavientos con las manos mientras paseaba por el salón.
La Uzumaki no tardó en aparecer, perfectamente vestida y con un ligero maquillaje. A Hana nadie le había enseñado nada sobre etiqueta o maquillaje, si había conseguido ponerse el kimono había sido gracias a su vecina, que le hizo un tutorial cuando lo compró.
La rubia miró a su sensei con la boca abierta de par en par, para volver a cerrarla antes de que le cayese la baba.
— Por Shiona-sama, Eri-sensei, estás preciosa. — dicho eso volvió a callar, recordando la chapa que le acababa de soltar a su superior.
Eri escuchó desde su habitación el nerviosismo que Hana había sufrido desde que había comido y sonrió en la soledad de su cuarto. Era tan inocente que incluso la desgracia que había vivido a veces no parecía afectarla tanto como debería.
—Normalmente no tengo problemas para hablar con la gente, pero contigo es diferente porque te respeto demasiado y claro, al ser mi superior, si la cago, que lo hago, pues es una cagada gorda.
Buscó las palabras más acertadas para contestarle a aquello una vez saliera, pero cuando lo hizo, Hana volvió a atacarla con sus incesantes palabras.
— Por Shiona-sama, Eri-sensei, estás preciosa.
—Las dos estamos preciosas —dijo para restarle importancia a su aspecto—. Y no te preocupes, hoy iremos como Hana y Eri, no como pupila y sensei, así que puedes estar tranquila, ¿vale? —alegó para intentar bajar los nervios de la chica, sonriéndola de oreja a oreja. La Himura estaba convirtiéndose en lo que podría ser su hermana pequeña, así que en ese momento, lo único que quería era que se lo pasara bien.
Tomó su brazo y lo entrelazó con el suyo, y ambas salieron de la casa en dirección al Jardín de los Cerezos.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Las dos estamos preciosas. Y no te preocupes, hoy iremos como Hana y Eri, no como pupila y sensei, así que puedes estar tranquila, ¿vale?
Hana había decidido cerrar la boca por el bien de la humanidad, porque era precisamente el ir como Hana y Eri lo que preocupaba a la rubia. Si le quitaban la relación maestra-alumna, ¿qué era ella para Eri? Sin embargo, suficiente había hablado aquel día de cosas complicadas. Lo mejor sería relajarse y disfrutar.
La Uzumaki la agarró del brazo y la sacó de casa en dirección al jardín.
— Antes de nada, quiero darte las gracias por todo, Eri-sss-¿san? — de repente le asaltó la duda de como llamarla, si no iba como sensei. — En fin, sé que no soy fácil, y nunca te he dado las gracias por tu paciencia.
Ahora sí que esperaba dejar todo eso atrás y centrarse en el festival, libre de cargos de conciencia.
— Antes de nada, quiero darte las gracias por todo, Eri-sss-¿san?
—Con Eri ya está bien —sugirió la Uzumaki.
— En fin, sé que no soy fácil, y nunca te he dado las gracias por tu paciencia.
Eri negó e hizo cesar la marcha a su pupila.
—Hana, todos hemos sido como eres tú ahora, pero poco a poco te irás convirtiendo en lo que realmente serás, así que no tienes por qué agradecerme nada. Eres genial y tu alegría se me contagia siempre que nos vemos, así que, por favor, no cambies tu actitud frente a mí.
A veces, la Uzumaki podía contradecirse a ojos de los demás, pero en aquel momento y lugar, Eri estaba a gusto con la compañía de Hana, y estar a su lado le daba un motivo para seguir adelante.
— ¿Crees que ya estaran los puestos abiertos?
—Ehm... Sí, creo, o si no simplemente podemos dar una vuelta.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Hana, todos hemos sido como eres tú ahora, pero poco a poco te irás convirtiendo en lo que realmente serás, así que no tienes por qué agradecerme nada. Eres genial y tu alegría se me contagia siempre que nos vemos, así que, por favor, no cambies tu actitud frente a mí.
La primera parte la había ofendido un poco, pues Eri seguía viendola como una niña pequeña que tiene que madurar y ella ya era muy madura para su edad. Sin embargo, la segunda parte la cogió a contrapelo, como siempre que la pelirroja alababa algo de ella. Se sonrojó levemente y cerró la boca, lo cual le parecía lo idóneo para no arruinar el momento.
—Ehm... Sí, creo, o si no simplemente podemos dar una vuelta.
— Claro. Cuentame algo de ti, Eri-san, tú supongo que lo sabes todo de mí, te habrán pasado la ficha o lo que sea que tiene la academia con mis datos, ¿no? Me lo dijiste el primer día que nos vimos.
No quería atosigarla a preguntas, prefería darle la oportunidad de defenderse antes de sacar la artillería pesada. Además de que nunca le explicó lo de su misión, pero ese tema era casi mejor dejarlo para fuera del festival, o no.
— Claro. Cuentame algo de ti, Eri-san, tú supongo que lo sabes todo de mí, te habrán pasado la ficha o lo que sea que tiene la academia con mis datos, ¿no? Me lo dijiste el primer día que nos vimos.
«Pero si la he dicho que me llamara Eri...» Se lamentó en sus adentros, pero luego pasó a cosas más importantes. ¿Qué sabía Hana de ella? Que tenía dos hermanos, era Uzumaki y amiga de Datsue, o eso creía ella.
Se encogió de hombros.
—Pues... Nací de una madre que trabaja en una floristería y es buena con el genjutsu, y de un padre Uzumaki al que no logré conocer del todo —comenzó, no sabiendo muy bien qué decir—. Mi hermano me entrenó cuando me escapé de casa, y bueno, he hecho unas cuantas misiones y poco más...
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Pues... Nací de una madre que trabaja en una floristería y es buena con el genjutsu, y de un padre Uzumaki al que no logré conocer del todo. Mi hermano me entrenó cuando me escapé de casa, y bueno, he hecho unas cuantas misiones y poco más...
Hana era perfectamente consciente de que ella, dentro de lo que había en el mundo shinobi, había tenido suerte con su familia. No todos tenían la suerte de saber que sus padres les habían querido hasta el último segundo de sus vidas. Aunque también había otros con más suerte que ella, solía considerarse más por encima de la media de traumas. Sí, sus padres estaban muertos, sí, sentía una soledad en lo más profundo de su ser que dificilmente fuese a quitarse en toda su vida. Pero también tenía un buen arsenal de recuerdos que le calentaban el alma y la hacían seguir adelante.
Volviendo a su sensei, intentó resumir su vida y salió regular porque había tantas cosas sin explicar como palabras había dicho. Aunque lo que más le chocó a la rubia era la idea de Eri escapandose de casa.
— ¿Te escapaste de casa? ¿Por qué? ¿Y cuantos hermanos tienes? ¿Qué sabes de tu padre? ¿Cómo que Hotaru no es Uzumaki si es tu hermana? Es raro, normalmente los Uzumaki no tienen hijos no Uzumakis. Aunque claro, mi padre me tuvo a mi y él no tenía el Yoton, pero siempre pensé que nosotros eramos los raros y lo normal era que todos saliesen con el mismo clan. — preguntó una vez Eri le hubiese dado cancha.
— ¿Te escapaste de casa? ¿Por qué? ¿Y cuantos hermanos tienes? ¿Qué sabes de tu padre? ¿Cómo que Hotaru no es Uzumaki si es tu hermana? Es raro, normalmente los Uzumaki no tienen hijos no Uzumakis. Aunque claro, mi padre me tuvo a mi y él no tenía el Yoton, pero siempre pensé que nosotros eramos los raros y lo normal era que todos saliesen con el mismo clan.
Se había ido de la lengua y la curiosidad de Hana era demasiado grande para poder contrarrestarla con evasiones. Suspiró y se quiso revolver el pelo, pero no, porque debía ser cuidadosa con el peinado que se había currado tanto en hacer.
—A ver cómo te lo explico... —suspiró, llevándose la mano libre al mentón y frunciendo los labios, pensativa—. Mi madre ha tenido dos maridos en su vida, por desgracia, ambos fallecieron haciendo misiones peligrosas. El primer marido fue el padre de Hotaru, por lo que mi hermana mayor no es Uzumaki, pero Ryuusuke y yo somos hijos del mismo padre, quien también murió en un accidente —explicó, mirándola—. Como todos nos quisimos hacer shinobi, mi madre tenía miedo de que corriésemos la misma suerte, así que a mí me prohibió salir, por eso me escapé —y ahí se terminaba la historia—. Ahora todos somos felices y mi madre aprueba mi vida.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—A ver cómo te lo explico.... Mi madre ha tenido dos maridos en su vida, por desgracia, ambos fallecieron haciendo misiones peligrosas. El primer marido fue el padre de Hotaru, por lo que mi hermana mayor no es Uzumaki, pero Ryuusuke y yo somos hijos del mismo padre, quien también murió en un accidente. Como todos nos quisimos hacer shinobi, mi madre tenía miedo de que corriésemos la misma suerte, así que a mí me prohibió salir, por eso me escapé. Ahora todos somos felices y mi madre aprueba mi vida.
Hana escuchó atentamente a la pelirroja mientras asentía de vez en cuando para confirmarle que estaba atenta. Era casi ironico que la vida de Eri fuese tan opuesta a la de su alumna. Ella había decidido por cuenta propia hacerse kunoichi a pesar de que su madre se opusiera, en cambio, la rubia si no fuese por sus padres sabía que hubiera acabado siendo pastelera. Por un breve momento se imaginó a sus padres con trabajos normales y sanos, yendo a visitarla a su pastelería. Su vida podría haber sido tan fácil...
Negó con la cabeza, todo el rollo del festival la estaba poniendo melancolica.
— Me alegro de que al final todo te haya salido bien, Eri-san, de verdad. Y... — empezó la genin sin saber si era el momento apropiado — ¿tus cosas favoritas? En plan, color favorito, comida favorita, sabor de helado favorito, estación favorita, animal favorito, técnica favorita, manga favorito, ya sabes.
— Me alegro de que al final todo te haya salido bien, Eri-san, de verdad.
La susodicha agradeció aquello con una inclinación de cabeza. Al menos así saciaba su incansable curiosidad...
—Y... ¿Tus cosas favoritas? En plan, color favorito, comida favorita, sabor de helado favorito, estación favorita, animal favorito, técnica favorita, manga favorito, ya sabes.
...O no.
Parecía que Hana era realmente persistente con conocer más a su sensei. Le agradaba esa parte de su pupila, realmente lo hacía, pero que lo hiciera con ella le resultaba agotador, sobre todo porque hacía que su cerebro trabajase más de lo que le gustaría que hiciera.
—Mi color favorito es el rojo —dijo, llevándose una mano al pelo—. Seguramente esté condicionada por mi clan, pero bueno... —paró—. Mi comida favorita es los fideos cocidos con caldo de pollo, el sabor de helado que suelo tomar es el de tarta de queso, me gusta el invierno, los pingüinos... —enumeró cada una de las cosas que le gustaban y recordaba con más cariño—. Y mi manga favorito es Paseo de otoño rojo.
»¿Y tú?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Mi color favorito es el rojo. Seguramente esté condicionada por mi clan, pero bueno... Mi comida favorita es los fideos cocidos con caldo de pollo, el sabor de helado que suelo tomar es el de tarta de queso, me gusta el invierno, los pingüinos... Y mi manga favorito es Paseo de otoño rojo.
»¿Y tú?
— Oh, a mi también me gusta el rojo, pero en general me gustan los colores calidos. El naranja claro sería mi más favorito, igual algún día me tiño el pelo de naranja. Mi comida favorita es... complicada, no podría elegir ninguna en concreto, aunque los dulces de chocolate me vuelven loca, pero como cualquier cosa dulzona. En cuanto a estaciones prefiero la primavera o el otoño, que haga un tiempo normalito, ni muy frio ni muy caliente. Aunque si tengo que elegir entre verano o invierno, me quedo con verano, no puedo con el frio. — hizo un pequeño paron, llevándose un dedo al mentón pensando en qué le faltaba. — Ah, sí, el sabor de helado, chocolate, últimamente le estoy dando un pensamiento al chocolate con menta, el frescor de la menta me recuerda a la lluvia y la lluvia...
Se detuvo a sí misma ahí. "Y la lluvia ¿qué?" ¿En qué pensaba cuando se comía esos helados? Tragó saliva, lo de Ren empezaba a preocuparla. No podía ser normal que siempre apareciese en sus pensamientos, que sintiese una opresión en el pecho cada vez que pensaba que no la vería hasta Kami-sama sepa cuando. Negó con la cabeza, intentando echar a la morena de su cabeza.
— Eh, los pingüinos también y Tu mentira en Ascua — resumió rápidamente.
Sintió algo de calor en las mejillas, fruto de sus pensamientos e intentó atajarlo como pudo. Por suerte, acababan de entrar en el Jardín y el ambiente empezaba a animarse a su alrededor. Ya había varias manadas de niños revoloteando por los monticulos de cesped que había entre cerezos, gritandose y jugueteando embutidos en yukatas y kimonos, como todo buen uzujin vestiría aquel día.
Los puestos de juegos parecían llevar abiertos ya un rato, mientras que los de comida empezaban a calentar sus variados instrumentos para preparar su producto. Entonces a Hana le asaltó la más dudosa de las dudas. Podían coger algo de comer y ser las primeras y coger la comida fresca o recien hecha, o podían probar con los puestos de juegos ahora que no había gente.
— ¿Quieres comer algo ya, seguir dando un paseo o probar algún puesto de juego? — preguntó la rubia ojeando todos los puestos que iban apareciendo, sin saber muy bien en cual pararse.