*Vale, las cosas se van a poner feas*

Lo supe en el momento que el borracho dejó de atender a razones y estaba dispuesto a llevar a cabo su objetivo inicial a la fuerza. Momento en el que tiró con aquella fuerza del hombro del gennin y ambos cuerpos impactaron. Me retorcía del asco a medida que mi mano se desplazaba hasta el portaobjetos.

-Mira tio, déj..-

*¡Hostias!*

Como una centella, Riko se deshizo de las ataduras del hombre y le propinó tal patada voladora que lo envió directamente a besar el suelo, babeando desde la inconsciencia del desmayó repentino.

Era curioso que no le hubieran invitado a participar del torneo puesto que desde aquel momento vi que era capaz de ofrecer pelea de la buena, aunque fuese a base de patadas y puños. Quién sabe si también era capaz de usar otro tipo de disciplinas, ninjutsu quizás.

-Me cago en la puta, ¡¡SAMURAIS!!- gritó el propietario del local alarmando a los guardias de los dojos.

Problemas. Problemas con katanas.

Sabía que, sobre todo en mi caso, debía evitar a toda costa cualquier tipo de altercado con esa gente. Mi participación en la siguiente ronda estaba en peligro.

-Tio, Riko. Eso estuvo muy bien, en serio, pero... Hay que largarse de aquí. No quiere ver la segunda ronda del torneo en una maldita celda-

Ojee rápidamente nuestros alrededores. Se empezaban a vislumbrar a los samurais, corriendo hacia nosotros con sus katanas desenfundadas.

-¿Confías en mí?-

El golpe de Riko había sido un blanco limpio, un golpe directo a la cabeza que tumbó al grandullón rápidamente, aquel golpe había sido provocado por la rabia que sentía el joven por culpa de aquel borracho, por lo que, sin duda alguna, se tenía merecido el golpetazo que se había llevado.

De repente, el dueño del establecimiento, asustado por el resultado de aquel encuentro, avisó a los samurais con un grito, y tanto Riko como Yota se dieron cuenta de que aquello eran malas noticias para ellos, en especial, para el de rastas, que al fin y al cabo, era el que había dejado a un hombre inconsciente.

-Tio, Riko. Eso estuvo muy bien, en serio, pero... Hay que largarse de aquí. No quiere ver la segunda ronda del torneo en una maldita celda-

Mirándolo desde ese punto de vista, no cabía ninguna duda de que el pelirrojo tenía toda la razón del mundo y un poco más incluso.

-¿Confías en mí?-

Aquellas palabras pillaron a Riko por sorpresa. Al parecer, a Yota se le acababa de ocurrir un plan, y, siendo sinceros, un plan, es mejor que ningún plan, así que, a pesar de conocerse de apenas unos minutos y haber cruzado unas pocas palabras..

— Sí joder, si tienes una idea, vamos a ello. — Aceptó el de rastas rápidamente, pues los guardias no tardarían en echárseles encima.

— Sí joder, si tienes una idea, vamos a ello. —

¿Qué otra opción tenía? Podía luchar e intentar repetir lo que le hizo al borracho persistente pero había muchos de esos samurais. Por momentos logré contar al menos una docena de ellos. Así que era cuestión de tiempo que nos reducieran y nos detuvieran. Escapar era la única solución.

— Eso es, el tito Yota te sacará de esta. cuando te dé la señal agárrate a mí.

Seguramente aquello le sonaría a un locuron o peor aún, algo sin sentido pero pronto vería que era todo lo contrario. Tan solo esperaba que funcionase como lo había planeado.

Alcé mis brazos, apunté con mis dedos índices al edificio más cercano, aquel que tenía un tejado plano y...

Plas.

Plas.

Ambas telarañas se anclaron a sus paredes, hice fuerza hacía atrás.

*3... 2... 1...*

— ¡Ahora!

Como si de un tirachinas humano se tratase, salí volando en dirección a aquel tejado. Tan solo era cuestión de tiempo saber si Riko me había hecho caso y se había cogido a mí para que ambos pudiéramos salvarnos. Desde las alturas de los dojos del combatiente podríamos escapar sin demasiados problemas.

— Eso es, el tito Yota te sacará de esta. cuando te dé la señal agárrate a mí.

Riko no sabía si aquel muchacho de verdad tenía plan o si simplemente se trataba de un loco con ganas de ser arrestado, ya que si hubieran decidido huir corriendo, habría tenido alguna que otra posibilidad de que los samurais no los cogieran, pero si se quedaban parados, desde luego, les sería pan comido. Aún así, el joven de las rastas asintió con la cabeza, esperando a la señal del pelirrojo.

Vio como una gran cantidad de guardias se acercaban a ellos con ganas de arrestar a alguien, y quisieran o no, ellos dos llevaban todas las papeletas. Volvió a mirar a Yota, y vio como tenía los brazos alzados.

''Oh vamos, no jodas, no es momento de ponerse a rezar...''

Pero de repente, de sus dedos salieron disparadas dos.. ¿telas de araña? Que se engancharon en un edificio cercano y Yota comenzó a tomar impulso. Riko se percató de que el momento de tener que agarrarse a su compañero de Villa estaba muy cerca, por lo que tensó sus músculos, echó un último vistazo hacia la zona desde la que venían tods los guardias, que estaban cada vez más cerca de ellos.

— ¡Ahora!

Riko se aferró a su compañero con todas sus fuerza y con los ojos cerrados. Cuando volvió a abrirlos, ambos genins se encontraban en el tejado del edificio en el que Yota había pegado sus telas de araña.

— Joder, ¡qué guapo! Pero ahora deberíamos alejarnos, ¿no? — Sugirió el de rastas, viendo que aquello no detendría a los guardias.

— Joder, ¡qué guapo! Pero ahora deberíamos alejarnos, ¿no?

— ¡Ding, ding, ding! Yotapunto para Riko — Bromeaba, pero tenía razón el chaval — Eso me temo, camarada. De hecho creo que me las piro ya. Mañana hay que madrugar y eso

*Maldito entrenamiento..*

Mientras tanto, los samurais tras hablar con el tipo del bar ya buscaban la manera de llegar hasta aquel tejado. Y no tardarían en hacerlo.

— Así que yo que tu haría lo mismo, no tardaran en llegar hasta aquí. ¡Nos vemos, rastitas-kun!

Salté al vacío y volví a usar las telarañas para volar entre los edificios y las calles de los dojos del combatiente hasta que estaba fuera de zona de peligro, momento para descender y caminar a paso rápido hasta la habitación del hotel el Pony Dorado.

— ¡Ding, ding, ding! Yotapunto para Riko — Bromeaba, pero tenía razón el chaval — Eso me temo, camarada. De hecho creo que me las piro ya. Mañana hay que madrugar y eso

Riko rió ante el comentario de su compañero de Villa, pero llevaba razón, era bastante tarde, y quedarse merodeando por las calles de la ciudad, con unos cuantos guardias siguiéndoles la pista no era del todo recomendable, por lo que decidió que lo mejor sería irse al hotel y dormir, así podría madrugar el día siguiente y entrenar un poco.

— Así que yo que tu haría lo mismo, no tardaran en llegar hasta aquí. ¡Nos vemos, rastitas-kun!

Nadie le había llamado nunca rastitas-kun, y lo cierto es que le hacia gracia.

— Eso hare, Yota-chan. ¡Hasta la próxima, compañero! — Y observó como el joven se balanceaba con sus telarañas entre los edificios hasta que le perdió de vista.

''Bueno, será mejor que me vaya yo también.''

Y empezó a correr a toda velocidad por los tejados, en dirección a aquel edificio tan alto que era su hotel, esperando que al día siguiente, todo lo que había pasado allí quedara olvidado.