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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Muchas veces uno puede llegar a moverse de su hogar por diferentes motivos, por temas de negocio, por buscar conocer cierta parte del país que se supone ha jurado proteger con su vida o a lo mejor simplemente por diversión, por la aventura. La situación de Manase Mogura no distaba mucho de alguna de todas esas, cumpliendo con un recado de su anciano pariente había dejado la comodidad de la urbe que era Amegakure y se había dispuesto a recorrer los caminos hasta llegar a Yukio.

Yukio era uno de esos lugares que te interesaba visitar si estabas a punto de hacer un viaje, viaje que podía ser tranquilamente cruzar la cordillera hacía el país de la Tierra. Mogura no iba a hacer tal cosa, pero si iba a asistir los viajes de algunos aventureros que estuviesen dispuesto a hacerlo. ¿Cómo? Abasteciendo una pequeña tienda de suplementos médicos con productos a precios bastante interesantes.

Aprovechando que ya estaba en aquel sitio, se tomó la libertad de extender un par de días más su visita. Hospedándose en una posada tenía la intención de recorrer un poco de aquella tan interesante ubicación. Ahora, el objetivo del joven médico no era hacer simple turismo por la zona linda del lugar, sino que deseaba conocerlo a fondo, familiarizarse con el pueblo.

Aplastando la nieve con sus botas caminaba por una parte levemente alejada de las últimas edificaciones, a unos varios minutos de camino de donde dormía. Una de sus manos iba metida dentro de su sobretodo, no era la época más fría del año pero no había necesidad de hacerse el macho en un lugar como ese. Como era costumbre en él, marchaba prácticamente siempre con un paraguas, no había nevado ese día pero si el día anterior.
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#2
—¡La puta madre! —Bramó una pelirroja a las afueras de Yukio.

No parecía nada feliz, se había revuelto todo el cabello y ahora tenía un aspecto que la hacía parecer una loca más del montón.

—Tendrías que haber girado a la derecha. —Dijo una silueta fantasmagórica, presente solo a los ojos de la chica.

—¡Son unos mierdas! ¿¡Qué les costaba poner más carteles!? —Se quejaba la chica que se dejó caer de espaldas sobre la nieve.

Acto seguido, sin soltarse la cabeza, la kunoichi comenzó a rodar sobre la nieve soltando tanta maldición se le ocurriese mientras su rostro no se hundía en la nieve. Así mismo, luego de unos minutos de hacer esto y gritar todo lo que podía, la fémina decidió hacer una serie de sellos y soltar un hilo de lava desde su mano hacia el cielo provocando una especie de lluvia luminosa y sumamente cálida que derritió la nieve con la que las gotas entraban en contacto de forma instantánea.

—Odio este lugar… —Susurró para sí misma, ya agitada y dejando la máscara tirada a un lado de ella mientras apreciaba el cielo. —Mañana mínimo tengo que llegar al país del bosque, seguro Kenzou me dará una paliza si sigo desaparecida por más tiempo…

Y la verdad que ella al menos no tenía ganas de explicar el motivo de tan larga ausencia a su kage, aparte que nada le aseguraba que fuesen a creerle que se había perdido sin más.
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#3
”Visitamos cada rincón que pudimos” había dicho su madre una vez.

La carreta se detuvo en una bifurcación del camino.

ーListo, señorita. Espero que el viaje no haya sido muy movido ja ja.

La joven de cabellos plateados se bajó del vehículo con una gran sonrisa y negó con la cabeza. Vestía una larga capa color aguamarina que le cubría hasta el cuello. Debajo portaba un hanfu verde oscuro que le llegaba a las rodillas, el más grueso de su colección. Sus botas estaban forradas internamente con tela para mantener calientes sus pies. Taeko Kikazura estaba maravillada con aquel frío. Sus mejillas se habían enrojecido y sus ojos brillaban con intensidad.

Se acercó al conductor de la carreta, le dedicó una elegante reverencia y le entregó unas monedas acompañadas de un papel donde ponía “¡Muchas gracias!”, con bonita letra.

ーNo fue nada ーEl señor le devolvió la sonrisa ー. Solo tienes que seguir el otro camino y llegarás a Yukio. ¡Cuídate pequeña!

La carreta se alejó hacia el poniente mientras Taeko tomaba el camino hacia el norte, hacia la ciudad. Se había encontrado con aquel viajero a mitad del País de la Tierra, y después de que la chica le ayudase a cargar y entregar algunos encargos, accedió a llevarla lo más cerca de Yukio que le permitiera su ruta. Y hela allí, una joven ninja de Kusagakure en su primera aventura no oficial, en un país lejano, caminando por aquella senda cubierta de blanco, encantada con aquel frío que nunca antes había sentido.

”Quisiera poder llevarle algo de nieve a mamá. Tal vez si pudiese usar un jutsu de sellado… Me pregunto cómo funcionaría entonces. ¿Se derretiría la nieve mientras esté sellada?” divagó la peliplateada mientras caminaba.

Taeko se había graduado de la Academia Ninja. Excelentes calificaciones en algunas áreas, poco menos que regulares en otras. Pero al final muy satisfecha de sí misma. Su madre, Hirami, había pasado de la preocupación al orgullo, y tal sentimiento le había devuelto mucha fuerza.

Una vez me dijiste que querías recorrer el mundo como yo lo hice ーle había dicho a los pocos días ー. Creo que… Creo que ahora puedes hacerlo. Ya eres fuerte y eres muy inteligente. ¡Eres una ninja! Y no te preocupes, aquí en Kusagakure estaré a salvo. La señorita Iwada me cuidará. Ve.

Con los ánimos por las nubes, Taeko decidió partir por varios días. Claro que no se iría por años, tal como había hecho su madre, pues siendo ninja también tenía obligaciones con su Aldea. Un par de semanas estaría bien.

Yukio, en las tierras al norte, sería un espectacular primer destino. Con el clima fresco del País del Bosque nunca había visto nieve, así que sería perfecto. Empacó sus herramientas ninja, así como varias prendas gruesas y una capa muy bonita que había pertenecido a su madre de joven.

Taeko vio entonces las luces a lo lejos. Puntitos amarillos rodeados de blanco y gris. Tenía que acercarse más para admirar la ciudad.

”¿Qué tipo de comida tendrán allí? Chocolate caliente, de seguro. ¿Lo beberán todos los días? ¿Y almorzarán sopa a diario? ¿Y…?”

Pero algo interrumpió los pensamientos de Taeko. Una especie de fuegos artificiales rojos que habían sido disparados varios metros más adelante. Se apresuró para llegar al lugar, donde encontró a una chica con la cabeza en llamas. O al menos eso parecía, pues el rojo y lo despeinado de sus cabellos contrastaba tanto con el ambiente frío que bien podría haberse tratado de un espíritu de fuego.

”¿Estará bien?”

Al acercársele notó que su expresión era de disgusto. Miró en derredor y no vio a nadie cerca, además de un chico moreno con un paraguas en mano. Taeko sacó de entre su capa una libretita y un carboncillo, y escribió una nota con rápida pero pulcra caligrafía. Se acercó con cautela a la pelirroja, pues no quería asustarla. A su alrededor había áreas sin nieve, y el aire no era tan frío. Entendió que los fuegos artificiales, o lo que fuese que había visto, habían derretido la nieve. Buscó entrar al campo de visión de la chica, la saludó con la mano y le enseñó la nota.

≫¡Hola! ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas ayuda?
SILENCE

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#4
El paisaje de Yukio era bastante sencillo, no había mucho que pedirle a un lugar como aquel salvo por montañas en la lejanía y nieve, mucha nieve. Principalmente por eso fue que aquella manifestación espontanea, similar a un mini geiser de lava, le llamó tanto la atención.

¿Qué fue eso?

Se preguntaba el joven médico mientras veía sus pasos avanzar en dirección al lugar donde había ocurrido aquello. A lo mejor y encontraba con que debajo de Yukio había alguna especie de túnel que contenía masa rocosa fundida y todo el pueblo peligraba.

Llegado un punto, los pasos del shinobi se detuvieron. Una persona elegantemente vestida parecía estar dirigiéndose hacía el mismo sitio. Mogura estaba más lejos por lo que la fémina llegaría primero.

¿Qué está haciendo?

No estaba terminando de entender que estaba pasando. ¿Había alguien más ahí?

Sus pasos empezaron a escucharse una vez más en cuanto retomó la caminata, terminó por acercarse lo suficiente como para ver la figura de una muchacha de cabello rojo como el fuego mismo. Aparentemente le estaban enseñando una nota, un papel cuyo texto no podía llegar a ver.

Lo más prudente sería esperar un poco antes de intervenir...

Concluyendo interiormente como iba a proceder en aquel momento, se mantuvo a unos metros de aquellas personas. Observando con una mirada curiosa.
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#5
Irritante es una palabra que no llega a definir lo que significaba para aquella de kusa lo que era caminar durante días para encontrarte nuevamente en el punto de inicio, aunque técnicamente esa aldea no lo fuese, ya había estado allí y sus planes decían que no volvería allí nunca más, a no ser que algo extraordinario ocurriese como una misión o algo con importancia, no un fallo a la hora de girar en el camino y por ello estaba tan irritada, por ello era que la chica había tirado lava en cualquier dirección y de haber podido probablemente habría hasta escupido fuego, pero la naturaleza es caprichosa y decidió que lo mejor sería que ella no gozase de tales capacidades.

Por eso ahora mismo estaba deseando arrancarse el cuero cabelludo con las manos, por eso se revolcaba entre la nieve a sabiendas de que esta terminaría por enfriarle más de la cuenta el cuerpo y terminaría enfermando y por eso al escuchar los pies de alguien hundiéndose en la nieve cerca de su ubicación dio un salto y miró como una bestia mira al cazador un momento antes de saltarle encima.

—¿Qué…? —Preguntó a aquella joven, mostrándose atenta a cada movimiento y con ojos casi saltones.

Podía ver que la joven tenía un papel, algo tenía escrito y con una caligrafía muy bonita que hasta el más tonto podría reconocer pero… Los ojos de la pelirroja se desviaron un poco más abajo, hasta la cintura de la contraria donde pudo ver el brillo metálico de una bandana shinobi.

—¿En serio? —Cuestionó incrédula aunque parecía más bien estar hablando sola, pues no daba crédito a lo que veía.

En parte, la apariencia de la contraria no daba la impresión de que se tratase de una kunoichi, y en otro aspecto no podía creer que se encontrase a una compañera de su villa en ese preciso lugar.

—Estoy bien, frustrada pero bien. —Sentenció en lo que se sacudía la ropa para quitarse tanta nieve como pudiese, aunque ya estaba algo empapada por la nieve que se derritió. —¿Te sabes el camino para volver a la villa? —Preguntó finalmente la kunoichi.

Justo en ese instante se percató de la presencia de un tercero, algo alejado pero que en un terreno como aquel era imposible no ver, es decir, no habían lugares para esconderse y el blanco solo resaltaba lo obvio. ~¿Para qué carajo quiere un paraguas? ~Se preguntó en silencio aunque mirándole de reojo apenas.
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#6
La chica pelirroja tenía una expresión casi terrorífica, y al parecer estaba de muy mal humor. Al levantarse, Taeko tuvo el presentimiento de que se le lanzaría encima, y dio un saltito de la sorpresa. La chica dijo estar bien y, después de fijarse en la bandana ninja de la peliplateada, le preguntó el camino hacia la Aldea.

”Hum. Sospechoso. ¿Debería de decirle a una desconocida la ubicación de Kusagakure? Aun cuando aparente ser una compañera… Podría ser un engaño…” se dijo, después de ver que en la cintura de la fémina había un artículo similar al de ella.

Se apresuró a sacar de nuevo su libretita y escribir en ella una nueva nota. Aunque, siendo sincera, no le daría la dirección por una gran razón: no estaba segura.

La nota decía:

≫Lo siento. El último tramo lo viajé en carreta y no presté atención al camino. Pero creo que es por allá.

Después de mostrársela, señaló con el dedo hacia el camino en el que el señor de la carreta la había dejado. Acompañó la explicación con una reverencia. Escribió entonces una tercera nota y se la mostró.

≫¡Pero no hay prisa! Podemos quedarnos en Yukio y pedir indicaciones para ir al sureste.

Luego notó que el joven moreno del paraguas se había acercado. Taeko no quiso ser maleducada y lo saludó con un gesto de la mano y una cálida sonrisa. Tal vez podría ayudarla a encontrar una posada o un lugar turístico, y a la pelirroja a encontrar el camino a casa.

Se volvió de nuevo hacia la chica y señaló al varón con un gesto. Luego escribió una sola palabra en la siguiente nota. Al mostrársela, sonrió ampliamente y agitó con suavidad la libretita, como si intentase animar las letras, de por sí ya adornadas con florecitas:

≫✽✾✼❀✿¡Indicaciones!✽✾✼❀✿

Esperaba animarla con su humor, aunque no pensó que su disposición de ayudar la fuese a molestar más.
SILENCE

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#7
No era muy común encontrarse con gente tan peculiar en un lugar como ese, pero si se ponía a pensar un poco en eso. ¿Qué era realmente lo que debería esperar encontrarse? Yukio era un lugar de paso para aquellos intrépidos que se animaban a cruzar al País de la Tierra. Aquellas dos posiblemente eran parte de aquel dicho grupo.

Correspondió el gesto que le habían hecho con una formal reverencia, parecía que tenía carta verde para acercarse un poco más. Con eso en mente, avanzó unos pasos mas hasta tener una vista clara de la insignia que cargaba una de las féminas en su cintura, Kusagakure.

Kunoichi de Kusagakure, disculpe la interrupción. ¿Está todo en orden?

Acompañando la disculpa con una leve reverencia que correspondía al protocolo habitual de hablar formalmente el joven médico iba dejando escapar las palabras de sus labios con un tono calmado. No había nada despectivo en su forma de hablar, podría parecer incluso un empleado de Yukio dispuesto a ayudar a la gente de los alrededores.

Era la primera vez que Mogura estaba delante de gente de aquel lugar, nunca había tenido chance de hacer un intercambio con personas de ese sitio. No podía perder nada si invertía un poco de su tiempo en buscar una charla con ella.

Tan solo espero que no sea como ese muchacho rubio de Uzushiogakure...

Habría pensado en algún punto de sus acciones.
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#8
Indicaciones, en sí no pedía demasiado, pero al final la pelirroja obtuvo algo muy distinto que le chocó demasiado. ~Otra que no sabe… ~Pensó mientras que su mirada se mostraba inmutable. Estaba molesta, pero no podía culpar a aquella joven a sabiendas que estaba ella estaba en la misma situación.

—Ajá… —Respondió con un tono algo bajo e indiferente.

Sin siquiera molestarse en despedirse ni nada por el estilo, Ritsuko comenzó a caminar pasando justo a un lado de la chica y justo entonces el del paraguas se le acercó para preguntar, pero estaba más que claro que no era un shinobi de Kusagakure así que no valía la pena preguntar siquiera.

—Todo en orden. —Respondió casi como si fuese un autómata.

La pelirroja se dirigía justamente a la posada en que había pasado noche la última vez que se había metido en aquel pueblo. No había sido la mejor, especialmente porque un chico irrumpió en su habitación pero eso no tenía por qué ocurrir una segunda vez, ¿verdad? De cualquier manera, no tenía sentido que se quedase con aquellos dos, menos con el frío que hacía que le helaba hasta los huesos.

~Tendré que conseguir algún mapa. ~Se dijo a sí misma mientras se alejaba muy lentamente de aquellos dos entes. Ya estaba empapada por la nieve que se le había derretido encima así que el viento le estaba afectando seguramente más que a los otros dos.
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#9
El joven del paraguas se les acercó. Se notaba muy educado, preguntando si todo estaba en orden. Eso le cayó instantáneamente bien a Taeko, quien se apresuró a escribir una nota para él.

≫¡Saludos! No del todo. Mi compañera necesita encontrar el camino a Tane-Shigai, en el País del Bosque. ¿Podrías ayudarnos?

Obviamente, Taeko no preguntaría directamente por Kusagakure, pues nadie que no fuese de allí podría ayudarles. Pero un lugar externo e importante como era la ciudad del Señor Feudal era más fácil de encontrar. Además, una vez allí, la chica podría encontrar más prontamente el camino a la Aldea.

Sin embargo, a pesar del intento de la peliplateada de asistirle, su compatriota pelirroja pasó de ella y del chico del paraguas, prácticamente ignorándolo a él.

"¡Espera!" se dijo Taeko, como si fuese a detenerla mentalmente. Al ver el punto donde había estado ella, con charquitos de nieve derretida, notó un objeto curioso: una máscara con forma de calavera. A Taeko se le hizo algo muy tétrico y un levísimo escalofrío recorrió su cuerpo al levantarla.

Entonces corrió para detener a la chica y enseñarle la máscara, pues estaba casi segura de que era de ella. Se notaba bastante molesta, y tal vez por eso había olvidado recogerla. Apoyando la libretita contra su brazo, pues tenía la máscara en la mano, escribió dificultosamente.

≫Disculpa. ¿Es tuya?

Una vez entregándole el objeto, se apresuraría a escribir otra nota, acompañada de una carita sonriente al lado del texto.

≫Él nos podría ayudar a encontrar el camino a casa. ¡No desesperes!
SILENCE

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#10
En todo Onindo existían ciertos objetos poderosos, armas legendarias que solo guerreros dignos probados en batalla serían capaces de poseer. Un arco mágico que no fallaría su objetivo nunca o una espada que podría cortar cualquier cosa, pero sin duda alguna la respuesta de la pelirroja fue mas cortante que eso. Pasó totalmente de Mogura.

Bueno...

Realmente no esperaba ese tipo de respuesta. La kunoichi vestida como una princesa sin embargo parecía tener cierta educación digna de una persona de la realeza. Aunque no dejó escapar palabras de sus labios si le extendió una nota, con muy bella caligrafía, cosa que el joven médico apreciaba muchísimo.

≫¡Saludos! No del todo. Mi compañera necesita encontrar el camino a Tane-Shigai, en el País del Bosque. ¿Podrías ayudarnos?

Tane-Shigai, el hogar del señor feudal del País del Bosque. Él nunca había estado en aquel lugar pero si había tenido oportunidad de leer un poco sobre ese sitio.

¿Está perdida?

Pensó Mogura deduciendo rápidamente el estado en el que se encontraba la pelirroja. ¿Sería esa también una de las razones para su seca actitud?

Mientras pensaba en que clase de respuesta debía darle a la chica de melena plateada, esta juntó de la nieve derretida una careta, con forma de calavera, su reacción era más que clara. No parecía haber maldad en sus acciones pues había tenido la gentileza de devolverle su posesión a su deducible dueña.

El joven de cabello azabache dio unos pasos en dirección al par de kunoichi y se detuvo a una distancia que se consideraría educada, dándoles espacio para que respiren, huyan o desenvainen una espada si así lo quisieran.

Kunoichi de Kusagakure.

Dijo refiriéndose a ambas.

Mi nombre es Manase Mogura, shinobi de Amegakure. Permitanme brindarle la ayuda necesaria para encontrar el camino a su destino.

Acompañando sus palabras, presentación y decisión, realizó una formal reverencia con la cual sin duda alguna, Taeko estaría familiarizada. Atendía a las normas de etiqueta con bastante dedicación y aquella no iba a ser la excepción.
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#11
¿Para qué iba a quedarse si ninguno de los dos iba a saber indicarle cómo llegar a la aldea? Es decir, su compatriota básicamente le dijo que no sabía y luego el otro tenía una bandana de Amegakure, era imposible que supiera. ~A no ser que sea como el del parche, tal vez sí sabía dónde estaba Kusa. ~Se planteó en un instante en que se frenó en seco solo para mirar por encima de su hombro a aquel extranjero.

Pero no podía ser posible, el jounin de su aldea lo había dejado libre, no podía saber la ubicación exacta, además que seguramente algo hubiese pasado, un ataque o similar cuando Kusa menos se lo esperase pero que va, eso no ocurrió y no había nada que indicase lo contrario.

Mientras la pelirroja se alejaba, la de cabellos plateados se interpuso en su camino y tal gesto hizo que Ritsuko casi gruñera con el ceño notablemente fruncido, pero la expresión de desagrado le habría durado un instante tal vez, después de todo la chica se había tomado las molestias de devolver la máscara que se había quedado detrás luego de la rabieta.

—Ah… Gracias… —Dijo entrecortada mostrándose algo más ‘apenada’ por sus reacciones.

No los trataba bien y aun así la chica se tomaba ciertas molestias, aunque no iba a estarles pidiendo disculpas ni similares, en su lugar Ritsuko simplemente tomó la máscara y ya no tenía mucho más motivo para quedarse salvo por otra nota por parte de la peli-plateada.

—¿Eres muda? —Soltó sin ningún tacto casi que ignorando completamente la nota.

~Y no estoy desesperada, solo enojada. ~Pensó esperando alguna respuesta por parte de la contraria aunque al final las interrumpió una vez más el sujeto del paraguas, afirmando que debería ser capaz de ayudarlas o al menos a Ritsuko que era quién estaba perdida en realidad.

—Ritsuko, con saber en qué dirección ir para llegar al país del bosque me conformo. —Fue la respuesta que le dio al chico, con un tono neutral.

Pero antes de que el muchacho tuviese alguna chance de responder algo, el viento comenzó a soplar con más fuerza y algunos pocos copos de nieve comenzaron a descender del cielo. En palabras sencillas, se acercaba una tormenta y con lo helado del viento la pelirroja ya tenía motivos de sobra para irse.

—Mejor hablemos en la posada... —Sugirió abrazándose a sí misma por causa del frío.
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#12
La pelirroja agradeció de mala gana que Taeko le agradeciese el devolver la máscara, pero fue suficiente para la joven, quien le mostró una sonrisa y asintió con firmeza cuando su compatriota le preguntó si era muda. No tenía ningún complejo aceptándolo, pues ya se había acostumbrado a tal discapacidad.

El chico del paraguas se acercó un poco más, sin meterse en sus espacios personales, y se presentó muy educadamente. La pelirroja, en cambio, solo le espetó su nombre, sin ceremonia alguna.

”¡Qué curioso! Estar acompañada de una persona apática como Ritsuko y de otra tan propia como Mogura” pensó la peliplateada mientras escribía otra nota. ”¡Y qué vergüenza ser la última en presentarse!”

Enseñó su nota a ambos, donde se podía leer en amplios pero no menos agraciados trazos:

≫Kikazura Taeko. Mucho gusto.

Acto seguido devolvió la reverencia al shinobi de Amegakure y le ofreció una a la de Kusagakure. Estaba a punto de escribirle a Ritsuko que eso le había pedido a Mogura, cuando una fría brisa la interrumpió. Pequeñas partículas brillantes comenzaron a bailar en el aire.

Una enorme sonrisa infló las enrojecidas mejillas de Taeko. Si bien había visto nieve en el camino, no la había visto caer del cielo.

”¿Esto mismo vieron tú y papá?” preguntó mentalmente a su madre, a miles de kilómetros de distancia.

Ritsuko dijo que era mejor charlar cuando estuviesen protegidos de la nieve, a lo que la peliplateada asintió. Podían estar de acuerdo en algo, lo que alegró a la chica.

”No debo de perder la paciencia. Cualquiera se estresaría al perderse…”

Escribió una nota a Mogura.

≫Hay que resguardarnos por el momento. ¿Nos indicarías alguna posada, por favor?

El tono del moreno era bastante formal, y quería mantenerse en su nivel de cortesía. Taeko notó que Ritsuko se abrazaba por el frío, y entendió que le urgía más que a ella encontrar un refugio. Pensó en sacar alguna prenda de su mochila para echársela encima a la pelirroja, pero algo la detuvo, y no hizo más que esperar a que Mogura les indicara el camino.
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#13
No paso mucho más tiempo para confirmar un primer dato sobre la kunoichi de pelo plateado, efectivamente era muda, y a causa de ello hacía notas con una excelente caligrafía para comunicarse con la gente. Por otro lado, la chica de pelo rojo se presentaría con el nombre de Ritsuko, así sin más, no había apellido.

¿Sería correcto asumir que no tiene familia?

Se preguntó el joven médico de Amegakure, mientras la muda redactaba una nota que no demoraría mucho más en estar finalizada.

Kikazura Taeko, nuevamente en impecable caligrafía. Al ver la reverencia de la joven no pudo evitar realizar un movimiento espejado e imitarla.

El gusto es mío, Kikazura-san.

Posiblemente en aquel momento, Ritsuko vería una representación bastante exacta de un manual de etiqueta, solo que en vez de ser dos dibujos en tinta eran dos personas que se acaban de conocer y atendían a las formas. Fue entonces que sintió algo tocándole la cara, copos de nieve, sumado a eso el viento cada vez más fuerte empezaba a atentar contra su peinado.

Si, seguidme por favor. No debemos perder mucho tiempo, la tormenta parece estar cerca.

Pronunció el chico de cabello azabache, contestando a Taeko, para luego dirigir sus pasos en la dirección adecuada para llevar al grupo a un mejor lugar, con su mano libre no pudo evitar atender su tic y acomodarse el pelo, quizás esa vez si tenía que hacerlo.

Ritsuko precisaba tan solo instrucciones para volver al País del Bosque, no tenía ninguna información sobre los objetivos de la muda, pero parecía que iban a ser compañeros de aventuras por un rato.
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#14
¿Hacía falta ser tan formales entre críos? O bueno, ninguno de los allí presentes aparentaban ser mayores de edad, con suerte si aparentaban ser mayores que un crío de diez años pero de todas maneras, el de Amegakure y la compatriota de la pelirroja coincidían a la hora de actuar con respeto. ~No voy a estar haciendo reverencias a todo el que me cruce ~pensó una malhumorada kunoichi quien se dirigía directamente a la posada donde se hospedaría una noche más seguramente.

Pero grande fue su sorpresa cuando el del paraguas se adelantó afirmando guiar a ambas kunoichis cosa que claro, a la de válvulas ciertamente molestaba ya que tan perdida no estaba. ~¿Intenta ganarse la confianza de alguien por adelantarse a cruzar una calle? ~Se preguntó a sí misma la Kazama con una ceja arqueada tras ver tales acciones, aunque no pronunció ni una palabra.

Seguramente las reacciones de Ritsuko habrían sido muy distintas si hubiese visto la nota de su compañera, esa en que solicitaba indicaciones para encontrar una posada, pero al no ser consciente de su existencia la chica tenía derecho a molestarse y murmurar maldiciones silenciosas mientras se dirigían a una posada guiadas por el de Amegakure.

—¿Se puede saber a cuál pretendes llevarnos? No todos tenemos dinero para derrochar —afirmó la pelirroja quien una vez más buscaba bolsillos en los que resguardar sus manos pero sin éxito.

Seguramente habría sonado enojada, o más bien, malhumorada y hasta cierto punto era lo correcto, pues quería irse de aquel endemoniado pueblo lo antes posible.
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#15
Tal vez era la imaginación de Taeko, pero Ritsuko se veía más y más molesta a cada momento.

”¿Por qué vino aquí si no quería estar en un lugar así?” se preguntó la peliplateada. ”Tal vez iba a otro lugar e intentó tomar un atajo y… No, ¿por qué habría un atajo a través de Yukio?”

Mogura se dispuso a guiarlas hacia una posada, pero la pelirroja se quejó y preguntó a qué posada específicamente. A Taeko no le parecía ser tan grosera con alguien que intentaba ayudarles. Si bien era alguien desconocido y de otra aldea, era bastante educado para tratarse de un enemigo, ¿no? Ese era el pensamiento de Taeko, sin importar si estaba en lo correcto o no.

Se imaginó entonces que los tres iban en una misión. Sería un espectáculo digno de verse, el estar entre Ritsuko y Mogura, mirando de un lado a otro entre insolencias y groserías y tonos formales. Claro que nunca se podría, pues eran de aldeas distintas. Pero la sola idea hizo a Taeko sonreír sin querer.

Saliendo de su ensimismamiento, la peliplateada asintió, concordando en que habría que ver qué tipo de posada era antes de decidir alojarse. Aunque dada la situación del clima, no parecían tener muchas opciones. Taeko comenzó a caminar al ritmo de Ritsuko, lo que le costó un poco, y le escribió una nota.

≫¡Tienes razón! Pero él solo trata de ayudarnos, Ritsuko-san…

Luego escribió una más para Mogura.

≫Estaría bien que nos mostraras algunas opciones, Manase-san. ¡Gracias! Aunque no sé qué tanto tiempo nos quede antes de la tormenta…

A Taeko le hubiese encantado quedarse fuera para ver caer la nieve, aunque entendía que era peligroso exponerse a tal clima por mucho tiempo, más aún por provenir de un clima más caluroso y húmedo. Esperaba que una vez resguardados al menos los ánimos de Ritsuko amainaran un poco.
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